LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 134
Carta del Mahatma
K.H. a A. P. Sinnett.
APENDICE
CARTA Nº 134
Dehra Dun. Viernes,
4
Llegada sólo ayer
por la noche, ya tarde, desde Saharanpur. La casa muy buena, pero fría y deprimente.
Recibidas un montón de cartas y contesto la suya primero.
Finalmente vi a M.
y le enseñé la última carta de usted, o mejor dicho, la carta de Benemadhab, en
la que usted había garabateado una pregunta. Es esta última la que Morya contesta.
Escribí ésta bajo su dictado y ahora la copio.
(Desde
aquí hasta el final de este párrafo, donde dice 'a lomos de la ignorancia', p.
661, os una anotación del Maestro M.—Eds.)
Escribí a Sinnett
mi opinión sobre los teósofos de Allahabad. (¿No a través mío, sin embargo?)
Adityaram B. escribió una absurda carta a Damodar, y Benemadhab escribe una absurda
petición al señor Sinnett. Por el hecho de que K.H. haya escogido a dos hombres
que han demostrado ser de suma importancia y utilidad para la Sociedad para
mantener correspondencia con ellos, todos —sabios o tontos, inteligentes o
lerdos, con posibilidades de ser útiles, o absolutamente sin ninguna
posibilidad de serlo— reclaman sostener correspondencia con nosotros
directamente —también. Dígales usted que
esto tiene que terminar. Durante siglos no mantuvimos correspondencia con
nadie, ni tenemos intención de hacerlo. ¿Qué es lo que han hecho Benemadhab
o cualquier otro de los muchos que reclaman, para tener derecho a esa
reclamación? Nada en absoluto. Ingresan
en la Sociedad, y a pesar de seguir tan aferrados como siempre a sus antiguas
creencias y supersticiones, y de no haber renunciado a las castas, ni a una
sola de sus costumbres en su egoísmo exclusivista, esperan vernos y hablar con
nosotros y contar con nuestra ayuda en todo y para todo.
Me gustaría que el
señor Sinnett dijera lo siguiente a cada uno de aquellos que puedan dirigirse a
él con parecidas pretensiones: "Los
'Hermanos' desean que yo informe a cada uno y a todos ustedes los nativos que, a menos que un hombre esté preparado para
convertirse en un teósofo completo, es decir, a hacer lo que hizo D. Mavalankar
—o sea a prescindir por completo de su casta, de sus antiguas supersticiones, y
que se muestre como un verdadero reformador (en especial en el caso del
casamiento entre niños), permanecerá simplemente como un miembro de la
Sociedad, sin ninguna esperanza de saber nunca nada de nosotros. La
Sociedad, actuando en esto directamente de acuerdo con nuestras órdenes, no
obliga a nadie a ser un teósofo de la segunda Sección. Eso queda a su criterio
y elección. Es inútil que un miembro argumente:
'Yo llevo una vida pura, no tomo bebidas alcohólicas, me abstengo de comer carne
y no tengo vicios. Todas mis aspiraciones son para el bien, etc.', y que, al
mismo tiempo, levante con sus obras y su actuación una barrera infranqueable en
el camino entre él y nosotros. ¿Qué tenemos que ver nosotros, discípulos de los verdaderos
Arhats, del Buddhismo esotérico y de Sang-gyas, con los Shastras y con el
Brahmanismo ortodoxo? Existen cientos de
miles de Fakires, Sannyasis y Saddhus que llevan una vida de las más puras, y
sin embargo, estando como están en el camino del error, no han tenido nunca la
oportunidad de encontrarse con nosotros, de vernos, y ni siquiera de saber de
nosotros. Sus antepasados
han expulsado de la India a los seguidores de la única filosofía verdadera
sobre la tierra, y ahora no corresponde a estos últimos ir hacia ellos, sino
que les corresponde a ellos venir hacia nosotros, si tienen necesidad de
nosotros. ¿Quién
de entre ellos está dispuesto a convertirse en un Buddhista, en un Nastika, tal
como ellos nos llaman? Nadie. Aquellos que han creído en nosotros y nos han
seguido, han obtenido su recompensa. Los señores Sinnett y Hume son excepciones.
Sus creencias no son ninguna barrera para nosotros, porque no tienen ninguna.
Puede que hayan
estado influidos por el medio ambiente, por las emanaciones magnéticas como
resultado de la bebida, por la sociedad, y por contactos físicos promiscuos
(resultantes incluso de un apretón de manos con hombres impuros) pero todo esto
son impedimentos físicos y materiales que, con un pequeño esfuerzo, se podrían
contrarrestar, e incluso se podrían eliminar, sin gran detrimento para nosotros
mismos. No así con el magnetismo y con los resultados invisibles procedentes de
las creencias erróneas pero sinceras. La fe en los Dioses o en Dios, y otras
supersticiones, atraen a su alrededor millones de influencias extrañas, de
entidades vivientes y de poderosos factores, con los cuales tenemos que hacer
uso de nuestros poderes más que ordinarios para rechazarlos.
Nosotros no nos hemos propuesto hacerlo así.
No
encontramos ni necesario ni provechoso perder nuestro tiempo librando batallas
con Planetarios poco evolucionados que se recrean personificando dioses, y
algunas veces personajes muy conocidos que han vivido en la tierra. Hay
Dhyan-Chohans y "Chohans de las tinieblas", no lo que ellos llaman
diablos, sino "Inteligencias" imperfectas que nunca han nacido ni en
ésta ni en ninguna otra tierra o esfera, no más de lo que lo han hecho los "Dhyan-Chohans",
y que nunca pertenecerán a los "Constructores del Universo", las Inteligencias
Planetarias puras que presiden cada Manvántara, mientras que los Chohans de la
Oscuridad presiden los Pralayas. Explique esto al
señor Sinnett (YO NO PUEDO) —dígale que lea de nuevo lo que les dije entre
algunas de las cosas que he explicado al señor Hume; y que recuerde que, como sea que en este universo todo es
contraste (no puedo expresarlo de manera mejor), así la luz de los Dhyan Chohans y su inteligencia pura queda
contrastada por los "Ma-Mo Chohans" —y su inteligencia destructora.
Estos son los dioses que adoran los hindúes,
cristianos, mahometanos y todos los demás que pertenecen a religiones y sectas fanáticas;
y en tanto que la influencia de las mismas tenga ascendente sobre sus devotos,
no se nos ocurrirá tener tratos con ellas, ni tampoco pondremos trabas a su
trabajo, como tampoco lo hacemos en el caso de los Bonetes Rojos del país,
cuyos perjudiciales resultados tratamos de paliar, pero en cuyo trabajo no
tenemos derecho a intervenir, mientras no se interpongan en nuestro camino.
(Supongo que usted no lo comprenderá. Pero piense en ello y lo hará. M. quiere
decir aquí que ellos no tienen ningún derecho, ni tan siquiera el poder de
oponerse a lo natural o a aquel trabajo que por ley de naturaleza corresponde a
cada clase de seres o de criaturas vivientes. Los
Hermanos, por ejemplo, podrían prolongar la vida, pero Ellos no podrían
aniquilar la muerte, ni siquiera para Ellos mismos. Hasta cierto punto, pueden aliviar el mal y mitigar el sufrimiento;
pero no podrían destruir el mal.
Ni
tampoco los Dhyan Chohans podrían impedir el trabajo de los Mamo-Chohans,
porque su Ley es el oscurantismo, la ignorancia, la destrucción, etc., así como
la Ley de los primeros es la Luz, el conocimiento y la creación. Los Dhyan
Chohans responden a Buddha, la Vida y la Sabiduría Divina en el bendito
conocimiento, y los Ma-mos son la personificación en la naturaleza, de Shiva,
Jehová y otros monstruos inventados, asidos a lomos de la ignorancia.)
El
último párrafo de M. que traduzco es el siguiente: "Dígale, pues, (a
usted) que en interés de aquellos que desean estudiar y recibir enseñanzas,
estoy dispuesto a contestar las dos o tres preguntas de Benemadhab sobre los
Shastras, pero que no entablaré correspondencia con él ni con nadie más. Que
exponga las preguntas con claridad y nitidez al señor Sinnett (a usted) y después
yo contestaré a través de él (de usted)".
Le envío la carta
de mi tío que acabo de recibir. Le escribió a usted lo mismo (según se desprende
de mi traducción de su carta en ruso). Como que no sé si la ha recibido o no,
le envío ésta. Si es idéntica a la que obra en su poder, entonces, devuélveme
la mía. Supongo que, a estas alturas, queda bien demostrado que yo soy yo —y
nadie más; y que mi tío, que es ahora Ministro Adjunto del Interior (o Ministro
Auxiliar), es un personaje que cuando pone su
firma y su rúbrica se puede confiar, a menos, desde luego, que cristianos
y misioneros, y su amigo Primrose no se inventen una nueva versión y digan que
nosotros hemos falsificado los documentos. Pero mi tío me dice en su carta
oficial que el Príncipe Dondoukoff va a enviarme un documento oficial para
demostrar mi identidad, de manera que esperaremos. No puedo traducir su otra
carta privada, ya que su fraseología está muy lejos de ser halagadora, en particular
para el señor Primrose y, en general, para los anglo-indios que me insultan y
me difaman. Le pediré al Príncipe que escriba directamente a Lord Ripon o a
Gladstone.
Suya en el amor de
Jesús,
H.P. BLAVATSKY
¿Por qué diablos el
"Jefe" quiere que yo vaya ahora a Allaha-bad? No puedo gastar el
dinero que hace falta para ir y volver porque tengo que ir por Jeypur y Baroda,
y él lo sabe. Lo que todo esto significa es más de lo que puedo decir. El me
hizo ir a Lahore ¡y ahora es Allahabad!