viernes, 29 de agosto de 2014

¿ES NECESARIO UN GUÍA?



¿ES NECESARIO UN GUÍA?
(I.K.Taimni)

El propósito real de la evolución humana es desarrollar finalmente un individuo iluminado, resuelto y confiado en sí mismo. Como es obvio, semejante individuo ha de evolucionar en las etapas finales únicamente bajo su propia dirección. Solamente necesita guía en las etapas tempranas, y la obtiene. Pero cuanto más avance por el sendero del desenvolvimiento interno, más se le retira esa guía, gradualmente, y se le obliga a buscarla dentro de sí mismo, a encender su propia lámpara. 

Por la índole misma de la constitución del hombre, se infiere que debe buscar dentro de sí mismo la guía que necesita. El corazón mismo de su ser está centrado en la Conciencia Divina. Su vida está enraizada en la Realidad que es la base del universo y que está energizando y guiando su evolución. El hombre es un microcosmos que contiene potencialmente todos los poderes y facultades que están activos en el Macrocosmos. Y estas potencialidades se desenvuelven desde adentro y su activan gradualmente en el curso de su evolución. 

Los grandes Instructores de la Sabiduría Eterna, y los libros que exponen el problema de  la Realización Directa, han indicado repetidas veces que la luz que puede guiar al buscador de la Verdad sólo puede venirle de su propio interior. He aquí lo que Luz en el Sendero dice a este respecto: 

…dentro de ti está la luz del mundo, la única luz que puede iluminar el Sendero. Si eres incapaz de percibirla dentro de ti, es inútil que la busques en otra parte. 

Los Yoga-Sutras resumen todo el problema de la guía en el Sendero de la Yoga en un solo Aforismo, el 11-28, que dice: 

De la práctica de los ejercicios que componen la Yoga, al eliminarse la impureza surge la iluminación espiritual que se desarrolla en conciencia de la Realidad. 

Está bastante claro, pues, que todo el que se empeñe seriamente en alcanzar la Realización Directa debe recapacitar sobre la cuestión de la guía en el sendero hasta que no le quede duda alguna de que semejante guía sólo puede venirle de dentro de sí mismo. Y entonces tratará seria y resueltamente de encontrar dentro de su propio corazón la Luz capaz de guiarlo constante e infaliblemente. 

¿Cuándo debe uno apelar únicamente a la Luz interna para guiarse? Escasamente hace falta indicar que uno es incapaz de aprovechar esa Luz en las etapas tempranas de su evolución. 

Durante largo tiempo necesitará agentes educadores externos que le ayuden a desarrollar la mente, a modelar el carácter y estimulen sus facultades espirituales en botón. Pero llega una hora en el crecimiento de toda alma en que esas agencias comienzan a ser inadecuadas, en que se siente la necesidad no sólo de un objetivo espiritual dinámico y preciso sino también de medios más eficaces para alcanzar ese objetivo. Entonces el aspirante se vuelve a su interior para descubrir la Realidad oculta en su propio corazón, y comienza a efectuar en su mente y corazón los cambios necesarios que le capaciten para esta tarea. Entra seriamente a educarse por sí mismo. Ese es el momento para iniciar la búsqueda de aquella única fuente de luz que puede iluminar su Senda. 

Todo aspirante debiera aclarar bien su mente con respecto a dos cosas.
Primera, cuál es la meta que ha puesto ante sí, y,
Segunda, cuál ha de ser su guía hacia esa meta.
La respuesta a la primera pregunta dependerá naturalmente del individuo,
su temperamento,
sus Samskaras (tendencias kármicas),
y el ambiente en que ha crecido.
Pero si bien pueden diferir los propósitos de los aspirantes según su etapa de evolución y la fase por la que estén pasando, la meta final de todos es la misma: alcanzar la Liberación de las ilusiones y  miserias de la vida, y una vida de Iluminación y Amor como individuo que se ha Realizado. 

La respuesta a la segunda pregunta la da inequívocamente el bien conocido Aforismo 1-26 que dice: 
Isvara, que no está condicionado por el tiempo, es Instructor hasta de los Ancianos. 

Isvara, la Deidad que preside el sistema Solar, es el verdadero y único Instructor de las diferentes humanidades que entran y salen en el vasto drama que está representándose en diferentes etapas en todos los tiempos. El es el Instructor Mundial que instruye a los ‘Ancianos’, quienes luego transmiten partes de esta enseñanza primordial a diferente razas y subrazas según sus necesidades y circunstancias. Suya es la Luz de Sabiduría que brilla pura y límpida (11 los corazones de todos los verdaderos Instructores de la humanidad, y que también resplandece aunque con menos brillo, en los corazones de todos los verdaderos aspirantes como su ‘Luz en el Sendero’. El es la fuente de poder e inspiración para todos les  verdaderos Instructores de Sabiduría y El es también el guía invisible que dirige a toda alma hacia su meta, lentamente pero con seguridad, a través del largo ciclo de su evolución. 

En las escrituras Hindúes se indica una y otra vez que Dios y el Maestro son uno solo y que el discípulo no debe imaginarse jamás que son diferentes. Todo esto debiera aclarar bien que el mismo Dios que es el objetivo de nuestro afán espiritual es también nuestro guía para buscarlo, que habla dentro de nuestros corazones, primero como la voz de la conciencia y más adelante como la Voz del Silencio. Esta importante verdad tocante a la vida interna, ha sido pervertida en interpretaciones ortodoxas, por obvias razones, dándole el significado de que hasta un Gurú ordinario, con todas sus limitaciones y flaquezas, debería ser adorado como Dios, o de lo contrario...! 

Esta idea de la Deidad como Instructor Supremo, está bellamente descrita en un bien conocido versículo que muestra en forma gráfica su naturaleza y funciones, y dice así: 

¡Oh maravilla! Bajo el árbol banyano, cerca de su raíz, el joven instructor se sienta en medio de sus ancianos discípulos. El Instructor permanece en silencio, y sin embargo todas las dudas de los discípulos se disipan. 

Este versículo contiene algunas de las ideas quizá más significativas y profundas acerca de la relación entre Maestro y discípulo. Consideremos primero el nombre y la forma en que se simboliza la función divina del Instructor. La clave del nombre se encuentra en un Upanishad que dice que Dakshina (nombre que allí se da al Instructor) representa a Buddhi, o sea aquella facultad espiritual que nos permite captar directamente la verdad sin necesidad del intelecto. Es pues la representación simbólica de aquella función de la Conciencia Divina dentro de nosotros que nos capacita para captar y realizar directamente las verdades espirituales dentro de lo profundo de nuestra propia conciencia. 

Pasando luego a la forma del Instructor Mundial y al escenario en que aparece, los dos son igualmente simbólicos y nos dan un destello de los misterios de experiencias espirituales y de las iniciaciones que a ellas conducen. Lo primero que hay que notar en esta simbología es que el Instructor Mundial aparece en  la forma de Shiva con algunas diferencias menores que acentúan su función de Instructor Mundial. Esto significa, sin duda, que la Realidad que es fuente de las funciones creadoras, preservadoras y regeneradoras de Isvara (simbolizada en Brahma, Vishnú y Mahesha), es también la fuente del conocimiento y Sabiduría que el hombre  necesita en las diferentes etapas de su evolución, y de la iluminación de los individuos que buscan la Liberación. No es posible agotar aquí el tema de esta simbología, pero sí se pueden explicar brevemente unos pocos rasgos que da este versículo. 

¿Por qué se muestra al Instructor sentado bajo un árbol banyano y cerca de sus raíces?
El árbol banyano es un símbolo bien conocido del conocimiento humano; sus muchas ramas que se enraizan representan las diferentes ramas del saber que van brotando al aumentar el conocimiento. Pero el árbol es un símbolo del conocimiento intelectual (Apara-Vidya), y no de la Sabiduría (Para-Vidya), la cual nace del contacto di recto con la Conciencia Divina. 

El conocimiento se expresa a través del intelecto y podemos diferenciarlo y elaborarlo crecientemente La Sabiduría es integral, está eternamente presente como un todo en la Conciencia Divina, se conoce por medio de Buddhi aunque se vale del intelecto para expresarse parcial e imperfectamente en el plano mental inferior. Por esta razón se muestra al Instructor Supremo sentado cerca de la raíz de un árbol banyano, aunque separado del árbol. 

La paradoja de que el Instructor es joven y los discípulos son viejos, simboliza simplemente que la fuente de Sabiduría es eterna y no está sujeta a las leyes del nacer, crecer y decaer que rigen para todas las cosas en el campo d tiempo y el  espacio. Esta Sabiduría ha de transmitirse a Instructores que están en el campo tiempo-espacial, quienes aunque están espiritualmente avanzados han de trabajar por medio del instrumento imperfecto e impermanente del intelecto.

Tanto ellos como sus enseñanzas están sujetos a las leyes de crecimiento y decaimiento. No son sólo los cuerpos de los Instructores los que envejecen y mueren como los de los demás, sino también sus enseñanzas  que se corrompen en el decurso del tiempo por la ignorancia y las flaquezas de quienes las reciben.

Pero la Sabiduría Eterna de donde se derivaron  esas enseñanzas permanece siempre fresca, dinámica, pura y joven, pues es parte de la Conciencia Divina del Logos. 

Otra paradoja de este versículo, la de que el Instructor permanece en silencio y sin embargo disipa todas las dudas de los discípulos, es quizá el rasgo más significativo de este símbolo.

Para comprender este misterio tenemos que recordar que el conocimiento que puede comunicarse verbalmente es Apara-Vidya y pertenece al intelecto. En cambio, los secretos más elevados y profundos de la vida están fuera del alcance del intelecto y no pueden comunicarse en palabras. Sólo pueden adquirirse por experiencias directas. El receptor eleva su conciencia a un nivel superior donde puede experimentar directamente la verdad que se trata de comunicarle, y conoce la realidad por percepción directa y real de ella. 

El intelecto es un instrumento engorroso para adquirir conocimiento incluso con respecto a cosas de la vida inferior. Y en cuanto a cosas de los campos espirituales, es totalmente inadecuado. El conocimiento de la relación entre el Alma Individual y el Alma Suprema, de la naturaleza del Amor Divino, de la razón de que el Alma Individual se vea envuelta en el Proceso Mundial, todas estas cuestiones no son realmente asuntos para comprenderlos intelectualmente sino para experimentarlos directamente dentro de las honduras de nuestra propia conciencia luego de trascender el intelecto. 

Aparte de la necesidad de la percepción directa para adquirir el conocimiento de realidades trascendentales, vemos que incluso nuestras dudas y dificultades ordinarias tocantes a nuestra vida interna se disipan mejor por medio de la luz de Buddhi que viene de adentro y que podemos considerar como un rayo de la Luz que emana del Instructor Supremo. 

Mientras esta luz no irradie nuestro intelecto, el conocimiento intelectual sigue siendo estéril en su mayor parte, y su significado más profundo y real permanece oculto. 

Luego de considerar la naturaleza del Instructor Divino que está presente en el corazón de todo aspirante serio, esperando para guiarlo por medio de la Voz del Silencio, veamos siquiera brevemente las ventajas de establecer contacto directo con El. Uno de los mayores problemas de la vida espiritual es el de encontrar un guía confiable que pueda ayudarnos y superar sus dificultades y ordalías, que nos dé fuerza cuando desfallecemos, que nos dé luz cuando nos sentimos perdidos en la  oscuridad de la ignorancia y el desespero. Muchos aspirantes fervorosos se pasan la vida buscando infructuosamente un Gurú idóneo en el mundo externo. Se olvidan de que el Instructor Supremo está sumamente cerca; que Su sabiduría y fuerza y compasión no tienen límites y esta siempre a su disposición; que El conoce siempre hasta sus más leves anhelos y aspiraciones y responde a sus más ligeras peticiones de ayuda.

La verdadera dificultad en todos estos casos es la falta de fe y confianza. Falta de fe en que el Supremo Gurú está dentro de nosotros, listo a guiarnos. Y falta de confianza en que podemos establecer con El y recibir Su ayuda. 

Todas estas dudas pueden desvanecerse por un Supremo acto de fe, volviéndonos resueltamente hacia El y llamándolo para que nos guíe. Y a medida que acudamos a El en busca de todo el auxilio que necesitamos en nuestra vida interna, encontraremos que cada vez nos viene más ayuda, y así llegamos al fin a no depender de ninguna ayuda externa. Es claro que para proveer las condiciones esenciales para recibir auxilio de esta manera, tenemos que hacer los máximos esfuerzos posibles, pues la luz de Buddhi sólo puede resplandecer en una mente que esté:
pura,
tranquila,
armonizada
y llena de devoción. 

Hay otra cuestión que puede considerarse con respecto a la función del Instructor Mundial. 
¿Qué relación guardan, con respecto a El, los verdaderos Instructores que guían a los aspirantes por el Sendero de Liberación? No hay duda de que existen Instructores así, Maestros de Sabiduría de varios grados, que ayudan a la gente de diversos modos en su desenvolvimiento espiritual.
¿Tales Instructores tienen algún lugar en la vida de un aspirante que reconoce al Instructor Supremo? 
Al considerar esta cuestión, hemos de recordar que todos los verdaderos Instructores son Seres Liberados, que están permanentemente establecidos en Sat o la Verdad, y que su Conciencia está, por tanto, unificada con la Conciencia del Instructor Supremo. Son, en cierto sentido, avanzadas de Su Conciencia y agentes de Su Voluntad en relación con todos los aspirantes. Cuando un aspirante necesita y merece ayuda, la recibe por medio de Ellos en la mejor forma que las circunstancias lo permitan.

¿Cómo y quién se la da?
Esta no es cosa que el aspirante deba juzgar. Debe dejar estas cosas a Aquellos que saben llevar a cabo la Voluntad del Instructor Supremo con Sabiduría y habilidad consumada. A él le incumbe solamente permanecer alerta y vigilante, listo a recibir ayuda y guía en cualquier forma que le venga.

Puede que se le mantenga en contacto físico con un Instructor.
O puede ser guiado desde dentro.
O también puede que se le deje enteramente a sus propios recursos para que así desarrolle su fuerza in terna y adquiera confianza en sí mismo.

La forma de la ayuda variará conforme a las circunstancias y las necesidades más apremiantes del discípulo. 

Mentores de menos categoría pueden también actuar como instrumentos imperfectos del Instructor Supremo, en proporción a su pureza mental, a su inegoísmo y a la conciliación de su mente con la Conciencia del Instructor Supremo. 


(Extraído de: "La renovación de sí mismo y realización por sí mismo" de Taimni)

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