Siete Rayos e incontables
chispas
(Título original de
H.P.B.)
por Hugh Dixon
La Ley Septenaria
Con objeto de
comprender muchas de las enseñanzas relacionadas con el hombre y su evolución,
es importante entender la significación de la Ley Septenaria, es decir, el significado
del número siete. Es la clave numérica para la comprensión de la naturaleza
humana y el vasto potencial del ser humano. Debemos también aprender acerca de
la idea fundamental de que todos los seres humanos emergen de la Fuente Espiritual
Una por medio de uno de los siete caminos, prosiguen su peregrinaje evolutivo
en la materia y regresan nuevamente a la Fuente.
En un principio los poderes latentes del hombre están en
el Morador de lo más interno, la mónada, la chispa de la Llama Una, según se la llama. Durante el viaje cíclico, estos
poderes germinan y se desarrollan parcialmente como resultado de las
experiencias en la vida manifestada. Al final estos poderes están desarrollados
al máximo posible en el ciclo del que se trate.
Otra forma de
expresar esta idea, es que las mónadas
son proyectadas desde el Logos Solar, la Deidad manifestada, para que puedan
regresar tan grandes como soles gloriosos, capaces cada uno de dar vida y luz a un magnífico sistema a través del
cual y por su medio, millones de otras mónadas puedan desarrollarse a su vez.
Una Inteligencia
superhumana preside cada uno de estos siete caminos.
Cada uno de estos Siete Rayos, según se
llaman a estos caminos, tiene su Adepto al frente del mismo, quien ha educado todos los poderes hasta la
perfección. Por encima de estos Adeptos todavía hay seres más elevados, los
Espíritus Planetarios, Logos Planetarios, como los llama HPB, señores de los
Siete Grandes Sistemas Planetarios del sistema solar, cada uno de los cuales es
un canal para cada uno de los Siete Rayos o aspectos del temperamento Logoico y
a cada uno de los cuales, cada ser humano pertenece.
HPB escribe en el Glosario Teosófico que
los Espíritus Planetarios son:
“…principalmente los regidores o gobernadores de los
planetas. Como la Tierra tiene su jerarquía de espíritus planetarios
terrestres, desde el plano más elevado al más inferior, también la tiene cada cuerpo
celeste. En ocultismo, no obstante, el
término Espíritu Planetario se aplica generalmente sólo a las siete jerarquías
más elevadas que se corresponden con los arcángeles cristianos. Todos estos
últimos han pasado por un estado de evolución correspondiente al de la humanidad
en la Tierra, pero en otros mundos en ciclos pasados. Nuestra Tierra, al estar todavía solamente en su cuarta ronda,
está muy lejos de haber producido espíritus planetarios elevados. El espíritu
planetario que gobierna cualquier globo, es en
realidad el “Dios Personal” de ese planeta, y es verdaderamente mayor su
providencia directora que la de la contradictoria Divinidad infinita de la
clerecía moderna”.
El Sol, la principal manifestación del
Logos Solar en el plano físico, puede ser considerado como la lente a través de
la cual el poder del Logos brilla. Hay que
poner de manifiesto, que cada estrella es también un sol como el nuestro,
siendo cada una de ellas una expresión parcial de un Logos. El Sol físico también
puede ser considerado como un chackra o centro de fuerza del Logos Solar que se
corresponde con el corazón del hombre.
Los Logos Planetarios
tienen numerosos nombres
Muchos son los
nombres de los Logos Planetarios, no solamente en las diferentes tradiciones,
sino también en la literatura teosófica. Por ejemplo:
Los Dhyan Chohans
(Señores de la Luz), las inteligencias divinas encargadas de la supervisión del
Cosmos.
Los Siete Sublimes
Señores.
Las Inteligencias
Incorpóreas.
Los Siete Místicos.
Los Siete Primordiales.
Los Vigilantes de los
siete globos de la cadena terrestre.
En el hinduismo, los siete
Prajapatis.
En el zoroastrismo,
los siete Ameshaspends.
En el judaísmo, los siete
Sefirots.
En el cristianismo,
los Ángeles de la Presencia y los siete Poderosos Espíritus ante el Trono.
Etc.
Es interesante tener
en cuenta que la palabra ‘dhyan’ procede de la raíz sánscrita ‘dhyai’ que
significa meditar. El nombre ‘dhyana’ significa
profunda y abstracta meditación religiosa. La palabra tibetana ‘chohan’ se traduce
por señor, de ahí que los Dhyan Chohans sean los Señores de la Meditación.
Esto conlleva una bella idea que puede expresarse así. Significa el estado de
elevados seres entregados a la contemplación del Plan Divino y de los medios
para desarrollarlo y cumplirlo. Por tanto, en
lugar de ‘dioses’, pueden ser considerados como los conscientes e inteligentes
poderes de la naturaleza. De hecho, son las inteligencias divinas que tienen a
su cargo la supervisión del globo.
Progresión numérica de la
cosmogénesis.
Una forma de
comprender la importancia del número siete es empezar por el principio, el
nacimiento del cosmos, y seguir la progresión numérica de la cosmogénesis según
la Teosofía.
Hallamos que el
origen pasivo de la Deidad manifestada es denominado el Absoluto, que está representado
por el símbolo de un círculo, un Cero. Nos encontramos así en el terreno
del misterio, y se produce la pregunta; ¿cómo puede el cosmos
nacer de la nada, la no cosa? Las
antiguas enseñanzas tratan de explicar el proceso.
Si la Fuente pasiva está simbolizada por un Cero,
numéricamente entonces, la Fuente activa de toda vida y forma está representada
por el número Uno. El símbolo ha cambiado para
pasar a ser un círculo con un punto en el centro.
De acuerdo con la
cosmogénesis oculta, el próximo paso en el proceso creador es el nacimiento del
Uno de sus aspectos inherentes, positivo y negativo o las potencias masculinas
y femeninas. El Uno se hace Dos, y el
símbolo se convierte en un círculo con un diámetro horizontal, el Dos en Uno.
Estos dos últimos interactúan para producir el Tercer
aspecto de la Deidad divina manifestada. El símbolo ahora es el triángulo
equilátero, una trinidad, Kether-Chokman-Binah
de la Cábala y el Primero, Segundo y Tercer Logos de la Teosofía.
Esta última terminología puede confundir
pues estos son realmente aspectos del Logos trino, no tres Logos separados,
como la expresión, en una primera ojeada rápida, parece indicar. Algo más de confusión puede aparecer ante nosotros
cuando conocemos por primera vez la expresión las Tres Grandes Emanaciones de la Vida Divina. Esta es la
situación, en cosmogénesis, que sigue a la manifestación de la Deidad trina, la
Trinidad. Quien estudia este tema aprende que la primera Emanación procede del
tercer Aspecto de la Trinidad, dando a los átomos preexistentes el poder de
agregarse produciendo elementos químicos. Este hecho está descrito en las
Escrituras cristianas como el Espíritu de
Dios moviéndose sobre las aguas del Espacio. Pero, esto es otro asunto.
La voz
griega Logos se refiere a la expresión externa o al efecto de la causa que está
siempre oculta. Así, hablar es el
Logos del pensamiento y ha sido acertadamente descrito como ‘verbum’ o ‘verbo’
en su sentido metafísico. Verbum es el término latino para palabra.
Los místicos y los
filósofos sintetizan la Trinidad en una pura abstracción. Los ortodoxos la
antropormorfizan.
De ese
Logos manifestado, el ‘tres en uno’, proceden los Siete Rayos que se llaman en
el Zohar los ‘Sefirots inferiores’, y en el ocultismo oriental son ‘los Siete
Rayos primordiales’. De aquí dimanan las innumerables series de jerarquías.
Para comprender cómo siete proceden de tres,
podríamos imaginar los tres aspectos de la Divinidad como
tres círculos coloreados, rojo amarillo y azul, por ejemplo, o A, B y C si se prefiere.
Podemos ver tres grupos en los cuales cada color, por
turno, brilla y domina. Luego, en otros tres grupos, predominan tres pares de
diferentes colores (AB, AC, BC).
Así, en una parte, tenemos seis grupos, y ahora en el séptimo grupo, todos los
colores se manifiestan por igual (ABC).
Por tanto, como diría un cristiano, de las Tres Personas
de la Bendita Trinidad emana el siete.
Los Siete Rayos del Sol
Según la enseñanza
del esoterismo transhimaláyico, nos encontramos con que el sistema solar, también,
consta de siete principios, y se puso de manifiesto por la actividad de Fohat,
junto con los siete principios del Akasha, actuando sobre la sustancia
manifestada o el Elemento Uno, para, diferenciándolo en varios centros de
energía, poner en actividad la ley de la Evolución Cósmica que, en obediencia a la ideación de la Mente
Universal, pone en existencia todos los distintos estados del ser en el sistema
solar manifestado.
Según enseña la
Doctrina Secreta de las más antiguas escuelas, el Siete es el número perfecto y sagrado
en este Manvantara nuestro.
El septenario era,
desde luego, sagrado para algunos dioses y diosas.
Para Marte con sus
siete compañeros.
Para Osiris, cuyo
cuerpo fue dividido en siete partes y dos veces siete partes.
Para Apolo, el Sol, entre
sus siete planetas tocando el himno de los siete rayos con su arpa de siete cuerdas…
Puesto que un
Manvantara se relaciona usualmente con la vida de un planeta, o un sistema
planetario, un Mahamanvantara podría ser equivalente a la vida del Sistema
Solar, un periodo de tiempo de tan inmensa duración que puede ser considerado
como universal por su extensión, por un ser en la Tierra.
Debería también
recordarse que ‘la doctrina esotérica tiene más de una clave para leer sus
líneas’.
…se interpreta y sus misterios se abren con siete llaves,
no dos, o máximo tres.
A esto pueden
añadirse los comentarios siguientes de la Doctrina Secreta:
“Es de acuerdo con la naturaleza septenaria del Sol como
decían los antiguos que era conducido por siete caballos, tantos como los metros
de los Vedas, o, de nuevo, que aunque se le identifica con las siete … clases
de seres en la esfera, es distinto de ella, como así es, y que también tiene siete
rayos, como sin duda sucede.
Los Siete Seres del Sol son los Siete Benditos auto
creados del poder inherente en la matriz de la sustancia Madre. Son ellos los
que envían las Siete Fuerzas Principales llamadas
Rayos, que en el principio del Pralaya se centrarán en siete nuevos soles
para el siguiente Manvantara. La
energía de la que emanan en la conciencia existente en cada sol, es lo que
algunos llaman Vishnu, que es el aliento de lo Absoluto.”
‘Vishnu, en su forma de energía activa,
nunca sale ni se pone y es, sin duda, el sol septenario pero distinto de él,
dice el antiguo Vishnu Purana’.
En el más antiguo
escrito hindú, el Rig Veda, se puede leer esta sugerencia en relación con el
mismo asunto; ‘Los
siete sabios crean siete senderos. A uno de ellos puede venir el afligido
mortal’.
Este verso místico
puede interpretarse así: Los ‘siete
sabios’ significan los siete rayos de sabiduría, los siete Dhyanis o Dhyan
Chohanes, Señores de la Luz, los dioses más elevados, los Arcángeles de la Iglesia
Católica, como ya se ha dicho, las inteligencias divinas encargadas de la
supervisión del Cosmos, que pertenecen a un sublime reino más allá del humano.
Sabemos por la Doctrina Secreta que este último verso acotado está pleno de
significado oculto. Los ‘senderos’ pueden representar ‘líneas’, pero
básicamente son Rayos de Luz que inciden en los senderos que conducen a la Sabiduría.
Son, en pocas palabras, los Siete Rayos que libremente salen del Centro
Macrocósmico, los principios en metafísica, las razas en el sentido físico.
Todo depende de la clave que se use.
Relación de la Mónada con
el sistema y con su origen.
La Mónada que se
desarrolla en la Tierra, tiene una relación con el Sistema Solar de más
importancia que la de mantener un estado de residencia temporal en una esfera.
La relación se extiende a, incluso, más amplias proporciones a causa de la
estrecha relación de las Mónadas con potentes focos de vida. Estos focos de
vida representan focalizaciones de la Vida-Fuerza que irradian de esferas
galácticas, comúnmente conocidas como los Signos del Zodiaco.
Las vestiduras que requieren las mónadas para residir en
la Tierra, son los principios de los que el hombre está constituido. Estos principios han sido transmitidos
a la Tierra por medio de los Dhyani Planetarios, los arcángeles, que supervisan
los siete planetas sagrados. Sin duda, el estado de las Mónadas en el globo
Tierra, representa lo que han sido capaces de desarrollar o llevar a cabo
durante sus estancias evolutivas en la esfera.
Igual que los Dhyanis
de los Siete Planetas sagrados actúan como vigilantes de los siete globos de la
cadena terrestre, también son los ‘principales’ de los siete principios del
hombre, un Dhyan Planetario para cada principio. Así, cada persona y cada
principio en esa persona, consigue su cualidad específica de su primario o
principal, el Espíritu Planetario o Dhyani. Por tanto, cada persona es un
septenario, una combinación de siete principios que tiene cada uno su origen en
una cualidad del Dhyani en particular.
Cuando la Mónada sale de su Fuente, lo
hace con el dominio de un Rayo en especial, pero la tarea durante toda la larga
serie de vidas es desarrollar por completo todos los Rayos.
Correspondencias, los
principios del hombre
y las cualidades de los
Siete Rayos.
La principal característica del Primer
Rayo es el Poder y éste se corresponde con Atma, la voluntad espiritual en el
hombre. Por tanto está representado por el
temperamento básico del líder o gobernante.
Sabiduría
y amor son las características del segundo Rayo que se relaciona con la conciencia
Búddhica en el hombre, su intuición espiritual. El profesor es el tipo de este
Rayo
El manas superior corresponde al tercer
Rayo, el de la actividad creadora. La comprensión
es su nota clave y el filósofo uno de sus representantes.
Sin duda, estos son
los tres conocidos componentes de la naturaleza superior del hombre según
enseña la Teosofía.
El manas inferior del yo personal
corresponde al quinto Rayo, el del conocimiento, el Rayo de la mente analítica. El científico es un buen ejemplo de este Rayo.
El sexto Rayo de la devoción se
relaciona con la naturaleza astral o emocional en el hombre, y los devotos de todas las religiones muestran
este temperamento.
El séptimo Rayo se relaciona con el
primero por lo que la forma física expresa el poder del primer Rayo en acción.
Este Rayo es el del ceremonial. Pertenecen a
este Rayo las personas a las que les gusta la actividad ordenada, la precisión
y los desfiles suntuosos.
Bien, ¿y al cuarto Rayo, qué le corresponde?
El cuarto Rayo es el centro de la
conciencia, en el que los mundos de dentro se encuentran con los mundos de
fuera. Se puede descubrir una correspondencia de esto en el Antakarana, el
puente subjetivo entre el yo superior y el inferior en el hombre. El cuarto
Rayo actúa como una lente enfocada hacia los demás. Su característica principal
es la belleza y la armonía. Es el Rayo del artista en cualquier campo de
expresión, el temperamento artístico que representa el equilibrio de la
inspiración en las consecuciones técnicas.
Un Dhyan Chohan tiene que
hacerse uno.
Es interesante leer
en la doctrina la argumentación de que ‘no
hay seres privilegiados en el universo’, tanto en el nuestro como en otros
sistemas, en los mundos internos o externos. Un Dhyan Chohan tiene que hacerse
uno, no puede nacer o aparecer de repente en el plano de la vida como un ángel
que se presenta de improviso. La
Jerarquía Celestial del presente Manvantara será transferida en el próximo
ciclo de vida a mundos superiores dejando sitio para una nueva jerarquía
compuesta por los elegidos de nuestra humanidad. ‘Ser’ es un ciclo sin fin
dentro de nuestra absoluta eternidad, dentro de la cual se mueven innumerables
ciclos finitos y condicionados.
El anclaje de la Mónada.
Aunque la relación de
la Mónada con el sistema solar no está nunca claramente establecida, puede manifestarse
que, a menudo, la enseñanza se presenta como una indicación o como una alusión,
en lugar de por medio de palabras claras indicativas. ‘El propósito es evocar
la intuición’, capacitándole a uno para
“saltar” hacia adelante y poder así captar el significado, en lugar de usar el
método más lento del análisis deductivo. A despecho de lo que sucede en las
esferas visibles externas, es la relación con las esferas invisibles internas
lo que importa, y este es el anclaje de la Mónada.
La
ultérrima consecución de la Mónada es convertirse en un ser tan completamente
consciente como el origen del que emanó, más todas las enriquecidas,
ennoblecidas y conscientes ‘vestiduras’ que funcionan. Incluso las propias ‘vestiduras’
constan de ‘seres’ que se han reunido durante los eones de largo peregrinaje
que se han producido desde la aparición de la Mónada como una chispa en estado
de inconsciencia. De esta forma, los ‘seres’ que forman las ‘vestiduras’ de la
Mónada son transportados con ella durante su peregrinaje en el viaje hacia la
obtención de la super-conciencia glorificada.
Siete grupos humanos
emanan junto a los Siete Rayos.
Según nuestro Sol
irradia su luz y los rayos de la misma sobre cada cuerpo en el espacio dentro
de las fronteras de su sistema, el Regente de cada estrella-planeta… expulsa de
sí mismo la Mónada de cada alma peregrina nacida bajo su casa dentro de su
propio grupo. Los Regentes son siete esotéricamente, tanto si son Sefirots, Ángeles
de la Presencia, Rishis, Ameshaspends o Dhyan Chohans.
Estos siete grupos
básicos se encuentran y son reconocibles en cualquier religión, ya que son los
Siete Rayos primitivos.
El ocultismo nos enseña que la humanidad está dividida en
estos siete grupos distintos, de ahí, los siete planetas principales, las
esferas de los siete Espíritus moradores, bajo cada una de las cuales nace uno
de los grupos humanos que es guiado e influenciado desde allí.
Hay sólo siete
planetas especialmente relacionados con la Tierra y doce casas, pero las
posibles combinaciones de sus aspectos son incontables.
Personalidad e
Individualidad.
Además de los siete
grupos principales aún hay otra relación, un lazo individual que incluso es más
potente. En esta relación, no obstante, hay que hacer otra distinción: entre la personalidad, que significa una
persona que vive su vida día a día en la Tierra, y la individualidad, la que
permanece vida tras vida sobre la Tierra, juntando las personalidades como
perlas de un collar ensartadas por un hilo.
La enseñanza oculta dice
que la estrella bajo la cual nace una entidad humana, será por siempre su estrella
a través de todo el conjunto de encarnaciones en un Manvantara. Pero ésta, no
es su estrella astrológica. Esta última concierne y se conecta con la
personalidad, que, por supuesto, varía de vida a vida, mientras que la primera,
la estrella de la que sale uno de los Rayos, se conecta con la individualidad.
El ángel de esa estrella, o el Dhyan
Chohan, será bien el guía o simplemente el Ángel que preside, por así decirlo,
en cada nuevo renacimiento de la Mónada, ‘que es parte de la propia esencia’ a
través de su vehículo. El hombre puede siempre ignorar este hecho.
Para terminar, las
enseñanzas de los Siete Rayos proponen que en un principio, fuimos coloreados,
por decirlo de alguna manera, por una cualidad predominante, la del Rayo a
través del cual la Mónada nace, el Rayo Monádico.
Por otro lado, las
mismas enseñanzas también ponen de manifiesto que nosotros tenemos en nuestro interior
los poderes innatos de todos los Rayos. Estos poderes pueden estar latentes y
precisan de ulterior desarrollo o ya son evidentes.
Es necesario hacer
hincapié en que todos los poderes están presentes en todos y cada uno de los hombres
y mujeres. No hay nada que una persona haya hecho que otra persona no pueda
hacer en su momento.
Al final, todos los
Rayos están totalmente desarrollados, pero incluso entonces, la cualidad básica
del Rayo Monádico aún predomina.
A través del estudio de los Siete
Rayos, se consigue una amplia tolerancia nacida de la profunda comprensión
relativa a los ideales y acciones de otras personas y de otras naciones. Esta
virtud está bellamente expresada en las palabras del Señor Krishna que hablaba
como una encarnación de Vishnu, el segundo aspecto de la trinidad hindú.
“No obstante, los hombres se aproximan a Mi,
yo les doy la bienvenida,
pues el camino que los hombres eligen,
sea el que sea,
es Mío”.
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