martes, 17 de febrero de 2015

Siete Rayos e incontables chispas

Siete Rayos e incontables chispas
(Título original de H.P.B.)
por Hugh Dixon


La Ley Septenaria

Con objeto de comprender muchas de las enseñanzas relacionadas con el hombre y su evolución, es importante entender la significación de la Ley Septenaria, es decir, el significado del número siete. Es la clave numérica para la comprensión de la naturaleza humana y el vasto potencial del ser humano. Debemos también aprender acerca de la idea fundamental de que todos los seres humanos emergen de la Fuente Espiritual Una por medio de uno de los siete caminos, prosiguen su peregrinaje evolutivo en la materia y regresan nuevamente a la Fuente.

En un principio los poderes latentes del hombre están en el Morador de lo más interno, la mónada,  la chispa de la Llama Una, según se la llama. Durante el viaje cíclico, estos poderes germinan y se desarrollan parcialmente como resultado de las experiencias en la vida manifestada. Al final estos poderes están desarrollados al máximo posible en el ciclo del que se trate.

Otra forma de expresar esta idea, es que las mónadas son proyectadas desde el Logos Solar, la Deidad manifestada, para que puedan regresar tan grandes como soles gloriosos, capaces cada uno de dar vida  y luz a un magnífico sistema a través del cual y por su medio, millones de otras mónadas puedan desarrollarse a su vez.

Una Inteligencia superhumana preside cada uno de estos siete caminos.
Cada uno de estos Siete Rayos, según se llaman a estos caminos, tiene su Adepto al frente del mismo, quien ha educado todos los poderes hasta la perfección. Por encima de estos Adeptos todavía hay seres más elevados, los Espíritus Planetarios, Logos Planetarios, como los llama HPB, señores de los Siete Grandes Sistemas Planetarios del sistema solar, cada uno de los cuales es un canal para cada uno de los Siete Rayos o aspectos del temperamento Logoico y a cada uno de los cuales, cada ser humano pertenece.

HPB escribe en el Glosario Teosófico que los Espíritus Planetarios son:

“…principalmente los regidores o gobernadores de los planetas. Como la Tierra tiene su jerarquía de espíritus planetarios terrestres, desde el plano más elevado al más inferior, también la tiene cada cuerpo celeste. En ocultismo, no obstante, el término Espíritu Planetario se aplica generalmente sólo a las siete jerarquías más elevadas que se corresponden con los arcángeles cristianos. Todos estos últimos han pasado por un estado de evolución correspondiente al de la humanidad en la Tierra, pero en otros mundos en ciclos pasados. Nuestra Tierra, al estar todavía solamente en su cuarta ronda, está muy lejos de haber producido espíritus planetarios elevados. El espíritu planetario que gobierna cualquier globo, es en  realidad el “Dios Personal” de ese planeta, y es verdaderamente mayor su providencia directora que la de la contradictoria Divinidad infinita de la clerecía moderna”.

El Sol, la principal manifestación del Logos Solar en el plano físico, puede ser considerado como la lente a través de la cual el poder del Logos brilla. Hay que poner de manifiesto, que cada estrella es también un sol como el nuestro, siendo cada una de ellas una expresión parcial de un Logos. El Sol físico también puede ser considerado como un chackra o centro de fuerza del Logos Solar que se corresponde con el corazón del hombre.

Los Logos Planetarios tienen numerosos nombres

Muchos son los nombres de los Logos Planetarios, no solamente en las diferentes tradiciones, sino también en la literatura teosófica. Por ejemplo:

Los Dhyan Chohans (Señores de la Luz), las inteligencias divinas encargadas de la supervisión del Cosmos.
Los Siete Sublimes Señores.
Las Inteligencias Incorpóreas.
Los Siete Místicos.
Los Siete Primordiales.
Los Vigilantes de los siete globos de la cadena terrestre.

En el hinduismo, los siete Prajapatis.
En el zoroastrismo, los siete Ameshaspends.
En el judaísmo, los siete Sefirots.
En el cristianismo, los Ángeles de la Presencia y los siete Poderosos Espíritus ante el Trono.
Etc.

Es interesante tener en cuenta que la palabra ‘dhyan’ procede de la raíz sánscrita ‘dhyai’ que significa meditar. El nombre ‘dhyana’ significa profunda y abstracta meditación religiosa. La palabra tibetana ‘chohan’ se traduce por señor, de ahí que los Dhyan Chohans sean los Señores de la Meditación. Esto conlleva una bella idea que puede expresarse así. Significa el estado de elevados seres entregados a la contemplación del Plan Divino y de los medios para desarrollarlo y cumplirlo. Por tanto, en lugar de ‘dioses’, pueden ser considerados como los conscientes e inteligentes poderes de la naturaleza. De hecho, son las inteligencias divinas que tienen a su cargo la supervisión del globo.

Progresión numérica de la cosmogénesis.

Una forma de comprender la importancia del número siete es empezar por el principio, el nacimiento del cosmos, y seguir la progresión numérica de la cosmogénesis según la Teosofía.

Hallamos que el origen pasivo de la Deidad manifestada es denominado el Absoluto, que está representado por el símbolo de un círculo, un Cero. Nos encontramos así en el terreno del misterio, y se produce la pregunta; ¿cómo puede el cosmos nacer de la nada, la no cosa? Las antiguas enseñanzas tratan de explicar el proceso.

Si la Fuente pasiva está simbolizada por un Cero, numéricamente entonces, la Fuente activa de toda vida y forma está representada por el número Uno. El símbolo ha cambiado para pasar a ser un círculo con un punto en el centro.

De acuerdo con la cosmogénesis oculta, el próximo paso en el proceso creador es el nacimiento del Uno de sus aspectos inherentes, positivo y negativo o las potencias masculinas y femeninas. El Uno se hace Dos, y el símbolo se convierte en un círculo con un diámetro horizontal, el Dos en Uno.

Estos dos últimos interactúan para producir el Tercer aspecto de la Deidad divina manifestada. El símbolo ahora es el triángulo equilátero, una trinidad, Kether-Chokman-Binah de la Cábala y el Primero, Segundo y Tercer Logos de la Teosofía.
Esta última terminología puede confundir pues estos son realmente aspectos del Logos trino, no tres Logos separados, como la expresión, en una primera ojeada rápida, parece indicar. Algo más de confusión puede aparecer ante nosotros cuando conocemos por primera vez la expresión las Tres Grandes Emanaciones de la Vida Divina. Esta es la situación, en cosmogénesis, que sigue a la manifestación de la Deidad trina, la Trinidad. Quien estudia este tema aprende que la primera Emanación procede del tercer Aspecto de la Trinidad, dando a los átomos preexistentes el poder de agregarse produciendo elementos químicos. Este hecho está descrito en las Escrituras cristianas como el Espíritu de Dios moviéndose sobre las aguas del Espacio. Pero, esto es otro asunto.

La voz griega Logos se refiere a la expresión externa o al efecto de la causa que está siempre oculta. Así, hablar es el Logos del pensamiento y ha sido acertadamente descrito como ‘verbum’ o ‘verbo’ en su sentido metafísico. Verbum es el término latino para palabra.

Los místicos y los filósofos sintetizan la Trinidad en una pura abstracción. Los ortodoxos la antropormorfizan.

De ese Logos manifestado, el ‘tres en uno’, proceden los Siete Rayos que se llaman en el Zohar los ‘Sefirots inferiores’, y en el ocultismo oriental son ‘los Siete Rayos primordiales’. De aquí dimanan las innumerables series de jerarquías.

Para comprender cómo siete proceden de tres,
podríamos imaginar los tres aspectos de la Divinidad como tres círculos coloreados, rojo amarillo y azul, por ejemplo, o A, B y C si se prefiere.
Podemos ver tres grupos en los cuales cada color, por turno, brilla y domina. Luego, en otros tres grupos, predominan tres pares de diferentes colores (AB, AC, BC).
Así, en una parte, tenemos seis grupos,  y ahora en el séptimo grupo, todos los colores se manifiestan por igual (ABC).
Por tanto, como diría un cristiano, de las Tres Personas de la Bendita Trinidad emana el siete.

Los Siete Rayos del Sol

Según la enseñanza del esoterismo transhimaláyico, nos encontramos con que el sistema solar, también, consta de siete principios, y se puso de manifiesto por la actividad de Fohat, junto con los siete principios del Akasha, actuando sobre la sustancia manifestada o el Elemento Uno, para, diferenciándolo en varios centros de energía, poner en actividad la ley de la Evolución Cósmica que,  en obediencia a la ideación de la Mente Universal, pone en existencia todos los distintos estados del ser en el sistema solar manifestado.

Según enseña la Doctrina Secreta de las más antiguas escuelas, el Siete es el número perfecto y sagrado en este Manvantara nuestro.

El septenario era, desde luego, sagrado para algunos dioses y diosas.
Para Marte con sus siete compañeros.
Para Osiris, cuyo cuerpo fue dividido en siete partes y dos veces siete partes.
Para Apolo, el Sol, entre sus siete planetas tocando el himno de los siete rayos con su arpa de siete cuerdas…
Puesto que un Manvantara se relaciona usualmente con la vida de un planeta, o un sistema planetario, un Mahamanvantara podría ser equivalente a la vida del Sistema Solar, un periodo de tiempo de tan inmensa duración que puede ser considerado como universal por su extensión, por un ser en la Tierra.

Debería también recordarse que ‘la doctrina esotérica tiene más de una clave para leer sus líneas’.

…se interpreta y sus misterios se abren con siete llaves, no dos, o máximo tres.
           
A esto pueden añadirse los comentarios siguientes de la Doctrina Secreta:

“Es de acuerdo con la naturaleza septenaria del Sol como decían los antiguos que era conducido por siete caballos, tantos como los metros de los Vedas, o, de nuevo, que aunque se le identifica con las siete … clases de seres en la esfera, es distinto de ella, como así es, y que también tiene siete rayos, como sin duda sucede.

Los Siete Seres del Sol son los Siete Benditos auto creados del poder inherente en la matriz de la sustancia Madre. Son ellos los que envían las Siete Fuerzas Principales llamadas Rayos, que en el principio del Pralaya se centrarán en siete nuevos soles para el siguiente Manvantara. La energía de la que emanan en la conciencia existente en cada sol, es lo que algunos llaman Vishnu, que es el aliento de lo Absoluto.”

‘Vishnu, en su forma de energía activa, nunca sale ni se pone y es, sin duda, el sol septenario pero distinto de él, dice el antiguo Vishnu Purana’.

En el más antiguo escrito hindú, el Rig Veda, se puede leer esta sugerencia en relación con el mismo asunto; ‘Los siete sabios crean siete senderos. A uno de ellos puede venir el afligido mortal’.

Este verso místico puede interpretarse así: Los ‘siete sabios’ significan los siete rayos de sabiduría, los siete Dhyanis o Dhyan Chohanes, Señores de la Luz, los dioses más elevados, los Arcángeles de la Iglesia Católica, como ya se ha dicho, las inteligencias divinas encargadas de la supervisión del Cosmos, que pertenecen a un sublime reino más allá del humano. Sabemos por la Doctrina Secreta que este último verso acotado está pleno de significado oculto. Los ‘senderos’ pueden representar ‘líneas’, pero básicamente son Rayos de Luz que inciden en los senderos que conducen a la Sabiduría. Son, en pocas palabras, los Siete Rayos que libremente salen del Centro Macrocósmico, los principios en metafísica, las razas en el sentido físico. Todo depende de la clave que se use.

Relación de la Mónada con el sistema y con su origen.

La Mónada que se desarrolla en la Tierra, tiene una relación con el Sistema Solar de más importancia que la de mantener un estado de residencia temporal en una esfera. La relación se extiende a, incluso, más amplias proporciones a causa de la estrecha relación de las Mónadas con potentes focos de vida. Estos focos de vida representan focalizaciones de la Vida-Fuerza que irradian de esferas galácticas, comúnmente conocidas como los Signos del Zodiaco.
Las vestiduras que requieren las mónadas para residir en la Tierra, son los principios de los que el hombre está constituido. Estos principios han sido transmitidos a la Tierra por medio de los Dhyani Planetarios, los arcángeles, que supervisan los siete planetas sagrados. Sin duda, el estado de las Mónadas en el globo Tierra, representa lo que han sido capaces de desarrollar o llevar a cabo durante sus estancias evolutivas en la esfera.

Igual que los Dhyanis de los Siete Planetas sagrados actúan como vigilantes de los siete globos de la cadena terrestre, también son los ‘principales’ de los siete principios del hombre, un Dhyan Planetario para cada principio. Así, cada persona y cada principio en esa persona, consigue su cualidad específica de su primario o principal, el Espíritu Planetario o Dhyani. Por tanto, cada persona es un septenario, una combinación de siete principios que tiene cada uno su origen en una cualidad del Dhyani en particular.

Cuando la Mónada sale de su Fuente, lo hace con el dominio de un Rayo en especial, pero la tarea durante toda la larga serie de vidas es desarrollar por completo todos los Rayos.

Correspondencias, los principios del hombre
y las cualidades de los Siete Rayos.

La principal característica del Primer Rayo es el Poder y éste se corresponde con Atma, la voluntad espiritual en el hombre. Por tanto está representado por el temperamento básico del líder o gobernante.

Sabiduría y amor son las características del segundo Rayo que se relaciona con la conciencia Búddhica en el hombre, su intuición espiritual. El profesor es el tipo de este Rayo

El manas superior corresponde al tercer Rayo, el de la actividad creadora. La comprensión es su nota clave y el filósofo uno de sus representantes.

Sin duda, estos son los tres conocidos componentes de la naturaleza superior del hombre según enseña la Teosofía.

El manas inferior del yo personal corresponde al quinto Rayo, el del conocimiento, el Rayo de la mente analítica. El científico es un buen ejemplo de este Rayo.

El sexto Rayo de la devoción se relaciona con la naturaleza astral o emocional en el hombre, y los devotos de todas las religiones muestran este temperamento.

El séptimo Rayo se relaciona con el primero por lo que la forma física expresa el poder del primer Rayo en acción. Este Rayo es el del ceremonial. Pertenecen a este Rayo las personas a las que les gusta la actividad ordenada, la precisión y los desfiles suntuosos.

Bien, ¿y al cuarto Rayo, qué le corresponde?  El cuarto Rayo es el centro de la conciencia, en el que los mundos de dentro se encuentran con los mundos de fuera. Se puede descubrir una correspondencia de esto en el Antakarana, el puente subjetivo entre el yo superior y el inferior en el hombre. El cuarto Rayo actúa como una lente enfocada hacia los demás. Su característica principal es la belleza y la armonía. Es el Rayo del artista en cualquier campo de expresión, el temperamento artístico que representa el equilibrio de la inspiración en las consecuciones técnicas.

Un Dhyan Chohan tiene que hacerse uno.

Es interesante leer en la doctrina la argumentación de que ‘no hay seres privilegiados en el universo’, tanto en el nuestro como en otros sistemas, en los mundos internos o externos. Un Dhyan Chohan tiene que hacerse uno, no puede nacer o aparecer de repente en el plano de la vida como un ángel que se presenta de improviso. La Jerarquía Celestial del presente Manvantara será transferida en el próximo ciclo de vida a mundos superiores dejando sitio para una nueva jerarquía compuesta por los elegidos de nuestra humanidad. ‘Ser’ es un ciclo sin fin dentro de nuestra absoluta eternidad, dentro de la cual se mueven innumerables ciclos finitos y condicionados.

El anclaje de la Mónada.

Aunque la relación de la Mónada con el sistema solar no está nunca claramente establecida, puede manifestarse que, a menudo, la enseñanza se presenta como una indicación o como una alusión, en lugar de por medio de palabras claras indicativas. ‘El propósito es evocar la intuición’, capacitándole a uno para “saltar” hacia adelante y poder así captar el significado, en lugar de usar el método más lento del análisis deductivo. A despecho de lo que sucede en las esferas visibles externas, es la relación con las esferas invisibles internas lo que importa, y este es el anclaje de la Mónada.

La ultérrima consecución de la Mónada es convertirse en un ser tan completamente consciente como el origen del que emanó, más todas las enriquecidas, ennoblecidas y conscientes ‘vestiduras’ que funcionan. Incluso las propias ‘vestiduras’ constan de ‘seres’ que se han reunido durante los eones de largo peregrinaje que se han producido desde la aparición de la Mónada como una chispa en estado de inconsciencia. De esta forma, los ‘seres’ que forman las ‘vestiduras’ de la Mónada son transportados con ella durante su peregrinaje en el viaje hacia la obtención de la super-conciencia glorificada.

Siete grupos humanos emanan junto a los Siete Rayos.

Según nuestro Sol irradia su luz y los rayos de la misma sobre cada cuerpo en el espacio dentro de las fronteras de su sistema, el Regente de cada estrella-planeta… expulsa de sí mismo la Mónada de cada alma peregrina nacida bajo su casa dentro de su propio grupo. Los Regentes son siete esotéricamente, tanto si son Sefirots, Ángeles de la Presencia, Rishis, Ameshaspends o Dhyan Chohans.

Estos siete grupos básicos se encuentran y son reconocibles en cualquier religión, ya que son los Siete Rayos primitivos.

El ocultismo nos enseña que la humanidad está dividida en estos siete grupos distintos, de ahí, los siete planetas principales, las esferas de los siete Espíritus moradores, bajo cada una de las cuales nace uno de los grupos humanos que es guiado e influenciado desde allí.

Hay sólo siete planetas especialmente relacionados con la Tierra y doce casas, pero las posibles combinaciones de sus aspectos son incontables.

Personalidad e Individualidad.

Además de los siete grupos principales aún hay otra relación, un lazo individual que incluso es más potente. En esta relación, no obstante, hay que hacer otra distinción: entre la personalidad, que significa una persona que vive su vida día a día en la Tierra, y la individualidad, la que permanece vida tras vida sobre la Tierra, juntando las personalidades como perlas de un collar ensartadas por un hilo.

La enseñanza oculta dice que la estrella bajo la cual nace una entidad humana, será por siempre su estrella a través de todo el conjunto de encarnaciones en un Manvantara. Pero ésta, no es su estrella astrológica. Esta última concierne y se conecta con la personalidad, que, por supuesto, varía de vida a vida, mientras que la primera, la estrella de la que sale uno de los Rayos, se conecta con la individualidad.
El ángel de esa estrella, o el Dhyan Chohan, será bien el guía o simplemente el Ángel que preside, por así decirlo, en cada nuevo renacimiento de la Mónada, ‘que es parte de la propia esencia’ a través de su vehículo. El hombre puede siempre ignorar este hecho.

Para terminar, las enseñanzas de los Siete Rayos proponen que en un principio, fuimos coloreados, por decirlo de alguna manera, por una cualidad predominante, la del Rayo a través del cual la Mónada nace, el Rayo Monádico.
Por otro lado, las mismas enseñanzas también ponen de manifiesto que nosotros tenemos en nuestro interior los poderes innatos de todos los Rayos. Estos poderes pueden estar latentes y precisan de ulterior desarrollo o ya son evidentes.
Es necesario  hacer hincapié en que todos los poderes están presentes en todos y cada uno de los hombres y mujeres. No hay nada que una persona haya hecho que otra persona no pueda hacer en su momento.
Al final, todos los Rayos están totalmente desarrollados, pero incluso entonces, la cualidad básica del Rayo Monádico aún predomina.

A través del estudio de los Siete Rayos, se consigue una amplia tolerancia nacida de la profunda comprensión relativa a los ideales y acciones de otras personas y de otras naciones. Esta virtud está bellamente expresada en las palabras del Señor Krishna que hablaba como una encarnación de Vishnu, el segundo aspecto de la trinidad hindú.

“No obstante, los hombres se aproximan a Mi,
yo les doy la bienvenida,
pues el camino que los hombres eligen,
sea el que sea,
es Mío”.

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