jueves, 8 de enero de 2015

LOS CUERPOS DE LA MENTE (Parte 2)

LOS CUERPOS DE LA MENTE

(TOMADO DEL LIBRO: EL HOMBRE Y SUS CUERPOS)

(Parte 2)

B.- EL CUERPO CAUSAL

Pasemos ahora al segundo cuerpo mental, conocido por su propio nombre distintivo del cuerpo causal.
- El nombre es debido al hecho de que todas las causas residen en este cuerpo.
- Este cuerpo es el "cuerpo de Manas", el aspecto y forma del individuo, del hombre verdadero.
- Es el receptáculo, el depósito, en el cual todos los tesoros del hombre se almacenan para la eternidad, y aumenta a medida que la naturaleza inferior le va suministrando más y más lo que es propio para su construcción.

El cuerpo causal es aquel en el cual se teje todo lo perdurable, y en el que se depositan los gérmenes de todas las cualidades que se transmiten a la encarnación siguiente; así, pues, las manifestaciones inferiores dependen por completo del hombre, "para quien jamás llega la hora".

El cuerpo causal acabamos de decir que es el aspecto y forma del individuo. Hasta que éste no existe, no hay hombre alguno; pueden existir los tabernáculos físico y etéreo preparados para su morada, las pasiones, emociones y apetitos pueden irse reuniendo gradualmente para formar la naturaleza kámica del cuerpo astral, y hasta que la materia del plano mental principie a mostrarse en los cuerpos inferiores desarrollados. Cuando por el poder del Ser (Yo), preparando su propia habitación, principia a desenvolverse lentamente la materia del plano mental, entonces tiene lugar una emisión desde el gran océano del Atma-Budhi, que siempre está cobijando la evolución del hombre, el cual, por decirlo, así, sale al encuentro de la materia mental que se halla en estado de desarrollo y crecimiento hacia arriba, se une a ella, la fertiliza, y en este punto de unión se forma el cuerpo causal, el individuo.

Los que tienen el don de ver en esas elevadas regiones, dicen que este aspecto y forma del hombre verdadero, es como una delicada película de la materia más sutil apenas visible, señalando dónde el individuo ha principiado su vida separada; esta película delicada y descolorida de materia sutil, es el cuerpo que dura toda la evolución humana, el hilo en el cual se engarzan todas las vidas, el Sutratma que se reencarna: "el hilo del ser". Es el receptáculo de todo lo que está en armonía con la Ley, de todos los atributos nobles y armoniosos, y por tanto, perdurables.

Es lo que determina el crecimiento del hombre, la etapa de la evolución que ha alcanzado. Todos los pensamientos grandes y nobles, toda emoción pura y elevada, es llevada y elaborada en su substancia.

Tomemos, como ejemplo, la vida de un hombre ordinario y tratemos de ver qué parte de esta vida puede pasar a la construcción del cuerpo causal, e imaginémonos a éste pictóricamente como una delicada película; ésta tiene que ser fortalecida, que hermosearse con colores, activa de vida, radiante y gloriosa, y aumentada en tamaño, a medida que el hombre crece y se desarrolla.
En un estado inferior de evolución, el hombre no muestra mucha cualidad mental, sino más bien mucha pasión y apetitos. Siente las sensaciones y las busca; son las cosas hacia las que se siente atraído. Es como si esta vida interna del hombre emitiese un poco de la materia delicada de que está compuesta, y a su alrededor se juntase el cuerpo mental, y éste se introdujese en el mundo astral, relacionándose con él, de modo que se formase un puente por el cual pasase todo lo que fuese capaz de ello,
El hombre envía sus pensamientos por este puente al mundo de las sensaciones, de las pasiones, de la vida animal, y los pensamientos se mezclan con todas estas pasiones y emociones animales; de este modo el cuerpo mental se queda enredado en el cuerpo astral, ambos se adhieren entre sí, y su separación es dificultosa cuando llega la muerte.
Pero si el hombre durante la vida que pasa en estas regiones inferiores tiene un pensamiento desinteresado, un pensamiento provechoso para alguien a quien ame, y hace algún sacrificio para servir a esta persona, entonces ha dado lugar a algo perdurable, a algo que puede vivir, a algo que tiene en sí la naturaleza del mundo superior; esto puede pasar al cuerpo causal e incorporarse a su substancia, haciéndolo más hermoso, dándole quizás el primer toque de color intenso; quizás durante la vida del hombre sólo haya unas pocas de estas cosas perdurables que sirvan de alimento al desarrollo del hombre verdadero.
Así, pues, el crecimiento es muy lento, pues todo lo demás de su vida no contribuye a ello; los gérmenes de todas sus malas inclinaciones, nacidas de la ignorancia y alimentadas con la práctica, son retrocaídos en estado latente; cuando el cuerpo astral, que les dio cabida y forma se disipa en el mundo astral, son absorbidos por el cuerpo mental y permanecen en él en estado latente, por falta de material para expresarse en el mundo devachánico; cuando el cuerpo mental a su vez perece, pasan al cuerpo causal, y allí también permanecen latentes, con la vida en suspenso.
Cuando el Ego vuelve a la tierra y llega al mundo astral, lánzase afuera y reaparecen allí como las tendencias malas aportadas del pasado. Así, pues, pudiera decirse que el cuerpo causal es el depósito tanto de lo bueno como de lo malo, siendo todo lo que queda del hombre, después de disipados los vehículos inferiores; pero el bien pasa a formar parte de su constitución y contribuye a su crecimiento, mientras que lo malo, con la excepción hecha antes, permanece como germen.

Pero el mal que el hombre hace en su vida, cuando pone en ejecución su pensamiento, ocasiona al cuerpo causal un perjuicio mayor que el de permanecer latente en él como germen de futuros pecados y tristezas. No es sólo que el mal no contribuya al crecimiento del hombre verdadero, sino que cuando es sutil y persistente, arranca, si se permite la expresión, algo del individuo mismo. Si el vicio es permanente, si se persiste constantemente en el mal, el cuerpo mental se enreda de tal modo en el astral, que después de la muerte no puede libertarse por completo, y una parte de su misma substancia le es arrancada; y cuando el astral se desintegra, esta parte vuelve a la substancia del mundo mental, quedando perdida para el individuo; de este modo, pensando en nuestra imagen de una película o burbuja, podemos considerarla como adelgazada hasta cierto punto por la vida viciosa, no solamente retardada en su progreso, sino con algo inmiscuido en ella que dificulta más su construcción. Es como si la película fuese afectada en cierto modo en su capacidad de crecimiento, esterilizada o atrofiada hasta cierto punto. Más allá de esto no pasa, en los casos ordinarios, el daño que ocasiona el cuerpo causal.


El Cuerpo Causal

Pero cuando el Ego se ha hecho poderoso en inteligencia y en voluntad, sin haber desarrollado en la misma proporción el desinterés y el amor; cuando se contrae a su propio centro separado, en lugar de extenderse a medida que se desenvuelve, y construye un muro de egoísmo a su alrededor, usando sus poderes, en curso de desarrollo, para el "Yo" en vez de para todos; en estos casos surge la posibilidad que se encuentra indicada en tantas escrituras del mundo, de un mal más peligroso y arraigado: el del Ego, que conscientemente se vuelve contra la ley, que lucha de un modo deliberado contra la evolución.

Entonces el cuerpo causal mismo labrado en el plano mental por vibraciones de inteligencia y de voluntad dirigidas a fines egoístas, muestra los matices oscuros que resultan de la contracción, y pierde la deslumbrante radiación que constituye su propiedad característica. Semejante mal no puede llevarse a cabo por un Ego poco desarrollado, ni por comunes faltas mentales concernientes a las pasiones; pues para causar un daño de tal trascendencia, el Ego tiene que estar altamente desarrollado, y debe poseer energías muy poderosas en el plano manásico. He aquí por qué la ambición, el orgullo y los poderes intelectuales aplicados a fines egoístas, son mucho más peligrosos, mucho más mortales en sus efectos, que las faltas más palpables de la naturaleza inferior.

El "Fariseo" se halla muchas veces más alejado del "reino de Dios" que el "publicano y el pecador". En esta senda se desarrolla el "Mago negro", el hombre que vence la pasión y el deseo, y desarrolla la voluntad y los poderes mentales superiores, no para ofrecerlos gustosos como fuerzas que coadyuven a la evolución progresiva del todo, sino para apropiarse cuanto puede como unidad individual; para guardar para sí en lugar de repartir.
Tales entidades se dedican a sostener la separación en contra de la unidad universal, trabajan para retardar la evolución en lugar de apresurarla, y por tanto, vibran en discordancia con el todo, en vez de vibrar en armonía, y se hallan en peligro de ocasionar el desprendimiento del Ego, lo cual significa la pérdida de todo el fruto de la evolución.

Todos los que principian a comprender algo acerca de este cuerpo causal, pueden hacer que su evolución sea un objetivo definido de su vida, pueden esforzarse en pensar desinteresadamente y contribuir así a su crecimiento y actividad. Vida tras vida, siglo tras siglo, milenio tras milenio, prosigue la evolución del individuo, y ayudando a su desarrollo por medio de esfuerzos conscientes, obramos en armonía con la voluntad divina y llevamos a efecto el objeto para el cual estamos aquí; mida de lo bueno que se teja en la urdimbre de este cuerpo causal, se pierde jamás, nada se disipa, pues es el hombre que vive por siempre.

Vemos, pues, que por la ley de evolución, todo lo que es malo, por más fuerte que por el momento parezca, contiene en sí el germen de su propia destrucción, mientras que todo lo bueno encierra la semilla de la inmortalidad; el secreto de esto está en el hecho de que todo lo malo es discordante y va contra la ley cósmica, y por tanto, más tarde o más temprano ha de ser destruido por esta ley, se hace pedazos contra ella, y queda reducido a polvo. Por el contrario, todo lo bueno, estando en armonía con la ley, es acogido por ésta, conducido adelante dentro de la corriente de la evolución, "no de nosotros mismos, sino de aquello que marcha hacia lo justo", y por tanto, no puede perecer jamás, no puede ser nunca destruido.

En esto se encuentra para el hombre no sólo la esperanza, sino también la certeza de su triunfo final; y por más lento que sea el desarrollo, allí está; aunque sea largo el camino, éste tiene fin. El individuo que constituye nuestro Ser, evoluciona y no puede ser destruido por completo; y aún cuando por nuestras locuras hagamos el desarrollo más lento de lo que debiera ser, esto no obstante, todo aquello con que contribuyamos al mismo, por poco que sea, permanece en él eternamente, y queda en nuestro poder por todas las edades futuras.

C.- EL CUERPO ESPIRITUAL

Podemos elevamos un paso más, pero al hacerlo, penetraríamos en una región tan excelsa, que está fuera de nuestra esfera de investigación, aún entregándonos a la imaginación; pues el cuerpo causal no es el más elevado, ni el "Ego Espiritual" es Manas, sino Manas unido o sumergido a Buddhi, lo cual es meta de la evolución humana y término de las vueltas de la rueda de nacimientos y muertes.

Por encima del plano en que nos hemos venido ocupando, existe otro superior, llamado algunas veces el de Turiya, el plano de Buddhi, en el cual el vehículo de conciencia es el cuerpo espiritual, el Anandamayakosha o cuerpo de dicha, y en él pueden entrar los Yogis y gozar de la dicha eterna de ese mundo glorioso, y realizar en su propia conciencia la unidad fundamental, que entonces se convierte para ellos en un hecho de experiencia propia, en lugar de ser una creencia intelectual.

Se nos enseña que llega un tiempo para el hombre, cuando ha desarrollado el amor, la sabiduría y los poderes, en que pasa a través de una gran entrada que marca un estado definido en su evolución; ésta es la entrada de la Iniciación, y el hombre que penetra por ella conducido por su Maestro, se eleva por vez primera al cuerpo espiritual, y adquiere la experiencia de la unidad que constituye el fondo de toda la diversidad y separación del mundo físico y del mundo astral, y hasta el mismo plano devachánico.

Cuando el hombre deja a éstos tras sí, y revestido del cuerpo espiritual se eleva por encima de ellos, experimenta por primera vez que la separación pertenece solamente a los tres mundos inferiores, que él es uno con todos los demás, y que sin perder la conciencia propia, su conciencia puede extenderse y abarcar la de los demás, y convertirse real y efectivamente en uno con ellos. Allí está la unidad que el hombre ansía siempre, la unidad que ha sentido como verdad y que en vano ha tratado de comprender en los planos inferiores; la ve allí realizada más allá de lo que pudo alcanzar en sus más elevados ensueños, encontrando que toda la Humanidad es una con su ser más íntimo.

D.- CUERPOS TEMPORALES

No debemos dejar fuera de nuestra revista de los cuerpos del hombre, otros vehículos temporales, a los que pueden darse el nombre de artificiales.
Cuando un hombre principia a emanciparse del cuerpo físico, puede usar del astral; pero mientras se halla funcionando en él, se encuentra limitado al mundo astral; sin embargo, le es posible usar del cuerpo mental, el del Manas Inferior, para pasar a la región devachánica, y en él puede abarcar los planos astral y físico, sin obstáculo ni impedimento alguno. El cuerpo de que hace uso en este se llama el Mayavi Rupa o cuerpo de ilusión, que es el cuerpo mental, arreglado de cierto modo, por decirlo así, para una actividad especial. El hombre modela el cuerpo mental a semejanza suya, y se halla entonces temporalmente en este cuerpo artificial en aptitud de atravesar a voluntad los tres planos, elevándose por encima de las limitaciones ordinarias que le son propias. Este es el cuerpo artificial que tan a menudo se menciona en los libros teosóficos, en el cual una persona puede trasladarse de un país a otro, pasar asimismo al mundo de la mente para aprender allí nuevas verdades y obtener nuevas experiencias, trayendo luego a la conciencia del estado de vigilia los tesoros así reunidos. La ventaja de usar de este cuerpo superior, consiste en que éste no está sujeto al engaño e ilusión del plano astral, como sucede al cuerpo astral.

Los sentidos astrales no ejercitados se extravían con frecuencia, y se necesita mucha práctica antes de poder confiar en lo que muestran; pero este cuerpo mental, temporalmente formado, no está sujeto a semejantes decepciones; ve y oye en verdad, y no hay ofuscación que se le imponga, ni ilusión astral que pueda engañarle; por tanto, es el que preferentemente usan los que están familiarizados con tales excursiones, formándolo cuando necesitan de él y dejándolo cuando no les hace falta; de este modo aprende el estudiante muchas veces lecciones que de otra manera no hubiera podido saber, y recibe instrucciones que no hubieran podido llegar hasta él.

Se ha dado también a otros cuerpos temporales el nombre de Mayavi Rupa, pero es mejor aplicar sólo este término al que acabamos de describir; pues un hombre puede aparecerse a distancia en un cuerpo que en realidad es más bien una forma mental que un vehículo de conciencia, aunque esté revestido de la esencia elemental del plano astral. Estos cuerpos son, por regla general, meros vehículos de algún pensamiento particular o de un deseo vehemente, y fuera de esto no se muestran conscientes, por lo que sólo los mencionamos de pasada.

E.- EL AURA HUMANA

Nos hallamos ahora en situación de poder comprender lo que es realmente el aura humana en todo su significado. Es el hombre mismo, manifiesto a la vez en los cuatro planos de conciencia, en los cuales puede obrar con arreglo a su desarrollo; es el agregado de sus cuerpos, de sus vehículos de conciencia, en una palabra, es la forma en que aparece el hombre, y de este modo es como debemos considerarlo y no como simple esfera o nube que le rodee.

El más glorioso de todos es el cuerpo espiritual, visible en los Iniciados, a través del cual funciona el fuego átmico vivo: es la manifestación del hombre en el plano búddhico.
Luego viene el cuerpo causal, el cual se manifiesta en lo más elevado del mundo devachánico, en los niveles Arupa del plano de la mente, donde el individuo tiene su morada propia;
después sigue el cuerpo mental que pertenece a los niveles devachánicos inferiores, y
luego el cuerpo astral, el etéreo y el denso sucesivamente, formando cada uno de la materia de su propia región, y expresando al hombre tal como es en cada cual de ellas.

Cuando el investigador mira al ser humano, ve todos estos cuerpos que lo constituyen, mostrándose separadamente, por razón de sus diferentes grados de materia, que señalan el estado de desarrollo que el hombre ha alcanzado.
Cuando el estudiante ha desarrollado la visión superior, ve a cada uno de estos cuerpos en completa actividad, y percibe al cuerpo físico como una especie de cristalización densa en el centro de los demás cuerpos, los cuales lo compenetran y se extienden fuera de su periferia, siendo el físico el más pequeño.
Luego viene el astral, mostrando el estado de la naturaleza kámica, que constituye una parte tan grande en el hombre vulgar, lleno de pasiones, groseros apetitos y emociones, y varía en delicadeza y en color, según el hombre es más o menos puro; es muy denso en los tipos más groseros, más delicado en los más finos, y de lo más refinado en los hombres muy avanzados en la evolución. Luego sigue el cuerpo mental, de pobre desarrollo en la mayor parte, pero hermosísimo en muchos, y de gran variedad de colores conforme al tipo mental y moral.
Viene después el cuerpo causal, apenas visible en los más, y que sólo se distingue examinando minuciosamente al hombre; tan poco desarrollado se halla, tan respectivamente tenues son sus colores y tan débil es en su actividad; pero cuando llegamos a ver un alma adelantada, este cuerpo y el superior llaman la atención en el acto por representar característicamente al hombre; radiantes de luz, de lo más glorioso y delicado en sus matices, presentan tonos que ningún lenguaje podría describir, porque no tiene sitio en el espectro terrestre: tonos de color, no sólo de lo más puro y hermoso, sino enteramente distintos de los colores que se conocen en los planos inferiores, pues son otros nuevos, que demuestran en aquellas elevadas regiones el progreso del hombre por lo que hace a los poderes y cualidades sublimes que en ellas existen.

Si somos tan afortunados que tengamos la dicha de ver uno de los Grandes Seres, lo veremos en esta forma viva, potente en vitalidad y color, radiante y gloriosa, manifestando su naturaleza por su mismo aspecto, más hermosa que cuanto pueda expresar la palabra, más resplandeciente que cuanto pueda pintar la imaginación; y, sin embargo, lo que él es, todos lo serán un día; lo que él es de hecho, existe en cada hombre como posibilidad.

Hay un punto cerca del aura que debo mencionar, por ser de utilidad práctica. Podemos hasta cierto punto, defendemos de la invasión de los pensamientos exteriores, abroquelándonos dentro de una esfera formada de la sustancia del aura. Esta responde con gran facilidad al impulso del pensamiento, y si con un esfuerzo de la imaginación nos forjamos su límite exterior consolidado como una especie de concha, construiremos en realidad un muro protector alrededor nuestro. Esta, a modo de coraza, impedirá que penetren en el aura los pensamientos vagabundos que llenan la atmósfera astral, y eludirá la influencia perturbadora que ejercen en las mentes no ejercitadas, así como también podrá evitarse el agotamiento de vitalidad que sentimos algunas veces, sobre todo cuando nos ponemos en contacto con gente que inconscientemente vampiriza a los que se hallan a su lado.

Los que sean muy sensitivos y se sientan exhaustos por semejantes pérdidas de vitalidad, harán bien en defenderse de esta manera. Tal es el poder del pensamiento humano en la materia sutil, que sólo el imaginarse estar colocado dentro de una coraza protectora, viene a construir la realidad de esta defensa en torno nuestro.

Observamos a los seres humanos a nuestro alrededor, podemos verlos en todos los grados de desarrollo, manifestándose por medio de sus cuerpos, con arreglo al plano que han alcanzado en la evolución, viviendo en plano tras plano del Universo, actuando en regiones tras regiones, a medida que desarrollan los vehículos respectivos de conciencia; pues nuestra aura muestra exactamente lo que somos; le añadimos algo a medida que crecemos en la verdadera vida; la purificamos, según nuestras vidas sean nobles y puras, y tejamos en ella cualidades más y más elevadas.

¿Es posible que alguna otra filosofía de la vida esté más llena de esperanza, de fuerza y de alegría que ésta?
Mirando el mundo de los hombres únicamente con los ojos físicos, lo vemos degradado, miserable, aparentemente sin esperanza, tal como es en verdad para los ojos de la carne; pero este mismo mundo se nos aparece bajo un aspecto completamente distinto cuando lo miramos como la vista superior. Vemos, a la verdad, el pesar y la desdicha, la degradación y la vergüenza, pero sabemos que son pasajeras, que son temporales, que pertenecen a la infancia de la raza, y que la raza se sobrepondrá a ellas; pues considerando a los más inferiores y más viles, a los más degradados y brutales, podemos sin embargo, ver sus posibilidades, divinas, podemos penetrar lo que serán en el porvenir.

Este es el anuncio de esperanza traído por la Teosofía al mundo occidental, el anuncio de la universal redención de la ignorancia, y por tanto, de la universal emancipación de la desdicha, no soñado, sino real, no en esperanzas, sino convertido en certidumbre. Todos los que en su vida están demostrando el desarrollo, son, por decirlo así, una nueva realización y confirmación de este anuncio; por todas partes aparecen ya los primeros frutos, y el mundo entero llegará a estar un día maduro para la cosecha, y llevará a cabo el objeto para el cual el Logos lo dio a luz.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario