LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 27
Carta del Mahatma
K.H. a A. P. Sinnett.
CARTA Nº 27
Recibida en
Simla,en otoño de 1881.
Había previsto lo
que ahora sucede. En mi carta de Bombay yo le aconsejaba prudencia en cuanto a
lo que usted permitiera que S.M. conociera sobre + y sobre su propia
mediumnidad, sugiriéndole que se le comunicara simplemente el sentido de lo que
yo dije. Cuando, al observarle a usted en Allahabad le vi, en cambio, anotando
para él numerosos fragmentos de mi carta percibí de nuevo el peligro, pero no
me interpuse por diversas razones. Una de ellas es que creo que ha llegado el momento
en que la seguridad social y moral exige que algún miembro de la Sociedad
Teosófica diga la verdad, aunque luego le caigan los Himalayas encima. Sin
embargo, el descubrimiento de la desagradable verdad tiene que hacerse con la mayor
discreción y precaución; y veo que en lugar de ganar amigos y partidarios en el
campo de los filisteos —sea en éste o en el otro lado de los océanos, —muchos
de ustedes —incluido usted mismo— no crean más que enemigos al hablar demasiado
de mí y de mis opiniones personales. Por un lado, la irritación es grande y
usted se encontrará pronto con sus estallidos en Light y en otras partes; y
usted "perderá a S.M.". Los numerosos extractos dieron su resultado
porque fueron —demasiado abundantes. Ningún poder humano o superhumano puede
abrir jamás los ojos a S.M. —era inútil obligarlos a abrirse. Por otro lado,
todavía es peor. La buena gente de Simla no es muy partidaria de las metáforas,
y las alegorías no se adherirán a su epidermis más de lo que lo haría el agua a
las plumas de un ganso. Además —a nadie le gusta que le digan que "huele
mal", y la broma surgida de una observación demasiado llena de profundo
significado psicológico, ha producido un daño incalculable en lugares donde, de
no haber sido por eso, la S.E.T.S. (Simla Eclectic
Theosophical Society.) podría haber reclutado más de un prosélito. . . .
Pero tengo que
volver nuevamente a la carta.
La razón más fuerte
de las quejas contra mí radica en el hecho de que mi afirmación implica:
(a) una especie de
reto a S.M. para que probara que + es un "Espíritu" —
(b) nuestro amigo
me acusa seriamente por hacer aparecer a + como un mentiroso.
Ahora bien; me
propongo aclararlo, pero no me propongo presentar excusas. No hay duda de que
yo tenía la intención de ambas cosas; sólo que lo pensé para usted, que me
había pedido la información, pero de ninguna manera para él. El no ha
demostrado su punto de vista, ni yo esperaba que lo hiciera, aún cuando él
pensara que podía hacerlo, ya que su reclamación se basa enteramente en su propia
afirmación personal, debido a su fe inquebrantable en sus propias impresiones.
En cambio, sería fácil para mí demostrar que + no es ningún Espíritu
desencarnado, si no tuviera muy buenas razones para no hacerlo ahora. Había redactado
mi carta con sumo cuidado, de modo que al mismo tiempo que le permitía a usted
vislumbrar algo de la verdad le mostraba, lo más claramente posible, que yo no
tenía derecho a divulgar el "secreto de un Hermano".
Pero, mi buen
amigo, yo nunca había entrado en detalles sobre quién y qué era él. Tal vez podría
haberle aconsejado a usted que juzgara a + por sus pretendidos escritos,
porque, más afortunados en esto que Job, todos nuestros "enemigos escriben
libros". Son muy aficionados a dictar evangelios "inspiradores"
y así —quedan atrapados en su propia retórica. ¿Y quién de entre los
espiritistas más intelectuales que haya leído las obras completas atribuidas a
+ se atrevería a sostener que, salvo unas cuantas páginas muy notables, el
resto no está por debajo de lo que el mismo S.M. hubiera podido escribir, y
mucho mejor? Tenga la seguridad de que ningún médium inteligente, hábil y sincero
necesita "inspiración" de un "Espíritu" desencarnado. La
verdad se sostendrá sin inspiración de dioses ni espíritus y, mejor todavía —se
sostendrá a pesar de todos ellos; en general, los "ángeles" no hacen
otra cosa que susurrar falsedades y aumentar el cúmulo de supersticiones. Debido a esos pequeños
contratiempos tengo que abstenerme de dar satisfacción a C.C. Massey. No me
aprovecharé de su "autorización" ni voy a cumplir su
"deseo", y me niego rotundamente a "comunicar su secreto",
puesto que es de una naturaleza que resulta un obstáculo en su camino hacia la
consecución del adeptado, aunque nada tiene que ver con su carácter particular.
Esta información también estaba destinada a usted, en respuesta a su sorprendente
pregunta de si podrían existir algunos impedimentos para que yo me comunicara con
él y le guiara hacia la Luz, pero nunca fue para sus oídos. El puede tener en
la historia de su vida una página o dos que preferiría ver borradas; pero sus
leales y fieles instintos siempre le concederán prioridad, y le situarán muy
por encima de muchos hombres que se mantuvieron castos y virtuosos sólo porque
jamás supieron lo que era la tentación. Me abstendré, pues, con su amable
permiso. En el futuro, mi muy querido amigo, tendremos que limitarnos
enteramente a la filosofía y a evitar —los chismes de familia. A veces, mi
querido e ilustre amigo, resulta aún más peligroso airear los trapos sucios de
la familia —que ocuparse de —turbantes sucios. Y no deje que se perturbe su
corazón demasiado sensible, o que su imaginación le lleve a suponer que una
sola palabra de lo que acabo de decir esté destinada a reprocharle nada. Nosotros, asiáticos medio salvajes, juzgamos
a un hombre por sus motivos, y los de usted eran todos sinceros y buenos.
Pero tiene que recordar que está en una dura escuela y tratando con un mundo
totalmente distinto del suyo. Especialmente, debe tener en cuenta que la causa
más insignificante producida, aunque sea inconscientemente y por el motivo que
sea, no puede ser anulada, ni sus efectos obstaculizados en su marcha —ni siquiera
por millones de dioses, demonios y hombres, combinados. Por consiguiente, no
debe considerarme demasiado hipercrítico cuando digo que todos ustedes han sido
más o menos imprudentes, cuando no indiscretos; esta última palabra es
aplicable —hasta ahora— tan sólo a uno de los miembros. Por tanto —usted verá
tal vez que las equivocaciones y tropezones de H. Steel Olcott son de un matiz
más tenue de lo que parecen a primera vista, puesto que incluso los ingleses,
mucho más inteligentes y mucho más versados que él en las costumbres del mundo,
también están sujetos a error. Porque ustedes se han equivocado, individual y colectivamente,
como verá en un futuro muy cercano; y la dirección y el éxito de la Sociedad demostrarán,
como resultado, ser mucho más difíciles en su caso, puesto que ninguno de ustedes
está dispuesto a admitir que ha procedido así, ni tampoco están preparados,
como él lo está, para seguir cualquier consejo que se les ofrezca, aunque, en
cada caso, esté basado en la previsión de los acontecimientos inminentes,
incluso cuando sean vaticinados en una fraseología que no siempre puede
alcanzar "la calidad" de la de un adepto —tal como él debería ser,
según la opinión de ustedes.
Puede decirle a
Massey lo que ahora digo de él y las razones aducidas. Aunque yo no se lo aconsejaría
—puede usted leer esta carta al señor Hume. Pero quisiera llamarle fuertemente
la atención sobre la necesidad urgente de tener más discreción que nunca. No
obstante la pureza de los motivos, algún día el Chohan podría tener en cuenta
sólo los resultados, y éstos pueden amenazar en convertirse en demasiado
desastrosos para que él los pase por alto. Debería presionarse constantemente a
los miembros de la S.E.S. para que contengan su lengua y su entusiasmo. Y sin
embargo, existe un interés creciente en la opinión pública respecto a su Sociedad,
y puede que pronto les exija a ustedes que definan con más claridad su
posición.
Muy pronto tendré
que dejarles solos durante un período de tres meses. Que este período comience
en octubre o en enero dependerá del impulso que se dé a la Sociedad y de su progreso.
Le estaría
personalmente muy agradecido si tuviera la bondad de examinar un poema escrito por
Padshah y me diera su opinión sobre sus méritos.
Creo que es
demasiado largo para el Theosophical Journal, y tampoco creo que sus méritos
literarios respondan exactamente o justifiquen la petición de su publicación.
Pero lo dejo a su mejor juicio. Desearía que la revista tuviera más éxito este
año del que ha tenido hasta ahora. La
idea de traducir el Gran Inquisidor es mía; porque su autor, sobre el cual ya
pesaba la mano de la muerte cuando lo escribía, dio la descripción más real y
convincente que jamás se haya dado de la Compañía de Jesús. Hay allí una
extraordinaria lección para muchos, e incluso usted puede aprovecharla.
Mi querido amigo,
no debe usted sorprenderse si le digo que me siento realmente cansado y desanimado ante la perspectiva que tengo
ante mí. Me temo que no tendrá usted nunca la paciencia de esperar el día en
que me sea permitido complacerle. Hace ya muchísimo tiempo que nuestra gente
empezó a establecer ciertas reglas, con arreglo a las cuales intentaron vivir.
Todas estas reglas
se han convertido ahora en LEY. Nuestros
predecesores tuvieron que aprender todo lo que saben por ellos mismos; sólo se
les facilitaron los cimientos. Nosotros nos ofrecemos para facilitarles esos
cimientos, pero ustedes no quieren aceptar nada que no sea el edificio
completo, listo para que tomen posesión de él. No me acusen de
indiferencia ni de negligencia cuando no reciban contestación mía durante
varios días. Muy a menudo no tengo nada que decir, porque usted hace preguntas
que no me es dado contestar.
Pero debo terminar
aquí, porque mi tiempo es limitado y tengo otro trabajo que hacer.
Suyo sinceramente,
K.H.
La atmósfera de la
casa, saturada de coñac, es terrible.
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