sábado, 13 de julio de 2019

LOS ESPIRITUS DE LA NATURALEZA. Charles W. Leadbeater. Parte III


LOS ESPIRITUS DE LA NATURALEZA

Charles W. Leadbeater

Parte III

Tipos étnicos. Los tipos predominantes en las diferentes partes del mundo se distinguen fácilmen­te y son en cierto modo característicos. Pero ¿no puede provenir esta distinción de la persistente in­fluencia de las hadas, que en el transcurso de los siglos han modelado a los hombres, animales y plantas de su vecindad, de suerte que el hada esta­bleció las formas a que inconscientemente se adap­taron los demás reinos? Por ejemplo, no puede dar­se más señalado contraste que el que existe entre
las vivarachas y juguetonas muñequitas de color anaranjado y púrpura, o escarlata y oro, que bailo­tean por las viñas de Sicilia,
y las discretas criatu­ras verdigrises que se pasean gravemente por los juncales de Bretaña
o las bondadosas hadas auri­morenas que frecuentan las montañas de Escocia.
En Inglaterra es más común la variedad verde esmeralda, que también he visto en los bosques de Francia y Bélgica, en el Estado norteamericano de Massachussets y en las orillas del Niágara. Las vas­tas llanuras del país de los dakotas están habitadas por una variedad blanca y negra, que no he visto en ninguna otra parte, y California disfruta de otra variedad muy linda, blanca y oro, que también pa­rece ser única. La especie más común de Australia es muy ca­racterística por su admirable y luminoso color azul celeste; pero hay mucha diferencia entre las hadas de Nueva Gales del Sur y Victoria y las de la tropical Tierra de la Reina. Las de este último país se pa­recen mucho a las de las Indias holandesas. La isla de Java es muy prolífica en estas gracio­sas criaturas, de las que hay dos distintas varieda­des, ambas monocromáticas: una color añil con dé­biles reflejos metálicos, y otra en que aparece toda la gama del amarillo. Son extrañas, pero simpáti­cas. Una sorprendente variedad local está fastuosa­mente exornada con alternas rayas verdes y amari­llas como una chaqueta deportiva. Esta variedad listada es tal vez peculiar de aquella parte del rojo y amarillo en la península de Malaca, y verde y blanco al otro lado de los Estrechos, en Sumatra. Esta gran isla también disfruta de la posesión de una variedad de hadas de un lindo color de helio tropo pálido, que anteriormente sólo había visto yo en las colinas de Ceilán. La especie habitante en Nueva Zelandia es de azul intenso con motas de plata, mientras que en las islas del mar del Sur se encuentran una variedad de color argentino irisado como una madreperla. En la India hallamos hadas de diversas especies, desde las de color rosado y verde pálido o azul claro y amarillo-verdoso de las montañas del país, has­ta las entremezcladas de soberbios colores, casi chi­llones por su intensidad, que moran en las llanu­ras. En algunas partes de este maravilloso país, he visto la variedad negro y oro, que es más común en los desiertos africanos, y también otra cuyos individuos parecen estatuitas de refulgente metal carmesí, semejante al latón de los atlantes. Algo parecida a esta última es una curiosa variedad que parece como fundida de bronce bruñido. Habita en la vecindad de los volcanes activos, pues los únicos parajes en donde se la ha visto son las estribaciones del Vesubio y del Etna, en el interior de lava, las islas Sandwich, el Parque Yellowstone del norte de los Estados Unidos, y en cierta comar­ca septentrional de Nueva Zelanda. Varios indicios dan a entender que esta variedad es una supervi­vencia de un tipo primitivo, y representa una espe­cie de eslabón de tránsito entre el gnomo y el hada. En algunos casos, comarcas contiguas resultan estar habitadas por muy distintas clases de espíri­tus de la naturaleza. Por ejemplo, según ya dijimos, los gnomos de color verde esmeralda son comunes en Bélgica, y, sin embargo, a 160 kilómetros de dis­tancia, en Holanda, apenas se ve ni uno de ellos. En cambio, hay una variedad de soberbio color de púrpura oscuro.

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