VEGETARIANISMO
y OCULTISMO
C.W.
Leadbeater
(Parte
1)
Al
hablar de la relación que existe entre el vegetarianismo y el ocultismo,
estaría bien que comenzásemos por definir nuestros términos, como generalmente
hemos hecho en otras ocasiones.
Todos
sabemos lo que la palabra vegetarianismo significa, y aunque existen algunas
variedades del mismo, creo que no es necesario discurrir acerca de ellas.
El vegetariano es el que se abstiene de comer carne.
-Algunos
de ellos admiten los productos animales que se obtienen sin destruir la vida
del animal, tales, por ejemplo, como la leche, la manteca y el queso.
-Otros
se concretan a determinadas variedades vegetales, las frutas quizás.
-Hay
otros que prefieren tomar sólo aquellos alimentos que pueden comerse sin
cocerlos
-y otros
que no toman alimento alguno que haya crecido debajo de la tierra, tal como las
patatas, los nabos, las zanahorias, etc.
Nosotros
no debemos inmiscuimos en estas divisiones, concretándonos simplemente a
definir al vegetariano como al que se abstiene
de todo alimento que proceda del sacrificio de la vida animal, incluyendo, por
supuesto, a los pájaros, aves de corral y pescado.
¿Cómo debemos
definir al ocultismo? Esta
palabra se derive
del latín occultus, oculto; de modo que significa
el estudio de las leyes ocultas de la naturaleza. Desde
el momento en que todas las grandes leyes de la naturaleza trabajan en realidad
en mucha mayor escala en el mundo invisible que en el visible, el ocultismo
envuelve la aceptación de una perspectiva mucho más amplia de la naturaleza que
la que ordinariamente se acepta.
El
ocultista es, pues, un hombre que estudia todas las leyes de la naturaleza que
están a su alcance o de las que oye hablar, y como resultado de su estudio se
identifica con ellas y consagra su vida al servicio de la evolución.
¿Cómo
considera el ocultismo al vegetarianismo?
Lo
considera muy favorablemente, y esto por muchas razones.
Estas
razones pueden ser divididas en dos clases:
-las
ordinarias y físicas,
-y las
ocultas o secretas.
Existen
muchas razones en favor del vegetarianismo consideradas en el orden físico que
se presentan claras y visibles a los ojos de cualquiera que se tome la molestia
de examinar este asunto, las cuales influyen sobre el estudiante de ocultismo
con mucha mayor energía que sobre el hombre ordinario. Además de estas razones,
e independientemente de ellas, el estudiante de ocultismo conoce otras que
adquiere por el estudio de estas leyes ocultas que tan poco conocidas son
todavía por la inmensa mayoría de los hombres. Debemos, por
lo tanto, dividir
nuestro estudio de
estas razones en
estas dos partes, principiando por las ordinarias y
físicas.
Razones Egoístas en Favor de un Alimento Moderado
Hasta estas razones ordinarias pueden ser
subdivididas en dos clases, conteniendo la primera aquellas que son de orden
pura y absolutamente físico y, por decirlo así, egoístas, y la segunda las que
pueden considerarse como de orden moral y antiegoísta.
Estudiemos, pues, ante todo, las razones
que existen en favor del vegetarianismo que se refieren exclusivamente al
individuo y que pertenecen únicamente al plano físico. Por el momento dejaremos
a un lado el estudio del efecto que el vegetarianismo produce en los demás
planos, lo cual es un asunto muchísimo más importante, y nos limitaremos al
estudio de los resultados particulares que produce en el individuo aquí abajo. Debemos proceder así porque una de las
objeciones que con más frecuencia se aducen contra el vegetarianismo es que es
una muy bella teoría, pero que no es posible llevarlo al terreno de la
práctica, puesto que, según suponen, el hombre no puede vivir sin comer carne.
Esta objeción es por completo errónea, y está basada en
la ignorancia y en la desnaturalización de los hechos. Yo mismo soy un ejemplo de esta falsedad, pues he vivido
sin comer carne, pescado ni huevos durante un período a lo menos de veintisiete
años, y no sólo todavía vivo, sino que durante todo este tiempo he disfrutado
de una salud perfecta. Más debo añadir que en esto no soy yo un caso aislado, puesto que conozco
millares de personas que han hecho otro tanto. Conozco algunos jóvenes que han
tenido la dicha de no probar la carne en toda su vida, y se ve claramente que
están más libres de enfermedades que aquellos que la comen. Es indudable que
existen muy buenas razones en favor del vegetarianismo desde el punto de vista
puramente egoísta, y a propósito las he expuesto en primer término, porque creo
que las consideraciones egoístas harán mella en un gran número de personas, si
bien espero que a los estudiantes de Teosofía les harán mucha más impresión las
consideraciones morales que más adelante tendré ocasión de presentar.
Nosotros Queremos lo Mejor
Creo que
en lo tocante al alimento, lo mismo que en todo lo demás, debemos desear lo
mejor que esté a nuestro alcance. Debemos igualmente tratar de poner nuestras
vidas y, por lo tanto, a nuestro alimento diario que es una parte importante de
las mismas en armonía con nuestras aspiraciones, en armonía con lo más elevado
que conocemos. Debemos
congratularnos de saber
escoger lo que
realmente es superior;
y si por el
momento no somos bastante hábiles para saber apreciar lo que es superior y
elevado, entonces debemos estar satisfechos de aprender a saberlo. Si reflexionamos acerca de este punto veremos que otro
tanto sucede con respecto a otros conocimientos, en la música, en las artes o
en la literatura, por ejemplo. Desde niños se nos ha enseñado que si deseamos
desarrollar nuestro gusto musical en el sentido más puro y delicado, debemos
escoger únicamente la música del tipo más elevado, y si al principio no la
sabemos apreciar y comprender debidamente, entonces debemos voluntaria y
pacientemente esperar y escuchar hasta que al fin algo de su dulce armonía
desciende sobre nuestras almas, en cuyo momento podemos comprender lo que al
principio no despertaba ningún eco en nuestros corazones. Si deseamos
comprender lo mejor
y más bello
que existe en
el arte, no debemos
acostumbrar nuestra vista
a las groseras
caricaturas que aparecen
en los periódicos políticos, ni a las repugnantes
abominaciones mal llamadas "cuadros cómicos", sino que debemos fijar
nuestros ojos y estudiar asiduamente hasta que el misterio de la obra de Turner
comience a revelarse a nuestra paciente contemplación, o hasta que el gran
lienzo de Velázquez se haga comprensible a nuestro entendimiento. Lo mismo
sucede en la literatura. La triste experiencia demuestra que una buena parte de
la mejor y más bella literatura se pierde lastimosamente para aquellos cuyo alimento mental consiste
únicamente en los escritos sensacionales, en las novelas de bajo vuelo, o en
aquella frívola masa de grosera literatura que a manera de la escoria es arrojada
sobre el torrente de la humanidad; novelas, folletines y artículos que no
instruyen al ignorante, no prestan vigor ni esperanza al débil y oprimido, ni
en modo alguno desarrollan la inteligencia. Si deseamos desarrollar la
inteligencia de nuestros hijos en todas estas cosas, no los dejamos por
completo que se guíen por su propio gusto que todavía no está cultivado, sino
que nos esforzamos en ayudarles a purificar este gusto, ya sea que se trate del
arte, de la música o de la literatura.
No cabe duda, pues, de que podemos hallar
el mejor alimento así físico como mental, y no cabe duda también de que debemos
hallarlo, no por el mero instinto ciego, sino aprendiendo a pensar y a razonar
desde el más elevado punto
de vista. Existen personas
en el mundo
que no desean
lo superior, que
quieren permanecer en los niveles inferiores, a cuyo fin atraen
consciente e intencionadamente hacia sí todo lo que es grosero y degradante;
pero también existen muchas otras personas que desean elevarse por encima de
estos niveles inferiores, las cuales elegirían lo superior ardiente y
gozosamente con sólo que lo conociesen, o con sólo que se llamase su atención
hacia el mismo. Existen hombres y mujeres de un elevado desarrollo moral que han sido
inducidos a comer como las hienas y lobos, y se les ha enseñado que su alimento
necesario era el cadáver de un ensangrentado animal. Bastará que reflexionemos
un momento para ver que este horror no puede ser ni lo más elevado ni lo más
puro, y que si deseamos elevamos en la escala de la naturaleza, si deseamos que
nuestros cuerpos sean puros, como deben ser los templos del Maestro, debemos
abandonar esta detestable costumbre, y tomar sitio entre la magnífica hueste
que trabaja para el bien de la raza humana, y que se esfuerza en obtener lo más
puro y elevado en todas las cosas, así para ellos mismos como para sus
hermanos. Veamos en detalle por qué la alimentación vegetariana es
evidentemente la mejor y la más pura.
Más Nutritiva
1º Porque los vegetales contienen una mayor
suma de alimento que una cantidad igual de carne. Esta afirmación parecerá una cosa
sorprendente e increíble a muchas personas, porque se les ha dicho que no
pueden vivir a menos que se manchen comiendo carne, y esta falsedad se ha
generalizado tanto que es muy difícil desarraigarla de la mente del hombre
ordinario.
Debe comprenderse claramente que esto no es
una cuestión de hábito, de sentimentalismo o de prejuicio, sino que se trata de
hechos, y los hechos como tales no dan ni pueden dar lugar a la más ligera
disputa.
Existen cuatro elementos necesarios en el
alimento, todos ellos esenciales para la reparación y conservación del cuerpo:
a) alimentos proteicos o nitrogenados;
b) hidrocarburos;
c) hidrocarbonos;
d) sales.
Esta es la clasificación comúnmente
aceptada por los fisiólogos, aunque algunas recientes investigaciones tienden a
modificarla hasta cierto punto. Ahora bien; es un hecho positivo que todos esos
elementos existen en mucha mayor abundancia en los vegetales que en la carne.
Por ejemplo: la leche, la manteca, el queso, las nueces, los guisantes y las
habichuelas, contienen una gran parte de materia proteica o nitrogenada. El
trigo, la avena, el arroz y otros granos, las frutas y la mayor parte de los
vegetales (exceptuando quizás los guisantes, las habichuelas y las lentejas)
están formados principalmente de hidrocarburos, esto es, de féculas y azúcar.
Los hidrocarbonos o granos se encuentran en casi todos los alimentos proteicos,
por cuyo motivo se les puede clasificar como grasas o aceites. Las sales se
hallan en mayor o menor abundancia en todos los alimentos, pues son de la mayor
importancia para la conservación de los tejidos del cuerpo, y lo que se llama
debilidad salina es la causa de muchas enfermedades.
Se ha
pretendido a veces que la carne contiene alguno de esos elementos en mayor
abundancia que los vegetales, y se han presentado varias estadísticas para
demostrado; pero de nuevo repito que esto es cuestión de hechos, y a ellos
debemos atenemos. Los únicos orígenes de la energía de la carne proceden de
la substancia proteica y de la grasa que contiene, y como que esta última no
tiene más valor que cualquiera otra, el único punto que debe tomarse en
consideración es el de las proteínas. Debe recordarse que las proteínas sólo
tienen un origen; están exclusivamente organizados en plantas y no de otra
manera. Las nueces, los guisantes, las habichuelas y las lentejas son mucho más
ricas en esos elementos que ninguna clase de carne, y tienen la enorme ventaja
que sus proteínas son puras y, por lo tanto, contienen toda la energía
originalmente almacenada en ellos durante su organización.
En el cuerpo animal esas proteínas que el
animal ha absorbido durante su vida del reino vegetal se desorganizan
constantemente, y en ese proceso de desorganización la energía originalmente
almacenada en ellos se relaja, por cuyo motivo lo que ha sido ya empleado por
un animal no puede ser utilizado por otro. Las proteínas son evaluadas en
algunas de esas estadísticas según la suma de nitrógeno que contienen, pero en
la carne existen muchos productos procedentes del cambio de los tejidos, tales
como la urea, el ácido úrico y la creatina, todos los cuales contienen
nitrógeno, por lo cual se les considera como proteínas, aunque en realidad no
contienen alimento alguno.
Pero no
es éste todo el mal, puesto que ese cambio de tejidos va invariablemente
acompañado de la formación de diversos venenos, los cuales se hallan siempre
presentes en toda clase de carne, y
en muchos casos
la virulencia de
dichos venenos es muy
pronunciada. Así, pues,
debéis tener en
cuenta que si
al comer carne
obtenéis algún alimento, éste
precede del animal sacrificado que durante su vida se nutrió de materias
vegetales; pero de este alimento obtenéis una cantidad mucho menor de la que
debierais percibir, debido a que el animal ha consumido ya la mitad del mismo,
al propio tiempo que absorbéis con él diversas substancias en modo alguno
apetecibles, y hasta a veces activos venenos que como es natural son en alto
grado deletéreos. No ignore que existen muchos médicos que prescriben a sus
enfermos la detestable alimentación carnívora con el objeto de que recobren sus
perdidas fuerzas, y que a veces obtienen ciertos resultados, si bien en este
punto no están todos ellos siempre de acuerdo, puesto que el Dr. Milner
Fothergill escribe: "Todas las
víctimas causadas por las belicosas disposiciones de Napoleón son nada
comparadas con las miríadas de personas que han bajado a la tumba a causa de su
ciega confianza en el supuesto valor alimenticio de la tajada de vaca".
Como quiera que sea, esos resultados pueden obtenerse más fácilmente en el
reino vegetal cuando el modo de alimentarse es bien comprendido, y pueden ser
obtenidos sin ese horrible contagio y sin todas las detestables concomitancias
del otro sistema. Permitidme demostraros que en todo cuanto vengo diciendo no
hago afirmaciones sin fundamento; permitidme que os exponga las opiniones de
algunos médicos, de hombres cuyos nombres son bien conocidos en el mundo de la
ciencia médica, a fin de que os convenzáis de que tango motivos más que
suficientes para hablar del modo que acabo de hacerlo.
Vemos que Sir Henry Thompson, doctor en
medicina y miembro del Real Colegio de Cirujanos dice: "Es un craso error considerar a la carne como un
alimento indispensable a la vida. Todo lo que el organismo humano necesita
puede encontrarse en el reino vegetal... El vegetariano puede hallar en el
alimento que toma todos los principios nutritivos necesarios al desarrollo y
conservación del cuerpo, así como el calórico y la fuerza que le son
indispensables. Debe admitirse como un hecho indudable que existen muchas
personas que disfrutan de una
gran robustez y
de una salud
perfecta alimentándose sólo
de vegetales. Creo
que la costumbre de
comer carne no
sólo ocasiona un
gasto superfluo, sino
que es el
origen de graves enfermedades". Este informe, procedente de un médico
bien conocido, no puede ser más contundente.
El
doctor en medicina Sir Benjamin Ward Richardson se expresa en estos términos: "Debe
en justicia admitirse que
las substancias vegetales, cuando
son cuidadosamente elegidas, tienen una
enorme ventaja sobre el alimento animal en cuanto a valor nutritivo... Sentiría
grata satisfacción si se adoptase un sistema general de alimentación basado
exclusivamente en las substancias vegetales, y creo que un día u otro así
será".
El bien
conocido médico Lord Playfair dice: "la alimentación animal no es esencial
al hombre"; y el Dr. F. J. Sykes, médico de S. Pancras, escribe: "la
química no es más contraria al vegetarianismo de lo que lo es la biología. La
alimentación animal no es en modo alguno indispensable para suministrar los
productos nitrogenados necesarios a la reparación de los tejidos y, por lo
tanto, una bien escogida alimentación procedente del reino vegetal es
perfectamente completa, desde el punto de vista químico, para la nutrición del
hombre".
El Dr.
Francisco Vacher, miembro de la Sociedad Botánica, dice: "No
creo que un hombre se encuentre mejor física o mentalmente por el mero hecho de
comer carne".
El Dr. Alexandre Haig, miembro de la
Sociedad Química, médico director de uno de los más grandes hospitales de
Londres ha escrito: "Que la posibilidad de nutrirse con los productos del reino vegetal no
necesitaría ser demostrada por los fisiólogos aún cuando la mayor parte de la
raza humana no lo estuviera demostrando constantemente; y mis propias
investigaciones, añade, demuestran que no sólo es esto posible, sino que la
alimentación vegetal es en absoluto preferible a la otra, debido a que
desarrolla una mayor suma de vigor físico y mental.”
El Dr.
M. F. Coomes, en "The American Practitioner and News", termina un
artículo científico del modo siguiente: "Permítaseme establecer en principio
que la carne de los animales de sangre caliente no es esencial como alimento
para conservar el cuerpo humana en perfecto estado de salud". Luego
hace algunas otras observaciones que citaremos en nuestro próximo epígrafe.
El
rector del Colegio Médico de Jefferson (en Filadelfia) dice: "Es
un hecho bien sabido que los cereales, como artículos de consumo diario, ocupan
un lugar preeminente en la economía humana, pues contienen reconstituyentes más
que necesarios para conservar el cuerpo en el mejor estado de salud. Si el
valor alimenticio de los cereales fuese mejor conocido, la humanidad
beneficiaría con ello. Naciones enteras viven y se desarrollan únicamente de
ellos, de modo que queda plenamente demostrado que la carne no es un alimento
necesario".
Aquí tenéis, pues, datos claros y precisos
tomados de los escritos de hombres bien conocidos, los cuales han hecho un
concienzudo estudio de la química de los alimentos. Es imposible negar que el
hombre pueda vivir sin recurrir al horrible sistema carnívoro, y que exista una
mayor suma de alimento en una cantidad igual de vegetales que en una de carne.
Podría presentaros otros muchos datos, pero creo que basta con los expuestos,
dado que son una muestra de los demás.
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