VEGETARIANISMO
y OCULTISMO
C.W.
Leadbeater
(Parte
2)
Menos Enfermedades
2º Porque un gran número de graves
enfermedades proceden de la detestable costumbre de devorar cuerpos muertos.
Aquí me sería fácil también presentaros una larga lista de citaciones, pero
como anteriormente me contentaré con unas pocas. El Dr. Josiah Oldfield,
profesor de Cirugía en el Colegio de Cirujanos, escribe: "La carne es un
alimento antinatural y, por lo tanto, tiende a producir trastornos en el
organismo. Tal como se come en las modernas civilizaciones, la carne está
considerablemente afectada de enfermedades tan terribles (fácilmente
comunicables al hombre) como el cáncer, la tisis, la fiebre, los vermes
intestinales, etc. No hay, pues,
por qué maravillarse
de que el
comer carne sea
una de las
más graves causas
de las enfermedades que conducen
a la tumba al noventa y nueve por ciento de los nacidos".
Sir
Edward Saunders nos dice: "Todo esfuerzo que tienda a demostrar al hombre que
la tajada de vaca y la cerveza no son
necesarias a la salud y al vigor corporal, será altamente saludable y conducirá
al ahorro y prosperidad de los pueblos. Creo que a medida que esos esfuerzos se
multipliquen oiremos hablar menos de la gota y de las enfermedades del hígado y
de los riñones; veremos menos brutalidades, menos esposas ultrajadas y menos
asesinatos. Creo que al presente el mundo tiende hacia la alimentación
vegetariana, la cual al fin se comprenderá que es la mayor y más racional, y
creo que no está muy lejano el momento en que la idea del alimento animal será
una cosa repugnante y detestable para el hombre civilizado".
Sir
Robert Christison, doctor
en medicina, afirma
rotundamente que "la
carne y secreciones
de animales atacados de enfermedades carbunculares semejantes al antrax,
son tan ponzoñosas que aquellos que comen esos productos están expuestos a
graves percances, pues con frecuencia sufren una fuerte inflamación en el tubo
digestivo, o se presenta la erupción de uno o más carbunclos".
El Dr.
A. Kingsford, de la Universidad de París, dice: "El alimento animal puede sin duda
engendrar muchas enfermedades de carácter agudo y repugnante. La misma
escrófula, ese fecundo manantial de sufrimientos y de muerte, debe
probablemente su origen a la costumbre de comer carne. Es un hecho curioso que
la palabra escrófula se derive de scrofa,
una marrana. Decir que uno tiene escrófulas es decir que padece la
enfermedad del cerdo".
En su quinta memoria al Consejo privado de
Inglaterra vemos que el profesor Gamgee sostiene que "una
quinta parte de
la carne consumida
procede de animales
sacrificados atacados de
enfermedades malignas", mientras que el profesor A. Wynter Blyth, miembro del
Real Colegio de Cirujanos, escribe: "Económicamente hablando, el alimento animal no es
nada ventajoso. Con frecuencia se nos suministra carnes seriamente averiadas,
pero preparadas con tal arte que no es fácil distinguirlas de las que se hallan
en buen estado. La carne de muchos animales enfermos de los pulmones no
presenta a simple vista diferencia alguna que la distinga de la que se halla en
estado normal".
El Dr. M. F. Coomes en el artículo más
arriba citado, dice: "Tenemos muchas substancias que pueden sustituir a la carne, las
cuales están libres de los deletéreos efectos que ésta produce sobre la
economía animal, principalmente el reumatismo, la gota y demás enfermedades
análogas, por no decir nada de las congestiones cerebrales que frecuentemente
terminan en apoplejías y enfermedades venosas de una u otra clase, emicráneas y
muchas otras formas de dolor de cabeza, resultado del uso excesivo de la carne,
y a veces producidas también cuando la carne no se come con exceso".
El Dr. J. H. Kellogg escribe: "Es interesante observar cómo todos
los hombres científicos del mundo despiertan a la realidad de que la carne de
los animales como alimento no es una nutrición pura, sino que está mezclada con
substancias venenosas de carácter excrementicio, las cuales son los resultados
naturales de la vida animal. El vegetal suministra la fuerza y la energía. Del
mundo vegetal -de la hulla y de la madera- es de donde procede la energía que
impulsa nuestras máquinas de vapor, que arrastra nuestros trenes e impele
nuestros buques, y hace, en fin, la obra de la civilización. Del mundo vegetal
derivan directa o indirectamente todos los animales y la energía que se
manifiesta en ellos por medio del trabajo muscular o mental.
El vegetal construye, el animal destruye.
El vegetal suministra la energía, el animal
la consume.
De la manifestación de la energía, bien sea
que esa energía se manifieste por media de una máquina de vapor o por medio de
un animal, resultan diversos productos inútiles y venenosos. La actividad de
los tejidos del animal persiste debido sólo a que la sangre los lava asidua y
constantemente, pues a través y en torno de ellos fluye incesantemente una
corriente de la misma, arrastrando los productos venenosos resultantes de su
labor tan pronto como se forman. La sangre venosa debe sus condiciones a esos
tóxicos, los cuales son arrastrados por los riñones, los pulmones, la piel y
los intestinos. La carne del animal contiene una gran cantidad de tales
venenos, cuya eliminación cesa en el momento de la muerte, al paso que su
formación continua algún tiempo después de la misma. Un eminente cirujano
francés hacía notar recientemente que la tajada de bueyes una verdadera
solución venenosa. Médicos eminentes de todas las partes del mundo principian a
reconocer esas verdades y hacen un uso práctico de ellas".
De nuevo podéis ver aquí que no carecemos
de datos positivos. Muchas de las citas relativas a la introducción de venenos
en el organismo por medio de la carne no proceden de doctores vegetarianos,
sino de aquellos que todavía tienen por conveniente alimentarse moderadamente
de cadáveres, pero que, sin embargo, han estudiado con alguna detención la
ciencia que trata este asunto. Debe tenerse en cuenta que la carne no puede conservarse por mucho tiempo
en estado saludable, puesto que su descomposición comienza desde el momento en
que el animal es sacrificado. En este proceso de descomposición se forman toda suerte de productos
inútiles y una gran parte de los mismos son positivamente perjudiciales y
venenosos. En las antiguas escrituras
indas hallamos un muy notable pasaje referente a que en la India algunas de las
castas inferiores comenzaron a comer carne. En dicho pasaje se dice que
antiguamente sólo se conocían tres enfermedades, una de las cuales era la
vejez; pero que ahora, desde que la gente come carne, se han presentado setenta
y ocho nuevas enfermedades. Esto nos demuestra que la idea de que las
enfermedades podían proceder de la fatal costumbre de devorar cadáveres ha sido
sustentada hace millares de años.
Más Natural al Hombre
3º Porque el organismo humano no es por
naturaleza carnívoro, y por lo tanto este horrible alimento no es adecuado para la nutrición del
hombre. Permitidme que os presente aquí también algunas citas a fin de que
veáis la clase de autoridades que están de nuestra parte en este asunto.
El mismo Barón Cuvier escribe: "El alimento natural del hombre, a
juzgar por su estructura, consiste en frutos, raíces y vegetales";
y el profesor Ray nos dice: "No cabe duda de que el hombre no fue
formado para ser un animal carnívoro".
Sir Richard Owen, miembro de la Sociedad
Real, escribe: "los
antropoides y todos los cuadrumanos derivan su alimento de los frutos, granos y
otras suculentas substancias vegetales, y la estricta analogía que existe entre
la estructura de esos animales y la del hombre, demuestra claramente su
naturaleza frugívora".
Otro miembro
de la Sociedad
Real, el profesor
William Lawrence, dice: "La
dentadura del hombre en nada se parece a la de los animales carnívoros, y si
examinamos su dentadura, sus mandíbulas y sus órganos digestivos, veremos que
la estructura humana se parece muy estrechamente a la de los animales
frugívoros".
El Dr. Spencer Thompson hace notar que: "Ningún filólogo negará que el hombre
debería vivir únicamente de productos vegetales"; y el Dr. Sylvester
Graham escribe: "la anatomía comparada demuestra que el hombre es por
naturaleza un animal frugívoro, formado para nutrirse de frutos, semillas y
vegetales harinosos".
La superioridad de la alimentación
vegetariana no necesitará naturalmente de argumento alguno para aquellos que
creen en la inspiración de las escrituras, pues se recordará que al hablar Dios
a Adán en el jardín del Edén, dijo: "He aquí que os he dado toda yerba que lleva semilla
que se halla sobre la faz de la tierra, y todo árbol en el que está el fruto de
un árbol que produce semilla; esto os servirá de alimento". Sólo después de la caída del hombre, cuando la muerte
apareció en el mundo, fue que vino con ella una muy degradante idea acerca del
alimento, y si al presente deseamos volver de nuevo a las condiciones del
jardín del Edén debemos principiar por abolir esta innecesaria matanza
ejecutada para abastecernos de este: horrible y degradante alimento.
Mayor Fuerza
4º Porque los hombres son más vigorosos y
mejores si se alimentan exclusivamente de vegetales. No ignoro que la gente
dice: "Si no coméis carne la debilidad y la anemia se apoderará de
vosotros". En realidad esto es absolutamente falso. Ignoro si existen
personas que se sientan débiles porque se alimentan exclusivamente de
vegetales; pero sí sé que en muchas luchas atléticas los vegetarianos han
probado recientemente que eran los más fuertes y resistentes, como por ejemplo
en las modernas razas alemanas, en donde todos los que conquistaron los sitios
más preeminentes de la raza eran vegetarianos. Se han llevado a cabo un gran
número de tales ensayos, los cuales han demostrado que, en igualdad de
circunstancias, el hombre que toma un alimento puro resiste mejor. Aquí se
trata de hechos, y en este caso los hechos deben colocarse enfrente de los
necios prejuicios y la detestable sensualidad. La razón de esto fue claramente
expuesta recientemente por el Dr. J. D. Craig, quien escribe: "los que se alimentan de carne
ponderan frecuentemente el vigor y robustez del cuerpo, especialmente si viven
la mayor parte del tiempo al aire libre; pero hay esta peculiaridad entre
ellos, y es que no poseen la resistencia y el vigor de los vegetarianos. La
razón de esto es que la carne se halla ya en vías de descomposición, por cuyo
motivo su presencia en los tejidos es de corta duración. El impulso que recibe
en el cuerpo del animal del cual fue tomada es reforzado por otro impulso del
que la absorbe, y por esta razón la energía que contiene se agota pronto, y hay
necesidad urgente de sustituirla por otra. Así, pues, el que se alimenta de
carne puede hacer una gran suma de trabajo en poco tiempo si está bien repleta.
Sin embargo, pronto siente hambre, y en este caso la debilidad se apodera de
él. Por el contrario, los productos vegetales son de lenta digestión, pues
contienen toda la provisión original de energía y ninguna substancia venenosa.
Su descomposición es menos rápida que la de la carne, puesto que principia en
el momento que se acaban de absorber y, por lo tanto, su energía se disipa más
lentamente y con menos pérdidas, y la persona que sé nutre con ellos puede
trabajar durante un largo período de tiempo sin alimentarse y sin sentir desfallecimiento. Las
personas que en
Europa se abstienen
de comer carne pertenecen a la clase mejor y más
inteligente, y por lo que se refiere a la cuestión del vigor y resistencia,
estas personas la han estudiado e investigado en todos sentidos. En Alemania e
Inglaterra ha tenido lugar un gran número de notables luchas atléticas que
exigían mucha resistencia y vigor entre los que se nutren de carnes y los
vegetarianos, resultando que estos últimos salieron siempre victoriosos".
Si nos tomamos el trabajo de investigar,
veremos que este hecho fue conocido desde antiguo, puesto que hasta en la
historia más remota hallamos huellas del mismo. Se recordará que está universalmente admitido y
reconocido que de todas las castas griegas la más fuerte y resistente era la de
los espartanos, y la sencillez de su alimentación vegetal es un hecho de todos
conocido.
Recordad también a los atletas griegos, los
cuales se preparaban con el mayor cuidado para asistir a los Juegos Olímpicos e
Ístmicos. Si leéis a los autores
clásicos, hallaréis que esos hombres, que en su género sobrepujaban al resto
del mundo, vivían de higos, nueces, queso y maíz.
En aquellos tiempos existían también los gladiadores romanos, cuya vida y
fama dependían de su fuerza, a pesar de lo cual vemos que su alimento sólo
consistía en tortas de avena y aceite, pues sabían perfectamente que este
alimento era el más nutritivo y vigorizador.
Todos estos ejemplos nos demuestran que la
general y persistente falsedad de que uno debe comer carne si quiere ser
fuerte, no está basada en los hechos, sino que sucede todo lo contrario.
Charles Darwin decía en una de sus cartas: "los más extraordinarios trabajadores que he visto,
los peones de las minas de Chile, viven exclusivamente de vegetales, incluyendo
varias semillas de plantas leguminosas". De estos mismos peones mineros, Sir Francis Head
describe: "Es
costumbre entre los mineros de la región central de Chile subir por una
escalera de setenta y cinco metros de elevación cargados con un cesto de
mineral de cobre de doscientas libras de peso doce veces al día, y sin embargo
su alimento es puramente vegetal, pues para almorzar comen higos con pan, al
mediodía habichuelas hervidas y al anochecer trigo tostado".
Mr. F.
T. Wood en su Discoveries al Ephesus escribe:
"En Esmirna los faquires turcos llevan frecuentemente de
cuatrocientas a seiscientas
libras de peso
sobre sus espaldas, y el capitán
me señaló un día a uno de sus hombres el cual había llevado un enorme fardo de
mercancías que pesaba ochocientas libras
a un almacén que estaba situado en un punto elevado; de suerte que con este
frugal alimento su fuerza era extraordinariamente grande".
De estos
mismos turcos, Sir William Fairbairn ha dicho: "El turco puede vivir y luchar en
donde los soldados de cualquiera otra nación se morirían de hambre. Sus
sencillas costumbres, su
abstinencia de licores
embriagantes y el
nutrirse sólo de
vegetales, le colocan en
condiciones de poder soportar las mayores fatigas y penalidades, pudiendo de
esta suerte vivir del modo más limitado, con los más sencillos alimentos".
Yo mismo puedo dar fe de la enorme fuerza
desplegada por los vegetarianos faquires Tamiles del Sur de la India, pues con
frecuencia les he visto llevar pesos que me asombraron. Recuerdo que hallándome
en una ocasión sobre la cubierta de un buque, vi a uno de tales faquires
cargarse una enorme caja sobre las espaldas y descender lenta pero seguramente
por una gruesa tabla de madera hasta llegar a la playa y depositaria en un tinglado.
El capitán que estaba a mi lado exclamó sorprendido: "A fe mía que se
necesitarían cuatro faquires ingleses para trasladar esta caja a través de una
tabla y colocarla en los docks de Londres". He visto, además, a otro de
dichos faquires llevar un gran piano a una considerable distancia después que
se lo hubieron cargado sobre las espaldas. Sin embargo, esos hombres son
exclusivamente vegetarianos, puesto que viven principalmente de arroz y agua,
que de vez en cuando mezclan con algún pequeño tamarindo.
Sobre este mismo asunto, el Dr. Alexander
Haig, antes citado, escribe: "El resultado de haber conseguido librarme del ácido úrico ha sido
hacer mis fuerzas corporales tan potentes como lo eran quince años atrás; y aun
dudo que en esa época me hubiese sido posible entregarme a los trabajos a que
ahora me entrego con absoluta impunidad, sin cansarme mientras trabajo, y
hallándome ágil al siguiente día para volver a mi labor. Con frecuencia digo
que al presente me es imposible fatigarme, y creo que relativamente es esto
verdad". Este médico distinguido se hizo vegetariano
debido al estudio que hizo de las enfermedades causadas por la presencia del
ácido úrico en el organismo humano, descubriendo que el comer carne era el
principal origen de este mortífero veneno. Se ocupa, además, de otro punto
muy interesante, cual es el de que con el cambio de dieta se operó en él un
cambio de carácter, pues mientras que antes se hallaba constantemente nervioso
e irritado, ahora estaba mucho más "tranquilo y menos irritado, por lo
cual comprendió que esto era debido al cambio de alimento.
Si deseamos más pruebas acerca de la verdad
de lo que venimos sosteniendo, las tenemos patentes en el reino animal. Podemos
observar que os animales carnívoros no son los más fuertes, y que todo el
trabajo lo hacen los herbívoros, los caballos, mulas, bueyes, elefantes y
camellos. Vemos que el hombre no puede utilizar al león ni al tigre, y que la
fuerza de esos salvajes comedores de carne no es en modo alguno igual a la de
aquellos que se la asimilan directamente del reino vegetal.
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