martes, 9 de agosto de 2016

VEGETARIANISMO y OCULTISMO (Parte 2)

VEGETARIANISMO y OCULTISMO
C.W. Leadbeater

(Parte 2)

Menos Enfermedades

2º Porque un gran número de graves enfermedades proceden de la detestable costumbre de devorar cuerpos muertos. Aquí me sería fácil también presentaros una larga lista de citaciones, pero como anteriormente me contentaré con unas pocas. El Dr. Josiah Oldfield, profesor de Cirugía en el Colegio de Cirujanos, escribe: "La carne es un alimento antinatural y, por lo tanto, tiende a producir trastornos en el organismo. Tal como se come en las modernas civilizaciones, la carne está considerablemente afectada de enfermedades tan terribles (fácilmente comunicables al hombre) como el cáncer, la tisis, la fiebre, los vermes intestinales, etc. No  hay,  pues,  por  qué  maravillarse  de  que  el  comer  carne  sea  una  de  las  más  graves  causas  de  las enfermedades que conducen a la tumba al noventa y nueve por ciento de los nacidos".


Sir Edward Saunders nos dice: "Todo esfuerzo que tienda a demostrar al hombre que la tajada de vaca y la cerveza  no son necesarias a la salud y al vigor corporal, será altamente saludable y conducirá al ahorro y prosperidad de los pueblos. Creo que a medida que esos esfuerzos se multipliquen oiremos hablar menos de la gota y de las enfermedades del hígado y de los riñones; veremos menos brutalidades, menos esposas ultrajadas y menos asesinatos. Creo que al presente el mundo tiende hacia la alimentación vegetariana, la cual al fin se comprenderá que es la mayor y más racional, y creo que no está muy lejano el momento en que la idea del alimento animal será una cosa repugnante y detestable para el hombre civilizado".

Sir  Robert  Christison,  doctor  en  medicina,  afirma  rotundamente  que  "la  carne  y  secreciones  de animales atacados de enfermedades carbunculares semejantes al antrax, son tan ponzoñosas que aquellos que comen esos productos están expuestos a graves percances, pues con frecuencia sufren una fuerte inflamación en el tubo digestivo, o se presenta la erupción de uno o más carbunclos".

El Dr. A. Kingsford, de la Universidad de París, dice: "El alimento animal puede sin duda engendrar muchas enfermedades de carácter agudo y repugnante. La misma escrófula, ese fecundo manantial de sufrimientos y de muerte, debe probablemente su origen a la costumbre de comer carne. Es un hecho curioso que la palabra escrófula se derive de scrofa, una marrana. Decir que uno tiene escrófulas es decir que padece la enfermedad del cerdo".

En su quinta memoria al Consejo privado de Inglaterra vemos que el profesor Gamgee sostiene que "una  quinta  parte  de  la  carne  consumida  procede  de  animales  sacrificados  atacados  de  enfermedades malignas", mientras que el profesor A. Wynter Blyth, miembro del Real Colegio de Cirujanos, escribe: "Económicamente hablando, el alimento animal no es nada ventajoso. Con frecuencia se nos suministra carnes seriamente averiadas, pero preparadas con tal arte que no es fácil distinguirlas de las que se hallan en buen estado. La carne de muchos animales enfermos de los pulmones no presenta a simple vista diferencia alguna que la distinga de la que se halla en estado normal".

El Dr. M. F. Coomes en el artículo más arriba citado, dice: "Tenemos muchas substancias que pueden sustituir a la carne, las cuales están libres de los deletéreos efectos que ésta produce sobre la economía animal, principalmente el reumatismo, la gota y demás enfermedades análogas, por no decir nada de las congestiones cerebrales que frecuentemente terminan en apoplejías y enfermedades venosas de una u otra clase, emicráneas y muchas otras formas de dolor de cabeza, resultado del uso excesivo de la carne, y a veces producidas también cuando la carne no se come con exceso".

El Dr. J. H. Kellogg escribe: "Es interesante observar cómo todos los hombres científicos del mundo despiertan a la realidad de que la carne de los animales como alimento no es una nutrición pura, sino que está mezclada con substancias venenosas de carácter excrementicio, las cuales son los resultados naturales de la vida animal. El vegetal suministra la fuerza y la energía. Del mundo vegetal -de la hulla y de la madera- es de donde procede la energía que impulsa nuestras máquinas de vapor, que arrastra nuestros trenes e impele nuestros buques, y hace, en fin, la obra de la civilización. Del mundo vegetal derivan directa o indirectamente todos los animales y la energía que se manifiesta en ellos por medio del trabajo muscular o mental.
El vegetal construye, el animal destruye.
El vegetal suministra la energía, el animal la consume.
De la manifestación de la energía, bien sea que esa energía se manifieste por media de una máquina de vapor o por medio de un animal, resultan diversos productos inútiles y venenosos. La actividad de los tejidos del animal persiste debido sólo a que la sangre los lava asidua y constantemente, pues a través y en torno de ellos fluye incesantemente una corriente de la misma, arrastrando los productos venenosos resultantes de su labor tan pronto como se forman. La sangre venosa debe sus condiciones a esos tóxicos, los cuales son arrastrados por los riñones, los pulmones, la piel y los intestinos. La carne del animal contiene una gran cantidad de tales venenos, cuya eliminación cesa en el momento de la muerte, al paso que su formación continua algún tiempo después de la misma. Un eminente cirujano francés hacía notar recientemente que la tajada de bueyes una verdadera solución venenosa. Médicos eminentes de todas las partes del mundo principian a reconocer esas verdades y hacen un uso práctico de ellas".

De nuevo podéis ver aquí que no carecemos de datos positivos. Muchas de las citas relativas a la introducción de venenos en el organismo por medio de la carne no proceden de doctores vegetarianos, sino de aquellos que todavía tienen por conveniente alimentarse moderadamente de cadáveres, pero que, sin embargo, han estudiado con alguna detención la ciencia que trata este asunto. Debe tenerse en cuenta que la carne no puede conservarse por mucho tiempo en estado saludable, puesto que su descomposición comienza desde el momento en que el animal es sacrificado. En este proceso de descomposición se forman toda suerte de productos inútiles y una gran parte de los mismos son positivamente perjudiciales y venenosos. En las antiguas escrituras indas hallamos un muy notable pasaje referente a que en la India algunas de las castas inferiores comenzaron a comer carne. En dicho pasaje se dice que antiguamente sólo se conocían tres enfermedades, una de las cuales era la vejez; pero que ahora, desde que la gente come carne, se han presentado setenta y ocho nuevas enfermedades. Esto nos demuestra que la idea de que las enfermedades podían proceder de la fatal costumbre de devorar cadáveres ha sido sustentada hace millares de años.

Más Natural al Hombre

3º Porque el organismo humano no es por naturaleza carnívoro, y por lo tanto este horrible  alimento no es adecuado para la nutrición del hombre. Permitidme que os presente aquí también algunas citas a fin de que veáis la clase de autoridades que están de nuestra parte en este asunto.
El mismo Barón Cuvier escribe: "El alimento natural del hombre, a juzgar por su estructura, consiste en frutos, raíces y vegetales";
y el profesor Ray nos dice: "No cabe duda de que el hombre no fue formado para ser un animal carnívoro".
Sir Richard Owen, miembro de la Sociedad Real, escribe: "los antropoides y todos los cuadrumanos derivan su alimento de los frutos, granos y otras suculentas substancias vegetales, y la estricta analogía que existe entre la estructura de esos animales y la del hombre, demuestra claramente su naturaleza frugívora".

Otro  miembro  de  la  Sociedad  Real,  el  profesor  William  Lawrence,  dice:  "La dentadura del hombre en nada se parece a la de los animales carnívoros, y si examinamos su dentadura, sus mandíbulas y sus órganos digestivos, veremos que la estructura humana se parece muy estrechamente a la de los animales frugívoros".

El Dr. Spencer Thompson hace notar que: "Ningún filólogo negará que el hombre debería vivir únicamente de productos vegetales"; y el Dr. Sylvester Graham escribe: "la anatomía comparada demuestra que el hombre es por naturaleza un animal frugívoro, formado para nutrirse de frutos, semillas y vegetales harinosos".

La superioridad de la alimentación vegetariana no necesitará naturalmente de argumento alguno para aquellos que creen en la inspiración de las escrituras, pues se recordará que al hablar Dios a Adán en el jardín del Edén, dijo: "He aquí que os he dado toda yerba que lleva semilla que se halla sobre la faz de la tierra, y todo árbol en el que está el fruto de un árbol que produce semilla; esto os servirá de alimento". Sólo después de la caída del hombre, cuando la muerte apareció en el mundo, fue que vino con ella una muy degradante idea acerca del alimento, y si al presente deseamos volver de nuevo a las condiciones del jardín del Edén debemos principiar por abolir esta innecesaria matanza ejecutada para abastecernos de este: horrible y degradante alimento.

Mayor Fuerza

4º Porque los hombres son más vigorosos y mejores si se alimentan exclusivamente de vegetales. No ignoro que la gente dice: "Si no coméis carne la debilidad y la anemia se apoderará de vosotros". En realidad esto es absolutamente falso. Ignoro si existen personas que se sientan débiles porque se alimentan exclusivamente de vegetales; pero sí sé que en muchas luchas atléticas los vegetarianos han probado recientemente que eran los más fuertes y resistentes, como por ejemplo en las modernas razas alemanas, en donde todos los que conquistaron los sitios más preeminentes de la raza eran vegetarianos. Se han llevado a cabo un gran número de tales ensayos, los cuales han demostrado que, en igualdad de circunstancias, el hombre que toma un alimento puro resiste mejor. Aquí se trata de hechos, y en este caso los hechos deben colocarse enfrente de los necios prejuicios y la detestable sensualidad. La razón de esto fue claramente expuesta recientemente por el Dr. J. D. Craig, quien escribe: "los que se alimentan de carne ponderan frecuentemente el vigor y robustez del cuerpo, especialmente si viven la mayor parte del tiempo al aire libre; pero hay esta peculiaridad entre ellos, y es que no poseen la resistencia y el vigor de los vegetarianos. La razón de esto es que la carne se halla ya en vías de descomposición, por cuyo motivo su presencia en los tejidos es de corta duración. El impulso que recibe en el cuerpo del animal del cual fue tomada es reforzado por otro impulso del que la absorbe, y por esta razón la energía que contiene se agota pronto, y hay necesidad urgente de sustituirla por otra. Así, pues, el que se alimenta de carne puede hacer una gran suma de trabajo en poco tiempo si está bien repleta. Sin embargo, pronto siente hambre, y en este caso la debilidad se apodera de él. Por el contrario, los productos vegetales son de lenta digestión, pues contienen toda la provisión original de energía y ninguna substancia venenosa. Su descomposición es menos rápida que la de la carne, puesto que principia en el momento que se acaban de absorber y, por lo tanto, su energía se disipa más lentamente y con menos pérdidas, y la persona que sé nutre con ellos puede trabajar durante un largo período de tiempo sin alimentarse y sin sentir  desfallecimiento.  Las  personas  que  en  Europa  se  abstienen  de  comer  carne pertenecen a la clase mejor y más inteligente, y por lo que se refiere a la cuestión del vigor y resistencia, estas personas la han estudiado e investigado en todos sentidos. En Alemania e Inglaterra ha tenido lugar un gran número de notables luchas atléticas que exigían mucha resistencia y vigor entre los que se nutren de carnes y los vegetarianos, resultando que estos últimos salieron siempre victoriosos".
Si nos tomamos el trabajo de investigar, veremos que este hecho fue conocido desde antiguo, puesto que hasta en la historia más remota hallamos huellas del mismo. Se recordará que está universalmente admitido y reconocido que de todas las castas griegas la más fuerte y resistente era la de los espartanos, y la sencillez de su alimentación vegetal es un hecho de todos conocido.
Recordad también a los atletas griegos, los cuales se preparaban con el mayor cuidado para asistir a los Juegos Olímpicos e Ístmicos. Si leéis a los autores clásicos, hallaréis que esos hombres, que en su género sobrepujaban al resto del mundo, vivían de higos, nueces, queso y maíz.
En aquellos tiempos existían también los gladiadores romanos, cuya vida y fama dependían de su fuerza, a pesar de lo cual vemos que su alimento sólo consistía en tortas de avena y aceite, pues sabían perfectamente que este alimento era el más nutritivo y vigorizador.

Todos estos ejemplos nos demuestran que la general y persistente falsedad de que uno debe comer carne si quiere ser fuerte, no está basada en los hechos, sino que sucede todo lo contrario. Charles Darwin decía en una de sus cartas: "los más extraordinarios trabajadores que he visto, los peones de las minas de Chile, viven exclusivamente de vegetales, incluyendo varias semillas de plantas leguminosas". De estos mismos peones mineros, Sir Francis Head describe: "Es costumbre entre los mineros de la región central de Chile subir por una escalera de setenta y cinco metros de elevación cargados con un cesto de mineral de cobre de doscientas libras de peso doce veces al día, y sin embargo su alimento es puramente vegetal, pues para almorzar comen higos con pan, al mediodía habichuelas hervidas y al anochecer trigo tostado".

Mr. F. T. Wood en su Discoveries al Ephesus escribe: "En Esmirna los faquires turcos llevan  frecuentemente  de  cuatrocientas  a  seiscientas  libras  de  peso  sobre  sus espaldas, y el capitán me señaló un día a uno de sus hombres el cual había llevado un enorme fardo de mercancías que pesaba  ochocientas libras a un almacén que estaba situado en un punto elevado; de suerte que con este frugal alimento su fuerza era extraordinariamente grande".

De estos mismos turcos, Sir William Fairbairn ha dicho: "El turco puede vivir y luchar en donde los soldados de cualquiera otra nación se morirían de hambre. Sus sencillas costumbres, su  abstinencia  de  licores  embriagantes  y  el  nutrirse  sólo  de  vegetales,  le colocan en condiciones de poder soportar las mayores fatigas y penalidades, pudiendo de esta suerte vivir del modo más limitado, con los más sencillos alimentos".

Yo mismo puedo dar fe de la enorme fuerza desplegada por los vegetarianos faquires Tamiles del Sur de la India, pues con frecuencia les he visto llevar pesos que me asombraron. Recuerdo que hallándome en una ocasión sobre la cubierta de un buque, vi a uno de tales faquires cargarse una enorme caja sobre las espaldas y descender lenta pero seguramente por una gruesa tabla de madera hasta llegar a la playa y depositaria en un tinglado. El capitán que estaba a mi lado exclamó sorprendido: "A fe mía que se necesitarían cuatro faquires ingleses para trasladar esta caja a través de una tabla y colocarla en los docks de Londres". He visto, además, a otro de dichos faquires llevar un gran piano a una considerable distancia después que se lo hubieron cargado sobre las espaldas. Sin embargo, esos hombres son exclusivamente vegetarianos, puesto que viven principalmente de arroz y agua, que de vez en cuando mezclan con algún pequeño tamarindo.
Sobre este mismo asunto, el Dr. Alexander Haig, antes citado, escribe: "El resultado de haber conseguido librarme del ácido úrico ha sido hacer mis fuerzas corporales tan potentes como lo eran quince años atrás; y aun dudo que en esa época me hubiese sido posible entregarme a los trabajos a que ahora me entrego con absoluta impunidad, sin cansarme mientras trabajo, y hallándome ágil al siguiente día para volver a mi labor. Con frecuencia digo que al presente me es imposible fatigarme, y creo que relativamente es esto verdad". Este médico distinguido se hizo vegetariano debido al estudio que hizo de las enfermedades causadas por la presencia del ácido úrico en el organismo humano, descubriendo que el comer carne era el principal origen de este mortífero veneno. Se ocupa, además, de otro punto muy interesante, cual es el de que con el cambio de dieta se operó en él un cambio de carácter, pues mientras que antes se hallaba constantemente nervioso e irritado, ahora estaba mucho más "tranquilo y menos irritado, por lo cual comprendió que esto era debido al cambio de alimento.


Si deseamos más pruebas acerca de la verdad de lo que venimos sosteniendo, las tenemos patentes en el reino animal. Podemos observar que os animales carnívoros no son los más fuertes, y que todo el trabajo lo hacen los herbívoros, los caballos, mulas, bueyes, elefantes y camellos. Vemos que el hombre no puede utilizar al león ni al tigre, y que la fuerza de esos salvajes comedores de carne no es en modo alguno igual a la de aquellos que se la asimilan directamente del reino vegetal.

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