jueves, 13 de diciembre de 2018

DAMODAR: LOS ESCRITOS DE UN CHELA INDO


DAMODAR: LOS ESCRITOS 
DE UN CHELA INDO

Selecciones de las Notas Bibliográficas acerca de Damodar K. Mavalankar, tomadas de la obra Damodar: “The Writings of a Hindu Chela”, publicadas por The Theosophy Co, Los Angeles, California.

Las últimas palabras escritas por Damodar K. Mavalankar, que han sido  publicadas  son las siguientes:

''Tomé bhat (arroz) en la mañana y proseguí solo desde Kabi, enviando de vuelta mis cosas a Darjiling, con los coolíes".
Fueron escritas en un pequeño diario de bolsillo enviado a sus amigos cuando emprendió la última etapa desde Darjiling, en la India Británica, en  su  peregrinaje hacia las tierras más allá de las gigantescas cumbres de Kanchanjunga, que se elevan a veintiocho mil pies hacia el azulado firmamento.
Nos enteramos por la obra del Coronel H. S. Olcott, Old Diary Leaves (Hojas de un Viejo Diario), Vol. III, págs. 265-6, que:
"Desde que él se reunió con H.P.B. y conmigo, en Bombay, se entregó con ininterrumpida  energía e infatigable celo a la causa de la  humanidad. Un corazón más noble no latió nunca en un pecho humano y su partida fue  uno de los más duros  golpes  que  hemos  recibido. Como ya  dijimos,  él  había  quebrantado  su  salud física en el incesante trabajo que cumplía en la Sociedad, y cuando dejó Adyar había ya comenzado a expectorar sangre y a mostrar signos de un rápido decaimiento. Sin embargo, emprendió la ardua jornada a través del Himalaya con firme decisión,  indiferente  al  mordiente  frío ,  a las ventiscas, a la carencia de refugio y alimento, firmemente determinado a llegar hasta el Gurú que había visto por primera vez en su juventud cuando  yacía enfermo, a quien no veía desde hacía mucho, que había vuelto a encontrar  cuando ingresó a la Sociedad Teosófica, y a quien, a medida que se fueron desarrollando sus facultades espirituales, pudo buscar en el suksma sarira (cuerpo sutil. Eds.). Lo que le llevó a ser tan devotamente adicto y firmemente leal a H.P.B. fue el conocimiento de que su Gurú era uno de los Adeptos fundadores de nuestro  Movimiento, el asociado íntimo de "Upasika",  como él llamó subsecuentemente a  H.P.B. Yo (el Coronel Olcott), obtuve detalles de gran interés acerca de él. Damodar no quiso conservar más vestimenta que la ropa de asceta que llevaba puesta, ni la más mínima  porción de   arroz,  harina, granos y otras provisiones secas  que  le  habían dado sus amigos.  Lo  más  que  le  permitió al jefe de los  coolíes  fue  dejarle cocinar una docena de chapaties, o tortas sin levadura. La última vez que le vieron los coolíes fue cuando avanzaba trabajosamente con el rostro vuelto hacia la frontera tibetana y desaparecía tras una vuelta del camino".

Damodar K. Mavalankar ha de haber sido anteriormente "chela", o discípulo de uno de los  grande  Mahatmas  orientales,  o  Maestros de Sabiduría, y es de presumir que ésta  no sea la primera encarnación en la cual él holló el Sendero de la Iluminación.
La señora H.P. Blavatsky dijo acerca de él:
"Damodar estaba pronto desde su último nacimiento para entrar en el más elevado Sendero, y lo  sospechaba.  Había estado esperando el anhelado  permiso para ir al Tibet antes de la expiración de los siete años ... " (The Theosophist, agosto, 1932, págs. 623-4).

La importancia de esto en el Movimiento Teosófico radica en el hecho de que  Damodar fue un elevado ejemplo de la vida  teosófica. Casi únicamente él, entre cientos de otros sinceros aspirantes, fue considerado poseedor de las condiciones necesarias para emprender el camino hacia las montañas del Tíbet, donde moraban los fundadores de la  Sociedad Teosófica, los Mahatmas Koot Hoomi y Morya.
Esos miembros de la Gran Logia de Adeptos, uno de ellos un brahmán de Kashmir, el otro un Rajput, fueron quienes decidieron iniciar el Movimiento Teosófico en un período crítico, cuando en Occidente la arena del reloj de la vida espiritual había ya descendido mucho, y cuando aun el mismo antiguo hogar Aryavarta mostraba signos de degeneración y de desintegración.
Damodar pertenecía a  una  familia  rica  de la casta  brahmán  Karhada  Maharashtra.  Poco se conoce de sus primeros años, pero  se  sabe que desde los siete sintió vehemente deseo de entregarse a una vida de devoción, y en una ocasión en que se encontraba enfermo tuvo la visión de su futuro instructor, el Maestro Koot Hoomi, quien le aseguró que no moriría, que viviría para cumplir un trabajo  muy  necesario en el mundo. En H. P.  Blavatsky  él  encontró una persona que estaba en estrecho contacto

 
 con el Maestro en quien el confiaba,  y  también más antigua en el chelado y de  mucha más experiencia que él.
Damodar ingresó a la Sociedad Teosófica casi  a  los seis  meses  después  de  la  llegada de H.P. Blavatsky a la India, en  febrero  de  1879, y pronto estuvo  en  condiciones de  ayudarla  en su trabajo de editar la revista “The Theosophist”, iniciada en  octubre  del  mismo  año.  De acuerdo a las costumbres brahmánicas tuvo que pedir autorización a su padre para residir en la Sede Central de la Sociedad y adoptar  los modos de vida de  un  sannyasin,  uno  que abandona las ataduras y atracciones mundanas, para entregarse a la vida espiritual. Esto le fue permitido, pero él hizo algo más abandonando su casta, asunto que no era de  poca importancia.
El Maestro Morya, refiriéndose a las dificultades que tenían ciertos teósofos  indos, escribió en “The Mahatma Letters to A. P. Sinnett”  (Cartas de los Mahatmas a A. P.  Sinnett), página 462:
"A menos que un hombre esté preparado para ser un teósofo en todo, es decir, para proceder como procedió D. Mavalankar, abandonar del todo su casta, sus viejas supersticiones y demostrar ser un verdadero reformador permanecerá simplemente como miembro de la Sociedad, sin esperanza alguna de tener relación con nosotros".
De acuerdo a la costumbre inda, él había sido comprometido en matrimonio en su niñez, naturalmente que sin su consentimiento, y había llegado el momento en que se esperaba asumiera las responsabilidades de la vida matrimonial. Esto hubiera obstaculizado seriamente la realización de sus esperanzas de prepararse bajo la dirección de su Maestro, en el Tíbet. Su padre, un hombre de sentimientos generosos, simpatizaba con las aspiraciones de Damodar y consintió que abandonara las obligaciones maritales, un procedimiento reconocido en la India como perfectamente  honorable en el caso de un sannyasin.  Damodar  asignó a su familia su parte del derecho a las propiedades ancestrales, en el entendido de que debería proveerse a las necesidades de su esposa. Ella consintió en todo y se alojó en la residencia de su suegro. Cuando Damodar con H.P. Blavatsky y el Coronel Olcott fue formalmente recibido en la comunidad buddhista, durante su gira por Ceylán en 1880, sus ortodoxos parientes indos se sintieron hondamente perturbados y le exigieron que retomara a su casta. Como él rehusó, ellos abandonaron la Sociedad Teosófica y se  volvieron  sus  abiertos enemigos.
Durante el viaje Damodar estuvo muy ocupado en sus obligaciones como ayudante de  Secretario de Actas, correspondiendo con las nuevas Ramas y en otras actividades que fueron creándose y al mismo tiempo proseguía su desarrollo oculto ayudado por los Maestros, como lo dice en sus escritos publicados con el título de A Hindu Chela's Diary ( Diario de un Chela Indo) en las cuatro cartas que  escribió a W.Q. Judge fechadas el 24 de enero de 1880 y  14,  21 y 23 de junio de 1881. Las pocas experiencias ocultas que se le permitió mencionar en esas cartas son sumamente interesantes pues arrojan una vívida luz acerca de los métodos por los cuales un chela aceptado  puede  recibir   instrucción   personal y beneficios espirituales de sus Maestros,  aun cuando esté trabajando arduamente en las obligaciones corrientes de la vida diaria.
Se notará en la  carta  dirigida  a  W. Q. Judge en 1880, que ya habían sido previstas valiosas oportunidades para que el joven aspirante pudiera capacitarse. El ya se encontraba realizando la intensiva disciplina espiritual, obligatoria para los chelas de su grado que deben vivir en el mundo exterior. Observaba ya algunas reglas simples acerca de la dieta y de la meditación, y probó su  sinceridad y amor por la humanidad trabajando infatigablemente por la Teosofía. Renunció al puesto público que tenía y a otros intereses más para trabajar sin interrupción, desde la  mañana  hasta la noche, en pro de la Causa en su carácter oficial y en muchas otras actividades, especialmente ayudando a  H.P. Blavatsky a editar The Theosophist, lo cual se hacía con muchas dificultades. Escribió críticas literarias, "cartas abiertas" a los corresponsales, largos y profundos comentarios e informes acerca de actividades. Durante algún  tiempo  y  antes  de partir para el Tibet, ocupó el puesto importante de administrador. Dijo el Maestro Koot Hoomi, que Damodar era "indispensable en la Sede Central" y que debido a su labor desapegada y a su completa devoción estaba recibiendo la ayuda de Ellos, "por silenciosa  que ella fuera". No debe olvidarse que Damodar tenía un cuerpo físico muy frágil y que sufría una crónica mala salud, pero que nunca cejó por eso en su trabajo. El espíritu de inegoísta devoción que le inspiraba culminó en un rápido desarrollo psíquico y espiritual. Su intelecto se había desarrollado intensamente, como puede notarse por sus escritos. Los poderes ocultos comenzaron a  revelarse  de  manera  natural  y sin forzarlos, como debe ser en todos los casos de acuerdo a las enseñanzas. Pronto estuvo en condición de transmitir mensajes astrales en servicio de su  Maestro y de  emprender viajes astrales a voluntad cuando sus obligaciones lo requerían. A veces recibía instrucciones para curar enfermos, y en tales ocasiones se le "cargaba" del magnetismo necesario para esta clase de trabajo. Algunas de las comunicaciones de los Mahatmas, publicadas en The Mahatma Letters to A. P.Sinnett, fueron transmitidas por intermedio de Damodar.
El, como también H.P. Blavatsky, tenía un aura "magnética" en congénita simpatía con las de los Maestros, la que podía usar como foco de energía para transmisiones astrales. Citamos, en parte, dos descripciones de sus actividades en los planos internos, en noviembre de 1883 durante su viaje con Olcott y otros por el norte de la India, cuando sus poderes ocultos se estaban desarrollando rápidamente.  De acuerdo  al  Coronel  Olcott:

"Damodar me dio otra prueba de los poderes que había adquirido de  trasladarse a distancias en su "doble" astral. El fue a Adyar a entrevistarse  con H.P.B., y allí oyó la voz de un  Maestro enviando un mensaje para mí, y pidió a H.P.B. que me telegrafiara el contenido del mensaje para dejarme satisfecho de la realidad de estas cosas. Al relatarme los hechos, dictó el mensaje que había escuchado y todos los presentes en mi habitación  firmaron  un  certificado atestiguando lo sucedido. A la mañana siguiente me fue entregado por el cartero el esperado telegrama de H.P.B., siendo esta la costumbre en la India para la entrega de mensajes "diferidos". El telegrama corroboró el mensaje dictado y atestiguado de Damodar y los testigos presentes firmaron en el reverso del despacho". (Old Diary Leaves, Vol. 111, págs. 29-30).
He aquí otro caso que relata el Coronel Olcott:
"Al poner su cuerpo en sueño como de costumbre, Damodar se dirigió de inmediato a la casa del Maestro en los Himalayas, encontrándose al llegar que el Maestro  se  había  ausentado, también en su cuerpo astral, y por el  poder  de  atracción que ejerce el Maestro sobre su discípulo, Damodar se  sintió  arrastrado  por una fuerza tan poderosa e  instantánea, como si se hubiera aventurado en  la  profunda e impetuosa corriente de un río y hubiera perdido pie. El  próximo minuto él se encontró en Adyar, en presencia de su Maestro y de H. P.  B.".  ( Obra  citada pág. 31).

El Coronel Olcott describe otra visita astral de Damodar a,  H.P.B., ocurrida cerca de una semana más tarde en el tren que se dirigía a Lahore. Poco tiempo después, cuando Damodar y Olcott se encontraban en Lahore, los dos tuvieron el privilegio de encontrarse y conversar con el Mahatma Koot Hoomi en su cuerpo físico. Se acercaba el momento en que terminaría el período probatorio de Damodar, considerablemente abreviado por su rápido adelanto, y se le permitiría comenzar su entrenamiento en el Tíbet. El 25 de noviembre de 1883, poco después de su encuentro con el Mahatma en Lahore y cuando Damodar y Olcott se encontraban descansando unos pocos días en Jammu, en Cachemira, como huéspedes del Maharaja, los Maestros llamaron a  Damodar a uno de sus retiros (ashramas)  que  no se encontraba muy alejado en la selva. Damodar partió de inmediato sin siquiera avisar a Olcott, quien se alarmó por su desaparición hasta que H.P.B. le telegrafió desde Adyar que el Maestro le había dicho que Damodar retornaría. Retornó antes de tres días completamente cambiado. Un hombre "aparentemente  robusto, endurecido, de porte intrépido y enérgico; casi nos era imposible creer que era el mismo hombre". Así escribió Olcott acerca de él.
La experiencia de Damodar en el ashrama de su Maestro fue evidentemente una preparación para su viaje al Tibet. H.P. Blavatsky y el Coronel Olcott sentían el mayor respeto y afecto por él, y la elevada estimación en que le tenían los  Maestros está descrita en una carta de  Olcott a Miss Francesca Arundale, del 9 de febrero de 1885. En ella dice que Damodar partía para el Tíbet y que el Maestro había arreglado de forma que si H.P. Blavatsky, que estaba muy enferma, fallecía antes de que Damodar retornara para tomar su lugar como eslabón entre los Maestros y  la Sociedad Teosófica, Olcott tendría que llenar el vacío por un tiempo. William Q. Judge correspondía frecuentemente con Damodar de quien tenía una muy elevada opinión.

El 31 de marzo de 1885, H. P. B. se embarcó para Europa con la misión de escribir, en relativa tranquilidad, su gran obra “La Doctrina Secreta”. Damodar dejó Adyar el 23 de febrero, iniciando la primera etapa de su  largo viaje. En su camino se detuvo en Calcuta, Benarés, Darjiling y Sikkim. En Benarés tuvo largas conversaciones con la mujer asceta que llamaban Maji (En “A Hindu Chela's Diary” (Diario de Viaje de un  Chela) Damodar narra su  encuentro  con  Maji  y  su entrevista en el ashrama de los Maestros.- Eds ) Tuvo que esperar en Benarés durante unos quince días  hasta que recibió orden de emprender la marcha de inmediato hacia Sikkim, donde le esperaría  un  distinguido personaje bajo cuya protección había de viajar hasta la "Tierra  Prohibida". El 23 de abril de  1885,  comenzaron  el  peligroso cruce de los Himalayas.
En ocasiones, durante la estadía de H. P. Blavatsky en Würzburg en 1885-6, los Maestros y algunos de sus chelas la visitaban en sus vehículos astrales. La condesa Wachtmeister, una  extraordinaria  clarividente también los vio. 
El  4-6   de  enero  de 1886  escribió H.P. Blavatsky a A. P. Sinnett:
"Vi a Damodar anoche. . .¡Feliz  Damodar! Fue hacia la Tierra de la Bienaventuranza, al Tíbet, y debe ahora estar muy lejos, en las regiones de nuestros Maestros".

C. J. Ryan.


Las Razas Humanas, CUARTA CONFERENCIA, Parte IV


Las Razas Humanas
     CUARTA CONFERENCIA     

Parte IV

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Cuando el Manu hubo formado el tipo de Su Raza, la condujo hacia el Asia Central, y allí se estableció por un largo periodo de tiempo, y allí se fijo la residencia de la Raza, de donde debían surgir sus diversos brotes. Entonces tuvo lugar la primera gran emigración, hace de ello quizás unos 850.000 años. La primera subraza llamada a menudo la Aria, aunque este nombre abarca a toda la quinta Raza- fue conducida hacia el sur, a través del gran cinturón de los Himalayas, y se estableció en la India del norte, en Aryavarta. A su cabeza estaban los "siete Rishis"; Marichi, Atri, Pulastya, Pulaha (Kavi?), Angiras (Kratn?, Kardama), y Daksha -variando estos nombres en los distintos catálogos- los cuales habían durante largo tiempo dirigido su evolución. En el Manusmriti vemos estos nombres tales como acabamos de darlos, excepto que Daksha es llamado Prachetas. Con estos se hallaban además otros tres, completando así los "diez Rishis", Vashishtha, Bhrigu y Narada. Estos Rishis condujeron a la primera subraza hacia la India, dividida ya en cuatro castas por el Manu, habiendo los Pitris Barhishad -como hemos visto al estudiar la evolución física prestado su concurso para la formación del tipo del cuerpo sutil para cada casta. No disponemos de tiempo aquí para trazar la dilatada historia de esta gran subraza; por otra parte, ella nos es más o menos familiar a todos. Bajo la dirección de sus Reyes divinos peleo contra los pueblos que ocupaban las tierras de donde procedía; contra los Titanes que quedaban de la tercera Raza, y contra los Daityas y Rakshasas de la cuarta. ¿Quién no conoce la historia de Ramachandra peleando contra los Rakshasas bajo las órdenes de su gran Rey Ravana, y extendiendo su imperio desde los Himalayas hasta el mar del sur? Debe bastarnos el recordar que estos Arios recibieron directamente el Zodiaco de manos de los Hijos de voluntad y de yoga, quienes vivieron entre ellos como Instructores -de "Las Serpientes que volvieron a descender, que hicieron la paz con la quinta, y que la enseñaron e instruyeron" (Stanzas, D. S., II, 24.),
se nos dice- que trajeron consigo del Asia Central el lenguaje senzar, la "lengua sacerdotal secreta", el verdadero "lenguaje de los Dioses", del cual se derivo el sánscrito, la lengua del misterio de los Iniciados todavía, y que de entre ellos surgieron los veinticuatro Buddhas, todavía reverenciados entre los Jainas como los veinticuatro Tirthamkaras.
La segunda subraza de la quinta Raza, la Ario-Semítica, emigro desde el Asia Central hacia el occidente; pobló el Afghanistan, paso a lo largo del Oxus, y, cruzando el Eufrates, penetro en la Arabia y la Siria. Esta subraza, deteniéndose a lo largo de esta marcha, arianizó un gran número de tribus turanias y akkadias, y los grandes Imperios de Asiria y Babilonia surgieron como resultado de sus energías. Como ya se ha dicho, los fenicios, los últimos egipcios y los antiguos griegos procedieron de su unión con la séptima subraza Atlante. "Las últimas siete dinastías de que se habla en los anales egipcios y caldeos", dice H. P. B., pertenecen a la quinta Raza (D. S., II, 447). Algunos brotes de esta Raza se dirigieron hacia el oriente, y mezclándose con la subraza mongola que habitaba a lo largo del litoral de la China, dio nacimiento a los chinos de las costas, así como a la familia que actualmente se sienta en el Trono del Dragón de China.
La tercera subraza, la Irania, se dirigió, siguiendo las huellas de la segunda, y guiada por Zarathustra, hacia el norte y oriente, pero en su mayor parte se estableció en el Afghanistan y Persia, viviendo el gran Profeta en este último paso. Algunos de sus brotes llegaron hasta la Arabia, y luego penetraron en Egipto, mezclándose allí con los egipcios atlantes.
Estas dos últimas subrazas atrajeron a la población de la cuarta Raza al culto de Surya, el Sol, a cuyos sacerdotes se les daba el nombre de Magas. Estos Magas pretendían proceder de Shakudvipa, o Shvetadvipa, la Isla Blanca, y esta pretensión estaba bastante bien fundada, teniendo en cuenta su remoto origen, pues toda verdadera doctrina procedió de los Moradores de esta Tierra Bendita, ya sea que este nombre se emplease para significar la Imperecedera Tierra Sagrada, o en sustitución del de Ciudad Santa, Shamballah, situada en el Desierto de Gobi. Dirigidos por los Instructores de la segunda subraza, estos Imperios abrazaron el Sabeísmo, el culto de los Seres que gobiernan las esferas celestes, los "Ángeles de las Estrellas", y el culto caldeo rayo a las mayores alturas de sabiduría y pureza, pues los Magos, caldeos eran astrónomos y astrólogos que estaban profundamente versados en la ciencia de los cuerpos celestes, y ellos eran quienes dirigían el Estado por medio de instrucciones basadas en el estudio de las estrellas. En los tiempos de la tercera subraza, dirigida por sus Instructores, a cuya cabeza se hallaba el primer Zarathushtra -cuyo nombre paso desde uno a otro Instructor hasta el numero de catorce- fue prohibido el culto de los Ángeles de las Estrellas a consecuencia de los abusos que se cometían, y se dio al Fuego como al único símbolo permisible de la Deidad. Los sabios de Persia, llamados también frecuentemente Magos, eran más partidarios de la química que de la astronomía, y esto era debido en parte a la gran importancia que la primera tiene por lo que a la agricultura se refiere, a la cual la subraza Irania se dedicaba preferentemente. Esta preferencia por la química les condujo a un gran desarrollo de la alquimia, y muchas huellas de su poder pueden encontrarse en Egipto con respecto a la misma.
La cuarta subraza, la Celtica, emigró, dirigida por Orfeo, hacia occidente, pasando mas allá de los limites de sus predecesoras. Primero pobló la Grecia con los últimos griegos; luego se esparció por Italia y hacia el norte de Francia, y más todavía hacia el norte, penetro en las antiguas tierras Atlantes de Irlanda y Escocia, poblando, además, la más joven tierra de Inglaterra. Es interesante observar de qué modo la familiar simbología del Dragón y de la Serpiente, como nombres aplicados a los Iniciados elevados, aparecen entre todos estos pueblos tan estrechamente relacionados. Los Hierofantes de Babilonia y Egipto, los druidas, los fenicios, todos son hijos del Dragón o Serpientes. Este símbolo procedió de los Atlantes, y hasta de los Lemures, y así paso sucesivamente a la quinta Raza.
En México, y esparcido por América se presenta a cada paso como uno de los símbolos universales perteneciente a los primitivos Instructores de la humanidad.
La quinta subraza,  la  Teutónica,  emigro  también  hacia  occidente,  poblando  toda  la  Europa  Central,  y actualmente se está esparciendo por el mundo. Ha poblado la mayor parte de la América del Norte, expulsando al antiguo tronco Atlante. Se ha posesionado de Australia y de Nueva Zelanda, los restos de la todavía más antigua Lemuria, y las pobres reliquias de esta decadente Raza se van extinguiendo ante ella. Alta pasea su orgullosa cabeza sobre las comarcas del globo, destinada a constituir un vasto Imperio, y a dirigir los destinos de la civilización. Sin embargo, también fenecerá a medida que se vayan sucediendo las edades, y Krauncha seguirá a Plaksha, Shalmali y Kusha. Entonces debe alzarse Shaka como continente de la sexta Raza Raíz, surgiendo del punto en donde se halla actualmente la América del Norte, pues la mayor parte de esta tierra había sido previamente cuarteada por los terremotos y fuegos volcánicos. Shaka fenecerá a su vez sumergido por las olas, como lo fue Kusha; y Pushkara, el séptimo continente, surgirá y florecerá, siendo su centro cerca del punto en donde ahora se halla enclavada la América del Sur. Entonces llegará el fin de nuestro globo, la conclusión de su larga y extraordinaria historia, sumergiéndose en un sueño tranquilo, después de su dilatado día de labor y vigilia. Pues los mundos fenecen; una Ronda se sucede a otra Ronda, una Cadena sigue a otra Cadena; pero el Espíritu eterno que ahora se reviste de cuerpos humanos, el, el solo persiste, y el persiste eternamente.



miércoles, 12 de diciembre de 2018

Las Razas Humanas, CUARTA CONFERENCIA. Parte III


Las Razas Humanas
     CUARTA CONFERENCIA     

Parte III

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Los grandes poderes súper físicos de los Asuras, convertidos ahora en Magos negros del tipo más terrible, impusieron un reinado de terror en aquella parte de la tierra que dominaban. Con el fin de aterrorizar y oprimir, se recurrió a las más negras practicas de la magia. Ayudados por las mujeres semianimales de los de cabeza estrecha de la tercera Raza, y por procedimientos mágicos de indecible asquerosidad, producían monstruos poderosos, los cuales poseían la fuerza del bruto y la astucia del salvaje, y animaban estas viles formas con elementales de los peores tipos. Estos elementales eran sus guardas y mensajeros, los símbolos terribles de su poder y los Señores de la Faz Oscura se elevaron a las alturas del poder, y personificaron a ahamkara, convirtiéndose en los verdaderos Reyes del Averno.
De este modo fueron amalgamadas en torno de un centro único todas las fuerzas de la materia, mientras que por otra parte el Emperador Blanco reunía las suyas para resistir. Entre tanto en las esferas elevadas continuaban los preparativos para el futuro. Entre los Hijos de la Luz, algunos de los cuales habían alcanzado la iluminación suprema, y se habían convertido en Buddhas, existía una gran reserva de fuerza espiritual dispuesta para la elevación del mundo, después de su sumersión en la materia. Doscientos mil años debían pasar todavía antes de que tuviese lugar la gran lucha, cuando los Dragones de Sabiduría comisionaron a uno de sus miembros, Vaivasvata, para elegir de entre la turbulenta quinta subraza, la Semítica, las semillas de la quinta Raza Raíz, y conducidas a la Imperecedera Tierra Sagrada, la cuna, como se ha dicho antes, de cada Raza Raíz. Un millón de años han transcurrido desde que las semillas de la quinta Raza fueron segregadas de la cuarta. Hacia esta inexpugnable fortaleza fueron conducidas sucesivas emigraciones que debían constituir la Raza Elegida, a fin de preservarla de las agitaciones venideras, y tenerla lejos de las escenas de lucha y exterminio. En esta pacifica y risueña tierra podemos ver a Vaivasvata aleccionando a Sus discípulos y a la infantil y aun embrionaria Raza. En ella existe el futuro Zarathushtra, el futuro Hermes, el futuro Orfeo, el futuro Gautama, el futuro Maitreya y muchos otros, velando todos sobre la progresiva semilla. Pero debemos dejar esta pacifica escena y volver a las convulsiones y tumultos de la turbulenta Raza cuarta. Los ejércitos de los Señores de la Faz Oscura principiaron entonces a avanzar hacia el norte, y entre estos y los del Emperador Blanco se libraron una larga serie de combates. Unas veces salían victoriosas las fuerzas oscuras y otras veces las blancas, a pesar de lo cual la balanza de la victoria se inclinaba a favor de las primeras, pues el ciclo era contrario al triunfo del Espíritu, era el tiempo del triunfo de la Materia. Por doquier fluían huestes que se alistaban en las banderas de los Señores Oscuros, pues estos apelaban a las pasiones del lado animal del hombre, fomentando un odio feroz contra los partidarios de la Buena Ley, el odio que siempre siente el lujurioso por el "pálido asceta", el odio del impúdico hacia aquellos cuya pureza es un constante reproche para el. Lentamente, y en medio del flujo y reflujo de las victorias y derrotas, y entre fieros combates y grandes matanzas, la corriente de las fuerzas oscuras prosiguió avanzando. Al fin el Emperador Blanco fue arrojado de su capital, y la Ciudad de las Puertas de Oro, en donde los Reyes divinos habían gobernado, y que había estado embalsamada por los efluvios espirituales que emanaban de los Santos Seres, fue presa de los Señores de la Faz Oscura, y el Emperador Oscuro, el famoso Hiranyakha, fue entronizado en el sitio en donde la Buena Ley había sido proclamada. Se hallo a la Cueva de la Iniciación convertida en un montón de ruinas; a las grandes columnas de la entrada divididas en dos partes, y la bóveda hecha pedazos. Pero en el Templo de Oro, en donde había oficiado un Sacerdocio divino, la sangre de inocentes animales fluyo en inmundas corrientes, y allí donde el Disco del Sol había brillado, las grandes estatuas de los magos negros proyectaron su siniestra mirada.
Al fin la copa del mal se lleno. Unos 50.000 años habían pasado desde la profanación del Templo de Oro. La hechicería había sentado sus reales por doquier, y la etapa más inferior de materialidad había sido alcanzada. Habla llegado el momento en que la tierra debía ser aligerada de la carga de crueldad, lujuria y opresión bajo la cual estaba sumida.
Los Dragones de Sabiduría vieron que habían llegado los tiempos, y que las fuerzas de la naturaleza debían ser dirigidas contra "la oscura casta de los hechiceros". Con este objeto se circularon desde Shambhallah las órdenes oportunas, así para llevar a cabo la sumersión de esta tierra profanada hasta lo indecible, como para salvar a los que quisieran obedecer la intimación de abandonarla, puesto que estaba condenada a perecer. Acerca de este punto dice el Comentario: "Y el gran Rey de la Brillante Faz, el jefe de todos los de la faz amarilla, se entristeció, al ver los pecados de los de la faz negra. Así, pues, mando sus vehículos aéreos a todos sus jefes hermanos con hombres piadosos que los  tripulaban,  diciendo:  Preparaos.  Levantaos vosotros, hombres de la Buena Ley, y cruzad la tierra mientras está seca. Los Señores de la Tempestad se aproximan. Sus carros se hallan próximos a la tierra. Solo una noche y dos días más deben vivir los Señores de la Faz Oscura sobre esta paciente tierra. Ella está condenada a perecer, y ellos deben sumergirse con ella. Los Señores inferiores de los Fuegos están preparando sus mágicas armas. Pero los Señores de Mirada Tenebrosa son más fuertes que ellos, y estos últimos son sus esclavos. Ellos son hábiles en el ejercicio de las armas. Venid y emplead las vuestras. Que los Señores de la Faz Brillante hagan que los vehículos aéreos de los Señores de la Faz Oscura pasen a sus manos, a fin de que ninguno de ellos pueda por su medio escapar a las aguas, evitar el castigo de los Cuatro, y salvar a sus perversos secuaces. Que los de Faz Amarilla suman en el sueño a todos los de Faz Negra. Que asimismo se les evite todo dolor y sufrimiento. Que los hombres adictos a los Dioses Solares impidan que los que se hallan bajo el imperio de los Dioses Lunares, sufran o escapen a su destino. Y que los de Faz Amarilla den su agua de vida a los animales parlantes de los de Faz Negra para que no despierten a sus amos. La hora ha sonado; la negra noche se acerca ... Que su destino se cumpla. Nosotros somos los servidores de los grandes Cuatro. Que vuelvan los Reyes de Luz... Llovieron estrellas (meteoros) sobre las tierras de las Fases Negras; pero ellos dormían. Las bestias parlantes permanecían tranquilas. Los Señores inferiores esperaban ordenes, pero estas no llegaron porque sus amos dormían. Las aguas se elevaron y cubrieron los valles desde uno a otro extremo de la tierra. Las tierras elevadas permanecieron en pie; la parte baja de la tierra continuo seca. Allí moraban los que escaparon a la catástrofe; los hombres de Faz Amarilla y de corazón puro. Cuando los Señores de la Faz Oscura despertaron y buscaron sus vehículos aéreos para escapar de las aguas, no los encontraron"(Comentario, D. S., II, 445-446)
Este es un fragmento de la historia tal como se cuenta en el Comentario. Los "animales parlantes" son los monstruos antes mencionados, y el "agua de vida" es la sangre.
Los hombres de la Buena Ley escaparon al desastre que amagaba, y entonces la tempestad estallo. Furiosas ráfagas de un viento impetuoso convirtieron las aguas del océano en elevadas montañas; convulsiones subterráneas precipitaban inmensas olas sobre la tierra que crujía; lluvias torrenciales sumergieron los valles y cañadas convirtiendo los ríos en cataratas; los montes y cerros, sacudidos y cuarteados por los terremotos, eran lanzados por los aires, y caían en avalanchas de fragmentos sobre la llanura. Parecía que la tierra se dividía y desgarraba sacudida por los choques de las rugientes olas, por el furioso ímpetu de los desbordados ríos, y por el ensordecedor estruendo de las aguas mezclado con los gritos de los hombres y los aullidos de los animales que se ahogaban. De este modo feneció la gloria de los Atlantes, sepultada debajo de las aguas, dejando el recuerdo de un diluvio que se exagero en la literatura de las naciones, y dando lugar a muchas leyendas y poesías en tiempos posteriores.
De este modo fue la tierra aligerada de su pesada carga, y el Negro Arte recibió un golpe del que jamás se ha repuesto. Y los mismos Asuras recibieron una lección que labro su redención, y los condujo gradualmente hacia un progreso estable y seguro. La cuarta subraza, la Turania, no debe interesarnos mucho.
Sus individuos eran preeminentemente los Rakshasas, gigantes de un tipo brutal y feroz, y sus guerras con la joven quinta Raza ocupan bastante lugar en la historia de la India. Como hemos visto, de la quinta subraza, la Semítica, procedieron las semillas de la quinta Raza. Sus individuos eran un pueblo de carácter turbulento y guerrero y una rama de una de sus familias, elegida por el Manu Vaivasvata para semilla de la quinta Raza, y rechazada después porque carecía de plasticidad, es la muy lejana antecesora del pueblo judío.
La sexta rubraza, la Akkadia, nació después de la catástrofe que destruyo las dos terceras partes de la subraza Tolteca, dirigiéndose la tercera parte que sobrevivió hacia el norte y mezclándose más adelante con la naciente quinta Raza. Los pelasgos descienden de esta sexta subraza, con alguna mezcla de la sangre de la séptima subraza. Los etruscos y cartagineses se derivan de la misma raíz, así como también los escitas.
La séptima subraza, la mongola, se desarrollo de la Turania, la cuarta subraza y de ellas descienden los chinos del interior, no los del litoral; los malayos, tibetanos, húngaros, finlandeses y esquimales. Algunos de sus retoños se mezclaron con los toltecas en Norteamérica, y así los pieles rojas tienen alguna sangre Mongolia. Los japoneses son uno de sus últimos retoños.  Una gran parte de esta subraza  se  dirigió  hacia  occidente, estableciéndose en el Asia Menor, Grecia y comarcas contiguas. Allí se hermoseo debido a la mezcla de la sangre de la quinta Raza, de la segunda subraza de la quinta, y dio nacimiento a los antiguos griegos y fenicios. Después de la desaparición de Poseidonis, la postración y decaimiento de las dispersas tribus Atlantes fue rápida, aunque los Atlantes del este de Asia se conservaron incólumes. Los polinesios, samoanos y tongas son reliquias sobrevivientes. Algunas de estas tribus se degradaron hasta el punto de mezclarse con las híbridas criaturas que fueron el producto del pecado de los sin mente. Otras se mezclaron con los degradados restos de la séptima subraza de los Lémures, y los Veddas de Ceilán son los descendientes de semejantes enlaces, del mismo modo que lo son los hombres velludos de Borneo, los isleños de Andaman, los bosquimanos, y algunos aborígenes australianos. La mayor parte de los habitantes de la tierra pertenecen todavía a la cuarta Raza, pero los únicos que al parecer tienen algún porvenir ante si, son los japoneses, y quizás los chinos. Dirijámonos ahora hacia el norte, hacia la Tierra Sagrada, y veamos a nuestro Manu, al santo Vaivasvata, desenvolviendo con una paciencia infinita a Su Raza elegida.
Edades tras edades trabaja El allí; El y Su hueste de cooperadores, formando el núcleo de la futura humanidad, combatiendo lo que es malo, estimulando lo que es bueno, alentando, advirtiendo, persuadiendo, corrigiendo.
Allí el quinto sentido es añadido a los otros cuatro, y el hombre es formado tal como lo conocemos ahora. Allí El dirige el renacimiento de los grandes Asuras, y les enseña a emplear sus poderes para más nobles fines. Allí El atrae a las más brillantes inteligencias, a los caracteres más puros, para que renazcan en las formas que El desarrolla. Y allí moran estas inteligencias bajo la protección de la Estrella Polar, lejos de los tumultos y convulsiones de la tierra, modelándose gradualmente en un nuevo y más perfecto tipo.
Mientras tanto la superficie del globo sufre múltiples transformaciones con respecto a sus tierras y mares. El nuevo continente Krauncha, Europa, Asia, África, América y Australia actuales no ha nacido todavía. Con grandes dificultades aparecen una porción después de otra, en tanto que otras porciones se sumergen, hasta que la gran convulsión de hace 200.000 años deja a Poseidonis sola en medio del Atlántico, y a la configuración de los grandes continentes casi tal como es hoy día. Este quinto "continente" - incluyendo este término toda la superficie de la tierra preparada para una Raza Raíz- perecerá en el decurso de las edades debido a los terremotos y fuegos volcánicos, casi del mismo modo que pereció la Lemuria en los antiguos tiempos. El mundo es destruido por turno unas veces por el fuego y otras por el agua, y nuestro mundo perecerá por el fuego, como le sucedió a la Lemuria. La quinta Raza se desarrollo bajo la protección de Buddha -Mercurio- pues el desenvolvimiento de la mente era su principal objetivo, y así el planeta del conocimiento derramo sus benéficos efluvios sobre ella a la hora de su nacimiento.
De aquí que, en los relatos Puranicos, se diga que Buddha es el hijo de Indu, siendo Indu, la Luna, el Señor de la cuarta Raza, el progenitor, y Buddha, el Señor de la quinta Raza, la progenie.