jueves, 13 de diciembre de 2018

Las Razas Humanas, CUARTA CONFERENCIA, Parte IV


Las Razas Humanas
     CUARTA CONFERENCIA     

Parte IV

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Cuando el Manu hubo formado el tipo de Su Raza, la condujo hacia el Asia Central, y allí se estableció por un largo periodo de tiempo, y allí se fijo la residencia de la Raza, de donde debían surgir sus diversos brotes. Entonces tuvo lugar la primera gran emigración, hace de ello quizás unos 850.000 años. La primera subraza llamada a menudo la Aria, aunque este nombre abarca a toda la quinta Raza- fue conducida hacia el sur, a través del gran cinturón de los Himalayas, y se estableció en la India del norte, en Aryavarta. A su cabeza estaban los "siete Rishis"; Marichi, Atri, Pulastya, Pulaha (Kavi?), Angiras (Kratn?, Kardama), y Daksha -variando estos nombres en los distintos catálogos- los cuales habían durante largo tiempo dirigido su evolución. En el Manusmriti vemos estos nombres tales como acabamos de darlos, excepto que Daksha es llamado Prachetas. Con estos se hallaban además otros tres, completando así los "diez Rishis", Vashishtha, Bhrigu y Narada. Estos Rishis condujeron a la primera subraza hacia la India, dividida ya en cuatro castas por el Manu, habiendo los Pitris Barhishad -como hemos visto al estudiar la evolución física prestado su concurso para la formación del tipo del cuerpo sutil para cada casta. No disponemos de tiempo aquí para trazar la dilatada historia de esta gran subraza; por otra parte, ella nos es más o menos familiar a todos. Bajo la dirección de sus Reyes divinos peleo contra los pueblos que ocupaban las tierras de donde procedía; contra los Titanes que quedaban de la tercera Raza, y contra los Daityas y Rakshasas de la cuarta. ¿Quién no conoce la historia de Ramachandra peleando contra los Rakshasas bajo las órdenes de su gran Rey Ravana, y extendiendo su imperio desde los Himalayas hasta el mar del sur? Debe bastarnos el recordar que estos Arios recibieron directamente el Zodiaco de manos de los Hijos de voluntad y de yoga, quienes vivieron entre ellos como Instructores -de "Las Serpientes que volvieron a descender, que hicieron la paz con la quinta, y que la enseñaron e instruyeron" (Stanzas, D. S., II, 24.),
se nos dice- que trajeron consigo del Asia Central el lenguaje senzar, la "lengua sacerdotal secreta", el verdadero "lenguaje de los Dioses", del cual se derivo el sánscrito, la lengua del misterio de los Iniciados todavía, y que de entre ellos surgieron los veinticuatro Buddhas, todavía reverenciados entre los Jainas como los veinticuatro Tirthamkaras.
La segunda subraza de la quinta Raza, la Ario-Semítica, emigro desde el Asia Central hacia el occidente; pobló el Afghanistan, paso a lo largo del Oxus, y, cruzando el Eufrates, penetro en la Arabia y la Siria. Esta subraza, deteniéndose a lo largo de esta marcha, arianizó un gran número de tribus turanias y akkadias, y los grandes Imperios de Asiria y Babilonia surgieron como resultado de sus energías. Como ya se ha dicho, los fenicios, los últimos egipcios y los antiguos griegos procedieron de su unión con la séptima subraza Atlante. "Las últimas siete dinastías de que se habla en los anales egipcios y caldeos", dice H. P. B., pertenecen a la quinta Raza (D. S., II, 447). Algunos brotes de esta Raza se dirigieron hacia el oriente, y mezclándose con la subraza mongola que habitaba a lo largo del litoral de la China, dio nacimiento a los chinos de las costas, así como a la familia que actualmente se sienta en el Trono del Dragón de China.
La tercera subraza, la Irania, se dirigió, siguiendo las huellas de la segunda, y guiada por Zarathustra, hacia el norte y oriente, pero en su mayor parte se estableció en el Afghanistan y Persia, viviendo el gran Profeta en este último paso. Algunos de sus brotes llegaron hasta la Arabia, y luego penetraron en Egipto, mezclándose allí con los egipcios atlantes.
Estas dos últimas subrazas atrajeron a la población de la cuarta Raza al culto de Surya, el Sol, a cuyos sacerdotes se les daba el nombre de Magas. Estos Magas pretendían proceder de Shakudvipa, o Shvetadvipa, la Isla Blanca, y esta pretensión estaba bastante bien fundada, teniendo en cuenta su remoto origen, pues toda verdadera doctrina procedió de los Moradores de esta Tierra Bendita, ya sea que este nombre se emplease para significar la Imperecedera Tierra Sagrada, o en sustitución del de Ciudad Santa, Shamballah, situada en el Desierto de Gobi. Dirigidos por los Instructores de la segunda subraza, estos Imperios abrazaron el Sabeísmo, el culto de los Seres que gobiernan las esferas celestes, los "Ángeles de las Estrellas", y el culto caldeo rayo a las mayores alturas de sabiduría y pureza, pues los Magos, caldeos eran astrónomos y astrólogos que estaban profundamente versados en la ciencia de los cuerpos celestes, y ellos eran quienes dirigían el Estado por medio de instrucciones basadas en el estudio de las estrellas. En los tiempos de la tercera subraza, dirigida por sus Instructores, a cuya cabeza se hallaba el primer Zarathushtra -cuyo nombre paso desde uno a otro Instructor hasta el numero de catorce- fue prohibido el culto de los Ángeles de las Estrellas a consecuencia de los abusos que se cometían, y se dio al Fuego como al único símbolo permisible de la Deidad. Los sabios de Persia, llamados también frecuentemente Magos, eran más partidarios de la química que de la astronomía, y esto era debido en parte a la gran importancia que la primera tiene por lo que a la agricultura se refiere, a la cual la subraza Irania se dedicaba preferentemente. Esta preferencia por la química les condujo a un gran desarrollo de la alquimia, y muchas huellas de su poder pueden encontrarse en Egipto con respecto a la misma.
La cuarta subraza, la Celtica, emigró, dirigida por Orfeo, hacia occidente, pasando mas allá de los limites de sus predecesoras. Primero pobló la Grecia con los últimos griegos; luego se esparció por Italia y hacia el norte de Francia, y más todavía hacia el norte, penetro en las antiguas tierras Atlantes de Irlanda y Escocia, poblando, además, la más joven tierra de Inglaterra. Es interesante observar de qué modo la familiar simbología del Dragón y de la Serpiente, como nombres aplicados a los Iniciados elevados, aparecen entre todos estos pueblos tan estrechamente relacionados. Los Hierofantes de Babilonia y Egipto, los druidas, los fenicios, todos son hijos del Dragón o Serpientes. Este símbolo procedió de los Atlantes, y hasta de los Lemures, y así paso sucesivamente a la quinta Raza.
En México, y esparcido por América se presenta a cada paso como uno de los símbolos universales perteneciente a los primitivos Instructores de la humanidad.
La quinta subraza,  la  Teutónica,  emigro  también  hacia  occidente,  poblando  toda  la  Europa  Central,  y actualmente se está esparciendo por el mundo. Ha poblado la mayor parte de la América del Norte, expulsando al antiguo tronco Atlante. Se ha posesionado de Australia y de Nueva Zelanda, los restos de la todavía más antigua Lemuria, y las pobres reliquias de esta decadente Raza se van extinguiendo ante ella. Alta pasea su orgullosa cabeza sobre las comarcas del globo, destinada a constituir un vasto Imperio, y a dirigir los destinos de la civilización. Sin embargo, también fenecerá a medida que se vayan sucediendo las edades, y Krauncha seguirá a Plaksha, Shalmali y Kusha. Entonces debe alzarse Shaka como continente de la sexta Raza Raíz, surgiendo del punto en donde se halla actualmente la América del Norte, pues la mayor parte de esta tierra había sido previamente cuarteada por los terremotos y fuegos volcánicos. Shaka fenecerá a su vez sumergido por las olas, como lo fue Kusha; y Pushkara, el séptimo continente, surgirá y florecerá, siendo su centro cerca del punto en donde ahora se halla enclavada la América del Sur. Entonces llegará el fin de nuestro globo, la conclusión de su larga y extraordinaria historia, sumergiéndose en un sueño tranquilo, después de su dilatado día de labor y vigilia. Pues los mundos fenecen; una Ronda se sucede a otra Ronda, una Cadena sigue a otra Cadena; pero el Espíritu eterno que ahora se reviste de cuerpos humanos, el, el solo persiste, y el persiste eternamente.



1 comentario:

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