LA HUMANIDAD EN EVOLUCION
Hay pocos temas que estimulen los fuegos de la
controversia como ese de la evolución. La mejor serie las cuales he oído sobre
el tópico de la evolución y la creación, fueron tres conferencias (1994-1996)
dadas por Will Thakara en la
Biblioteca de la Sociedad Teosófica en Altadena, Ca. Aunque este artículo está
tratando principalmente con el tema de la evolución humana, uno no puede evitar
hablar también del concepto de la creación humana, y por otra parte, de ambos.
Quizás. Es mejor resumir algunas de las proposiciones
esenciales de las tres charlas de Will Thakara antes de concentrarnos en la
idea de la evolución humana. Si mi comprensión es correcta, Will declaró que
ambas, creación y evolución, son apropiadas en el concepto propio. Es decir, si
la creación se define como más seres desarrollados, inteligentes (o si uno
prefiere el término singular) el Demiurgos
COLECTIVO o Tercer Logos O “Dios” ideando las
sustancias-consciencia-vida manifestadas desde las primeras semillas de estos
seres, entonces, estamos en la pista correcta —como opuesta a la creación de
“alguna-cosa” desde “ninguna-cosa”.
Tan lejos como concierne a la evolución, Will explicó muy
clara y cuidadosamente un número de problemas con la teoría darwiniana. Una de
las más difíciles brechas es entre las varias sustancias orgánicas
(combinaciones entre hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno) y la formación de
una simple célula. La formación del ADN (ácido desoxirri-bonucleico), el cual
es necesario para la reproducción de las células, no ha sido capaz de formarse
espontáneamente a través de experimentos de laboratorio y es improbable de
acuerdo con el Dr. Robert Shapiro,
profesor de Química de la Universidad de New York y autor de Orígins,
a Skeptic’s Guide to the Creation of Life on Earth (1986), que haya sido
asimilada desde la “rica sopa pre-biótica” de las más primeras edades.
Michael Denton,
MD, un investigador
en biología y autor de Evolution:
A Theory in Crisis, declaró que la posibilidad de formar una célula viable
sobre 10-2000 o esencialmente imposible. Esto no toma aún en
consideración la necesidad de ácidos nucleicos, lípidos, polisacáridos,
etc. Algunos puntos destacados incluyen
el hecho de que alrededor de los últimos cien años, no se ha demostrado todavía
en grado excelente “los eslabones perdidos” o fósiles entre grandes “Troncos” o
Especies de animales, tales como los reptiles y pájaros; cetáceos y mamíferos
terrestres, etc. La teoría de “Equilibrio
Interrumpido” (“Punctuated Equilibrium: Teoría de la evolución que se
caracteriza por largos períodos de estabilidad en las características de un
organismo y cortos períodos de rápido cambio en los cuales aparecen nuevas
formas especialmente desde pequeñas sub-poblaciones de la forma ancestral en partes
restringidas de su rango geográfico) ofrecida por Stephen J. Gould y Eldridge
propone básicamente que la falta de evidencia documentada para llenar las
fisuras entre varias clases y/u órdenes, se debe a la suposición de que estos
“eslabones perdidos” florecieron en algunas otras partes de la tierra las
cuales no han sido descubiertas; entonces, ellos se unieron a los animales bien
conocidos. Pero, por supuesto, esto es sólo otra teoría de eslabones pedidos
que no ha sido fundamentada.
Will Thakara leyó una cita extremadamente importante del
fallecido Dr. Pierre Paul Grassier,
un zoólogo y anterior Presidente de la Academia Francesa de Ciencias, según se
encuentra en su libro de 1973 Evolution
of Living Organisms. El Dr. Grassier relató que variar y desarrollar son 2
cosas diferentes. La evolución y mutación genética son 2 fenómenos
independientes. La mutación falla en las variaciones evolutivas que dan origen
a líneas directas de descendencia, clases y órdenes, etc. Will también mencionó
pensamientos similares del Dr. Paul
Davies, un astrofísico y autor del libro: Cosmic Blueprint, quien dice que la impresión de designio en el
Universo es abrumadora; los científicos lentamente acercándose al concepto de
que el universo está latiendo con significado e intención.
El concepto de “No-localidad”, como se expresa por el Dr. Goswami, un profesor de Física de
la Universidad de Oregon, transmite una idea muy similar en la Teoría Cuántica
la cual propone una inteligencia más alta que la física, afectando el nivel atómico.
Puede decirse mucho más sobre la excelente serie de conferencias de Will
Thakara y sugiero fuertemente que cualquiera que no las haya escuchado obtenga
las grabaciones o transcripciones de la Biblioteca Teosófica de Altadena. Sin
embargo, me gustaría pasar a un aspecto más específico de la evolución humana.
Este artículo se concentrará en las estructuras
específicamente anatómicas las cuales sugieren que los humanos son más
primitivos que algunos otros mamíferos o primates. Esta información se derivó
casi enteramente del libro Man in Evolutiion por el Dr. Gottfried de Purucker. El Dr.
Purucker fue anterior Cabeza de los Cuarteles Generales de la Soc. Teosófica en
Point Loma Ca., desde 1929 a 1952. Una de las principales premisas de este
libro es que la evolución humana primariamente enfatiza el desarrollo de la
mente reflejada físicamente en el Sistema Nervioso Central, o sea, el cerebro y
el cordón espinal. Hay también referencia a otras estructuras anatómicas las
cuales parecen ser más bien primitivos (derivada del latín “primus” significando “primero”). En otras palabras, estas
configuraciones anatómicas demuestran evidencia que el humano es anterior en
desarrollo en algunas áreas claves de la anatomía de las que tienen los así
llamados primeros mamíferos y primates. El Dr. De Purucker específicamente
delinea 12 áreas de interés; casi todas éstas se tomaron del libro The
Problem of Man’s Ancestry por el Dr.
Frederic Wood-Jones, profesor de Anatomía de la Universidad de Londres. G.
de Purucker también ha enfatizado que el acabado examen de la embriología y la
evolución podría ser totalmente iluminador acerca de la humanidad primitiva.
Existe el famoso aforismo promovido por un principal proponente de la
“Evolución Darwiniana”, Ernst Haeckel (1866),
que declaró que “La Ontogénesis
recapitula la Filogénesis.” La Ontogénesis es el desarrollo biológico o
curso de desenvolvimiento de un organismo INDIVIDUAL. Mientras que, la
Filogénesis es la evolución de una raza o GRUPO de organismos genéticamente
relacionados. O que por estudiar el desarrollo del embrión o los más tempranos
comienzos de un animal o humano individual, uno es capaz de determinar las
primeras o primitivas formas de la Phyla o grupo general.
Siguiendo esta línea de pensamiento, es lógico inducir
que mientras más temprano ocurra una estructura en la formación embriológica,
más viejo o más primitivo sea en el esquema evolutivo. Por ejemplo, el Dr.
Wood-Jones enfatiza que el pre-maxilar (un hueso en la cara encima del labio
superior) no está presente en un humano. Está presente en todos los mamíferos y
primates; como un hecho, está presente aún en fósiles de peces extinguidos que
datan algunos de 200 -300 millones de años. Al examinar el embrión humano en el
libro Color Atlas of Clinical Embryology
por Moore, y otros, no
se menciona por los autores que haya un pre-maxilar. Sin embargo, Dario R. Swindler, profesor Emérito de
Antropología de la Universidad de Washington, declara que el pre-maxilar “existe
inicialmente en el embrión humano, pero que éste desaparece tempranamente en el
desarrollo embriológico…” Aún si el Dr. Swindler está en lo correcto, ello
todavía demuestra que el pre-maxilar ocurrió muy tempranamente en la evolución
humana. El significado de esta más bien simple característica anatómica se
enfatiza por el Dr. Swindler así: “Si los humanos carecieron del elemento
pre-maxilar, ello significa que ellos difirieron radicalmente de los otros
primates y esta característica podría usarse para separar al Homo sapiens de todas las otras
especies.”
Otro punto enfatizado por el Dr. Wood-Jones es que el pie
humano él lo consideró únicamente humano. Si uno ve de cerca el pie humano, uno
nota que el dedo gordo es usualmente el más largo; en algunos el segundo dedo
es algo más largo. Pero es muy raro, si ocurre del todo, que el tercer dedo sea
el más largo. Este tercer dedo del pie siendo el más largo, es el cuadro de
todos los otros primates. De hecho, los pies de todos los otros primates se parecen
mucho más a las manos. Observe la mano humana; el tercer dedo es el más largo.
También otra característica importante de los pies de los primates, incluyendo
especialmente los primates antropoides (teniendo más una apariencia humana), es
que el primer dígito, el dedo gordo del pie, es más parecido a un pulgar. Note
que él es capaz de moverlo en ángulos rectos (90º) al adyacente 2do dedo del
pie. Ningún dedo gordo humano podría hacer esto posiblemente. Con estas
observaciones anotadas, es totalmente lógico llegar a la conclusión expresada
por Johann Blumenbach en 1791 de que
sólo el hombre debería llamarse “bimano”(de 2 manos); mientras que los lémures,
monos y simios deberían llamarse “cuadrumanos” (de 4 manos). Sin embargo, desde
esa época el pensamiento común anatómico era decir que los humanos son los
únicos primates bípedos y todos los otros primates cuadrúpedos.
Para enfatizar la exclusividad del pie humano, uno
tendría que retornar al periodo embrionario para ver que por la 8va semana el
pie es completamente observable para ser la típica estructura. La
extremadamente temprana aparición de esta característica de nuevo enfatiza el
particular desarrollo primitivo. En ningún momento el pie humano tiene la
apariencia de una mano. Otra característica anatómica significante de la pierna
y el pie la cual sólo ocurre en los
humanos es el músculo peroneus tertius.
Este músculo se origina desde la distancia de un cuarto del hueso peroné y se
inserta en la base del quinto metatarsiano (el lateral o parte de fuera del
pie). Este es un músculo a consecuencia del cual se es capaz de pararse recto.
El Dr. Wodds-Jones expresó que “este músculo humano tiene la misma historia
asombrosa de la del pie humano en su temprano desarrollo…” Otro ejemplo citado por el Dr. Wood-Jones
demostrando la anterioridad de los humanos es la estructura de la gran arteria
aorta y su arco que sale del corazón. La rama específica de arterias que se
originan desde el arco de la aorta humana se ven en los más primitivos
mamíferos: el pato de pico ornitorrinco
(ornithoshynchus –del orden más bajo de los mamíferos: Monotremata)
Ningún primate tiene este característico arco. Esto está confirmado por el Dr. Alvin Davison en su libro, Mammalian Anatomy ilustrando 5 tipos
diferentes de arcos aórticos de mamíferos.
El Dr. Purucker
destaca que la evolución humana se relaciona principalmente con la
mente. Esto se refleja por el tamaño relativo del cerebro humano. Los primates
como grupo tienen los cerebros más grandes de todos los mamíferos. Stephan (1972)
declara que “sólo el hombre tiene un encéfalo el cual excede al de todos los
animales. El es el único primate con una notable talla de cerebro“ Verdaderamente, Radisnky (1975) apoyó este
reclamo cuando señaló que el cerebro humano es alrededor de 3 a 3,5 veces más
grande que lo que puede esperarse en un primate más alto con un peso corporal
humano. Uno puede observar en un embrión de 4 a 6 semanas que casi el 25-30%
consiste del sistema nervioso central (cerebro y espina dorsal) ilustrando el
temprano desarrollo. Swindler expresa que la talla promedio de un cerebro
humano es de 1,430 cc; mientras que el de un gorila (el cual tiene la capacidad
cerebral más grande de todos los simios) es 535 cc o alrededor de una tercera
parte de la magnitud de uno humano.
La mano y el brazo humanos despliegan evidencia de su
antigüedad al ilustrar su similitud con los extintos reptiles. Por ejemplo, los
esqueletos de los Saurosternon y Palaeagma de los períodos permiano y
triásico inferior, (180 millones de años atrás) revelan muchas características
comunes con el brazo y la mano humanas. Purucker señala que “los
transformistas” dicen que el tronco humano corrió a través de los mamíferos
cuadrúpedos, a los monos, a los simios.
Si así fuera debería haber evidencia de que la extremidad
superior fue jamás usada como un miembro de apoyo. Wood-Jones expresó:
“Es suficiente estudiar la mano y
brazo del hombre para notar el asombroso arreglo primitivo de huesos, músculos
y articulaciones, para compararlos con aquellos de un tipo primitivo de reptil,
y contrastarlos con aquellos de un mamífero cuadrúpedo, para estar seguro de
que en ningún período tiene el hombre o sus ancestros apoyado el peso de su
cuerpo sobre el miembro anterior, descansando sobre la superficie de la
tierra.”
También la posición del pulgar y su delicado agarre o de
oposición (la habilidad de pasar el pulgar a través de la palma mientras que
rota alrededor de su axis) o cualidad de tomar es considerablemente mejor que,
digamos, la de un gorila o simio antropoide. Por ejemplo, es bastante difícil
para un gorila coger un alfiler. El Dr. Wood-Jones declara que el apéndice
humano es muy similar al de varios marsupiales. Darío Swindler ilustra en su
libro, An Atlas of Primate Gross Anatomy,
(subtitulado: una anatomía comparada del babuino, el chimpancé y el hombre),
que el apéndice está presente sólo en el lémur, los cuatro simios antropoides y
el hombre. El apéndice del chimpancé es mucho más largo que el del hombre y
presenta muchas vueltas. Esto es otro poco de evidencia revelando el
extremadamente temprano desarrollo de los humanos. El Dr. Wood-Jones continúa
con otro caso de la primitiva cualidad de los humanos que es el músculo Pectoralis minor. Este músculo se
origina sobre el aspecto anterior de la tercera, cuarta y quinta costillas y se
inserta sobre la apófisis coracoides de la escápula. En el simio antropoide se
agrega en parte a la apófisis, y en parte a un ligamento el cual pasa abajo al
húmero (brazo superior). En los monos está todavía más abajo del ligamento del
húmero. En muchos mamíferos cuadrúpedos se agrega totalmente al húmero. El Dr.
Wodd-Jones, dice que la apófisis coracoides es el apego primitivo de este
músculo, y el hombre y algunos otros excesivamente primitivos animales retienen
este tipo de inserción.
Otra instancia de la precocidad de los comienzos humanos
es su lengua. Ella no es diferente de la de los chimpancés, pero ningún mono
puede casi mostrar tan primitiva lengua de mamífero como esa típica del hombre.
El riñón humano difiere de ese típico del mono del Viejo Mundo y de los simios
antropoides en su estructura interna, pero está emparejado por los riñones de
algunos de los monos “inferiores” del Nuevo Mundo.
El Dr. Wood-Jones relata que una de las principales
formas en la cual un humano difiere de todos los simios antropoides y de los
monos del Viejo y del Nuevo Mundo es la carencia de muchas características que
uno puede llamar como especializaciones pitecoides o simias. Por ejemplo, el
“surco simiesco” o surco lunático o ranura en el cerebro asociada con la
corteza visual del lóbulo occipital, la cual es distintiva de los monos y
simios del viejo Mundo, está ausente en los humanos. Aunque el Dr. Swindler
siente que este surco ha sido desplazado posteriormente por el lóbulo parietal
y no es siempre observable en la superficie lateral. Y continúa:
“Muchos tipos simios de músculos, arterias, etc., están
ausentes en el hombre, y no necesitamos discutir tales rasgos como la pérdida
del pulgar, el desarrollo de bolsas en las mejillas y los sacos laríngeos, la
presencia de callosidades isquiáticas, y aquellas muchas otros rasgos que son
altamente característicos de ciertos grupos de monos.”
De nuevo, con
respecto a la retención de notables características primitivas, él continúa:
“El cráneo humano muestra un gran número de rasgos en los
cuales se retiene una condición básica de mamífero de carácter primitivo, y el
cual ofrece un marcado contraste con las mismas partes en todos los monos y
simios. En la base del cráneo humano, y sobre los lados de la caja del cráneo,
los huesos articulan en un orden el cual es el característico de los mamíferos
primitivos. En estas regiones el cráneo humano muestra una condición
exactamente igual a la de los lémures. Pero todos los monos y simios
antropoides (con una excepción) han perdido este primitivo arreglo y siguen un
plan totalmente diferente. Ningún mono o simio antropoide se acerca al hombre
en la primitiva sencillez de los huesos nasales. La estructura de la pared
posterior de la órbita, la sutura “metópica”, la forma del hueso malar, la
condición del plato pterigoideo interno, los dientes, etc., todos cuentan la
misma historia —que el cráneo humano está construido sobre notablemente
primitivas líneas mamíferas, las cuales han, en algún grado, desaparecido de
todos los monos y simios. El esqueleto humano, especialmente en sus variaciones,
muestra exactamente la misma condición. En cuanto a los músculos, el hombre se
distingue maravillosamente por la retención de los rasgos primitivos perdidos
en el resto de los primates.”
El Dr. Swindler confirma que el esqueleto de los
mamíferos ha evolucionado un número de especializaciones. Sin embargo, los
primates contemporáneos siguen siendo más bien conservadores en sus
especializaciones del esqueleto. Otra serie de percepciones que siente dignas
de notar, consisten en la secuencia de embriones y en esa relación a la
evolución de los humanos a través de escalones animales inferiores. Me parece
que los embriones desde 19 a 24 días tienen un fuerte parecido al pez
vertebrado primitivo extinguido hace más de 300 millones de años atrás.
Al comienzo de los 26 días el
embrión despliega una obvia cola y arcos branquiales (branquias). Los esbozos
de los miembros superiores e inferiores comienzan a madurar. La cola
gradualmente disminuye y finalmente desparece alrededor de los 56 días (el fin
del período embrionario). Hay seguramente una estrecha similitud entre el
embrión a esta etapa con la cola de los antiguos anfibios. Es de interés que al
fin del día 56 la cola desapareció; esto es muy temprano en la evolución. También es muy interesante el hecho de que
los genitales externos comienzan a desarrollarse en la séptima semana, pero no
se forman totalmente hasta la 12ma. (un mes después del período embrionario).
¿Qué relación podría este hecho relativamente señalar a uno la temprana
separación de los sexos? ¿Especialmente en referencia a los tiempos de las
razas?
Otro territorio de investigación
el cual se aproxima cercanamente a los períodos dados por H. P. Blavatsky (cuyos
períodos de tiempo difieren del pensamiento convencional; usualmente más corto)
es el de los restos fósiles de los monos y simios. De acuerdo al Dr. Swindler
los más primitivos antropoides primates (monos) se encontraron en la era
Oligocena tardía (35-24 millones de años). La mayoría de los monos fueron
encontrados en el más tarde período Mioceno (24-5 millones de años). Blavatsky
reveló que los monos se originaron aproximadamente hace más de 18 millones de
años. Considerando algunas de las variables en los períodos de tiempo, éste
podría estar dentro de las estimaciones del Dr. Swindler.
El Dr. Swindler continúa (por
favor, note que él estima el período Plicoeno estando entre 5-1,8 millones de
años atrás; el Peistoceno entre 1,8 y 1 millones de años atrás):
“La evolución de los simios más pequeños vivientes y
los restos de simios grandes es un misterio… Una forma del Mioceno tardío, Laccopithecus robustus, de Lufeng,
China, está ahora reconocido como el verdadero gibón (Pan Yuerong, 1988). La
divergencia de gibones desde la línea humanoide ha sido variadamente estimada
entre 17-20 millones de años atrás por estudios de ADN e inmunológicos. El
sitio Lufeng ha sido fechado de 8 a 7 millones de años atrás, lo cual sugiere
que los gibones se separaron de la línea humanoide algo más tarde que la sugerida por los
estudios de ADN…
“El orangután de Asia se considera por la mayoría de
los que estudian a los primates como siendo el descendiente del género del
Mioceno tardío sivapithecus de
Pakistán (Kelley y Pilbeam 1986 y Kelly 1994). Hay también dientes fósiles de
orangután desde las cuevas Karst de China del sur y Java que datan del
Pleistoceno (Hooijedr 1948 y Ho et al.1995)
“Los fósiles de los grandes simios africanos son
desconocidos. Los chimpancés y gorilas vivientes no están relacionados a
ninguno de los linajes conocidos de simios del Mioceno, pero podría ser sólo un
asunto de tiempo antes de que se encuentre un ancestro en el sitio africano del
Mioceno tardío o del Plioceno. La evidencia molecular sugiere entre 6 a 10
millones de años atrás para la separación de los grandes simios africanos del
tronco humanoide…”
Debería hacerse mención a los
estudios de ADN especialmente hechos sobre los primates. El Dr. Swindler señala
que:
“Tales estudios han provisto información sobre el
grado de las relaciones genéticas entre los primates y han demostrado que el
ADN de los chimpancés, gorilas y humanos difieren sólo alrededor del 2%. Esto
significa que cuando las cadenas del ADN desde cualquiera de estos animales se
combinan alrededor del 98% de las bases de su contraparte. Los humanos difieren
de los orangutanes en alrededor del 4% y de los babbons (primates de África y
sudeste de Asia) en alrededor del 8%.”
En conclusión, hay mucha
evidencia para mostrar similitudes entre humanos y especialmente los simios
antropoides. La pregunta que tiene que situarse es, ¿cuáles vinieron primero?
Un número significativo de puntos han surgido demostrando las características
primitivas de los humanos las cuales han sido perdidas por los monos y los
simios. Hay ciertamente rasgos los cuales un humano no posee que podemos llamar
especializaciones pitecoides o simias. Y finalmente, los humanos han
desarrollado algunas especializaciones distintivamente humanas, algunas de las
cuales son dependientes de su postura erguida, pero otras distintivamente
independientes de este factor.
Si hay una suma de evidencia
consecuencial para hacer uno tiene que considerar que los humanos existieron
antes de los primates, ¿hay algunos restos fósiles de humanos que pudieran
respaldar esta teoría? Para mi conocimiento, los más antiguos restos fósiles
humanos se datan desde alrededor 2,5 millones de años atrás hasta quizás 3-4
millones. Esto, en mi opinión, es el mayor punto de controversia o a dilucidar
que necesita explorarse. ■
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