miércoles, 20 de enero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 47

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 47
Carta del Mahatma Morya a A. P. Sinnett.


CARTA Nº 47
Recibida en Allahabad, el 3 de marzo de 1882.
Respuesta a mi reproche por el trato de Europa. (A través de Damodar)
Bien, diga que soy un ignorante de sus costumbres inglesas, y yo diré que ustedes lo son de nuestras costumbres tibetanas, y partiremos la diferencia y estrecharemos nuestras manos astrales sobre Barnaway, y pondremos fin a la discusión.
¿La vieja dama? Por supuesto, estará desesperada —pero, ¿a quién le importa? Sin embargo, no se le ha dicho nada de todo eso. Es inútil hacerla más desgraciada de lo que ya es. Cook es una bomba de inmundicias, cuyos émbolos trabajan continuamente, y cuanto antes los atornille —mejor para él. La última carta que usted me ha escrito es menos una "petición" que una protesta, mi respetado Sahib. Su voz es la voz de guerra sankh de mis antepasados Rajput, más bien que la voz arrulladora de un amigo. Y me agrada más así, se lo aseguro. Tiene el genuino sonido de la franqueza sincera. Hablemos, pues —porque por aguda que pueda ser su voz— su corazón es cálido, y usted termina diciendo:
"Independientemente de que usted decida que se haga o no lo que a mí me parece justo", usted es siempre nuestro, devotamente, etc. Europa es un lugar muy grande, pero el mundo es aún más grande. El Sol de la Teosofía debe brillar para todos, no para una parte. Sin embargo, hay más en este movimiento de lo que usted haya sospechado hasta ahora, y la obra de la Sociedad Teosófica está vinculada con trabajos similares que se están llevando a cabo calladamente en todas las partes del mundo. Incluso existe un departamento en la Sociedad Teosófica dirigido por un Hermano griego, acerca del cual nadie de la Sociedad tiene la menor sospecha, excepto la Vieja Dama y Olcott; e incluso él, sólo sabe que este departamento está progresando, y de vez en cuando ejecuta una orden que yo le envío relacionada con el mismo. El ciclo del que le hablo está relacionado con todo el movimiento.
No hay que temer que Europa sea dejada de lado nunca; pero tal vez usted ni siquiera pueda adivinar cómo se difundirá allí la luz. Pida a su seráfico K.H. que le permita obtener detalles de esto. Usted habla de Massey y Crookes: ¿no recuerda que a Massey se le ofreció, hace cuatro años, la oportunidad de dirigir el movimiento en Inglaterra —y rehusó? En su lugar se puso a Wyld —ese viejo y repulsivo impostor del Sinaí judío— quien, con su vehemente cristianismo y su fanática estupidez, nos excluyó por completo del movimiento. Nuestro Chohán nos prohibió totalmente tomar parte en él. Massey no tiene que dar las gracias más que a sí mismo por ello, y puede usted decírselo así. A estas alturas usted ya debiera haber aprendido nuestra manera de actuar. Nosotros aconsejamos —y nunca ordenamos. Pero influimos en los individuos. Si lo desea, escudriñe en la literatura espiritista hasta el año 1877. (Cuando se publicó Isís Sin Velo.—Eds.)  Busque y descubra en esta obra —si puede— una sola palabra sobre filosofía oculta, o sobre esoterismo, o algo de ese elemento, ahora tan ampliamente difundido en el movimiento espiritista. Pregunte y averigüe si la misma palabra "ocultismo" era tan completamente desconocida en América, puesto que descubrimos que en sus conferencias Cora, la de los siete maridos, la mujer de Tappan, inspirada médium parlante, dice que la palabra "ocultismo" era una palabra recién inventada por los teósofos —que acababan de aparecer— y que nadie había oído hablar nunca de espíritus Elementarios ni de luz "astral", excepto los magnates del petróleo y otros por el estilo, etc. etc. Bien, cerciórese de esto y compare. Este fue el primer grito de guerra, y la batalla siguió ferozmente acalorada y violenta hasta el mismo día de la partida para la India. Mencionar y señalar a Edison, a Crookes y a Massey —parecería tanto como vanagloriarse de lo que nunca puede ser comprobado. Y, ¿acaso Crookes —no ha acercado la ciencia a lo que nosotros decimos, con su descubrimiento de la "materia radiante"? ¿Qué fue, sino la investigación oculta, lo que primero le condujo hasta esto? Usted conoce a K.H. y me conoce a mí —fcwss. (¡Es suficiente! N.T.)
¿Sabe usted algo de toda la Fraternidad y de sus ramificaciones? A la "Vieja Dama" se la acusa  de falsedad y de inexactitud en sus explicaciones. "No hagan preguntas y no se les contestarán mentiras". A ella le está prohibido decir lo que sabe. Usted puede cortarla en pedazos y no hablará. Más aún: se le ordena, en caso de necesidad que despiste a la gente; y si ella fuera embustera por naturaleza, en este momento podría ser más feliz, y podría haber triunfado en su época desde hace mucho tiempo. Pero ahí es, precisamente, donde aprieta el zapato, Sahib.
Ella es demasiado sincera, demasiado franca, demasiado incapaz de disimulo, y ahora se la crucifica diariamente por ello. Trate de no impacientarse, respetable señor. El mundo no se hizo en un día, ni la cola del yak se desarrolló en un año. Que la evolución siga su curso de un modo natural —no sea que la desviemos y produzcamos monstruos presumiendo que la guiamos. Massey habla de venir a la India — ¿es cierto? ¿Y si después de venir aquí y de hacer lo que es debido, empleando el tiempo necesario para un adiestramiento disciplinario, se le enviase de regreso con un mensaje? ¿Y si Crookes, Edison y otros, tienen otras cosas que descubrir?
Así pues, digo: "ESPERE".
¿Quién sabe cuál puede ser la situación en noviembre? Usted podrá pensar que esto es para justificar el que llevemos a cabo nuestra "amenaza" de "cerrar la puerta"; mientras que a nosotros  podría parecemos muy diferente. Hagamos todos lo mejor que podamos. Existen ciclos de 7, 11, 21, 77, 107, 700, 11.000, 21.000, etc.; tantos ciclos formarán uno mayor, y así sucesivamente. Espere su oportunidad: el libro de registro está bien guardado. Sólo que, tenga mucho cuidado: los Dugpas y los Gelukpas no están luchando sólo en el Tibet. ¡Observe su odiosa labor en Inglaterra, entre los "ocultistas y videntes"'. Escuche a su conocido Wallace predicando como un verdadero "Hierofante" de la "mano izquierda", el casamiento del "alma con el espíritu", y trastornando la verdadera definición, tratando de demostrar que todo Hierofante practicante debe estar, al menos espiritualmente, casado —si por alguna razón no puede estarlo físicamente— pues de lo contrario, ¡existe un gran peligro de adulteración de Dios y del Diablo! Le digo que los Shammars ya están allí, y su perniciosa obra se interpone en todas partes en nuestro camino.
No considere esto como una metáfora, sino como un hecho real, que puede serle demostrado algún día.
Es completamente inútil seguir hablando de las excentricidades de Olcott y la inferioridad de América sobre Inglaterra. Todo lo que es real según su punto de vista, lo aceptamos y ya lo sabíamos desde hace tiempo; pero usted no sabe cuánto de eso es simple prejuicio superficial que se expresa en sus ojos igual que la imagen de una débil cerilla se refleja en las aguas profundas. Tenga cuidado; no sea que algún día hagamos caso de usted y de su pensamiento y le pongamos en lugar de Olcott, después de traerlo a él hasta nosotros, como viene ansiando desde hace varios años. El martirio es agradable para contemplarlo y criticarlo, pero es más duro de soportar. Nunca hubo una mujer más injustamente denigrada que H.P.B. Vea las insultantes y difamatorias cartas que le enviaron desde Inglaterra para publicarlas contra ella, contra nosotros y contra la Sociedad. Puede que usted las encuentre tal vez indignas. Pero las "Respuestas a los Corresponsales" en el Suplemento están escritas por mí mismo. Así pues, no la culpe a ella. Siento curiosidad por conocer su franca opinión sobre ellas. Posiblemente usted pueda pensar que ella podría haberlo hecho mejor.
M.



miércoles, 6 de enero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 46

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 46
Carta del Mahatma Morya a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 46
Recibida en Simla, en 1882
Mi querido Sahib Sinnett, puesto que K.H. es un Yogui-Arhat demasiado perfecto, yo le agradecería que me hiciera un favor personal: que detuviera la mano que, intrépida ante el fracaso, continua tratando de coger al yak (Buey montaraz tibetano. N.T.) por el cuello para uncirlo al yugo, pues todo lo que me queda por hacer es aparecer otra vez en el natakashala para poner punto final a una representación que amenaza convertirse en monótona, incluso para nosotros —tan avezados a la paciencia. No puedo aprovecharme de su bondadoso consejo de escribir al señor Hume en mi tinta roja más brillante, puesto que ello sería ofrecer una nueva oportunidad para una interminable correspondencia, un honor que más bien preferiría declinar. Pero en cambio, le escribo a usted y le envío un telegrama y una respuesta al dorso para su atenta lectura. Por parte de él, ¿qué es lo que cuenta? La deferencia puede que no sea parte de su naturaleza, ni nadie se la exige, ¡ni a nadie le importa en absoluto! Pero yo habría dicho que en su cabeza, que tiene suficiente capacidad para retener cualquier cosa, habría un hueco para un poco de sentido común. Y que ese sentido podía haberle indicado que, o nosotros somos lo que pretendemos ser, o no lo somos. Que en el primer caso, con todo y lo exagerado de las pretensiones atribuidas a nuestros poderes, si nuestro conocimiento y nuestras previsiones no trascienden las de él, entonces no somos otra cosa mejor que embaucadores e impostores, y cuanto antes se aleje de nosotros, mejor para él. Pero si, de algún modo, somos lo que pretendemos ser, entonces él actúa como un asno salvaje. Que él tenga presente que no somos Rajahs indios necesitados u obligados a aceptar Ayahs políticas y nodrizas para ser llevados de la mano. Que la Sociedad fue fundada, se desarrolló y se desarrollará con él o sin él —que se atenga a esto último.
En cuanto a su ayuda, que nos impone a la fuerza con arreglo a la manera de los hidalgos mendicantes españoles, que ofrecen su espada para proteger al viajero con una mano y le agarran por la garganta con la otra —no ha sido, hasta ahora, por lo que yo puedo apreciar, muy beneficiosa para la Sociedad. Ni para uno de sus fundadores, en todo caso, a quien casi mató el año pasado en Simla y a quien acosa, ensañándose con ella con mortal ferocidad, convirtiendo su sangre en agua y destruyéndole el hígado. Por lo tanto, espero que usted grabe en la mente de él que, por lo que "le daríamos las gracias" sería por verle ocuparse de su Ecléctica y dejar que la Sociedad Madre cuide de sí misma. Su consejo y su ayuda a la editora del Theosophist han sido, sin duda, ventajosos para la editora, y ella se siente agradecida hacia él por eso, después de descontar la gran participación que le debe a usted. Pero rogamos nos permitan indicar que, en alguna parte, debería trazarse una línea divisoria —entre dicha editora y nosotros, porque nosotros no somos, en absoluto, el trío tibetano que él se figura. Por lo tanto, si somos los ignorantes salvajes orientales de su creación —siendo cada lobo el dueño de su propia manada— reclamamos el derecho a ser los mejores en conocer nuestros propios asuntos y declinamos, respetuosamente, sus servicios como capitán para gobernar nuestra nave teosófica, ni siquiera en el "océano de la vida mundana", utilizando la metáfora de su sloka. Con el sano pretexto de salvar la situación con los teósofos británicos le hemos permitido que divulgue su animosidad hacia nosotros, en el órgano de nuestra propia Sociedad y que dibuje la semblanza de nuestro retrato con un pincel empapado en arrogante ira —¿Qué más quiere? Tal como ordené a la vieja mujer que le contestara por telégrafo —él no es el único navegante experto en el mundo; él trata de evitar los escollos occidentales, y nosotros tratamos de gobernar nuestra embarcación evitando los bancos de arena orientales. ¿Es que, además de esto, pretende dictar a todos, desde el Chohan para abajo, hasta Djual Khool y Deb, lo que nosotros debemos o no debemos hacer? ¡Ram, Ram y los Santos Nagas! ¿Es que después de siglos de una existencia independiente hemos de caer bajo una influencia extranjera para convertirnos en marionetas de un Nawab de Simla?¿Somos escolares o qué somos, en su capricho de someternos a' las disciplinas de un Peling maestro de escuela? . . . Prescindiendo de sus momentos de malhumor, le ruego le diga que usted tuvo noticias mías —y que le he pedido que le permita conocer mi ultimátum: si él no está dispuesto a romper con todo el tinglado de una vez y para siempre, no le toleraré que interfiera con su sabiduría entre nuestra ignorancia y la Sociedad Madre. Ni permitiré que descargue su malhumor en aquella que no es responsable de nada de lo que nosotros podamos hacer o decir —una mujer tan enferma que me veo obligado a llevarme conmigo, igual que hice en 1877— por temor a que caiga hecha añicos —cuando tan necesaria es donde ahora está, en la Sede Central. Y le doy a usted mi palabra de que no hace mucho él fue el causante de este estado de salud de ella, debido a su constante ansiedad por la Sociedad y, en parte, si no totalmente, debido al comportamiento de él en Simla. Toda la situación y el futuro de la Ecléctica depende de Koothumi, si usted no le ayuda. Si, a pesar de mi advertencia y del evidente descontento del Chohan, él persistiera en ponerse en ridículo, sacrificándose por un hombre, que en cierto sentido es el genio malo de la Sociedad —bien, es cosa suya; sólo que yo no tendré nada que ver con ello. Yo siempre continuaré siendo su sincero amigo, aunque usted se vuelva contra mí uno de estos días. Fern fue puesto a prueba, y se ha visto que es un Dugpa perfecto en su naturaleza moral. Ya veremos, ya veremos; pero a pesar de sus espléndidas capacidades, quedan pocas esperanzas. Si yo le hubiera insinuado que engañase a su propio padre y a su madre, él hubiera añadido además a los padres y a las madres de ellos. Vil, vil naturaleza — aunque irresponsable. ¡Oh, vosotros, los occidentales que os vanagloriáis tanto de vuestra moralidad! Que los radiantes Chohans le guarden a usted y a todos los suyos del cercano peligro que se avecina, es el sincero deseo de su amigo,
M.



LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 45

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 45
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 45
La primera recibida después del regreso, en febrero de 1882.
Hermano mío —he realizado un largo viaje tras el conocimiento supremo; me tomé mucho tiempo para descansar. Luego, ya de regreso, tuve que dedicar todo mi tiempo a mis obligaciones y todos mis pensamientos al Gran Problema. Ahora todo ha pasado. Las festividades del Año Nuevo han terminado y yo soy "Yo" de nuevo. Pero, ¿qué es Yo? Sólo un huésped circunstancial cuyos intereses son todos parecidos a un espejismo del gran desierto....
En cualquier caso —éste es mi primer rato libre. Se lo dedico a usted, cuyo Yo interno me reconcilia con el gran hombre externo quien, demasiado a menudo, olvida que un gran hombre es aquel que es más fuerte en el ejercicio de la paciencia. Mire a su alrededor, amigo mío; vea los "tres venenos" feroces en el corazón del hombre —la ira, la codicia, el engaño— y las cinco oscuridades (¿Obstáculos?.—Eds.) : la envidia, la pasión, la duda, la pereza y la falta de fe — obstaculizando siempre su visión de la verdad. Los hombres jamás se librarán de la contaminación de sus mezquinos y perversos corazones, ni percibirán la parte espiritual de sí mismos. Para acortar la distancia entre nosotros, ¿no intentará usted desenredarse de la red de la vida y de la muerte —en la que los hombres están atrapados, y no tratará de tener menos en cuenta la codicia y el deseo? El joven Portman está pensando seriamente en dejarlo todo para pasarse a nosotros y "convertirse en un monje tibetano", como él dice. Sus ideas son extrañamente confusas sobre las dos características y calificaciones, totalmente distintas, la del "Monje" o Lama y la del "Lha" vivo o Hermano. Pero de todos modos, que lo intente.
Sí —sólo ahora me siento capaz de mantener correspondencia con usted. Al mismo tiempo permítame decirle que es más difícil ahora que antes intentar intercambiar cartas con usted, aunque mi interés por usted ha aumentado sensiblemente en lugar de disminuir —como usted temía— y no disminuirá —a menos que sea como consecuencia de sus propios actos. Yo bien sé que usted tratará de evitar que surja ningún obstáculo de esa naturaleza; pero, después de todo, el hombre es la víctima de su medio ambiente mientras vive en la atmósfera de la sociedad. Nosotros podemos estar deseosos de ayudar a aquellos que nos inspiran interés, y sin embargo, puede resultamos tan imposible hacerlo como lo es para el que ve a un amigo hundiéndose en un mar tempestuoso cuando no hay ningún bote cerca para salvarlo, y cuando su fuerza personal está paralizada por una mano más fuerte que lo retiene. Sí, veo su pensamiento. . . pero está usted equivocado. No culpe al santo varón por haber cumplido estrictamente con su deber por humanidad. Si no hubiera sido por el Chohan y su influencia moderadora, usted no estaría leyendo ahora de nuevo una carta de su corresponsal transhimaláyico. El mundo de las planicies es antagónico al de las montañas, eso usted ya lo sabe; pero lo que no sabe es el gran daño producido por sus propias e inconscientes indiscreciones. ¿Le doy un ejemplo? Recuerde la furia que se desencadenó en Stainton Moses a causa de su muy imprudente carta, con citas ad libitum de la que yo le dirigí a usted hablando de él, citas hechas libremente y que originaron los resultados más desastrosos. ... La causa generada en aquel momento ha producido ahora sus resultados: no sólo S.M. se ha separado por completo de la Sociedad, algunos de cuyos miembros creen en nosotros, sino que además ha decidido, en su corazón, la total aniquilación de la Rama Británica. Se está fundando una Sociedad Psíquica, y él ha conseguido atraer a ella a Wyld, Massey y otros. ¿Le hablo también del futuro de esa nueva agrupación? Crecerá, se desarrollará y se expandirá y, finalmente, la Sociedad Teosófica de Londres quedará empantanada en ella; primero perderá su influencia y después —su nombre, hasta que la Teosofía y su mismo nombre se conviertan en cosa del Pasado. Sólo usted, sólo la simple acción de su ágil pluma, es la que habrá producido el nidana y el ten-del, la "causa" y el "efecto", y así, el trabajo de siete años, los constantes e incansables esfuerzos de los constructores de la Sociedad Teosófica, perecerán —asesinados por la vanidad herida de un médium.
Este simple acto por su parte está descubriendo calladamente una grieta entre nosotros. El mal todavía puede evitarse —dejando que la Sociedad subsista sólo de nombre, hasta el día en que pueda reclutar miembros con los que podamos trabajar de facto —y por medio de la creación de otra causa contrarrestadora. Sólo la mano del Chohan puede tender un puente, pero debe ser la de usted la que coloque la primera piedra para la obra. ¿Cómo lo hará? ¿Cómo podrá hacerlo? Piense bien en ello, si tiene interés en una relación ulterior. Ellos quieren algo nuevo.
Un Ritual que los distraiga. Consulte con Subba Row, con Sankariah, con el Dewan Naib de Cochin, lea atentamente su folleto, cuyos extractos encontrará en el último Theosophist (vea: "A Flash of Light upon Occult Free Masonry", página 135). Yo puedo acercarme a usted, pero usted debe atraerme mediante un corazón purificado y una voluntad en gradual desarrollo. Como aguja imantada, el adepto sigue lo que le atrae. ¿No es ésta la Ley de los Principios desencarnados? ¿Por qué no también la de los principios vivientes? Así como los lazos sociales del hombre carnal son demasiado débiles para volver a llamar al "Alma" del fallecido —a menos que no exista una afinidad mutua que sobreviva como una fuerza en la región dentro del área terrestre, así las llamadas de la simple amistad, o incluso de un cálido interés, son demasiado débiles para atraer al "Lha" que ha franqueado una etapa del viaje en la que ha tenido que dejarle atrás, a menos que continúe un desarrollo paralelo. M. Habló bien y en verdad cuando dijo que el amor de la humanidad colectiva es su incesante inspiración; y que si cualquier individuo deseara atraer su atención, ese individuo debe dominar la tendencia dispersadora por medio de una fuerza vigorosa.
Digo todo esto, no porque su esencia no le haya sido explicada antes, sino porque leo en su corazón y detecto en él una sombra de tristeza, por no decir de desencanto, que revolotea por allí. Usted ha tenido otros corresponsales, pero no está totalmente satisfecho. Por eso y para satisfacerle le escribo, haciendo un esfuerzo, para pedirle que mantenga un animoso estado de ánimo. Sus esfuerzos, sus perplejidades y sus presentimientos son igualmente observados, mi fiel y buen amigo. En el imperecedero ARCHIVO de los Maestros usted los ha escritos todos.
Allí están registrados cada uno de sus actos y de sus pensamientos pues aunque no sea un chela, como le dice a mi Hermano Morya, ni siquiera un "protege" —según usted entiende la expresión— sin embargo, ha puesto los pies dentro del círculo de nuestro trabajo, ha cruzado usted la línea mística que separa su mundo del nuestro; y ahora, tanto que usted persevere como no; tanto que más adelante aparezcamos ante sus ojos como los seres vivientes más reales, o que nos desvanezcamos de su mente como tantos sueños ficticios —tal vez como una espantosa pesadilla— usted es, virtualmente, DE LOS NUESTROS. Su Yo interno ha quedado reflejado en nuestro Akasa; su naturaleza es —la de usted, su esencia es la nuestra.
La llama es distinta del tronco de la madera que le sirve temporalmente de combustible; al término de su nacimiento en el mundo de los espectros —y aunque los dos nos encontremos cara a cara en nuestros ruvas más groseros— usted no puede evitar encontrarse con nosotros en la Existencia Real. Sí, mi buen amigo, en verdad su Karma es nuestro Karma, porque usted lo imprimió día a día y hora a hora en las páginas de ese libro donde se conservan los más mínimos detalles de los individuos que ponen los pies en el interior de nuestro círculo; —y ese Karma suyo va a ser su única personalidad cuando usted pase más allá. Con el pensamiento y con los actos durante el día, con los forcejeos del alma durante las noches, usted ha estado escribiendo la historia de sus deseos y de su desarrollo espiritual. Esto lo hace todo aquel que se acerca a nosotros con un ansia vehemente de convertirse en nuestro colaborador; él mismo "precipita" las entradas que se anotan en el Registro por un proceso idéntico al empleado por nosotros cuando escribimos en sus cartas cerradas y en las páginas aún sin cortar de los libros y folletos en tránsito. (Vea de nuevo las páginas 32 y 35 del Informe enviado por Olcott). Le digo esto para su información particular, y no debe figurar en el próximo folleto de Simla. Durante los pasados meses, particularmente cuando su fatigado cerebro estaba sumido en el letargo del sueño, su impaciente alma me buscaba con frecuencia y la corriente de sus pensamientos ha estado golpeando contra mis barreras protectoras de Akás como pequeñas olas chocando contra una costa rocosa. El hombre carnal, el dominador de las cosas del mundo, no ha ratificado aquello a lo que el "Yo Interno", ansioso o impaciente, ha anhelado unirse: las ligaduras de la vida son todavía tan fuertes como cadenas de acero. En verdad, algunas de ellas son sagradas, y nadie va a pedirle a usted que las rompa.
Ahí abajo se encuentra su esfera de iniciativas y de utilidad largo tiempo acariciada por usted.
El nuestro, nunca puede ser más que un mundo de brillantez fantasmal para el hombre con un "sentido práctico" perfecto; y si el caso de usted es, en cierto modo excepcional, se debe a que su naturaleza tiene inspiraciones más profundas que las de otros que son todavía más "prácticos", cuya fuente de elocuencia está en el cerebro, no en el corazón que nunca estuvo en contacto con el corazón misteriosamente radiante y puro del Tathagata.
Si usted no tiene a menudo noticias mías, no se sienta nunca decepcionado. Hermano mío, sólo diga: "Es culpa mía". La Naturaleza ha unido todas las partes de su Imperio mediante sutiles hebras de simpatía magnética y hay una mutua correlación incluso entre una estrella y un hombre. El pensamiento viaja más rápidamente que el fluido eléctrico y su pensamiento me encontrarán si está proyectado por un impulso puro, como el mío le encontrará, le ha encontrado ya, y con frecuencia ha impresionado su mente. Podemos movernos en ciclos de actividad dividida —no totalmente separados el uno del otro. Igual que la luz es percibida en el valle en sombras por el montañés desde su cima, cada brillante pensamiento de su mente, hermano mío, resplandecerá y atraerá la atención de su lejano amigo y corresponsal. Si de este modo descubrimos nuestros Aliados naturales en el mundo de las Sombras —fuera de los límites de su mundo y del nuestro— y si nuestra ley es acercarnos a todo aquel que posea siquiera el más leve vislumbre de la verdadera luz del Tathagata en su interior —entonces, ¡cuánto más fácil será para usted atraernos! Comprenda esto y entonces la admisión en la Sociedad de personas que con frecuencia le resultan desagradables dejará de sorprenderle.
"Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos" —es un axioma, sea quien sea el que lo haya dicho.
Y ahora permita que me despida de usted por ahora y hasta la próxima. No se deje dominar por aprensiones sobre el mal que pudiera derivarse si las cosas no van tal como su mundana sabiduría piensa que deberían ir; no dude, porque la naturaleza de la duda acobarda e impide el propio progreso de uno. Tener una alegre confianza y esperanza es una cosa totalmente distinta a dejarse llevar por el ciego optimismo de un necio; el hombre sabio nunca lucha contra el infortunio por adelantado. Una nube se cierne sobre su camino —se condensa cerca de la colina de Jakko. Aquel a quien hizo usted su confidente —le aconsejé que fuera sólo su colaborador, y que no le comunicara las cosas que debería haberse guardado para usted— está bajo una funesta influencia, y puede convertirse en su enemigo. Usted hace bien tratando de salvarlo de esa influencia, pues ello presagia daño para él, para usted y para la Sociedad. La gran inteligencia de él, fumigada por la vanidad y hechizada por el silbido de una inteligencia más débil pero más astuta, está, por el momento, bajo un período de fascinación. Usted descubrirá fácilmente el poder maligno que hay detrás de ambos, a los que utiliza como instrumentos para la realización de sus propios e inicuos planes. La catástrofe que se prepara puede evitarse redoblando la vigilancia e incrementando la fuerza de voluntad por parte de los amigos de la S.B.L. Si está todavía dispuesto, trabaje, pues, para desviar el golpe, porque si éste cae, usted no saldrá ileso, por grandes que sean los esfuerzos de mis Hermanos. La causa nunca perecerá, aunque la roca de Sísifo puede aplastar los dedos de muchos pies. Adiós otra vez, amigo mío —por mucho o por poco tiempo, como usted decida. La obligación me llama.
Suyo sinceramente,

K.H.

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 44

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 44
Carta del Mahatma Morya a A. P. Sinnett.

CARTA N° 44
Recibida en Allahabad en febrero de 1882
Su carta estaba dirigida a mí, pues usted no estaba enterado de que K.H. se había puesto de nuevo en contacto con usted. Sin embargo, puesto que se dirigió a mí, yo contestaré. "De todos modos, en adelante, hágalo así". El resultado puede ser desastroso para el espiritismo, aunque se compruebe la realidad de los fenómenos; por lo tanto, beneficioso para la Teosofía.
Parece cruel dejar que el pobre y sensitivo muchacho se arriesgue a entrar en la cueva del león, pero ¿por qué los demás deberían preocuparse, cuando el aceptar o el rechazar esa amable invitación se supedita al médium que sigue el consejo y la inspiración de su poderoso y previsor "Ernesto?"
Estimado señor, como que probablemente no vamos a escribirnos a menudo a partir de ahora —le diré algo que debe usted saber y de lo cual puede sacar algún provecho. El 17 de noviembre próximo finalizará el período de siete años de prueba concedido a la Sociedad en su fundación para "predicar" discretamente sobre nosotros. Uno o dos de nosotros confiaba en que el mundo habría avanzado bastante intelectualmente, si no intuitivamente, hasta el punto de que la doctrina Oculta podría obtener una aceptación intelectual y se daría impulso para un nuevo ciclo de investigación oculta. Otros —más juiciosos, tal como ahora podría parecer— opinaban de modo distinto, pero dieron su consentimiento para el ensayo. Sin embargo, se estipuló que el experimento habría de realizarse independientemente de nuestra dirección personal; que no habría ninguna intromisión anómala por nuestra parte. Así, buscando por todas partes, encontramos en América el hombre candidato para líder del movimiento —un hombre de gran valor moral, altruista y que poseía otras buenas cualidades. Estaba lejos de ser perfecto, pero (como dice el señor Hume en el caso de H.P.B.), era el mejor disponible. Con él asociamos a una mujer con los talentos más excepcionales y extraordinarios. Combinado con ellos, poseía numerosos defectos personales pero, con todo y como era, no había otra igual en el mundo capaz de llevar a cabo este trabajo. La enviamos a América, hicimos que se encontraran y empezó la prueba. Desde el principio, tanto a ella como a él se les dio a entender claramente que el resultado dependía enteramente de ellos. Y ambos se ofrecieron para la prueba por una indudable recompensa en un futuro muy lejano —tal como diría K.H.— como soldados voluntarios de un una Misión Desesperada. Durante seis años y medio han luchado contra tantas dificultades que hubieran hecho desistir a cualquiera que no actuase con la desesperación del que arriesga la vida y todos los bienes, en un supremo esfuerzo desesperado. Su éxito no ha igualado a las esperanzas de sus patrocinadores originales, aunque ha sido extraordinario en ciertos sentidos. Dentro de unos meses el período de prueba terminará. Si, para entonces, la posición de la Sociedad respecto a nosotros —la cuestión de los Hermanos— no está definitivamente resuelta (ya sea retirándola del programa de la Sociedad o aceptándola según nuestros propios términos), eso será lo último que se sepa acerca de los "Hermanos" de todas condiciones y caracteres, tallas y categorías.
Desapareceremos de la vista del público como un vapor en el océano. Sólo a aquellos que han demostrado ser fieles a ellos mismos y a la Verdad, desde el principio hasta el fin, se les permitirá una ulterior relación con nosotros. Y ni siquiera a ellos, a menos que, desde el Presidente para abajo, no se comprometan, mediante la más solemne promesa de honor, a guardar a partir de entonces el secreto más inviolable acerca de nosotros, de la Logia y de los asuntos tibetanos, ni siquiera contestando a las preguntas de sus amigos más íntimos, aunque el silencio pudiera, probablemente, ser considerado como una apariencia de "fraude" sobre todo lo que ha trascendido. En tal caso, el esfuerzo se suspendería hasta el comienzo de otro ciclo septenario cuando, si las circunstancias fueran más propicias, pudiera hacerse otra prueba bajo la misma o bajo otra dirección.
Mi propia y humilde impresión es que el actual folleto del Sahib Hume, altamente intelectual como es, podría ser mejorado de tal modo, que ayudara enormemente a dar el giro necesario a los asuntos de la Sociedad. Y si él confiara más en sus intuiciones personales —las cuales, cuando les presta oído son fuertes— y confiase menos en la voz de uno que no representa exclusivamente —como usted parece creer— la opinión pública ni creería aunque llegase a tener mil pruebas —ese folleto se convertiría en una de las más poderosas obras que este movimiento moderno ha producido.
Sus preguntas sobre cosmología serán atendidas cuando yo no esté acosado por asuntos más importantes.
Salud y prosperidad.
M.



martes, 5 de enero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 43

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 43
Carta del Mahatma Morya a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 43
Recibida en Allahabad, en febrero de 1882.
Antes de que otra línea se cruce entre nosotros, debemos llegar a un acuerdo, mi impulsivo amigo. Primero, tendrá usted que prometerme con lealtad no juzgar nunca a ninguno de nosotros, ni a la situación, ni a cualquier otra cosa que tenga alguna relación con los "míticos Hermanos" —altos o bajos, gruesos o delgados— basándose en su experiencia de hombre de mundo —o de lo contrario usted no llegará nunca a la verdad. Haciéndolo como hasta ahora, sólo ha perturbado constantemente la solemne tranquilidad de mis cenas durante varias noches, y con su escrito y el pensar en él hizo que mi rúbrica culebreante se me apareciera incluso en sueños —como si por afinidad con ella yo me sintiera arrastrado por su cola al otro lado de las colinas. ¿Por qué ha de ser usted tan impaciente? Tiene toda la vida por delante para nuestra correspondencia, si bien mientras las tenebrosas nubes del Deva-Loka "Ecléctico" estén descendiendo sobre el horizonte de la "Sociedad Madre", ha de ser una correspondencia irregular e incierta. Incluso puede interrumpirse de repente debido a la tensión manifiesta de nuestro demasiado intelectual amigo. ¡Oy-hai, Ram, Ram! ¡Pensar que nuestra moderada crítica sobre el folleto —crítica comunicada por usted al Sahib Hume— pudo haber inducido a éste a matarnos en un arrebato! ¡A destruimos sin concedernos un momento para llamar a un Padri, o ni siquiera tiempo para arrepentimos! Encontrarnos vivos y, sin embargo, tan cruelmente privados de nuestra existencia, es realmente triste, aunque no del todo inesperado. Pero todo es culpa nuestra. En cambio, si le hubiéramos enviado, prudentemente a su casa un himno de alabanza ahora podríamos haber estado vivos y bien, rebosantes de salud y vigor —si no de sabiduría— para muchos años venideros, y podríamos haber encontrado en él a nuestro Ved-Vyasa para cantarnos las proezas ocultas de Krishna y Arjuna en las desoladas orillas del Tsam-pa. Pero ahora que estamos muertos y hasta disecados, también puedo dedicar unos minutos de mi tiempo a escribirle a usted, en calidad de bhut, en el mejor inglés que encuentro yaciendo ocioso en el cerebro de mi amigo, donde también hallo —en las células de la memoria— el fosforescente pensamiento de una breve carta para ser enviada por él mismo al editor del Pioneer para calmar su impaciencia inglesa.
Amigo de mi amigo —K.H. no le ha olvidado a usted; K.H.no tiene la intención de romper con usted— a menos que el Sahib Hume eche a perder la situación sin remedio. Y ¿por qué tendría que hacerlo? Usted ha hecho todo cuanto ha podido y eso es nada menos lo que nunca intentamos pedir a nadie. Y ahora hablaremos.
Usted debe prescindir totalmente del elemento personal si desea progresar en el estudio oculto y —durante algún tiempo— incluso de él. Comprenda, amigo mío, que los afectos sociales tienen poco ascendente, si es que tienen alguno, sobre cualquier verdadero adepto en el cumplimiento de su deber. En la medida en que se eleva hacia el perfecto adeptado, las preferencias y las antipatías de su anterior yo se van debilitando: (tal como K.H. se lo explicó a usted en esencia) toma en su corazón a toda la humanidad y la considera en su conjunto. El caso de usted es una excepción. Usted le ha obligado a él a aceptarle y ha tomado la posición por asalto, por la misma violencia e intensidad de sus sentimientos hacia él —y puesto que le ha aceptado, en el futuro él tiene que aceptar las consecuencias. Sin embargo, con él no se trata de lo que el Sinnett visible pueda ser, sus impulsos, sus fracasos o sus éxitos en su mundo, su constante o su inconstante estimación por él. Con el Sinnett "visible" nada tenemos que ver. Para nosotros es sólo un velo que oculta a los ojos profanos el otro ego, en cuya evolución estamos interesados. En el rupa externo haga lo que guste, piense lo que quiera; sólo cuando los efectos de esa acción voluntaria se observen en el cuerpo de nuestro corresponsal —es de nuestra incumbencia advertirlo.
Nosotros no estamos complacidos ni disgustados porque usted no asistiera a la reunión de Bombay. Si usted hubiera ido habría sido mejor para su "mérito"; puesto que no fue, perdió esa pequeña oportunidad. Yo no podía influir en usted, y no tenía derecho a influirle en absoluto —precisamente porque usted no es un chela. Se trataba de una prueba, una prueba muy pequeña, aunque a usted le pareció lo bastante importante como para hacerle pensar en "los intereses de su esposa y de su hijo". Usted tendrá muchas pruebas de ésas, pues aunque es posible que nunca sea un chela, sin embargo, nosotros no depositamos nuestra confianza ni siquiera en los corresponsales y "proteges" cuya discreción y cuyo valor moral no hayan sido bien demostrados. Es usted víctima de maya. Será una larga lucha para usted el extirparse las cataratas de sus ojos y ver las cosas tal como son. El Sahib Hume es un maya para usted tan grande como cualquier otro. Usted sólo ve su montón de carne y huesos, su personalidad oficial, su intelecto y sus influencias. Por favor, dígame, ¿qué es todo eso para su yo real, que usted no puede ver haga lo que haga? ¿Qué tiene que ver su habilidad para destacar en un Durbar, o ser el director de una sociedad científica, con su aptitud para la investigación oculta, o con su honestidad para guardar nuestros secretos? Si nosotros deseáramos que se conociera algo de nuestras vidas y de nuestra labor, ¿no están abiertas para nosotros las columnas del Theosophist? ¿Por qué habríamos de divulgar poco a poco los hechos por medio de él, para que sean aderezados como alimento del público, con una salsa de dudas nauseabundas y sarcasmos mordaces, aptos para revolver en confusión el estómago del público? Para él no hay nada sagrado, ni dentro ni fuera del ocultismo. El es, por temperamento, un destructor de pájaros y de creencias; sacrificaría su propia carne y su sangre tan despiadadamente como las de un ruiseñor persa, y le disecaría a usted mismo y a nosotros, a K.H. y a la "querida Vieja Dama", y nos haría desangrar hasta morir bajo su escalpelo —si pudiera— con tanta facilidad como lo haría con un mochuelo, para colocarnos en su "museo" con las adecuadas etiquetas, y luego especificaría nuestras necrologías para los aficionados, en Stray Feathers. No, Sahib; el Hume externo es tan diferente (y superior) del Hume interno, como el Sinnett externo es diferente (e inferior) al naciente "protege" interno. Aprenda esto y disponga que este último vigile al editor para que no le juegue una mala pasada algún día. Nuestra mayor preocupación es la de enseñar a los discípulos a no dejarse engañar por las apariencias.
Tal como ya ha sido usted avisado por Damodar por el D—, yo no le llamé a usted chela — examine su carta para asegurarse de ello. Sin embargo, y jocosamente, le hice a O. la pregunta de si reconocía en usted el material del cual se hacen los chelas. Usted sólo vio que Bennett tenía las manos sin lavar, las uñas sucias y que utilizaba un lenguaje tosco y que tenía — según usted— un aspecto, en general, desagradable. Pero si esa clase de cosas es su criterio de excelencia moral o de poder potencial, ¿cuántos adeptos o cuántos lamas creadores de maravillas pasarían su examen? Esto forma parte de su ceguera. Si él se muriese en este instante —emplearé fraseología cristiana para que usted me comprenda mejor— el Ángel de la Muerte no derramaría sobre otros hombres, también infortunados, lágrimas más ardientes que las que derramaría por Bennett. Pocos hombres han sufrido —y sufrido injustamente— como él ha sufrido; y también pocos tienen un corazón más bondadoso, más desinteresado y más sincero. Eso es todo; y el Bennett que no se lava es moralmente tan superior al caballero Hume como usted es superior a su Porteador.
Lo que le ha repetido H.P.B. es exacto: "los nativos no ven la tosquedad de Bennett, y K.H. es también un nativo". ¿Qué quise decir? Simplemente, quise señalar que nuestro amigo, como Buddha, puede ver a través del barniz exterior la fibra de la madera que hay debajo: y dentro de la legamosa y maloliente ostra puede descubrir —¡la "inapreciable perla interior!" B— es un hombre honrado y de corazón sincero, además de poseer un tremendo valor moral y de ser un mártir por añadidura. Nuestro K.H. ama a esos seres —mientras que sólo sentiría desdén por un Chesterfíeld y un Grandison. Supongo que la condescendencia del perfecto "caballero" K.H. para con el burdo temperamento del pagano Bennett no es más sorprendente que la pretendida condescendencia del "caballero" Jesús para con la prostituta Magdalena. Existe un olfato moral, así como uno físico, mi buen amigo. Vea qué bien interpretó K.H. su carácter cuando no quiso enviar al joven de Lahore a hablar con usted sin que se cambiara de traje. La dulce pulpa de la naranja está en el interior de la piel —Sahib; trate de buscar las joyas en el interior de los estuches, y no confíe en las que están en la tapa. Y otra vez le digo: el hombre es un hombre honrado, muy entregado; no es exactamente un ángel —éstos tienen que buscarse en las iglesias elegantes, en las fiestas de las mansiones aristocráticas, en los teatros y clubs y en lugares sagrados por el estilo— pero como los ángeles están excluidos de nuestra cosmogonía, nosotros estamos contentos con la ayuda incluso de hombres honrados y animosos, aunque vayan sucios.
Todo esto se lo digo sin malicia ni amargura, contrariamente a lo que usted erróneamente se imagina. Usted ha hecho progresos durante el año pasado —por lo tanto, está más cerca de nosotros. En consecuencia, yo le hablo como a un amigo de quien espero, finalmente, un cambio hacia alguna de nuestras maneras de pensar. Su entusiasmo por nuestro estudio encierra un tinte de egoísmo; incluso sus sentimientos por K.H. tienen un carácter confuso; sin embargo, está usted más cerca. Sólo que confió demasiado en Hume y desconfió demasiado tarde de él, y ahora el mal karma de él produce efectos en el suyo, en detrimento de usted. Sus amistosas indiscreciones de las cosas confiadas por H.P.B. sólo a usted, es decir —la causa— son el origen de las irreflexivas publicaciones de él, es decir, —el efecto. Me temo que esto debe sumarse contra usted. Sea más sensato de ahora en adelante. Si nuestra norma es la de ser parcos con las confidencias, es porque desde el principio se nos enseña que cada hombre es personalmente responsable ante la Ley de Compensación de cada palabra que pronuncia voluntariamente. Naturalmente, el señor Hume diría que esto es jesuitismo. Trate también de traspasar ese gran maya contra el cual los estudiantes de ocultismo de todo el mundo siempre han sido prevenidos por sus maestros —el ansia de fenómenos. Igual que el ansia por la bebida y por el opino, el ansia por los fenómenos crece con la satisfacción. Los espiritistas se embriagan con eso; son unos borrachos de la taumaturgia. Si usted no puede sentirse feliz sin los fenómenos, nunca aprenderá nuestra filosofía. Si usted quiere pensamientos saludables y filosóficos y puede quedar satisfecho con ellos —correspondemos.
Le comunico una profunda verdad al decirle que si usted (como su mítico Shloma) sólo escoge la sabiduría, todo lo demás le vendrá por añadidura —a su debido tiempo. No añade ninguna fuerza a nuestras verdades metafísicas el que nuestras cartas sean precipitadas desde el espacio hasta su regazo o que aparezcan debajo de su almohada. Si nuestra filosofía es falsa, un milagro no la convertirá en verdadera. Tome conciencia de esto y hablemos como hombres sensatos. ¿Por qué hemos de jugar como niños? ¿No son ya crecidas nuestras barbas?
Y ahora es el momento de poner punto final a mi abominable caligrafía, y así liberarle de la tarea. Sí — ¡su "cosmogonía!" Bien, buen amigo: su cosmología está —entre las hojas de mi Khuddaka Patha (mi Biblia familiar) — y haciendo un supremo esfuerzo trataré de contestarle tan pronto como sea relevado, porque precisamente ahora estoy de servicio. La que usted ha elegido es una tarea para toda la vida y, de alguna manera, en lugar de generalizar, usted se las arregla siempre para detenerse en aquellos detalles que resultan ser los más dificultosos para un principiante. Esté sobre aviso, mi buen Sahib. La tarea es difícil y K.H., en recuerdo de los viejos tiempos, cuando gustaba de recitar poesías, me pide que termine mi carta con la siguiente dirigida a usted:
"¿No da muchos rodeos el camino hasta la cima?"
"Sí, hasta su mismo término."
"La jornada diaria, ¿ocupará todo el día?"
"De la mañana a la noche, amigo mío."
El conocimiento para la mente, como el alimento para el cuerpo, tiene por objeto nutrir y ayudar al crecimiento, pero requiere ser bien digerido, y cuanto más completa y pausadamente se lleve a cabo el proceso, mejor será para el cuerpo y para la mente.
Vi a Olcott y le instruí acerca de lo que ha de decir a nuestro sabio de Simla. Si la V.D. se lanza a darle explicaciones por carta, deténgala —ya que O. se encargó de todo el asunto. No tengo tiempo para cuidarme de ella, pero le hice prometer que nunca le escribiría a él sin antes enseñarle a usted la carta.
Namaskar. (Namaskar = saludo con las manos juntas.(N.T.) Significa (yo rindo) homenaje. —Eds.)

Suyo, M.


LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 42

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 42
Carta del Mahatma Morya a A. P. Sinnett.
(Esta carta no lleva firma, pero está escrita con la caligrafía de M. —Ed.)

CARTA Nº 42

Recibida hacia febrero de 1882.
De nuevo, le digo aquello que a usted no le gusta que diga, es decir, que ninguna instrucción regular, ninguna comunicación regular es posible entre nosotros antes de que nuestro mutuo camino esté libre de sus muchos obstáculos, siendo el mayor de todos la idea equivocada que el público tiene de los Fundadores. Usted no puede ser culpado por su impaciencia, ni lo será.
Pero si dejara de hacer un uso provechoso de sus privilegios recién adquiridos, amigo, desde luego, no sería merecedor de ellos. Tres o cuatro semanas más —y yo me retiraré para dejarles a todos ustedes con aquel a quien le pertenece el sitio y cuyo lugar he ocupado más bien inapropiadamente, porque no soy ni un amanuense ni un erudito occidental. Otra cuestión es si el Chohan los encontrará, a usted y al señor Hume, más cualificados que antesde haber recibido nuestras enseñanzas.
Pero usted debería prepararse para ello. Porque queda todavía mucho por resolver. Hasta ahora, usted sólo se percataba únicamente de la luz del amanecer de un nuevo día; si lo intenta, con la ayuda de K.H., puede ver el sol del mediodía cuando alcanza su meridiano. Pero tiene que esforzarse para ello; tiene que esforzarse para que la luz se difunda en otras mentes a través de la de usted. ¿Cómo? se preguntará. Hasta el presente, de ustedes dos, el señor H. ha estado absolutamente en contra de seguir nuestro consejo; usted —resistiéndose con pasividad, lo ha estado en algunas ocasiones, a menudo condescendiendo en contra de lo que usted consideraba su mejor criterio— esa es mi respuesta. Los resultados fueron —los que podían esperarse. Ningún bien, o muy poco, se consiguió con esa clase de defensa intermitente —la solitaria defensa de un amigo, un miembro de la Sociedad predispuesto, presumiblemente, en favor de aquellos de los que se había proclamado campeón. El señor Hume nunca atendió la sugerencia de K.H. sobre una conferencia en su casa durante la cual podría muy bien haber sacado de su error a las mentes del público, al menos de una parte del prejuicio, sino de todo. Usted pensó que no hacía falta publicar y dar a conocer entre los lectores quien era ella. ¿Cree usted que hay posibilidades de que Primrose y Rattigan divulguen la información y proclamen lo que ellos conocen de la situación? Y así sucesivamente. Insinuaciones es todo lo que se necesita para una inteligencia como la de usted. Le digo esto porque sé cuan profundo y sincero es su afecto hacia K.H. Yo sé cómo se sentirá usted de mal si, cuando él esté de nuevo entre nosotros, descubre usted que la relación entre ustedes no ha mejorado. Y esto, con seguridad, es lo que sucederá cuando el Chohan vea que no hubo progreso, puesto que él hizo que le ayudara. Vea el efecto que ha producido Fragments —el más excelente de todos los artículos; pero cuan poco efecto tendrá, a menos que la oposición se sienta incitada, surja la discusión, y los espiritistas se vean obligados a defender sus insensatas pretensiones. Lea el editorial del Spiritualist del 18 de noviembre, titulado Speculation-Spinning; ella no puede contestarlo tal como él o usted podrían hacerlo, y el resultado será que las más preciosas sugerencias fracasarán para alcanzar las mentes de aquellos que ansían la verdad, pues una perla solitaria pronto queda eclipsada en medio de un montón de diamantes falsos, cuando no hay un gemólogo que llame la atención sobre su valor. Y así, otra vez más. ¡Qué podemos hacer nosotros!, ya oigo exclamar a K.H.
Así es, amigo. La senda a través de la vida en la tierra atraviesa muchos conflictos y pruebas, pero el que no hace nada para vencerlos no puede esperar triunfo alguno. Dejemos, pues, que la anticipación de una introducción más completa a nuestros misterios, bajo circunstancias más adecuadas, cuya creación depende enteramente de usted mismo, le inspire paciencia para esperar, perseverancia para seguir adelante y plena preparación para recibir la suprema consumación de todos sus deseos. Y para todo esto, tiene que tener presente que, cuando K.H. le diga: "Suba aquí" —usted deberá estar preparado. De no ser así, la mano todopoderosa de nuestro Chohan se interpondrá, una vez más, entre usted y El.

Devuelva a H.P.B., la V.D., los dos retratos que se le enviaron desde Odessa cuando termine con ellos. Escriba algunas líneas a Odessa, a la vieja Generala —porque yo sé que ella desea ansiosamente SM autógrafo. Recuérdele que los dos pertenecen a una misma Sociedad y son —Hermanos, y prometa ayudar a su sobrina.