LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 42
Carta del Mahatma Morya
a A. P. Sinnett.
(Esta carta no
lleva firma, pero está escrita con la caligrafía de M. —Ed.)
CARTA Nº 42
Recibida hacia
febrero de 1882.
De nuevo, le digo
aquello que a usted no le gusta que diga, es decir, que ninguna instrucción regular,
ninguna comunicación regular es posible entre nosotros antes de que nuestro
mutuo camino esté libre de sus muchos obstáculos, siendo el mayor de todos la
idea equivocada que el público tiene de los Fundadores. Usted no puede ser
culpado por su impaciencia, ni lo será.
Pero si dejara de hacer
un uso provechoso de sus privilegios recién adquiridos, amigo, desde luego, no
sería merecedor de ellos. Tres o cuatro
semanas más —y yo me retiraré para dejarles a todos ustedes con aquel a quien
le pertenece el sitio y cuyo lugar he ocupado más bien inapropiadamente, porque
no soy ni un amanuense ni un erudito occidental. Otra cuestión es si el Chohan
los encontrará, a usted y al señor Hume, más cualificados que antesde haber
recibido nuestras enseñanzas.
Pero usted debería
prepararse para ello. Porque queda todavía mucho por resolver. Hasta ahora,
usted sólo se percataba únicamente de la luz del amanecer de un nuevo día; si
lo intenta, con la ayuda de K.H., puede ver el sol del mediodía cuando alcanza
su meridiano. Pero tiene que esforzarse para ello; tiene que esforzarse para que la luz se difunda en otras mentes a
través de la de usted. ¿Cómo? se preguntará. Hasta el presente, de ustedes
dos, el señor H. ha estado absolutamente en contra de seguir nuestro consejo;
usted —resistiéndose con pasividad, lo ha estado en algunas ocasiones, a menudo
condescendiendo en contra de lo que usted consideraba su mejor criterio— esa es
mi respuesta. Los resultados fueron —los que podían esperarse. Ningún bien, o
muy poco, se consiguió con esa clase de defensa intermitente —la solitaria defensa
de un amigo, un miembro de la Sociedad predispuesto, presumiblemente, en favor
de aquellos de los que se había proclamado campeón. El señor Hume nunca atendió
la sugerencia de K.H. sobre una conferencia en su casa durante la cual podría
muy bien haber sacado de su error a las mentes del público, al menos de una
parte del prejuicio, sino de todo. Usted pensó que no hacía falta publicar y
dar a conocer entre los lectores quien era ella. ¿Cree usted que hay
posibilidades de que Primrose y Rattigan divulguen la información y proclamen
lo que ellos conocen de la situación? Y así sucesivamente. Insinuaciones es todo lo que se
necesita para una inteligencia como la de usted. Le digo esto porque sé cuan
profundo y sincero es su afecto hacia K.H. Yo sé cómo se sentirá usted de mal
si, cuando él esté de nuevo entre nosotros,
descubre usted que la relación entre ustedes no ha mejorado. Y esto, con
seguridad, es lo que sucederá cuando el Chohan vea que no hubo progreso, puesto
que él hizo que le ayudara. Vea el efecto que ha producido Fragments —el más
excelente de todos los artículos; pero cuan poco efecto tendrá, a menos que la
oposición se sienta incitada, surja la discusión, y los espiritistas se vean obligados
a defender sus insensatas pretensiones. Lea el editorial del Spiritualist del
18 de noviembre, titulado Speculation-Spinning; ella no puede contestarlo tal como él o usted podrían hacerlo, y el resultado
será que las más preciosas sugerencias fracasarán para alcanzar las mentes de
aquellos que ansían la verdad, pues una perla solitaria pronto queda eclipsada en
medio de un montón de diamantes falsos, cuando no hay un gemólogo que llame la atención
sobre su valor. Y así, otra vez más. ¡Qué podemos hacer nosotros!, ya oigo
exclamar a K.H.
Así es, amigo. La
senda a través de la vida en la tierra atraviesa muchos conflictos y pruebas, pero
el que no hace nada para vencerlos no puede esperar triunfo alguno. Dejemos, pues, que la
anticipación de una introducción más completa a nuestros misterios, bajo
circunstancias más adecuadas, cuya creación depende enteramente de usted mismo,
le inspire paciencia para esperar, perseverancia para seguir adelante y plena
preparación para recibir la suprema consumación de todos sus deseos. Y para
todo esto, tiene que tener presente que, cuando K.H. le diga: "Suba
aquí" —usted deberá estar preparado. De no ser así, la mano todopoderosa
de nuestro Chohan se interpondrá, una vez más, entre usted y El.
Devuelva
a H.P.B., la V.D., los dos retratos que se le enviaron desde Odessa cuando
termine con ellos. Escriba algunas líneas a Odessa, a la vieja Generala —porque
yo sé que ella desea ansiosamente SM autógrafo. Recuérdele que los
dos pertenecen a una misma Sociedad y son —Hermanos, y prometa ayudar a su
sobrina.
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