miércoles, 6 de enero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 45

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 45
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 45
La primera recibida después del regreso, en febrero de 1882.
Hermano mío —he realizado un largo viaje tras el conocimiento supremo; me tomé mucho tiempo para descansar. Luego, ya de regreso, tuve que dedicar todo mi tiempo a mis obligaciones y todos mis pensamientos al Gran Problema. Ahora todo ha pasado. Las festividades del Año Nuevo han terminado y yo soy "Yo" de nuevo. Pero, ¿qué es Yo? Sólo un huésped circunstancial cuyos intereses son todos parecidos a un espejismo del gran desierto....
En cualquier caso —éste es mi primer rato libre. Se lo dedico a usted, cuyo Yo interno me reconcilia con el gran hombre externo quien, demasiado a menudo, olvida que un gran hombre es aquel que es más fuerte en el ejercicio de la paciencia. Mire a su alrededor, amigo mío; vea los "tres venenos" feroces en el corazón del hombre —la ira, la codicia, el engaño— y las cinco oscuridades (¿Obstáculos?.—Eds.) : la envidia, la pasión, la duda, la pereza y la falta de fe — obstaculizando siempre su visión de la verdad. Los hombres jamás se librarán de la contaminación de sus mezquinos y perversos corazones, ni percibirán la parte espiritual de sí mismos. Para acortar la distancia entre nosotros, ¿no intentará usted desenredarse de la red de la vida y de la muerte —en la que los hombres están atrapados, y no tratará de tener menos en cuenta la codicia y el deseo? El joven Portman está pensando seriamente en dejarlo todo para pasarse a nosotros y "convertirse en un monje tibetano", como él dice. Sus ideas son extrañamente confusas sobre las dos características y calificaciones, totalmente distintas, la del "Monje" o Lama y la del "Lha" vivo o Hermano. Pero de todos modos, que lo intente.
Sí —sólo ahora me siento capaz de mantener correspondencia con usted. Al mismo tiempo permítame decirle que es más difícil ahora que antes intentar intercambiar cartas con usted, aunque mi interés por usted ha aumentado sensiblemente en lugar de disminuir —como usted temía— y no disminuirá —a menos que sea como consecuencia de sus propios actos. Yo bien sé que usted tratará de evitar que surja ningún obstáculo de esa naturaleza; pero, después de todo, el hombre es la víctima de su medio ambiente mientras vive en la atmósfera de la sociedad. Nosotros podemos estar deseosos de ayudar a aquellos que nos inspiran interés, y sin embargo, puede resultamos tan imposible hacerlo como lo es para el que ve a un amigo hundiéndose en un mar tempestuoso cuando no hay ningún bote cerca para salvarlo, y cuando su fuerza personal está paralizada por una mano más fuerte que lo retiene. Sí, veo su pensamiento. . . pero está usted equivocado. No culpe al santo varón por haber cumplido estrictamente con su deber por humanidad. Si no hubiera sido por el Chohan y su influencia moderadora, usted no estaría leyendo ahora de nuevo una carta de su corresponsal transhimaláyico. El mundo de las planicies es antagónico al de las montañas, eso usted ya lo sabe; pero lo que no sabe es el gran daño producido por sus propias e inconscientes indiscreciones. ¿Le doy un ejemplo? Recuerde la furia que se desencadenó en Stainton Moses a causa de su muy imprudente carta, con citas ad libitum de la que yo le dirigí a usted hablando de él, citas hechas libremente y que originaron los resultados más desastrosos. ... La causa generada en aquel momento ha producido ahora sus resultados: no sólo S.M. se ha separado por completo de la Sociedad, algunos de cuyos miembros creen en nosotros, sino que además ha decidido, en su corazón, la total aniquilación de la Rama Británica. Se está fundando una Sociedad Psíquica, y él ha conseguido atraer a ella a Wyld, Massey y otros. ¿Le hablo también del futuro de esa nueva agrupación? Crecerá, se desarrollará y se expandirá y, finalmente, la Sociedad Teosófica de Londres quedará empantanada en ella; primero perderá su influencia y después —su nombre, hasta que la Teosofía y su mismo nombre se conviertan en cosa del Pasado. Sólo usted, sólo la simple acción de su ágil pluma, es la que habrá producido el nidana y el ten-del, la "causa" y el "efecto", y así, el trabajo de siete años, los constantes e incansables esfuerzos de los constructores de la Sociedad Teosófica, perecerán —asesinados por la vanidad herida de un médium.
Este simple acto por su parte está descubriendo calladamente una grieta entre nosotros. El mal todavía puede evitarse —dejando que la Sociedad subsista sólo de nombre, hasta el día en que pueda reclutar miembros con los que podamos trabajar de facto —y por medio de la creación de otra causa contrarrestadora. Sólo la mano del Chohan puede tender un puente, pero debe ser la de usted la que coloque la primera piedra para la obra. ¿Cómo lo hará? ¿Cómo podrá hacerlo? Piense bien en ello, si tiene interés en una relación ulterior. Ellos quieren algo nuevo.
Un Ritual que los distraiga. Consulte con Subba Row, con Sankariah, con el Dewan Naib de Cochin, lea atentamente su folleto, cuyos extractos encontrará en el último Theosophist (vea: "A Flash of Light upon Occult Free Masonry", página 135). Yo puedo acercarme a usted, pero usted debe atraerme mediante un corazón purificado y una voluntad en gradual desarrollo. Como aguja imantada, el adepto sigue lo que le atrae. ¿No es ésta la Ley de los Principios desencarnados? ¿Por qué no también la de los principios vivientes? Así como los lazos sociales del hombre carnal son demasiado débiles para volver a llamar al "Alma" del fallecido —a menos que no exista una afinidad mutua que sobreviva como una fuerza en la región dentro del área terrestre, así las llamadas de la simple amistad, o incluso de un cálido interés, son demasiado débiles para atraer al "Lha" que ha franqueado una etapa del viaje en la que ha tenido que dejarle atrás, a menos que continúe un desarrollo paralelo. M. Habló bien y en verdad cuando dijo que el amor de la humanidad colectiva es su incesante inspiración; y que si cualquier individuo deseara atraer su atención, ese individuo debe dominar la tendencia dispersadora por medio de una fuerza vigorosa.
Digo todo esto, no porque su esencia no le haya sido explicada antes, sino porque leo en su corazón y detecto en él una sombra de tristeza, por no decir de desencanto, que revolotea por allí. Usted ha tenido otros corresponsales, pero no está totalmente satisfecho. Por eso y para satisfacerle le escribo, haciendo un esfuerzo, para pedirle que mantenga un animoso estado de ánimo. Sus esfuerzos, sus perplejidades y sus presentimientos son igualmente observados, mi fiel y buen amigo. En el imperecedero ARCHIVO de los Maestros usted los ha escritos todos.
Allí están registrados cada uno de sus actos y de sus pensamientos pues aunque no sea un chela, como le dice a mi Hermano Morya, ni siquiera un "protege" —según usted entiende la expresión— sin embargo, ha puesto los pies dentro del círculo de nuestro trabajo, ha cruzado usted la línea mística que separa su mundo del nuestro; y ahora, tanto que usted persevere como no; tanto que más adelante aparezcamos ante sus ojos como los seres vivientes más reales, o que nos desvanezcamos de su mente como tantos sueños ficticios —tal vez como una espantosa pesadilla— usted es, virtualmente, DE LOS NUESTROS. Su Yo interno ha quedado reflejado en nuestro Akasa; su naturaleza es —la de usted, su esencia es la nuestra.
La llama es distinta del tronco de la madera que le sirve temporalmente de combustible; al término de su nacimiento en el mundo de los espectros —y aunque los dos nos encontremos cara a cara en nuestros ruvas más groseros— usted no puede evitar encontrarse con nosotros en la Existencia Real. Sí, mi buen amigo, en verdad su Karma es nuestro Karma, porque usted lo imprimió día a día y hora a hora en las páginas de ese libro donde se conservan los más mínimos detalles de los individuos que ponen los pies en el interior de nuestro círculo; —y ese Karma suyo va a ser su única personalidad cuando usted pase más allá. Con el pensamiento y con los actos durante el día, con los forcejeos del alma durante las noches, usted ha estado escribiendo la historia de sus deseos y de su desarrollo espiritual. Esto lo hace todo aquel que se acerca a nosotros con un ansia vehemente de convertirse en nuestro colaborador; él mismo "precipita" las entradas que se anotan en el Registro por un proceso idéntico al empleado por nosotros cuando escribimos en sus cartas cerradas y en las páginas aún sin cortar de los libros y folletos en tránsito. (Vea de nuevo las páginas 32 y 35 del Informe enviado por Olcott). Le digo esto para su información particular, y no debe figurar en el próximo folleto de Simla. Durante los pasados meses, particularmente cuando su fatigado cerebro estaba sumido en el letargo del sueño, su impaciente alma me buscaba con frecuencia y la corriente de sus pensamientos ha estado golpeando contra mis barreras protectoras de Akás como pequeñas olas chocando contra una costa rocosa. El hombre carnal, el dominador de las cosas del mundo, no ha ratificado aquello a lo que el "Yo Interno", ansioso o impaciente, ha anhelado unirse: las ligaduras de la vida son todavía tan fuertes como cadenas de acero. En verdad, algunas de ellas son sagradas, y nadie va a pedirle a usted que las rompa.
Ahí abajo se encuentra su esfera de iniciativas y de utilidad largo tiempo acariciada por usted.
El nuestro, nunca puede ser más que un mundo de brillantez fantasmal para el hombre con un "sentido práctico" perfecto; y si el caso de usted es, en cierto modo excepcional, se debe a que su naturaleza tiene inspiraciones más profundas que las de otros que son todavía más "prácticos", cuya fuente de elocuencia está en el cerebro, no en el corazón que nunca estuvo en contacto con el corazón misteriosamente radiante y puro del Tathagata.
Si usted no tiene a menudo noticias mías, no se sienta nunca decepcionado. Hermano mío, sólo diga: "Es culpa mía". La Naturaleza ha unido todas las partes de su Imperio mediante sutiles hebras de simpatía magnética y hay una mutua correlación incluso entre una estrella y un hombre. El pensamiento viaja más rápidamente que el fluido eléctrico y su pensamiento me encontrarán si está proyectado por un impulso puro, como el mío le encontrará, le ha encontrado ya, y con frecuencia ha impresionado su mente. Podemos movernos en ciclos de actividad dividida —no totalmente separados el uno del otro. Igual que la luz es percibida en el valle en sombras por el montañés desde su cima, cada brillante pensamiento de su mente, hermano mío, resplandecerá y atraerá la atención de su lejano amigo y corresponsal. Si de este modo descubrimos nuestros Aliados naturales en el mundo de las Sombras —fuera de los límites de su mundo y del nuestro— y si nuestra ley es acercarnos a todo aquel que posea siquiera el más leve vislumbre de la verdadera luz del Tathagata en su interior —entonces, ¡cuánto más fácil será para usted atraernos! Comprenda esto y entonces la admisión en la Sociedad de personas que con frecuencia le resultan desagradables dejará de sorprenderle.
"Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos" —es un axioma, sea quien sea el que lo haya dicho.
Y ahora permita que me despida de usted por ahora y hasta la próxima. No se deje dominar por aprensiones sobre el mal que pudiera derivarse si las cosas no van tal como su mundana sabiduría piensa que deberían ir; no dude, porque la naturaleza de la duda acobarda e impide el propio progreso de uno. Tener una alegre confianza y esperanza es una cosa totalmente distinta a dejarse llevar por el ciego optimismo de un necio; el hombre sabio nunca lucha contra el infortunio por adelantado. Una nube se cierne sobre su camino —se condensa cerca de la colina de Jakko. Aquel a quien hizo usted su confidente —le aconsejé que fuera sólo su colaborador, y que no le comunicara las cosas que debería haberse guardado para usted— está bajo una funesta influencia, y puede convertirse en su enemigo. Usted hace bien tratando de salvarlo de esa influencia, pues ello presagia daño para él, para usted y para la Sociedad. La gran inteligencia de él, fumigada por la vanidad y hechizada por el silbido de una inteligencia más débil pero más astuta, está, por el momento, bajo un período de fascinación. Usted descubrirá fácilmente el poder maligno que hay detrás de ambos, a los que utiliza como instrumentos para la realización de sus propios e inicuos planes. La catástrofe que se prepara puede evitarse redoblando la vigilancia e incrementando la fuerza de voluntad por parte de los amigos de la S.B.L. Si está todavía dispuesto, trabaje, pues, para desviar el golpe, porque si éste cae, usted no saldrá ileso, por grandes que sean los esfuerzos de mis Hermanos. La causa nunca perecerá, aunque la roca de Sísifo puede aplastar los dedos de muchos pies. Adiós otra vez, amigo mío —por mucho o por poco tiempo, como usted decida. La obligación me llama.
Suyo sinceramente,

K.H.

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