El Festival de Asala
Fuente: Extractos del Libro
"Los Maestros y el Sendero"
Es una de las festividades
más
sagradas …
donde
se le rinde homenaje
a los
Maestros,
esos
Grandes Seres que
practican
lo
que
predican.
Además
del festival de Wesak hay otro día del año en que se congregan
reglamentariamente los miembros de la Fraternidad. Esta reunión se celebra
usualmente en la casa particular del Señor Maitreya, situada también en los
Himalayas, pero en la vertiente meridional en vez de en la septentrional.
En esta ocasión no hay peregrinos del mundo
físico, aunque bien se recibe a todo visitante astral. Se
celebra la reunión el día del plenilunio del mes de Ashadha,
correspondiente a nuestro Julio, por ser
el aniversario del notable sermón pronunciado por el Señor Buda ante sus cinco
discípulos anunciándoles el descubrimiento de la verdad.
A este sermón se le llama comúnmente el
Sutta Dhammachakkappavattana, que el profesor Rhys Davids ha traducido con el
título de La puesta en marcha de la Regia carroza del reino de la justicia. Los
libros budistas lo describen más brevemente con el título de El giro de la
rueda de la ley. En este sermón explicó Buda por vez primera las Cuatro Nobles Verdades
y el Noble Óctuple Sendero con el término medio del Buda, que consiste en vivir
rectamente en el mundo sin caer por una parte en las extravagancias del
ascetismo ni por otra en el libertinaje de la disolución.
Movido el Señor Maitreya de profundo afecto
a su insigne antecesor ordenó que en cada aniversario de dicho sermón se
recitara ante la congregada Fraternidad, y después del recitado acostumbra el
Señor Maitreya dirigir una sencilla plática a los reunidos, respecto a la
práctica de las enseñanzas expuestas en el sermón.
Comienza a recitarse este sermón en el
preciso instante del plenilunio y el recitado y la plática duran cosa de media
hora. El Señor Maitreya suele sentarse en el sitial de mármol colocado en el
borde de la terraza del ameno jardín de su casa. Los adeptos de superior
categoría se sientan en su cercano alrededor y los demás en el jardín un poco
más abajo. En esta reunión, como en la de Wesak, suele haber oportunidad para
entablar placenteras conversaciones y amable trato de los Maestros con los
discípulos y aspirantes a quienes benévolamente bendicen.
Convendrá dar algunos informes de la
ceremonia y de lo que en ella se dice, aunque es de todo punto imposible
reproducir fielmente la maravillosa belleza y elocuencia de la plática del
Señor Maitreya en aquella ocasión. El siguiente relato no es total, sino una
combinación de fragmentos muy imperfectamente transcritos y que algunos de
ellos ya se han publicado en otra parte; pero al menos darán idea de la marcha
general de la ceremonia a quienes nada sepan todavía de ella.
El gran Sermón es admirablemente sencillo y
el Buda lo repitió sin cesar, para que los discípulos lo transcribiesen y de
allí en adelante pudieran todos leerlo pues en aquel tiempo se ignoraba la
estenografía. Como los discípulos habían
de retener en la memoria las palabras de Buda para después anotarlas, fue el
sermón muy sencillo, y al leerlo se echa de ver que Buda lo compuso con el
propósito de facilitar su perpetuación de modo que todos lo recordasen
fácilmente. Sus puntos están dispuestos con riguroso orden lógico, de modo que
cada uno recuerda el anterior, como si se ajustaran a un método nemotécnico.
Cada frase suelta sugiere a los budistas un conjunto de relacionadas ideas;
y así es que a pesar de su sencillez contiene el sermón una completa norma de
recta conducta.
Se podría creer que ya está dicho todo
cuanto cabe decir sobre el sermón; pero el Señor Maitreya, con su maravillosa
elocuencia y hábil exposición, lo renueva de año en año, y a cada circunstante
le parece que la plática va dirigida a él personalmente. En cada aniversario,
lo mismo que en la original predicación, se repite el pentecóstico milagro. El
Señor Maitreya habla en el armonioso idioma pali primitivo: y sin embargo cada
circunstante lo oye en su propia lengua materna.
Comienza el
Sermón diciendo que el sendero intermedio es el más seguro y el único
verdadero. Sumirse en la grosera concupiscencia de los placeres mundanos es vil
y degradante y no conduce a parte alguna. Más por otro extremo, también es
maligno y estéril el extravagante ascetismo. Puede haber algunos, muy pocos,
que tengan sincera vocación para la vida contemplativa y solitaria, y pueden
ser capaces de llevarla rectamente; y aun en este caso hay que prevenirse
contra las exageraciones; mas para la generalidad de las gentes el camino mejor
y más seguro es vivir rectamente en el mundo y no según el mundo. Lo primero
que se necesita para vivir de tal manera es conocer las condiciones requeridas
por dicho género de vida.
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