LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 35
Carta del Mahatma
K.H. a A. P. Sinnett.
CARTA Nº 35
Carta de K.H. Recibida en Allahabad, el 18 de marzo de
1882.
Usted no ha
entendido en absoluto el significado de mi nota del 11 de marzo, mi buen amigo.
Yo dije que era fácil producir fenómenos cuando se daban las condiciones
necesarias, pero no dije que sólo con la presencia de Olcott y de Mallapura en
casa de usted se atrajera ese acopio de fuerza que bastaría para los
experimentos que usted propone.
Estos últimos eran
bastante razonables, desde su punto de vista. No le culpo en absoluto por pedirlos.
Yo mismo, quizás, desearía que los obtuviera —para su satisfacción personal, no
para satisfacción del público, pues, como usted sabe, el convencimiento en
estos casos debe lograrse por la experiencia personal. Testimonios de segunda
mano nunca satisfacieron realmente a nadie más que a las mentes crédulas, (o
mejor dicho, a las mentes no escépticas).
Ningún espiritista
que leyese, en su segunda edición el relato de los mismos experimentos que usted
me ha mencionado, ni por un solo instante atribuiría los hechos a algo que no
fuese la mediumnidad; y probablemente, su señora y usted mismo, serían
incluidos por ellos en la lista de agentes mediumnísticos. ¡Imagínese tal cosa!
No —espere su oportunidad; usted está reuniendo, poco a poco, los materiales
para lo que nosotros llamamos aquí, como usted sabe, el verdadero dgiü (Verdadero conocimiento, distinto
del conocimiento de lo efímero.—Eds.) sáquele el máximo
de provecho. No son nunca los fenómenos físicos los que llevarán la convicción a los
corazones de los que no creen en la "Fraternidad", sino más bien los
fenómenos de la intelectualidad, la filosofía y la lógica, si puedo expresarlo
así. Vea "Enseñanzas de los Espíritus" por + presentadas por
Oxon —el más intelectual, así como el más culto de todos los médiums. Lea — y
¡compadézcase! ¿No
ve usted, pues, a dónde queremos ir a parar, como dice Olcott? ¿No se da usted
cuenta de que si no fuera por su intelecto excepcional y por la ayuda que de
ello puede derivarse, el Chohan hubiera cerrado hace tiempo toda puerta de
comunicación entre nosotros? Sí, lea y estudie, amigo mío, porque existe un
propósito. Usted pareció molesto, decepcionado, cuando leyó las palabras:
"Imposible; no
hay poder aquí; escribiré desde Bombay". Esas ocho palabras, me habrá
costado ocho días
de recuperación para el trabajo —en el estado en que me encuentro
actualmente. Pero
usted no sabe lo que quiero decir; queda usted disculpado.
No quiero ocultar
las dificultades de la elaboración de su sistema por Grados. Yo deseaba que usted
lo desarrollara a su comodidad, a medida que su espíritu le inspirara. Porque
aún cuando usted no acertara por completo a formar un esquema que respondiera a
las necesidades de Asia y de Europa, podría dar con algo que fuera bueno, tanto
para uno como para otro continente, y luego otra mano podría suplir la parte
que faltase. Los asiáticos son tan pobres, por regla general, y los libros tan
inaccesibles para ellos en estos degradados días, que usted puede ver
claramente de qué manera tan distinta debe ser concebido un plan para la
cultura intelectual, en la preparación de los experimentos prácticos para
desarrollar en ellos el poder psíquico. Antiguamente, esta necesidad era
satisfecha por el Gurú que guiaba al chela a través de las dificultades de la
infancia y de la juventud, y le procuraba con la enseñanza oral tanto o más
alimento para el desarrollo mental y psíquico que a través de los libros. La necesidad de semejante guía, filósofo y
amigo (¿y quién merece tan bien el triple título?) nunca puede ser reemplazada
por más que se intente. Todo lo que
usted puede hacer es preparar al intelecto; la inclinación hacia "la
cultura del alma" debe ser educida por el individuo. ¡Tres veces afortunados
los que puedan atravesar el círculo vicioso de la influencia moderna y ascender
hasta más allá de las quimeras!
Volviendo a sus
Grados.
¿No está usted
trazando, demasiado vagamente, las líneas entre los tres o cuatro primeros
grupos?
¿Qué pruebas aplica
para decidir sus respectivos estados mentales?
¿Cómo precaverse
contra la simple "memorización y contra el copiar y contra la sustitución
de escritos?
“Muchos jesuitas
listos podrían pasar todos sus Grados, incluso llegar hasta el sexo y el
séptimo; ¿los
admitiría, entonces, en la segunda sección? Recuerde las lecciones del
pasado y a Cárter Black. Para quien haya pasado las primeras cinco etapas, es totalmente
posible adquirir las "facultades ocultas" de la 6° —tal como dijo
Moorad Ali Beg y tal como Olcott se lo confirmó a usted. Más aún, esto puede
hacerse sin ayuda de estas etapas, ya sea adoptando el método de los Arhats, de
los Dasturs, de los Yoguis o de los Sufíes, entre cada uno de cuyos grupos de
místicos ha habido muchos que ni siquiera sabían leer ni escribir. Si se carece
de la hipersensibilidad psíquica, ninguna cultura la facilitará. Y en la más
superior de las escuelas teóricas y también prácticas de esta clase, es en la
que nosotros, los asociados —sus atentos corresponsales— fuimos instruidos.
Todo lo que
antecede no ha sido dicho para desanimarle, sino para estimularle. Si es usted
un verdadero anglosajón ningún obstáculo aminorará su celo y, a menos que mi
Ojo no se haya empañado —au fond— éste es su carácter. Nosotros tenemos una
palabra para todos los aspirantes: INTÉNTELO.
Y ahora hablemos de
su acceso de hilaridad el pasado septiembre acerca de los peligros
imaginarios para el
que produce fenómenos, peligros que crecen en proporción a la magnitud de los
fenómenos así producidos, y de la imposibilidad de refutarlos. Recuerde la
prueba propuesta por usted de traer hasta aquí un ejemplar del Times. Mi buen
amigo, si los triviales fenómenos (porque son triviales en comparación con los
que sería posible y permisible realizar) demostrados por Eglinton provocaron
tan amargo odio, al evocar ante él escenas de encarcelamientos, debidos a
testimonios falsos, ¡cuál no sería la
suerte de la pobre "Vieja Dama"! Ustedes son todavía unos bárbaros, a
pesar de toda su ostentosa civilización.
Y ahora, a lo de Morya. (Esto es estrictamente
reservado entre nosotros, y no debe revelarlo ni siquiera a la señora Cordón).
Eglinton estaba preparándose para ausentarse, dejando en la mente de la pobre
señora G. el temor de haber sido engañada; de que no existían los "Hermanos",
puesto que Eglinton había negado su existencia, y que los "Espíritus"
guardaban silencio sobre esa cuestión. Entonces, la semana pasada, M.,
mezclándose con cautela entre la heterogénea multitud, agarró a los espíritus
por el pescuezo —y el resultado fue la inesperada aceptación de los Hermanos,
de su existencia real y de la relación personal con el "Ilustre". La lección
que se deriva de lo que antecede, para usted y los demás, puede ser de utilidad
en el futuro —ya que los acontecimientos tienen que sucederse y desarrollarse.
Sinceramente suyo,
K.H.
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