domingo, 20 de diciembre de 2015

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 35

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 35
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 35
Carta de K.H. Recibida en Allahabad, el 18 de marzo de 1882.
Usted no ha entendido en absoluto el significado de mi nota del 11 de marzo, mi buen amigo. Yo dije que era fácil producir fenómenos cuando se daban las condiciones necesarias, pero no dije que sólo con la presencia de Olcott y de Mallapura en casa de usted se atrajera ese acopio de fuerza que bastaría para los experimentos que usted propone.
Estos últimos eran bastante razonables, desde su punto de vista. No le culpo en absoluto por pedirlos. Yo mismo, quizás, desearía que los obtuviera —para su satisfacción personal, no para satisfacción del público, pues, como usted sabe, el convencimiento en estos casos debe lograrse por la experiencia personal. Testimonios de segunda mano nunca satisfacieron realmente a nadie más que a las mentes crédulas, (o mejor dicho, a las mentes no escépticas).
Ningún espiritista que leyese, en su segunda edición el relato de los mismos experimentos que usted me ha mencionado, ni por un solo instante atribuiría los hechos a algo que no fuese la mediumnidad; y probablemente, su señora y usted mismo, serían incluidos por ellos en la lista de agentes mediumnísticos. ¡Imagínese tal cosa! No —espere su oportunidad; usted está reuniendo, poco a poco, los materiales para lo que nosotros llamamos aquí, como usted sabe, el verdadero dgiü (Verdadero conocimiento, distinto del conocimiento de lo efímero.—Eds.) sáquele el máximo de provecho. No son nunca los fenómenos físicos los que llevarán la convicción a los corazones de los que no creen en la "Fraternidad", sino más bien los fenómenos de la intelectualidad, la filosofía y la lógica, si puedo expresarlo así. Vea "Enseñanzas de los Espíritus" por + presentadas por Oxon —el más intelectual, así como el más culto de todos los médiums. Lea — y ¡compadézcase! ¿No ve usted, pues, a dónde queremos ir a parar, como dice Olcott? ¿No se da usted cuenta de que si no fuera por su intelecto excepcional y por la ayuda que de ello puede derivarse, el Chohan hubiera cerrado hace tiempo toda puerta de comunicación entre nosotros? Sí, lea y estudie, amigo mío, porque existe un propósito. Usted pareció molesto, decepcionado, cuando leyó las palabras:
"Imposible; no hay poder aquí; escribiré desde Bombay". Esas ocho palabras, me habrá
costado ocho días de recuperación para el trabajo —en el estado en que me encuentro
actualmente. Pero usted no sabe lo que quiero decir; queda usted disculpado.
No quiero ocultar las dificultades de la elaboración de su sistema por Grados. Yo deseaba que usted lo desarrollara a su comodidad, a medida que su espíritu le inspirara. Porque aún cuando usted no acertara por completo a formar un esquema que respondiera a las necesidades de Asia y de Europa, podría dar con algo que fuera bueno, tanto para uno como para otro continente, y luego otra mano podría suplir la parte que faltase. Los asiáticos son tan pobres, por regla general, y los libros tan inaccesibles para ellos en estos degradados días, que usted puede ver claramente de qué manera tan distinta debe ser concebido un plan para la cultura intelectual, en la preparación de los experimentos prácticos para desarrollar en ellos el poder psíquico. Antiguamente, esta necesidad era satisfecha por el Gurú que guiaba al chela a través de las dificultades de la infancia y de la juventud, y le procuraba con la enseñanza oral tanto o más alimento para el desarrollo mental y psíquico que a través de los libros. La necesidad de semejante guía, filósofo y amigo (¿y quién merece tan bien el triple título?) nunca puede ser reemplazada por más que se intente. Todo lo que usted puede hacer es preparar al intelecto; la inclinación hacia "la cultura del alma" debe ser educida por el individuo. ¡Tres veces afortunados los que puedan atravesar el círculo vicioso de la influencia moderna y ascender hasta más allá de las quimeras!
Volviendo a sus Grados.
¿No está usted trazando, demasiado vagamente, las líneas entre los tres o cuatro primeros grupos?
¿Qué pruebas aplica para decidir sus respectivos estados mentales?
¿Cómo precaverse contra la simple "memorización y contra el copiar y contra la sustitución de escritos?
“Muchos jesuitas listos podrían pasar todos sus Grados, incluso llegar hasta el sexo y el séptimo; ¿los admitiría, entonces, en la segunda sección? Recuerde las lecciones del pasado y a Cárter Black. Para quien haya pasado las primeras cinco etapas, es totalmente posible adquirir las "facultades ocultas" de la 6° —tal como dijo Moorad Ali Beg y tal como Olcott se lo confirmó a usted. Más aún, esto puede hacerse sin ayuda de estas etapas, ya sea adoptando el método de los Arhats, de los Dasturs, de los Yoguis o de los Sufíes, entre cada uno de cuyos grupos de místicos ha habido muchos que ni siquiera sabían leer ni escribir. Si se carece de la hipersensibilidad psíquica, ninguna cultura la facilitará. Y en la más superior de las escuelas teóricas y también prácticas de esta clase, es en la que nosotros, los asociados —sus atentos corresponsales— fuimos instruidos.
Todo lo que antecede no ha sido dicho para desanimarle, sino para estimularle. Si es usted un verdadero anglosajón ningún obstáculo aminorará su celo y, a menos que mi Ojo no se haya empañado —au fond— éste es su carácter. Nosotros tenemos una palabra para todos los aspirantes: INTÉNTELO.
Y ahora hablemos de su acceso de hilaridad el pasado septiembre acerca de los peligros
imaginarios para el que produce fenómenos, peligros que crecen en proporción a la magnitud de los fenómenos así producidos, y de la imposibilidad de refutarlos. Recuerde la prueba propuesta por usted de traer hasta aquí un ejemplar del Times. Mi buen amigo, si los triviales fenómenos (porque son triviales en comparación con los que sería posible y permisible realizar) demostrados por Eglinton provocaron tan amargo odio, al evocar ante él escenas de encarcelamientos, debidos a testimonios falsos, ¡cuál no sería la suerte de la pobre "Vieja Dama"! Ustedes son todavía unos bárbaros, a pesar de toda su ostentosa civilización.
Y ahora, a lo de Morya. (Esto es estrictamente reservado entre nosotros, y no debe revelarlo ni siquiera a la señora Cordón). Eglinton estaba preparándose para ausentarse, dejando en la mente de la pobre señora G. el temor de haber sido engañada; de que no existían los "Hermanos", puesto que Eglinton había negado su existencia, y que los "Espíritus" guardaban silencio sobre esa cuestión. Entonces, la semana pasada, M., mezclándose con cautela entre la heterogénea multitud, agarró a los espíritus por el pescuezo —y el resultado fue la inesperada aceptación de los Hermanos, de su existencia real y de la relación personal con el "Ilustre". La lección que se deriva de lo que antecede, para usted y los demás, puede ser de utilidad en el futuro —ya que los acontecimientos tienen que sucederse y desarrollarse.
Sinceramente suyo,

K.H.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario