viernes, 18 de mayo de 2018

La Genealogía Espiritual, PRIMERA CONFERENCIA, Parte III


La Genealogía Espiritual
PRIMERA CONFERENCIA     
                                 Parte III        
Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Luego, en tomo de esta brillante Trimurti, vemos, permaneciendo en la luz que procede de Ella, a los frutos de pasados universos; esto es, a Aquellos que han conseguido elevarse a esta maravillosa altura espiritual; y las próximas Formas que confusamente vislumbramos en medio de esta luz, son de Aquellos que son llamados los Siete.
Las palabras descriptivas, los nombres dados a este número, los Siete, difieren en las diversas religiones. El Indo habla de los siete hijos de Aditi - el octavo fue Marttanda, el sol; teniendo cada hijo, o Aditya, su particular "casa" propia. Han sido llamados los Siete Espíritus del Sol; los siete Dioses del Misterio fue Su nombre en el antiguo Egipto. En la religión de Zoroastro eran llamados los siete Amshaspends. Entre los Judíos, Ellos son los siete Sephiroth; entre los Cristianos y Mahometanos, Ellos son los siete Arcángeles.
Los nombres no tienen importancia alguna. Lo importante es que todas las religiones los presentan como permaneciendo en tomo de la Trinidad manifestada, siendo los Virreyes, por decirlo así, de Ishvara en el vasto Imperio del sistema solar, teniendo cada uno Su propio reino, y administrando cada uno Su propio y particular departamento. Los Teosofístas Les damos el nombre de Logos Planetarios, porque estos siete Espíritus del Sol han sido constantemente identificados con  los  siete  planetas sagrados,  los  cuales  son  Sus  cuerpos  físicos.

Estos planetas en su forma externa son globos aquí, algunos de los globos que forman nuestro sistema solar; pero en su naturaleza espiritual son los poderosos Hijos de Aditi  cada uno de los cuales posee Su propia casa, esto es, su planeta particular, gobernando en Su propio reino, un departamento definido del universo solar.
En torno de estos Hijos de Aditi, en un más amplio círculo, existen además los grandes Seres, las Jerarquías creadoras, o las Doce Ordenes Creadoras del universo. Cada una de estas Órdenes está presidida por uno de los Doce grandes Dioses que se mencionan en todas las historias antiguas, apareciendo grandes y magníficos desde la gran distancia en que Ellos moran.
Estos Dioses están simbolizados en los familiares Signos del Zodiaco, pues el Zodiaco no es una invención moderna, sino que fue legado a la Cuarta Raza por los grandes Instructores, y en vuestros propios anales podéis leer los nombres de algunos de Ellos, uno de los cuales, Asuramaya, es conocido como el primero de los grandes astrónomos; él fue quien dio los Zodiacos al Egipto y a la India.
Estos círculos astronómicos son los símbolos, los cuadros sobre los cuales está escrito el plan del sistema solar, y en las tradiciones del pasado hallamos el norte y guía para salir del laberinto, y comprendemos por qué se nos dice que un planeta "rige", o es el Señor de uno de los signos del Zodiaco, puesto que el planeta es el Espíritu Planetario, y Su signo del Zodiaco es una de las grandes Jerarquías Creadoras, la cual contiene en sí misma a las restantes Jerarquías como subjerarquías, y éstas, bajo Su gobierno y dirección, construyen Su reino, y ayudan a evolucionar a las Mónadas que en él se hallan.
Si tenéis esto en cuenta, este cuadro, aunque sorprendente, no se os hará confuso y de difícil comprensión.
Primero aparece la gran Trinidad;
en torno de esta Trinidad los siete Espíritus que son sus Virreyes en Su universo; en torno de estos Espíritus las doce Jerarquías Creadoras, cuya misión es construir el universo.
En la presente etapa de evolución, de estas doce Jerarquías Creadoras, cinco de ellas han desaparecido del alcance de la vista de aun los más grandes y más desarrollados Instructores de nuestro mundo; cuatro de ellas han alcanzado la liberación, y una está tocando los umbrales de la misma.

Así, pues, y por lo que a nuestra particular evolución se refiere, solo tenemos que ver al presente con siete de Ellas, las cuales afectan, por decirlo así, a nuestro fragmento Deifico, la porción de Ishvara (Una porción de Mi mismo, un ser viviente. Bhagavad Gita, XV, 7), el Jivatma, el ser viviente, que pronto veremos que, en su naturaleza más espiritual y elevada, es una parte integrante de una de estas Jerarquías. Tratemos de obtener una vislumbre de las principales características de Ellas, puesto que no es indispensable describirlas por muy imperfectamente que lo hagamos, a fin de que no aparezcan completamente confusas a nuestros ojos, cegados por la esplendorosa luz en la cual moran.
Primero viene la Orden que únicamente se puede describir por medio de palabras relacionadas con el fuego; se les llama Hálitos Ígneos Informes, Señores del Fuego, llamas Divinas, Fuegos Divinos, Leones de Fuego, Leones de Vida; nombre tras nombre, epíteto tras epíteto, refiriéndose todos a los atributos del fuego, pues se ha escrito que Ellos son la Vida y el Corazón del universo, el Atma, la Voluntad Kósmica, pues por medio y a través de Ellos pasa el Rayo divino de Paramatma que despierta Atma en la Mónada del hombre.
Por debajo de Ellos está la segunda gran Jerarquía, doble en su naturaleza, las "dobles unidades", Fuego y Éter, la Razón manifestada, la Sabiduría del sistema, lo que llamamos Buddbi Kósmico, lo qué despierta Buddhi en la Mónada del hombre.
Por debajo de Estos está la tercera, Mahat, o Manas Kósmico, "'las Tríadas", Fuego, Éter, Agua, la actividad Kosmica, que también vierte una parte de su esencia sobre la Monada del hombre .a medida que éste desciende.
Estas son las Ordenes Creadoras Arupa, las cuales moran en una materia demasiado sutil para asumir una forma limitada, materia en la cual todas las "formas" están entremezcladas y se compenetran mutuamente.
Más abajo de estas Ordenes, hay las Ordenes Creadoras Rupa, y la primera de ellas, la cuarta entre las Jerarquías, es la nuestra, la Jerarquía de las Monadas humanas, que, sin embargo, no han abandonado el seno de nuestro Supremo Hacedor, en donde en realidad permanecemos constantemente inseparables de Él, aunque a nosotros, supeditados como estamos por las férreas mallas de la materia, se nos figura que somos distintos, y que estamos completamente separados. Nosotros podemos percibir confusamente que estas Monadas están allí, en la gloria de su origen, junto con una "determinada individualidad espiritual", que, según se ha escrito, se separa cada vez más y más en los planos inferiores.
Después que hayamos concluido el imperfecto bosquejo de las siete grandes Jerarquías, lo cual nos proporcionará una ojeada a vista de pájaro del conjunto de nuestro tema, volveremos a ocuparnos de las Mónadas.

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