La Genealogía Espiritual
PRIMERA CONFERENCIA
Parte III
Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant
Luego, en tomo de esta brillante Trimurti, vemos, permaneciendo en la luz que procede de Ella, a los frutos de pasados universos; esto es, a Aquellos que han conseguido elevarse a esta maravillosa altura espiritual; y las próximas Formas que confusamente vislumbramos en medio de esta luz, son de Aquellos que son llamados los Siete.
Las palabras descriptivas, los nombres dados a este
número, los Siete, difieren en las diversas religiones. El Indo habla de los
siete hijos de Aditi - el octavo fue Marttanda, el sol; teniendo cada hijo, o
Aditya, su particular "casa" propia. Han sido llamados los Siete
Espíritus del Sol; los siete Dioses del Misterio fue Su nombre en el antiguo
Egipto. En la religión de Zoroastro eran llamados los siete Amshaspends. Entre
los Judíos, Ellos son los siete Sephiroth; entre los Cristianos y Mahometanos,
Ellos son los siete Arcángeles.
Los nombres no
tienen importancia alguna. Lo importante es que todas las religiones los
presentan como permaneciendo en tomo de la Trinidad manifestada, siendo los
Virreyes, por decirlo así, de Ishvara en el vasto Imperio del sistema solar,
teniendo cada uno Su propio reino, y administrando cada uno Su propio y
particular departamento. Los Teosofístas Les damos el nombre de Logos Planetarios,
porque estos siete Espíritus del Sol han sido constantemente identificados
con los
siete planetas sagrados, los
cuales son Sus
cuerpos físicos.
Estos planetas en su forma externa son globos aquí,
algunos de los globos que forman nuestro sistema solar; pero en su naturaleza
espiritual son los poderosos Hijos de Aditi
cada uno de los cuales posee Su propia casa, esto es, su planeta
particular, gobernando en Su propio reino, un departamento definido del universo
solar.
En torno de estos
Hijos de Aditi, en un más amplio círculo, existen además los grandes Seres, las
Jerarquías creadoras, o las Doce Ordenes Creadoras del universo. Cada una de
estas Órdenes está presidida por uno de los Doce grandes Dioses que se
mencionan en todas las historias antiguas, apareciendo grandes y magníficos
desde la gran distancia en que Ellos moran.
Estos Dioses
están simbolizados en los familiares Signos del Zodiaco, pues el Zodiaco no es
una invención moderna, sino que fue legado a la Cuarta Raza por los grandes
Instructores, y en vuestros propios anales podéis leer los nombres de algunos
de Ellos, uno de los cuales, Asuramaya, es conocido como el primero de los
grandes astrónomos; él fue quien dio los Zodiacos al Egipto y a la India.
Estos círculos
astronómicos son los símbolos, los cuadros sobre los cuales está escrito el
plan del sistema solar, y en las tradiciones del pasado hallamos el norte y guía
para salir del laberinto, y comprendemos por qué se nos dice que un planeta
"rige", o es el Señor de uno de los signos del Zodiaco, puesto que el
planeta es el Espíritu Planetario, y Su signo del Zodiaco es una de las grandes
Jerarquías Creadoras, la cual contiene en sí misma a las restantes Jerarquías
como subjerarquías, y éstas, bajo Su gobierno y dirección, construyen Su reino,
y ayudan a evolucionar a las Mónadas que en él se hallan.
Si tenéis esto
en cuenta, este cuadro, aunque sorprendente, no se os hará confuso y de difícil
comprensión.
Primero aparece
la gran Trinidad;
en torno de esta
Trinidad los siete Espíritus que son sus Virreyes en Su universo; en torno de
estos Espíritus las doce Jerarquías Creadoras, cuya misión es construir el
universo.
En la presente
etapa de evolución, de estas doce Jerarquías Creadoras, cinco de ellas han
desaparecido del alcance de la vista de aun los más grandes y más desarrollados
Instructores de nuestro mundo; cuatro de ellas han alcanzado la liberación, y
una está tocando los umbrales de la misma.
Así, pues, y por lo que a nuestra particular evolución se
refiere, solo tenemos que ver al presente con siete de Ellas, las cuales
afectan, por decirlo así, a nuestro fragmento Deifico, la porción de Ishvara (Una
porción de Mi mismo, un ser viviente. Bhagavad Gita, XV, 7), el Jivatma, el ser viviente, que pronto
veremos que, en su naturaleza más espiritual y elevada, es una parte integrante
de una de estas Jerarquías. Tratemos de obtener una vislumbre de las
principales características de Ellas, puesto que no es indispensable
describirlas por muy imperfectamente que lo hagamos, a fin de que no aparezcan
completamente confusas a nuestros ojos, cegados por la esplendorosa luz en la
cual moran.
Primero viene la Orden que únicamente se puede describir
por medio de palabras relacionadas con el fuego; se les llama Hálitos
Ígneos Informes, Señores del Fuego, llamas Divinas, Fuegos Divinos, Leones de
Fuego, Leones de Vida; nombre tras nombre, epíteto tras epíteto, refiriéndose
todos a los atributos del fuego, pues se ha escrito que Ellos son la Vida y el
Corazón del universo, el Atma, la Voluntad Kósmica, pues por medio y a través
de Ellos pasa el Rayo divino de Paramatma que despierta Atma en la Mónada del
hombre.
Por debajo de
Ellos está la segunda gran Jerarquía, doble en su naturaleza, las "dobles
unidades", Fuego y Éter, la Razón manifestada, la Sabiduría del sistema,
lo que llamamos Buddbi Kósmico, lo qué despierta Buddhi en la Mónada del
hombre.
Por debajo de
Estos está la tercera, Mahat, o Manas Kósmico, "'las Tríadas", Fuego,
Éter, Agua, la actividad Kosmica, que también vierte una parte de su esencia
sobre la Monada del hombre .a medida que éste desciende.
Estas son las Ordenes
Creadoras Arupa, las cuales moran en una materia demasiado sutil para
asumir una forma limitada, materia en la cual todas las "formas"
están entremezcladas y se compenetran mutuamente.
Más abajo de estas Ordenes, hay las Ordenes Creadoras Rupa, y la primera de ellas, la cuarta entre las
Jerarquías, es la nuestra, la Jerarquía de las Monadas humanas, que, sin
embargo, no han abandonado el seno de nuestro Supremo Hacedor, en donde en
realidad permanecemos constantemente inseparables de Él, aunque a nosotros,
supeditados como estamos por las férreas mallas de la materia, se nos figura
que somos distintos, y que estamos completamente separados. Nosotros
podemos percibir confusamente que estas
Monadas están allí, en la gloria de su origen, junto con una "determinada
individualidad espiritual", que, según se ha escrito, se separa cada vez
más y más en los planos inferiores.
Después que
hayamos concluido el imperfecto bosquejo de las siete grandes Jerarquías, lo
cual nos proporcionará una ojeada a vista de pájaro del conjunto de nuestro
tema, volveremos a ocuparnos de las Mónadas.
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