La Genealogía Espiritual
PRIMERA CONFERENCIA
Parte IV
Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant
Los llamados Jivas Imperecederos, son la cuarta de las siete Órdenes Creadoras -no de las doce- con las cuales estamos relacionados. Luego siguen las tres últimas Órdenes que contienen una gran parte de lo que ya ha evolucionado en nuestro esquema planetario en pasados Kalpas, y de las cuales podemos saber algo más, puesto que están relacionadas con nuestra especial evolución.
La quinta
Jerarquía es llamada la de Makara, y tiene por símbolo el pentágono. En éste
aparecen los aspectos duales espirituales y duales físicos de la naturaleza,
los positivos y los negativos en lucha entre sí; estos últimos son los
turbulentos, los "rebeldes" de un gran número de mitos.
Pronto tendremos bastantes datos acerca de estos
rebeldes, los cuales son llamados los
Asuras, nacidos del primer Cuerpo de Brahma, el Cuerpo que, rechazado, se
convirtió en Tinieblas. Una gran hueste de Seres de esta Jerarquía proceden
de un pasado universo, y surgen en su completo desarrollo, por así decido, del
Logos Planetario. Estos Seres parece que también son llamados Asuras, y
pertenecen a este universo por su evolución, pero nosotros estamos
especialmente relacionados con los nacidos del Cuerpo de Tinieblas. Estos son Seres de un gran poder y conocimiento
espiritual, pero llevan profundamente oculto en sí mismo el germen, la esencia
de Ahamkara, de aquella que yo creo que constituye la facultad que es necesaria
para la evolución humana. Ellos son el fruto de la primera Cadena planetaria,
palabra ésta que se hará más familiar y comprensible a medida que prosigamos en
nuestro estudio.
La sexta de estas grandes Jerarquías contiene algo que
también podemos comprender; contiene a los nacidos del Cuerpo de Brahma que es
conocido como el Cuerpo de Luz, o del Día. Entre esta hueste de Devas se ve brillar con especial resplandor a un
grupo de Ellos; son los Pitris de los Devas,
los cuales son conocidos con el nombre de Agnishvattas, Aquellos que son
llamados los “séxtuples Dhyanis”;
Ellos son los
que lo dan todo al hombre excepto el Atma y el cuerpo físico, y por lo tanto
son llamados los dadores de los cinco principios medios humanos".
Ellos dirigen a
la Mónada a fin de
que le sea
factible obtener los átomos permanentes relacionados con estos
principios, o el "quíntuple plasma".
Ellos son el
fruto de la segunda Cadena planetaria. Esta Jerarquía incluye además
grandes huestes de
Devas, los más
elevados Espíritus de la
Naturaleza, o Elementales del Reino Medio.
La séptima
Jerarquía contiene aquellos a quienes conocemos bajo el nombre de Pitris Lunares, o los Pitris Barhishad,
nacidos del Cuerpo de Brahma llamado el Crepúsculo, el Sandhya. Estos Pitris
Barhishad están relacionados con la evolución física del hombre, del mismo modo
que los Pitris Agnishvatta lo están con la intelectual; así es que a
medida que prosigamos en nuestro estudio trabaremos conocimiento con ambos. Además, aquellos que vemos agruparse a su
alrededor, y que pertenecen a su Jerarquía, son sus agentes en la obra que
deben llevar a cabo; vastas huestes de Devas, los Espíritus inferiores de la
Naturaleza, o Elementales del Reino más Inferior, los cuales están ocupados en
la actual construcción del cuerpo del hombre. Y aquí se hallan también los
espíritus de los átomos, las semillas de la evolución en Kalpas futuros, pero
con ellos no tenemos nosotros aquí nada que ver.
Así, las siete grandes Jerarquías, u Ordenes Creadoras,
se presentan ante nuestra vista en su esplendor, prontas para llevar a cabo la
misión que les está encomendada, la misión de guiar a sus hermanos más jóvenes
a lo largo del sendero de la evolución, y la de dirigir el desarrollo de
poderes espirituales en un universo de materia.
Ahora echemos
una ojeada al segundo gran bosquejo, el del Campo de la Evolución. Sobre éste
no me extenderé mucho, puesto que sus contornos se harán claros y visibles a
medida que estudiemos la evolución física; sin embargo, no podemos hacer
comprensible a nuestro espíritu los puntos referentes a la evolución
espiritual, a menos de que tengamos a la vista los amplios contornos del Campo
en el cual dicha evolución tiene lugar. La
llamo Campo, traduciéndolo del término Kshetra del Bhagavad Gita, porque es el
tipo genuino de Materia. Esta palabra expresa mejor que cualquier otro
vocablo que yo pueda inventar, todo lo que está incluido bajo el nombre de
Materia en la cual la evolución tiene lugar. Al presente nosotros estamos limitados al reino de un Logos
Planetario, al reino al cual pertenecemos, puesto que cada Logos Planetario
preside sobre un Campo de Evolución, y
esto debemos estudiado. Aquí
sólo trato de los
principios fundamentales. Primero debemos comprender claramente las
diversas fases que el Campo presenta.
Estas fases se presentan
una y otra vez, y en cuanto lleguemos a comprenderlas bien, serán para nosotros
a manera del hilo de Ariana para salir del laberinto. Existen siete grandes etapas de evolución espiritual,
durante tres de las cuales el Espíritu desciende. A medida que el Espíritu
desciende confiere cualidades a la Materia; le da ciertos poderes, ciertas
cualidades, ciertos atributos, y estas cualidades, poderes y atributos son el
fruto de las tres primeras etapas del descenso del Espíritu. Luego sigue una
etapa, la cuarta, única en su clase, en que la Materia, habiendo de esta suerte
sido dotada con diversos poderes y atributos, entra en múltiples relaciones con
el Espíritu animador que ahora la compenetra. Esto constituye la gran batalla
del universo, el conflicto entre el Espíritu y la Materia, la batalla de
Kurukshetra entre las grandes huestes de los dos ejércitos enemigos. Aquí, en
esta parte del Campo, es en donde está el punto de equilibrio. El Espíritu,
entrando en innumerables relaciones con la Materia, es al principio vencido.
Más adelante llega el punto de equilibrio, en el cual ninguno de los dos
combatientes lleva la ventaja. Luego el Espíritu principia a triunfar
lentamente de la Materia, de suerte que, cuando esta cuarta etapa ha pasado, el
Espíritu es el dueño de la Materia, y está pronto para ascender a través de las
tres restantes etapas que completan las siete. En estas tres restantes etapas
el Espíritu organiza la Materia que ha subyugado y animado, y la hace servir
para sus designios, así como le da la forma que necesita para manifestarse, de
modo que la Materia se convierte en el vehículo por medio del cual todos los
poderes del Espíritu pueden manifestarse y hacerse activos. Las tres últimas
etapas tienen por objeto este ascenso espiritual. Por lo tanto, hay tres etapas
descendentes destinadas a dar las cualidades; una de lucha que constituye las
múltiples relaciones, y tres ascendentes en las cuales la Materia es modelada
por el Espíritu en los vehículos perfectos que le son indispensables para su
manifestación.
Para mayor
claridad podemos presentar nuestro esquema en forma tabular:
Tres descendentes
|
Cualidades
|
Materialización
|
|
Siete Etapas
|
Una equilibrio
|
Relaciones
|
Conflicto
|
Tres ascendentes
|
Organismos
|
Espiritualización
|
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