viernes, 18 de mayo de 2018

La Genealogía Espiritual, PRIMERA CONFERENCIA, Parte IV


La Genealogía Espiritual
      PRIMERA CONFERENCIA     
                               Parte IV        
Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Los llamados Jivas Imperecederos, son la cuarta de las siete Órdenes Creadoras -no de las doce- con las cuales estamos relacionados. Luego siguen las tres últimas Órdenes que contienen una gran parte de lo que ya ha evolucionado en nuestro esquema planetario en pasados Kalpas, y de las cuales podemos saber algo más, puesto que están relacionadas con nuestra especial evolución.
La quinta Jerarquía es llamada la de Makara, y tiene por símbolo el pentágono. En éste aparecen los aspectos duales espirituales y duales físicos de la naturaleza, los positivos y los negativos en lucha entre sí; estos últimos son los turbulentos, los "rebeldes" de un gran número de mitos.
Pronto tendremos bastantes datos acerca de estos rebeldes, los cuales son llamados los Asuras, nacidos del primer Cuerpo de Brahma, el Cuerpo que, rechazado, se convirtió en Tinieblas. Una gran hueste de Seres de esta Jerarquía proceden de un pasado universo, y surgen en su completo desarrollo, por así decido, del Logos Planetario. Estos Seres parece que también son llamados Asuras, y pertenecen a este universo por su evolución, pero nosotros estamos especialmente relacionados con los nacidos del Cuerpo de Tinieblas. Estos son Seres de un gran poder y conocimiento espiritual, pero llevan profundamente oculto en sí mismo el germen, la esencia de Ahamkara, de aquella que yo creo que constituye la facultad que es necesaria para la evolución humana. Ellos son el fruto de la primera Cadena planetaria, palabra ésta que se hará más familiar y comprensible a medida que prosigamos en nuestro estudio.
La sexta de estas grandes Jerarquías contiene algo que también podemos comprender; contiene a los nacidos del Cuerpo de Brahma que es conocido como el Cuerpo de Luz, o del Día. Entre esta hueste de Devas se ve brillar con especial resplandor a un grupo de Ellos; son los Pitris de los Devas, los cuales son conocidos con el nombre de Agnishvattas, Aquellos que son llamados los “séxtuples Dhyanis”;
Ellos son los que lo dan todo al hombre excepto el Atma y el cuerpo físico, y por lo tanto son llamados los dadores de los cinco principios medios  humanos".
Ellos  dirigen a  la  Mónada  a  fin  de  que  le  sea  factible obtener  los  átomos permanentes relacionados con estos principios, o el "quíntuple plasma".
Ellos son el fruto de la segunda Cadena planetaria. Esta Jerarquía incluye  además  grandes  huestes  de  Devas,  los  más  elevados  Espíritus  de  la Naturaleza, o Elementales del Reino Medio.
La séptima Jerarquía contiene aquellos a quienes conocemos bajo el nombre de Pitris Lunares, o los Pitris Barhishad, nacidos del Cuerpo de Brahma llamado el Crepúsculo, el Sandhya. Estos Pitris Barhishad están relacionados con la evolución física del hombre, del mismo modo que los Pitris Agnishvatta lo están con la intelectual; así es que a medida que prosigamos en nuestro estudio trabaremos conocimiento con ambos. Además, aquellos que vemos agruparse a su alrededor, y que pertenecen a su Jerarquía, son sus agentes en la obra que deben llevar a cabo; vastas huestes de Devas, los Espíritus inferiores de la Naturaleza, o Elementales del Reino más Inferior, los cuales están ocupados en la actual construcción del cuerpo del hombre. Y aquí se hallan también los espíritus de los átomos, las semillas de la evolución en Kalpas futuros, pero con ellos no tenemos nosotros aquí nada que ver.
Así, las siete grandes Jerarquías, u Ordenes Creadoras, se presentan ante nuestra vista en su esplendor, prontas para llevar a cabo la misión que les está encomendada, la misión de guiar a sus hermanos más jóvenes a lo largo del sendero de la evolución, y la de dirigir el desarrollo de poderes espirituales en un universo de materia.
Ahora echemos una ojeada al segundo gran bosquejo, el del Campo de la Evolución. Sobre éste no me extenderé mucho, puesto que sus contornos se harán claros y visibles a medida que estudiemos la evolución física; sin embargo, no podemos hacer comprensible a nuestro espíritu los puntos referentes a la evolución espiritual, a menos de que tengamos a la vista los amplios contornos del Campo en el cual dicha evolución tiene lugar. La llamo Campo, traduciéndolo del término Kshetra del Bhagavad Gita, porque es el tipo genuino de Materia. Esta palabra expresa mejor que cualquier otro vocablo que yo pueda inventar, todo lo que está incluido bajo el nombre de Materia en la cual la evolución tiene lugar. Al presente nosotros estamos limitados al reino de un Logos Planetario, al reino al cual pertenecemos, puesto que cada Logos Planetario preside sobre un Campo de Evolución, y  esto  debemos estudiado. Aquí sólo  trato de  los  principios fundamentales. Primero debemos comprender claramente las diversas fases que el Campo presenta.
Estas fases se presentan una y otra vez, y en cuanto lleguemos a comprenderlas bien, serán para nosotros a manera del hilo de Ariana para salir del laberinto. Existen siete grandes etapas de evolución espiritual, durante tres de las cuales el Espíritu desciende. A medida que el Espíritu desciende confiere cualidades a la Materia; le da ciertos poderes, ciertas cualidades, ciertos atributos, y estas cualidades, poderes y atributos son el fruto de las tres primeras etapas del descenso del Espíritu. Luego sigue una etapa, la cuarta, única en su clase, en que la Materia, habiendo de esta suerte sido dotada con diversos poderes y atributos, entra en múltiples relaciones con el Espíritu animador que ahora la compenetra. Esto constituye la gran batalla del universo, el conflicto entre el Espíritu y la Materia, la batalla de Kurukshetra entre las grandes huestes de los dos ejércitos enemigos. Aquí, en esta parte del Campo, es en donde está el punto de equilibrio. El Espíritu, entrando en innumerables relaciones con la Materia, es al principio vencido. Más adelante llega el punto de equilibrio, en el cual ninguno de los dos combatientes lleva la ventaja. Luego el Espíritu principia a triunfar lentamente de la Materia, de suerte que, cuando esta cuarta etapa ha pasado, el Espíritu es el dueño de la Materia, y está pronto para ascender a través de las tres restantes etapas que completan las siete. En estas tres restantes etapas el Espíritu organiza la Materia que ha subyugado y animado, y la hace servir para sus designios, así como le da la forma que necesita para manifestarse, de modo que la Materia se convierte en el vehículo por medio del cual todos los poderes del Espíritu pueden manifestarse y hacerse activos. Las tres últimas etapas tienen por objeto este ascenso espiritual. Por lo tanto, hay tres etapas descendentes destinadas a dar las cualidades; una de lucha que constituye las múltiples relaciones, y tres ascendentes en las cuales la Materia es modelada por el Espíritu en los vehículos perfectos que le son indispensables para su manifestación.

Para mayor claridad podemos presentar nuestro esquema en forma tabular:


Tres descendentes
Cualidades
Materialización
Siete Etapas 
Una equilibrio   
Relaciones 
Conflicto  

Tres ascendentes
Organismos
Espiritualización



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