La Genealogía Espiritual
PRIMERA CONFERENCIA
Parte IX, final
Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant
Cuando la Monada
pasa a la segunda Raza Raíz, añade el sentido del tacto a su conciencia del
plano fisico, y principia a responder al contacto del aire del mismo modo que
al del fuego. Cuando
escuchamos, percibimos débiles sonidos a manera de cantos procedentes de las
variadas e indefinibles formas que representan a la humanidad; simples vocales
inarticuladas a manera de sonidos que indican débilmente la presencia de
emociones causadas por ocultos resortes. La
conciencia que allí existe, reside más bien en el plano superior que en el
inferior. Allí tiene
lugar un sueño apacible y tranquilo que procede del interior, al paso que la percepción
del placer y del dolor que proceden del exterior, apenas si se deja sentir. Es la conciencia
monádica despierta en los planos
elevados, pero no en los inferiores, y
las formas solo
responden allí muy
débilmente, casi son insensibles. Sin embargo, responden con
alguna mayor intensidad que las de la primera Raza.
Con la entrada de la Monada en la tercera Raza Raíz, el
progreso se acelera. El sentido visual se añade lenta y gradualmente a los
sentidos auditivo y del tacto, y con esto el conocimiento del mundo externo se
hace mas claro y definido. El lenguaje, que durante la primera y segunda subrazas,
solo consiste en meros gritos, gritos de placer y dolor, de amor y cólera, se
convierte en monosilábico en la tercera subraza.
La conciencia del contacto del agua se añade a los del
fuego y aire, y la forma humana, tosca e imperfecta, pero ahora clara y
distintamente humana, cobijada por la Monada, esta pronta para recibir la
inteligencia que la hará hombre.
Ahora responde
clara y distintamente a los impulsos de vida que le llegan de arriba, pero en
el plano físico es estúpida e ignorante, y hallándose sacudida por choques de
dolor y placer procedentes del exterior a los cuales cede ciegamente, se ve por
este motivo arrastrada de acá para allá.
La Monada no puede dominar a su vehículo físico, el cual
responde a los enérgicos choques de su plan con tanta mayor fuerza cuanta mayor
es la suma de vida que recibe de arriba. Esta vida es
transmutada en sensaciones, y fluye a lo largo de los canales de los instintos
animales. Para la Monada, el aumentar este flujo de vida es lo mismo que
aumentar el peligro; es como aumentar la presión del vapor de una maquina que
no tiene quien la guíe.
Entonces llegan los Hijos de la Mente para añadir el
elemento indispensable a la seguridad y al progreso. Ahora debe principiar la evolución intelectual, y oscurecer por algún
tiempo lo espiritual. Lo espiritual debe ceder ante el empuje de la inteligencia, y retirarse por
el momento, dejando que esta coja las riendas y guíe las próximas etapas de la
evolución.
La Monada
principiara a dirigir sutil y silenciosamente a la inteligencia,
trabajando
indirectamente por medio de ella, estimulándola por medio de sus energías,
desarrollándola por
un incesante flujo de potente influencia procedente del interior, al propio
tiempo que la inteligencia lucha con los vehículos inferiores, para ser vencida
y esclavizada al principio, pero para vencer y dominar al fin lenta y
gradualmente.
Y aquí
dejamos la evolución monádica que
ahora continua silenciosamente debajo de la
superficie, hasta el momento en que la triunfante inteligencia se sumergirá en
el espíritu.
Tal es,
brevemente expuesta, nuestra genealogía por lo que al lado del Espíritu se
refiere. Vemos que procedemos de Dios; vemos a los grupos de los Grandes Seres
que nos educaron en nuestra infancia; vemos las etapas de nuestro desarrollo y
crecimiento, y como pasamos desde una Cadena a otra, desde una a otra Ronda,
desde un Globo a otro, hasta que llegamos a nuestra tierra y tocamos el suelo
que conocemos.
Luego percibimos
confusamente la llegada de los "Hijos de la Noche", los "Hijos
de la Sabiduría Tenebrosa", aquellos que traen ahamkara para formar al
hombre, y sabemos que esto constituye una parte de nuestra genealogía, que ellos
son también nosotros mismos.
Vemos al Espíritu oscurecido, y sabemos que
el Espíritu debe perfeccionarse
en el silencio, en tanto que el guerreador Intelecto continua combatiendo,
hasta el momento en que depositara sus trofeos a los pies del Espíritu, y el
hombre, haciéndose divino, reinará sobre la tierra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario