miércoles, 30 de mayo de 2018

La Genealogía Espiritual, PRIMERA CONFERENCIA, Parte IX, final


La Genealogía Espiritual
    PRIMERA CONFERENCIA     
                              Parte IX, final        

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Cuando la Monada pasa a la segunda Raza Raíz, añade el sentido del tacto a su conciencia del plano fisico, y principia a responder al contacto del aire del mismo modo que al del fuego. Cuando escuchamos, percibimos débiles sonidos a manera de cantos procedentes de las variadas e indefinibles formas que representan a la humanidad; simples vocales inarticuladas a manera de sonidos que indican débilmente la presencia de emociones causadas por ocultos resortes. La conciencia que allí existe, reside más bien en el plano superior que en el inferior. Allí tiene lugar un sueño apacible y tranquilo que procede del interior, al paso que la percepción del placer y del dolor que proceden del exterior, apenas si se deja sentir. Es la conciencia monádica despierta en los planos  elevados,  pero  no  en  los  inferiores,  y  las  formas  solo  responden  allí  muy  débilmente,  casi  son insensibles. Sin embargo, responden con alguna mayor intensidad que las de la primera Raza.
Con la entrada de la Monada en la tercera Raza Raíz, el progreso se acelera. El sentido visual se añade lenta y gradualmente a los sentidos auditivo y del tacto, y con esto el conocimiento del mundo externo se hace mas claro y definido. El lenguaje, que durante la primera y segunda subrazas, solo consiste en meros gritos, gritos de placer y dolor, de amor y cólera, se convierte en monosilábico en la tercera subraza.
La conciencia del contacto del agua se añade a los del fuego y aire, y la forma humana, tosca e imperfecta, pero ahora clara y distintamente humana, cobijada por la Monada, esta pronta para recibir la inteligencia que la hará hombre.
Ahora responde clara y distintamente a los impulsos de vida que le llegan de arriba, pero en el plano físico es estúpida e ignorante, y hallándose sacudida por choques de dolor y placer procedentes del exterior a los cuales cede ciegamente, se ve por este motivo arrastrada de acá para allá.
La Monada no puede dominar a su vehículo físico, el cual responde a los enérgicos choques de su plan con tanta mayor fuerza cuanta mayor es la suma de vida que recibe de arriba. Esta vida es transmutada en sensaciones, y fluye a lo largo de los canales de los instintos animales. Para la Monada, el aumentar este flujo de vida es lo mismo que aumentar el peligro; es como aumentar la presión del vapor de una maquina que no tiene quien la guíe.
Entonces llegan los Hijos de la Mente para añadir el elemento indispensable a la seguridad y al progreso. Ahora debe principiar la evolución intelectual, y oscurecer por algún tiempo lo espiritual. Lo espiritual debe ceder ante el empuje de la inteligencia, y retirarse por el momento, dejando que esta coja las riendas y guíe las próximas etapas de la evolución.
La Monada principiara a dirigir sutil y silenciosamente a la inteligencia,
trabajando indirectamente por medio de ella, estimulándola por medio de sus energías,
desarrollándola por un incesante flujo de potente influencia procedente del interior, al propio tiempo que la inteligencia lucha con los vehículos inferiores, para ser vencida y esclavizada al principio, pero para vencer y dominar al fin lenta y gradualmente.  
Y  aquí  dejamos  la  evolución monádica  que  ahora  continua  silenciosamente debajo  de  la superficie, hasta el momento en que la triunfante inteligencia se sumergirá en el espíritu.
Tal es, brevemente expuesta, nuestra genealogía por lo que al lado del Espíritu se refiere. Vemos que procedemos de Dios; vemos a los grupos de los Grandes Seres que nos educaron en nuestra infancia; vemos las etapas de nuestro desarrollo y crecimiento, y como pasamos desde una Cadena a otra, desde una a otra Ronda, desde un Globo a otro, hasta que llegamos a nuestra tierra y tocamos el suelo que conocemos.
Luego percibimos confusamente la llegada de los "Hijos de la Noche", los "Hijos de la Sabiduría Tenebrosa", aquellos que traen ahamkara para formar al hombre, y sabemos que esto constituye una parte de nuestra genealogía, que  ellos  son  también nosotros mismos. Vemos al  Espíritu oscurecido, y  sabemos que  el  Espíritu debe perfeccionarse en el silencio, en tanto que el guerreador Intelecto continua combatiendo, hasta el momento en que depositara sus trofeos a los pies del Espíritu, y el hombre, haciéndose divino, reinará sobre la tierra.


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