jueves, 21 de junio de 2018

La Genealogía Intelectual, TERCERA CONFERENCIA, Parte V


La Genealogía Intelectual
     TERCERA CONFERENCIA     

Parte V

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Cuando los Señores de Venus -los Dragones de Sabiduría, como a veces se les llama- descendieron a nuestra tierra, trajeron consigo las semillas de diversos tipos de seres vivientes desarrollados en Venus, con el objeto de beneficiar y apresurar la evolución terrestre. Recordaréis que cuando se describe la llegada de Manu con otros Rishis, se dice que trajo Consigo en Su nave -el Arca- muchas semillas de vida. Y estas semillas no eran únicamente las de la vida espiritual e intelectual, sino también las de la vida física tal como existía en Venus. El trigo, por ejemplo, no pertenece a nuestra tierra, y muchos son los botánicos que se hallan perplejos con respecto a su origen. Por medio del cruzamiento del trigo producido por las semillas procedentes de Venus con las hierbas indígenas de la tierra, los primeros Instructores desarrollaron los diversos granos alimenticios. Las abejas y hormigas, con sus especiales sistemas sociales y bien dirigidos esfuerzos, proceden de Venus; proceden de una esfera en donde toda evolución ha progresado mucho más que la nuestra, de modo que hasta en los reinos de la vida vegetal y animal, todo se halla en un nivel mucho más elevado que el que nosotros hemos alcanzado hasta el presente.
Estos Dragones de Sabiduría son los primitivos Adeptos de la tercera Raza, y más adelante de la cuarta y quinta" (D. S., ll, 220.) dice H. P. B. ellos eran los "Hijos del Fuego", los discípulos inmediatos de los "Padres", la "Llama Primordial" (Stanzas, D.S., 1, 60). Ellos dieron los Buddhas; esto es, el Buddha supremo y el Bodhisattva a la Tercera Raza, así como muchos Arhats, formando también parte de esta gloriosa cohorte unos pocos Pitris Agnishvatta. También entraron a formar parte de esta gloriosa cohorte veinticuatro de los Señores que tenían estas mismas categorías en la cuarta y quinta Razas, siendo la mayor parte de estos Seres Pitris Agoishvatta, los cuales son conocidos entre los Jainas como los veinticuatro Tirthankaras (D. S., ll, 44l, nota.).
Los divinos Hermafroditas del punto medio de la tercera Raza, los "Padres inmaculados", como Se les llama, crearon Hijos por medio de la voluntad y del yoga, para la encarnación de los más elevados Agnishvatta, los "Antecesores -los antepasados espirituales- de todos los subsecuentes y presentes Arhats o Mahatmas" (D. S., ll, l83.), esto es, sus Gurús; y se nos dice que, en la séptima Raza, estos Hijos de la voluntad y del yoga, junto con otros como ellos, producirán hijos nacidos de la mente (D. S., ll, 288.).
Estos Hijos son Aquellos que, vigilando la evolución de las últimas tercera y cuarta Razas, se irritaron con los hijos de los Atlantes, como más adelante veremos, cuando éstos cayeron en la degradación y fueron víctimas de la gran catástrofe que los sumergió debajo de las aguas del océano. Constantemente se habla de ellos como de los Instructores divinos, Aquellos que dirigen la evolución espiritual humana, y guían las fuerzas cósmicas para favorecerla  y  estimularla.  Los  Reyes  divinos de las más primitivas dinastías  que  dirigieron  el  desarrollo intelectual de la humanidad, que le enseñaron las artes y las ciencias, y que guiaron su evolución social, eran algunos de los más elevados Pitris Agnishvata. Estos Pitris eran los Titan-Kaborim, a los cuales se alude en los anales de los pueblos más antiguos. H. P. B. dice: "Ellos son en verdad los grandes y benéficos poderosos Dioses", como Cassius Hermane los llama. En Tebas, Corea y Demeter, los Kabirim tenían un santuario, y en Ménfis los Kabiri tenían un templo tan sagrado, que nadie, excepto los sacerdotes, podían entrar en sus sagrados recintos... Ellos fueron, además, en el principio de los tiempos, los Directores de la humanidad, cuando encarnaron como Reyes de las dinastías divinas. Ellos dieron el primer impulso a la civilización, y dirigieron la inteligencia con la cual habían dotado al hombre, hacia la invención y perfeccionamiento de todas las artes y ciencias. Por esto se dice que los Kabiri aparecieron como los bienhechores de los hombres, y como tales vivieron durante edades en la memoria de los pueblos. A estos Kabiri o Titanes se atribuye la invención de la escritura... de las leyes y de la legislatura, de la arquitectura, así como de las diversas formas de la llamada magia y del empleo medicinal de las plantas"(D. S., ll, 380.)
Los ocultistas llaman también Mánushis a estos Seres divinos, quienes enseñaron la lengua sagrada, el Senzar, a la tercera y cuarta Razas (D. S., l, 26.).
Pasemos desde los Directores, a la humanidad que Ellos dirigen. Los grados más elevados de esta humanidad, los inmediatos discípulos y ministros de los Reyes divinos, eran Agnishváttas de las clases inferiores, algunos de los cuales se desarrollaron gradualmente en Arhats en los cuerpos del tipo más perfecto de la cuarta y quinta subrazas. La segunda clase de Pitris Solares de la Luna encarnaron en la sexta y séptima subrazas, guiando la evolución humana bajo la inmediata dirección de estos Agnishváttas, hasta que fueron reemplazados por la primera clase que encarnó en la cuarta Raza. Por debajo de esta primera clase encarnaron las cuatro clases de Mónadas exlunares antes mencionadas, presentando así a nuestra vista una inmensa variedad de grados humanos; desde los hombres semidivinos que rodean a los Reyes divinos, hasta los tipos semianimales de cabeza estrecha. En todas las clases elevadas funcionaba activamente el tercer ojo, de suerte que los mundos astrales eran para ellos tan visibles como el físico. Estos poderes disminuyeron en las clases inferiores, hasta que en los de cabeza estrecha la visión se hizo muy imperfecta. Como hemos visto, en la sexta y séptima subrazas el tercer ojo se retiró gradualmente al interior, hasta que al fin desapareció por completo entre los Atlantes.
Durante la primera parte de la tercera Raza, vemos en la Lemuria el amanecer de una civilización refinada, en la cual los Mayores guían a los jóvenes, quienes son todavía obedientes, dóciles e intuitivos, siguiendo los más jóvenes, ciega y sumisamente, los preceptos de sus superiores. La organización es debida únicamente a los Mayores; de aquí su perfección. Pero es evidente que este estado de cosas no puede ser permanente, puesto que esto no es más que la perfección de la infancia cuidadosamente guiada y protegida, más no la perfección de la virilidad que se gobierna y dirige por sí misma. Dirigida por los Reyes divinos, la sexta subraza construyó las primeras ciudades de piedra y lava en la región de Madagascar. A estas ciudades se guiaron otras muchas, de las cuales acá y allá todavía quedan grandes fragmentos; piedras que  ningún ingeniero moderno podría manejar; minas de vastos templos - ruinas ciclópeas, como se las llama. Hasta los primitivos griegos y egipcios tomaron por modelo los tipos de tales construcciones, y en los templos de Egipto, tales como el de Karnac, vemos huellas de las construcciones Lemurianas practicadas por sus últimos descendientes de la cuarta Raza. Además, en algunos de los antiguos templos de la India del Sur, se ven huellas de este macizo y sólido estilo de construcción. Juzgando por las ruinas de Karnac, podéis colegir las construcciones de aquellos que eran todavía mucho más fuertes y poderosos que los que subieron y colocaron aquellas enormes piedras; o podéis ver la gran pirámide de Egipto, y de esta suerte haceros cargo del conocimiento y habilidad que dio origen a su estupenda fuerza y poder. Pero aquellas piedras no fueron subidas por el mero esfuerzo muscular, ni por medio de ningún ingenioso aparato más potente que las modernas máquinas, sino que lo fueron por aquellos que conocían y podían dominar las fuerzas del magnetismo terrestre, de suerte que la piedra perdía su peso especifico y flotaba suspensa en el aire, siendo guiada por el simple contacto de un dedo hacia el sitio en donde debía posarse. Algunas de las extraordinarias piedras oscilatorias que fueron colocadas por dedos Lemurianos, o, para emplear un término que os es más familiar," por los dedos de los Danavas, todavía subsisten. Los Danavas eran la sexta y séptima subrazas de la Tercera Raza. Estas piedras constituyen uno de los enigmas que la Ciencia moderna no ha conseguido descifrar, pretendiendo solventarlo acudiendo a la teoría de la corrosión por medio del hielo y del agua, solución que es a todas luces inadecuada. ¿Y, qué son ellas, las piedras oscilatorias? Instrumentos por medio de los cuales se podían transmitir mensajes de los de arriba a los de abajo, pues los movimientos de la piedra escribían tales mensajes, del mismo modo que los movimientos de la aguja del telégrafo Morse los escribe hoy día. Acabo de mencionar a los Danavas, y recordaréis que, según los antiguos relatos, los Danavas eran puros y piadosos en sus primitivos tiempos, y que posteriormente se pervirtieron lenta y gradualmente. Sigamos este proceso descendente y veamos de qué modo tuvo lugar.
Nos hallamos todavía en  el arco descendente, si bien muy cerca de su conclusión. La materia se hace rápidamente más densa, y los cuerpos cada vez más y más materiales. Estos cuerpos son gigantescos, fuertes y vigorosos, y, con la separación de los sexos, el instinto creador que es inherente a toda vida, toma al surgir una vehemente forma de pasión sexual hasta aquí desconocida. En la producción de nuevas formas, este instinto creador había funcionado blanda y suavemente en los sin sexo. Pero ahora surgen la violenta excitación física y la pasión sexual mezcladas con el placer que en ellos va envuelto, primero en los animales, y luego en el hombre. Los Pitris Agnishvatta y los Pitris Solares que habían encarnado, revestidos de cuerpos que en cada nacimiento se hacían más densos y más robustos, conscientes de su poder intelectual y sintiéndose como Dioses sobre la tierra, atrajeron hacia sus cuerpos fuertes corrientes de vitalidad que en estos cuerpos densos fueron transmutadas en corrientes de pasión sexual hasta aquí desconocidas. Estos Pitris fueron con frecuencia atraídos por mujeres de las clases menos desarrolladas, y, desposándose con ellas, dieron nacimiento a una progenie de un tipo inferior al suyo. Los brillantes Hijos de la Luz se casaron con las más sensuales mujeres; "los Hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y las tomaron por esposas, dice la antigua tradición Hebraica con bastante exactitud (Génesis, v. 2.), y de esta suerte la humanidad descendió más profundamente en la materia. Fue necesario descender a las últimas profundidades de la materia a fin de conquistarla, y en este primer Kurukshetra muchos fueron vencidos. Entonces tuvo lugar una división entre aquellos que, en la tremenda lucha permanecieron fieles a las leyes de la Jerarquía Divina, y los que, habiendo sucumbido a los embriagadores deleites de los sentidos, quedaron prisioneros de la grosera materia, volviendo desde aquel momento las espaldas a los Señores de la Luz. Después que se hubieron separado surgieron pendencias y guerras entre ellos. Los más puros se dirigieron lentamente hacia el norte, y los más groseros vagaron por doquier, hacia el sur, oriente y occidente, e hicieron alianza con los más groseros elementales, y de este modo se convirtieron en adoradores de la materia más bien que del Espíritu. Estos últimos fueron los progenitores de la Raza Atlante, la Raza en la cual la materia debía llegar a su estado más denso, y alcanzar sus mayores triunfos. Esta es la primera división entre los partidarios de la luz y los partidarios de las tinieblas, división que será más marcada y de resultados más terribles entre los Atlantes. Las deificadas estatuas de estos gigantes Lemures eran adoradas como las de los Dioses y Héroes en la cuarta y quinta Razas, y muchos antiguos mitos recuerdan sus grandes hazañas, sus colosales combates y su gran fuerza.
A medida que la separación prosiguió, grandes y gigantescas convulsiones principiaron a dividir la Lemuria en fragmentos. Los terremotos hacían trepidar la tierra, y los volcanes lanzaban por doquier impetuosos torrentes de ardiente lava. El enorme continente se dividió en grandes islas, cada una de -las cuales era tan grande como un continente, y éstas a su vez se dividieron y cuartearon debido a nuevas convulsiones, hasta que por último, algunos 700.000 años antes del principio de la edad Terciaria, la Lemuria, como tal, desapareció devastada por el fuego, arrasada por la lava, barrenada por grandes explosiones de gases mezclados con agua, y, entre abrasadoras llamas y rugientes olas, se hundieron isla tras isla en medio de torbellinos de fuego yagua.
De las diversas regiones que no fueron destruidas, algunas formaron parte del continente Atlante, y otras que se quedaron aisladas, tales como la Australia, sirvieron de albergue por largo tiempo a individuos sobrevivientes de la tercera Raza.
Los aborígenes australianos y tasmanianos, al presente casi extinguidos, pertenecen a la séptima subraza de los Lemures.
Los malayos y papuanos descienden de un cruzamiento entre esta subraza y los Atlantes, y los hotentotes constituyen otro resto.
Los Dravidianos del sur de la India son una mezcla de esta séptima subraza con la segunda subraza Atlante. Allí donde se ve una raza realmente oscura, tal como la negra, la descendencia Lemuriana se halla fuertemente marcada.
Otro hecho debemos tener en cuenta antes de concluir hoy con la tarea que nos hemos impuesto, dado que se derivo por haberse negado los Asuras a ocupar el lugar que en justicia les correspondía en la evolución, lo cual dio origen a la terrible degradación -un retroceso en vez de un progreso- de aquellos que debían haberse convertido en verdaderos hombres.
Con respecto a este punto, los anales ocultos están en completo desacuerdo con las enseñanzas científicas modernas. La Ciencia moderna presupone un común antecesor animal para los monos antropoides y el hombre. El Ocultismo afirma que los monos antropoides son los últimos descendientes de una mezcla de los reinos humano y animal que tuvo lugar durante la tercera Raza. Recordaréis que la clase más inferior humana de las Monadas exlunares -aquellas que habían llegado a las fronteras del reino humano a la conclusión de la tercera Ronda, los de "cabeza estrecha"- no estaban prontas para recibir el destello de la inteligencia. Se habían separado en sexos, pero estaban regidas por completo por los instintos animales. En la séptima subraza, algunas de ellas se aparearon con animales semejantes a monos, no muy distintos de ellas en cuanto a la forma, pero que estaban animados por Monadas mucho menos desarrolladas que las suyas, puesto que dichas Monadas todavía formaban parte del reino animal, y esta unión dio origen a una raza semihumana y semianimal. Más adelante, algunos de sus descendientes se unieron a su vez con algunos de los más degradados de los últimos Atlantes, y los seres conocidos como Sátiros en la antigua historia griega, los moradores de los bosques y lugares solitarios, el terror de todos los hombres más ventajosamente desarrollados, excesivamente bestiales - fueron la progenie de esta degradante unión.
De estos últimos, según el Ocultismo, descienden los monos antropoides, los cuales serán los únicos que de todo el reino animal existente hoy día, alcanzarán el tipo humano en nuestra Cadena.
En la sexta y séptima Razas de esta Ronda en nuestro globo, obtendrán la forma astral humana, y en la quinta Ronda entrarán definitivamente en el reino humano. Tal fue el pecado de los "sin mente" y sus resultados.
"Visto que los Lhas (Asuras), que no habían construido hombres, lloraban, diciendo: "Los Amanasa (sin mente) han profanado nuestras futuras moradas. Esto es Karma. Moremos en las otras. Procuremos instruirlos mejor, no sea que sucediera algo peor. Ellos así lo hicieron. .. Entonces todos los hombres fueron dotados de Manas” (Stanzas, D. S., II, 22). La tierra estaba pronto para la evolución Atlante. La cuarta Raza nació.




La Genealogía Intelectual, TERCERA CONFERENCIA, Parte IV


La Genealogía Intelectual
     TERCERA CONFERENCIA     

Parte IV

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Ahora debemos estudiar la llegada de los Hijos de la Mente por orden regular, examinando las condiciones en que se hallaba la tercera Raza a su llegada, así como los diversos acontecimientos que tuvieron lugar y se siguieron inmediatamente después de esta llegada. La segunda Raza Raíz recibió un impulso preparatorio con el fin de apresurar su desarrollo, y fue "dotada con una rudimentaria y débil chispa" de inteligencia. Pero a nosotros no nos interesa esto, y por lo tanto podemos pasar al estudio de la definitiva llegada de los Mánasaputras.
Debemos volver por un momento a la stanza ya citada: "En la cuarta se dice a los Hijos que deben crear Sus Imágenes. Una tercera parte rehúsan, y dos obedecen. La maldición se pronuncia. Ellos nacerán en la cuarta; sufrirán y harán sufrir". Ahora bien, estas sentencias son un buen ejemplo de la dificultad que existen en desenredar y comprender los escritos antiguos. La palabra "cuarta" aparece dos veces, y es empleada en dos sentidos diametralmente opuestos. En la primera sentencia debéis añadir la palabra Ronda: en la cuarta Ronda, los Hijos de la Mente, los Mánasaputras, reciben la orden de crear sus Imágenes; una tercera parte los Asuras, los rebeldes -rehusaron, y las dos restantes- los Pitris Agnishvátta y los hijos de Venus obedecieron. La maldición fue pronunciada; ellos, los Asuras, nacerán en la cuarta Raza, sufrirán y harán sufrir. Este es un buen ejemplo, como he dicho, de las dificultades que existen cuando se trata de traducir los libros antiguos. Las Rondas, los Kalpas, los Globos y las Razas, están indiferentemente mezclados y confundidos entre sí. Se da el número simbólico, y el lector tiene que descubrir a qué ciclo especial de la evolución se refiere dicho número.
Una vez os halláis en posesión de la llave o clave, la clave de los ciclos, entonces podéis introducirla en la cerradura; pero en tanto que no poseéis la clave, las sentencias son más a propósito para confundir que par a ilustrar, y a esto se le da el nombre de "velo".
Esto no quiere decir que se afirme algo que no sea exacto, sino que la verdad está expuesta de un modo que necesita explicaciones complementarias para poder ser comprendida por los no iniciados. La clave se da cuando el hombre está pronto para recibirla. Pero como era indispensable conservar el conocimiento bajo una forma adecuada que no pudiese ser fácilmente comprendida hasta  que  los  hombres estuviesen suficientemente maduros para  ello  a  causa de  los  graves males  que sobrevinieron en los antiguos tiempos Atlantes, por haberse concedido el conocimiento a seres que no estaban aún moralmente bien preparados para recibirlo- las palabras exactas y precisas que ponen a uno en condiciones de poder fijar el tiempo y lugar, fueron borradas de los comentarios que habían pasado a ser del dominio público. Debido, pues, a la supresión de estas específicas palabras, el conjunto del texto resultó confuso y enmarañado. Esto lo notaréis exactamente del mismo modo en los Puranas, puesto que en gran parte son prácticamente ininteligibles en tanto no se poseen algunas de las claves; y, como sabéis muy bien, el objetivo de la Teosofía es proporcionar estas claves a los hombres.
Una tercera parte se negó a obedecer, y por lo tanto deberán nacer en la cuarta Raza. Ellos vendrán, y vendrán en la Raza Atlante, en la cual desempeñarán un importante papel. Por el momento permanecen detrás. La sentencia de renacer bajo las peores condiciones ha caído sobre ellos. Ellos no quieren descender en el momento oportuno, no quieren ayudar la evolución humana. Se ha dicho que descendieron y contemplaron las formas, "las viles formas de la primitiva tercera" Raza. Notad la aparición de Ahamkara, el sentimiento de la separatividad, el orgullo, el menosprecio y el desdén. Ellos contemplaron estas formas, la primitiva tercera, y las despreciaron. "Ellos rechazaron", "Ellos desdeñaron", son las frases empleadas. Ahamkara reinaba supremo; ellos no quisieron descender. De aquí la maldición, maldición que vino en una forma terrible, haciendo su labor más difícil cuando llegaron, haciendo su lucha más viva, más penosa y más agitada, y aprendiendo de esta suerte la necesaria lección. Aquí podemos dejar por el momento a nuestros Asmas esperando que les llegue su tiempo.
Las dos terceras partes obedecieron. Estos son los Pitris Agnishvatta y los hijos de Venus, los cuales se prestan a ejecutar la labor que les corresponde, y a cumplir con su deber. La tercera Raza se desarrolla.
Recordad lo que os dije ayer relativo a las tres etapas de la tercera Raza. En la primera etapa la forma sexual; en la segunda la hermafrodita, teniendo lugar la separación cuando el hermafrodita se divide en dos sexos. Los hombres divinos de Venus descendieron cuando el tiempo estuvo maduro para la segunda etapa de la tercera Raza, y por medio de su influencia el andrógino latente fue desarrollado en un hermafrodita definido, produciéndose de esta suerte algunas muy bellas y magníficas formas. "Por medio de Shukra fue que los "dobles unos" de la tercera descendieran de los primeros nacidos del Sudor" (D. S., ll 181.). Mientras tanto, la mayoría de la tercera y cuarta subrazas desarrolló lenta y gradualmente la forma humana; formas para nosotros repulsivas, semejantes a la forma animal, y cuyo tipo era parecido al del mono. Unas pocas de estas formas, especialmente moldeadas y favorecidas por residir en ellas los hijos de Venus, eran "de estatura gigantesca, así como de gran fuerza y belleza" (D.S., ll, 181.).
Echemos por un momento una rápida ojeada sobre la tierra y veamos las diferencias de la forma. Hay en ella el maravilloso Hermafrodita, hermoso, fuerte y poderoso, desarrollado bajo la inmediata dirección de los Señores de Venus para su propio uso, siendo ellos una humanidad perfeccionada, varón-hembra, que hablan pasado más allá de la separación de los sexos.
No contenían Mónadas exlunares, sino que fueron desarrollados como formas, obrando los recién llegados huéspedes de Venus como las Mónadas de las mismas. Hay la tercera y cuarta  subrazas  desarrollándose lentamente,  pasando  a  través  de  la  etapa  hermafrodita,  y  separándose gradualmente en  varón y hembra, como se ha explicado en la última conferencia. Estas subrazas están habitadas por las cuatro clases de Mónadas exlunares que han alcanzado la etapa humana, las tres clases de ellas que se convirtieron en humanas en la primera, segunda y tercera Ronda, las cuales se hallan en distintos grados de desarrollo, y las formas que habitan desarrollan las características humanas en un grado proporcional a la etapa de progreso alcanzado por las Mónadas que las animan.
Detrás de estas Mónadas siguen las menos desarrolladas, las cuales habitan formas cada vez más inferiores, hasta que llegáis a las que sólo principiaron su evolución humana en la cuarta Ronda. Las formas habitadas por estas últimas Mónadas son, por supuesto, muy toscas e imperfectas, muy parecidas a las formas animales, y se las llama los de "cabeza estrecha". Estas formas, descuidadas y menospreciadas por sus hermanos más avanzados, se convirtieron, como más adelante veremos, en el origen de una terrible degradación, hecho que puede servir de lección a las clases más desarrolladas -de lección, ¡ay! que por desgracia se necesita demasiado todavía- de la Némesis transmitida al conjunto de la raza humana por la ley del Karma colectivo, cuando los más avanzados descuidan y desprecian a los inferiores, puesto que estos últimos reaccionan a su vez sobre los primeros por medio de la degradación a que los arrastran.
Cuando la tierra se halla en estas diversas circunstancias, descienden los Señores de Venus, y, tras ellos, vienen inmediatamente los Señores de la Llama, los Pitris Agnishvatta. Algunos de los Señores de Venus se construyen cuerpos por medio de la voluntad y del yoga, como antes se ha dicho, y otros pasan a habitar las formas hermafroditas que se desarrollaron de los nacidos del huevo. Cuando los Pitris Agnishvatta llegan, algunos de ellos sacan las formas embrionarias del interior de los huevos, las desarrollan y entran en ellas. "Aquellos que entraron se convirtieron en Arhats" (Stanzas, D. S., II, 21.). De este modo fue establecida sobre la tierra la primera gran Jerarquía oculta con los diversos grados que en ella aparecen, la cual desde aquel momento ha proseguido en su benéfica labor.
Entonces principia la obra del gradual desenvolvimiento de la humanidad, confiriendo al "hombre animal' el destello de la inteligencia, y de esta suerte se desarrollan la sexta y séptima subrazas.
Esta es la obra especial de los Pitris Agnishvatta. Los Señores de Venus no toman parte en ella. Estos Señores constituyen el grado más elevado de la Jerarquía de los Sabios, y son los que forman y educan a los grandes Instructores de la humanidad, y de entre los cuales en muy raros casos aparece Uno de Ellos entre los hombres.
Se nos dice de Ellos que habitan en Shamballah, la mística Ciudad Santa situada en el centro del Desierto de Gobi. Ellos descendieron allí procedentes del lejano Norte, de la Tierra de los Dioses, en donde se hallaba situada Su primitiva morada, y construyendo Shamballah se fijaron  allí  en  donde  permanecen todavía. Se  dice  que Samballah se halla situada sobre el corazón de la Tierra, frase mística que significa que dentro de ella moran Aquellos que son el Corazón de la vida de la humanidad, puesto que de Ellos y a través de Ellos fluyen todas las corrientes de la vida espiritual. Así como del corazón del hombre sale la sangre vital que nutre todas las partes del cuerpo, Y vuelve allí cargada de impurezas para ser purificada y de nuevo expelida, de la propia suerte de este Corazón espiritual surgen las corrientes de la vida espiritual. Estas corrientes vuelven a este Corazón cargadas de impurezas cuando se han corrompido a causa de haberse puesto en contacto con el mundo inferior.
Allí son estas corrientes una y otra vez purificadas y de nuevo expelidas. De esta suerte tiene lugar el sacrificio perpetuo por medio del cual la evolución humana es favorecida y estimulada.


jueves, 14 de junio de 2018

La Genealogía Intelectual, TERCERA CONFERENCIA, Parte III


La Genealogía Intelectual
      TERCERA CONFERENCIA     

Parte III

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Cuando los "Hijos" reciben la orden del Lagos Planetario de que deben "crear sus Imágenes", dan principio a su última lucha para obtener la independencia, la lucha que, a su conclusión, les demostrará la verdadera naturaleza del "yo". Ellos no quieren crear: "Una tercera parte rehúsa; dos obedecen. La maldición es pronunciada. Ellos nacerán en la Cuarta; sufrirán y harán sufrir" (Stanzas de Dzyan, D. S., l, 64). Ellos serán los "Señores de la Faz Oscura" de los Atlantes, y lucharán contra los "Señores de la Faz Resplandeciente"(D. S., ll, 445.) y, por medio de su terrible y desastrosa derrota, aprenderán la lección final, volviendo a buscar la unidad a través de las más avanzadas razas humanas. Estos Asuras constituyen la quinta de las grandes Ordenes Creadoras, la de Makara, con justicia llamada la más misteriosa de todas.
La segunda clase de Manasaputras es aquella que tan conocida es de los Teosofístas bajo el nombre de Pitris Agnishvatta. Ellos son el fruto de la segunda Cadena planetaria, nacidos del Cuerpo de Luz o del Día de Brahma; espléndidos y radiantes Seres, Pitris de los Devas, los Suras de las más sutiles esferas, y semejantes a Devas en su naturaleza, con el sentimiento de la unidad más fuertemente arraigado que el de la separatividad.
En la evolución ocupan diversos grados, siendo los unos más avanzados que los otros. Constituyen una parte de la sexta Orden Creadora. En la historia antigua se les llama por diversos nombres. El ocultista los llama los Hijos de Sabiduría -no de la Sabiduría Tenebrosa, tenedlo en cuenta- los Señores de la Llama, los Hijos del Fuego, los Dhyanis del Fuego, el "Corazón del Sistema"; también los llama Triángulos --debido a que los tres aspectos Atma Buddhi Manas están todos activos en ellos- los cuales en la tierra se convierten en Pentágonos, puesto que Manas se hace dual, y Buddhi se refleja en Kama, y de esta suerte se hacen quíntuples. No pueden dar el Atma al hombre; ésta es una tarea demasiado elevada para ellos; pero mandan su energía en materia etérea, y de esta suerte forman el verdadero Prana humano, proporcionando así el "plasma espiritual", el lado de la  vida  de  los  átomos permanentes que  fluye  "del  séxtuple Hombre Celeste" (D. S., l, 224.). 
Los  llama, además, los Pranidhananath, los Señores de Profunda meditación, los Señores de Yoga. Ellos son los Vírgenes, los Kumaras que no pueden crear al hombre de carne cuando Brahma desea poblar la tierra, pues son demasiado puros y sutiles para llevar a cabo semejante tarea. En la tercera Cadena formaron los hombres de la misma, pero en la presente la materia era más densa, y ellos más sutiles. Después de llevar a cabo su tarea en la tierra -la tarea de que hablaremos esta mañana renacieron como hijos de Marichi, o de Pulastya, como dicen algunos y se convirtieron en los Pitris de los Devas. Su morada celeste es Viraja Loka, siendo llamados posteriormente los Varajas, otro de sus muchos sobrenombres. Muchas son las formas que han asumido, y muchos son sus nombres en los Puranas; ellos son los Ajitas, los Satyas, los Haris, los Vaikunthas, los Sadhyas, los Adityas, los Rajasas, etcétera (D. S., ll, 94.).
La tercera clase de Manasaputras la constituyen Seres que descienden a nuestra tierra procedentes de otra Cadena planetaria. No son, como las otras dos clases, los resultados de la evolución de nuestras propias Cadenas en sus primeras fases, sino que proceden de fuera; proceden de la Cadena de la cual el planeta Venus, Shukra, es el Globo D. En la historia antigua habréis quizás notado ciertas frases que demuestran la existencia de relaciones entre nuestra tierra y Shukra, el planeta Venus. Habréis leído que Shukra fue el preceptor de los Asuras, Danavas y Daityas, y además que Shukra se encarnó como Ushanas en nuestra tierra.
¿Cuál es el significado de estas embrolladas frases?
Esto se refiere a la tercera clase de Manasaputras. La evolución de Venus es anterior a la de nuestro globo; es un planeta más antiguo que el nuestro, puesto que se halla en su séptima Ronda, en tanto que nosotros sólo nos hallamos en la cuarta, por cuyo motivo, y en virtud de que la evolución de su humanidad ha alcanzado un grado de desarrollo mucho más elevado que el nuestro, puede obrar como un padre sobre la tierra. De aquí que se diga que Venus adoptó a la tierra como hija, debido a que la tierra es su hermana más joven. Esto, traducido en lenguaje más inteligible, significa que Venus mandó a la tierra algunos de sus propios hijos; Hombres que poseían un poder y un conocimiento maravillosos; Hombres de su séptima Ronda. Venus mandó estos Hombres a la joven tierra a fin de que obrasen en ella como Instructores de su humanidad. El deber de estos Hombres no era el de sembrar los destellos de la mente, sino el de tomar cuerpos en la tierra, y convertirse así en los Instructores y Guías de su infantil humanidad. Ellos descendieron a la tierra cuando su tercera Raza estaba bajo la tutela de Shukra, el planeta del cual procedían, constituyendo una brillante y espléndida hueste que, atrayendo en tomo de si materia diáfana y transparente, se construyó vestiduras externas a través de las cuales brillaban Sus sutiles y radiantes cuerpos. El Principal de Ellos, Su Jefe, es conocido bajo diversos nombres místicos en los escritos antiguos. H. P. B. Lo llama el Pedestal de la Jerarquía oculta, el frondoso Árbol Bayan, porque por El, por Su creación de los Hijos de la voluntad y del yoga, fue formada la Jerarquía oculta que protege a la tierra, la cual es el Árbol de Vida bajo el cual hallamos nosotros refugio. Lo llama también el Gran Iniciador, porque sólo de El procede el poder de la verdadera Iniciación. Por estos y otros nombres descriptivos se Le designa en Su misteriosa Existencia. A veces se Le llama el Virgen, el Kumara, el Solo y Único sobre todos los demás. En torno de Él se agrupan una pequeña, una muy pequeña hueste de Seres procedentes de Su misma esfera, de Su mismo planeta, los cuales descienden a la tierra para trabajar con Él para el desarrollo de la humanidad.
La humanidad de la cuarta Ronda no se había desarrollado lo suficiente para poder proporcionar algunos de sus hijos para llevar a cabo la gran empresa; todos necesitaban ser enseñados; ninguno de ellos podía enseñar.
De aquí la necesidad del auxilio exterior. Esta pequeña hueste de Seres constituye lo que se ha venido en llamar el plantel de los Adeptos, el núcleo de la primera gran Logia Blanca de la tierra, la cual desde aquel día, hace de esto más de dieciocho millones de años, hasta el presente, en este moderno siglo xx - jamás ha cesado de funcionar; jamás ha cambiado su carácter. Es la única suprema Logia de los Guías e Instructores de la humanidad, sin los cuales la evolución espiritual sería prácticamente imposible, sin los cuales la tierra yacería en las tinieblas, y durante largas edades no podría hallar el camino que conduce al Supremo. Estos Seres, los Hijos de Venus, son, pues, los .que constituyen la tercera clase de Manasaputras, el núcleo o base de la gran Logia Blanca.
Hay, además, otra clase de Manasaputras, y éstos son los Pitris Solares de la Luna, divididos en dos grandes clases según su estado evolucionario. Estos seres pasaron al Nirvana lunar durante el periodo que medió entre la Cadena Lunar y la terrestre, y permanecieron allí, además, durante todo el inmenso lapso de tiempo que abarcan las tres y media Rondas de la Cadena terrestre que han pasado. Acerca de este punto dice un Maestro: "Estos fracasos han progresado y se han espiritualizado demasiado, para poder ser lanzados forzosamente desde el  estado Dhyán-chohánico al  vórtice de  una nueva  y primordial evolución a  través de  los  reinos inferiores" (D. S., 1, 210.). Los "éxitos" de la Luna fueron los Pitris Lunares, los Señores del Crepúsculo, siendo el resto "fracasos", comparativamente hablando. La segunda clase de estos Pitris encarnó en la humanidad terrestre después de la separación de sexos en la tercera Raza, y la primera clase encarnó durante la cuarta Raza, la Atlante. Sin embargo, desde las primeras etapas de la actividad de la tierra en esta cuarta Ronda, vagaban en torno de ella como si esperasen el momento en que sus tabernáculos estuviesen prontos para recibirlos.