martes, 12 de junio de 2018

La Genealogía Intelectual, TERCERA CONFERENCIA, Parte II


La Genealogía Intelectual
     TERCERA CONFERENCIA     

Parte II

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Dieciocho millones de años han transcurrido desde que los Señores de la Llama descendieron sobre la tierra. Ahora sabemos que han venido a la tierra tres clases distintas de grandes Seres. Insistiremos por un momento acerca de estos Seres, puesto que, oculto en su variada naturaleza, yace el secreto del desarrollo intelectual del hombre. Teniendo en cuenta su influencia sobre estas formas, así como las diversas etapas a través de las cuales dichas formas han pasado, podremos, cuando lo comprendamos, resolver el problema de las diferencias que se notan en el desarrollo intelectual de la raza humana. Recordad que entre el número de aquellos que se llaman "hombres" halláis seres que se están extinguiendo rápidamente: hombres tales como los Veddas de Ceilán; seres que viven en los árboles y apenas poseen un lenguaje, pues solo profieren gritos inarticulados como los animales; seres tales como los hombres salvajes de Borneo, apenas distinguibles de los monos gigantes; hombres tales como los aborígenes de Australia, cuya inteligencia está tan poco desarrollada que no recuerdan lo que han hecho el día anterior; que no saben contar más que hasta dos; uno, dos; más allá de dos, significa todo para ellos. Comparad a estos individuos que son clasificados, y correctamente clasificados, como seres pertenecientes al género humano, con hombres tales como Newton, y Descartes; con hombres tales como los antiguos grandes Instructores de la India, o como el gran Rishi Vyasa, quien todavía uso la forma humana; o tomad a los grandes Instructores, los grandes Místicos, y colocadlos al lado de estas razas retrogradas que van desapareciendo por momentos. Parece que la palabra "humano" apenas puede abarcar a estos dos tipos de hombres; parece que la diferencia de inteligencia es demasiado grande para poder ser explicada solamente por la evolución. Por lo tanto, solo nos será dable resolver este problema por medía de la comprensión del misterio de la inteligencia, del misterio de los Hijos de la Mente.
Ahora bien; los seres que vienen a la tierra son llamados por este último nombre. Se les llama Manasaputras, literalmente los Hijos de la Mente. Sin embargo, este nombre, por sí solo, únicamente nos da la idea de que estos seres estaban dotados de mente, Y esto ha producido bastante confusión en la mente de nuestros estudiantes, debido a que a algunos Manasaputras se les aplican los más elevados calificativos, y se les llama por nombres que denotan la más elevada inteligencia espiritual, al paso que también se da este mismo nombre a  seres  que  evidentemente tienen una muy limitada inteligencia. Debéis tener  en  cuenta que  el  nombre Manasaputra solo significa lo que dice, un hijo de la mente, esto es, un ser que posee mente, que posee inteligencia, pues del mismo modo que la palabra "hombre" es un término genérico que abarca un gran número de tipos humanos, y nada nos dice con respecto al grado de desarrollo del hombre, lo mismo sucede con el término Manasaputra empleado por H. P. B. siguiendo la costumbre de los antiguos Shastras hindúes, teniendo este término una muy amplia significación, y abarcando muchos, muchísimos grados de progreso en la escala de la inteligencia.
Dividamos, pues, las primeras tres grandes clases de seres que se hallan  muy por  encima de nuestra humanidad cuando llegan a nuestro globo. La cuarta clase la constituyen los Pitris Solares de la Luna. A los que pertenecen a la primera clase se les llama los Hijos de la Noche, los Hijos de la Sabiduría Tenebrosa, los Señores de la Sabiduría Tenebrosa, y la palabra "Tenebrosa" o "Noche", les es aplicada una y otra vez. Hablando con entera exactitud, este adjetivo debería ser empleado para distinguidos de los Pitris Agnishvatta, los cuales constituyen la segunda clase de los Manasaputras, y son llamados los Señores de la Llama, o los Hijos de Sabiduría. A fin, pues, de evitar confusiones, emplearé este adjetivo cuando se trate de la primera clase. Esta primera clase la constituyen los Asuras, los nacidos del Cuerpo de Brahma, los cuales, una vez rechazados, se convirtieron en el Cuerpo de la Noche. Si examináis las Escrituras indas, veréis que en ellas se habla de seres a quienes se llama Asuras, los cuales juegan un papel muy importante en la primitiva historia del mundo, abarcando este nombre Asuras, una clase mucho más numerosa que aquella con la cual nos hallamos al presente relacionados. Vale la pena de que nos detengamos a reflexionar un momento acerca de este asunto, puesto que la influencia del moderno pensamiento religioso ha lanzado un tinte tenebroso sobre este nombre, y lo ha hecho casi equivalente al "Diablo" cristiano, entidad que no tiene representante en el hinduismo.
La palabra Asura se deriva de asu, aliento o vida, significando asumat simplemente un ser viviente. En el Rigveda, Varuna, Indra y Agní, son llamados Asuras, los seres vivientes, y esto designa a seres espirituales, mas en modo alguno a los que son malos. Verdad es que posteriormente los Asuras y los Suras se presentan en abierta oposición entre sí, puesto que sus funciones en la evolución fueron distintas. Además, los Suras eran sobre todo mucho más pasivos que los Asuras, más movidos por el sentimiento de la unidad y de un objetivo colectivo, y de aquí que se sometiesen más dócilmente a las leyes del sistema, prosiguiendo metódicamente su labor uniforme, y conservando las cosas en statu qua; por el contrario, los Asuras eran turbulentos y agresivos, de  carácter  independiente  y  separatista, predispuestos al  descontento  y  ansiosos  de  cambio.  Los  Suras representan el Orden, los Asuras el Progreso, por cuyo motivo se hallan constantemente en abierta oposición, aunque en realidad son ambos igualmente necesarios. Recordaréis que, en el sondeo del océano, los Asuras estaban a un extremo de Shesha, y los Suras al otro, ocupados ambos en dicho sondeo, y que tuvo lugar un combate para obtener la Amrita, el néctar de inmortalidad, el cual fue negado a los Asuras, por más que ellos deseaban ardientemente saborearlo.
Veamos por qué les fue negado. El principio que está encarnado en los Asuras,  su  misma  esencia,  su  característica dominante, es  Ahamkara, el  yo  constituyendo una  potencia independiente, el deseo de estar separado. Esta es la fuerza que predomina en ellos, su sello característico, y por medio de él podéis reconocerlos. Ellos son siempre los rebeldes, y doquiera que ellos están hay lucha. Ahamkara se desarrolla en la lucha, en el aislamiento, en la rebelión, y pone en acción todas las fuerzas rebeldes, y de esta suerte forma el yo. Llega un momento en que este yo comprende que la más noble y ventajosa manifestación de sí mismo está en la voluntad divina, que él es el yo del universo, y entonces el Asura rompe los lazos de la materia y conoce que es uno con el Supremo con quien peleaba. Entonces puede beber el néctar de inmortalidad que constantemente es vertido en la copa de la unidad única, el cual puede ser bebido por aquellos en quienes la separatividad no se ha desarrollado todavía, así como por aquellos que la han trascendido, mas no por aquellos en quienes ella se halla triunfante, y que constituye su misma esencia. Estos son, pues, los seres que constituyen la primera clase de los Manasaputras que descendieron a nuestra tierra. Ellos habían desarrollado una extraordinaria inteligencia; habían alcanzado la etapa humana en la primera Cadena planetaria, y, durante incalculables eones de tiempo, se habían desarrollado y progresado pasando a través de las más sutiles esferas, desempeñando el papel de Pitris Barhishad en la segunda Cadena, el de Pitris Agnishvatta en la tercera, y en la nuestra vinieron como los Hijos de la Sabiduría Tenebrosa para asistir a la tremenda lucha de la cuarta Cadena, en su cuarta Ronda y cuarto Globo, el punto non plus ultra de la separatividad de la materia, y del triunfo de Ahamkara.


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