martes, 12 de junio de 2018

La Genealogía Intelectual, TERCERA CONFERENCIA, Parte I


La Genealogía Intelectual
      TERCERA CONFERENCIA     

Parte I

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Queridos amigos: en los dos últimos días estudiamos dos aspectos de la genealogía del hombre. La primera mañana analizamos su genealogía espiritual, tratando de percibir algunos vislumbres de las numerosas y grandes Jerarquías de Inteligencias espirituales que cooperaron al desarrollo del Espíritu, de la Mónada, en su larga peregrinación a través de los mundos. A la mañana siguiente trazamos el perfeccionamiento de la Materia, organizándose en formas cada vez más perfectas, y vimos de qué modo estas combinaciones de la Materia fueron dirigidas por otras Inteligencias espirituales que, habiendo conquistado la  Materia en su  evolución anterior, eran aptas para dominarla y moldearla en beneficio de las desvalidas y recién llegadas Mónadas humanas.
Ahora bien; estas dos líneas de evolución, aproximándose la una a la otra, se hallan separadas por un abismo. La una ha procedido descendiendo de las esferas celestiales, en tanto que la otra ha procedido ascendiendo del limo y lodo de la tierra. Pero ahora se hallan la una en frente de la otra, y entre ellas hay un abismo que las separa, mas no existe puente alguno por medio del cual puedan darse la mano y ponerse en contacto. Esta es la situación en que nos hallamos esta mañana, y esto se halla gráficamente descrito en un antiguo Comentario Oculto en donde se dice: "Los que moldean al hombre físico en los nuevos Manvántaras descienden de los mundos materiales. Estos seres son Espíritus inferiores que poseen un cuerpo dual. Son los moldeadores y creadores de nuestro cuerpo de ilusión. Las Dos Letras (la Mónada, llamada también el Doble Dragón) desciende desde las esferas de expectación a las formas proyectadas por los Pitris. Pero estas formas son a manera de una bóveda que no tiene muros ni columnas sobre los cuales descansar. El hombre necesita cuatro Llamas y tres Fuegos para ser uno sobre la tierra, y le es indispensable la esencia de cuarenta y nueve fuegos para ser perfecto. Los Dioses de Voluntad, los que han dejado las esferas superiores, son los que completan al Manu de ilusión. El Doble Dragón no tiene dominio sobre la mera forma. Es a manera de la brisa en donde no existen árboles para recibirla y albergarla. No puede afectar a la forma en donde no existe ningún agente transmisor, y la forma no lo conoce. ., Estas formas son como las dos líneas de un triángulo que ha perdido la línea que constituye su base" (Catecismo, D. S., ll, 60.).
Esta es la descripción contenida en el Comentario Oculto referente a la posición en la cual la evolución humana se halla ahora; esto es, arriba la Mónada, o Doble Dragón, y debajo la forma física que no conoce al Espíritu que la cobija. Nada más puede hacerse por medio de ninguno de ellos. La Mónada no puede descender más. El Doble Dragón no puede respirar la densa atmósfera de la tierra. La vacía forma, desvalída e insensible, no puede elevarse más. Esta forma es el bhuta, la sombra que no puede subir más arriba la escala de la evolución. Es la insensibilidad, la debilidad y la impotencia que piden auxilio del exterior.
Pero el plan divino para construir al hombre no puede fracasar más aquí que en otros aspectos, y, por lo tanto, aquellos que son aptos para colocar un puente en el abismo que existe entre lo espiritual y lo material, descienden de las esferas celestes. Ellos construirán el puente del intelecto, el puente de la mente. Ahora bien; la mente no puede ser dada por los Señores del Crepúsculo, pues aun cuando la poseen, no existe en ellos por modo tan trascendente que les permita despojarse de ella para ayudar a los demás. Aquellos que pueden ceder su mente es porque la han trascendido, pues sólo cuando trascendemos podemos dar. En tanto que nos identificamos todavía con algo, este algo forma parte de nosotros mismos, y no podemos hacer participes de él a los demás.
Por lo tanto, la mente no puede ser dada por los Señores del Crepúsculo. Es indudable que han obtenido la inteligencia para sí mismos, pero todavía no han alcanzado la etapa en la cual pueden dar esta inteligencia a los demás. Los magníficos versos del Libro de Dzyan nos bosquejan las dificultades que tuvieron que afrontar aquellos que tanto hicieron para formar al hombre, a pesar de que entonces habían alcanzado ya la plenitud de sus poderes. Escuchad: "El Aliento necesitaba una forma; los Padres la dieron. El Aliento necesitaba un cuerpo grosero; la tierra lo moldeó. El Aliento necesitaba el Espíritu de vida; los Lhas Solares lo infundieron en su forma. El Aliento necesitaba un duplicado de su cuerpo. Nosotros le daremos el nuestro, dijeron los Dhyanis. El Aliento necesitaba un vehículo de deseos; helo aquí, dijo el Desecador de las Aguas". Hasta aquí habían llegado. "Pero el aliento necesitaba una mente para comprender el universo: Nosotros no podemos darla, dijeron los Padres. Yo jamás la he tenido, dijo el Espíritu de la tierra. La forma se consumiría si yo le diese la mía, dijo el gran Fuego... El hombre permaneció un Bhuta vacío y sin sentidos" (Stanzas, D. S., ll, 19.).
Por este motivo se necesitaba del auxilio de aquellos que habían conquistado la mente, que eran los Señores de la Mente, a fin de que estimulasen y ayudaran a despertar los poderes del Manas latentes en las formas. Al propio tiempo, muchos de ellos se encarnaron en estas formas, y así vinieron a ser los Reyes, los Instructores, los Directores de la evolución humana. Ellos serán los Antecesores Intelectuales, del mismo modo que los Pitris Lunares fueron los Antecesores Físicos.

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