miércoles, 6 de junio de 2018

La Genealogía Física, SEGUNDA CONFERENCIA, Parte V


La Genealogía Física
     SEGUNDA CONFERENCIA     

Parte V

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

A la conclusión de la primera Ronda sobreviene el Pralaya, y entonces tienen lugar edades de reposo, a pesar de lo cual la obra de la construcción de las formas continua. Después principia la segunda Ronda, y la segunda gran clase de Pitris Barhishad llevan a cabo la labor que les es propia. Traen los arquetipos de las formas vegetales al Globo A, las moldean en formas concretas en  el  Globo B,  las  densifican en  el  Globo C,  y esas  formas afectan lo  físico en  el  Globo D, permaneciendo lo animal y humano en la atmósfera, y progresando todo. Los embriones humanos que en la primera Ronda solo asumen la extraña cristalina clase de forma análoga a la del reino mineral, surgen ahora como una planta o un árbol de una gigantesca forma filamentosa no reconocible como humana, puesto que el sello del reino vegetal se halla todavía impreso en el embrión humano en vías de desarrollo. Durante esta Ronda todos los cuerpos son construidos con partículas gaseosas, partícula de los subplanos terceros. En la tercera Ronda los mundos son mucho más densos, aun que todavía luminosos y etéreos. Ahora se desarrollan los animales. La tercera gran clase de Pitris Barhishad son los que tienen a su cargo esta Ronda, y a medida que la obra de densificación prosigue, traen los arquetipos de los animales embrionarios y los moldean en formas concretas que, en el Globo D, asumen formas más perfectas y definidas. Mirando los embriones humanos que durante la segunda Ronda han sido gradualmente desarrollados, los vemos, permaneciendo todavía en la atmósfera que rodea al Globo, asumiendo extrañas formas animales; monstruos repulsivos a nuestros ojos, apareciendo como enormes monos, y con el sello del reino animal profundamente impreso en ellos. En su desarrollo el  embrión humano todavía presenta este  aspecto. Durante  esta Ronda todos los  cuerpos son construidos de partículas acuosas, partículas de los segundos subplanos.
En la cuarta Ronda, la cuarta clase de Pitris Barhishad, los que poseen la forma más densa, entran en acción, y traen los arquetipos humanos al primer Globo. Estos arquetipos son una cosa tan maravillosa como magnifica, demostrando lo que el hombre será, así como lo que ahora es, pues en ellos están contenidos los arquetipos de las siete Razas. El sexto y séptimo de estos arquetipos irradian el esplendor de su belleza, y hacen entrever lo que serán los tipos desarrollados en las Razas y Rondas futuras. Descendiendo lentamente, multiplicándose y densificándose a medida que se aproximan, percibimos entonces a las formas que deben ser desarrolladas en el cuarto Globo - nuestra tierra. Al fin tocamos la tierra sólida. Ahora parece que respiramos de nuevo, después de nuestro viaje a través del espacio. Hemos llegado a la tierra, mas no a la tierra tal como ahora la conocemos, sino a nuestra tierra, la cual nos es por lo tanto más familiar. Habiendo llegado aquí y - respirado, examinemos a nuestro mundo por un momento. Es un mundo bien extraño en verdad; un mundo de tan terrible confusión, de tan grandes convulsiones, que solo podéis oír el estallido de montanas que se hunden, el estruendo de volcanes vomitando ardiente lava, el fragor de gigantescas olas envueltas en piedras y en avalanchas de lava que arrastran a medida que se precipitan en imponentes oleadas, levantando como si fuesen ligeras plumas, a masas que casi son como montanas. A todo esto el fuego se esparce por doquier, y tienen lugar horrorosas tempestades, se desatan vientos huracanados, y en fin, una inmensa agitación y desorden en donde se os figuraría que la vida no puede existir. Esto recuerda a la primera Ronda en miniatura, excepto que la mayor densidad de la materia hacen el tumulto y ruido mucho más intensos que en aquellos mundos sutiles. Sin embargo, también aquí parece ser el fuego el agente dominante, fuego furioso, tumultuoso.
Estas convulsiones continúan sin interrupción durante un periodo de 20 crores (200.000.000 de años), "después de los cuales se hacen periódicas, y solo tienen lugar a largos intervalos"(Comentario citado en la D. S., II, 236). Los Pitris son aquí los dueños de toda esta tumultuosa masa de materia.
Trescientos millones de años han pasado en esta cuarta Ronda sobre el Globo D, durante los cuales los espíritus de la naturaleza han trabajado constantemente en el, formando los minerales, los vegetales y los animales de las especies inferiores. Estos espíritus trabajan en medio del gran tumulto y confusión, y de los restos de la precedente Ronda han utilizado las cáscaras vacías, las formas abandonadas cuando la oleada de vida dejo el Globo D, y las han moldeado en nuevos organismos vivientes, resultando con ello extraños monstruos híbridos, una mezcla de todas las especies, medio humanos y medio animales.
Entre los fuegos, los remolinos de espuma y las nubes, aparecen formas de reptiles de toda clase y condición, las cuales fueron producidas por la "inexperta mano de la Naturaleza", como diría la Ciencia, pero que nosotros vemos que son la obra de los Devas inferiores, los espíritus de la naturaleza, faltos del auxilio del poder director de los Señores de la forma.
Los Señores vienen a ver si la tierra esta pronta para la formación del hombre cuando la incesante agitación toca a su término. Entonces todas estas formas inferiores son barridas, y la superficie de la tierra es a manera de un vasto océano de espumosa agua tibia, vacía de habitantes, permaneciendo la tierra firme debajo de este desierto liquido. En un punto dado aparece gradualmente la primera tierra. Es el pico del Monte Meru, el extremo del Polo Norte, el principio de la imperecedera Tierra Sagrada, la Tierra Bendita, la Tierra de los Devas, llamada también Shvetadvipa, la Isla Blanca, la Tierra Central, y a veces Jambudvipa, nombre dado a la tierra como un todo. Los Parsis la llaman Airyana Vaejo, y dicen con verdad que su gran profeta Zarathushtra nació allí. El Monte Meru, el eje del globo, aunque surgiendo en el Polo, tiene sus raíces profundamente arraigadas en la cordillera de montañas del Himalaya, el "cinturón de la tierra". A medida que la tierra surge lentamente de las turgentes olas del tibio globo liquido, y a medida que su centro el Monte Meru surge en el Polo a manera del Loto de siete hojas, aparecen gradualmente siete grandes promontorios, a cuyos picos se les da a veces el nombre de Pushkara, aunque este nombre pertenece con más propiedad al séptimo continente, constituyendo estos promontorios y su centro la Tierra Imperecedera. En esta tierra deben nacer por turno cada una de las razas humanas, sea cual fuere el punto en donde son conducidas después de su nacimiento. Ella es el lugar del nacimiento de cada Raza bajo el imperio de Dhruva, el Señor de la Estrella Polar. "La Estrella Polar tiene puesto su vigilante ojo sobre ella, desde el amanecer hasta la conclusión del corpúsculo de un Dia del Gran Aliento" (Comentario citado en la D. S., II, 6.) Esta tierra aparece y esta pronta para recibir a sus habitantes, siendo su clima una deliciosa primavera.

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