La Genealogía Física
SEGUNDA CONFERENCIA
Parte V
Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant
A la conclusión
de la primera Ronda sobreviene el Pralaya, y entonces tienen lugar edades de
reposo, a pesar de lo cual la obra de la construcción de las formas continua. Después
principia la segunda Ronda, y la segunda gran clase de Pitris Barhishad llevan
a cabo la labor que les es propia. Traen los arquetipos de las formas vegetales
al Globo A, las moldean en formas concretas en
el Globo B, las
densifican en el Globo C,
y esas formas afectan lo físico en
el Globo D, permaneciendo lo
animal y humano en la atmósfera, y progresando todo. Los embriones humanos que en la primera Ronda solo asumen
la extraña cristalina clase de forma análoga a la del reino mineral, surgen
ahora como una planta o un árbol de una gigantesca forma filamentosa no
reconocible como humana, puesto que el sello del reino vegetal se halla todavía
impreso en el embrión humano en vías de desarrollo. Durante esta
Ronda todos los cuerpos son construidos con partículas gaseosas, partícula de
los subplanos terceros. En la tercera Ronda los mundos son mucho más densos, aun
que todavía luminosos y etéreos. Ahora se desarrollan
los animales. La tercera gran clase de Pitris
Barhishad son los que tienen a su cargo esta Ronda, y a medida que la obra de
densificación prosigue, traen los arquetipos de los animales embrionarios y los
moldean en formas concretas que, en el Globo D, asumen formas más perfectas y
definidas. Mirando los
embriones humanos que durante la segunda Ronda han sido gradualmente
desarrollados, los vemos, permaneciendo todavía en la atmósfera que rodea al
Globo, asumiendo extrañas formas animales; monstruos repulsivos a nuestros
ojos, apareciendo como enormes monos, y con el sello del reino animal
profundamente impreso en ellos. En su desarrollo el embrión humano todavía presenta este aspecto. Durante esta Ronda todos los cuerpos son construidos de partículas
acuosas, partículas de los segundos subplanos.
En la cuarta
Ronda, la cuarta clase de Pitris Barhishad, los que poseen la forma más densa,
entran en acción, y traen los arquetipos humanos al primer Globo. Estos arquetipos son una cosa tan maravillosa como
magnifica, demostrando lo que el hombre será, así como lo que ahora es, pues en
ellos están contenidos los arquetipos de las siete Razas. El sexto y
séptimo de estos arquetipos irradian el esplendor de su belleza, y hacen
entrever lo que serán los tipos desarrollados en las Razas y Rondas futuras. Descendiendo lentamente, multiplicándose y densificándose a medida que se
aproximan, percibimos entonces a las formas que deben ser desarrolladas en el
cuarto Globo - nuestra tierra. Al fin tocamos la
tierra sólida. Ahora parece que respiramos de nuevo, después de nuestro viaje a
través del espacio. Hemos llegado a la tierra, mas no a la tierra tal como
ahora la conocemos, sino a nuestra tierra, la cual nos es por lo tanto más
familiar. Habiendo llegado
aquí y - respirado, examinemos a nuestro mundo por un momento. Es un mundo bien
extraño en verdad; un mundo de tan terrible confusión, de tan grandes convulsiones,
que solo podéis oír el estallido de montanas que se hunden, el estruendo de
volcanes vomitando ardiente lava, el fragor de gigantescas olas envueltas en
piedras y en avalanchas de lava que arrastran a medida que se precipitan en imponentes
oleadas, levantando como si fuesen ligeras plumas, a masas que casi son como
montanas. A todo
esto el fuego se esparce por doquier, y tienen lugar horrorosas tempestades, se
desatan vientos huracanados, y en fin, una inmensa agitación y desorden en donde
se os figuraría que la vida no puede existir. Esto recuerda a la primera Ronda
en miniatura, excepto que la mayor densidad de la materia hacen el tumulto y
ruido mucho más intensos que en aquellos mundos sutiles. Sin embargo, también
aquí parece ser el fuego el agente dominante, fuego furioso, tumultuoso.
Estas
convulsiones continúan sin interrupción durante un periodo de 20 crores
(200.000.000 de años), "después de los cuales se hacen periódicas, y solo
tienen lugar a largos intervalos"(Comentario citado en la D. S., II, 236). Los Pitris son
aquí los dueños de toda esta tumultuosa masa de materia.
Trescientos
millones de años han pasado en esta cuarta Ronda sobre el Globo D, durante los
cuales los espíritus de la naturaleza han trabajado constantemente en el,
formando los minerales, los vegetales y los animales de las especies
inferiores. Estos espíritus trabajan en medio del gran
tumulto y confusión, y de los restos de la precedente Ronda han utilizado las
cáscaras vacías, las formas abandonadas cuando la oleada de vida dejo el Globo
D, y las han moldeado en nuevos organismos vivientes, resultando con ello
extraños monstruos híbridos, una mezcla de todas las especies, medio humanos y
medio animales.
Entre los
fuegos, los remolinos de espuma y las nubes, aparecen formas de reptiles de
toda clase y condición, las cuales fueron producidas por la "inexperta
mano de la Naturaleza", como diría la Ciencia, pero que nosotros vemos que
son la obra de los Devas inferiores, los espíritus de la naturaleza, faltos del
auxilio del poder director de los Señores de la forma.
Los Señores vienen a ver si la tierra esta pronta para la
formación del hombre cuando la incesante agitación toca a su término. Entonces todas
estas formas inferiores son barridas, y la superficie de la tierra es a manera
de un vasto océano de espumosa agua tibia, vacía de habitantes, permaneciendo
la tierra firme debajo de este desierto liquido. En un punto dado aparece gradualmente la primera tierra.
Es el pico del Monte Meru, el extremo del Polo
Norte, el principio de la imperecedera Tierra Sagrada, la Tierra Bendita,
la Tierra de los Devas, llamada también Shvetadvipa, la Isla Blanca, la Tierra
Central, y a veces Jambudvipa, nombre dado a la tierra como un todo. Los Parsis
la llaman Airyana Vaejo, y dicen con verdad que su gran profeta Zarathushtra
nació allí. El Monte Meru, el eje del globo, aunque surgiendo en el Polo, tiene
sus raíces profundamente arraigadas en la cordillera de montañas del Himalaya,
el "cinturón de la tierra". A medida que la tierra surge lentamente
de las turgentes olas del tibio globo liquido, y a medida que su centro el
Monte Meru surge en el Polo a manera del Loto de siete hojas, aparecen
gradualmente siete grandes promontorios, a cuyos picos se les da a veces el
nombre de Pushkara, aunque este nombre pertenece con más propiedad al séptimo
continente, constituyendo estos promontorios y su centro la Tierra
Imperecedera. En esta tierra deben nacer por turno
cada una de las razas humanas, sea cual fuere el punto en donde son conducidas
después de su nacimiento. Ella es el lugar del nacimiento de cada Raza bajo el
imperio de Dhruva, el Señor de la Estrella Polar. "La Estrella Polar tiene
puesto su vigilante ojo sobre ella, desde el amanecer hasta la conclusión del
corpúsculo de un Dia del Gran Aliento" (Comentario citado en la D. S., II, 6.) Esta tierra
aparece y esta pronta para recibir a sus habitantes, siendo su clima una
deliciosa primavera.
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