jueves, 14 de junio de 2018

La Genealogía Intelectual, TERCERA CONFERENCIA, Parte III


La Genealogía Intelectual
      TERCERA CONFERENCIA     

Parte III

Tomado del libro: “La Genealogia del Hombre.”
De Annie Besant

Cuando los "Hijos" reciben la orden del Lagos Planetario de que deben "crear sus Imágenes", dan principio a su última lucha para obtener la independencia, la lucha que, a su conclusión, les demostrará la verdadera naturaleza del "yo". Ellos no quieren crear: "Una tercera parte rehúsa; dos obedecen. La maldición es pronunciada. Ellos nacerán en la Cuarta; sufrirán y harán sufrir" (Stanzas de Dzyan, D. S., l, 64). Ellos serán los "Señores de la Faz Oscura" de los Atlantes, y lucharán contra los "Señores de la Faz Resplandeciente"(D. S., ll, 445.) y, por medio de su terrible y desastrosa derrota, aprenderán la lección final, volviendo a buscar la unidad a través de las más avanzadas razas humanas. Estos Asuras constituyen la quinta de las grandes Ordenes Creadoras, la de Makara, con justicia llamada la más misteriosa de todas.
La segunda clase de Manasaputras es aquella que tan conocida es de los Teosofístas bajo el nombre de Pitris Agnishvatta. Ellos son el fruto de la segunda Cadena planetaria, nacidos del Cuerpo de Luz o del Día de Brahma; espléndidos y radiantes Seres, Pitris de los Devas, los Suras de las más sutiles esferas, y semejantes a Devas en su naturaleza, con el sentimiento de la unidad más fuertemente arraigado que el de la separatividad.
En la evolución ocupan diversos grados, siendo los unos más avanzados que los otros. Constituyen una parte de la sexta Orden Creadora. En la historia antigua se les llama por diversos nombres. El ocultista los llama los Hijos de Sabiduría -no de la Sabiduría Tenebrosa, tenedlo en cuenta- los Señores de la Llama, los Hijos del Fuego, los Dhyanis del Fuego, el "Corazón del Sistema"; también los llama Triángulos --debido a que los tres aspectos Atma Buddhi Manas están todos activos en ellos- los cuales en la tierra se convierten en Pentágonos, puesto que Manas se hace dual, y Buddhi se refleja en Kama, y de esta suerte se hacen quíntuples. No pueden dar el Atma al hombre; ésta es una tarea demasiado elevada para ellos; pero mandan su energía en materia etérea, y de esta suerte forman el verdadero Prana humano, proporcionando así el "plasma espiritual", el lado de la  vida  de  los  átomos permanentes que  fluye  "del  séxtuple Hombre Celeste" (D. S., l, 224.). 
Los  llama, además, los Pranidhananath, los Señores de Profunda meditación, los Señores de Yoga. Ellos son los Vírgenes, los Kumaras que no pueden crear al hombre de carne cuando Brahma desea poblar la tierra, pues son demasiado puros y sutiles para llevar a cabo semejante tarea. En la tercera Cadena formaron los hombres de la misma, pero en la presente la materia era más densa, y ellos más sutiles. Después de llevar a cabo su tarea en la tierra -la tarea de que hablaremos esta mañana renacieron como hijos de Marichi, o de Pulastya, como dicen algunos y se convirtieron en los Pitris de los Devas. Su morada celeste es Viraja Loka, siendo llamados posteriormente los Varajas, otro de sus muchos sobrenombres. Muchas son las formas que han asumido, y muchos son sus nombres en los Puranas; ellos son los Ajitas, los Satyas, los Haris, los Vaikunthas, los Sadhyas, los Adityas, los Rajasas, etcétera (D. S., ll, 94.).
La tercera clase de Manasaputras la constituyen Seres que descienden a nuestra tierra procedentes de otra Cadena planetaria. No son, como las otras dos clases, los resultados de la evolución de nuestras propias Cadenas en sus primeras fases, sino que proceden de fuera; proceden de la Cadena de la cual el planeta Venus, Shukra, es el Globo D. En la historia antigua habréis quizás notado ciertas frases que demuestran la existencia de relaciones entre nuestra tierra y Shukra, el planeta Venus. Habréis leído que Shukra fue el preceptor de los Asuras, Danavas y Daityas, y además que Shukra se encarnó como Ushanas en nuestra tierra.
¿Cuál es el significado de estas embrolladas frases?
Esto se refiere a la tercera clase de Manasaputras. La evolución de Venus es anterior a la de nuestro globo; es un planeta más antiguo que el nuestro, puesto que se halla en su séptima Ronda, en tanto que nosotros sólo nos hallamos en la cuarta, por cuyo motivo, y en virtud de que la evolución de su humanidad ha alcanzado un grado de desarrollo mucho más elevado que el nuestro, puede obrar como un padre sobre la tierra. De aquí que se diga que Venus adoptó a la tierra como hija, debido a que la tierra es su hermana más joven. Esto, traducido en lenguaje más inteligible, significa que Venus mandó a la tierra algunos de sus propios hijos; Hombres que poseían un poder y un conocimiento maravillosos; Hombres de su séptima Ronda. Venus mandó estos Hombres a la joven tierra a fin de que obrasen en ella como Instructores de su humanidad. El deber de estos Hombres no era el de sembrar los destellos de la mente, sino el de tomar cuerpos en la tierra, y convertirse así en los Instructores y Guías de su infantil humanidad. Ellos descendieron a la tierra cuando su tercera Raza estaba bajo la tutela de Shukra, el planeta del cual procedían, constituyendo una brillante y espléndida hueste que, atrayendo en tomo de si materia diáfana y transparente, se construyó vestiduras externas a través de las cuales brillaban Sus sutiles y radiantes cuerpos. El Principal de Ellos, Su Jefe, es conocido bajo diversos nombres místicos en los escritos antiguos. H. P. B. Lo llama el Pedestal de la Jerarquía oculta, el frondoso Árbol Bayan, porque por El, por Su creación de los Hijos de la voluntad y del yoga, fue formada la Jerarquía oculta que protege a la tierra, la cual es el Árbol de Vida bajo el cual hallamos nosotros refugio. Lo llama también el Gran Iniciador, porque sólo de El procede el poder de la verdadera Iniciación. Por estos y otros nombres descriptivos se Le designa en Su misteriosa Existencia. A veces se Le llama el Virgen, el Kumara, el Solo y Único sobre todos los demás. En torno de Él se agrupan una pequeña, una muy pequeña hueste de Seres procedentes de Su misma esfera, de Su mismo planeta, los cuales descienden a la tierra para trabajar con Él para el desarrollo de la humanidad.
La humanidad de la cuarta Ronda no se había desarrollado lo suficiente para poder proporcionar algunos de sus hijos para llevar a cabo la gran empresa; todos necesitaban ser enseñados; ninguno de ellos podía enseñar.
De aquí la necesidad del auxilio exterior. Esta pequeña hueste de Seres constituye lo que se ha venido en llamar el plantel de los Adeptos, el núcleo de la primera gran Logia Blanca de la tierra, la cual desde aquel día, hace de esto más de dieciocho millones de años, hasta el presente, en este moderno siglo xx - jamás ha cesado de funcionar; jamás ha cambiado su carácter. Es la única suprema Logia de los Guías e Instructores de la humanidad, sin los cuales la evolución espiritual sería prácticamente imposible, sin los cuales la tierra yacería en las tinieblas, y durante largas edades no podría hallar el camino que conduce al Supremo. Estos Seres, los Hijos de Venus, son, pues, los .que constituyen la tercera clase de Manasaputras, el núcleo o base de la gran Logia Blanca.
Hay, además, otra clase de Manasaputras, y éstos son los Pitris Solares de la Luna, divididos en dos grandes clases según su estado evolucionario. Estos seres pasaron al Nirvana lunar durante el periodo que medió entre la Cadena Lunar y la terrestre, y permanecieron allí, además, durante todo el inmenso lapso de tiempo que abarcan las tres y media Rondas de la Cadena terrestre que han pasado. Acerca de este punto dice un Maestro: "Estos fracasos han progresado y se han espiritualizado demasiado, para poder ser lanzados forzosamente desde el  estado Dhyán-chohánico al  vórtice de  una nueva  y primordial evolución a  través de  los  reinos inferiores" (D. S., 1, 210.). Los "éxitos" de la Luna fueron los Pitris Lunares, los Señores del Crepúsculo, siendo el resto "fracasos", comparativamente hablando. La segunda clase de estos Pitris encarnó en la humanidad terrestre después de la separación de sexos en la tercera Raza, y la primera clase encarnó durante la cuarta Raza, la Atlante. Sin embargo, desde las primeras etapas de la actividad de la tierra en esta cuarta Ronda, vagaban en torno de ella como si esperasen el momento en que sus tabernáculos estuviesen prontos para recibirlos.

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