LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 137
Carta de Blavatsky
a A. P. Sinnett.
APENDICE
CARTA N° 137
Clan Drummond:
Argel. domingo 8.
Mi querido señor
Sinnett:
Ya ve usted que
cumplo mi palabra. Ayer por la noche, mientras éramos zarandeados de acá para
allá y arrojados con fuerza en la tina de la colada que es nuestro barco, el
Clan, apareció Djual K. y me preguntó en nombre de su Maestro si yo le enviaría
a usted una nota. Le dije que lo haría. Entonces
me pidió papel —el cual yo no tenía. Dijo que cualquier papel serviría.
Procedí
entonces a solicitarlo de un pasajero, al no tener la señora Holloway para
facilitármelo.
¡Bueno! Hubiera
deseado que aquellos pasajeros que discuten con nosotros cada día la posibilidad
de los fenómenos ¡hubieran visto lo que estaba sucediendo en mi camarote, al
pie de mi litera! De qué manera, la
derecha de Djual K., tan real como la vida misma, estaba imprimiendo la carta
al dictado de su Maestro, cuya carta iba saliendo en relieve entre la pared del
camarote y mis piernas. Me pidió que leyera la carta, pero no estoy mejor
informada por eso. Comprendo
muy bien que se trataba de una prueba, y todo con la mejor intención; pero es
endiabladamente difícil para mí comprender el por qué todo ello tenía que
recaer sobre mis sufridas espaldas. Ella mantiene correspondencia con Myers y
con los Gebhards, y con muchos otros. Ya verá usted las salpicaduras que van a
alcanzarme como consecuencia de las causas producidas por este asunto de la
probación. Quisiera no haber visto nunca a esa mujer. Nunca hubiera imaginado
semejante felonía y semejante falsedad. Yo también fui chela y fui culpable de más de una
tontería; pero antes habría pensado en asesinar a un hombre físicamente, que en
asesinar moralmente a mis amigos como ella lo ha hecho. Si el Maestro no
hubiera dispuesto una explicación yo me hubiera ido dejando un lindo recuerdo
en el corazón de la señora Sinnett y en el de usted. Llevamos a bordo a la
señora Burton (el alcalde) de Simla. Abandonó la ciudad un día antes de llegar
yo, y después siempre ha estado deseosa de verme. Quiere unirse a nosotros y es
una mujcrcita encantadora. Tenemos a varios anglo-indios, y todos con muy buena
disposición. El barco es una tina de lavar ropa que va balanceándose de acá
para allá, y la administración es una ignominia. Todos estamos hambrientos y
nos mantenemos de nuestro propio té y de nuestras galletas. Escriba algunas palabras
a Port Said, a la lista de Correos. Nos quedaremos en Egipto tal vez durante
quince días. Todo depende de las cartas de Olcott y de las noticias que lleguen
de Adyar. No puedo seguir escribiendo debido al balanceo. Cariños para todos.
Siempre
sinceramente suya
H. P. BLAVATSKY
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