LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 141
Carta del Mahatma
K.H. a A. P. Sinnett.
APENDICE
CARTA Nº 141(Véase
la Nota de la Carta 139, ante., Eds.)
17 de marzo de 1886
Mi querido señor
Sinnett,
Haga todo lo que le
plazca. Estoy en sus manos. Sólo que no puedo entender qué mal podría haber si
les dijera a los abogados que es una mentira que yo sea Madame Metrovitch, o cualquier
otra Madame, excepto yo misma. Les pondría sobre aviso y evitaría que me
dirigieran cartas a ese nombre; porque con seguridad que no están tan locos
para no saber que esta calumnia descarada va contra la ley. Ellos lo han hecho
porque la Bibiche les hizo creer que yo soy realmente bígama y trígama. Bien,
puede que muy pronto reciba una carta dirigida a mí y a nombre de la señora
Leadbeater, o señora Damodar, o tal vez sea acusada de haber tenido un hijo con
Mohini o Bowajee. Quién puede decirlo, a menos que algo SEA refutado.
Pero todo eso son
menudencias. Hay algo completamente odioso para mí en la idea de cualquier
ocultamiento de nombres. Detesto el incógnito y la suplantación de nombres. ¿Por qué tendría
que ser causa de más molestias para usted, encima de las que ya ha tenido por
mi culpa? ¿Por qué tendría usted que perder tiempo y dinero para reunirse
conmigo? No lo
haga.
Enviaré las cosas
por adelantado y saldré con Louise tranquilamente y en segunda clase, pasando
la noche en Bonn o en Achen (Aix la Chapelle), o en algún lugar del camino. El
alojamiento será caro en Ostende en junio, pero no antes. Además, puedo ir a
algún lugar de los alrededores. No sé cuando saldré de aquí. Puede que lo haga
el día uno o sobre el día quince. Tengo pagado hasta esa fecha.
¿Por qué la señora
Sinnett no habría de venir con Dennie? ¿Dónde está el mal, y por qué no ha de
quedarse ella conmigo si encuentro un buen alojamiento? No me sentiría feliz si
ella no estuviera conmigo, porque ¿qué utilidad tiene que se aloje en otra
parte? Sólo sería una incomodidad para ella, y un disgusto para mí.
He escrito a mi tía
y a mi hermana, dándoles la dirección de Redway. Todas las cartas le serán
enviadas a usted, a su dirección, diciendo solamente: para Madame B. debajo de
su nombre.
Sin embargo, me
importa muy poco recibir cartas o no. En los periódicos
rusos hay un extenso artículo donde se me ensalza y se me glorifica y se me
llama "la mártir de Inglaterra".
Es reconfortante y
me hace sentir como si realmente yo fuera ¡una "gran espía rusa!"
Oiga, ¿sabe usted? —pero usted nunca lo creerá—bien, no lo haga, pero algún día
se verá obligado a creerlo: Gladstone es un converso secreto católico-romano.
Esto es cierto. Utilícelo como quiera, pero usted no puede cambiar los HECHOS.
¡Ah, pobre Inglaterra; y qué locos y ciegos son aquellos que quieren destruir a
la Sociedad Teosófica!
Bien; debo decir
algunas palabras al respecto. Usted dice: "nosotros estamos casi fuera del
alcance de las oraciones. . . inermes y desamparados. Las Ramas francesa y
alemana de la S.T. están prácticamente muertas. El movimiento en Londres sólo
puede ser revitalizado en un futuro período, etc.". Y a usted se le
pregunta: ¿Por qué? Usted no está muerto. La Condesa vive. A su alrededor
todavía alientan dos o tres compañeros. La Sociedad en la India progresa, y
NUNCA puede morir. En América se está convirtiendo en un gran movimiento.
Al doctor Buck, al
profesor Coues, a Arthur Gebhard y a unos cuantos se les ayuda, porque ellos
actúan y demuestran el mayor desprecio por todo lo que se dice, se imprime o se
grita en las calles. ¡Oh, trate de ser intuitivo! Por favor, no cierre sus
ojos, y por el hecho de que usted no puede ver objetivamente, no paralice la
ayuda subjetiva que está ahí, viva, palpitante, manifiesta. ¿Acaso todo lo que
se encuentra a su alrededor no le revela la indestructibilidad de la Sociedad? Si consideramos de
qué manera las terribles oleadas levantadas por el mundo de los Dugpas han
estado batiendo durante los dos últimos años, expandiéndose y azotando
ferozmente alrededor de la Sociedad para destrozar ¿el qué? —Sólo los restos
podridos del "Arca del Diluvio". ¿Han arrastrado a alguien realmente digno del
movimiento? A nadie. ¿Sospecha usted que los "Maestros" quieren
terminar con el movimiento? Ellos ven que usted no comprende lo que están
haciendo y se lamentan por ello. ¿Tienen que ser condenados ellos por lo que
ocurrió o hemos de ser condenados nosotros. Si el Fundador de
la Sociedad y los Fundadores o Presidentes de las Ramas hubieran tenido siempre
presente el hecho de que no es tanto la cantidad como la calidad lo que se
necesita para que la Sociedad triunfe, la mitad de los desastres ocurridos se
hubieran evitado. Se
presentaban dos caminos ante la Rama Londres, como ante cualquier otra Rama,
cuando usted recogió sus fragmentos dispersos y reconstruyó con ellos la
próspera corporación que fue: un camino
llevaba a la formación de una Sociedad arcana, secreta, para estudiantes del
ocultismo práctico; el otro, llevaba a una organización abierta, a la moda.
Ustedes siempre han preferido el último. A todos ustedes se les dio la
oportunidad para la formación de un grupo interno: usted no quiso imponer su
autoridad y la delegó en el Presidente nominal —el cual se tambaleaba ante cada
débil brisa, interna y externa, y que lo convirtió en una ruina y luego lo
abandonó. Cada intento parecido, o bien era rechazado o, si se llevaba a cabo,
contaba con un ingrediente tan fuerte de hipocresía que se convertía en un
fracaso. Se vio que resultaba imposible ayudarlo y fue abandonado a su suerte.
Hay un proverbio asiático que dice: "Puedes cortar en cien pedazos la serpiente de la
sabiduría, pero mientras su corazón, que reside en su cabeza, permanezca
intocado, la serpiente reunirá sus pedazos y vivirá de nuevo". Pero cuando el
corazón y la cabeza parece que están en todas partes y no están en ninguna,
¿qué puede hacerse? La R.L., al haber ocupado un rango y su lugar entre las
entidades públicas, tenía que ser juzgada por sus apariencias. No basta alabar
a la Corporación y a las Ramas, como si se tratara de escuelas de moralidad,
sabiduría y buena voluntad, porque siempre serán juzgadas por el mundo externo
por sus frutos, no por sus postulados —ni por lo que ellas dicen, sino por lo
que hacen. La Rama siempre tuvo necesidad de trabajadores
eficientes; como en todas las organizaciones el trabajo recayó sobre unos
cuantos. De estos cuantos, sólo uno tenía en perspectiva un claro objetivo, lo
persiguió con firmeza y sin vacilar —USTED. Sin embargo, su reserva natural y
el poderoso ingrediente profano que se encuentra dentro de la organización
Oculta y el sentido inglés de la individualidad y de la conveniencia por parte
de cada miembro, impidieron por un lado que usted hiciera valer sus derechos
como debería haber hecho, y fue motivo de que el resto se separaran y se
alejaran de usted, cada uno decidiendo actuar tal como él o ella pensaban que
era lo mejor, para asegurarse su propia salvación y satisfacer sus propias
aspiraciones, "agotando Karma en un plano superior", según la
disparatada frase que ahora circula entre ellos. Tiene usted razón al decir que
"los golpes asestados al movimiento
lo han sido todos como resultado de las consecuencias de las delegaciones de la
India"; se equivoca usted al pensar que
(1) estas
consecuencias hubieran sido también desastrosas si el elemento hindú no hubiera
estado mezclado con el elemento europeo y no hubiera sido fuertemente ayudado y
empujado en mala dirección por el elemento femenino de la R.L.; y
(2) que "los
Poderes Superiores quieren impedir el desarrollo de la Sociedad". Se envió
a Mohini, y al principio se ganó los corazones e imprimió nueva vida en la R.L.
Se echó a perder por la adulación de hombres y mujeres, por las constantes
lisonjas y por su propia debilidad —su reserva y su orgullo hicieron que usted
se mantuviera inactivo cuando debiera haber actuado. La primera gran sorpresa
del mundo Dug-pa llegó de América; usted le dio la bienvenida y la acogió
calurosamente; y llevó en más de una ocasión a la que esto escribe hasta el
borde de la desesperación, y su excesivo celo y su sincera formalidad, su
devoción a la Verdad y a los "Maestros", al haber resultado por de
pronto ineficaz para discernir la verdad real, para intuir aquello que se
callaba porque no se podía decir, proporcionó así el más amplio margen para las
sospechas. Esto último no era infundado.
El
elemento Dugpa triunfó plenamente en un momento dado; —¿por qué? Porque usted
creyó en una persona que había sido enviada por las fuerzas de la oposición
para la destrucción de la Sociedad, y le permitió que actuara como ella y los
otros lo hicieron, porque los "poderes superiores", como usted los
llama, cuyo deber no era interferir en la gran prueba excepto en último
extremo, lo permitieron. Hasta hoy, usted es incapaz de decir qué era lo
verdadero y qué era lo falso —porque no hay ningún núcleo aislado separado de
la Sociedad y consagrado al único elemento puro en ella, el amor y la devoción
por la verdad, tanto abstracta como concreta en los "Maestros" —un
núcleo en el que no entrara ningún elemento de personalidado de egoísmo— un
verdadero grupo interno, de eso se trata. El grupo oriental ha demostrado ser una farsa. La
señorita —— se preocupa más de los chelas (?) que de los Maestros; está ciega
ante el hecho de que aquellos que fueron (y que sin embargo todavía creen que
son) los más devotos a la Causa, a los Maestros, a la Teosofía, llámesela como
se quiera —son aquellos que son más probados; ella no ve que está ahora siendo
puesta a prueba, que es su última prueba y que, según parece, no sale de ella
como vencedora. "En ausencia de cualquier medio directo de comunicación
con ellos, yo sólo puedo juzgar por los signos" —dice usted.
Los signos son
evidentes. Es la gran prueba suprema para todos. El que se mantiene pasivo no
perderá nada, pero no ganará ningún título cuando todo termine. Incluso puede
que haga que su Karma le haga retroceder imperceptiblemente en el sendero por
el cual ya estaba ascendiendo. Lo que a
usted, lastimosamente, le falta es la bendita confianza en sí mismo que tiene
Olcott y —excúseme— su vulgar pero super-eficaz franqueza. Para eso no se
necesita prescindir del tacto ni de la educación. Es como un Proteo de
múltiples rostros que puede tener una u otra de sus caras o de sus mejillas
vuelta hacia el enemigo y obligarle a retirarse. Si la R.L. se compone sólo de
seis miembros —siendo el séptimo el Presidente, y si esa intrépida "vieja
guardia" se enfrenta al enemigo serenamente, no dejando que éste sepa
cuantos son, e impresionándole con signos externos, como si se tratara de una
multitud por la cantidad de folletos, convocatorias y demás pruebas materiales demostrativas
de que la Sociedad no ha sido conmocionada, que no se ha resentido de los
golpes, que hace chasquear sus dedos ante las narices del enemigo, pronto
tendrán la batalla ganada; habrán agotado al enemigo antes de que éste haga que
se rinda hasta el último miembro. Todo esto puede conseguirse fácilmente, y en realidad
ningún "devastador desastre" la afectará si sus miembros tienen la
suficiente intuición para ver qué es lo que realmente quieren "los poderes
superiores" y qué es lo que pueden y no pueden impedir. Lo que se pretende
es el discernimiento espiritual. "No se trata tanto de una cuestión de
salvar lo que queda de la Sociedad —como de reorganizar el movimiento en el
futuro". Fatal política. Síganla y habrán ustedes hecho desaparecer para
ese tiempo (el futuro) todo lazo vital invisible, aunque poderoso, que une a la
R.L. con los ashrams del otro lado de las grandes montañas. NADA PUEDE DESTRUIR
la R.L., excepto una cosa —la Pasividad. Tenga esto presente, usted que confiesa que "no
se siente con fuerzas, por el momento, para pronunciar conferencias ni
discursos". "TRABAJE
EN SECRETO" —es lo mejor que puede hacer— pero no en silencio—si no quiere
destruir a la Sociedad y a sus propias aspiraciones personales con su propia
mano. No todos son conferenciantes en la R.L., por suerte, o se convertiría en
una Babel. No todos son eruditos, pero los que lo son deberían compartir lo que
saben con los demás.
Combínense para
complementar las cosas. Hagan que su actividad sea proporcional a sus
oportunidades, y no vuelvan la cabeza ante estas últimas, menos aún ante
aquellas que se crearon para ustedes. "Arroje
a un lado los tizones encendidos y rápidamente se extinguirán; atícelos todos a
la vez y se reavivarán estallando en llamas que se proyectan hacia el cielo con
un rojo resplandor". Así brillará la R.L., si no cunde la
desmoralización y si no se deja que sus luces parpadeen como puntos intermedios
y aislados, sino que sean reagrupadas y concentradas con todo su completo
fulgor por la mano de su Presidente, y si esta mano no suelta la bandera que se
le confió para ello. El
barro humano nunca se adhiere ni contamina la llama contra la cual se arroja.
Sólo se adhiere con fuerza al marmóreo y frío corazón que ha perdido su última
chispa de la llama Divina. Sí,
desde luego, los "Maestros" y los "Poderes existentes"
podrían llamar y guiar a tantos y tan tristes solitarios y cansados seres hacia
este hermoso campo de la Teosofía psíquica oculta para que se reunieran con
ellos alrededor de sus altares. Ya hay dos que, en
cuerpo físico, han ganado la batalla y han encontrado a los mencionados seres
"invisibles" —cada uno por su propio camino. Porque las enseñanzas de
la "Orden" son como piedras preciosas —hacia cualquier lado que uno
se vuelva, la luz, la verdad y la belleza resplandecen y guían al fatigado
viajero que anda en su busca, tan sólo que no se detenga en su camino para
perseguir los fuegos fatuos del mundo ilusorio y se mantenga sordo ante el
rumor de la multitud.
Y ahora, por lo que
más quiera —trate de despertar, por una vez, su intuición, si es que puede.
Sufro por usted y
haría cualquier cosa para ayudarle. Pero usted me lo impide. Perdone esta carta
y trate de descubrir lo que se oculta detrás de mis palabras.
H.P.B.
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