LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 140
Carta de H.P.B. a
A. P. Sinnett.
APENDICE
CARTA N° 140
6 de enero de 1886.
Wurzburg
Mi querido señor
Sinnett,
Me siento impelida
a comunicarle lo siguiente: primero, déjeme decirle que la querida Condesa salió
hacia Munich, disparada, para tratar de salvar a Hübbe de su debilidad y a la Sociedad
de desmoronarse. Estuvo toda la noche en trance, saliendo y entrando de su
cuerpo.
Vio al Maestro y lo
sintió toda la noche: ella es una gran clarividente. Bien: después de leer unas pocas páginas del Informe, me quedé tan disgustada
con las mentiras gratuitas de Hume y con las absurdas deducciones de Hogdson
que, en mi desesperación, estuve a punto de renunciar a todo. ¡Qué podía yo
hacer o decir en contra de la evidencia del plano natural mundano! Todo estaba
contra mí y no quedaba más que morirme. Me fui a acostar y tuve la más
extraordinaria de las visiones. Yo había estado llamando en vano a los Maestros
—que no se me acercaron durante mi estado vigílico, pero
ahora, en sueños, los veía a ambos, y yo estaba otra vez en casa del Mahatma
K.H. (una escena de años atrás). Me encontraba sentada en un rincón sobre una
estera, y él caminaba alrededor de la habitación vestido con su traje de montar,
y el Maestro estaba hablando con alguien que se encontraba al otro lado de la
puerta.
"Recordar no
puedo", pronuncié en respuesta a una pregunta Suya sobre una tía muerta.
El sonrió y dijo: "Curioso inglés el que usted habla". Entonces, yo
me sentí avergonzada, herida en mi amor propio, (tenga en cuenta que se trataba
de mi sueño o visión que era la exacta reproducción de lo que había tenido
lugar, palabra por palabra, dieciséis años atrás) y empecé a pensar:
"ahora que estoy aquí y que sólo hablo inglés en lenguaje fonético verbal,
tal vez pueda aprender a hablar mejor con El.". (Para aclararle las cosas
le diré que, con
el Maestro, yo siempre utilizaba el inglés, y tanto que fuera bueno como malo,
a El le daba lo mismo, porque él no lo habla pero entiende cada palabra que
digo desde mi cabeza; y hace que yo Le comprenda —de qué modo lo hace, jamás
podría decirlo ni expresarlo, aunque me mataran, pero es así. Con D.K. también
hablé en inglés, y él lo habla incluso mejor que el Mahatma K.H.). Entonces, y
siguiendo con mi sueño, tres meses después, a medida que se me hacía experimentar
esa visión —me
hallé de pie delante del Mahatma K.H., cerca del viejo edificio derruido que él
estaba contemplando, y como el Maestro no estaba en casa cogí para él unas cuantas
frases que había estudiado en lengua senzar en
la habitación de su hermana, y le pedí que me dijera si las había traducido
bien— y le di una hoja de papel con estas frases escritas en inglés. El las
tomó y las leyó y corrigiendo la interpretación las volvió a leer diciendo:
"ahora su
inglés está mejorando —trate de sacar de mi cabeza incluso lo poco que yo sé de
él" Y puso su mano en mi frente, en la parte de la memoria, y presionó con
sus dedos allí (e incluso, en el sueño, sentí el mismo dolorcillo y el
escalofrío que había experimentado entonces). Y a partir de ese día. El hizo
eso cada día con mi cabeza, durante dos meses. La escena cambia de nuevo y me
veo alejándome con el Maestro que me está enviando de regreso a Europa. Me veo
despidiéndome de su hermana y de su niño, y de todos los chelas.
Escucho lo que me
dicen los Maestros y luego, llegan las palabras de despedida del Mahatma K.H.
riéndose de mí, como siempre lo hacía, y diciéndome: "Bien, si
usted no ha aprendido mucho de las Ciencias Sagradas y del Ocultismo práctico
—y quien esperaría que una MUJER lo hiciera— al menos ha aprendido un poco de
inglés. ¡Ahora lo habla sólo un poco peor que yo!", y se reía.
La escena cambia de
nuevo. Me encuentro en la calle 47 de Nueva York, escribiendo Isis, y Su voz
dictándome. En ese sueño o visión retrospectiva volví a escribir, una vez más,
todo Isís, y ahora podría señalar todas las páginas y todas las frases dictadas
por el Mahatma K.H. —así como las que me dictó mi Maestro— en mi deficiente
inglés, cuando Olcott se mesaba los cabellos con desesperación al no poder
desentrañar el significado de lo que decían. Me veía de nuevo a mí misma, noche
tras noche, acostada —escribiendo Isis en
sueños, en Nueva York, escribiéndolo absolutamente en mi sueño y sintiendo las
frases del Mahatma K.H. imprimiéndose en mi memoria. Luego, a medida que
iba despertando de esa visión (en Wurzburg ahora) oía la voz del Mahatma K.H.: "Y
ahora, sume dos y dos, pobre y ciega mujer. El inglés deficiente y la mala
construcción de las frases que usted conoce, incluso aquello que ha aprendido
de mí . . . haga desaparecer la mancha lanzada contra usted por ese hombre mal
aconsejado y engreído (Hogdson); explique la verdad a unos cuantos amigos que la
creerán —porque el público nunca lo hará, hasta el día en que salga a la luz LA
DOCTRINA SECRETA". Me
desperté y fue como un destello luminoso; sin embargo, todavía seguía sin
comprender a qué se refería. Pero una hora
después, llega la carta de Hübbe Schieiden para la Condesa, en la cual dice
que, a menos que yo explique cómo es posible ese parecido descubierto y
demostrado por Hogdson entre mi inglés defectuoso y algunas expresiones del
Maestro K.H., la construcción de las frases y algún galicismo característico —tengo
que seguir siendo acusada para siempre de falsaria y embustera, (!!) y quién
sabe cuantas cosas más. ¡Desde luego, yo he aprendido mi inglés de El! Incluso
Olcott comprenderá esto. Usted sabe, y ya lo dije a muchos amigos y a muchos
enemigos, que yo aprendí el terrible inglés del Yorkshire de mi niñera, a la
que llamábamos Institutriz. Por el tiempo en que mi padre me llevó a
Inglaterra, a los catorce años, pensando que yo hablaba un pulcro inglés —y la
gente le preguntaba si me había educado en el Yorkshire o en Irlanda— y se reían
de mi acento y de mi modo de hablar, abandoné el inglés por completo, tratando
de evitar el hablarlo tanto como me era posible. A partir de los catorce años y
hasta después de los cuarenta, nunca más lo hablé ni lo escribí, y lo olvidé
por completo. Podía leer en inglés —cosa que hacía en muy raras ocasiones— y no
podía hablarlo. Recuerdo cuan difícil fue para mí entender un libro escrito en
un buen inglés no más allá de 1867, en Venecia. Todo lo que yo sabía cuando
llegué a América en 1873 era hablar un poco, y esto pueden corroborarlo Olcott
y Judge, y todos aquellos que me conocieron en aquella época. Me gustaría que
la gente viera un artículo que traté de escribir en una ocasión para el Banner
of Light, donde en lugar de sanguino (Confiado, optimista.
N.T.) puse sanguinary, (Sanguinario. N.T.) etc. Aprendí a escribir
el inglés a través de Isis, eso es cierto, y el profesor A. Wilder que venía
semanalmente para ayudar a Olcott a ordenar los capítulos y a escribir el
índice, puede testificarlo. Cuando lo hube terminado (y este Isis es sólo una
tercera parte de lo que escribí y destruí) podía escribir tan bien como lo hago
ahora, ni peor ni mejor. Mi memoria y sus capacidades parecen haber
desaparecido desde entonces.
¡Qué de extraño
tiene, pues, que mi inglés y el inglés del Mahatma se parezcan! El de Olcott y el
mío también se parecen en nuestros americanismos que yo he copiado de él
durante estos últimos diez años. Al
traducirlo yo todo mentalmente del francés, no hubiera escrito escéptico con
una k, aunque el Mahatma K.H. lo hacía, y cuando yo lo escribí con una c,
Olcott, Wilder y el corrector de pruebas lo corrigieron. Ahora bien, el Mahatma
K.H. ha conservado esa costumbre y persiste en ella, y yo no la uso desde que
fui a la India. Yo nunca hubiera puesto carbólico en lugar de "carbónico",
y fui la primera en darme cuenta de la equivocación cuando Hume recibió en
Simla la carta del Mahatma en la que ocurre esto. Es mezquino y necio por parte
de él publicarlo, porque si dice esto refiriéndose a una frase encontrada en alguna
revista, entonces la palabra correctamente escrita estaba allí, ante mis ojos o
ante los ojos de cualquier chela que precipitara la carta —y por lo tanto, es
evidente que se trata de un lapsus calami, si es que hubo algún calami en la
precipitación. "La diferencia en la caligrafía" —¡Oh, la gran
maravilla! ¿Es que ha escrito el mismo Maestro K.H. todas SMS cartas? Sólo el
cielo sabe cuantos chelas han estado precipitándolas y escribiéndolas. Ahora
bien, si existe una diferencia tan señalada entre las cartas escritas
mecánicamente por la misma e idéntica persona (como en mi caso, por ejemplo,
que nunca tuve una caligrafía/irme), cuánto más en la precipitación que es la
reproducción fotográfica del propio contenido de la cabeza, y apuesto cualquier
cosa a que ningún chela (si es que los Maestros pueden) es capaz de precipitar
su propia caligrafía dos veces seguidas exactamente de la misma manera —una
diferencia, y una de tan señalada siempre existirá— igual que un pintor no
puede pintar dos veces la misma imagen (véase Schmiechen con sus retratos del
Maestro). Ahora bien, todo esto se comprenderá fácilmente por los teósofos (no
por todos) y por aquellos que han meditado profundamente y han conocido algo de
la filosofía. ¿Quién creerá todo lo que digo en esta carta, aparte de unos
cuantos? Nadie. Y sin embargo, se me exige una explicación, y cuando ésta
llegue (si usted escribe sobre los hechos que yo puedo darle) nadie la creerá.
Sin embargo, tiene usted que demostrar al menos una cosa: que las transacciones
ocultas, las cartas, la caligrafía, etc. no pueden ser juzgadas por el patrón
cotidiano, ni por éste o por aquel otro experto. No
hay tres soluciones, sino dos: o yo me he inventado a los Maestros, su filosofía,
y he escrito sus cartas, etc., o bien no lo he hecho. Si lo he hecho, y los
Maestros no existen, entonces sus manuscritos no pueden haber existido, o bien:
yo los he inventado también; y si lo he hecho —¿cómo puedo ser llamada
"falsificadora"? Las cartas son de mi puño y letra, y yo tengo el
derecho de utilizarlas, ya que soy tan inteligente. En cuanto a la filosofía
y a la doctrina inventadas, la D.S. lo demostrará. Ahora estoy aquí sola con la
Condesa por testigo. No tengo ningún libro, nadie que me ayude. Y le digo a
usted que La Doctrina Secreta será veinte veces más estudiada filosóficamente,
que Isis, obra que será desplazada por ella. Ahora hay cientos de cosas que se me permite decir y
explicar. Ella demostrará lo que puede hacer una espía rusa, una supuesta
falsificadora y plagiaría, etc. Toda la
Doctrina se revela como la piedra angular y la base de todas las religiones,
incluyendo el cristianismo, y apoyándose en la fuerza de los libros hindúes
exotéricos publicados con su simbolismo explicado esotéricamente. La extrema lucidez
de El Buddhismo Esotérico también se revelará y sus doctrinas se demostrarán
correctas matemáticamente, geométricamente, lógicamente y científicamente.
Hogdson es muy inteligente, pero no lo suficiente para la verdad y ésta triunfará,
después de lo cual ya puedo morirme en paz.
¡Babula escribiendo
las cartas de mi Maestro, verdaderamente! Hume descubriendo, cinco años
después, que el sobre de la municipalidad había sido "manipulado" por
mí y traído por Babula. ¡Qué memoria tan buena debe tener su recadero
mahometano para recordar que fue precisamente ese sobre!. Y la carta había sido
depositada en el sagrario y había desaparecido de allí. Su carta sellada y
engomada con toda precaución no presentaba, la noche que se cursó, esas señales
que ahora se describen, y ahora, dos años más tarde, después de haber pasado
por mil manos, de haber sido manoseada por Garstin y los mismos expertos,
tratando de averiguar por sí mismos de qué manera pudo haber sido abierta
—¡ahora todo ello se vuelve contra mí! Y las mentiras de Hume. El ha averiguado que ese papel
tibetano o nepalí se podía adquirir cerca de Darjeeling. Los Maestros, dijo él,
nunca escribieron antes en semejante papel antes de que yo hubiera ido a
Darjeeling. ¿Verdaderamente? Aquí adjunto un pedazo de ese papel para que usted
lo examine. Ese que, con su memoria, es seguro que va a reconocer. Es el pedazo
original de aquel en que el Maestro les dio sus primeras lecciones a usted y a
Hume en su Museo, en Simla. Usted lo vio muchas veces. Le ruego que cuando lo
haya identificado me lo devuelva. Es privado y confidencial y le pido su
palabra de que no dejará que salga de sus manos, ni tampoco lo dará a nadie.
Ningún experto u orientalista descubriría ni comprendería nada de él más que
las letras, que tienen un significado para mí y para nadie más. Pero lo que yo
quiero que usted vea y recuerde es que yo fui a Darjeeling un año más tarde de
que Hume se hubiera discutido con K.H. y este papel yo lo tenía en Simla cuando
empezaron las primeras lecciones. Y todo el contenido del Informe en su
totalidad no es más que las mismas mentiras, falso testimonio, etc.
De usted —la ya no
abatida,
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