LA FÓRMULA INFALIBLE
Este escrito es un
extracto de uno de los maravillosos libros de Metafísica de Conny Méndez, aquí lo
comparto con ustedes..
“Conoced la Verdad y ella os hará libres” (San Juan: 8, 32).
La Verdad, la ley suprema es La Armonía Perfecta, la belleza,
la bondad, la justicia, la libertad, la salud (Vida), inteligencia, sabiduría,
amor, dicha. Todo lo opuesto es apariencia.
CUALQUIER COSA QUE ESTÉS MANIFESTANDO; QUE TE ESTÉ
OCURRIENDO CONTRARIA A LA ARMONÍA PERFECTA, O QUE TÚ MISMO ESTÉS HACIENDO O SUFRIENDO
CONTRARIA A LA ARMONÍA PERFECTA, SE DEBE A UNA CREENCIA ERRADA QUE TÚ
CREASTE, YA LO SABES, Y QUE POR REFLEJO ESTÁS LANZANDO HACIA AFUERA Y
ATRAYENDO SU IGUAL, DEL EXTERIOR. NO TIENE NADA QUE VER CON TU YO SUPERIOR.
ÉSTE CONTINÚA PERFECTO. SUS CONDICIONES Y SU SITUACIÓN SON PERFECTAS.
Ahora, en cada una de
las circunstancias enumeradas más arriba, debes recordar lo que te acabo de
decir, primeramente, y luego decir mentalmente o en voz alta, como quieras, “NO LO ACEPTO”.
Dilo con firmeza pero con infinita suavidad.
Los trabajos mentales NO NECESITAN de la fuerza física.
Ni el pensamiento ni el espíritu tienen músculos. Cuando
tú digas “No lo acepto”, hazlo como si dijeras “No me da la gana”,
tranquilamente, pero con la misma convicción y firmeza, sin gritar, sin
violencia, sin un movimiento, sin brusquedad.
Después de haber dicho “no lo acepto”, recuerda que tu YO
superior es perfecto; que sus condiciones son perfectas.
Ahora dí: “DECLARO QUE LA VERDAD DE ESTE PROBLEMA ES... (armonía, amor,
inteligencia, justicia, abundancia, vida, salud, etc., cualquiera que sea lo
opuesto a la condición negativa que se esté manifestando en ese momento). GRACIAS PADRE QUE ME HAS OÍDO”.
No tienes por qué creer
ciegamente lo que estás leyendo. Debes comprobarlo tú mismo.
En el lenguaje metafísico esto se llama “un tratamiento”.
Después de todo
tratamiento hay que conservar la actitud que se ha declarado. No se puede uno
permitir que entre la duda respecto a la eficacia del tratamiento, ni se puede
volver a expresar en palabras los conceptos, opiniones y creencias de antes,
porque se destruye, se anula el tratamiento.
Hay convicciones que están tan arraigadas que son lo que
se llama en el lenguaje metafísico “cristalizaciones”. Estas requieren más
trabajos que otras. Pero cada “negación” y “afirmación” que se haga respecto a
estas cristalizaciones va borrando el diseño original hasta que desaparece totalmente
y no queda sino la Verdad.
Verás los milagros que ocurren en tu vida, en tu ambiente
y en tus condiciones.
Esta es la Gran Verdad. No la olvides jamás. Comienza
ahora mismo a practicarla.
Mientras más se
practica más se realiza, más se adelanta y más feliz te sentirás.
Acuérdate. Tú eres
único, como tus huellas digitales. Fuiste creado por un diseño único, para un
propósito especial que no puede cumplir nadie más que tú.
Cada palabra que se pronuncia es
un decreto que se manifiesta en lo exterior.
La palabra es el pensamiento hablado.
Te propongo que pongas atención a todo lo que tú decretas en un
solo día.
Vamos a recordártelo.
“Los negocios están malísimos”.
“Las cosas andan muy malas”.
“La juventud está perdida”.
“El tráfico está imposible”.
“El servicio está insoportable”.
“No se consigue servicio”.
“No dejes eso rodando porque te lo van a robar”.
“Los ladrones están asaltando en todas las esquinas”.
“Tengo miedo de salir”.
“Mira que te vas a caer”.
“Cuidado que te matas”.
“Te va a pisar un carro”.
“¡Vas a romper eso!”.
“Tengo muy mala suerte”.
“No puedo comer eso, me hace daño”.
“Mi mala memoria...”, “mi alegría...”, “mi dolor de cabeza...”,
“mi reumatismo...”, “mi mala digestión...”.
“¡Ese es un bandido!”,
“esa es una desgraciada”.
“Tenía que ser, cuando no”.
No te sorprendas ni te quejes
si al expresarlo lo ves ocurrir. Lo has decretado. Has dado una orden que tiene
que ser cumplida.
Ahora recuerda y no olvides
jamás, CADA PALABRA
QUE PRONUNCIAS ES UN DECRETO. Positivo o negativo.
Si es positivo se te manifiesta en bien. Si es negativo se te manifiesta en
mal, si es contra el prójimo es lo mismo que si lo estuvieras decretando contra
ti. SE TE DEVUELVE. Si es bondadoso y
comprensivo hacia el prójimo, recibirás bondad y comprensión de los demás hacia
ti.
Y cuando te suceda algo molesto, negativo, desagradable,
no digas
“¡Pero si yo no estaba pensando ni temiendo que me fuera
a suceder esto!”. Ten la sinceridad y la humildad
de tratar de recordar en cuáles términos te expresaste de algún prójimo. En qué
momento saltó de tu corazón un concepto viejísimo, arraigado allí, que tal vez
no es sino una costumbre social como la generalidad de esas citadas más arriba
y que tú realmente no tienes deseos de seguir usando.
Como el sentimiento que
acompaña a un pensamiento es lo que lo graba más firmemente en el subconsciente,
el Maestro Jesús, que jamás empleó palabras superfluas, lo expresó muy bien al
decir, “LO QUE DE LA BOCA SALE, DEL CORAZÓN
PROCEDE”,
y esto nos da la clave inequívoca. El primer sentimiento que nos enseñan es el temor. Nos lo enseñan nuestros padres, primeramente, y luego
nuestros maestros de religión. Al sentir un temor se nos acelera el corazón.
Solemos decir “por poco se me sale el corazón por la boca” para demostrar el
grado de temor que sentimos en un momento dado. El temor es lo que está por
detrás de todas las frases negativas que te he citado más arriba.
Cuando estés en reunión de
otras personas, te darás perfecta cuenta de la clase de conceptos que poseen y
los constatarás en todo lo que les ocurre. Siempre que escuches conversaciones negativas no afirmes
nada de lo que expresen. Piensa “NO LO ACEPTO NI PARA MÍ NI PARA ELLAS”. No tienes que decírselo a ellas. Es mejor no divulgar la verdad que
estás aprendiendo, no porque haya que ocultarlo sino porque hay una máxima ocultista
que dice: “CUANDO EL DISCÍPULO ESTÁ PREPARADO
APARECE EL MAESTRO”.
LA FE MUEVE MONTAÑAS
Todo el mundo conoce el dicho y
lo repite a menudo. Lo repite como loro, pues no sabe en realidad lo que significa,
ni por qué ni cómo es eso, que la fe mueve montañas.
Pocos saben que el temor también mueve montañas.
El temor y la fe son una misma
fuerza.
El temor es negativo y la fe es
positiva.
El temor es fe en el mal.
O sea, la convicción de que va
a ocurrir lo malo.
La fe es la convicción de que
lo que va a ocurrir es bueno, o que va a terminar bien.
El temor y la fe son las dos
caras de una misma medalla.
Fíjate bien. Tú jamás temes que te vaya a suceder algo bueno. Ni tampoco
dices jamás “tienes fe en que te va a ocurrir lo malo”. La fe siempre se asocia
a algo que deseamos; y no creo que tú deseas el mal para tí! A éste le temes;
¿no es así?
TODO LO QUE TÚ TEMES LO ATRAES Y
TE OCURRE. Ahora que, cuando te ocurre, generalmente dices con aire
triunfante: “¡Ajá, yo lo sabía! Lo presentí”, y sales corriendo a contarlo y
repetirlo como para lucir tus dotes de clarividente. Y lo que en realidad ha
sucedido es que lo pensaste con temor. ¿Lo presentiste? Claro. Lo presentiste.
Tú mismo lo estás diciendo. Ya tú sabes que todo lo que se piensa sintiendo al
mismo tiempo una emoción, es lo que se manifiesta o se atrae. Tú lo anticipaste
y lo esperaste. Anticipar y esperar es fe.
Ahora fíjate que todo
lo que tú esperas con fe te viene, te sucede. Entonces, si sabes que esto es
así, ¿qué te impide usar la fe para
todo lo que tú desees?, ¿amor, dinero, salud, etc.?
Es una ley natural. Es una
ordenanza divina. El Cristo lo enseñó con las siguientes palabras, que tú conoces:
“TODO LO QUE
PIDIÉREIS EN ORACIÓN, CREYENDO, LO RECIBIRÉIS”. San Pablo lo dice en palabras que
no tienen otra interpretación: “la fe es
la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que se ve”. Más arriba te dije que la fe es
la convicción del bien.
Déjame darte la fórmula metafísica para obtener cualquier
cosa que uno desee.
Es una fórmula. Hay que emplearla para todo.
Compruébala por tí mismo. No me lo creas ciegamente.
“YO DESEO (TAL
COSA). EN ARMONÍA PARA TODO EL MUNDO Y DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DIVINA. BAJO
LA GRACIA Y DE MANERA PERFECTA. GRACIAS PADRE QUE YA ME OÍSTE”.
Ahora no dudes por un solo instante. Has empleado la
fórmula mágica. Has cumplido con toda la ley y no tardarás en ver tu deseo
manifestado. Ten paciencia. Mientras
más tranquilo esperes, más pronto verás el resultado. La impaciencia, la
tensión y el ponerse a empujar mentalmente destruyen el tratamiento (la fórmula
es lo que en metafísica se llama “un
tratamiento”).
Para que conozcas lo que has hecho al repetir la fórmula,
te voy a explicar el proceso detalladamente. Al tú decir “en armonía para todo el mundo” has
eliminado todo peligro de que tu conveniencia perjudique a otro, como tampoco
se te hace posible desear un mal para otro.
Al decir “de acuerdo con la voluntad
divina”; si lo que tú deseas es menos
que perfecto para tí, verás suceder algo mucho mejor de lo que tú esperabas. En este caso significa que lo que estabas
deseando no lo ibas a encontrar suficiente, o no te iba a resultar tan bueno
como tú pensabas. La voluntad de Dios es perfecta.
Al tú decir “bajo la Gracia y
de manera perfecta”, encierra un secreto
maravilloso.
“Gracias Padre que ya me oíste” es la
expresión más alta de fe que podamos abrigar.
Jesús la enseñó y la aplicaba en todo, desde antes de
partir el pan con que alimentó a cinco mil, hasta para decir cómo transformar
el vino en su sangre. Dando gracias al Padre antes de ver la manifestación.
Todo lo que tú desees,
todo lo que vayas necesitando lo puedes manifestar. El Padre todo lo ha previsto ya, todo lo ha dado ya,
pero hay que irlo pidiendo a medida que se sienta la necesidad. Sólo
tienes que recordar que no puedes pedir mal para otro porque se te devuelve a
ti, y todo lo que pidas para tí debes pedirlo también para toda la humanidad
porque todos somos hijos del mismo Padre.
Por ejemplo, pide grande. El Padre es muy rico y no le
gusta la mezquindad. No digas “Ay, Papá
Dios, dame una casita. Sólo te pido una casita, aunque no sea sino chiquitita”,
cuando la realidad es que tú necesitas una casa muy grande porque tu familia es
numerosa! No recibirás sino lo que pides. Pide así:
“PADRE, DAME A MÍ Y A TODA
LA HUMANIDAD, TODAS LAS MARAVILLAS DE TU REINO” y ahora haz tu lista.
Para ir fortificando la fe, haz
una lista de cosas que deseas o que necesitas.
1. Enumera los objetos o las cosas.
2. Al lado de esta lista haz otra enumerando cosas que
deseas ver desaparecer, o bien en ti mismo o en lo exterior.
En el mismo papel escribe la
fórmula que ya te di más arriba. Ahora, lee tu papel todas las noches. No debes
sentir la menor duda. Da las gracias de nuevo cuantas veces pienses en lo que
has escrito.
A medida que veas que se te van realizando las cosas
enumeradas, ve tachándolas.
Y al final, cuando las veas realizadas todas, no vayas a
ser tan mal agradecido de pensar: “Tal vez se me iban a dar de todas maneras”, porque es mentira. Se
te dieron porque las pediste correctamente. Lo exterior se acomodó para
dejártelas pasar.
Como ya estás muy
habituado a sentir temor por una variedad de razones, cada vez que te encuentres
atacado por un temor, repite la fórmula siguiente, que te irá borrando el
reflejo que tienes grabado en el subconsciente:
“YO NO TENGO MIEDO. NO QUIERO EL TEMOR. DIOS ES AMOR Y EN TODA
LA CREACIÓN NO HAY NADA A QUÉ TEMER. YO TENGO FE. QUIERO SENTIR FE”.
Un gran Maestro decía “lo
único que se debe temer es al temor”. La
fórmula la debes repetir aún cuando estés temblando de terror. En ese momento,
con mayor razón. Solamente el deseo de no temer y el deseo de tener fe bastan
para cancelar todos los efectos del temor, y para situarnos en el polo positivo
de la fe.
Supongo que ya tú conoces el principio psicológico que
dice, que CUANDO SE BORRA UNA COSTUMBRE HAY QUE SUSTITUIRLA POR OTRA.
Cada vez que se niega o se rechaza una idea cristalizada en
el subconsciente, se borra ésta un poquito. El
pequeño vacío que así se hace, hay que llenarlo inmediatamente con una idea
contraria. Si no, el vacío atraerá
ideas de la misma clase y que siempre están suspendidas en la atmósfera,
pensadas por otros. Poco a poco irás viendo que tus temores desaparecen, si es
que tienes la voluntad de ser constante, repitiendo la fórmula en todas las
circunstancias que se vayan presentando.
Poco a poco irás viendo que
únicamente te sucederán las cosas como tú las deseas.
“POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS”, dijo Jesús.
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