LA PREDISPOSICIÓN DEL ASPIRANTE
A. P. SINNET
No debe esperar a encontrar el aspirante en ningún
libro de filosofía oculta escrito o por escribir, durante algún tiempo,
explicaciones perfectamente claras, precisas, directas, sobre los misterios del
nacimiento, de la muerte y del porvenir.
Prosiguiendo estos estudios, causa irritación al principio,
la dificultad de comprender lo que los ocultistas creen realmente con respecto
al estado futuro, la naturaleza de la vida por venir y su conjunto general.
Las religiones
conocidas tienen puntos de vista muy restringidos sobre estos asuntos, y en el
orden práctico afirman algunas de ellas que personas calificadas, delegadas por
las iglesias, pueden enviar a las almas desencarnadas por el bueno o mal camino
según la confianza que estas almas les inspiran. Estas clases de teorías son inteligibles y tienen al menos
el mérito de la simplicidad, pero no son suficientes para el espíritu en cuanto
a los detalles.
El estudiante reconocerá después de cortas
investigaciones en el dominio de la filosofía oculta, que en ella no encontrará
ningún concepto que pueda ofender su más puro ideal, sea que se trate de Dios o
de la vida futura. Rápidamente verá que el sistema de ideas que explora va hasta
los extremos límites de lo grande y de lo majestuoso... accesibles al espíritu
humano.
Pero él buscará,
para no quedar en lo vago, enseñanzas explícitas sobre tal o cual punto, hasta
que compruebe gradualmente que la verdad absoluta sobre el origen y destinos
del alma humana es muy sutil y complicada para que pueda expresarse en un
lenguaje directo.
Ideas perfectamente
claras pueden ser adquiridas por aquellos espíritus purificados de vistas avanzadas
en el ocultismo, que habiendo concentrado todas sus facultades en proseguir y
asimilar estas ideas, llegan al fin a comprenderlas, gracias al auxilio de facultades
intelectuales particulares especialmente desenvueltas con este fin; pero no sigue
de todo esto que, con la mejor voluntad del mundo, tales personas puedan necesariamente
resumir en una docena de líneas un credo que abarque la teoría completa del Universo.
El estudio del ocultismo, aun para las gentes del
mundo, sujetas por sus ocupaciones ordinarias, puede
rápidamente ampliar y purificar la comprensión hasta el punto de permitir al
espíritu comprobar lo absurdo de toda hipótesis religiosa errónea; pero la estructura
absoluta de la creencia oculta es una cosa que, por su naturaleza, puede ser edificada
solamente con lentitud en el espíritu de cada arquitecto espiritual.
Esto justifica la
repugnancia de los ocultistas a dar una explicación categórica de sus doctrinas. Ellos saben de
manera cierta que las plantas vivaces del
conocimiento deben germinar en el espíritu de cada hombre y no pueden ser trasplantadas
cuando están en plena madurez al terreno de una inteligencia no preparada; ellas están bastante dispuestas a dar la semiente,
pero todo hombre debe cultivar su propio árbol de la ciencia.
Así como el Adepto no es hecho, sino que llega a ser,
así en un menor grado, la persona que aspira a comprender al Adepto y su manera
de ver, debe desenvolver por sí misma su facultad de comprensión pasando de las
nociones rudimentarias a las conclusiones legítimas.
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