domingo, 26 de abril de 2015

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 11

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 11
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.
Transcrita de una copia manuscrita del señor Sinnett


Recibida por A.O.H. el 30 de junio de 1882.
La prudencia más elemental me hace dudar ante el pensamiento de emprender mi nuevo papel de "instructor". Si M. no le satisface demasiado, me temo que yo todavía le satisfaré menos ya que, además de ser parco en mis explicaciones —porque existen miles de cosas que tendré que dejar sin revelar por mi voto de silencio— dispongo de mucho menos tiempo que él.
Sin embargo, trataré de hacer lo que pueda. Que no se diga que fracasé al no reconocer su sincero deseo actual de ser útil a la Sociedad, y por lo tanto a la Humanidad, porque soy profundamente consciente del hecho de que nadie en la India está mejor capacitado que usted para dispersar las nieblas de la superstición y del error popular, arrojando luz sobre los problemas más oscuros. Pero antes de que conteste a sus preguntas y de proseguir la explicación de nuestra doctrina, tendré que iniciar mis respuestas con una larga introducción.


Para comprender mis respuestas, ante todo tendrá que considerar la Esencia eterna, el Swabhavat, no como un elemento compuesto al que usted llama espíritu-materia, sino como el elemento único para el cual el idioma inglés no tiene ningún nombre. Es, a la vez, pasivo y activo, Esencia-Espíritu puro en su condición de carácter absoluto y en reposo; materia pura en su estado finito y condicionado —al igual que un gas imponderable, o como ese gran desconocido al que la ciencia se ha complacido en llamar Fuerza.
Cuando los poetas hablan del "océano sin orillas de la inmutabilidad", no debemos considerar esta expresión más que como una divertida paradoja, ya que nosotros sostenemos que no existe la inmutabilidad —al menos no en nuestro sistema solar.
La inmutabilidad —dicen los teístas y los cristianos— "es un atributo de Dios", e inmediatamente dotan a ese Dios con toda cualidad y todo atributo mudable y variable, habido y por haber, y creen haber resuelto lo insoluble y haber descubierto la cuadratura del círculo.
A esto contestamos que si eso a lo que los teístas llaman Dios, y la ciencia "Fuerza" y "Energía Potencial", se convirtiera en inmutable, aunque fuera por un solo instante, aún durante el Maha-Pralaya, período en el que incluso Brahm, el arquitecto creador del mundo se dice que se ha sumido en el no-ser, entonces no podría existir ningún Manvántara y sólo el espacio reinaría inconsciente y supremo en la eternidad del tiempo.
Sin embargo, el teísmo, al hablar de una inmutabilidad mudable, no es más absurdo que la ciencia materialista cuando habla de "energía potencial latente" y de la indestructibilidad de la materia y de la fuerza.
¿Qué es lo que entendemos por indestructible?
Es ese algo invisible que mueve la materia, o ¡la energía de los cuerpos en movimiento!
¿Qué sabe la ciencia moderna de la fuerza propiamente dicha, o de la causa o las causas del movimiento?
¿Cómo puede existir algo como energía potencial, es decir, una energía que tenga un poder latente inactivo, puesto que es energía sólo en tanto que mueve la materia y que si alguna vez dejara de mover la materia dejaría de ser, y con ella desaparecería la misma materia?
Pero, ¿es "fuerza" un término más acertado?
Hace unos treinta y cinco años, un doctor llamado Mayer lanzó la hipótesis, aceptada ahora como axioma, de que la fuerza, en el sentido que le da la ciencia moderna, es indestructible, como la materia; es decir, que cuando deja de manifestarse en una forma, sigue existiendo y no ha hecho más que pasar a otra forma.
Y sin embargo, vuestros hombres de ciencia no han encontrado un solo caso en el que una fuerza se transforme en otra, y el señor Tyndall dice a sus adversarios que "en ningún caso la fuerza que produce el movimiento se aniquila ni se transforma en ninguna otra cosa". Es más, le estamos reconocidos a la ciencia moderna por el nuevo descubrimiento de que existe una relación cuantitativa entre la energía dinámica productora de algo y ese "algo" que produce.

Indudablemente, existe una relación cuantitativa entre la causa y el efecto, entre la cantidad de energía empleada para romperle la nariz a un semejante y el daño causado a esa nariz, pero esto no resuelve en lo más mínimo el misterio de lo que ellos se complacen en llamar correlaciones, puesto que puede demostrarse fácilmente, y ello con la autoridad de esa misma ciencia, que ni el movimiento ni la energía son indestructibles, y que las fuerzas físicas no son, en absoluto, convertibles una en otra.

A mi vez, y con su propia fraseología, yo les interrogaré y veremos si sus teorías están calculadas para servir de contención a nuestras "asombrosas doctrinas".
Al prepararme, tal como lo hago, para exponer una enseñanza diametralmente opuesta a la suya, es más que razonable que trate de despejar el terreno de hojarasca científica, no sea que lo que tengo que decir cayera en un terreno demasiado recargado y sólo produjera malezas.
"Esta materia prima, potencial o imaginaria, no puede existir sin forma", dice Raleigh, y tiene razón, puesto que la materia prima de la ciencia no existe más que en la imaginación de ellos.
¿Es que pueden decir que a la materia del Universo la ha estado moviendo siempre la misma cantidad de energía?
Por supuesto que no, mientras sigan enseñando que cuando los elementos del cosmos material —elementos que tuvieron primero que manifestarse en estado gaseoso no combinado— se estaban uniendo, la cantidad de energía de la materia en movimiento era un millón de veces mayor de lo que es ahora, cuando nuestro globo se está enfriando.
Porque, ¿a dónde fue a parar el calor generado por ese tremendo proceso de construcción de un universo?
A las vacías regiones del espacio, dicen ellos. Muy bien, pero si se ha ido para siempre del universo material, y si la energía que opera en la tierra no ha sido nunca y en ningún momento la misma, entonces, ¿cómo pueden tratar de sostener que la "cantidad invariable de energía", esa energía potencial que un cuerpo puede ejercer algunas veces, la FUERZA que pasa de un cuerpo a otro produciendo el movimiento, sin embargo "no se aniquila ni se transforma en ninguna otra cosa"? Sí, se nos contesta, "pero seguimos sosteniendo su indestructibilidad; mientras siga conectada con la materia nunca puede dejar de ser, ni más ni menos". Veamos ahora si ésto es así. Yo lanzo un ladrillo a un albañil que está construyendo el tejado de un templo. El lo coge y lo coloca con mortero en el tejado. La gravedad superó a la energía propulsora que inició el movimiento ascendente del ladrillo, y a la energía dinámica del ladrillo que ascendía, hasta que dejó de ascender. En ese momento fue atrapado y colocado en el tejado. Ninguna fuerza natural podría moverlo ahora, y por lo tanto el ladrillo ya no posee energía potencial. El movimiento y la energía dinámica del ladrillo en ascenso han quedado absolutamente aniquilados.

Otro ejemplo sacado de sus propios libros de texto:
Desde el pie de una colina y en sentido ascendente, dispara usted un rifle y la bala queda incrustada en una grieta de la roca en dicha colina. Durante un período de tiempo indeterminado ninguna fuerza natural puede moverla, de modo que la bala, como el ladrillo, ha perdido su energía potencial. "Todo el movimiento y la energía que fue sacada de la bala ascendente por la gravedad, quedan absolutamente aniquilados; ningún otro movimiento o energía les sustituye y la gravedad no recibe ningún aumento de energía". Entonces, ¡no es verdad que la energía sea indestructible! ¿Cómo es, pues, que vuestra gran autoridad enseña al mundo que "en ningún caso la fuerza que produce el movimiento es aniquilada ni se transforma en algo distinto"?
Soy perfectamente consciente de su respuesta, y le doy a usted estos ejemplos tan sólo para demostrar cuan desorientadores son los términos que utilizan los científicos, cuan endebles e inciertas son sus teorías y, finalmente, cuan incompletas son todas sus enseñanzas.
Una objeción más y habré terminado. ¿Enseñan ellos que todas las fuerzas físicas que ostentan nombres específicos como gravedad, inercia, cohesión, luz, calor, electricidad, magnetismo, atracciones químicas, pueden cambiarse la una por la otra?
Si es así, la fuerza productora debe dejar de existir a medida que la fuerza producida se pone de manifiesto. "Una bala de cañón disparada se mueve sólo en virtud de la fuerza inherente de su propia inercia". En el punto del impacto produce calor y otros efectos, pero la fuerza de su inercia no se ha visto reducida en lo más mínimo. Se requeriría tanta energía para lanzarla de nuevo a la misma velocidad como la que hizo falta la primera vez. Podemos repetir la experiencia miles de veces y mientras la cantidad de materia siga siendo la misma, la fuerza de su inercia será también la misma en cantidad.
Lo mismo ocurre en el caso de la gravedad. Un meteoro cae y produce calor. Se responsabiliza a la Gravedad de ésto, y sin embargo, la fuerza de la gravedad que interviene en el cuerpo caído no ha disminuido. La atracción química atrae y mantiene unidas las partículas de materia y su colisión produce calor. ¿Ha pasado la primera al segundo? En absoluto, puesto que reuniendo las partículas de nuevo cada vez que se separan, se comprueba que la afinidad química no ha disminuido, sino que quedan tan fuertemente unidas como siempre. Ellos dicen que el calor genera y produce electricidad, y sin embargo no constatan ninguna disminución de calor en este proceso.
¿Nos dicen que la electricidad produce calor?
Los electrómetros muestran que la corriente eléctrica pasa a través de algún conductor débil, por ejemplo un alambre de platino, y lo calienta. Exactamente la misma cantidad de electricidad, no existiendo pérdida ni disminución.
¿Qué es, pues, lo que se ha convertido en calor?
Se dice también que la electricidad produce magnetismo. Tengo en la mesa, ante mí, electrómetros primitivos a los cuales se acercan durante todo el día los chelas para restablecer sus incipientes poderes. Yo no registro ni la más mínima disminución en la electricidad almacenada. Los chelas quedan magnetizados, pero su magnetismo, o mejor dicho, el de sus varillas, no es esa misma electricidad bajo un nuevo aspecto. Del mismo modo que las llamas de un millar de velas encendidas con el fuego de la lámpara Fo no son la llama de esta última.

Por lo tanto, si gracias a la incertidumbre y confusión de la ciencia moderna, es una verdad axiomática el que "en los procesos vitales tiene lugar la transformación solamente y nunca la creación de materia o de fuerza" (el movimiento orgánico en su relación con la nutrición, según el Dr. J. R. Mayer), ésto, para nosotros, no es más que una verdad a medias. No se trata ni de transformación ni de creación, sino de algo para lo cual la ciencia no tiene nombre todavía.

Tal vez ahora estará usted preparado para entender mejor las dificultades con las que tendremos que luchar. La ciencia moderna es nuestro mejor aliado. Pero, por lo general, es esa misma ciencia la que se convierte en arma para golpear nuestras cabezas.
Sin embargo, tendrá que tener presente
(a) que nosotros no reconocemos más que un elemento único en la Naturaleza (tanto espiritual como física) aparte del cual no puede existir ninguna naturaleza, puesto que ello es la Naturaleza en sí (No en el sentido Natus, "nacido", sino de la Naturaleza como la suma de todo lo visible, de formas y mentes, el conjunto de causas y efectos (conocidos y desconocidos), en resumen, el universo infinito e increado y sin fin, puesto que no tiene principio.) y que, como Akasa, llena nuestro sistema solar, cada átomo es parte de él, penetra todo el espacio y es el espacio en sí, que late como en profundo sueño durante los pralayas, y [es] el Proteo universal, la Naturaleza siempre activa durante los Manvántaras;
(b) que, por consiguiente, espíritu y materia son uno, no siendo más que una diferenciación de estados, no de esencias; y que la idea del filósofo griego que sostenía que el Universo era un inmenso animal, se propagó a través del simbolismo de la mónada pitagórica —que se convierte en dos, luego en tres A y finalmente, en la tetraktís o cuadrado perfecto, evolucionando así de sí misma cuatro e involucionando tres El y forma el sagrado siete —así que estaban mucho más adelantados que los hombres de ciencia de hoy en día;
(c) que nuestras ideas sobre la "materia cósmica" son diametralmente opuestas a las de la ciencia occidental. Posiblemente, si usted recuerda todo esto, conseguiremos comunicarle, al menos, los axiomas elementales de nuestra filosofía esotérica mejor que hasta ahora. No tema, mi buen hermano; su vida no se está extinguiendo todavía y no se extinguirá antes de que haya usted terminado su misión.

No puedo decir nada más, excepto que el Chohan me ha permitido que dedique mi tiempo libre a instruir a aquellos que están deseosos de aprender y usted tendrá suficiente trabajo en "soltar" sus "Fragmentos" a intervalos de dos o tres meses. El tiempo es muy limitado, pero haré lo que pueda. No puedo prometer nada más. Tendré que guardar silencio respecto a los Dhyan Chohans, y tampoco puedo comunicarle los secretos relativos a los hombres de la séptima ronda.

La comprensión de las fases más elevadas de la  existencia del hombre en este planeta no se va a lograr con la simple adquisición de conocimientos. Volúmenes enteros de la información más perfectamente elaborada no pueden revelar al hombre la vida en las regiones superiores. Se tiene que alcanzar el conocimiento de las realidades espirituales a través de la experiencia personal y de la verdadera observación, pues, tal como dice Tyndall, "los hechos que se juzgan directamente son vitales; cuando se traducen en palabras la mitad de su vitalidad desaparece".
Y el hecho de que usted acepte este importante principio de la observación personal y no sea remiso para poner en práctica lo que ha adquirido en cuanto a información útil, es tal vez la razón de por qué, el hasta ahora inexorable Chohan, mi Maestro, me ha permitido, finalmente, que dedique, hasta cierto punto, una parte de mi tiempo al progreso de la Ecléctica ( La Sociedad Teosófica Ecléctica de Simla.) .
Pero yo no soy más que uno y ustedes son muchos, y ninguno de mis Hermanos, mis Compañeros, a excepción de M., me ayudará en este trabajo, ni siquiera nuestro Hermano griego medio europeo, quien hace sólo unos pocos días comentó que cuando "cada uno de los eclécticos de la Colina se haya convertido en un zetético, (Del griego "Zeteis": buscar, investigar) entonces veré qué puedo hacer por ellos". Y, tal como usted ve, hay muy poca esperanza en ese sentido.

Los hombres van tras el conocimiento y se agotan hasta morir, pero aún no sienten mucha impaciencia para ayudar a su prójimo con su conocimiento; de ahí que nazca una frialdad, una indiferencia mutua que convierte al que sabe en incongruente consigo mismo e inarmónico con lo que le rodea. Considerado desde nuestro punto de vista, el daño es mucho peor del lado espiritual del hombre que no del lado material; por eso le doy mis más sinceras gracias y desearía que dirigiera usted su atención en una dirección que favorecerá su conocimiento en una enseñanza permanente, en forma de artículos y folletos.

Pero para conseguir el objetivo propuesto, es decir, para una comprensión más clara de las teorías de nuestra doctrina oculta —extremadamente abstrusas y al principio incomprensibles— no permita nunca que la serenidad de su mente se vea perturbada durante sus horas de labor literaria, ni antes de empezar el trabajo. Es en la plácida y tranquila superficie de una mente serena que las visiones recogidas en el mundo invisible encuentran manifestación en el mundo visible. De otro modo, buscaría usted en vano esas visiones, esos ramalazos de súbita luz que ya le han ayudado a solucionar tantos problemas menores y que es lo único que puede hacer llegar la verdad ante los ojos del alma. Hemos de proteger con celoso cuidado nuestro plano mental de todas las influencias adversas que surgen diariamente, durante nuestro caminar a través de la vida terrestre.

Son muchas las preguntas que usted me hace en sus cartas, pero sólo puedo contestar unas pocas. Respecto a Eglinton, yo le pediría a usted que esperara los acontecimientos. En cuanto a su amable esposa, la cuestión es más grave y no puedo aceptar la responsabilidad de hacerla cambiar de dieta en forma tan BRUSCA como usted sugiere. Puede prescindir en cualquier momento de las substancias cárnicas, ya que ello no puede perjudicarla en absoluto; por lo  que respecta al alcohol, con el que durante largo tiempo la señora H. ha estado alimentando su naturaleza, usted mismo conoce los efectos fatales que se pueden producir en una constitución debilitada si ésta se viera privada de repente de su estimulante. Su vida física no es una existencia que se apoye realmente en una reserva de fuerza vital, sino una vida artificial, alimentada por el alcohol de la bebida, por pequeña que sea la cantidad. Si bien una constitución robusta podría recuperarse después del primer "shock" producido por este cambio que usted propone, existe sin embargo el riesgo de que fuera presa de decaimiento.
Ocurriría lo mismo si fueran el opio o el arsénico su principal sustento. Por otra parte, no prometo nada, pero haré lo que pueda en este caso. "¿Conversar con usted e instruirle a través de la luz astral?" Semejante desarrollo de sus poderes psíquicos auditivos, tal como usted los llama, (el Siddhi de la percepción de los sonidos ocultos) no sería en absoluto cosa tan fácil como usted se imagina. Esto nunca se hizo para ninguno de nosotros, porque el férreo reglamento es que los poderes que uno obtenga debe adquirirlos por sí mismo. Y una vez adquiridos y dispuestos para el uso, los poderes yacen mudos y dormidos en su potencialidad, como el mecanismo interior de relojería de una caja de música; y solamente entonces resulta fácil darles cuerda con la llave y ponerlos en movimiento.
Desde luego que ahora tiene usted más oportunidades ante sí que mi zoófago amigo el señor Sinnett quien, aunque estuviera dispuesto a prescindir de la alimentación cárnica, sin embargo, todavía sentiría un vehemente deseo por esos alimentos; un deseo sobre el cual no tendría ningún control, y en ese caso, el obstáculo sería el mismo. Sin embargo, todo hombre seriamente dispuesto, puede adquirir prácticamente esos poderes. Esto es lo esencial. No hay más discriminación de las personas en esto de la que hay en aquellos sobre los que el sol brillará o el aire prodigará su vitalidad. Los poderes de la Naturaleza entera están ante usted; tome lo que pueda.

Reflexionaré sobre su sugerencia respecto a la caja. Sería necesario disponer de algún mecanismo para prevenir la descarga de fuerza una vez la caja cargada, tanto durante el transporte como después; lo tendré en cuenta y pediré consejo, o mejor dicho, pediré permiso.
Pero debo decir que la idea es totalmente incompatible con nosotros, como todo lo demás que huele a espíritus y a mediumnidad.
Preferiríamos mucho más usar medios naturales, como en la última transmisión de mi carta para usted. Fue uno de los chelas de M. quien la dejó para usted en el invernadero de flores, donde entró invisible para todos, aunque en su cuerpo natural, como había entrado muchas veces en su museo y en otras habitaciones sin saberlo ninguno de ustedes, durante y después de la estancia de la "Vieja Dama". Pero, a menos que M. se lo ordene, él no lo hace nunca, y es por esto que su carta dirigida a mí pasó desapercibida. Usted le guarda rencor a mi Hermano, querido señor, y eso es injusto, porque él es mejor y más poderoso que yo; al menos no está tan limitado ni obligado como yo.
He pedido a H.P.B. que le envíe a usted unas cuantas cartas filosóficas de un teósofo holandés de Penang, por quien tengo interés; me pide usted más trabajo, y aquí lo tiene. Son traducciones originales de aquellos párrafos de Schopenhauer que más afinidad tienen con nuestras doctrinas Arhat. El inglés no es el corriente, pero el material es valioso. Si estuviera usted dispuesto a utilizar algún párrafo, le recomendaría que se pusiera en contacto directamente con el señor Sanders, el traductor, M.S.T. El valor filosófico de Schopenhauer es tan conocido en los países occidentales que una comparación o connotación de sus enseñanzas sobre la voluntad, etc., con las que usted ha recibido de nosotros, podría resultar instructiva.
Sí, estoy totalmente dispuesto a revisar sus 50 ó 60 páginas y hacer anotaciones en los márgenes; póngalas a punto, por supuesto y envíemelas, bien a través del pequeño "Deb" o de Damodar, y Djual Kool las transmitirá. Dentro de unos días, o tal vez mañana, contestaré ampliamente a sus dos preguntas.
Mientras tanto,

Suyo sinceramente,
K.H.

P.D.— La traducción tibetana todavía no está completamente terminada.



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