jueves, 16 de abril de 2015

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 5

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 5
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.



En mi poder su carta del 19 de noviembre, extraída del sobre en Meerut por medio de nuestra osmosis especial, y la que envió dirigida a nuestra "vieja dama", en un sobre certificado medio    vacío, se envió a Cawnpore, para hacer que ella reniegue de mí... Pero ahora está demasiado débil para ocuparse del cartero astral. Lamento que, una vez más, ella haya sido inexacta y le haya inducido a error; pero esto es, principalmente, culpa mía ya que, a menudo, me olvido de darle una fricción extra a su pobre y agotada cabeza cuando olvida y confunde las cosas más que de costumbre. Yo no le pedí que le dijera a usted "que abandonara la idea de la Rama A.L, ya que nada se conseguiría" —sino que le dije que "abandonara la idea de la Rama Anglo-India en cooperación con el señor Hume, ya que nada se conseguiría con ello".

Le enviaré a usted la respuesta de él a mi carta y mi última misiva, y usted juzgará por sí mismo. Después de leer esta última le ruego que la curse y se la envíe a él haciéndole constar, simplemente, que lo hace así por indicación mía. A menos que él se lo pregunte, mejor será que no sepa que ha leído usted su carta. Puede que esté orgulloso de ella, pero no debería estarlo.

Mi querido y buen amigo, no debe usted guardarme rencor por lo que le digo a él de los ingleses en general. Son orgullosos. Para nosotros especialmente, de suerte que lo consideramos una característica nacional. Y no debe usted confundir sus propias opiniones particulares —especialmente las que ahora tiene— con las de sus compatriotas en general.
Pocos, si es que los hay — (desde luego, con excepciones, como la de usted mismo, cuya intensidad de aspiraciones hace que se pase por alto cualquier otra consideración) —, consentirían jamás en tener a una "persona de piel oscura" por guía o líder, no más que una moderna Desdémona  elegiría hoy en día un Ótelo indio.
El prejuicio de raza es intenso, e incluso en la libre Inglaterra se nos considera como una "raza inferior". Y este mismo tono se percibe en su propia observación cuando menciona "un hombre del pueblo, no acostumbrado a buenos modales", y "un extranjero pero un caballero", siendo este último el preferido. Ni tampoco sería probable que a un hindú se le perdonara la falta de "buenos modales", aunque se tratara de "un adepto" veinte veces confirmado como a tal; y esta misma apreciación se desliza descaradamente en la crítica del Vizconde de Amberley sobre el "Jesús sin educación". Si usted hubiera parafraseado su frase y hubiera dicho: —"un extranjero pero no un caballero", (según la idea inglesa), no hubiera podido añadir, tal como hizo, que se le consideraría el más apropiado. De aquí que yo repita que la mayoría de nuestros anglo-indios, entre los cuales el término "hindú" o "asiático" va unido, generalmente, a una impresión vaga pero real del que usa sus dedos en lugar de un pedazo de batista, y que no utiliza el jabón —lo más seguro es que prefirieran un americano a un "grasiento tibetano". Pero usted no debe preocuparse por mí. Todas las veces que me presente —sea astral o físicamente— ante mi amigo A.P.Sinnett, no me olvidaré de gastar alguna suma de dinero adquiriendo un pedazo de seda china de la más fina para llevarla en el bolsillo de mi chogga, ni tampoco me olvidaré de crear una atmósfera perfumada de madera de sándalo y rosas de Cachemira. Esto es lo menos que yo podría hacer en compensación por la conducta de mis compatriotas.

Pero, por otra parte, considere usted que yo no soy más que el esclavo de mis maestros; y si se me permite que le prodigue a usted mis sentimientos más amistosos y que me ocupe de usted individualmente, puede que no se me permita que haga lo mismo por otros. Aún más, para decir la verdad, sé que no me está permitido hacerlo así y la desgraciada carta del señor Hume ha contribuido mucho a esto. En nuestra fraternidad hay un grupo o sección especial que se ocupa de nuestros ocasionales y rarísimos ingresos de otra raza y otra sangre, cuyo grupo fue el que se ocupó de hacer cruzar el umbral al Capitán Remington y a otros dos ingleses en este siglo. Y estos "Hermanos" —no utilizan normalmente esencias de flores.
Así pues,
¿la prueba del día 27 no fue la demostración de un fenómeno?
Desde luego, desde luego.
Pero, ¿intentó usted conseguir, tal como dijo que lo haría, el MS. (MS. Abreviación de Manuscrito.)  original del mensaje de Jhelum?

Incluso, aunque se hubiera demostrado que nuestra lenta pero pictórica amiga, Madame Blavatsky, era mi multum in parvo, mi memorialista, la autora de mis misivas, sin embargo, a menos que tuviera el don de la ubicuidad o el de desplazarse volando desde Amritsar a Jhelum —una distancia de unas doscientas millas— en dos minutos, ¿cómo podía haber escrito para mí el mensaje con mi propia letra en Jhelum, casi apenas dos horas después de que ella hubiera recibido la carta de usted en Amritsar? Es por esto que no lamenté que usted dijera que mandaría a por él, porque con este mensaje en su poder, ningún "detractor" se sentiría valiente, y ni siquiera la escéptica lógica del señor Hume prevalecería.

Naturalmente, usted piensa que la "revelación anónima" —que ahora repercute en Inglaterra— hubiera sido atacada con mucha más vehemencia de lo que lo fue por parte del Times of India si se hubieran revelado los nombres. Pero aquí le demostraré de nuevo que se equivoca. Si usted hubiera publicado primero el relato, el Times of India nunca hubiera podido publicar "Un día con Madame Blavatsky", puesto que esa pequeña muestra de "sensacionalismo" americano no hubiera sido escrita por Olcott en absoluto. No hubiera tenido su raison d'etre. Ansioso de reunir para su Sociedad toda prueba que corroborara los poderes ocultos de lo que él llama la primera Sección, y viendo que usted guardaba silencio, nuestro bravo Coronel se sintió inquieto hasta que no lo dio todo a la luz y —¡lo sumió todo en las oscuridad y en la consternación!... 'Et voici pourquoi nous n'irons plus au bois', como dice la canción francesa.

¿Escribió usted "tono"? Bien, bien; tengo que pedirle que me compre un par de anteojos en Londres. Y sin embargo, —"fuera de tiempo" o "desacompasado" viene a ser lo mismo, según parece. Pero usted debería asumir mi arraigado hábito de los "pequeños trazos" encima de las "emes". Esas líneas son útiles, aunque sean "desintonizadas y sean desmedidas" con relación a la caligrafía moderna. Además, tenga usted presente que estas cartas mías no son escritas, sino imprimidas o precipitadas, y luego se corrigen todos los errores.

No vamos a discutir ahora si sus objetivos y sus propósitos difieren tanto de los del señor Hume; pero si él puede sentirse impulsado por una "filantropía más pura y más amplia", los medios de que se sirve para conseguir estos objetivos jamás le conducirán más allá de las puras disquisiciones teóricas sobre el tema.

No se esfuerce ahora en tratar de presentarlo bajo cualquier otra luz. Su carta, que usted leerá muy pronto, tal como le dije a él mismo, es "un monumento de orgullo y de egoísmo inconsciente". Es un hombre demasiado recto y superior para ser acusado de vanidades triviales; pero su orgullo se eleva al mítico de Lucifer; y puede usted creerme —si es que tengo alguna experiencia en la naturaleza humana— cuando le digo que éste es Hume —au-natu-rel. No se trata de ninguna conclusión precipitada por mi parte, basada en ningún sentimiento personal, sino de la opinión del mayor de nuestros adeptos vivientes —el Shaberon de Than-La. Sea cual sea la cuestión que él toca, su enfoque es el mismo: la firme determinación de hacer que todo se ajuste a sus propias conclusiones sacadas de antemano, o bien —barrerlo con una embestida de crítica irónica y adversa. El señor Hume es un hombre muy capaz y —Hume hasta el fondo. Semejante actitud mental ofrece poco atractivo, como comprenderá, para cualquiera de nosotros que pudiera sentirse dispuesto a ir y ayudarle.

No, yo no "desprecio" ni despreciaré jamás ningún "sentimiento", por mucho que pueda chocar con mis propios principios, cuando se expresa tan francamente y tan abiertamente como el de usted. Puede que usted se mueva más por egotismo que por benevolencia hacia la humanidad, e indudablemente es así. Sin embargo, como usted lo confiesa sin buscar excusas filantrópicas, le digo, sinceramente, que tiene usted muchas más posibilidades que el señor Hume de aprender una buena dosis de ocultismo. Por mi parte, haré todo lo que pueda por usted, en las circunstancias y las limitaciones con las que me encuentro después de las últimas órdenes. No le diré que desista de ésto o de aquello, porque, a menos que usted demuestre más allá de cualquier duda, la presencia en usted de los gérmenes necesarios, resultaría tan inútil como cruel. Pero le digo: INTÉNTELO.

No desespere. Reúna con usted a varios hombres y mujeres decididos y realice experimentos mesméricos y lo que normalmente se denomina fenómenos "espiritistas". Si usted actúa de acuerdo con los métodos prescritos, tenga la seguridad de que, finalmente, logrará resultados. Dejando ésto aparte, yo haré lo que pueda y, — ¡quién sabe! Una voluntad fuerte es creadora y por simpatía atrae incluso a los adeptos, cuyas leyes son contrarias a mezclarse con los no iniciados.

Si a usted le interesa, le enviaré un Essaís demostrando por qué en Europa, más que en ninguna otra parte, es necesaria una Fraternidad Universal, es decir, una asociación de "afinidades" de fuerzas y polaridades magnéticas potentes pero distintas, concentradas alrededor de una idea dominante, para conseguir resultados satisfactorios en las ciencias ocultas.

Lo que uno no puede conseguir por sí mismo —muchos unidos lo lograrán.
Desde luego —en caso de que ustedes se organicen— tendrán que contar con Olcott como Jefe de la Sociedad Madre, y por lo tanto Presidente nominal de todas las Ramas existentes.
Pero no será más "líder" vuestro que de la Sociedad Teosófica Británica, que tiene su propio Presidente y sus propios Reglamentos y Estatutos. El les entregará la carta constitutiva, y eso es todo. En algunos casos, tendrá que firmar un documento o dos —cuatro veces al año los informes enviados por la Secretaría de Vds.; sin embargo, no tiene ningún derecho a intervenir ni en su administración —ni en la manera de actuar, siempre que esto no infrinja los Reglamentos generales y, ciertamente, no tiene ni la facultad ni el deseo de ser su líder.
Y, desde luego, ustedes (quiero decir toda la Sociedad), tendrán además su propio Presidente elegido por ustedes mismos, "un profesor de ocultismo cualificado" para instruirles.

Pero, mi buen amigo, abandone toda idea de que este "Profesor" pueda aparecérseles corporalmente e instruirles en los años venideros. Puedo llegar hasta usted personalmente —a no ser que usted me ahuyente, como hizo el señor Hume—, no puedo llegar a TODOS.

Puede conseguir fenómenos y pruebas, pero aunque cayera usted en el viejo error de atribuirlos a los "Espíritus", tan sólo podríamos mostrarle a usted su equivocación por medio de explicaciones lógicas y filosóficas; a ningún adepto se le permitiría asistir a sus reuniones.

Desde luego, usted debería escribir su libro. No veo por qué, en cualquier caso, esto no sería posible. Escríbalo, por supuesto, y cualquier ayuda que yo pueda darle, la tendrá. Debería escribir de inmediato a Lord Lindsay y centrar el tema en los fenómenos de Simla y en su correspondencia conmigo. El está enormemente interesado en estos experimentos, y siendo teósofo y miembro del Consejo General, es seguro que estará abierto a sus sugerencias.

Utilice el hecho de que pertenece usted a la Sociedad Teosofica, que es muy conocido como Editor del Pioneer y que, sabiendo el gran interés que él siente por los fenómenos "espiritistas", somete a su consideración las cosas extraordinarias que tuvieron lugar en Simla, con tal lujo de detalles como no se han dado a la publicidad. Con una dirección adecuada, los mejores espiritistas británicos podrían convertirse en teósofos. Pero ni el doctor Wyld ni el señor Massey parecen tener la fuerza necesaria. Le aconsejo que consulte personalmente con Lord Lindsay sobre la situación teosófica en su patria y en la India. Tal vez ustedes dos podrían trabajar juntos; la correspondencia que ahora le sugiero allanaría el camino.

Aún cuando Madame Blavatsky pudiera "ser inducida" para que diera algunas "instrucciones prácticas" a la Sociedad Anglo-India, me temo que ella ha permanecido demasiado tiempo fuera del adytum para que sea de mucha utilidad para explicaciones prácticas. Sin embargo, aunque no dependa de mí, veré lo que puedo hacer en este sentido. Pero me temo que, lamentablemente, ella necesita unos cuantos meses de villegiatura recuperativa en los glaciares, con su viejo Maestro, antes de que pueda confiársele una tarea tan difícil. Cuide de ella en el caso de que se aloje en su casa, en su viaje de regreso al hogar. Su sistema nervioso está terriblemente afectado y necesita todos los cuidados. ¿Sería usted tan amable de ahorrarme una molestia informándome del año, el día y la hora del nacimiento de la señora Sinnett?

Siempre sinceramente suyo,
KOOT´ HOOMI.




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