LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA
EXPOSICIÓN CLARA EN FORMA DE PREGUNTAS Y
RESPUESTAS DE LA ÉTICA, CIENCIA Y FILOSOFÍA
PARA CUYO ESTUDIO HA SIDO FUNDADA LA
SOCIEDAD TEOSÓFICA
Dedicada por H. P. B.
a todos sus discípulos
para que aprendan y puedan enseñar a su
vez.
(Parte 36)
UNAS
CUANTAS PALABRAS ACERCA DE
LOS
SKANDHAS
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¿Qué sucede con los skandhas inferiores de la
personalidad, después de la muerte del cuerpo? ¿Son aniquilados por completo?
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Lo son y no lo son;
otro misterio metafísico y oculto para vos. Son destruidos como material al
servicio de la personalidad; permanecen como efectos kármicos, como gérmenes
flotando en la atmósfera del plano terrestre, prontos a volver a la vida,
cual enemigos vengativos y rencorosos, adhiriéndose a la nueva personalidad
del Ego cuando se reencarna.
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Esto excede a mi inteligencia y es
muy difícil de entender.
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No lo será una vez que
hayáis asimilado todos los detalles. Entonces veréis que en cuanto a lógica,
consistencia, filosofía profunda, compasión y equidad divinas, esta doctrina
de la Reencarnación no tiene igual en la tierra. Es la creencia en un
perpetuo progreso para cada Ego que se encarna, o alma divina; es una
evolución de lo externo a lo interno, de lo material a lo espiritual,
alcanzando al fin de cada etapa la unidad absoluta con el Principio divino.
De una fuerza a otra fuerza; de la belleza y perfección de un Plano a la belleza
y perfección superiores de otro plano, con accesos a nueva gloria y nuevo conocimiento
y poder en cada ciclo, tal es el destino de todo Ego que de este modo se convierte
en su propio Salvador en cada mundo y encarnación.
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Pero el Cristianismo enseña lo
mismo. También predica el progreso.
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Sí; sólo que añadiendo
algo más. Nos habla de la imposibilidad de alcanzar la Salvación
sin ayuda de un Salvador milagroso; y condena además a la perdición a todos aquellos
que no aceptan el dogma. Ésta es, precisamente, la diferencia que existe
entre la teología Cristiana y la Teosofía. La primera impone la creencia
en el descenso del Ego espiritual al yo Inferior; la segunda inculca
la necesidad de esforzarse en la propia elevación hacia el Cristo, o estado
de Buddhi.
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¿No creéis, sin embargo, que enseñar
el aniquilamiento de la conciencia, en caso de un fracaso, equivale al
aniquilamiento del Yo en opinión de los que no son metafísicos?
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Desde el punto de
vista de aquellos que creen literalmente en la resurrección del cuerpo, e
insisten en que cada hueso, arteria y átomo de la carne surgirán
corporalmente en el Día del Juicio, es indudable. Si insistís, además, en que
la forma perecedera y las cualidades finitas son las que constituyen al
hombre inmortal, difícilmente nos entenderemos. Y si no comprendéis que
limitando la existencia de cada Ego a una vida sola en la Tierra, convertís a
la Deidad en un Indra sempiternamente ebrio, considerado según la letra
muerta Puránica; en un Moloch cruel, en un Dios que produce una confusión: inexplicable
en la Tierra, y que además quiere que por ello le demos las gracias:
entonces, cuanto antes cortemos esta conversación mejor.
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Pero ya que hemos dejado sentado el
asunto respecto a los skandhas, volvamos a la cuestión de la conciencia que
sobrevive a la muerte. Éste es el punto que interesa a la mayoría de las personas.
¿Poseemos en el Devachán un conocimiento mayor que en la vida terrestre?
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Podemos en un sentido
adquirir mayores conocimientos; es decir, podemos desarrollar en más alto
grado cualquiera de las facultades que amamos y que nos esforzamos en hacer
nuestras durante la vida, con tal que estén relacionadas con cosas abstractas
e, ideales, como son la música, la pintura, la poesía, etc., pues el Devachán
es tan sólo una continuación
idealizada y subjetiva de la vida terrestre.
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Pero si en el Devachán se ve el Espíritu
libre de la materia, ¿por qué no posee la completa sabiduría?
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Porque, según ya os
dije, el Ego está, por decirlo así, unido al recuerdo de su última
encarnación. Así es que si reflexionáis acerca de lo que ya os he dicho y
enlazáis todos los hechos, veréis que el estado devachánico no es un estado
de omnisciencia, sino una continuación trascendente de la vida personal que
acaba de concluir. Es el descanso del alma después de las penas de la vida.
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Aseguran, sin embargo, los hombres de
ciencia materialistas que con la muerte del hombre todo concluye; que el cuerpo
humano se desintegra simplemente en los elementos de que está compuesto, y
que lo que llamamos alma es únicamente una conciencia pasajera, hija y
producto indirecto de la acción orgánica, que ha de disiparse como el vapor.
¿No es extraño este modo de pensar?
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No lo creo tal.
Diciendo que la propia conciencia muere con el cuerpo, desde su punto de
vista sólo emiten una profecía inconsciente; porque, desde el momento en que están
firmemente convencidos de su aserción, no hay para ellos supervivencia
posible. No hay regla sin excepción.
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