EL MUNDO OCULTO
(SINNETT)
CAPITULO OCTAVO
COMENTARIOS DE KOOT-HUMI
EN UNA SEGUNDA CARTA,
ASI COMO JUICIOS Y
APRECIACIONES
HIJAS DEL
CONOCIMIENTO OCULTO.
La
contestación a la carta que en gran parte se acaba de citar, son atinados
juicios acerca de la presunción, fanatismo e ignorancia de los europeos,
respecto al ocultismo, y que revelan un gran conocimiento del corazón humano.
He
aquí, dicha segunda carta:
«No nos entenderemos, en nuestra
correspondencia, en tanto no se haya establecido desde luego, que la ciencia
oculta tiene métodos de investigación propios de ella, bien determinados, y
arbitrarios, como los de su antitética ciencia física.
Si ésta tiene sus fórmulas,
aquella posee igualmente las suyas, y el que quiera atravesar las fronteras del
mundo invisible, no le podría yo indicar, como se arreglaría.
Tal vez le sucedería como al
viajero que penetrara en los subterráneos de Hássa, la ciudad bendita, que no podría enseñar el camino a su
guía. Los Misterios han estado, se hallan y se hallarán siempre fuera del alcance
de las masas populares en tanto llegue ese día apetecido en que nuestra
filosofía religiosa, será de culto universal.
No ha existido jamás otra y
apenas si una minoría casi inapreciable de hombres, poseen algunos de los muchos
secretos de la Naturaleza, aunque multitudes inmensas hayan tenido algunas
pruebas experimentales.
El Adepto, es la rara eflorescencia de toda una
jerarquía de investigadores, que han obedecido a los impulsos secretos de su
alma (El Yó interno del
hombre.) sin
detenerse ante las muy prudentes consideraciones de las ciencias humanas o de
la sagacidad y egoísmo.
Vuestro deseo, es sin duda entrar
en relaciones directas con uno de nosotros, sin ayuda de Mad. Blavatsky ni de ningún
otro intermediario.
¿Quisierais, según lo entiendo,
obtener de este modo comunicaciones, ya por medio de cartas como esta, o de
viva voz también, a fin de que uno de nosotros lo dirija en la organización y
sobre todo, en la formación y adelanto de la Sociedad?
Quisierais todo esto, bien lo
veo, y sin embargo, como dijo usted mismo, no habéis encontrado razones suficientes
hasta ahora, para variar vuestra manera de vivir; que es completamente opuesta a
esta clase de comunicaciones.
Esto
no es razonable; el que quiera llevar alto el estandarte del misticismo y
proclamar que su reino está cercano, ha de dar el ejemplo a los demás.
Ha
de ser el primero en cambiar su género de vida y mirar el estudio de los
misterios ocultos, como el grado superior de la ciencia humana, debe publicarlo
en voz alta, a despecho de la ciencia exacta y de la oposición de la Sociedad.
«El reino de los cielos, se obtiene por la fuerza»
dicen los místicos
Cristianos.
No
es con el arma al brazo, y a punto de vencer o morir, como el místico moderno
puede esperar alcanzar el logro de su trabajo.
»Yo
creo, que mi primera contestación resolvía la mayor parte de las cuestiones
contenidas en vuestra segunda, y hasta en vuestra tercera carta.
Habíamos ya expresado la opinión,
de que el mundo generalmente, no estaba en condiciones para sentir las
demostraciones ocultas, demasiado fuertes para su inteligencia.
Solo me resta ya ocuparme ahora,
de los individuos aislados que buscan, como vos mismo, alzar el velo de Isis,
para penetrar en el mundo de las primeras causas.
No
tenemos necesidad de considerar general, vuestro caso y el de M***.» además, he
de explicar aquí, como uno de mis amigos de Simla, hallándose hondamente
interesado con mis investigaciones, después de haber leído la primera carta de Koot-Humi,
se había dirigido igualmente al que he venido llamando mi corresponsal.
Encontrándose
en mejores condiciones y más libre que yo para esto, se había propuesto
sacrificar por completo todas sus demás ocupaciones y refugiarse en alguna
morada lejana, que se le quisiera señalar, a fin de poder entregarse en el
retiro, al estudio como aspirante a Chela en ocultismo, para cuando supiese lo
bastante, volverá entrar en el mundo armado de poderes suficientes para
demostrar las verdaderas ventajas del desarrollo espiritual y los errores del
materialismo, dedicándose a combatir la incredulidad moderna, para conducir los
hombres a la práctica razonada de una mejor vida.»
Ahora,
he aquí en resumen la carta de Koot-Humi:
Aquel señor, me ha hecho el honor
de dirigirse a mí personalmente, sometiendo a mi juicio algunas cuestiones, y señalándome
en qué condiciones querría trabajar seriamente para nosotros.
«Mas vuestros medios de acción y
vuestras aspiraciones son de un carácter tan diametralmente opuesto, y por lo
tanto conducentes a resultados tan diferentes, que tengo que contestar a cada
uno por separado.»
*
* *
«La primera consideración que
puede determinarnos a aceptar o rechazar vuestra oferta, se apoya en los motivos
que los hacen buscar nuestra enseñanza, y hasta cierto punto, nuestra
dirección.
Esta última, sin reservas, si es
que he comprendido bien, y por consiguiente, dejemos aparte dicha cuestión.
¿Cuáles son los motivos que los
impulsan?
Voy a intentar hacer una, reseña
general, dejando los detalles para más adelante.
Estos son:
1º. El deseo de afirmaros de una
manera positiva e irrecusable, que verdaderamente existen en la naturaleza,
ciertas fuerzas de las cuales, la ciencia nada sabe.
2º. La esperanza de poseerlas
algún día, lo más pronto posible, a fin de que os permitan;
(a) demostrar su existencia a
algunos espíritus seleccionados entre los occidentales;
(b) mirar la vida futura como
realidad objetiva construida sobre la peña de la ciencia y no sobre la de la fe;
(c) finalmente (este quizá es el principal de vuestros motivos, aunque lo más
encubierto y más reservado), el conocer toda la verdad sobre nuestras logias y
nuestros hábitos, queriendo aseguraros de una manera positiva y cierta que los
Hermanos, de los cuales tanto oyen hablar y perciben de ellos tan poco, son
unas entidades verdaderas, y no los fantasmas de un cerebro turbado por la
alucinación.
He aquí, en su mejor expresión,
vuestros motivos, tales y como me parecen.
Como veis, os contesto en el
mejor sentido, y espero que no tomen mi sinceridad con queja, y que no la atribuyan
a otros sentimientos, que a los de la amistad y confianza.
Estos motivos, aunque sinceros y
dignos de consideración bajo el punto de vista mundano, no son para nosotros
sino motivos egoístas.
Preciso es que me perdonen, lo
que a vuestros ojos puede ser una crudeza de lenguaje, si como decís, verdaderamente
deseáis saber la verdad y dejaros instruir por nosotros, que vivimos en un
mundo diferente de aquel en que os agitáis, y son egoístas esos motivos, porque como debéis saber, el objeto
principal de la Sociedad Teosófica, no es tanto satisfacer las aspiraciones
individuales, cuanto hacer un beneficio, a todos los hombres nuestros hermanos.
Si la palabra egoísta que empleo
y que tiene para vosotros un especial sentido, no la consideráis propia o los
ofende, tenedla por no escrita, o aceptadla sólo, en su mejor sentido.
Pueden apreciar por otra parte
mejor lo que os escribo, cuando os habré hecho entender que todas las aspiraciones,
aun las más altas en pro del bienestar de la humanidad, tienen para nosotros un
tinte de egoísmo, si queda en el espíritu del filántropo, aún sin saberlo, una
ligera sombra del deseo de beneficio personal o tendencia a cometer alguna
injusticia.
No habéis meditado acerca la idea
de una fraternidad universal más, que para condenarla, y habéis tenido el
pensamiento de formar la Sociedad Teosófica como el reglamento de un colegio
para el estudio especial del ocultismo!..
Dejemos los motivos personales, y
analicemos las condiciones (En un fragmento de carta estando en Bombay en 1882
decía Mad. Blavatsky, harta más de lo sumo de todos esos pedantes que juzgan
que todo se les debe y que hacen un favor muy grande en dejarse enseñar
por otros algo de lo mucho que ignoran.
Mr. E.*** no tiene sentido común. Si no se halla
satisfecho, está bien, que lo diga. No necesitamos teosofistas que nada hacen,
salvo dictar su ultimatum y condiciones «sine qua non». Estoy harta de ellos.=) con
las cuales queríais ayudarnos para hacer el bien.
Helas aquí, de una manera casi
aproximada:
En primer lugar, será fundada por
vuestros cuidados benévolos, una Sociedad Teosófica anglo-india, independiente
en la dirección, en la cual nuestros dos representantes actuales, no tendrán
voto.
En segundo lugar, uno de nosotros
tendrá el nuevo grupo bajo patronato, y
estará en libre y directa comunicación
con sus jefes y les hará ver, con pruebas
palpables, que posee una ciencia superior,
a las fuerzas de la naturaleza, y unos atributos del alma humana,
suficientes para inspirar la confianza necesaria en una dirección oculta (Hay en tódo este párrafo, como se notará, una fina y
ática ironía no exenta de gracia.).
Yo he copiado vuestras propias
palabras a fin de poder establecer la situación, de una manera exacta.
Bajo vuestro punto de vista, esas
condiciones aparecen razonables y de tal naturaleza, que no debería hacerse a
ellas, ninguna objeción.
Seguramente, que una gran parte
de vuestros compatriotas pensarán de la misma manera, y casi también algunos
europeos.
¿Hay nada más natural, diréis sin
duda, que pedir a los que desean vulgarizar la ciencia como alumnos dispuestos a
ayudar a todos los trabajos, que ponerles frente a frente, para que el uno
pruebe al otro y se pruebe a sí mismo también, que su instrucción es correcta?
¡Hombre de mundo, viviendo en él y simpatizando con él, tenéis sin duda razón!
Pero no vituperéis a los que
pertenecen a otro mundo que el vuestro, que no se han nutrido con vuestra manera
de razonar, y que han de encontrar alguna vez penoso, tener que aceptar
vuestros puntos de mira y no de muy buena gana.
Nuestro reglamento encierra, la
más importante de las objeciones que pudiera haceros.
Es verdad, tenemos nuestras
escuelas y nuestros profesores, nuestros neófitos y nuestros shaberons y nuestra puerta se halla
abierta a todo hombre honrado que llame a ella.
El recién llegado, es siempre
bienvenido; pero únicamente que nosotros no vamos hacia él, sino que por el
contrario, él tiene que venir hacia nosotros, además, si no alcanzó en la senda
del ocultismo andado ese punto de donde todo retorno se hace ya imposible,
alistándose en nuestra asociación, no lo visitamos jamás; ni tampoco pasamos el
umbral de su puerta bajo forma visible, excepción hecha en determinados casos
de una importancia suma.
Si
se encuentra alguno entre vosotros, de tal manera enamorado de la ciencia y de
los poderes que confiere, que se halle dispuesto a dejar vuestro mundo social y
pasar a vivir en el nuestro!..
¡Que
venga!..
¡Pero que no abrigue esperanzas
de volver al lugar de donde vino, cuando el Sello de los Misterios haya
cerrado sus labios para siempre de una manera que evite toda debilidad o
indiscreciones futuras!..
Que venga, por cualquiera de las
muchas sendas por donde el discípulo va hacia su maestro, pero sin
poner condiciones; contentándose cual muchos otros,
con las migajas que pudieran dársele en tanto hace su camino!
*
* *
»Supongamos que hayáis resuelto
por un momento, venir a nosotros -como ya lo han hecho dos de vuestros
compatriotas – una Mad. B.***, y otro Mr. O.*** (Mad. Blavatsky y Mr Olcott.)
quiere
hacerlo;-supongamos, repito, que habéis decidido abandonarlo todo, por la
verdad; trepando, durante años, un camino penoso y escarpado, sin dejaros
desalentar por los obstáculos, sin caer bajo el choque de las tentaciones y
conservar fielmente en vuestro corazón los secretos que se os confíen para
hacer vuestra prueba de trabajar con todas vuestras fuerzas y con desinterés,
en extender la verdad estimulando, a los hombres a rectificar su manera de
vivir y de pensar. ¿Creeríais que esto sería justo si, después de vuestros
esfuerzos, otorgábamos a Mad. B.*** y a Mr. O.***, que serían unos profanos en
este caso, lo que pedís actualmente para vosotros mismos?
La primera de las personas que
acabo de citar, ha dado ya las tres cuartas partes de su vida; el otro, seis de
los más bellos años de su virilidad, y los dos continuarán aun su labor hasta
el fin de la existencia; trabajando siempre, para alcanzar el premio que hayan
merecido.
No obstante, no lo pedirán nunca,
ni murmurarán aun cuando se vean defraudados en la empresa.
Aunque no pudieran cumplir todo
lo que cumplen, sería una injusticia flagrante, olvidar los servicios importantes
que prestan en el campo teosófico.
La ingratitud, no es, seguramente
uno de nuestros vicios, y no me imagino quisierais aconsejárnosla.
Ni una, ni la otra de estas dos
personas, tienen el menor deseo de inmiscuirse en la dirección de la rama anglo-india
proyectada, ni dar sus órdenes.
Si la nueva, Sociedad se forma,
ha de ser de hecho, una rama de la Sociedad, aunque, llevando un título distinto,
lo mismo que la Sociedad Teosófica Británica de Londres, ha de contribuir al
desarrollo de su acción, por todos los medios posibles.
Principalmente, propagando la
idea primordial de la Fraternidad Universal
Por imperfectos que hayan sido
los pocos fenómenos que habéis presenciado, tenéis que confesar, que son inatacables.
«Los golpes en la mesa, cuando
nadie la toca» y los «sonidos de campanilla en el aire», decís que os han parecido
siempre satisfactorios, etcétera.
De aquí sacáis la consecuencia de
que unos fenómenos tales «pueden ser fácilmente multiplicados ad infinitum?".
Lo pueden ser, seguramente, en
cuantas partes encontremos ciertas condiciones magnéticas y otras corrientes
constantes, y cuando no tenemos que obrar con ayuda de un cuerpo débil de mujer
en donde la mayor parte del tiempo circula, podríamos decir, un ciclón violento
de vitalidad.
Pero por imperfecta que sea
nuestra ayuda visible, es sin embargo lo mejor que tenemos por de pronto, y los
fenómenos para cuya producción ha contribuido, han asombrado y confundido
durante medio siglo a hombres, que son lo selecto de la época, en cuanto á
inteligencia y ciencia.
Dos
ó tres billetes de Koot Humi que he recibido después, tenían relación con un
incidente que voy a mencionar.
Como
fenómeno de prueba, es el más completo, para mí, de todos cuantos he referido.
Bueno
es señalar de paso, que si bien los diarios indios relataron de momento las
circunstancias de este incidente, la cuadrilla alegre de críticos que habían
inundado la prensa con sus cándidos comentarios en tiempo del fenómeno del
broche, se abstuvieron muy bien de discutir el incidente llamado de la
almohada.
*
* *
Era
un día, en que acompañados por nuestros huéspedes, fuimos a almorzar en una
colina próxima a los alrededores.
Nuestra
idea había nacido a consecuencia de que la noche anterior, habíase recibido de
Koot-Humi, lo que llamaré, una «comunicación subjetiva».
Pero
no entraré en pormenores, para no molestar a los lectores relatando mis
impresiones.
Por
la mañana, después de haber discutido acerca del particular, y puestos de
acuerdo, hallé sobre la mesa del escritorio, un billete de Koot-Humi, en el
cual se comprometía a darme en el campo, algo que sería una confirmación de su
presencia (astral) junto a mí, en la noche anterior.
Llegamos
al sitio señalado para y acampamos sobre la cima de una en sitio muy
pintoresco.
Había
ya comenzado nuestro almuerzo, cuando Mad. Blavatsky, nos dijo que Koot-Humi
preguntaba donde queríamos que depositara un objeto que iba a enviarnos.
Es
preciso notar, que hasta entonces, no nos habíamos ocupado de fenómeno alguno.
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