domingo, 23 de agosto de 2015

EL MUNDO OCULTO, CAPITULO OCTAVO

EL MUNDO OCULTO
(SINNETT)

CAPITULO OCTAVO
COMENTARIOS DE KOOT-HUMI EN UNA SEGUNDA CARTA,
ASI COMO JUICIOS Y APRECIACIONES
HIJAS DEL CONOCIMIENTO OCULTO.

La contestación a la carta que en gran parte se acaba de citar, son atinados juicios acerca de la presunción, fanatismo e ignorancia de los europeos, respecto al ocultismo, y que revelan un gran conocimiento del corazón humano.
He aquí, dicha segunda carta:
«No nos entenderemos, en nuestra correspondencia, en tanto no se haya establecido desde luego, que la ciencia oculta tiene métodos de investigación propios de ella, bien determinados, y arbitrarios, como los de su antitética ciencia física.
Si ésta tiene sus fórmulas, aquella posee igualmente las suyas, y el que quiera atravesar las fronteras del mundo invisible, no le podría yo indicar, como se arreglaría.
Tal vez le sucedería como al viajero que penetrara en los subterráneos de Hássa, la ciudad bendita, que no podría enseñar el camino a su guía. Los Misterios han estado, se hallan y se hallarán siempre fuera del alcance de las masas populares en tanto llegue ese día apetecido en que nuestra filosofía religiosa, será de culto universal.
No ha existido jamás otra y apenas si una minoría casi inapreciable de hombres, poseen algunos de los muchos secretos de la Naturaleza, aunque multitudes inmensas hayan tenido algunas pruebas experimentales.
El Adepto, es la rara eflorescencia de toda una jerarquía de investigadores, que han obedecido a los impulsos secretos de su alma (El Yó interno del hombre.) sin detenerse ante las muy prudentes consideraciones de las ciencias humanas o de la sagacidad y egoísmo.
Vuestro deseo, es sin duda entrar en relaciones directas con uno de nosotros, sin ayuda de Mad. Blavatsky ni de ningún otro intermediario.
¿Quisierais, según lo entiendo, obtener de este modo comunicaciones, ya por medio de cartas como esta, o de viva voz también, a fin de que uno de nosotros lo dirija en la organización y sobre todo, en la formación y adelanto de la Sociedad?
Quisierais todo esto, bien lo veo, y sin embargo, como dijo usted mismo, no habéis encontrado razones suficientes hasta ahora, para variar vuestra manera de vivir; que es completamente opuesta a esta clase de comunicaciones.
Esto no es razonable; el que quiera llevar alto el estandarte del misticismo y proclamar que su reino está cercano, ha de dar el ejemplo a los demás.
Ha de ser el primero en cambiar su género de vida y mirar el estudio de los misterios ocultos, como el grado superior de la ciencia humana, debe publicarlo en voz alta, a despecho de la ciencia exacta y de la oposición de la Sociedad.
«El reino de los cielos, se obtiene por la fuerza» dicen los místicos Cristianos.
No es con el arma al brazo, y a punto de vencer o morir, como el místico moderno puede esperar alcanzar el logro de su trabajo.
»Yo creo, que mi primera contestación resolvía la mayor parte de las cuestiones contenidas en vuestra segunda, y hasta en vuestra tercera carta.
Habíamos ya expresado la opinión, de que el mundo generalmente, no estaba en condiciones para sentir las demostraciones ocultas, demasiado fuertes para su inteligencia.
Solo me resta ya ocuparme ahora, de los individuos aislados que buscan, como vos mismo, alzar el velo de Isis, para penetrar en el mundo de las primeras causas.
No tenemos necesidad de considerar general, vuestro caso y el de M***.» además, he de explicar aquí, como uno de mis amigos de Simla, hallándose hondamente interesado con mis investigaciones, después de haber leído la primera carta de Koot-Humi, se había dirigido igualmente al que he venido llamando mi corresponsal.
Encontrándose en mejores condiciones y más libre que yo para esto, se había propuesto sacrificar por completo todas sus demás ocupaciones y refugiarse en alguna morada lejana, que se le quisiera señalar, a fin de poder entregarse en el retiro, al estudio como aspirante a Chela en ocultismo, para cuando supiese lo bastante, volverá entrar en el mundo armado de poderes suficientes para demostrar las verdaderas ventajas del desarrollo espiritual y los errores del materialismo, dedicándose a combatir la incredulidad moderna, para conducir los hombres a la práctica razonada de una mejor vida.»

Ahora, he aquí en resumen la carta de Koot-Humi:
Aquel señor, me ha hecho el honor de dirigirse a mí personalmente, sometiendo a mi juicio algunas cuestiones, y señalándome en qué condiciones querría trabajar seriamente para nosotros.
«Mas vuestros medios de acción y vuestras aspiraciones son de un carácter tan diametralmente opuesto, y por lo tanto conducentes a resultados tan diferentes, que tengo que contestar a cada uno por separado.»
* * *
«La primera consideración que puede determinarnos a aceptar o rechazar vuestra oferta, se apoya en los motivos que los hacen buscar nuestra enseñanza, y hasta cierto punto, nuestra dirección.
Esta última, sin reservas, si es que he comprendido bien, y por consiguiente, dejemos aparte dicha cuestión.
¿Cuáles son los motivos que los impulsan?
Voy a intentar hacer una, reseña general, dejando los detalles para más adelante.
Estos son:
1º. El deseo de afirmaros de una manera positiva e irrecusable, que verdaderamente existen en la naturaleza, ciertas fuerzas de las cuales, la ciencia nada sabe.
2º. La esperanza de poseerlas algún día, lo más pronto posible, a fin de que os permitan;
(a) demostrar su existencia a algunos espíritus seleccionados entre los occidentales;
(b) mirar la vida futura como realidad objetiva construida sobre la peña de la ciencia y no sobre la de la fe; (c) finalmente (este quizá es el principal de vuestros motivos, aunque lo más encubierto y más reservado), el conocer toda la verdad sobre nuestras logias y nuestros hábitos, queriendo aseguraros de una manera positiva y cierta que los Hermanos, de los cuales tanto oyen hablar y perciben de ellos tan poco, son unas entidades verdaderas, y no los fantasmas de un cerebro turbado por la alucinación.
He aquí, en su mejor expresión, vuestros motivos, tales y como me parecen.
Como veis, os contesto en el mejor sentido, y espero que no tomen mi sinceridad con queja, y que no la atribuyan a otros sentimientos, que a los de la amistad y confianza.
Estos motivos, aunque sinceros y dignos de consideración bajo el punto de vista mundano, no son para nosotros sino motivos egoístas.
Preciso es que me perdonen, lo que a vuestros ojos puede ser una crudeza de lenguaje, si como decís, verdaderamente deseáis saber la verdad y dejaros instruir por nosotros, que vivimos en un mundo diferente de aquel en que os agitáis, y son egoístas esos motivos, porque como debéis saber, el objeto principal de la Sociedad Teosófica, no es tanto satisfacer las aspiraciones individuales, cuanto hacer un beneficio, a todos los hombres nuestros hermanos.
Si la palabra egoísta que empleo y que tiene para vosotros un especial sentido, no la consideráis propia o los ofende, tenedla por no escrita, o aceptadla sólo, en su mejor sentido.
Pueden apreciar por otra parte mejor lo que os escribo, cuando os habré hecho entender que todas las aspiraciones, aun las más altas en pro del bienestar de la humanidad, tienen para nosotros un tinte de egoísmo, si queda en el espíritu del filántropo, aún sin saberlo, una ligera sombra del deseo de beneficio personal o tendencia a cometer alguna injusticia.
No habéis meditado acerca la idea de una fraternidad universal más, que para condenarla, y habéis tenido el pensamiento de formar la Sociedad Teosófica como el reglamento de un colegio para el estudio especial del ocultismo!..
Dejemos los motivos personales, y analicemos las condiciones (En un fragmento de carta estando en Bombay en 1882 decía Mad. Blavatsky, harta más de lo sumo de todos esos pedantes que juzgan que todo se les debe y que hacen un favor muy grande en dejarse enseñar por otros algo de lo mucho que ignoran.
Mr. E.*** no tiene sentido común. Si no se halla satisfecho, está bien, que lo diga. No necesitamos teosofistas que nada hacen, salvo dictar su ultimatum y condiciones «sine qua non». Estoy harta de ellos.=) con las cuales queríais ayudarnos para hacer el bien.
Helas aquí, de una manera casi aproximada:
En primer lugar, será fundada por vuestros cuidados benévolos, una Sociedad Teosófica anglo-india, independiente en la dirección, en la cual nuestros dos representantes actuales, no tendrán voto.
En segundo lugar, uno de nosotros tendrá el nuevo grupo bajo patronato, y estará en libre y directa comunicación con sus jefes y les hará ver, con pruebas palpables, que posee una ciencia superior, a las fuerzas de la naturaleza, y unos atributos del alma humana, suficientes para inspirar la confianza necesaria en una dirección oculta (Hay en tódo este párrafo, como se notará, una fina y ática ironía no exenta de gracia.).
Yo he copiado vuestras propias palabras a fin de poder establecer la situación, de una manera exacta.
Bajo vuestro punto de vista, esas condiciones aparecen razonables y de tal naturaleza, que no debería hacerse a ellas, ninguna objeción.
Seguramente, que una gran parte de vuestros compatriotas pensarán de la misma manera, y casi también algunos europeos.
¿Hay nada más natural, diréis sin duda, que pedir a los que desean vulgarizar la ciencia como alumnos dispuestos a ayudar a todos los trabajos, que ponerles frente a frente, para que el uno pruebe al otro y se pruebe a sí mismo también, que su instrucción es correcta?
¡Hombre de mundo, viviendo en él y simpatizando con él, tenéis sin duda razón!
Pero no vituperéis a los que pertenecen a otro mundo que el vuestro, que no se han nutrido con vuestra manera de razonar, y que han de encontrar alguna vez penoso, tener que aceptar vuestros puntos de mira y no de muy buena gana.
Nuestro reglamento encierra, la más importante de las objeciones que pudiera haceros.
Es verdad, tenemos nuestras escuelas y nuestros profesores, nuestros neófitos y nuestros shaberons y nuestra puerta se halla abierta a todo hombre honrado que llame a ella.
El recién llegado, es siempre bienvenido; pero únicamente que nosotros no vamos hacia él, sino que por el contrario, él tiene que venir hacia nosotros, además, si no alcanzó en la senda del ocultismo andado ese punto de donde todo retorno se hace ya imposible, alistándose en nuestra asociación, no lo visitamos jamás; ni tampoco pasamos el umbral de su puerta bajo forma visible, excepción hecha en determinados casos de una importancia suma.
Si se encuentra alguno entre vosotros, de tal manera enamorado de la ciencia y de los poderes que confiere, que se halle dispuesto a dejar vuestro mundo social y pasar a vivir en el nuestro!..
¡Que venga!..
¡Pero que no abrigue esperanzas de volver al lugar de donde vino, cuando el Sello de los Misterios haya cerrado sus labios para siempre de una manera que evite toda debilidad o indiscreciones futuras!..
Que venga, por cualquiera de las muchas sendas por donde el discípulo va hacia su maestro, pero sin poner condiciones; contentándose cual muchos otros, con las migajas que pudieran dársele en tanto hace su camino!
* * *
»Supongamos que hayáis resuelto por un momento, venir a nosotros -como ya lo han hecho dos de vuestros compatriotas – una Mad. B.***, y otro Mr. O.*** (Mad. Blavatsky y Mr Olcott.) quiere hacerlo;-supongamos, repito, que habéis decidido abandonarlo todo, por la verdad; trepando, durante años, un camino penoso y escarpado, sin dejaros desalentar por los obstáculos, sin caer bajo el choque de las tentaciones y conservar fielmente en vuestro corazón los secretos que se os confíen para hacer vuestra prueba de trabajar con todas vuestras fuerzas y con desinterés, en extender la verdad estimulando, a los hombres a rectificar su manera de vivir y de pensar. ¿Creeríais que esto sería justo si, después de vuestros esfuerzos, otorgábamos a Mad. B.*** y a Mr. O.***, que serían unos profanos en este caso, lo que pedís actualmente para vosotros mismos?
La primera de las personas que acabo de citar, ha dado ya las tres cuartas partes de su vida; el otro, seis de los más bellos años de su virilidad, y los dos continuarán aun su labor hasta el fin de la existencia; trabajando siempre, para alcanzar el premio que hayan merecido.
No obstante, no lo pedirán nunca, ni murmurarán aun cuando se vean defraudados en la empresa.
Aunque no pudieran cumplir todo lo que cumplen, sería una injusticia flagrante, olvidar los servicios importantes que prestan en el campo teosófico.
La ingratitud, no es, seguramente uno de nuestros vicios, y no me imagino quisierais aconsejárnosla.
Ni una, ni la otra de estas dos personas, tienen el menor deseo de inmiscuirse en la dirección de la rama anglo-india proyectada, ni dar sus órdenes.
Si la nueva, Sociedad se forma, ha de ser de hecho, una rama de la Sociedad, aunque, llevando un título distinto, lo mismo que la Sociedad Teosófica Británica de Londres, ha de contribuir al desarrollo de su acción, por todos los medios posibles.
Principalmente, propagando la idea primordial de la Fraternidad Universal
Por imperfectos que hayan sido los pocos fenómenos que habéis presenciado, tenéis que confesar, que son inatacables.
«Los golpes en la mesa, cuando nadie la toca» y los «sonidos de campanilla en el aire», decís que os han parecido siempre satisfactorios, etcétera.
De aquí sacáis la consecuencia de que unos fenómenos tales «pueden ser fácilmente multiplicados ad infinitum?".

Lo pueden ser, seguramente, en cuantas partes encontremos ciertas condiciones magnéticas y otras corrientes constantes, y cuando no tenemos que obrar con ayuda de un cuerpo débil de mujer en donde la mayor parte del tiempo circula, podríamos decir, un ciclón violento de vitalidad.
Pero por imperfecta que sea nuestra ayuda visible, es sin embargo lo mejor que tenemos por de pronto, y los fenómenos para cuya producción ha contribuido, han asombrado y confundido durante medio siglo a hombres, que son lo selecto de la época, en cuanto á inteligencia y ciencia.

Dos ó tres billetes de Koot Humi que he recibido después, tenían relación con un incidente que voy a mencionar.
Como fenómeno de prueba, es el más completo, para mí, de todos cuantos he referido.
Bueno es señalar de paso, que si bien los diarios indios relataron de momento las circunstancias de este incidente, la cuadrilla alegre de críticos que habían inundado la prensa con sus cándidos comentarios en tiempo del fenómeno del broche, se abstuvieron muy bien de discutir el incidente llamado de la almohada.
* * *
Era un día, en que acompañados por nuestros huéspedes, fuimos a almorzar en una colina próxima a los alrededores.
Nuestra idea había nacido a consecuencia de que la noche anterior, habíase recibido de Koot-Humi, lo que llamaré, una «comunicación subjetiva».
Pero no entraré en pormenores, para no molestar a los lectores relatando mis impresiones.
Por la mañana, después de haber discutido acerca del particular, y puestos de acuerdo, hallé sobre la mesa del escritorio, un billete de Koot-Humi, en el cual se comprometía a darme en el campo, algo que sería una confirmación de su presencia (astral) junto a mí, en la noche anterior.
Llegamos al sitio señalado para y acampamos sobre la cima de una en sitio muy pintoresco.
Había ya comenzado nuestro almuerzo, cuando Mad. Blavatsky, nos dijo que Koot-Humi preguntaba donde queríamos que depositara un objeto que iba a enviarnos.

Es preciso notar, que hasta entonces, no nos habíamos ocupado de fenómeno alguno. 

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