EL MUNDO OCULTO
(SINNETT)
CAPITULO SEPTIMO
FACILIDADES
OCULTISTAS DE MADAME BLAVATSKY PARA LA
TRANSMISION A DISTANCIA DE UN MENSAJE.
KOUT-HOUMI SE
INTERESA POR LA SOCIEDAD TEOSÍFCA. PRINCIPIO DE UNA CORRESPONDENCIA.
Naturalmente
una persona familiarizada con la prestidigitación, dirá que el hecho referido
puede imitarlo cualquiera, dotado de cierta ligereza de manos, sin más que
coger dos hojas de papel y desgarrar los ángulos juntos, de manera que la
escotadura, sea semejante en las dos hojas; entonces liáis un cigarrillo con
una de las hojas, y no hay más que colocarlo en el sitio donde será encontrado
más tarde.
La
segunda hoja, se tiene en tanto escondida debajo de la otra que se rasga en
presencia del testigo, y se le da uno de los ángulos rasgados, en vez de aquel,
que ha visto romper; hacéis vuestro cigarrillo y disponéis de él como os
parece; entonces hacéis descubrir el cigarrillo que habéis escondido.
Puede
uno figurarse tras este procedimiento, otras combinaciones, y para las personas
que no han visto a Mad. Blavatsky ejercer su clarividencia con el cigarro,
inútil seria explicar que ella no procede como un prestidigitador, y que es
imposible al testigo dotado del mejor buen sentido dudar un instante, de la
autenticidad del papel que tiene en la mano, que ha visto desgarrar, y que
además, está cubierto con las señales que el lápiz ha trazado antes en sus
hojas.
Sin
embargo, aunque la experiencia me haya demostrado que generalmente se mira como
sospechoso el fenómeno citado, siempre ha sido convincente, para las gentes aun
las más meticulosas y desconfiadas.
Por
científicas que sean las noticias que se puedan tener respecto al fenómeno, no
se llegará nunca ha hacerlas asequibles a la inteligencia del observador, que
no tenga de ellas formado concepto.
Hoy
comprendo esa verdad, por el mayor conocimiento que ya tengo, y que no tenia,
en la época de la cual hablo.
Pondré
todo mi empeño en poder obtener unas experiencias en forma que sus detalles, no
admitan ni la suposición de un fraude.
Parecerá
difícil lograrlo; porque Mad. Blavatsky
es de una irritabilidad asombrosa y sumamente excitada.
Por
otra parte, no sería ella el instrumento receptor de los favores de los
Hermanos en la producción de los fenómenos algo importantes. Por otra parte
pensaba yo, los Hermanos no se formarán una idea exacta, de lo que es el
espíritu incrédulo de los europeos, respecto a milagros, tales como los que
hemos referido, y por consiguiente no deben comprender bastante la necesidad en
que están, de hacer los fenómenos perfectos e inatacables, hasta en sus más
pequeños pormenores.
Sabía
muy bien, que no iban a causar la envidia del vulgo ni a convencerle; pero
ayudaba poderosamente a Mad. Blavatsky a producir los fenómenos cuyo objeto era
ciertamente llamar la atención de las personas que pertenecían al mundo vulgar,
y en estas circunstancias, no podían hacer menos que no dejar ningún
resquicio por donde se pudiera dar lugar a sospecha o fraude.
Pregunté
un día a Mad. Blavatsky si le sería posible enviar a uno de los Hermanos, una
carta en la cual expondría mis conveniencias.
Sabiendo como todos sabemos en
general, que los Hermanos son poco asequibles, no creía a la verdad en la
posibilidad, de lo que deseaba.
Mad. Blavatsky me contestó, que
lo probaría.
Escribí una carta, dirigida al
Hermano desconocido, y se la entregué para saber el resultado.
Fue una inspiración afortunada
que tuve;, porque así principió entre nosotros una correspondencia interesante,
de cuyo privilegio puedo congratularme, y lo digo con alegría, promete
continuar.
Nada
más que a los fenómenos, de los que todavía no he descrito aun, los más sorprendentes,
se debe la creación de este libro.
Cuando
escribí la carta de que he hablado, tenía la idea más completa de todos los
fenómenos más notables, según lo expresé desde la India en un ejemplar del Times
de Londres, en aquella fecha.
Y
decía, que con tantos datos de convicción, a lo menos traería en masa a todos
los habitantes de Simla capaces de unir dos ideas una tras otra, y que el
agente oculto puede producir unos resultados, que desafían el análisis de la ciencia
oficial.
Siento
no tener copia de esta carta, ni de las siguientes, porque hubieran ayudado a
esclarecer el texto con sus respuestas no pudiendo prever a la sazón la
resonancia que mis cartas habían de tener.
Después
de todo, al que les interese esta correspondencia, integra puede hallarla en
las cartas que he recibido; las mías no tienen aquí, gran importancia.
Durante
días ignoré lo que habría acontecido a mis cartas, pero Mad. Blavatsky me dio
aviso que tendría pronto contestación.
Supe,
pero más tarde, que no había podido desde luego encontrarse un hermano que
quisiera recibir mi carta.
A
los que se había dirigido al principio rehusaron molestarse por tan poco.
Por
fin, su telégrafo psicológico le había transmitido a Mad. Blavatsky una
contestación favorable, procedente de un Hermano, con el que no había estado en
relación desde hacía tiempo.
Este,
quiso aceptar la carta y contestarla.
Al
recibir aquélla noticia, sentí no haber hecho más extensa mi carta,
considerando todo el alcance de la concesión que me dispensaban.
Me
propuse volver a escribir, sin aguardar la primera contestación.
Días
después, encontré encima de mi escritorio, la carta de mi nuevo corresponsal.
Era
natural del Punjab, y me
informaron más tarde, que los estudios de ocultismo le habían llamado la atención
desde su más tierna infancia.
Merced
a uno de sus parientes, que era ocultista, fue mandado a Europa para ser
educado en la ciencia occidental, y después se había hecho iniciar por
completo, en la ciencia superior de Oriente.
Desde
cierto punto de vista, vanidosos como son generalmente todos los europeos, esto
les parecerá un extraño trastorno en el orden de las cosas, pero no necesito
pararme aquí, para examinar esa consideración.
Conozco
a mi corresponsal con el nombre de «Kout- Houmi Lal Sing».
Esto
es su «nombre místico, de origen thibétano»; los ocultistas al parecer toman
nuevos nombres en el momento de su iniciación.
Práctica
que, sin duda ha dado nacimiento a las costumbres equivalentes -que se
encuentran en el culto y en las ceremonias y toma de hábito en la Iglesia
católica romana.
La
carta empezaba, in medias res, respecto del fenómeno que había
propuesto.
Después
Kout-Houmi, «precisamente
porque la experiencia del diario de Londres cerraría la boca a los escépticos»
era inadmisible «bajo cualquier aspecto que se considere, que el mundo no está
todavía en su primer grado de manumisión», por
consiguiente, no está preparado.
Obramos ciertamente, con la ayuda
de leyes naturales y no sobrenaturales; Pero como por un lado, la ciencia tal
como es al presente, sería incapaz de darse cuenta de las maravillas producidas
en su nombre, y qué de otra parte las masas ignorantes, considerarían el
fenómeno como un milagro, el espíritu de los que serían testigos de ello perdería su
equilibrio, y la conclusión sería deplorable.
Sobre todo lo sería, creedme,
para vosotros mismos que habéis dado salida a la idea, y para la mujer que impetuosa
se lanzaría al ver la ancha puerta abierta hacia el camino que parecería
conducir a la notoriedad.
¿Se apercibirían pronto que la
puerta aquella, amistosamente abierta por vuestras manos, no era más que una
trampa fatal para ella?..
¡Seguramente no sería ese vuestro
objeto!..
¿Si accedíamos a vuestros deseos,
sabéis que consecuencias seguirían al éxito?
La sombra cruel, que persigue a
todas las innovaciones humanas, está ahí, amenazadora, y sin embargo poco
numerosos son los que de ello se aprovechan y tienen conciencia de los peligros
que puede causar.
Sabéis lo que les aguardaría, a
los que se atreviesen a ofrecer al mundo la innovación de un prodigio, que la
ignorancia humana si creyera en ella, no dejaría de atribuir a ciertas
inteligencias con las tinieblas, pues las dos terceras partes de vuestra raza
de hoy día, tiembla y todavía tiene miedo,..
Para que una tentativa de esta
índole que os propusierais lograr resultara, tenía que ser calculada de antemano,
y apoyada en un hondo conocimiento del pueblo que os rodease.
El éxito dependería enteramente
de las condiciones morales y sociales de ese pueblo, y de su manera de mirar
estas misteriosas cuestiones; las más extensas que el espíritu humano pueda
mover con los poderes deíficos encerrados en el hombre, y las posibilidades
contenidas en la naturaleza,
¿Cuantos hay entre vuestros
mejores amigos, mismos, aun entre los que os rodean, que se cuiden de estos problemas
abstrusos, de otro modo que de una manera superficial? Podéis contarlos con
vuestros cinco dedos.
Nuestro siglo se vanagloria, de
haber libertado al Genio, tanto tiempo encarcelado en el tabernáculo estrecho
del dogmatismo y de la intolerancia, ¡genio de la ciencia, de la moderación y
del libre pensamiento!
Pretendéis que a su turno, la
preocupación ignorante, y la beatería religiosa, encerrados en su botella, como
el malo de Djinn de la leyenda,
y sellados por los Salomones de
la ciencia, que yacen en el fondo del mar, no volverán jamás á subir á la
superficie, para procrear nuevamente y reinar en el mundo como en los días antiguos?
El espíritu no le contiene
trabas, decís vosotros, y está pronto a aceptar toda verdad demostrada.
¿Estáis, ciertos que así sea
verdaderamente, respetable amigo?
La ciencia experimental no tiene
fecha exacta, sino desde el año 1662 en que Bacon, Robert Boyle y el obispo de
Chester, transformaron por carta Real su
invisible colegio, en una Sociedad para adelantamiento de la ciencia
experimental.
Siglos antes, que la Real
Sociedad fuese una realidad en el «Plano profético» unos ciertos hombres, en
cada generación, apartados de la corriente del mundo y atraídos por un amor
innato a lo desconocido y cierta pasión por conocer la naturaleza, habían
estudiado ya, y penetrado sus secretos, mucho antes que sus contemporáneos lo
hubieran hecho.
Roma
ante Romulum fuit: es
un axioma, que se nos enseña en nuestras escuelas inglesas.
El
Vril de la Coming Race, (La Raza Futura de Lytton.-M. Tr.) pertenecía en común a unas razas hoy desaparecidas.
La existencia de aquellos
antepasados gigantes se pone hoy en duda todavía, aun cuando en los Himavats, en el mismo territorio nuestro,
existe una caverna con esqueletos de esos gigantes, y si bien encontráis sus
armazones grandiosas, los miráis invariablemente como si fuesen rarezas de la
naturaleza!
Lo mismo hacéis con el Vril, ó Akasa (así llamado) que lo consideráis como una imposibilidad, ¡un
Mito!
¿Cómo la ciencia ha de poder
darse cuenta de nuestros fenómenos, sin tener un conocimiento exacto del Akasa, de sus combinaciones y de sus
propiedades?
Ciertamente, vuestros hombres de
ciencia, se hallan predispuestos a la convicción, pero es menester que los
hechos, les hayan sido demostrados, que sean de su dominio y se dobleguen
fácilmente a sus medios de investigación, antes de admitirlos como tales
hechos.
Si os fijáis únicamente en el
prólogo de la Micrografía, veréis
que el fruto íntimo de las cosas, son de menor importancia para M. Hookes que
la acción exterior que obra sobre los sentidos.
Newton
por otra parte,
encuentra en él su mayor adversario para sus tan bellas teorías.
Los modernos Rookes, suelen ser
numerosos.
Se parecen a aquel hombre que
pudiera ser instruído e ignorante a un mismo tiempo.
Nuestros sabios hoy día, se hayan
menos que nunca dispuestos, para encontrar por el lógico encadenamiento de los
hechos físicos, la llave que abriría para ellos el recinto donde se hallan las
fuerzas ocultas de la naturaleza, haciendo una clasificación ordenada de
experiencias científicas, en vez de que para ellos es la realidad esencial de
una hipótesis, no el de ser verdadera, sino hipotética.
Esto es, cuanto a la ciencia que
nosotros cuando menos conocemos.
Respecto a la naturaleza humana
en general, es la misma hoy día, cual lo fue hace un millón de años atrás.
La nota característica de nuestra
época actual, es el prejuzgar, teniendo como base el egoísmo; rehusando por lo
general, seguir el orden establecido para poder abrazar nuevos puntos de vista,
así como de pensamiento.
Pues el estudio oculto pide esto,
y muchas cosas más.
También el orgullo y la rebeldía
contra toda verdad luchan, cuando chocan contra las ideas ya preconcebidas, ya
también personales.
¿Cuál sería entonces el resultado
y que se obtendría con los fenómenos aun los más convincentes y fenomenales,
aun suponiendo poderlos producir a voluntad?
Que con el resultado crecería la
exigencia seguramente, no quedando otro remedio más que satisfacer de continuo
la curiosidad in crescendo y
vencer o caer; siendo víctimas nosotros mismos de nuestras propias armas
Nos pedirán de continuo, pruebas
y más pruebas, y sería menester darlas.
Cada fenómeno, tendría que ser
más sorprendente y más maravilloso que el anteriormente verificado, acabando
quizás por decir: yo no puedo creer,
sino soy testigo de vista.
La vida entera de un hombre no
bastaría para satisfacer completamente al grupo de esos escépticos.
Fácil sería en Simla, aumentar el
número de los creyentes por centenares y miles, pero ¿y las otras personas que
serían en mucho mayor número, las que se quedarían diciendo que nada habían
visto, cómo y con qué se las contentaría?..
¡Imposible, de toda
imposibilidad, satisfacer la curiosidad de una vil muchedumbre!
Más llegará el día y no muy
lejano, en que los ignorantes no pudiendo chocar contra los invisibles, desahogarán su rabia,
contra los agentes que sirvieron de intermediarios y maniobraron a su vista.
Las clases superiores o
ilustradas, continuarán como siempre y es costumbre, criticando y vituperando
por que no se las descubre el secreto.
¡La experiencia de los siglos
pasados, es la que nos ha instruido, sobre la naturaleza humana!
Los siglos lo han enseñado;
sabemos que en tanto la ciencia tenga que aprender algo, en tanto que una sombra
de dogmatismo religioso reste en el corazón de las multitudes, las
preocupaciones del mundo habrán de ser destruidas paso a paso, y no de un solo
salto.
La antigüedad en el pasado tuvo
más de un Sócrates.
Lo mismo en el futuro, porvenir,
se dará nacimiento a más de un mártir.
La ciencia oficial, desechó
desdeñosamente la teoría de Copérnico cuando
renovó las teorías de Aristarco de
Samio, quien «aseguraba que la tierra movíase circularmente alrededor de su
centro» unos años antes de que la Iglesia soñase en sacrificar a Galileo en holocausto
a la Biblia.
El famoso matemático de la corte
de Eduardo VI, Roberto Recorde, murió
de hambre en una celda, abandonado de sus colegas, que se burlaban de su Castle of knowledge y trataban sus
descubrimientos de sueños vanos!
Esta es la historia antigua, se
dirá; perfectamente, pero las crónicas de nuestra época moderna, no quieren
mucho de las de otros tiempos.
Solamente hay que recordar las
persecuciones recientes de médiums en Inglaterra; las de hechiceras y hechiceros
quemados como tales en la América del Sur, así como en Rusia y las
persecuciones de España, y os persuadiréis que la salvación de los verdaderos
depositarios de la ciencia oculta, se apoya únicamente, sobre el escepticismo
del vulgo pecio.
Los charlatanes y juglares, sirven
como de murallas naturales contra los adeptos.
Velamos por la seguridad de los
demás guardando secretas las armas formidables que poseemos y que de no hacerla
así, pudieran volverse contra todos, como se ha dicho.
Serían instrumentos de muerte, en
manos de los perversos y egoistas.»
El
resto de la carta, contenía cosas que me son personales, y no hay necesidad de
hablar de ellas.
Cuando
me ocuparé de las cartas de Kout-Houmi, dejaré naturalmente aparte, todo
lo que me sea rigurosamente personal, y no tenga alguna importancia bajo el
punto de vista de la discusión pública.
Recordaré sin embargo, que en
ningún caso cambiaré una sola silaba, de los hechos que relate.
Es muy importante hacer esta
declaración, para los que no conociendo bien la India, quieran negar los
hechos; diciendo que las cartas de Kout-Houmi publicadas en este libro, no han
sido escritas por un natural de la India.
Y
sin embargo, es un hecho tal, del que no cabe duda.
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