sábado, 15 de agosto de 2015

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 20

  LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 20
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 20 A.De A.O. Hume a K.H.

CARTA Nº 20 A
Recibida en agosto de 1882
10 [X]
Mi querido Maestro,
Al hablar de los Fragmentos n° III, de los cuales pronto recibirá usted las pruebas, le dije que estaban muy lejos de ser satisfactorios, aunque hice lo mejor que pude.
Era necesario hacer avanzar un grado más la doctrina de la Sociedad de modo que, gradualmente, abra los ojos a los espiritistas —por eso introduje, como la cuestión más acuciante, el Suicidio, etc., señalada en su última carta a S.
Pues bien, esto es lo que me parece menos satisfactorio y ello dará lugar a una cantidad de preguntas que me voy a ver apurado para contestar.
Nuestra primera doctrina es que la mayoría de los fenómenos objetivos se debía a los cascarones. Cascarones de un principio y medio y de dos principios y medio, es decir, principios totalmente separados de su sexto y su séptimo principios.
Pero nosotros admitimos, como desarrollo adicional, (1) que existen unos espíritus, es decir, los principios quinto y cuarto, que no están completamente separados de su sexto y séptimo, que también pueden manifestarse en una sesión. Se trata de los espíritus de los suicidas y de las víctimas de accidente o de violencia. Aquí la doctrina enseña que cada oleada particular de vida debe avanzar hacia su orilla predestinada y que, con la excepción de los muy buenos, todos esos espíritus prematuramente separados de sus principios inferiores, deben permanecer en la tierra hasta que llegue la hora predestinada de la que hubiera tenido que ser su muerte natural.
Todo está muy bien, pero siendo esto así, está claro que, en oposición a nuestra doctrina anterior, los cascarones serán pocos y los espíritus muchos (2).
Pues, ¿qué diferencia puede haber, tomando el caso de los suicidas, tanto que sean conscientes como inconscientes, tanto que el hombre se salte la tapa de los sesos, como que beba o abuse del sexo hasta morir, o que se mate en un exceso de estudio? En cada caso, la hora normal de su muerte natural ha sido anticipada, y el resultado es un espíritu y no un cascarón; y por otra parte, ¿qué diferencia hay entre un hombre que es ahorcado por asesinato, que muere en el campo de batalla, en el descarrilamiento de un tren, o en una explosión de pólvora, o que se ahogue, o se abrase, o que sea abatido por el cólera, la peste, el paludismo, o por cualquiera de las mil y una enfermedades epidémicas, cuyos gérmenes no se hallaban ab initio en su constitución, sino que los adquirió a consecuencia de haber visitado una determinada localidad, o haber vivido una determinada experiencia, cualquiera de las cuales pudo haber evitado? En todos estos casos, igualmente, la hora normal de la muerte se anticipa y el resultado es un espíritu en lugar de un cascarón.
Se calcula que en Inglaterra, ni siquiera el 15% de la población alcanza su período normal de muerte —y me temo que aquí, con las fiebres, el hambre y sus secuelas, el porcentaje sea aún mucho mayor— a pesar de que las personas son principalmente vegetarianas y viven, por regla general, bajo condiciones higiénicas menos adversas.
Por lo tanto, el gran contingente de los fenómenos físicos de los espiritistas, por lo que parece, debería atribuirse a estos espíritus y no a los cascarones. Me gustaría tener más información sobre esta cuestión.
Hay un segundo punto:
(3) muy a menudo, según yo entiendo, los espíritus de un considerable promedio de la buena gente que muere de muerte natural permanecen, durante algún tiempo, en la atmósfera de la Tierra —desde unos cuantos días hasta unos cuantos años; ¿por qué no pueden éstos comunicarse? Y si pueden, este es un punto importantísimo que no debería pasarse por alto.
(4) Y en tercer lugar, es una realidad que miles de espíritus se presentan en círculos puros y enseñan la más alta moralidad, y además hablan muy detalladamente de las verdades que se refieren al mundo invisible (testimonio, los libros de Alan Kardec, con cantidad de páginas idénticas a lo que usted mismo enseña); y no hay razón para suponer que se trata de cascarones o de malos espíritus. Pero usted no nos ha dejado ninguna salida para un gran número de espíritus puros elevados —y hasta que sea debidamente explicada toda la teoría y se hayan situado en el lugar que merecen estos espíritus que para mí son una realidad bien establecida, nunca convenceré a los espiritistas. Probablemente es la vieja historia —sólo se nos dice una parte de la verdad y el resto continúa guardado— y si es así, se trata, simplemente, de decapitar a la Sociedad. Es preferible no decir nada al mundo exterior antes que darle verdades a medias, una deficiencia que éste constata en seguida y cuyo resultado es el desdeñoso rechazo de lo que es la verdad, porque no puede aceptarla fragmentariamente.
Suyo afectuosamente,
A.O. HUME

CARTA Nº 20 B.De A.P. Sinnett a H.P.B.


CARTA Nº 20 B (Carta del señor Sinnett a H.P.B. en el reverso de las páginas que forman parte de una extensa carta de K.H. (nº 20 c), referente a preguntas de Hume.)

Recibida en agosto de 1882.
Simla, 25 de julio
Mi querida Vieja Dama,
Traté de contestar en seguida la carta de N.D.K. para que si K.H. deseaba realmente que la nota apareciera en el "próximo" Theosophist, en agosto, pudiera llegar a tiempo. Pero pronto me metí en un lío. Por supuesto que no hemos recibido ninguna información que aclare realmente la cuestión que ahora se suscita, aunque supongo que deberíamos ser capaces de reunir los fragmentos en una respuesta. La dificultad está en dar la verdadera explicación del enigma de Eliphas Levi de su nota del Theosophist de octubre.
Si él se refiere al destino de la raza humana actualmente existente, su afirmación de que la   mayoría de Egos intermedios son expulsados de la naturaleza o aniquilados estaría en contradicción directa con la enseñanza de K.H. Ellos no mueren sin memoria, ya que retienen la memoria en el Devachán y la recuperan de nuevo (incluso la de las personalidades anteriores, como si se tratara de las páginas de un libro), en el período de plena conciencia individual que precede al de conciencia absoluta en el Pari-Nirvana.
Pero se me ocurre que E.L. puede haberse referido a la humanidad en conjunto, y no tan sólo a los hombres de la cuarta ronda. Entiendo que un gran número de personalidades de la quinta ronda estén destinadas a perecer y que éstas podrían ser la parte intermedia inútil de la humanidad. Pero entonces las mónadas espirituales individuales, tal como yo entiendo esta cuestión, no perecen ocurra lo que ocurra; y si una mónada llega a la quinta ronda con todas sus personalidades previas conservadas en la página de su libro, esperando una futura lectura cuidadosa, ella no será expulsada ni aniquilada por el hecho de que algunas de las páginas de su quinta ronda "no sean dignas de ser publicadas". Así, una vez más, he aquí una dificultad para conciliar ambas afirmaciones.
X. Pero además, es inconcebible que si una mónada espiritual sobrevive al rechazo de las páginas de su tercera y cuarta ronda no pueda sobrevivir al rechazo de las páginas de las rondas quinta y sexta. El no haber conseguido llevar una buena existencia en estas rondas, ¿significa la aniquilación total del individuo el cual, pues, jamás llegará a la séptima ronda?

Pero en cambio, si eso fuera así, el caso de Eliphas Levi no encajaría en esa hipótesis, pues mucho antes de eso los individuos que se hubieran convertido en colaboradores de la naturaleza para el mal hubieran sido aniquilados por la oscuración del planeta X, entre las rondas quinta y sexta —si no por la oscuración entre la cuarta y la quinta, pues se nos dice que hay una oscuración para cada ronda. (5) Aquí se presenta otra dificultad sobre este punto, porque estando ya aquí algunos seres de la quinta ronda, no queda claro en qué momento llegará la oscuración. ¿Se producirá detrás de los avant-courriers (En francés, precursores.—N.T.)  de la quinta ronda, los cuales no se tendrán en cuenta cuando comience la quinta, pues esa época empieza realmente sólo después de que la raza existente se ha extinguido por completo? Pero esta idea no cuajará.

Habiendo llegado ayer tan lejos en mis reflexiones, me fui a encontrar a Hume para ver si él   podría descifrar el rompecabezas y así facilitar el que yo pudiera escribir lo que hiciera falta por este correo. Pero, mirando y remirando el Theosophist de octubre llegamos a la conclusión de que la única explicación posible era que la nota del Theosophist de octubre era absolutamente inexacta y totalmente contradictoria con todas nuestras últimas enseñanzas.
¿Es ésa, realmente, la solución? Yo no lo creo así, pues K.H. no me hubiera designado para conciliar las dos cosas.
Pero usted verá que en estos momentos, y con la mejor voluntad del mundo, soy totalmente incapaz de realizar la tarea que se me ha asignado y si mi querido Guardián y Maestro quisiera tener en cuenta, buenamente, estas observaciones se daría cuenta del dilema en el que me encuentro. Y entonces, de la manera que le resultara menos molesta, bien a través de usted, bien  directamente, tal vez señalaría la línea que debería seguir la explicación requerida. Es evidente que este trabajo ya no puede hacerse para ser publicado en el número de agosto, pero me inclino a creer que ésa no fue nunca la intención de él cuando queda ya tan poco tiempo.
Todos sentimos mucho que esté usted sobrecargada de trabajo en medio del calor y de las moscas. Cuando haya usted terminado el número de agosto quizás podría hacer una escapada hasta aquí y disfrutar de un pequeño descanso entre nosotros. Cuando quiera, sabe usted que estaremos muy contentos de verla. Mientras tanto, mis propios planes personales son un poco inciertos. Puede que tenga que regresar a Allahabad para liberar a Hensman y dejar que vaya como corresponsal especial a Egipto. Estoy luchando con uñas y dientes con mis jefes para conseguirlo —pero durante unos días el resultado de esta lucha todavía será incierto.
Siempre suyo,
A. P. S.
P.D.—Como que es posible que usted desee que la carta se imprima en este número, se la devuelvo con la presente, pero espero que éste no sea el caso y que usted me la volverá a enviar otra vez para que yo pueda realizar convenientemente mi pequeña tarea con la ayuda de unas cuantas palabras en cuanto a la línea a seguir.

CARTA Nº 20 C

Contenido
CARTA Nº 20 C
Recibida en agosto de 1882
Eliphas Levi no está en franca oposición con nuestras enseñanzas, excepto en lo que se refiere a los términos "Dios" y "Cristo" que utiliza constantemente y cuyos términos, tomados en el sentido esotérico, significan simplemente el "Bien" —en su aspecto dual abstracto y concreto, y nada de más dogmático. Se trata de nuevo de una brizna de paja meciéndose y a la que el viento acusa de formar parte de un almiar.
La mayor parte de aquellos a los que usted, si así le place, puede llamar candidatos al Devachán —mueren y renacen en el Kama-Loka "sin memoria"; si bien, (y precisamente por eso) recuperan algo de ella en el Devachán. No se la puede llamar una memoria completa, sino sólo una memoria parcial. ¿Podría usted llamar con todo rigor "recuerdo" a uno de sus sueños, a alguna escena o escenas en particular, dentro de cuyos estrechos límites usted descubriera reunidas unas cuantas personas —aquellas a las que usted amó más, con un amor inmortal, ese santo sentimiento que es el único que sobrevive y— ni el más mínimo recuerdo de otros acontecimientos o de otras escenas? El Amor o el Odio son los únicos sentimientos inmortales, los únicos supervivientes del naufragio del Ye- Dhamma, o mundo fenomenal.
Imagínese, pues, en el Devachán, con aquellos a los que usted pueda haber amado con ese amor inmortal; con las escenas familiares e imprecisas relacionadas con ellos como trasfondo, y —un vacío perfecto para todo lo demás relacionado con su vida interior, social, política y literaria. Y entonces, frente a esa existe la espiritual puramente reflexiva, frente a esa felicidad sin mácula, la cual, de acuerdo con la intensidad de los sentimientos que la crearon subsiste desde unos cuantos a varios miles de años —llámela, si puede— la "memoria personal de A.P. Sinnett". Puede que usted piense: ¡Terriblemente monótono! No, en absoluto —le contesto yo. ¿Ha experimentado usted monotonía —por ejemplo— durante ese momento que usted consideró entonces y considera ahora como el momento de mayor felicidad que jamás haya sentido? Por supuesto que no.
Pues bien, no lo experimentará más allá, en ese tránsito a través de la Eternidad en la cual un millón de años no es más largo que un segundo.
Allí donde no existe conciencia de un mundo externo no puede haber discernimiento que señale diferencias; en consecuencia, nada de percepción de contrastes, de monotonía o de variedad; en resumen, nada aparte de ese sentimiento de amor inmortal y de esa fuerza de atracción compasiva, cuyas semillas se plantaron en el quinto principio, cuyas plantas florecen exuberantemente en el cuarto principio y a su alrededor, pero cuyas raíces han de penetrar profundamente en el sexto principio, si éste ha de sobrevivir a los grupos inferiores. (Y ahora me dispongo a matar dos pájaros de un tiro —me propongo contestar a las preguntas de usted y a las del señor Hume al mismo tiempo); tengan presente los dos que nosotros nos creamos tanto nuestro Devachán como nuestro avitchi mientras vivimos en la Tierra y, principalmente, durante los últimos días e incluso durante los últimos momentos de nuestra vida intelectual y consciente. Ese sentimiento que es el más fuerte en nosotros en esa hora suprema, cuando, como en un sueño, los acontecimientos de una larga vida son clasificados, hasta en sus menores detalles, en un orden perfecto, en unos pocos segundos ante nuestra visión  (Esa visión tiene lugar cuando a una persona se la declara muerta. El cerebro es el último órgano que muere.) —ese sentimiento se convertirá en el creador de nuestra bienaventuranza o de nuestro infortunio, en el principio vital de nuestra existencia futura. En esta última no tenemos ninguna existencia substancial, sino sólo una existencia instantánea y efímera —cuya duración no atañe, como efecto o relación, a su ser— existencia que, como todo otro efecto de una causa transitoria, será pasajera y, a su vez, se desvanecerá y dejará de existir. El verdadero recuerdo completo de nuestras vidas no llegará más que al final del ciclo menor —no antes.
En el Kama-Loka, los que han conservado su memoria no disfrutarán de ella en la hora suprema del recuerdo. Los que saben que han muerto en sus cuerpos físicos sólo pueden ser o adeptos —o hechiceros, y ambos son la excepción a la regla general.
Habiendo sido ambos "colaboradores de la naturaleza", el primero para el bien y el segundo para el mal, en su obra de creación y en la de destrucción, ellos son los únicos a los que se puede llamar inmortales —en el sentido Kabalístico y esotérico, por supuesto. La completa y verdadera inmortalidad —que significa una existencia senciente ilimitada, no puede tener ni grietas ni interrupciones, ni detención de la conciencia de Sí mismo.
E incluso los cascarones de aquellos hombres buenos, cuyas páginas no se encontrarán perdidas en el gran Libro de las Vidas, en el umbral del Gran Nirvana, incluso ellos sólo recuperarán su memoria y un aspecto de la conciencia de Sí mismos después de que los principios sexto y séptimo, con la esencia del quinto (teniendo este último que facilitar el material, incluso de ese recuerdo parcial de la personalidad que es necesario para el propósito del Devachán) —cuando hayan llegado a su período de gestación, no antes.
Aún en el caso de los suicidas y de aquellos que han muerto de muerte violenta, incluso en esos casos, la conciencia necesita algún tiempo para establecer su nuevo centro de gravedad y desarrollar, como diría Sir W. Hamilton, su "propia percepción" la cual, a partir de entonces, será distinta de su "propia sensación".
Así pues, cuando un hombre muere, su "Alma" (quinto principio) se vuelve inconsciente y pierde todo recuerdo de las cosas, tanto internas como externas. Independientemente de que su permanencia en el Kama-Loka tenga que durar unos momentos, horas, días, semanas, meses o años; independientemente de que muriera de muerte natural o violenta, de que ello ocurriera en la juventud o en la vejez y de que el Ego haya sido bueno, malo o indiferente, —su conciencia lo abandona tan súbitamente como abandona la llama la mecha cuando se extingue.
Cuando la vida se ha retirado de la última partícula de materia cerebral, sus facultades perceptivas se extinguen para siempre, sus poderes espirituales de reflexión y de volición — (en resumen, todas aquellas facultades que no son inherentes a la materia orgánica ni susceptibles de ser adquiridas por ella)— por lo pronto, desaparecen.
A menudo, su Mayavirupa puede sumergirse en la objetividad, como en los casos de apariciones después de la muerte; pero, a menos que se proyecte con el conocimiento (latente o potencial) del difunto de lo que pasa, o bien si se debe a la intensidad del deseo de ver a alguien o de aparecérsele, atravesando raudo el cerebro moribundo, la aparición será simplemente automática; no se deberá a ninguna atracción de simpatía o a ningún acto volitivo, no más de lo que la imagen de una persona al pasar inconscientemente junto a un espejo se debe al deseo de esta última. Habiendo explicado así la situación recapitularé preguntando otra vez, ¿por qué ha de sostenerse que lo que ha dicho Eliphas Levi y lo que ha expuesto H.P.B. está "en franca oposición" con mi enseñanza? E.L. es un Ocultista y un Kabalista, y al escribir para aquellos que se supone conocen los rudimentos de los principios cabalísticos, utiliza la fraseología peculiar de su doctrina; y H.P.B. hace como él. La sola omisión de la que ella fue culpable  consistió en no añadir la palabra "occidental" entre las dos palabras, "doctrina" y "oculta", (véase la tercera línea de la nota del Editor. A su modo, ella es una fanática incapaz de escribir con algo que se parezca a un método y con calma, o de recordar que el público, en general, necesita toda clase de explicaciones lúcidas que a ella pueden parecerle superfluas. Y como que es seguro que usted hará esta observación —"pero éste es igualmente nuestro caso, y usted también parece olvidarlo"— voy a darle unas cuantas explicaciones más. Tal como se indicó en la nota marginal del Theosophist de octubre —la palabra "inmortalidad" tiene un significado totalmente distinto para los iniciados y ocultistas. Llamamos "inmortal" sólo a la Vida Una en su congregado universal y en su íntegra o Absoluta Abstracción; a aquello que no tiene principio ni fin, ni interrupción alguna en su continuidad. ¿Se aplica este término a algo más? Ciertamente, no. Por esta razón, los primitivos caldeos tenían varios prefijos para la palabra "inmortalidad", uno de los cuales es el término griego, raramente utilizado — "inmortalidad paneónica", esto es: que principia con el manvántara y termina con el pralaya de nuestro Universo Solar. Ella perdura durante el eón, o "período" de nuestro pan o "toda la naturaleza"; Inmortal es, pues, aquel en la paneónica inmortalidad, cuya clara conciencia y percepción del Ser, bajo cualquier forma, no sufre ninguna interrupción en ningún momento, ni siquiera por un segundo, durante el período de su existencia como Ego. Esos períodos son varios en número, y cada uno tiene un nombre distinto en las doctrinas secretas de los caldeos, de los griegos, de los egipcios y de los arios; y si al menos fueran traducibles (cosa que no son, al menos en tanto que la idea que entrañan siga siendo inconcebible para la mente occidental) yo se los podría facilitar a usted.
Por el momento, es suficiente que usted sepa  que un hombre, un Ego, como el suyo o el mío, puede ser inmortal de una Ronda a otra. Digamos, por ejemplo, que yo empiezo mi inmortalidad en la presente cuarta Ronda, es decir, que al haberme convertido en un adepto completo (lo que, por desgracia, no soy) detengo la mano de la Muerte a voluntad y cuando, finalmente, tengo que doblegarme ante ella, mi conocimiento de los secretos de la naturaleza me coloca en situación de conservar mi conciencia y mi clara percepción del Ser como objeto reflejo de mi propia conciencia y percepción; y así, evitando toda esa desmembración de principios que, en general, ocurre después de la muerte física en el promedio de la humanidad, yo sigo siendo Koothoomi en mi Ego durante toda la serie de nacimientos y vidas a través de los siete mundos y Arupa-Lokas, hasta que, finalmente, vuelvo de nuevo a esta Tierra entre los hombres de la quinta raza, formada por seres de la quinta Ronda en su plenitud.
En ese caso, yo habría sido —"inmortal" durante un período inconcebiblemente largo (para usted) de muchos miles de millones de años. Y sin embargo, ¿soy "yo" realmente inmortal por todo eso? A menos que haga los mismos esfuerzos que hago ahora para asegurarme otra licencia semejante de la Ley de la Naturaleza, Koothoomi se desvanecerá y puede convertirse en un señor Smith o en un Babu inocente cuando su licencia termine. Hay hombres que se convierten en esos seres poderosos; existen hombres entre nosotros que pueden llegar a ser inmortales durante el resto de las Rondas y que luego pueden ocupar el sitio asignado entre los Chohanes más elevados, los "Ego-Espíritus" Planetarios conscientes. Por supuesto, la Mónada "nunca perece, ocurra lo que ocurra"; pero Eliphas Levi se refiere a los Egos personales, no a los Espirituales, y usted ha incurrido en el mismo error (cosa muy natural, por lo demás) en que incurrió C.C.M.; aunque debo confesar que el pasaje de Isis se expuso muy confusamente, por lo que se refiere al párrafo mencionado, tal como ya le indiqué a usted hace tiempo en una de mis cartas anteriores. Yo tenía que "emplear mi ingenio" en esto, tal como dicen los yanquis; pero me parece que logré salvar la situación, como tendré que hacer muchas veces más, me temo, antes de que hayamos terminado con Isis. Realmente esta obra debería volver a escribirse en honor de la familia.
X Esto es ciertamente inconcebible; por lo tanto, no vale la pena hablar de ello.
X Usted interpretó mal la enseñanza porque no conocía lo que ahora se le dice:
(a) quienes son los verdaderos colaboradores de la naturaleza; y
(b) que en modo alguno son todos los colaboradores del mal los que caen en la octava esfera y son aniquilados. (Aniquilados súbitamente como Egos humanos y como personalidades, perdurando en aquel mundo de pura materia bajo diversas formas materiales durante un espacio de tiempo inconcebiblemente largo antes de que puedan volver a la materia primitiva.) La potencialidad para el mal en el hombre es tan grande —más grande—siempre— que la potencialidad para el bien. Hay una excepción a la regla de la Naturaleza, excepción que, en el caso de los adeptos y de los hechiceros, se convierte, a su vez, en regla que tiene también sus propias excepciones. Lea con cuidado el párrafo que C.C.M. no ha citado —páginas 352-353 de Isís, Volumen 1, párrafo 3. Una vez más, ella omite decir claramente que el caso mencionado se refiere sólo a aquellos poderosos hechiceros cuya co-participación con la naturaleza para el mal les proporciona los medios para obligarla a revelar sus planes prematuramente, y de este modo proporcionarles a ellos también una inmortalidad paneónica.
Pero, ¡oh, qué clase de inmortalidad y cuan preferible es la aniquilación de sus vidas! ¿No advierte usted que todo lo que encuentra en Isis está delineado, apenas bosquejado —que nada está terminado ni totalmente revelado? Bien, ha llegado el momento, pero ¿dónde están los obreros para una tarea tan tremenda?
Dice el señor Hume (véase carta adjunta (Véase la Carta n° 20 A.—Ed.) en los pasajes señalados —10 [X] y 1, 2, 3). Y ahora, cuando usted haya leído las objeciones a esa más que insatisfactoria doctrina —tal como el señor Hume la califica— una doctrina que tendría usted que aprender primero en conjunto antes de proceder al estudio de sus partes —y aún a riesgo de no satisfacerle mejor— procederé a explicar esta última.
(1) Aunque no "totalmente separados de sus principios sexto y séptimo" y absolutamente "eficaces" en las sesiones espiritistas, no obstante, hasta el día en que tendrían que haber muerto de muerte natural, están separados de sus principios superiores por un abismo. Los principios sexto y séptimo permanecen pasivos y negativos, mientras que, en el caso de muerte accidental, los grupos superiores e inferiores se atraen mutuamente.
Además, en los casos de Egos buenos o inocentes, éstos gravitan irresistiblemente hacia el sexto y séptimo principio —y así, o dormitan rodeados de sueños felices, o bien duermen con un sueño profundo sin sueños hasta que suena la hora.
Con un poco de reflexión y con una mirada hacia la eterna justicia y a la perfecta adaptación de las cosas a las circunstancias, usted comprenderá el por qué. La víctima, buena o mala, es irresponsable de su muerte, incluso si ésta fue debida a alguna acción de una vida anterior o a un nacimiento precedente; fue un acto, en suma, de la Ley de Retribución; sin embargo, no fue el resultado directo de un acto cometido deliberadamente por el Ego personal de esa vida durante la cual sucedió que le mataron. De habérsele permitido vivir más, él podría haber expiado todavía más eficazmente sus pecados pasados; e incluso ahora, al haber hecho que el Ego pagara la deuda de su creador (el Ego precedente), queda libre de los golpes de la justicia retributiva.
Los Dhyan Chohans que no toman parte en la guía del Ego humano viviente, protegen a la víctima indefensa cuando se la saca de su elemento para llevarla a otro nuevo antes de que esté madura y convenientemente dispuesta para ello. Nosotros le decimos a usted lo que sabemos porque tuvimos que aprenderlo a través de la experiencia personal. Usted sabe lo que quiero decir, y ¡NO PUEDO DECIR MAS!
Sí, las víctimas, tanto buenas como malas, duermen para despertar tan sólo a la hora del Juicio Final que es la hora de la batalla suprema entre los principios sexto y séptimo por un lado, y con el quinto y el cuarto por el otro, en el umbral del estado de gestación.
E incluso después de esto, cuando el sexto y séptimo principio, llevando consigo una fracción del quinto, han entrado en su Samadhi Akásico, aún entonces, puede suceder que el despojo espiritual del quinto principio resulte ser demasiado débil para renacer en el Devachán, en cuyo caso se revestirá entonces de un nuevo cuerpo, el "Ser" subjetivo creado del Karma de la víctima (o de la no-víctima, según sea el caso) y entrará en una nueva existencia terrestre, tanto que sea en éste como en cualquier otro planeta.
En ningún caso, pues, a excepción de los suicidas y los cascarones, existe ninguna posibilidad para nadie más de ser atraído a las sesiones espiritistas. Y está claro que "esta enseñanza no está en contradicción con nuestras anteriores doctrinas", y que mientras que los "cascarones" serán muchos, los Espíritus serán muy pocos.

(2) En nuestra humilde opinión hay una gran diferencia. Nosotros, que lo miramos desde un punto de vista que resultaría inaceptable para las Compañías de Seguros de Vida, decimos que hay muy pocos hombres —si es que hay alguno— entre los que se entregan a los vicios antes mencionados —que sean perfectamente conscientes de que semejante línea de acción los conducirá, finalmente, a una muerte prematura. Ese es el castigo de Maya. Los "vicios" no escaparán al castigo; pero es la causa, no el efecto, la que se castigará, especialmente con un efecto inesperado, aunque probable. Llame entonces igualmente suicida al hombre que encuentra la muerte en una tempestad en el mar, como al que se mata por un "agotamiento mental". El hombre corre el riesgo de ahogarse en el agua y con un excesivo trabajo cerebral se corre el riesgo de provocar un reblandecimiento del cerebro que puede llevarse a su dueño por delante. En tal caso, nadie debería cruzar el Kalapani, ni siquiera tomar un baño por temor a desmayarse en el agua y ahogarse (porque todos conocemos casos así), ni tampoco nadie debería cumplir con su deber y, menos que nada, sacrificarse ni siquiera por una causa noble y altamente beneficiosa, como lo hacen muchos de nosotros —H.P.B., por ejemplo. ¿La tacharía el señor Hume de suicida si ella cayera muerta de repente mientras realiza su trabajo actual? El motivo lo es todo, y el hombre es castigado en caso de responsabilidad directa, de otro modo, jamás. En el caso de la víctima, la hora natural de la muerte se anticipó accidentalmente, mientras que en el suicida la muerte es provocada voluntariamente, con pleno y deliberado conocimiento de sus consecuencias inmediatas. Por lo tanto, un hombre que se mata a sí mismo en un rapto de locura pasajera, no es ‘un felo de se’ (Suicida. N.T.) ante el gran disgusto y con frecuencia el gran perjuicio para las Compañías de Seguros de Vida. Tampoco se deja como presa ante las tentaciones del Kama-Loka, sino que se sumerge en el sueño, igual que cualquier otra víctima. Un Guiteau no permanecerá en la atmósfera de la tierra con sus principios superiores sobre él —inactivos y paralizados, todavía allí. Guiteau (Guiteau, el 2 de julio de 1881 disparó sobre el Presidente de los Estados Unidos, Garfield, que murió a causa de las heridas en el mes de septiembre del mismo año. N.T. ha pasado a un estado en el que, mientras dure, estará siempre disparando a su Presidente sembrando con este motivo la confusión y trastornando los destinos de millones de personas; y mientras dure ese estado será siempre procesado y siempre ahorcado, bañándose en los reflejos de sus acciones y de sus pensamientos —especialmente aquellos a los que se entregó en el cadalso,(Aquí se han borrado dos líneas del original.—ED.)
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su destino. En cuanto a los que fueron "liquidados por el cólera, la peste o el paludismo", no hubieran perecido si, desde su nacimiento, no hubieran ya llevado consigo los gérmenes para el desarrollo de esas enfermedades.
"Así pues", mi querido hermano, "la mayor parte de los fenómenos físicos de los espiritistas" no "son debidos a estos Espíritus" sino realmente —a los "cascarones".
(3) "Los Espíritus de un promedio considerable de gente buena fallecida de muerte natural       permanecen. . . en la atmósfera de la tierra desde unos cuantos días, hasta unos cuantos años", dependiendo dicho período de la disposición de los mismos para enfrentarse con su — criatura, no con su creador; un tema muy abstruso que usted aprenderá más tarde, cuando se encuentre también más preparado. Pero, ¿por qué tienen ellos que "comunicarse"? ¿Se comunican objetivamente con usted, mientras duermen, aquellos a quienes usted ama?
Vuestros Espíritus, en horas de peligro o de intensa compenetración, vibrando en la misma corriente de pensamiento —lo cual en esos casos crea una especie de telegrafía espiritual entre vuestros dos cuerpos— pueden encontrarse y pueden impresionar mutuamente vuestras memorias; pero entonces, se trata de cuerpos vivos, no de cuerpos muertos. Pero, ¿cómo puede un quinto principio inconsciente (lea más arriba) impresionar o comunicarse con un organismo vivo, a menos que se haya convertido ya en un cascarón? Si, por alguna razón, continúan en ese estado letárgico durante varios años, los espíritus de los vivos pueden ascender hasta ellos, como ya se le dijo; y esto puede ocurrir todavía con más facilidad que en el Devachán, donde el Espíritu está demasiado absorto en su bienaventuranza personal para prestar demasiada atención a un elemento intruso. Yo digo que —no pueden.
(4) Siento contradecir su afirmación. No sé nada de "miles de espíritus" que aparecen en los círculos espiritistas —y es más, no sé nada absolutamente de un "círculo perfectamente puro"— y de que enseñan la moralidad más elevada. Espero que no se me alineará con los calumniadores, como un añadido más a otros nombres que últimamente se me han adjudicado, pero la verdad me impulsa a declarar que Allan Kardec no fue precisamente inmaculado durante su vida, ni tampoco desde entonces se ha convertido ya en un Espíritu muy puro. Por lo que respecta a enseñar la "más elevada moralidad", nosotros tenemos aquí, no lejos de donde yo resido, un Dugpa-Shammar. Un hombre notabilísimo. No muy eficaz como hechicero, pero sí como bebedor, ladrón, embustero y —orador. En este último cometido podría conceder ventaja y ganar a los señores Gladstone, Bradlaugh e incluso al Reverendo H.W. Beecher que, entre todos, es el más elocuente predicador de la moralidad y el más grande transgresor de los Mandamientos del Señor en los E.U.A. Este Lama shapa-tung, cuando está sediento, puede hacer soltar todas sus reservas lacrimógenas de un año a un enorme auditorio de "bonetes amarillos" laicos contándoles por la mañana su arrepentimiento y su sufrimiento, y luego emborracharse por la noche y robar a toda la aldea, hipnotizándoles y sumiéndoles en un profundo sueño. Predicar y enseñar moralidad en vistas a un propósito interesado demuestra muy poco. Lea el artículo de "J.P.T." en Light y verá que corrobora lo que digo.
(Para A.P.S. (5).) La "oscuración" sólo llega cuando el último hombre de cualquier Ronda ha
pasado a la esfera de los efectos. La naturaleza está demasiado bien ajustada, también matemáticamente, para equivocarse en el curso del ejercicio de sus funciones. La oscuración del planeta en el que ahora están evolucionando las razas de los hombres de la quinta Ronda vendrá, naturalmente, "detrás de los pocos avant-courríers" que están ahora aquí. Pero antes de que llegue ese momento tendremos que separarnos para no volver a encontramos, como el Editor del Pioneer y su humilde corresponsal.
Y ahora, habiendo demostrado que el número de octubre del Theosophist no estaba totalmente equivocado, ni en "contradicción con las últimas enseñanzas", ¿puede K.H. inducirle a usted a que "reconcilie a ambas? Para reconciliarle mejor con Eliphas Levi, le enviaré cierto número de sus manuscritos que nunca fueron publicados, con una caligrafía grande, clara y bella y con mis comentarios desde el principio al fin. Nada mejor que esto le puede proporcionar la clave para resolver los enigmas cabalísticos.
Tengo que escribir al señor Hume esta semana; tengo que consolarle y demostrarle que, a menos que sienta un fuerte deseo de vivir, no necesita preocuparse por el Devachán. A menos que un hombre ame mucho, u odie también mucho, no estará en el Devachán ni en el Avitchi. Que "la Naturaleza vomita de su boca a los tibios" sólo significa que aniquila a sus Egos personales (no a los cascarones, ni tampoco al sexto principio) en el Kama-Loka y en el Devachán. Esto no les priva de renacer inmediatamente —y si sus vidas no fueron muy, muy malas— no hay ninguna razón para que la Mónada eterna no encuentre intacta la página de esa vida en el Libro de la Vida.

K.H.

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