EL MUNDO OCULTO
(SINNETT)
CAPITULO ONCENO
CONSIDERACIONES CÓSMICAS SOCIALES.
La
Tierra, es el campo de batalla tanto de las fuerzas morales, como de las
fuerzas físicas, y la impetuosidad de la pasión animal, espoleada por las
groseras energías del grupo inferior de los agentes del éter, tienden siempre, a
extinguir la espiritualidad.
¿Podría
ser de otro modo, para hombres que han conservado un lazo de parentesco tan
estrecho, con el reino inferior, de donde han evolucionado?
Es
verdaderamente cierto, que nuestro número disminuye a la hora presente; pero
esto sucede como he dicho, porque perteneciendo a la raza humana, nos hallamos
sometidos a la impulsión cíclica, y tratamos de que ella vuelva sobre sí misma.
¿Podéis
hacer subir hacia sus manantiales el Ganges o el Brahmaputra?
Podéis
construir un dique que impida a sus olas encrespadas rebasar sus orillas?
No;
pero podéis desviar una parte de la corriente en canales, y utilizar los
conocimientos hidráulicos para bien del género humano.
Del
mismo modo nosotros, que no podemos impedir al mundo seguir su dirección
determinada, somos sin embargo, capaces de desviar una parte de su fuerza de
impulsión, para emplearla útilmente.
Consideradnos
como a unos semidioses, y mi explicación no os satisfará; pero miradnos como
simples mortales, un poco más prudentes quizá, que los demás, por nuestros
estudios especiales, y lo que he dicho, servirá de contestación a vuestras
propias objeciones.
«¡Que
bienes, diréis, hemos de sacar mi compañero y yo (los dos inseparables), de
estas ciencias ocultas del pais!»
En
cuanto los naturales vean, que los ingleses y altos funcionarios, se interesan
por la India, por la ciencia y las filosofías de sus antepasados, sé pondrán
ellos mismos a estudiar abiertamente.
Y
cuando habrán llegado a comprender, que los viejos fenómenos divinos, no
eran milagros, pero si resultados científicos, la superstición desaparecerá.
Así,
el más grande obstáculo que ahora atrasa el renacimiento de la civilización
india, desaparecerá con el tiempo.
La
educación actual, tiende a hacerlos materialistas, destruyendo toda
espiritualidad.
Haciéndoles
apreciar y entender los escritos y enseñanzas de sus antepasados, la educación
será para ellos un bienhechor, en lugar de una maldición, como es ahora.
Hoy
día los naturales, ignorantes como así mismo también los que son instruidos,
miran la religión cristiana y la ciencia moderna que los ingleses representan,
como la causa primordial que les impide a éstos, probar a entender sus
tradiciones.
Los
dos pueblos, se aborrecen mutuamente y, desconfían uno de otro.
Mudad
la actitud hacia la antigua filosofía y entonces los príncipes y la gente rica,
empezarán a dar subsidios para las escuelas normales y para la educación de los
pundits; los antiguos manuscritos ignorados hasta ahora y fuera del
alcance de los europeos, volverán a ver la luz y tendréis la llave de un número
de misterios ocultados durante siglos al entendimiento popular, y que vuestros sanscritistas
escépticos, no quieren tomarse el trabajo de estudiar; mientras que los
misioneros religiosos no se atreven.
La
ciencia ganaría mucho, la humanidad toda.
Bajo
la acción estimulante de la Sociedad Teosófica anglo-india, podríamos con el
tiempo, lograr una nueva edad de oro, para la literatura Sánscrita...
«Si
volvemos nuestras miradas hacia Ceylan, vemos a los sacerdotes más
ilustrados, bajo la égida de la Sociedad Teosófica, buscar nuevas
interpretaciones de la filosofía buddhista.
En
Gales, el día 15 de Septiembre, se fundó una escuela laica de Teosofía para la
enseñanza de la juventud cingalesa, con una lista de más de trescientos
escolares, ejemplo que será pronto imitado en otros puntos de la Isla.
Si
es verdad que la Sociedad Teosófica, «tal y como está constituida ahora» no posee
«una vitalidad verdadera», y si a pesar de sus modestos medios, ha dado ya
frutos tan prácticos, ¿cuántos resultados más importantes no debemos esperar de
un cuerpo organizado con bases mejores, que podríais proponer?
Las
mismas causas que tienden a materializar el espíritu indio, afectan también a
todo el pensamiento occidental.
La
educación, infiltra el escepticismo y ahoga la espiritualidad.
Haríais
mucho bien, ayudando a dar a las naciones del Oeste, una base segura con la
cual pudieran reconstruir su fe, que se convierte en polvo.
Lo
que le falta, es la evidencia, que sólo proporciona la psicología asiática.
Procurándosela, daríais la paz a
millares de seres.
La
era de la fe ciega está acabando: estamos en la de las investigaciones; pero
las que nos hace descubrir el error, sin señalarnos el terreno en el cual el
alma pueda elevarse, no producirán, más que iconoclastas.
La
iconoclastia, por su misma naturaleza destructiva, no puede dar nada: ella hace
solamente mesa rasa.
La
pura negación, no habría de satisfacer al hombre, y el agnosticismo no puede
ser más que un compás de espera.
Este
es el momento de guiar el impulso que pronto empujará el siglo al más extremoso
ateísmo, o lo llevará al sacerdotismo; si uno no lo dirige hacia la primitiva
filosofía de los Arios, única que satisface a el alma.
Comprenderá
lo irrebatible de los hechos, si observa lo que pasa hoy día; por una parte los
católicos, que cual termitas vanidosos, se apresuran a ponderar sus milagros;
de otra, los libres pensadores que se convierten en masa a el agnosticismo.
El
siglo marcha, en una orgía de fenómenos.
Las
mismas maravillas que los espíritus citan en oposición a los dogmas de
expiación y de perdición eternas, sirven a los católicos que acuden a
contemplados, para afirmarse más, en la fe de sus milagros.
Los
escépticos, se burlan de los unos y de los otros.
Todos
están ciegos, sin hallar persona que sepa guiarlos.
Sus
colegas y vos mismo, podían ayudar a formar una filosofía religiosa, de la que
el mundo entero tiene una gran necesidad.
Filosofía
inatacable para los destructores de la ciencia, viniendo a ser ella la Absoluta
Ciencia, religión verdaderamente digna de este nombre, porque ella, se basa en
las relaciones del hombre físico con el hombre psíquico.
Y
con ellos, todos los que sean inferiores ó superiores.
*
* *
Esto,
no merece mi ligero sacrificio? ¡Oh!.. si!.. si después de reflexionar os decidierais
a entrar por esta nueva senda, haríais saber con vuestros propios hechos que
vuestra sociedad no es una botica de milagros, ni un club para banquetes, y que
no se dedica especialmente al estudio del fenomenalismo.
Su
objeto capital ha de ser, extirpar las supersticiones y el escepticismo hoy
imperante, y hace fluir nuevamente los viejos manantiales del saber antiguo, largo
tiempo cegados.
Las
pruebas que enseñan al hombre el poder formar su futuro destino teniendo la
posibilidad, por cierto, de vivir en una vida futura siempre que la quiera,
sabiendo en fin; que todos los fenómenos no son más que manifestaciones de una ley
natural, que debe intentar comprender todo ser inteligente.
No
he dicho nada todavía, de las circunstancias que concurrieron para venir a mis
manos las cartas que estoy publicando.
Comparando
la importancia intrínseca de las ideas que ellas encierran, y las
circunstancias fenomenales que con algunas de ellas me fueron dadas, no tienen
más que una secundaria importancia, para los lectores que no aprecien sobre
todo su filosofía.
Sin
embargo, por pequeña que sea una evidencia, mientras ésta sirva para enseñar la
clase de poderes que ejercitan los adeptos, será digna de atención.
Aún
que la explicación de estos poderes sea un secreto para el mundo, el hecho de
su existencia no puede probarse más, que por la acumulación de pruebas; en
tanto seamos incapaces de demostrar la posibilidad por el análisis a priori,
de todos los poderes psíquicos, latentes en el hombre.
Mi
amigo, a quien la última carta estaba dirigida, escribió una larga misiva, y
subsiguientemente, una carta adicional a Koot-Humi: él me envió esta respuesta,
rogándome que después de leerla, la cerrase, y entregara o enviase a Mad.
Blavatsky, para que ella la transmitiera.
Hacia
esta época, esperábamos a Mad. Blavatsky en mi casa, en Allahabad, que
venía de Amritsour y Lahore (Lahore: Capital de Pendjab,
ciudad muy antigua, situada sobre el río Ravy, que es el antiguo Hídrantes
y en el camino general orillado de plátanos que lleva de Delhi a
Persia y a Samarcanda. Encierra hermosos y magníficos jardines; sus
arrabales están la mayor parte en ruinas y en la orilla oriental del Ravy se
levanta el, palacio de ladrillo en donde residían en otro tiempo los soberanos
del imperio Mogol. Este palacio que es uno de los más suntuosos y elegantes de
cuantos se conocen, está situado dentro de la ciudadela; es de granito rojo, y
fue construido por Terokchír. Observado desde la orilla opuesta con sus
jardines sobre las azoteas, este monumento ofrece un aspecto, verdaderamente
encantador. Recuerda sin duda en su parecido lo que cuenta Herodoto del palacio
de Simirámis y jardines colgantes de Babilonia o uno de los palacios de Hadas
descritos en las leyendas árabes. Las azoteas están adornadas de un extremo
al otro con un jardín plantado de mil especies de flores de las más hermosas
del país, en donde reina una primavera eterna. El interior de tan magnífico
palacio, se hallaba antiguamente cuajado de oro, de lapislázuli, de pórfido y
de un hermoso granito colorado admirándose en él principalmente el salón del
trono y la galería cuyo Plafón y paredes estaban cubiertos de espejos de
cristal de roca corriendo a todo lo largo de ella, una verja de oro macizo con
racimos de perlas y piedras preciosas a cual más brillantes. En la sala del
baño había uno de ágata en forma de navecilla y adornada con planchas de oro
que se llenaba con ocho moyos ó sea 1824 litros de agua de rosa. El
orígen de Lahore asciende á una época muy remota. Esta ciudad cuyo
recinto amurallado tiene una legua en contorno, ya existía cuando Alejandro el
Garnde y su territorio formó parte del imperio de Poro.),
en donde, como ya he dejado indicado, se había quedado algún tiempo después de
nuestra separación de Simla, por causa de la estación.
Hice
lo que se me pedía y entregué mi carta a Mad. Blavatsky, después de haber
engomado y cerrado el sobre, que había venido abierto.
La
misma noche, horas después, al regresar a mi casa para comer, vi que la carta
enviada había vuelto, Mad, Blavatsky me refirió que, hablando en su habitación
con un visitante, éste escribía con un lápiz azul, encima de su escritorio, sin
al parecer cuidarse de lo que hacía, cuando ella se fijó de pronto que el papel
en el cual garrapateaba, era mi carta y cuyo destinatario había debidamente
tomado posesión de ella por su método ordinario, una hora ó dos antes.
Madame
se apercibió que mientras hablaba de varias cosas había escrito
inconscientemente en el sobre, las palabras que éste llevaba ahora, «leída y
devuelta con agradecimientos y algunos comentarios. Volvedla a abrir.»
Examiné
con cuidado el sobre, estaba perfectamente intacto.
Abriéndola,
encontré la carta que contenía otra, que le había enviado, en que Koot-Humi me
escribía criticando la primera, por medio de una serie de cifras hechas con un
lápiz, relacionadas con algunas frases particulares de la carta original.
Este
nuevo ejemplo del pase de materia a distancia, por la misma que para millares
de hombres que han sido sus testigos, es un fenómeno, no es más que una ley
natural, tan cierto, como lo es que el sol se levanta y se pone.
Los
críticos escépticos olvidan, o abandonan las enseñanzas que encierran todos los
fenómenos descritos y muy seguramente dirán respecto a este nuevo caso de
transmisión de objetos a distancia que la carta en cuestión ha podido muy bien
y ha tenido tiempo Mad. Blavatsky, para abrir el sobre por unos medios
parecidos a los que los médiums de profesión, tienen costumbre de emplear para
obtener de sus espíritus, contestaciones a cartas cerradas.
Pero
esta objeción cae por su base, si se recuerda el telegrama de Jhelum y
lo evidente que resulta toda esta correspondencia, bastando a demostrar que las
cartas, en las cuales reconocía la escritura de Koot-Humi, no eran en ningún
caso la obra de Mad. Blavatsky, a más que puede compararse con otro que
mencionaré a continuación por el estilo, y muy parecido, que se presentó poco
tiempo después, pero con otras y variadas circunstancias.
Koot-Humi,
había dirigido una carta por mi conducto para mi amigo, y para que la leyese e hiciera
enviar.
Antes
de enviarla, tuve necesidad de dirigir con tal motivo unas letras escritas a Koot-Humi,
escribiéndole una minuta, que encerré en un sobre comercial corrientemente
engomado y que entregué a Mad. Blavatsky.
Esta
la cogió y metió en su bolsillo, pasó al gabinete que había junto al salón, y
volvió enseguida.
Ciertamente,
no había estado ausente más de treinta segundos, pero me dijo que él había ya
enviado la carta.
Entonces
me siguió hasta el salón, luego habló durante algunos minutos con mi mujer, que
se hallaba en él, y volviendo a mi despacho, se recostó en un canapé.
Me
puse a escribir, y diez minutos no habrían pasado, tal vez ni llegaron, cuando
de repente se levantó, diciendo:
«Ved
ahí su carta», enseñándomela en la almohada, donde había tenido apoyada la
cabeza.
Allí
estaba efectivamente, la carta que acababa de escribir con el sobre a Koot-Humi
borrado por mí, al escribir yo el mío por encima.
Después
de un examen minucioso, rompí el sobre y encontré en él, entre las hojas en
blanco de mi carta, la contestación pedida y escrita de la misma mano de Koot-Humi.
Ahora,
si se ponen a parte los treinta segundos pasados en su cuarto, Mad. Blavatsky,
durante el intervalo de tiempo pasado entre la entrega de la carta y su vuelta,
como acabo de explicar, no había desaparecido de mi vista más que un minuto,
entrando en el cuarto de mi mujer.
Si
algún experimento se hubiera querido imaginar, ninguno como el obtenido.
Prueba
mecánica, la más concluyente de un poder anormal, puesto en juego en este caso.
El
adversario más contrario a las doctrinas emitidas, no puede seriamente poner en
duda, lo tan comprobado y expuesto.
*
* *
En
uno o dos casos más, he recibido de Koot-Humi contestaciones puestas en mis
propios sobres, que le había enviado
intactos como se los habían escrito; por señas convenidas mis cartas desaparecían del interior del sobre y sus contestaciones
ocupaban su sitio.
En
dos o tres circunstancias nada más, encontré mensajes cortos, escritos de su
mano en las partes blancas de ciertas cartas que me enviaban por el correo
otros corresponsales que no se ocupaban de las adiciones hechas en sus
epístolas.
Naturalmente,
pedí una explicación a Koot-Humi acerca de estos fenómenos, pero me fuera más
fácil interrogarle a él, que éste de contestarme.
Por
otra parte, las fuerzas que los adeptos hacen obrar en la materia para obtener
resultados anormales, son de una naturaleza tan poco conocida de la ciencia
oficial, que nosotros, habitantes del mundo exterior, estamos poco preparados
para recibir tales explicaciones; además que la manipulación de estas fuerzas,
pertenece ya a los secretos de la iniciación, que un ocultista no descubrirá
jamás.
Sin
embargo, una vez recibí, acerca del particular de que hablamos, esta media
palabra como explicación:
«...
A más, estad persuadido que mis cartas, no son escritas para ser impresas: mis
imprentas, son rápidas y las faltas corregidas enseguida.
Se
puede creer que deseaba saber algo más respecto de esta precipitación; de
ese procedimiento veloz como el pensamiento, más rápido que todos los medios
que nos son conocidos?...
¿Por
lo que respecta a estas cartas recibidas y contestadas, es que eran leídas de
un golpe por el entendimiento del destinatario oculto, o habían de ser leídas,
en la forma acostumbrada?...
»Yo
he de leer cada una de las palabras que me escribís, contestó Koot-Humi, de
otro modo haría disparates; pero que las lea con ayuda de mis ojos físicos, o
con la de mis ojos espirituales...
El
tiempo requerido para esta lectura, es materialmente el mismo.
Debo
decir también, que tanto que mis contestaciones sean estampadas, ya las dicte o
las escriba yo mismo, la diferencia de tiempo que ganaría empleando para ellas
con preferencia uno ó el otro de estos procedimientos, es insignificante.
He
de pensar, cada palabra y cada frase fijarlas con cuidado en mi cerebro, antes
de reproducirlas por estampación, lo mismo que para fijar en las placas
químicas las imágenes formadas en la cámara obscura, es preciso disponer antes
del objetivo, la imagen del objeto que se ha de representar, -porque de otro
modo, como sucede en las malas fotografías, las piernas del modelo parecerían
fuera de toda proporción con su cabeza, y así de lo demás.
Del
mismo modo, tenemos que disponer nuestras frases y estampar en nuestro espíritu
cada letra que ha de aparecer en el papel, antes que sirva para ser leída.
Esto
es todo cuanto puedo deciros por de pronto (Véase llamada y nota más adelante donde se da una
explicación más amplia de este procedimiento.).
Cuando
la ciencia conociera algo más, respecto a los misterios que encierra la lithophyle
(ó litho- billion) y sepa el porqué y el cómo, las señales de las hojas
quedan impresas en las piedras, entonces podré hacerme entender mejor,
explicando nuestro procedimiento.
Pero
debéis acordaros de una cosa: -No hacemos más que seguir a la naturaleza,
copiándola servilmente en sus obras.
En
otra carta, Koot-Humi se extiende más ampliamente, ante las dificultades para
dar explicaciones ocultas inteligibles a los espíritus que han sido educados en
los prejuicios de la ciencia moderna.
«No
es por el progreso, que se hace en la ciencia arcaica, principiando por sus
elementos rudimentarios, como uno será conducido gradualmente a entender lo que
queremos decir.
Sólo
este progreso, y no otra cosa, fortaleciendo y purificando estos misteriosos
lazos de simpatía que existen entre los hombres inteligentes, fragmentos
temporalmente aislados del alma universal, alma del mundo ellos mismos, ese
progreso llegará a la meta, cuando ponga en relación a los unos, con todos los
demás.
Una
vez sea obtenido este resultado, las simpatías despertadas servirán para unir
al Hombre, con aquello cuya expresión, falta de un modo científico y
europeo propio para expresar mi idea; viéndome forzado a declarar que una sola
cadena de vida liga al Cosmos material e inmaterial, con el Pasado, el
Presente y el Porvenir.
Ellos,
utilizarán sus percepciones y las harán capaces de adquirir claramente, no sólo
todas las cosas de la materia, sino también las del espíritu.
Estoy
enojado al tener que valerme de esas palabras groseras-Presente, Pasado y
Porvenir.
¡Miserables
conceptos de objetivas frases, para expresar lo de un todo subjetivo!
Ellos
son, después de todo, tan fáciles para explicar mi idea, como un hacha lo sería
para hacer una obra delicada de cincelería.
¡Oh!
pobre amigo, que no estáis desengañado, ni bastante adelantado en el
sendero, para que esta simple transmisión de ideas que os hago, no se
ahogue en vos con las obstrucciones que opone la materia, y hace que la unión
de vuestro espíritu con el nuestro, no pueda efectuarse por vuestra incapacidad
nativa!
Desgraciadamente,
el espíritu de los Occidentales se ha vuelto tan grosero, ya por herencia y
aumentado a más con propias adquisiciones, que las frases que os sirven para
expresar vuestros pensamientos modernos, son las mismas, ampliamente empleadas
también por el materialismo que entraña en sus costumbres, y que ahora se hace
casi imposible a los occidentales, comprender, ni aun menos expresaren lenguaje
apropiado, algo del mecanismo delicado, ya que no ideal, del Cosmos Oculto.
A
lo sumo, los europeos podrán, a fuerza de estudio y meditación, adquirir dicha
facultad hasta un cierto grado.
Esta
es la barrera que ha impedido hasta aquí, admitir la creencia en las verdades
teosóficas, y adquirir veracidad con las naciones occidentales, que ha hecho
rechazar por los filósofos del Oeste, como inútil y fantástico, el estudio de
la teosofía.
Como
aprenderéis a leer y a escribir o cuando menos a entender un lenguaje, para el
cual no han sido inventados, ni alfabetos, ni palabras inteligibles para
nuestro uso...?
¿Cómo
se podrían explicar los fenómenos, de nuestra ciencia eléctrica moderna, por
ejemplo, a un filósofo griego de la época de Phtolomeo, llamado de repente a la
vida, después de la laguna de tiempo infranqueable que separa los
descubrimientos de su siglo, con los del nuestro?
¿Los
términos técnicos, no serían para él mismo, una jerigonza ininteligible, una Abracadabra
de sonidos, desprovistos de significación?..
¿Los
instrumentos y aparatos, dejarían de parecerle otra cosa, que monstruosidades
milagrosas?. .
Y
suponed por un instante que tuviese que describiros los rayos en el espacio
coloreados, y que se encuentran en lo que llamáis el espectro visible, rayas
invisibles para todo el mundo, menos para algunos de nosotros; y hubiere de
explicar cómo podremos encontrar, en el espacio, cada uno de esos colores
llamados subjetivos o accidentales, y a más, el complemento (para hablar
de una manera matemática) de todo otro color dado de un cuerpo dicromático;
(esta palabra sola parece un absurdo) ¿creéis vos que llegareis a comprender su
efecto óptico, o a lo menos lo que quería decir?
Y
puesto que vos no podríais verlas (dichas rayas) ni conocerlas, y que vuestra
ciencia no tiene nombre para ellas si venía a deciros...: «sin dejar vuestra
mesa atril de despacho, probad a encontrar y producir ante vuestros ojos, todo
el espectro solar, descompuesto en catorce colores prismáticos, (de ellos,
siete complementarios) y esto, solo con ayuda de esta luz oculta, que vos podríais
ver muy bien a distancia como yo os veo a vos?"
¿Cuál
sería vuestra contestación, pregunto? ¿Qué tendríais que decir?
No
me replicaríais probablemente, que no existían más, que siete colores primarios
(hay tres) que por otra parte no se ha visto jamás la descomposición impelida,
por un procedimiento físico, conocido más allá de los siete matices del prisma,
no replicarías repito, que mi proposición era también anti-científica y
absurda?
¿Objetaríais
no es verdad, que las investigaciones que os propongo de un pretendido
complemento, no son más que mí lisonja vana dirigida a vuestro conocimiento en
las ciencias físicas, y que yo haría muy bien, ir a buscar al Tíbet, mis
fabulosas coplas dicromáticas y solares? .
*
* *
Hasta
ahora, la ciencia moderna ha sido incapaz de admitir ninguna teoría en un
fenómeno tan sencillo, cual es, el de los colores de todos estos cuerpos
dicromáticos, y sin embargo, la verdad es, que estos colores son realmente
objetivos.
Ya
veis pues, las dificultades insuperables con que se debe luchar en nuestra
situación, y en el caso en que os encontráis, al tratar de alcanzar, no el
conocimiento absoluto, sino los primeros rudimentos, de la ciencia oculta.
¿Cómo
podríais haceros comprender, y de hecho, obedecer, de estas fuerzas
semi-inteligentes que no se comunican con nosotros por medio de palabras
habladas, pero sí, con la ayuda de correlaciones que existen, entre las
vibraciones de los sonidos y las de los colores?
Porque el sonido, la luz y el
color, son los tres principales factores, que entran en la formación de las
inteligencias de este grado, Seres de cuya existencia misma, no podéis formaros
ninguna idea, y en los que por lo tanto, no es factible creáis.
Ateos
y cristianos, materialistas y espiritualistas, prevenidos todos, en contra de
esta creencia, con sus argumentos respectivos, como la misma ciencia también
oponiéndose con más fuerza todavía, a lo ella que considera una superstición
tan degradante!...
Así
se hace imposible franquear de un salto las paredes del recinto, y llegar a el
pináculo del conocimiento: porque nosotros no podemos coger a un salvaje en el
centro del África, y
hacerle comprender los principios de Newton o la sociología de
Herbert Spencer, porque nosotros no podemos hacer, que un niño ilustrado,
escriba una nueva lliada en clásico griego arcaico, ni que un
pintor adocenado pinte escenas de Saturno o bocete el retrato de los
habitantes de Arcturo a causa de todo esto, se nos niega nuestra
existencia?...
Si,
a causa de todo esto, se nos trata de impostores o locos; así también a los que
creen en nosotros; y se rechaza como el sueño de una imaginación desordenada a
la ciencia misma, que conduce al más alto punto del saber, aquel más elevado,
que hace verdaderamente gustar los frutos del árbol de la vida y de la
sabiduría.
El
pasaje que sigue, se encuentra en otra carta, pero se relaciona bastante, con
el extracto que acabo de dar.
Las
verdades y misterios del ocultismo, constituyen verdaderamente un conjunto de
la más alta importancia espiritual, a la vez profundo y útil, para todo el
mundo.
Así:
no os las damos para aumentar la masa indigesta de teorías y especulaciones,
sino más bien a causa de su alcance práctico, y bajo el punto de vista del
interés del género humano.
Hasta
aquí se han empleado en un sentido muy elástico, y bajo los términos anticientíficos,
imposibles alucinaciones, impostura, haciendo pasar así los fenómenos
ocultos, como algo de misterioso o anormal, cuando no de engaño
premeditado.
Y
esto, es lo que ha determinado a nuestros Maestros a querer iluminar bastante
más, a algunas inteligencias privilegiadas, y a demostrar que tras las
manifestaciones del ocultismo, se encierran leyes, como tras los fenómenos, los
más sencillos del universo físico.
Los espíritus fuertes dicen: «La
edad de los milagros ha pasado;» nosotros contestamos: «No ha existido jamás.»
Es
preciso que estos fenómenos, que por otra parte han desempeñado ya su papel en
la historia social, se manifiesten y sigan manifestándose, logrando una
victoria completa, en el mundo de los escépticos e hipócritas.
Ellos
deben aparecer como a destructores y constructores: destructores de los errores
perniciosos del pasado, los del antiguo credo y de las supersticiones
que, como la planta Mejicana(¿), ahogan casi a todo el género humano, bajo sus
besos envenenados.
Pero
eso sí, constructores de nuevas instituciones, de una verdadera y útil
fraternidad humana, donde todos los miembros, deberán ser cooperadores de la
naturaleza y trabajarán para el bien de la humanidad, con y para los
espíritus planetarios superiores; los únicos... en los cuales creemos!...
De
fenómenos elementales, en los que no se había pensado, ni soñado siquiera,
empezaron pronto a manifestarse, con una intensidad, que crecerá cada día, y
acabará por revelar el secreto de sus misteriosas maneras de obrar.
Platón,
tenía razón: las ideas rigen al mundo.
A
medida que los espíritus humanos, dejen aparte las ideas viejas y gastadas,
recibirán otras nuevas; el mundo adelantará; pujantes revoluciones, nacerán de
estas ideas; los credos aun los más poderosos ya caídos por su fuerza irresistible,
serán reducidos a polvo a su paso.
Cuando
esos tiempos habrán llegado, será tan imposible resistir a su influencia, como
detener la marea cuando sube.
Pero
todo esto, llegará gradualmente; pues antes tenemos que cumplir con un deber,
según nuestras fuerzas, cual es la de echar fuera, las piadosas baratijas que
nos han dejado nuestros antepasados.
Las
nuevas ideas, han de ser plantadas en mentes muy sanas, porque encierran
cuestiones, de la más alta importancia.
No
son únicamente los fenómenos físicos, son más bien las ideas universales, las
que nosotros estudiamos, porque para entender las unas, hemos tenido
primeramente que analizar las otras.
Ellas
nos revelan, el verdadero estado del hombre en el universo, respecto a sus
nacimientos anteriores y futuros, a su origen y a sus destinos finales; la
relación de lo mortal a lo inmortal, de lo temporal a lo eterno, de lo finito a
lo infinito; ideas más amplias más grandes, más vastas, reconociendo el reino
eterno de la ley inmutable que no cambia y no puede cambiar, en presencia; de
la cual, no hay más que un eterno presente: tanto que para los mortales
no iniciados, el tiempo es pasado ó futuro, comparando su existencia infinita
con esta mancha grosera de barro.
Estos
son los problemas que estudiamos, y que muchos han resuelto!...
Pero
soy hombre, y tengo que descansar.
No
he descansado ni dormido, hace más de sesenta horas.
Véanse
aquí, algunos renglones más, escritos de mano por Koot-Humi, en una carta que
no me estaba dirigida.
Se
encontrarán en su sitio, en esta especie de extracto.
*
* *
De cualquier modo que sea,
estamos contentos de vivir como lo hacemos, sin ser conocidos ni molestados,
por una civilización que se apoya exclusivamente en la inteligencia.
La
resurrección de nuestro arte antiguo, y nuestra poderosa civilización de otros
tiempos, no nos inquieta de ningún modo, porque sabemos que volverán: como el plesiosauro (El Plesiosauro: género de reptiles del órden de
los Enilosaurios caracterizados, por tener la cabeza pequeña, sostenida por un
cuello muy largo y parecido al de los cocodrilos y los dientes puntiagudos,
finos, arqueados y acanalados longitudinalmente.)
y el megathelio, en la época señalada, y bajo una forma más adelantada y
perfecta.
Tenemos
la debilidad de creer, en unos ciclos periódicos, y esperamos presenciar la resurrección
de lo que fue y acabó, en otras épocas remotas.
Tampoco
podríamos impedirlo, aunque lo quisiéramos.
La
nueva civilización que nacerá, será cual infante de la antigüedad, y no tenemos
más que dejar a la ley eterna seguir su curso, para ver nuestros muertos salir
de sus tumbas.
Sin
embargo, tenemos ciertamente el deseo de apresurar la vuelta de tan dichoso
acontecimiento.
No
temed nada: aun que nosotros nos enamoramos supersticiosamente de las
reliquias del pasado, nuestra ciencia, no desaparecerá de la vista del hombre;
ella es «el dote de los dioses» una reliquia, la más preciosa de todas.
Los
guardadores de la luz sagrada, no han atravesado tantos siglos de inseguridad,
para venir a encallar sobre las rocas del escepticismo moderno.
Nuestros
pilotos, son marinos experimentados para que tengamos que temer un tal
desastre.
Encontraremos
siempre voluntarios, para reemplazar a los centinelas cansados y el mundo, tan
perverso en el período transitorio de su estado actual, puede todavía, de
tiempo en tiempo, proveernos dé algunos hombres abnegados y puros.
Pero
vuelvo a mi particular correspondencia.
En
la última carta que recibí de Koot-Humi, antes de yo dejar la India, para hacer
un viaje a mi país durante cuyo pasaje y a bordo escribo estas páginas, me
dice:
«Espero
a lo menos que comprenderéis que nosotros (ó la mayor parte de nosotros), nos
hallamos muy lejos de ser momias sin corazón, desprovistos de mural, como
ciertas gentes seguramente, están, dispuestas a creernos. Mejnour (Personaje de Zanoni de Bulwer Laytin.) está
muy bien donde está: carácter ideal, de una historia que pasma, por lo
verdadera en todos sus conceptos.
Creedme,
pocos de nosotros querían desempeñar en la vida el papel de una flor seca entre
las hojas de un libro de alguna enfática poesía.
No
somos quizá más que una rosa para «ésos jóvenes», empleando la irrespetuosa
expresión que emplea X, al hablar de nosotros.
Sin
embargo, ninguno de aquéllos que pertenecen a ese rango, se parecen al austero
héroe de la novela de Bulwer.
Es
verdad, que las facilidades de observación que nuestra condición asegura a
alguno de nosotros, les dota de vida más larga, de sentimientos humanitarios
preeminentes, más imparciales y los más vastos del género humano y de todos los
vivientes.
Lejos
de reconcentrar nuestras afecciones y limitadas a una raza predilecta podríamos
contestar a Addisson, sosteniendo, que «la obra propia de la magia es
humanizar nuestras naturalezas, por la compasión».
Sin
embargo, es dado a pocos de nosotros (excepto a los que han alcanzado la
liberación final de Moksha) ( Lo mismo que
Nirvana estado post-morten de reposo y felicidad.)
librarse de la influencia de nuestro lazo terrestre, para mostrarnos más ó
menos insensibles a los placeres, a las emociones y aún a los intereses, de un
carácter elevado cuando se pertenece a la humanidad.
De
otra parte, cuanto más grande será el progreso hacia la redención, más se
debilitará esta sensibilidad, basta que para coronar la obra, todos los
sentimientos humanos, morales o puramente individuales, lazos de consanguinidad
y de amistad, patriotismo y predilección de raza, llegarán á fundirse en un solo
sentimiento universal, el único verdadero y santo; él único que no será egoísta
y será eterno, ¡el amor!..
Un
inmenso amor!... para la humanidad toda entera!...
Porque
la humanidad, querido amigo, es el gran huérfano, el único desheredado en esta
tierra, y está en el deber, todo hombre capaz de una impulsión generosa, de
hacer algo, por poco que sea, para su bienestar.
Esto
me recuerda, la vieja fábula de la guerra entre el cuerpo y los miembros; ó sea
que, cada miembro de este huérfano de padre y madre, no se cuida egoístamente
más, que de sí mismo.
El
cuerpo, privado de cuidados, padece eternamente; ya que sus miembros se hallen
en paz, ya sea en guerra su dolor y su agonía, no , se acabarán jamás.
¿Y
quién puede vituperarle, los que figuran como nuestros filósofos materialistas?
Sí,
en su aislamiento y abandono perpetuo, él ha dado nacimiento a Dioses con los
cuales pide «siempre ayuda, sin ser jamás atendido.
«Así«-
.
»Puesto
que no hay esperanza en el hombre para el hombre, no quisiera oír un grito que
lo pueda impedir,»
»Confieso
sin embargo por mi parte que no me hallo todavía exento de algunas adherencias
terrestres.
Aun
siento afección más sincera hacia ciertos hombres con preferencia a otros y la
filosofía que predica nuestro gran Patrono, »...el Salvador del mundo, que
enseña el Nirvana y la Ley.» no, jamás ha matado en mí ni las preferencias
individuales de la amistad, ni el amor de mis parientes, ni el sentimiento
ardiente de patriotismo que siento para el país en donde he recibido mi
individualidad material.
*
* *
Habia
preguntado a Koot-Humi hasta que punto podía tomarme la libertad de usar de sus
cartas, para la preparación de este volumen; véase ahí lo que me dijo, en
algunos renglones. y a continuación del pasaje que acabo de citar:
«No
me opongo a que hagáis uso de todo lo que os he escrito ó a M*; me entrego en
todo, a vuestra discreción y a vuestro juicio, lo que haya de ser impreso y la
manera de verificado.
Debo
solamente pediros «aquí señala una cierta palabra que desea tener secreta.
«...En
cuanto a lo demás, yo lo abandono, a las dentelladas venenosas de la crítica.»
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