lunes, 6 de octubre de 2014

LA UNIDAD FUNDAMENTAL DE TODAS LAS RELIGIONES (3ra Parte)

LA UNIDAD FUNDAMENTAL DE TODAS

LAS RELIGIONES

(3ra. Parte)

Sobre el comienzo del universo el Zohar enseña:
   “En el comienzo era la Voluntad del Rey anterior a toda existencia manifestada por emanación fuera de esta Voluntad.  Ella dibujó y grabó en la luz suprema y resplandeciente del Cuadrante (Tétrada sagrada), las formas todas de las cosas que, ocultas, debían aparecer  manifestarse.” (Myer.__ La Cábala, Págs. 194-195.)
 
 Nada puede existir en donde la Divinidad no está inmanente.  En lo que respecta a la reencarnación, se enseña que el alma esta presente en la mente divina antes de venir a la tierra.  Si el alma permaneciese pura durante su prueba, escaparía el renacimiento; pero esto parece que sólo fue una posibilidad teórica, porque se dice:
  
“Todas las almas están sujetas a la revolución (metempsicosis); pero los hombres no conocen los caminos del Señor, ¡bendito sea!  Ignoran la manera cómo fueron juzgados en todo tiempo: antes de haber venido a este mundo y después de dejarlo.”  (Ibíd., página 198).
  
En las Escrituras exotéricas, así hebraicas como cristianas, se encuentran rastros de esta doctrina, como, por ejemplo, en la creencia de la vuelta de Elías, y más tarde en su reaparición en la persona de Juan Bautista.
  
 Si miramos a Egipto, encontraremos allí desde la antigüedad más remota, la Trinidad conocidísima de Ra (el Padre); Osiris-Isis, como dualidad o Segundo Logos; y Horus.  Recuérdese el grandioso himno a Amón-Ra:
  
“Los Dioses se inclinan ante Tu majestad exaltando las almas del que las ha engendrado... y te dicen: Paz a todas las emanaciones del Padre inconsciente de los padres conscientes de los dioses... ¡OH Tú, productor de los seres!, adoramos las almas que emanan de Ti.  Tú nos engendras, ¡OH Desconocido!, y te saludamos adorándote en cada alma dios que desciende de Ti y vive en nosotros.” (Citado en La Doctrina Secreta, Vol. III, Pág. 486, Edic. Inglesa.)
  
Los “Padres conscientes de los dioses” son los Tres Logos; el “Padre inconsciente” es la Existencia Una, llamada inconsciente porque es infinitamente más y no menos que la limitación a la que atribuimos el nombre de conciencia.
  
En los fragmentos del Libro de los muertos, podemos estudiar las concepciones de la reencarnación del alma humana, de su peregrinación hacia el Logos y de su unión fidelísima con El.  El famoso papiro del “escriba Ani triunfante en la paz” está lleno de rasgos que recuerdan al lector las Escrituras de otras creencias. 
Tales son su viaje a través del mundo inferior,
la esperanza de restituirse a su cuerpo (forma que toma la reencarnación en los egipcios),
y en fin su identificación con el Logos:
  
“Osiris Ani dice: Yo soy el Gran Uno, hijo del Gran Uno.  Yo soy el fuego, hijo del fuego... He unido mis propios huesos y me he hecho entero, sano y joven una vez más.   Yo soy Osiris, el Señor de la eternidad.”   (XLIII, i, 4.)
  
En el examen crítico del libro de los muertos por Pierret encontramos este sorprendente pasaje:

“Yo soy el Ser de los nombres misteriosos, que se prepara a sí mismo las moradas para millones de años” (Pág. 22).  “Corazón, que me viene de mi madre, mi corazón es necesario a mi existencia sobre la tierra...  Corazón, que me viene de mi madre, corazón que me es necesario para mi transformación”  (Págs. 113-114).
  
En la religión de Zoroastro encontramos la concepción de la Existencia Una, figurada por el espacio ilimitado de donde surge el Logos, Ahura-Mazda el creador:
 
 “Supremo en omnisciencia y en bondad, sin rival en esplendor, la región de la luz es la residencia de Ahura-Mazda.” (The Bundahis. __Sacred Books of the. East V.3-4__V.2)
  
A él se rinde homenaje en primer lugar en el Yasna, la principal obra litúrgica de los zoroastrianos:
  
“Yo proclamo y cumpliré mi Yasna (culto) hacia Ahura-Mazda, el Creador, el radiante, el más grande y el mejor, el más hermoso (?) (Para nuestra concepción), el más firme, el más sabio y aquel entre todos los seres cuyo cuerpo es el más perfecto, el que cumple sus fines mas infaliblemente por el orden equitativo que ha establecido; hacia el que pone nuestras almas en la vía recta, el que irradia a lo lejos su gracia creadora de alegría, que nos ha hecho y formado, alimentado y protegido, el Espíritu bienhechor entre todos...” (S. B. of the E. XXXI, Págs. 195-196.)
  
El adorador rinde luego homenaje a los Ahmeshaspends y a otros dioses; pero el Dios supremo manifestado, el Logos, no se representa aquel como Tri-Unidad.  Como entre los hebreos, hubo en el culto exotérico la tendencia a perder de vista esta verdad fundamental.  Felizmente podemos encontrar la huella de su enseñanza  originaria, aunque desapareciera de las creencias populares. 

El Dr. Haug, en su Ensayo sobre los Parsis (Vol. V de Trübner´s Oriental series), dice que Ahura-Mazda (Aubarmazd u Hormazd) es el Ser Supremo y que de él fueron engendradas “dos causas primordiales, que, aunque diferentes, estaban unidas y produjeron el mundo de las cosas materiales, así como el mundo del espíritu” (página 303).
 
 Esos dos principios fueron llamados gemelos y están presentes en todas las cosas, así en Ahura-Mazda como en el hombre. 
El uno engendra lo real, el otro lo no real, y estos dos aspectos se convirtieron posteriormente en los genios antagonistas del Bien y del Mal; pero en la enseñanza primitiva formaban evidentemente el Segundo Logos, cuyo signo característico es la dualidad.
  
Lo bueno y lo Malo son sencillamente la Luz y las Tinieblas, el Espíritu y la Materia, los gemelos esencialmente de universo, los Dos procedentes del  Uno.
  
Criticando la idea posterior de los dos genios, dice el Dr. Haug: “Tal es la noción zoroastriana original de los Espíritus creadores, que forman sencillamente dos partes del Ser Divino.  Pero ulteriormente, a consecuencia de errores y falsas interpretaciones, esta doctrina del gran fundador fue adulterada y llegó a corromperse.  Spentomainyush (El Espíritu Bueno) fue considerado como uno de los nombres del mismo Ahura-Mazda, y como razón Angromainyush (El Espíritu Malo) estaba separado por completo de Ahura-Mazda, se consideró como su perpetuo enemigo.  Así nació el dualismo de Dios y del Diablo” (Pág. 205).
  
La opinión de Dr. Haug parece corroborada por el Gatha Ahunavaiti dado a Zoroastro o Zaratushtra por los arcángeles el mismo tiempo que otros Gathas.

   “En el principio había una pareja gemela, dos Espíritus, cada uno de actividad particular, a saber: el bien y el mal... Y esos dos espíritus unidos crearon la primera cosa (las cosas materiales): uno la realidad, otro la no-realidad... Y para socorrer esta vida (para acrecentarla) Armaiti acudió con sus riquezas, la inteligencia buena y verdadera.   Ella, la eterna, creó el mundo material...
Todas las cosas perfectas, reconocidas como los seres mejores, se recogen en la morada magnífica de la Buena inteligencia, la Sabia y la Justa.” (Yasna, Págs. 149-151.)
  
Aquí encontramos los tres Logos. 
Ahura-Mazda, el primero (el principio), la Vida Suprema; en El y por El los dos gemelos, el Segundo Logos;
luego Armaiti, la inteligencia, Creador del Universo, el Tercer Logos. 
Mas tarde aparece Mithra y viene a obscurecer hasta cierto punto, en la religión exotérica la verdad primitiva. 
De ella se ha dicho: “Ahura Mazda la estableció para conservar y velar todo este universo.  Nunca dormida, siempre en vela, guarda la creación de Mazda.” (Mihir. Yast. XXVII. 103.__S.b. of the East, XVIII.)
  
Mithra era un dios subordinado, la Luz del Cielo, como Varuna era el cielo mismo, una de las grandes inteligencias directoras.  Las más elevadas de esas inteligencias fueron los seis Ahmeshaspends, presididos por Vohuman, el Buen Pensamiento de Ahura-MazdaEllos son los “que administran toda la creación material”. (S. B. of the East, V. Pág. 10, nota.)
  
La reencarnación no se consigna en las obras que se han traducido hasta el presente, y tal creencia no se encuentra tampoco en los países modernos.  Pero encontramos en ellos la idea de que el Espíritu, en el hombre, es una chispa cuyo fin es ser un día llama y reunirse con el Fuego Supremo; lo cual implica un desarrollo para el cual es indispensable el renacimiento.  El Zoroastrismo quedará incomprendido mientras no se hallen los Oráculos Caldeos y los escritos que a ellos se refieren, porque realmente de ahí procede su origen.
   
Yendo hacia Occidente,  hacia Grecia, encontramos el sistema Órfico, del que Mr. G. R. S. Mead nos habla en su obra titulada Orpheus.  La inefable obscuridad, Tres veces desconocida, tal era el nombre dado a la Existencia Una.
 
 “Según la teología de Orfeo, todas las cosas proceden de un principio inmenso, al que la pobre y débil concepción humana nos obliga a designar con un nombre, aunque sea completamente inefable.  Ese principio es, según el lenguaje referente de los egipcios, una obscuridad tres veces desconocida, en cuya contemplación toda ciencia se convierte en ignorancia.” (Thomas Taylor, citado en Orpheus, Pág. 94.)
  


De ahí procede la Trinidad Primordial:
el Bien universal
el Alma universal y
la Mente universal. 

He aquí, pues, nuevamente la Trinidad Lógica, Mr. Mead se expresa en los siguientes términos:
“La primera tríada que se puede manifestar al intelecto no es sino una reflexión o representación de lo que no puede manifestarse.  Sus hipóstasis son: a) el Bien que es supra-esencial; b) el Alma (el alma del mundo), esencia auto-determinante; c) El Intelecto (o la Inteligencia), que es una esencia indivisible e inmutable.” (Ibíd., Pág. 94.)
  
Luego viene una serie de Triadas siempre descendentes, que con decreciente esplendor reproducen las características de la primera hasta llegar al hombre, que “contiene en sí mismo potencialmente la suma y la substancia del universo... la raza de los hombres y de los dioses es una”. (Pindar, que era uno de los pitagóricos, citado por San Clemente, Strom, v, 709.)
“Por eso se ha llamado al hombre microcosmos o mundo pequeño, para distinguirle del macrocosmos, universo o mundo grande”. (Ibíd., Pág. 271.)

El hombre posee el vodg (Nous) o inteligencia real, el soloy (Logos) o parte racional y el akoyoc (alogos) o parte irracional; las dos primeras forman cada una Triada nueva, y presentan así la división septenaria más elaborada. 

El hombre era considerado también como poseedor de tres vehículos:
el cuerpo físico,
el cuerpo sutil
y el cuerpo cruciforme o auyoelong (Augoeides),  que “es el cuerpo causal o vestido Kármico del alma, donde se acumula su destino, o mas bien todos los gérmenes de la causalidad pasada.   Esta es aquí el “alma hilo”, como se le llama a veces, el cuerpo que pasa de encarnación en encarnación”. (Ibíd., Pág. 284.)
  
En cuanto a la reencarnación: “de acuerdo con todos los adeptos a los misterios en todos los países, los órficos creían en ella”(Ibíd., Pág. 292.)
 
 Mr. Mead cita en apoyo de su aserto numerosos testimonios y demuestra que Platón, Empédocles, Pitágoras y otros enseñaron tal doctrina.  Únicamente por la virtud podían los hombres ligarse de la “Rueda de las vidas”.
  
Taylor, en las notas a sus “Obras Selectas de Plotino”, cita un pasaje de Damascio a propósito  de las enseñanzas de Platón sobre lo que hay más allá del Uno, la Existencia In-manifestada:
   “Parece, en verdad, que Platón nos lleva inefablemente a través del Uno como intermediario hasta lo Inefable más allá del Uno, que es actual objeto de nuestra discusión.  Llega por una ablación del Uno, como llega al Uno por una ablación de las demás cosas... Lo que está más allá del Uno debe honrarse con perfectísimo silencio... El Uno, en verdad, quiere existir por sí mismo sin ningún otro.  Pero lo Desconocido más allá del Uno es absolutamente inefable, y confesamos que no podemos conocerle ni ignorarle, aunque está recubierto por nosotros de un velo de súper ignorancia.  Por consecuencia, estando próximo de Eso, el Uno está por sí obscurecido: pues estando próximo del principio inmenso, si se me permite decirlo así, está en cierto modo en el santuario de ese silencio verdaderamente místico... El principio está por encima del Uno y de todas las cosas, porque es más sencillo que cada uno de ellos” (páginas 341 – 343).
   Las escuelas pitagóricas, platónica y neoplatónica tienen tantos puntos de contacto con el pensamiento indo y budista que es evidente su derivación de una fuente única. R. Garbe, en su obra Die Samkhya Philosophie (III. Págs. 85-105)  señala esos puntos, y su opinión puede resumirse así:
   Lo más sorprendente es la semejanza __o mejor dicho, la identidad— de la doctrina del Uno o del Único en los Upanishads y en la escuela de Elea. 
La doctrina de Xenófanes sobre la unidad de Dios y del Cosmos y sobre la inmutabilidad del Único,
y más aún la de Parménides, que consideraba la realidad como atributo exclusivo del Único increado, indestructible y omnipotente, mientras que todo lo que es múltiple y está sujeto a cambio sólo es apariencia, y enseña además que ser y pensar no son sino una misma cosa; semejantes doctrinas son completamente idénticas a la enseñanza esencial de los Upanishads y a la filosofía Vedanta de donde se derivan.  
En época más remota todavía, la opinión de Tales, de que todo lo existente ha salido del agua, se parece sorprendentemente a la doctrina védica, según la cual el universo salió del seno de las aguas
Más tarde Anaximandro adoptó como origen de todas las cosas una Substancia eterna, infinita e indefinida de donde  proceden todas las substancias definidas y a la que vuelven; hipótesis idéntica a la que se encuentra en el fondo de la filosofía  Sankhya, a saber, la Prakriti, fuera de la cual se desarrolla todo el aspecto material del Universo
Y la frase célebre expresa la opinión característica de la doctrina Sankhya de que todas las cosas se modifican continuamente, sin cesar, bajo la actividad incesante de las tres gunas.  Empédocles, a su vez, enseño un sistema de trasmigración y evolución idéntico en suma al Sankhya, y así su teoría de que nada puede venir a la existencia si de antemano no existe, presenta una identidad aun más estrecha con una de las doctrinas características de la citada filosofía.  
   Las doctrinas de Anaxágoras y de Demócrito están en muchísimos puntos en íntima conformidad con las doctrinas indas, especialmente las ideas del segundo sobre la naturaleza y el papel de los dioses
Lo mismo puede decirse de Epicuro, sobre todo respecto de algunos detalles.  Pero sobre todo en las doctrinas de Pitágoras encontramos más íntima y frecuente identidad en la enseñanza y en la argumentación, y la tradición explica esas analogías diciendo que el mismo Pitágoras visitó la India y aprendió en ella su filosofía.

(Tomado del libro: La Sabiduría Antigua)

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