LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 85
Carta del Mahatma
K.H. a A. P. Sinnett.
LA RAMA LONDRES DE
LA SOCIEDAD TEOSÓFICA
CARTA Nº 85
De K.H. a uno de
los Vice-Presidentes o Consejeros de "La Rama Londres" de la Sociedad
Teosófica.
A los miembros de
"La Rama Londres" de la Sociedad Teosófica —Amigos y adversarios.
Acabo de ordenar
que se envíen dos telegramas a la señora A. Kingsford y al señor A.P. Sinnett para
notificarles a ambos que la primera debe continuar siendo Presidenta de la
"Rama Londres" de la Sociedad Teosófica.
Este no es sólo el
deseo de uno de nosotros dos, o de ambos, que somos conocidos del señor Sinnett,
sino que es el deseo expreso del Chohan mismo. La elección de la señora Kingsford no es cuestión de sentimientos
personales entre nosotros y esa señora, sino que está basada enteramente en la
conveniencia de tener al frente de la Sociedad, en un lugar como Londres, a una
persona bien adaptada al nivel y a las aspiraciones del público (hasta ahora)
ignorante (de las verdades esotéricas) y por este motivo, mal intencionado. Ni tampoco tiene en
absoluto la menor importancia si la Presidenta actual de la Rama Londres de la
S.T. abriga sentimientos de consideración o de irreverencia hacia los humildes
y desconocidos personajes que están al frente de la Buena Ley Tibetana —sea el
autor de la presente o cualquiera de sus Hermanos— sino que se trata de que
dicha señora está cualificada para el propósito que todos abrigamos en nuestro
corazón, es decir, la propagación de la VERDAD por medio de las doctrinas Esotéricas
transmitidas por no importa qué canal religioso, y la destrucción del burdo materialismo
y los ciegos prejuicios y el escepticismo. Como ha observado justamente la señora, hay que
hacer comprender al público occidental que la Sociedad Teosófica es "una escuela
filosófica constituida sobre las antiguas bases herméticas" —ya que ese
público no ha oído hablar nunca del Sistema tibetano, y tiene ideas muy
tergiversadas sobre el Sistema Esotérico Buddhista. Por lo tanto, y hasta aquí,
estamos de acuerdo con las observaciones reflejadas en la carta escrita por la
señora K. a Mme. B., y que se pidió a esta última que la "sometiera a
K.H."; y a este respecto queremos recordar a nuestros miembros de la
"Rama Londres" que la
Filosofía Hermética es universal y no sectaria; mientras que la Escuela Tibetana
siempre será considerada por aquellos que la conocen poco, si es que la conocen
algo, como más o menos teñida de sectarismo. Al no aceptar
la primera ninguna discriminación por cuestión de casta, color, ni credo,
ningún amante de la sabiduría Esotérica puede poner ninguna objeción al nombre,
como sucedería en el caso de que la Sociedad a la que pertenece llevara la
etiqueta de una denominación específica correspondiente a una religión determinada.
La Filosofía Hermética se adapta a toda creencia y a toda filosofía y no choca
con ninguna. Es el
océano sin límites de la Verdad, el punto central hacia donde fluye y donde coincide
cada río, así como cada corriente —tanto que su origen esté en el Este, Oeste, Norte
o Sur. Y así como el curso del río depende de la naturaleza de su cuenca, así
también el canal para la comunicación del Conocimiento debe adaptarse a las
circunstancias que le rodean. El Hierofante Egipcio, el Mago Caldeo, el
Arhat, el Rishi, emprendieron antaño el mismo viaje de descubrimiento y llegaron
por último a la misma meta, aunque por distintas trayectorias. Incluso en
el momento actual, existen vigentes tres centros de la Fraternidad Oculta, tan
separados geográficamente como exotéricamente —siendo la verdadera doctrina esotérica
la misma en substancia, aunque diferente en los términos; todos enfocados al
mismo gran objetivo, pero en los detalles de procedimiento no hay dos que, aparentemente,
estén de acuerdo. Ocurre todos los días
encontrar estudiantes pertenecientes a diferentes escuelas de pensamiento
oculto, sentados lado a lado a los pies del mismo Gurú. Upasika (Madame B.) y Subba
Row, aunque alumnos del mismo Maestro, no han seguido la misma Filosofía —la una
es buddhista, y el otro advaita. Muchos prefieren llamarse buddhistas, no porque el nombre
les identifique con el sistema eclesiástico construido sobre las ideas básicas
de la filosofía de nuestro Señor Gautama Buddha, sino debido al significado de
la palabra sánscrita "Buddhi" —sabiduría, iluminación; y como
silenciosa protesta contra los vanos rituales y vacíos ceremoniales que, en demasiados
casos, han sido causa de las mayores calamidades. Tal es, también, el origen
del término caldeo Mago.
Es, pues,
comprensible que los métodos del Ocultismo, aunque sean en su esencia inalterables,
sin embargo tienen que adaptarse a los tiempos y a las circunstancias
cambiantes.
El estado general
de la Sociedad en Inglaterra —completamente distinto del de la India, donde nuestra
existencia es cuestión de creencia común, o por así decirlo, inherente a la
población y, en muchos casos, es cuestión de absoluto conocimiento— requiere un
sistema totalmente distinto para la presentación de las Ciencias Ocultas. El
único objetivo por el que hay que esforzarse es el mejoramiento de la condición
del HOMBRE mediante la difusión de la Verdad, adaptada a los diferentes estados
de su desarrollo, así como al desarrollo del país en el que vive y al que
pertenece. La VERDAD no tiene una señal distintiva y no sufre por el nombre
bajo el cual es promulgada —si se consigue el objetivo mencionado. La
constitución de la "Rama Londres de la Sociedad Teosófica" permite
alimentar la esperanza de que, antes de poco, se ponga en práctica el método
adecuado. Es bien sabido que
un imán deja de ser imán si sus polos cesan de ser antagónicos. Al unirse el
calor por un lado y el hielo por el otro, la temperatura resultante será
saludable para todo el mundo. La señora Kingsford y el señor Sinnett son útiles
los dos y ambos son necesarios y apreciados por nuestro venerado Chohan y
Maestro —precisamente porque son los dos polos calculados para mantener todo el
cuerpo en armonía magnética, igual que el buen juicio de ambos formará un
excelente componente que no se lograría de otra manera; el uno corrigiendo y el
otro equilibrando. Para
el firme progreso de la S.T. en Inglaterra es necesaria la dirección y los
buenos servicios de ambos. Pero no pueden ser Presidentes los dos. Los puntos
de vista de la señora Kingsford son, en el fondo, (excepto en los detalles)
idénticos a los del señor Sinnett en las cuestiones de la Filosofía Oculta; y
debido a su asociación con los nombres y símbolos familiares a los ojos y a los
oídos cristianos, son más apropiados que los del señor Sinnett para la actual disposición
de la inteligencia nacional inglesa y de su espíritu conservador. La señora K.
es, pues, más idónea para dirigir con acierto el movimiento en Inglaterra. Por
lo tanto, si nuestro consejo y nuestro deseo cuentan para algo entre los
miembros de la "Rama Londres", sea como sea, ella tendrá que ocupar
la Presidencia, al menos el próximo año. Que los miembros, bajo su dirección,
traten de superar con decisión la impopularidad que toda enseñanza esotérica y
toda reforma es seguro que provoquen en los comienzos, y triunfarán. La Sociedad
será una gran ayuda y una gran fuerza para el mundo, así como un canal seguro
para la corriente filantrópica de su presidenta. Su lucha constante y no del
todo infructuosa, por la causa de la anti-vivisección, y su ardiente defensa
del vegetarismo, son suficientes méritos para la consideración de nuestros
Chohans, así como para la de todos los verdaderos buddhistas y advaitas —y de
ahí la preferencia de nuestro Maha-Chohan en este sentido. Pero como los
servicios del señor Sinnett por la buena causa son evidentemente importantes — mucho
más importantes que los de cualquier otro teósofo occidental— por ello es
aconsejable un nuevo arreglo.
Parece
necesario, para un estudio apropiado y una correcta comprensión de nuestra
filosofía y en beneficio de aquellos cuya inclinación les lleva a buscar el
conocimiento esotérico en la fuente del Buddhismo del Norte, y para que esa
enseñanza no sea impuesta ni siquiera virtualmente, ni ofrecida a aquellos
teósofos que puedan discrepar de nuestros puntos de vista, que se forme un
grupo especial compuesto por aquellos miembros que deseen seguir totalmente las
enseñanzas de la Escuela a la que nosotros, miembros de la Fraternidad Tibetana,
pertenecemos, y que se formará bajo la dirección del señor Sinnett y dentro de
la "Rama Londres de la S.T." Ese es, en realidad, el deseo del Maha Chohan.
Nuestra experiencia del año pasado demuestra ampliamente el peligro que se
corre al someter imprudentemente nuestras sagradas doctrinas a un mundo no
preparado. Por lo tanto, esperamos, y estamos resueltos a exigir si es
necesario, más cuidado que nunca a nuestros seguidores, en la exposición de
nuestras enseñanzas secretas. Por consiguiente, muchas de estas últimas que el
señor Sinnett y sus condiscípulos puedan recibir de nosotros de cuando en cuando,
tendrán que guardarse enteramente en secreto para el mundo —si quieren que les ayudemos
en ese sentido.
Casi no necesito
señalar que el arreglo propuesto está proyectado para conducir a un progreso armónico
a la "R.L.S.T." Es un hecho
universalmente admitido que el éxito maravilloso de la Sociedad Teosófica en la
India es debido completamente a su principio de sabia y respetuosa tolerancia
hacia las opiniones y creencias de cada uno. Ni siquiera el Presidente-Fundador tiene el derecho
a intervenir, directa o indirectamente, para interferir la libertad de pensamiento
del más humilde de los miembros; y menos aún tratar de influir en su opinión personal.
Sólo cuando no hay esta generosa consideración es cuando incluso la más ligera sombra
de diferencia arma a los buscadores de la misma verdad, por otra parte devotos
y sinceros, con el dardo envenenado del odio contra sus hermanos, igualmente
sinceros y devotos. Víctimas engañadas de verdades distorsionadas, olvidan, o
nunca supieron, que la disonancia es la armonía del Universo. Así pues, en la
Sociedad Teosófica, cada parte, como en las gloriosas fugas del inmortal
Mozart, incesantemente estas disonancias se persiguen unas a otras en una
discordancia armónica por los senderos del Progreso Eterno, para unirse y, finalmente,
fundirse en el umbral de la meta perseguida, en un armonioso todo: la nota
clave de la Naturaleza. La Justicia Absoluta no establece diferencias entre los muchos y los pocos.
Por lo tanto, al mismo tiempo que agradecemos a la mayoría de los teósofos de
la "R.L." su "lealtad" hacia nosotros, sus instructores
invisibles, debemos recordarles que su presidenta, la señora Kingsford, también
es leal y sincera —a lo que ella cree que es la Verdad. Y de la misma manera
que ella es leal y sincera en sus convicciones, independientemente de la
minoría que pueda estar de su parte en estos momentos, la mayoría dirigida por
el señor Sinnett, nuestro representante en Londres, no puede, en justicia,
cargarla con la culpa —puesto que ella ha negado enérgicamente toda intención
de faltar a la letra o al espíritu del Artículo VI de los Estatutos de la S.T.
Madre (los cuales le ruego que se miren y se lean)—, culpa que sólo lo es a los
ojos de aquellos a quienes gusta ser excesivamente severos. Todo teósofo
occidental, especialmente aquellos que quisieran ser nuestros seguidores,
debería aprender y recordar —que en nuestra Fraternidad, todas las personalidades
se funden en una idea única —el derecho abstracto y la absoluta práctica de la justicia
para todos. Y que, aunque no digamos como los cristianos "devolved bien
por mal" — repetimos con Confucio: "devolved bien por bien; para el mal
—JUSTICIA". Así
pues, los teósofos que piensan como la señora K. —incluso aunque estén
personalmente en contra de algunos de nosotros hasta el fin— tienen tanto
derecho a toda consideración y respeto (en tanto que sean sinceros) de nuestra
parte y de parte de sus compañeros de opinión distinta, como los que están
dispuestos a seguir incondicionalmente al señor Sinnett y a nuestras enseñanzas
especiales. Una respetuosa obediencia a esta reglas servirá siempre en la vida
a los intereses más elevados de todos aquellos a los que ellas conciemen. Para
el progreso paralelo de los grupos bajo la dirección de la señora K. y del
señor S. es necesario que uno no interfiera en las creencias y derechos del
otro. Y se espera, seriamente, que ambos actuarán llevados por un sincero y atento
deseo de respetar la independencia filosófica de cada uno, preservando, al
mismo tiempo, su unidad como conjunto —es decir, los objetivos de la Sociedad
Teosófica Madre en su integridad— y los de la "Rama Londres" con su
ligera modificación. Quisiéramos que la Sociedad en Londres conservara su
armonía en su división, como en las
Ramas indias, donde los representantes de las diferentes escuelas de Hinduísmo buscan
estudiar las Ciencias Esotéricas y la Sabiduría Antigua sin abandonar
necesariamente por ello sus respectivas creencias. Cada Rama, y a menudo
miembros de la misma Rama, — en algunos casos cristianos conversos incluidos—
estudian fraternalmente para servir a los objetivos comunes de la Sociedad.
Para llevar a cabo este programa es deseable que la "Rama Londres"
sea administrada al menos por catorce Consejeros —la mitad de tendencia hacia
el Esoterismo cristiano, representado por la señora K., y la otra mitad por los
que siguen el Esoterismo buddhista, representado por el señor S.; y que todas
las cuestiones importantes se decidan por mayoría de votos. Somos plenamente
conscientes y sabemos muy bien las dificultades de un arreglo así. Sin embargo,
parece absolutamente necesario para restablecer la armonía perdida. La
constitución de la "Rama Londres" tiene que ser modificada, y puede serlo
siempre que los miembros lo intenten, y así tendrán mayor fuerza en una
amistosa división como esa que en una unidad forzada.
Por lo tanto, a
menos que la señora Kingsford y el señor Sinnett acepten la discrepancia en los
detalles, y a menos que el trabajo vaya al unísono para servir a los
principales objetivos tal como están
establecidos en los Estatutos de la Sociedad Madre, no podemos intervenir en el
futuro desarrollo y progreso de la Rama Londres.
K.H.
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