domingo, 17 de abril de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 86

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 86
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA RAMA LONDRES DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA

7 de diciembre de 1883,
Mysore.
Contenido
CARTA N° 86
Recibida en enero de 1884.
Buen amigo, le tomo a usted la palabra. En una de sus recientes cartas a la "V.D." expresa usted su disposición para seguir mi consejo en casi todo lo que yo pueda pedirle. Pues bien — ha llegado el momento de demostrar su buena voluntad. Y puesto que, en este caso particular, estoy simplemente llevando a cabo los deseos de mi Chohan, tengo la esperanza de que usted no encontrará demasiada dificultad en compartir mi suerte, haciendo —lo que yo hago. La "fascinante" señora K. tiene que seguir como Presidenta —jusq'á nouvel ordre. (Hasta nueva orden. (En francés en el original).
 En conciencia, —después de haber leído su apologética carta a H.P.B. —no puedo decir que no estoy del lado de ella en mucho de lo que tiene que decir en su defensa. Claro está que mucha parte de ello es —una reflexión tardía; sin embargo, su misma ansia por conservar su puesto encierra una buena esperanza para el futuro de la Rama Londres, especialmente si usted me ayuda, llevando a la práctica el espíritu de mis instrucciones. Así, la Sociedad Teosófica londinense dejará de ser "un rabo que ella pueda agitar" a placer y dejándose llevar por su fantasía, sino que ella misma se convertirá en parte esencial de ese "rabo" —y cuanto más ayude a agitarlo, mejor será esa actividad para vuestra Sociedad. Dar explicaciones detalladas resultaría más bien un trabajo demasiado largo y tedioso. Es suficiente que usted sepa que su lucha por la antí-vivisección y su estricta dieta vegetariana han conquistado por completo para su causa a nuestro austero Maestro. A Él le tiene más sin cuidado que a nosotros cualquier expresión o sentimiento externo o —incluso interno— de falta de consideración hacia los "Mahatmas". Que cumpla con su deber hacia la Sociedad, que sea fiel a sus principios y el resto llegará a su debido tiempo. Ella es muy joven y su vanidad personal y otras imperfecciones femeninas deben achacarse al señor Maitland y al coro griego de sus admiradores.
El documento que incluyo es para que usted lo entregue, sellado, a uno de los Consejeros o Vice-presidentes de su Sociedad. Creo que el señor C.C. Massey sería la persona más indicada para la tarea, puesto que es un amigo sincero de las dos partes interesadas. Sin embargo, la elección queda a su propio criterio y discreción. Todo lo que se le pide a usted es que insista en que debe ser leído ante una reunión general compuesta de tantos teósofos como usted pueda reunir, y en la primera oportunidad. Contiene y lleva en sus pliegos y caracteres cierta influencia oculta que debería llegar a tantos teósofos como fuera posible. Posiblemente podrá usted deducir de lo que se trata, en el futuro, por sus efectos directos e indirectos.
Mientras tanto —léalo y séllelo; y no permita que nadie le haga la pregunta indiscreta de si ha tomado nota de su contenido, porque usted tiene que mantener en secreto su conocimiento. En el caso de que esta condición pudiera parecerle peligrosa porque ello podría obligar a una negación del hecho —es mejor que usted lo entregue sin leerlo. No tema, yo estoy ahí para vigilar sus intereses. En todo caso, el programa es como sigue: el memorándum escrito por su humilde corresponsal debe ser leído a los teósofos reunidos en asamblea, y debe ser conservado en los archivos de la Sociedad. Contiene una exposición de nuestros puntos de vista en relación con las preguntas surgidas relativas a la dirección y a las bases de trabajo.
Nuestro interés dependerá de que se lleve a cabo el programa que el documento contiene y que ha sido establecido después de una madura reflexión.
Volviendo a algunas de sus preguntas filosóficas —(al estar de camino, no puedo contestarlas todas). Es difícil percatarse de cuáles son las relaciones que usted desea establecer entre los distintos estados de subjetividad en el Devachán y los diferentes estados de la materia. Si se supone que en el Devachán el Ego pasa por todos estos estados de materia, la respuesta sería entonces que la existencia en el séptimo estado de materia es el Nirvana y no las condiciones Devachánicas. Si bien la humanidad está en diferentes etapas de desarrollo, pertenece sin embargo a las condiciones tridimensionales de la materia. Y no hay razón para que en el Devachán el Ego varíe sus "dimensiones".
El que las moléculas ocupen un lugar en el infinito, es una proposición inconcebible. La confusión nace de la tendencia occidental a dar una interpretación objetiva de lo que es puramente subjetivo. El libro de Khiu-te nos enseña que el espacio es el infinito mismo. Es sin forma, inmutable y absoluto: Igual que la mente humana, que es la inagotable gestadora de ideas, la mente Universal o Espacio tiene su ideación que se proyecta en la objetividad en el momento fijado; pero el espacio en sí no se ve afectado por eso. Hasta vuestro Hamilton ha demostrado que el infinito no puede concebirse nunca como una serie de adiciones. Siempre que usted hable de lugar en el infinito, destrona al infinito y degrada su carácter absoluto e incondicionado.
¿Qué tiene que ver la cantidad de encarnaciones con la sagacidad, el talento, la habilidad o la estupidez de un individuo? Un fuerte deseo por la vida física puede arrastrar a una entidad a través de una serie de encarnaciones y, sin embargo, puede no desarrollar en ellas sus capacidades más elevadas. La Ley de Afinidad actúa por medio del inherente impulso Kármico del Ego, y gobierna su futura existencia. Comprendiendo la Ley de la Herencia de Darwin para el cuerpo, no es difícil ver que el Ego, al buscar renacer, puede ser atraído, en el momento del renacimiento, hacia un cuerpo nacido en una familia que tiene las mismas tendencias que las de la Entidad reencarnante.
No debe usted lamentar que mi restricción incluya al señor C.C. Massey. Un punto razonado y explicado no haría más que conducir a otros puntos más confusos que surgirían siempre de su mente suspicaz e inquieta. Su amigo tiene algo de misántropo. Su mente está oscurecida con negras dudas y su estado psicológico es lastimoso. Todas sus intenciones más lúcidas son sofocadas y su evolución búddhica (no buddhística) está detenida. ¡Preocúpese por él si él no lo hace! Víctima de las ilusiones de su propia creación se está deslizando hacia una sima más profunda de infortunio espiritual, y es posible que busque aislarse del mundo y de sí mismo refugiándose en los límites de una teología que, en otro tiempo, hubiera desdeñado vehementemente. Se ha intentado todo esfuerzo posible para salvarle, especialmente por parte de Olcott, cuyo amor fraternal le ha impulsado a lanzar las más cálidas llamadas a su corazón —como usted sabe. ¡Pobre, pobre ser extraviado! ¡Mis cartas son escritas por H.P.B., y él no tiene ninguna duda de que yo conseguí las ideas "robadas al señor Kiddle", de la cabeza de ella! Pero dejémosle en paz.
Nuestro amigo Samuel Ward lamenta el desconcierto de su amigo Ellis; esto tendría que afectarme a mí y supongo que a mi regreso es conveniente que vea si un par de cuernos —los "codiciados cuernos" no podrían ser recogidos por alguna caravana allí donde hubieran sido abandonados naturalmente por el animal. Pues sólo de este modo el "Tío Sam" puede esperar honradamente que yo le ayude, porque ¡no querrá usted que yo me cargue con un rifle al hombro y que deje "El Buddhismo Esotérico" a mi espalda, al pie de los riscos de las gamuzas!
Siento que se haya tomado la molestia de escribirme sobre Bradlaugh. Le conozco muy bien y también a su asociada. Hay más de un rasgo en su carácter que estimo y respeto. El no es inmoral, y nada de lo que pudiera decirse en favor o en contra de él por parte de la señora K., ni siquiera por parte de usted mismo podría cambiar o influir en mi opinión de él y de la señora Besant. Sin embargo, el libro publicado por ellos, —"The Fruits of Philosophy", es escandaloso y extremadamente pernicioso en sus efectos, sean cuales fueren los objetivos benéficos y filantrópicos que les llevaron a la publicación de la obra. Lamento —muy profundamente, mi querido amigo, verme obligado a disentir ampliamente de usted en mi punto de vista sobre el tema. Preferiría evitar tan desagradable discusión. Como de costumbre, a H.P.B. le faltó tacto al comunicar lo que se le encargó que dijera a la señora K., pero en general, lo expresó correctamente. Yo no he leído la obra —ni lo haré, pero tengo ante mí su impuro espíritu, su aura brutal y repito que, desde mi punto de vista, los consejos que se dan en la obra son abominables; son los frutos de Sodoma y Gomorra, más que de la Filosofía, cuyo mismo nombre degrada el libro. Cuanto antes dejemos de lado este tema —mejor.
Y ahora, tengo que irme. El viaje que me espera es largo y tedioso y la misión es casi desesperada. Sin embargo, algo bueno se hará.
Siempre suyo, sinceramente,
K.H.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario