LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 87
Carta del Mahatma
K.H. a A. P. Sinnett.
LA RAMA LONDRES DE
LA SOCIEDAD TEOSÓFICA
CARTA Nº 87 (Las palabras
"De Bhola Deva Sarma" están escritas en el sobre de esta carta, que
fue echada al correo en Adyar, el 16 de enero de 1884 y se recibió en Londres
el 7 de febrero de 1884. Sólo la postdata es de puño y letra de K.H.)
A la Rama Londres
de la Sociedad Teosófica —Saludos. Puesto que los telegramas a la señora
Kingsford y al señor Sinnett y mi carta desde Mysore no han sido totalmente
comprendidos, por parte del Maha Chohan se me ordenó que aconsejara el
aplazamiento de la elección anual para evitar así cualquier precipitación y
ganar tiempo para estudiar esta carta. Después de la fría acogida, por parte de
los miembros de la R.L.S.T. el 16 de diciembre, a las propuestas contenidas en
la página 29 de la circular impresa y confidencial de la señora Kingsford y el
señor Maitland (en las Observaciones y Proposiciones de este último), es decir,
la necesidad de formar un cuerpo distinto o grupo dentro del grupo general de
la R.L.S.T. — cuya propuesta, si bien no es idéntica en el método práctico que
ella sugiere, sin embargo sí lo es substancialmente con la propuesta que yo
emití en mi carta del 7 de diciembre— y por otra parte, después de algunos
malentendidos, de falsas esperanzas y descontentos —se ha considerado
absolutamente necesario el aplazamiento de la elección.
Tal como estaba
implícito en mi última carta, en la fecha de la comunicación anterior, la candente
cuestión no se refería al carácter literal o alegórico de la última obra del
señor Sinnett, sino a la lealtad o deslealtad de la Presidenta de ustedes y de
su colaborador hacia nosotros, a quienes muchos de ustedes han juzgado
conveniente escoger como sus Instructores esotéricos. Desde ese punto de vista,
y al no haber recibido ninguna otra queja hasta ese momento (21 de octubre)
surgió la imperativa necesidad de mantener según las sabias palabras de la
señora Kingsford —que en sí no son más que el eco de la propia voz del Tathagatha—
la política de desligar "la autoridad de los nombres, tanto en el pasado
como en el presente, de los principios abstractos". (Discurso inaugural de
la Presidenta, el 21 de octubre de 1883). Como que se trata de una cuestión de
Justicia, la ignorancia de la señora Kingsford respecto de nuestro verdadero
carácter, nuestras doctrinas y nuestra posición (ignorancia que se
sobreentiende en sus observaciones poco halagüeñas en relación al que esto
escribe y a sus colegas), no tiene más peso que un copo de algodón por lo que
respecta a la cuestión de su reelección. Esto, añadido a su valor intrínseco e
individual, y a su caridad hacia los pobres animales, y también al hecho de
haber pedido a la señora H.P. Blavatsky "someter mi (la de ella) carta a
Koot Hoomi" —hizo que el primer procedimiento fuera el más adecuado.
Y ahora, el
desarrollo de los acontecimientos, desde el envío de los telegramas en
cuestión, posiblemente les haya sugerido a algunos de entre ustedes las
verdaderas razones de una acción tan inusitada, por no decir arbitraria, como
lo es la de interferir en los derechos de elección privados de una Rama. El
tiempo, a veces, neutraliza los males más graves, desencadenando una crisis.
Además, y empleando una vez más las palabras de su discurso, — (vuestra
presidenta, al referirse a una carta particular mía al señor Ward, que ella
había leído y donde, según ella, yo escribí):
"Con evidente
ignorancia de los hechos, y esto no es de extrañar" se puede suponer que nosotros
ignorábamos también la publicación de la carta impresa que iba a seguir,
"Carta privada y confidencial" que se hizo circular entre los
miembros de la R.L.S.T. el 16 de diciembre. Así pues, ella no necesitaba
sentirse mayormente sorprendida al descubrir que esta "Carta" ha
modificado enormemente el caso. Basándonos siempre en la fuerza del principio de
justicia imparcial involucrado, nos vemos obligados, no tanto a ratificar
literalmente nuestra decisión sobre la reelección de la señora K., como a
añadir a ello cierta cláusula y hacer que, de ahora en adelante, resulte
imposible para la Presidenta y para los miembros, interpretar incorrectamente
nuestra mutua posición. Ojalá que siempre esté lejos de nuestro pensamiento el
establecer una nueva jerarquía para la futura opresión de un mundo dominado por
clérigos. Igual que entonces nuestro deseo fue señalarles que no se podía ser
al mismo tiempo un miembro activo y útil de la Sociedad sin considerarse
nuestro discípulo o correligionario, ahora es lo mismo. Pero, precisamente
porque ese principio debe operar en ambos sentidos, es por lo que (a pesar de
nuestro deseo personal para su reelección) sentimos, y quisiéramos que se
supiera, que no tenemos ningún derecho a influir en la libre voluntad de los
miembros, en éste o en cualquier otro asunto. Semejante interferencia estaría en flagrante contradicción
con la ley básica del esoterismo de que el desarrollo personal psíquico va seguido
parí passu del desarrollo del esfuerzo individual y que es la demostración del
mérito personal adquirido.
Además, se observa una gran discrepancia en los informes que nos llegan del
efecto producido en los miembros por el incidente
"Kingsford-Sinnett". Ante esto, me resulta imposible acceder a los
varios deseos de la señora Kingsford expresados en sus cartas a Madame
Blavatsky. Si el señor Massey y el señor Ward otorgan su "total aprobación
y simpatía" a la dama, una gran mayoría de miembros parece otorgar las
suyas al señor Sinnett.
Por lo tanto, si yo
hubiera de actuar de conformidad con la sugerencia del señor Massey, tal como
informa la señora K. en su carta del 20 de diciembre, en la que expresa la
opinión de él, de que "una sola palabra del Mahatma K.H. bastaría
definitivamente para reconciliar al señor Sinnett con mi punto de vista (el de
la señora) sobre la cuestión, y establecer entre él y la Rama la cordialidad y
la comprensión más perfecta" —en realidad yo mismo estaría haciendo de pseudo-Papa, al que ella menosprecia y
además sería injusto y arbitrario. Entonces, yo me expondría y expondría al
señor Sinnett a justas críticas, todavía más severas que las de su discurso de
inauguración, en algunas frases remarcables en las que afirma su
"desconfianza a toda llamada a la autoridad". Una persona que acaba
de decir: "observo con dolor e
inquietud la creciente tendencia de la S.T. a introducir en sus métodos... la
veneración exagerada por las personas y por la autoridad personal. . . cuyo
verdadero resultado es el mero culto servil al héroe. ... Se habla mucho más de
lo conveniente entre nosotros de nuestros MAESTROS los Adeptos y cosas por el
estilo.... Se han valorado demasiado sus dichos y sus hechos, etc. . . ."
—una persona así no
debería pedirme semejante intervención, aún estando seguro de que mi fiel
amigo, el señor Sinnett, no se lo tendría en cuenta. Si hubiera accedido al
deseo de la señora de que la nombrara "Apóstol del Esoterismo Oriental y
Occidental", y si hubiera tratado de forzar su elección, aunque sólo fuera
influyendo en uno solo de los miembros que
no lo desearan, y si me hubiera aprovechado de ese cálido y fiel afecto
del señor Sinnett hacia mí que nunca fluctúa, influyendo en su actitud futura
hacia ella misma y hacia el Movimiento, entonces merecería ser tildado de
"oráculo de los teósofos" y clasificado como el "Jo Smith de los
Santos del Ultimo Día" y como "Tomás Harris", el
"mixegenista" (No
hay término que equivalga en español a esta palabra. En este caso se refiere a
un espiritista americano que predicaba el "matrimonio espiritual"
entre una entidad desencarnada y un mortal.) trascendental entre dos mundos. Yo no puedo creer
que una persona que hace sólo unos días sostenía que "nuestra sabia y
verdadera trayectoria teosófica no es la de crear nuevos Papas y proclamar nuevos
Señores y Maestros", —buscara ahora, en su propio caso, la protección e
invocara la ayuda de una "autoridad", la cual sólo podría hacerse
sentir hipotéticamente con la ciega renuncia al propio discernimiento. Y como sea que yo
prefiero atribuir el deseo de la señora Kingsford a su ignorancia de los
verdaderos sentimientos de algunos de sus colegas cuya naturaleza ha sido,
posiblemente, disfrazada ahora bajo la delicada falta de sinceridad de la vida
civilizada occidental —le recomendaría a ella y a otros interesados en la
presente disputa, que apelaran a la decisión del voto, por medio del cual todos
pueden expresar sus deseos sin exponerse, individualmente, a ser acusados de
falta de cortesía. Y esto no sería más que aprovecharse del privilegio que les
confiere el final del artículo 3 de sus Estatutos.
Y ahora pasemos a
considerar otra cosa. Por poco que pudiera interesarnos la subordinación personal
hacia nosotros, los líderes reconocidos de los Fundadores de la Sociedad Madre,
jamás podemos aprobar ni tolerar en ningún miembro, sea de la Rama que sea, la
deslealtad hacia los principios fundamentales representados por la Organización
Madre. Los Estatutos de la Sociedad Madre deben ser respetados por aquellos que
componen sus Ramas, procurando, desde luego, que no se salgan de los tres
objetivos declarados de la organización. La experiencia de la Sociedad Madre
demuestra que la efectividad de una Rama depende mucho, si no en todo, de la
lealtad, discreción y dedicación de su Presidente y de su Secretario, y por más
que sus colegas puedan colaborar, el rendimiento de la actividad de su grupo se
desarrolla proporcionalmente al de aquellos que desempeñan esos cargos.
Y para terminar,
repito, que es con el fin de evitar que se proceda a la reelección de la señora
K. antes de que haya desaparecido todo malentendido resultante de mis
comunicaciones anteriores, que aconsejo que la elección anual de miembros para
desempeñar cargos en vuestra Rama se aplace hasta no recibir esta carta.
Además, como sea que el Presidente-Fundador — que conoce nuestro modo de pensar
y merece nuestra confianza— es esperado en Inglaterra dentro de poco, no vemos
la necesidad de tomar ninguna medida precipitada en esta cuestión.
A él se le ha
facilitado una idea general de la situación lo cual, cuando llegue, le
permitirá tratar imparcialmente este caso y otros, como representante, a la
vez, de su Maestro y de los mejores intereses de la Sociedad
(Por orden de mi
Muy Venerado Gurú Deva Mahatma K Δ)
( Bhola Dova Sarma.)
Sería inteligente
leer esta carta a los miembros —incluyendo la señora Kingsford— antes del día
de las elecciones. Quisiera que estuviera prevenido, si es posible, ante otro
"golpe espectacular". Por naturales que sean en política las
sorpresas sensacionales de este género, los partidos políticos se componen de
fíeles cuya alma se regocija con la intriga; es muy lamentable que esto suceda
en una asociación de personas que hacen profesión de consagrarse a los
problemas más graves que afectan a los intereses de la humanidad. Que las
naturalezas mediocres pleiteen, si lo desean; las inteligentes arreglan sus
diferencias con un espíritu de mutua tolerancia.
K.H.
Subba Row y un
sabio todavía más grande que él han contestado plenamente a las Observaciones e
Indicaciones del señor Maitland sobre El Buddhismo Esotérico. Estas respuestas
se enviarán la próxima semana en forma de folleto y se ruega al señor Sinnett
que las distribuya especialmente entre aquellos miembros que puedan haberse
visto afectados por la crítica.
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