lunes, 18 de abril de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 89

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 89
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

ESPIRITISMO Y LOS FENÓMENOS

CARTA Nº 89
Recibida en Allahabad, el 24 de marzo de 1882.
Privada
Buen amigo, al enviar la carta no repetiré de nuevo las muchas advertencias que podrían hacerse sobre las diferentes objeciones que tenemos derecho a presentar contra los fenómenos espiritistas y sus médiums. Nosotros hemos cumplido con nuestro deber y debido a que la voz de la verdad llegó por un conducto que a muy pocos les gustó, se la declaró falsa, y con ella —al Ocultismo. El momento de discutir ya ha pasado y se acerca la hora en que quedará demostrado ante el mundo que la Ciencia Oculta, en lugar de ser, según palabras del Dr. R. Chambers —"la superstición en sí", tal como ellos puede que estén dispuestos a creer, se descubrirá que es la explicación de la extinción de toda superstición, o de casi toda. Por razones que usted comprenderá, aunque al principio (en lo que a usted se refiere) se sentirá inclinado a considerarlo injusto, estoy decidido a hacer, por una vez, aquello que no he hecho nunca; es decir, a personificarme bajo otra forma y, probablemente, con otro carácter. Por lo tanto, no necesita usted envidiar a Eglinton el placer de verme personalmente, hablar conmigo —y quedar "atónito", ni de los resultados de la visita que le haré a bordo del "Vega". Esto lo realizaré entre el 21 y 22 de este mes, y cuando usted lea esta carta será ya una "visión del pasado" —si Olcott le envía a usted la carta hoy.
Tal vez usted diga "todas las cosas de la existencia son un misterio y nosotros explicamos los misterios a través de misterios". Bien, bien; para usted y para quien esté prevenido no será así, puesto que, por varias razones —unas más plausibles que otras— deposito en usted mi confianza.
Una de estas razones es —evitarle un sentimiento involuntario de envidia, (la palabra suena rara, ¿no es cierto?) cuando usted oiga hablar de ello. Como sea que él verá a alguien totalmente distinto del verdadero K.H., aunque sea K.H. —no es necesario que usted se sienta ofendido por su amigo trans-himaláyico.
Otra razón es la de evitar que al pobre hombre se le tache de jactancioso;
la tercera y la más importante, aunque no la menor ni la última, es que la Teosofía y sus seguidores tienen que ser finalmente vindicados. Eglinton se marcha a su tierra y si a su regreso no es capaz de reconocer nada de los Hermanos, sería un día de prueba muy penoso para la pobre vieja H.P.B. y para H.S.O. El señor Hume nos echó en cara el que nos apareciéramos ante Eglinton. Se rió por lo bajo de nosotros, y nos desafió a que nos apareciéramos ante Fern y los demás. Por razones que puede que él sea o no sea capaz de apreciar —pero usted si— no pudimos, o mejor dicho, no quisimos hacerlo mientras E. estuviera en la India. Y no menos buenas razones las teníamos para prohibir a H.P.B. que le escribiera, ni que le concediera demasiada importancia en el Theosophist. Pero ahora que se ha ido, y que el día 22 estará a cientos de millas en el océano y ninguna sospecha de fraude puede surgir ni contra uno ni contra otro, ha llegado el momento del experimento. El piensa ponerla a ella a prueba —pero el que será puesto a prueba será él.
Así pues, mi devoto amigo y defensor, prepárese. Como voy a recomendarle a Eglinton que recomiende discreción por su parte a la señora Cordón, y como sea que la buena señora podría estar dispuesta a ir demasiado lejos y a tomar la indicación al pie de la letra, le doy a usted por adelantado una bula para ella, con el fin de romper el sello de sus labios.
Ahora pasemos al señor Hume. Ha trabajado realmente para nosotros y, ciertamente, merece nuestra consideración —hasta el momento. Le habría escrito yo mismo gustosamente, pero me temo que la vista de mi conocida caligrafía sería causa de desviación de sus sentimientos —haciéndolos empeorar— antes de que se tomara la molestia de leer lo que tengo que decir.
¿Quiere usted tener la bondad de hacerse cargo de la delicada tarea de notificarle lo que ahora le escribo a usted? Dígale que hay personas —enemigos— que están ansiosos de sorprender a la "vieja dama" practicando el FRAUDE, de atraparla, por decirlo así, y que, por esa misma razón, yo estoy decidido a poner fin a esta cuestión de una vez por todas y para siempre.
Dígale que, aprovechando su sugerencia y su consejo, yo —K.H., apareceré ante Eglinton en propia persona y in aclu, en el mar, entre los días 21 y 22 de este mes, y que si tengo éxito en hacer que el rebelde que niega a los "Hermanos" recupere su sentido, la señora Cordón y su consorte serán puestos inmediatamente al corriente de este hecho. Esto es todo. Hemos esperado a propósito para realizar nuestro experimento, hasta su marcha, y ahora —NOS DISPONEMOS A ACTUAR.
Siempre suyo,
K.H.
Hasta el 25 de marzo se espera que el señor Sinnett mantenga sus labios tan sellados como lo estarán cuando se muera —dentro de tres veintenas de años + diez. Ni una sola alma, salvo la señora S., su buena esposa, debe conocer una sola palabra de esta carta. Espero esto de su amistad, y ahora la pongo a prueba. Al señor Hume puede usted escribirle ahora mismo de forma que él pueda recibir la carta el 24 por la tarde. El futuro de usted depende de esto, de su silencio.
K.H.


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