miércoles, 20 de abril de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 93

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 93
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

ESPIRITISMO Y LOS FENÓMENOS

CARTA Nº 93
Recibida en Londres, 1883-84
Mi bueno y fiel amigo —la explicación aquí contenida no se hubiera dado nunca si yo no me hubiera dado cuenta de cuan turbado estaba usted durante su conversación con algunos amigos sobre el asunto del "plagio" —particularmente con C.C.M. Especialmente ahora que he recibido su última carta en la cual usted menciona con tanta delicadeza "este lastimoso pequeño incidente de Kiddle", el ocultarle a usted la verdad sería una crueldad; y sin embargo, ponerla en manos del mundo de los espiritistas, lleno de prejuicios y malévolamente dispuesto será una completa locura. Por lo tanto, hemos de llegar a un acuerdo: usted y el señor Ward, que cuentan con mi confianza, tienen que prometerme que nunca explicarán a nadie, sin mi especial consentimiento, los hechos que expongo a continuación —ni siquiera a M.A. Oxon ni a C.C. Massey, a los que incluyo, por razones que en seguida mencionaré y que ustedes comprenderán al instante. Si se ven presionados por alguno de ellos, pueden contestar simplemente que el "misterio psicológico" les fue aclarado a ustedes y a algunos otros; y —SI quedan convencidos— pueden ustedes añadir que "los pasajes paralelos" no pueden ser llamados plagio ni cosa parecida. Les doy a ustedes carie blanche para decir lo que quieran — incluso para explicar la razón de por qué prefiero que los hechos reales no se expongan al público en general ni a la mayoría de los miembros de Londres —todo, menos los detalles que sólo ustedes y algunos otros conocerán. Como observarán, ni siquiera les pido que defiendan mi reputación —a menos que estén convencidos más allá de cualquier duda y hayan comprendido ustedes la explicación. Y ahora puedo decirles por qué prefiero que sus amigos me consideren un "peligroso plagiario".
Habiendo sido tratado repetidamente de "sofista", de "mito", de "señora Harris" y de "inteligencia inferior" por los enemigos, me gustaría que no se me considerara como un artífice de la mentira por parte de falsos amigos —quiero decir, aquellos que me aceptarían de mala gana, aunque consideraran que yo estaba a la altura de sus ideales, en lugar de lo contrario— tal como ocurre ahora. Por lo que se refiere a mí, personalmente, no me importa lo que ocurra. Pero por consideración a ustedes y a la Sociedad, puedo hacer un esfuerzo más para despejar el horizonte de sus nubes "más negras".
Resumamos, pues, la situación y veamos qué es lo que dicen de ella sus sabios occidentales. "K.H." —decididamente— es un plagiario —si es que, después de todo, se trata de K.H. y no de "dos Humoristas Occidentales". En el primer caso, un pretendido "adepto", incapaz de sacar de su "pequeño cerebro oriental" ninguna idea o ninguna palabra dignas de Platón, se aprovechó de ese depósito de filosofía profunda, el "Banner of Light", y sacó de allí las frases que mejor se prestaban para expresar sus ideas más bien confusas, ¡frases que se han deslizado de los inspirados labios del señor Henry Kiddle! En la otra alternativa, el caso se convierte en más difícil todavía de entender —salvo si aceptamos la teoría de la mediumnidad irresponsable de los dos bromistas occidentales. Sin embargo, por asombrosa e imposible que sea la teoría de que dos personas que han sido lo suficientemente inteligentes para aguantar durante cinco años, sin que se sospechara, el fraude de la personificación de varios adeptos —ninguno de ellos parecido al otro;— dos personas una de las cuales, de todos modos, domina perfectamente el inglés y que, difícilmente puede sospecharse que carezca de ideas, no se entiende que sintiera la menor inclinación para plagiar un periódico como el Banner, muy difundido y leído entre la mayoría de los ingleses que se interesan por el espiritismo; y sobre todo, para robar las frases que se habían apropiado del discurso de un notorio nuevo converso, cuyas declaraciones públicas eran, en ese momento, muy aceptadas por todo médium y espiritista; a pesar de lo imposible de todo esto, y mucho más, sin embargo cualquier alternativa parece ser mejor acogida que la simple verdad. El edicto está promulgado; "K.H.", quienquiera que sea, ha robado pasajes del señor Kiddle. Y no sólo esto, sino que, tal como expone un "Lector Perplejo" —ha soslayado palabras embarazosas y ha distorsionado tanto las ideas de las que se ha apropiado, que les ha cambiado su intención original para adaptarlas a su propio propósito muy diferente.
Bien, en cuanto a eso, si yo tuviera algún deseo de argumentar sobre la cuestión, podría contestar que, por lo que se refiere al plagio, en realidad no hubo ninguno, al tratarse de una apropiación de ideas más bien que de palabras y frases, y yo quedo exonerado por mis propios acusadores. Como dice Milton: "una clase de apropiación como ésta, si el que la hace no la mejora, se considera plagio". Al haber tergiversado las ideas de las que me "apropié", y tal como ahora se han publicado, al haberlas desviado de su intención original para adaptarlas a mis "propósitos muy diferentes", según ese argumento, mi ratería literaria no parece ser, después de todo, tan tremenda. E incluso, si no se ofreciera otra explicación, lo máximo que podría decirse sería que, debido a la pobreza de las palabras de que dispone el corresponsal del señor Sinnett, y a su ignorancia del arte de la composición inglesa, se ha servido de unas cuantas expansiones inocentes del señor Kiddle, de algunas de sus frases excelentemente construidas —para expresar sus propias ideas contrarias. Lo que acabo de manifestar es el único argumento que he dado y que he permitido que se utilizara en una nota editorial de la "genial editora" del Theosophist, la cual, desde que se hizo esta acusación ha estado fuera de sí. Realmente, la mujer, en esta quinta raza, ¡es una terrible calamidad! Sin embargo, para usted y para unos cuantos a los que se le autoriza a escoger entre los teósofos más dignos de confianza, teniendo cuidado, ante todo, de pedirles su palabra de honor de que guardarán esta pequeña revelación para ellos, voy a explicar los verdaderos hechos de este misterio psicológico tan "complicado". La solución es tan simple y las circunstancias tan divertidas que tengo que confesar que me reí cuando mi atención fue atraída hacia él hace algún tiempo. Aún más, creo que si no fuera que sé la pena que esto representa para algunos verdaderos amigos, incluso ahora me haría sonreír.
La carta en cuestión fue pergeñada por mí mientras viajaba a lomos de un caballo. Fue dictada mentalmente en la dirección de un joven chela y "precipitada" por medio de él, que era todavía inexperto en esta rama de la química psíquica, y el cual tuvo que transcribirla a partir de las huellas apenas visibles. Por consiguiente, la mitad de ella se omitió y la otra mitad fue más o menos distorsionada por el "artista". Cuando, en su momento, me preguntó si yo quería repasarla y corregirla le contesté, imprudentemente, lo confieso: "estará bien como lo hagas, hijo mío, no tiene una mayor importancia si te saltas alguna palabra". Me sentía físicamente muy cansado después de un viaje a caballo de 48 horas seguidas y, también físicamente — medio dormido. Además de esto, tuve que atender psíquicamente un asunto muy importante y por lo tanto, quedaba muy poco de mí para dedicarlo a esta carta. Imagino que estaba predestinada al fracaso. Cuando desperté me encontré que ya había sido enviada, y como entonces no preveía su publicación, dejé de preocuparme por ella. Ahora bien, nunca había evocado la fisionomía espiritual del señor Kiddle, ni había oído hablar nunca de su existencia y ni siquiera conocía su nombre. Al sentirme interesado, gracias a nuestra correspondencia, a su ambiente y a sus amigos de Simla, en el progreso intelectual de los Fenomenalistas — progreso que, dicho sea de paso, encuentro más bien retrógrado en el caso de los espiritistas americanos— yo había dedicado mi atención, desde hacía un par de meses, al importante movimiento anual de sus campamentos, siguiéndoles en diferentes direcciones, entre otras, hacia Lake o Mount Pleasant. Algunas de las curiosas ideas y frases representando las esperanzas y aspiraciones generales de los espiritistas americanos quedaron impresas en mi memoria, y recordé esas ideas y frases sueltas, totalmente aparte de las personalidades de aquellos que las abrigaban o las pronunciaron. De ahí mi total desconocimiento del conferenciante al que, inocentemente, he defraudado al parecer, y que ahora protesta ruidosamente. Sin embargo, si yo hubiera dictado mi carta en la forma en que ahora aparece publicada, resultaría ciertamente sospechosa, y si bien estaría lejos de ser lo que, generalmente, se denomina un plagio, sin embargo, a causa de que le falta algún entrecomillado, podría existir una base para la censura. Pero yo no he hecho nada parecido, tal como demuestra claramente el texto original que ahora tengo ante mí. Y antes de seguir adelante, debo darle a usted una explicación sobre este método de precipitación. Los recientes experimentos de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas le ayudarán mucho a comprender el mecanismo de esta "telegrafía mental".
En el Journal de esa agrupación, usted ha observado cómo la transferencia del pensamiento es producida por acumulación.
La imagen de una figura geométrica, o de otra, que la actividad del cerebro ha tenido que imprimir en él, se reimprime gradualmente en el cerebro receptor del sujeto pasivo —tal como se muestra en las series de reproducciones ilustradas en los grabados.
Para que se produzca una telegrafía mental perfecta e instantánea son necesarios dos factores —la total concentración del operador y la total pasividad receptiva del sujeto "lector". Si hay alguna alteración en cualquiera de estas dos condiciones, el resultado es proporcionalmente imperfecto.
El "lector" no ve la imagen tal como está en el cerebro del "telegrafista", sino que la ve tal como surge del suyo propio. Cuando los pensamientos del "telegrafista" deambulan, la corriente psíquica se rompe y la comunicación se convierte en deshilvanada e incoherente.
En un caso como el mío, el chela, por decirlo de alguna manera, tenía que recoger lo que pudiera de la corriente que yo le estaba enviando, y como ya he dicho antes, tenía que reunir los pedazos esparcidos lo mejor que pudiera.
¿No está usted viendo lo mismo en el mesmerismo vulgar —el maya impreso en la imaginación del sujeto por parte del operador, cuya imagen ora se debilita ora se fortalece, según que este último mantenga la pretendida imagen ilusoria más o menos estabilizada en su propia imaginación?
¿Y cuan a menudo los clarividentes reprochan al magnetizador el que desvíe sus pensamientos del sujeto en cuestión? Y el curador que se sirve del mesmerismo siempre le asegurará que si él se permite pensar en otra cosa que no sea la corriente vital que está vertiendo en su paciente, en seguida se ve obligado a restablecer la corriente genuina o a suspender el tratamiento. De modo que, en este caso, al haber tenido en ese momento más vivida en mi mente la diagnosis psíquica de la corriente de pensamientos espiritista, de lo cual la charla del Lago Pleasant era un señalado síntoma, transfería, involuntariamente, aquel recuerdo más vividamente que mis propias indicaciones y conclusiones al respecto. Por así decirlo, las declaraciones de las "víctimas expoliadas" — según el señor Kiddle— salieron a "plena luz" y fueron fotografiadas más claramente (primero en el cerebro del chela y a partir de ahí, sobre el papel que tenía ante él, un doble proceso y una mayor dificultad que no la simple lectura del pensamiento), mientras que el resto de —mis observaciones y explicaciones— tal como ahora lo veo, apenas son visibles y están completamente borrosas en los fragmentos originales que tengo ante mí. Ponga en las manos de un sujeto mesmerizado una hoja de papel en blanco, dígale que contiene cierto capítulo de algún libro que usted ha leído, concentre sus pensamientos sobre las palabras, y observe cómo su lectura reflejará, más o menos vívidamente, sus propios recuerdos sucesivos del lenguaje de su autor —a no ser que él mismo haya leído el capítulo— pues sólo lo toma de la memoria de usted.
Lo mismo sucede por lo que respecta a la precipitación por el chela del pensamiento transferido sobre (o mejor dicho al) papel; si la imagen mental recibida es débil, la reproducción visible de la misma también será débil. Y lo será más o menos, según sea la cantidad de atención que él preste. El podría ser utilizado por su "Maestro" como una especie de máquina psíquica de imprimir, para reproducir litografías o impresiones psicografiadas de lo que el operador tuviera en mente —con sólo que se tratara de una persona con un verdadero temperamento mediumnístico— su sistema nervioso, la máquina; su aura nerviosa, el fluido impresor; los colores, obtenidos de esa inagotable reserva de pigmentos (como de todo lo demás), el Akasa.
Pero el médium y el chela son diametralmente distintos, y este último actúa conscientemente, excepto en circunstancias excepcionales durante el desarrollo, de lo cual no se va a tratar necesariamente aquí. Pues bien, tan pronto como yo me enteré de la acusación —pues la conmoción entre mis defensores llegó hasta mí a través de las nieves eternas— ordené una investigación de los restos que quedaban de la impresión original. En seguida me di cuenta de que yo era el único y gran culpable —el pobre muchacho no había hecho más que lo que se le dijo. Y ahora, al haber restaurado las letras y las líneas —omitidas y confusas más allá de toda esperanza de reconocimiento por parte de nadie, excepto por parte de su "emisor" original— devolviéndoles su color y su lugar primitivo, al leerla ahora, encuentro mi carta totalmente distinta, tal como usted podrá observar.
Y volviendo a El Mundo Oculto —la copia que usted me envió— hasta la página citada (especialmente la página 149 de la primera edición), después de leerla con cuidado quedé sorprendido por la gran contradicción entre las frases.
Hay una laguna en esas ideas, por así decirlo, entre la primera parte (desde la línea 1 a la 25) y la segunda parte —la que se ha dado en llamar la parte plagiada. No parece existir en absoluto ninguna conexión entre las dos partes; porque, en verdad, ¿qué tiene que ver la determinación de nuestros jefes (de demostrar a un mundo escéptico que los fenómenos físicos están sujetos a la ley lo mismo que todo lo demás), con las ideas de Platón que "gobiernan el mundo", o con la puesta en práctica de la "Fraternidad Humana"? Me temo que sólo es su amistad personal hacia el escritor la que le ha cegado ante la discrepancia y la falta de coherencia de sus ideas, en esta abortiva "precipitación", incluso hasta ahora. De otro modo, usted no podría haber dejado de apercibirse de que en esa página había algo equivocado; que existía un flagrante defecto de coherencia. Además, tengo que declararme culpable de otra falta: yo no he mirado nunca mis cartas impresas —hasta el día de mi forzada investigación. Sólo había leído su trabajo original, considerando una pérdida de tiempo revisar ni un ápice de mis pensamientos precipitados en papelitos. Pero ahora tengo que pedirle que lea usted los pasajes tal como fueron dictados originalmente por mí, y que haga una comparación con El Mundo Oculto delante suyo.
Esta vez los transcribo de mi propia mano, pues la carta que usted tiene fue escrita por el chela. Le pido también que compare esta caligrafía con la de algunas de las primeras cartas que usted recibió de mí. Tenga presente la categórica negación de la "Vieja Dama" en Simla, de que mi primera carta hubiera sido escrita nunca por mí. —Entonces— me sentí molesto por su indiscreción y por sus observaciones; ahora puede que ello sirva para algo bueno.
¡Ay! En modo alguno somos todos "dioses", sobre todo si usted recuerda que desde los días felices de las "impresiones" y "precipitaciones" —"K.H." ha nacido a una nueva luz más elevada, y ni siquiera esa, es en absoluto la más deslumbrante que puede alcanzarse en esta tierra. En verdad, la Luz de la Omnisciencia y de la Presciencia infalible en esta tierra —la que brilla únicamente para el CHOHAN más elevado —¡todavía está muy alejada de mí!
Incluyo la copia, palabra por palabra, de los fragmentos restaurados, subrayando en rojo (Estos pasajes están impresos en cursiva.—Ed. (esto no se cumple para esta edición escrita en mi blog) las frases omitidas, para una más fácil comparación. (Página 149 - Primera Edición. [En inglés].) ..... Elementos fenomenales hasta ahora insospechados..... terminarán por descubrir los secretos de sus misteriosas operaciones. Platón tenía razón al readmitir todo elemento de especulación que Sócrates había descartado. Los problemas de la existencia universal no son inalcanzables ni despreciables si se consiguen. Pero estos problemas sólo pueden resolverse si se dominan aquellos elementos que asoman ahora en el horizonte del profano. Ni siquiera los Espiritistas, con sus ideas y conceptos erróneos, grotescamente falseados, son vagamente conscientes de la nueva situación. Ellos profetizan, y sus profecías no siempre están exentas de un punto de verdad en ellas, de una pre-visión intuitiva, por así decirlo. Se oye a algunos de ellos reafirmando el antiquísimo axioma de que "las Ideas gobiernan el mundo"; y a medida que las mentes de los hombres reciben nuevas ideas y van abandonando las antiguas y decadentes, el mundo avanza(rá); poderosas revoluciones nace(rón) de ellas; las instituciones (sí, e incluso pueden añadirse los credos y las soberanías) —SE DESMORONARAN ante su avance arrollador, aplastados por su propia fuerza inherente, ¡no por la fuerza irresistible de las "nuevas ideas" ofrecidas por los espiritistas! Sí; ellos tienen razón, y a la vez están equivocados. Tengan la seguridad de que —cuando llegue el momento, será tan imposible resistirse a su influencia como lo sería detener la subida de la marea. Pero yo veo que en lo que fallan los espiritistas y sus "Espíritus" es en explicar (al no conocer estos últimos más que lo que pueden encontrar en los cerebros de los primeros) que todo esto llegará gradualmente; y antes de que llegue, tanto ellos como nosotros todos tenemos un deber que cumplir, tenemos una serie de tareas ante nosotros: la de hacer desaparecer, tanto cuanto sea posible, las escorias dejadas para nosotros por nuestros piadosos antepasados.
Nuevas ideas tienen que ser implantadas en lugares limpios, porque estas ideas atañen a los temas más importantes. No son los fenómenos físicos, ni la organización Espiritista, sino que son estas ideas universales las que tenemos que estudiar meticulosamente; hemos de estudiar el noúmeno, no el fenómeno, porque para comprender este ULTIMO, antes hemos de comprender el PRIMERO.
Atañen a la verdadera posición del hombre en el Universo, es cierto, pero sólo en relación a su FUTURO, no en relación a sus nacimientos ANTERIORES. Por maravillosos que sean estos fenómenos físicos, no podrán llegar a explicar nunca al hombre su origen, y menos aún su destino final, o como uno de ellos dice —la relación de lo mortal con lo inmortal, de lo temporal con lo eterno, de lo finito con lo Infinito, etc. etc. Ellos hablan muy irreflexivamente de lo que consideran las nuevas ideas, "más amplias", más generales, más grandes, más comprensivas y, al mismo tiempo, en lugar del imperio de la ley inmutable, aceptan el imperio universal de la ley como expresión de la Voluntad Divina. (!) Olvidados de sus primitivas creencias y de que, "el Señor se arrepentía de haber creado al hombre" estos pseudo-filósofos y reformadores quisieran inculcar en sus oyentes que la expresión de lo que se llama Voluntad divina, "no se puede cambiar, ni cambia —por lo cual, sólo existe el ETERNO AHORA, mientras que para los mortales (¿los no iniciados?) el tiempo es pasado o futuro por lo que se refiere a su existencia finita en este plano material" —del que ellos saben tan poco como de sus esferas espirituales— y han hecho de ellas —una partícula de barro como nuestra propia tierra, una vida futura que el verdadero filósofo preferiría soslayar y no ir en pos de ella. Pero estoy soñando despierto.... De todos modos, ésta no es ninguna enseñanza privilegiada para ellos. Muchas de estas ideas son fragmentos sacados de Platón y de los filósofos de Alejandría. Esto es lo que todos nosotros estudiamos y lo que muchos han resuelto.... etc. etc.
Esta es la verdadera copia del documento original, tal como ahora ha sido restaurado —la "Piedra Rosetta" del incidente Kiddle. Y ahora, si usted ha comprendido mis explicaciones sobre el proceso tal como se han dado en pocas palabras más arriba, no necesita preguntarme cómo pudo ocurrir que las frases transcritas por el chela, aunque algo deshilvanadas, sean principalmente las que ahora se consideran un plagio, mientras que los "eslabones desaparecidos" son precisamente aquellas frases que hubieran demostrado que los pasajes eran, simplemente, reminiscencias, si no citas —alrededor de cuya nota predominante se habían concentrado mis reflexiones aquella mañana. Por aquellos días, usted estaba dudando si veía en el Ocultismo, o en los fenómenos de la "V.D." algo que estuviera más allá de una variedad del Espiritismo y de la mediumnidad. Por primera vez en mi vida yo había prestado una gran atención a las expresiones de los "métodos de comunicación" poéticos, a lo que se llama elocuencia "inspiradora" de los conferenciantes ingleses y americanos, a su calidad y a sus limitaciones. Quedé sorprendido de toda esta brillante pero vacía verborrea y me di cuenta plenamente, por primera vez, de su perniciosa tendencia intelectual. M. lo sabe todo sobre ellos —pero, puesto que yo nunca había tenido nada que ver con ellos, me interesaban muy poco. Fue su insulso y burdo materialismo, ocultándose torpemente bajo un inconsistente velo espiritual, lo que más atrajo mis pensamientos en aquel momento. Mientras dictaba las frases citadas —una pequeña parte de todo lo que yo había estado meditando durante unos días— fueron esas ideas las que se pusieron más de relieve, dejando que desaparecieran en la precipitación mis propias anotaciones entre paréntesis. Si hubiera revisado el negativo (?) impresionado, hubiera habido un arma más, invalidada en manos del enemigo. Al haber descuidado este deber, mi Karma originó lo que los médiums del futuro y el Banner puede que llamen "el triunfo de Kiddle". Los siglos futuros dividirán a la Sociedad, a la manera de sus modernos partidarios de Bacon y de Shakespeare, en dos bandos de partidarios peleones que se llamarán, respectivamente, los kiddiitas y los "koothoomitas", los cuales se pelearán por la importante cuestión literaria de —"¿quién de los dos plagió a quién?" Puede que me diga que, mientras tanto, los espiritistas americanos e ingleses contemplan con perversa satisfacción el Sedán "Sinnett-K.H." Que su gran orador y campeón y ellos mismos, disfruten de su triunfo en paz y felicidad, pues ningún "adepto" proyectará jamás su himaláyica sombra para oscurecer su inocente felicidad. Creo que mi deber es darle a usted y a unos cuantos amigos de verdad, una explicación. A todos los demás les dejo el derecho de que consideren al señor Kiddle —quienquiera que pueda ser— como el inspirador de su humilde servidor. Yo he terminado, y usted, a su vez, puede hacer lo que le plazca de estos hechos, excepto su publicación, ni tampoco hablar de ellos a la parte contraria, a menos que sea en términos generales. Debe usted comprender mis razones para esto. Mi querido amigo, uno no deja de ser del todo un hombre, ni pierde su propia categoría por ser un adepto. En esta última condición uno no duda, en toda circunstancia se mantiene completamente indiferente ante la opinión del mundo externo. El primero, siempre establece una línea entre una supuesta conjetura y —el el insulto personal deliberado. En realidad, no puede esperarse que yo me aproveche de la primera condición para estar siempre escondiendo el problemático "adepto" en los faldones de los dos supuestos "humoristas"; y como hombre, tuve últimamente demasiada experiencia de insultos parecidos a los arriba mencionados por parte de los señores S. Moses y C.C. Massey, para proporcionarles ahora ninguna otra oportunidad para dudar de la palabra de "K.H.", o para ver en él a un vulgar Babu acusado de culpable y tramposo ante un juzgado y un juez europeos inflexibles.
No dispongo de tiempo para contestar ahora, cumplidamente, su última y extensa carta de negocios, pero lo haré en breve. Ni tampoco contesto al señor Ward —porque sería inútil.
Apruebo con sumo interés su venida a la India, pero de la misma manera desapruebo su idea de traer al señor C.C. Massey aquí. El resultado de esto último sería agravar el caso entre los ingleses. La desconfianza y el prejuicio son contagiosos. Su presencia en Calcuta sería desastrosa, así como la presencia del señor Ward y sus servicios a la causa por la que vivo, serían fructíferos y beneficiosos a todos los efectos. Sin embargo, quisiera insistir para que pase algún tiempo en la Sede Central antes de emprender la labor desinteresada que se propone hacer entre los elementos oficiales. Es muy halagador, ciertamente, saber a través de él que la señora K. "hizo lo imposible" para reunirse conmigo en uno o en varios de sus estados de trance; y es todavía más triste saber que, "aunque le había evocado a usted (a mí), con toda su intensidad espiritual —no pudo obtener ningún resultado". Realmente, es una lástima que esta "bella dama" se haya tomado la molestia de vagar por el espacio infructuosamente en busca de mi insignificante persona. Es evidente que nos movemos en "círculos" astrales diferentes, y el de ella no es el primer caso de una persona que se vuelve escéptica por lo que se refiere a la existencia de cosas fuera de su propio ambiente. Usted sabe que hay "Alpes sobre los Alpes", ¡y que no hay dos cimas desde las cuales se vislumbre el mismo panorama! Sin embargo, tal como digo, es halagador por parte de ella, que me buscara evocando mi nombre, mientras se estaba preparando para mí y para mis compañeros un Waterloo desastroso. Para decir la verdad, yo no era consciente de lo primero, aunque sí qu era dolorosamente consciente de lo segundo. Sin embargo, para ser honesto, aún cuando la funesta maquinación no hubiera penetrado nunca en su mente espiritual, creo que yo no hubiera respondido nunca a su llamada. Como diría un espiritista americano —parece que existe muy poca afinidad entre nuestras dos naturalezas. A mi parecer, es demasiado altiva y arrogante y demasiado engreída; además de que es demasiado joven y "fascinadora" para un pobre mortal como yo. Y, hablando en serio, la señora Gebhard es una clase de persona completamente distinta. La suya es una naturaleza sincera, con excelentes cualidades; es una ocultista nata en sus intuiciones, y yo he realizado algunos experimentos con ella —aunque esto sea más bien incumbencia de M. que mía y que, tal como usted diría, no era la "intención original" el que yo tuviera que dedicarme a visitar a todas las sibilas y sirenas del estamento teosófico. Cuando tengo que ocuparme de cuestiones ocultas, mis preferencias me inclinan del lado que ofrece menos peligro de los dos sexos, si bien, por algunas razones, incluso esas visitas —con mi apariencia natural— tienen que ser extremadamente restringidas y limitadas.
Incluyo un telegrama del señor Brown a la "Vieja Dama". Esta semana estaré en Madrás en route para Singapur, Ceilán y Birmania. Le contestaré a usted por medio de uno de los chelas de la Sede Central.
¿La pobre "V.D." en desgracia? ¡Querido amigo, no! No tenemos nada en contra de la vieja señora, a no ser el hecho de que lo es. Para evitar que se nos insulte, como ella dice, está dispuesta a dar nuestra verdadera dirección y así ocasionar una catástrofe. La verdadera razón es que la desventurada criatura se vio demasiado comprometida e insultada con motivo de nuestra existencia. Todo recae sobre ella, y por lo tanto, es más que razonable que se la proteja de algunas cosas.
Sí; si fuera posible me gustaría verle a usted de Presidente. A menos que por parte del Chohan (que le envía Sus Bendiciones) se autorice a trabajar en otra línea de actuación —es decir, psicológicamente, renuncio a contar con la buena voluntad de mis compatriotas para el renacimiento del Phcenix. Los sentimientos entre las dos razas son ahora intensamente amargos, y cualquier cosa que los nativos traten de hacer ahora, es seguro que contará con la oposición por parte de los europeos de la India, hasta sus últimas consecuencias. Dejemos que pase el tiempo. Contestaré a sus preguntas en mi próxima carta. Si encuentra usted tiempo para escribir para el Theosophíst, y si puede animar a alguien más para que lo haga, como por ejemplo el señor Myers —le quedaré muy agradecido. Se equivoca usted al desconfiar de los escritos de Subba Row. No escribe de buen grado, es cierto, pero jamás hará una afirmación falsa. Vea su último escrito en el número de noviembre. Su declaración relativa a los errores del General Cunningham deberían considerarse toda una revelación que llevara a la India a una revolución arqueológica. Diez contra uno que este artículo no recibirá nunca la atención que merece. ¿Por qué? Sencillamente, porque sus afirmaciones contienen hechos serios, y lo que ustedes los europeos prefieren generalmente es la ficción, en tanto que ésta se amolde a sus teorías preconcebidas y responda a las mismas.
K.H.
Cuanto más pienso en ello, más razonable me parece su plan de una Sociedad dentro de la Sociedad de Londres. Inténtelo, pues puede que salga algo de ello.


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