miércoles, 20 de abril de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 95

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 95
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

ESPIRITISMO Y LOS FENÓMENOS

CARTA N° 95 (El principio de esta carta se encontrará a partir del comienzo de la Carta n" 18 en las pp. 169-174. Véase la Nota al final de esa carta, p. 174. —Eds.)

. . . semejante vida de infamia. Haré lo mejor que pueda para convertirlo en vegetariano y abstemio. La abstinencia completa de carnes y licores ha sido sabiamente prescrita por el señor Hume, si él desea obtener buenos resultados. En buenas manos, E. haría un inmenso bien a la S.T. en la India, pero para esto tiene que pasar un entrenamiento de purificación. M. tuvo que prepararlo durante seis semanas antes de irse, de otro modo hubiera sido imposible para mí proyectar en su atmósfera ni siquiera el reflejo de mi "doble". Ya le dije, mi querido amigo, que lo que él vio no era yo. Ni tampoco podré proyectar para usted ese reflejo —a menos que él esté completamente purificado. Por lo tanto, tal como están ahora las cosas, no tengo ni una sola palabra que decir en contra de las condiciones del señor Hume, tal como han sido expuestas en su última carta "oficial", excepto felicitarle con todo mi corazón. Por la misma razón, me es imposible contestarle en este momento a él y a sus preguntas. Ruéguele que tenga paciencia en la cuestión de E. Existen viles conspiraciones que se han iniciado y germinado en Londres, entre los espiritistas, y no estoy totalmente seguro de que E. resista la marea que amenaza engullirle, a menos que ellos consigan de él, por lo menos, una retractación parcial. Nosotros nos apartamos de nuestras costumbres y se hizo con él el experimento en el "Vega", únicamente en beneficio de algunos teósofos anglo-indios. El señor Hume había expresado su sorpresa de que ni siquiera los "espíritus" de E. supieran nada de nosotros y que, a pesar del interés que tenemos por la causa, no nos presentáramos ni siquiera ante él. Por otra parte, los espiritistas de Calcuta y la señora Cordón con ellos, se sentían exultantes, y el coronel G. lo mismo. Los "seres queridos desaparecidos" estuvieron en olor de santidad durante el corto período de su estancia en Calcuta, y los "Hermanos" más bien descendieron en la estimación pública. Muchos de ustedes pensaron que nuestra aparición ante E. hubiera "salvado la situación" y hubiera obligado a los espiritistas a admitir lo que explica la Teosofía. Bien; nosotros obramos de acuerdo con vuestros deseos. M. y yo estábamos decididos a demostrarle a usted que no había base para esas esperanzas. El Fanatismo y la Ceguera de los espiritistas, alimentados por los motivos egoístas de los médiums profesionales, se han desbordado, y los adversarios están ahora desesperados.
Debemos dejar que los acontecimientos sigan su curso natural y sólo podemos ayudar en la crisis que se avecina si nos ocupamos de los constantes y frecuentes desenmascaramientos.
Por nuestra parte, nunca forzaríamos los acontecimientos, ya que ello sólo crearía "mártires" y les facilitaría el pretexto para una nueva locura.
Por lo tanto, le ruego que tenga paciencia. Si el señor Hume se mantiene en sus decisiones, tiene ante sí una tarea noble e importante: la tarea del verdadero Fundador de una nueva era social, de una Reforma filosófica y religiosa. Es algo tan vasto, y concebido con tanta nobleza que, si tal como espero, nos ponemos fácilmente de acuerdo, él tendrá bastante que hacer durante el intervalo que yo necesito para sondear y preparar a Eglinton. Escribiré a Hume y contestaré cada uno de sus puntos uno de estos días, explicando la situación tal como yo la concibo. Entretanto, usted hará bien en enseñarle esta carta. Su Reseña de la obra The Perfect Way es más perfecta de lo que su autor concibió. Le agradezco a usted sus buenos servicios, amigo mío. Está usted empezando a atraer la atención del Chohan. Y si usted supiera solamente lo que eso significa, no podría calcular con exactitud la recompensa que usted merece por recientes servicios ya mencionados.
Suyo afectuosamente,

K.H.

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