sábado, 20 de febrero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 83

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 83
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA AVENTURA DEL "PHOENIX" Y LA CONDICIÓN DE LA INDIA.

CARTA Nº 83
Recibida en Londres, el 8 de octubre de 1883.
Una ausencia temporal por asuntos imperativos me impidió, durante unos pocos días, estar al corriente de sus asuntos, y no ha sido hasta hoy que he podido disponer de tiempo para dedicarles un pensamiento. Después de haber leído su carta, la situación se me presentó con tal perspectiva que decidí dejarle a usted inmediatamente en libertad, y en ese sentido le envié un telegrama. Hice esto con el objeto de hacer desaparecer de su mente cualquier sensación de coacción moral o de cualquier clase, y dejarle a usted que aceptara o rechazara libremente las propuestas ulteriores que puedan llegarle desde cualquier parte de la India. Si cualquier consideración pudiera haber impulsado un curso distinto, hubiera quedado totalmente anulada por el tono de su carta del 16 de agosto. Según usted cree la defensa de las medidas tomadas sobre el Proyecto de Bengala, tal como se presenta el asunto, arruinaría cualquier perspectiva de éxito comercial del periódico propuesto. "Tal como está ahora ideado, The Phoenix no puede  ser un éxito comercial. Y un periódico que es un fracaso comercial puede tener muy poco peso político". Insistir, tal como puede ver, significaría comprometer a un grupo de personas en un inútil dispendio monetario. Porque "el proyecto así mutilado queda en realidad absolutamente despojado de sus grandes posibilidades financieras". Sin embargo, a pesar de todo esto, usted está dispuesto a seguir adelante, si yo lo deseo, descargando la responsabilidad moral sobre mí, y a "tragarse la, en cierto modo, repulsiva promesa".
Amigo mío, usted no hará nada de eso. La responsabilidad, a pesar de todo lo que yo pudiera hacer, y estoy dispuesto a hacer, recaería sobre usted, puesto que en mi última carta le dejé claramente la opción a elegir. A partir de ahora, si usted tiene algo más que ver con este desgraciado asunto, debe ser totalmente bajo su propio criterio y responsabilidad. Usted ha interpretado mal la Ley del Karma —(y mi carta)— si ha podido imaginar que yo me atrevería a provocar la tremenda reacción de la misma, obligándole a usted o a quien sea a tomar una línea de acción con esos sentimientos en su corazón. Conociéndole a usted, — (más aún, los sentimientos de cualquier persona honorable que tuviera que enfrentarse a esa situación) era fácil prever su repulsión— ante el trabajo propuesto. Por lo tanto, tuve gran cuidado en mi carta de inculcarle la idea de que usted quedaba absoluta y totalmente libre para elegir. Sólo me culpo de una cosa: de haberle dado a entender la probable consecuencia de su negativa —consecuencia implícita en mi promesa al Chohan, de abstenerme en adelante de colaborar con los europeos hasta un futuro más favorable. Esa es la causa que le decidió a usted, más que nada de lo que se dijo, "a tragarse la repulsiva promesa". Eso se inscribe en mi Karma. Pero, prescindiendo de esto, con referencia a mi última carta, observará usted que se insistía enérgicamente en la necesidad de una acción independiente e imparcial por su parte.
Yo esperaba —aún en contra de la desalentadora condición moral de mis compatriotas— y esforzándome casi hasta creerlo posible, fundar un periódico tan evidentemente necesario en esta gran crisis, sobre una base totalmente satisfactoria para usted y para todos aquellos que pudieran estar interesados. Había olvidado que las apariencias externas lo son todo en su  mundo y que, simplemente, le estaba exponiendo a ser mirado con desprecio. Pero tranquilícese; si el dinero se hubiera recogido tal como en principio se intentó, y si no se hubiera ejercido sobre usted ninguna presión para trabajar en un sentido determinado; y si se le hubiera dejado enteramente libre de seguir su propia línea política, a pesar de eso, en esta hora de amargura y de execración, de mala voluntad y de desprecio mutuo, el simple hecho de que usted estuviera defendiendo la causa de los despreciados y de la, ahora más que nunca, odiada y oprimida "gente de color", hubiera despojado al Phoenix de la más mínima sombra de cualquier "gran posibilidad financiera". Hace apenas un mes yo tenía tanta confianza —al ver los fuertes y profundos sentimientos agitándose en el alma nacional— que dejé que usted sintiera crecer igualmente su confianza, más incluso que yo mismo. Otros, cuya intuición y previsión no habían sido cegadas por sus superiores, pensaban en forma distinta, y algunos hubieran querido disuadirme; más, por ser el objetivo tan digno y por existir realmente posibilidades, se me permitió atender al proyecto y utilizar medios naturales externos para ayudar a su realización. Si fuera posible que usted aguardara, —sin precisar fecha— el esquema original podría realizarse; pero esto no es así, y por lo tanto, debo hacer desaparecer la última apariencia de coacción sobre su libre albedrío, y agradecerle el haber secundado tan lealmente el intento de beneficiar a la India, incluso a costa de sus sentimientos y de sus intereses económicos. No quisiera, de ninguna manera, independientemente de la regla de nuestra orden por lo que respecta al Karma, colocarle a usted en una posición en la que no pudiera recompensarle de alguna manera por la pérdida de su prestigio social o desengaños financieros. Hacer eso está más allá de mi poder. Yo no podría mirarle a usted si continuamente tuviera la sensación de que se le consideraba no mejor que un "bribón", y no tuviera "ningún peso político en la Sociedad en general, a causa de su reputación". Si su suerte estuviera unida a la nuestra, esas consideraciones no pesarían en ningún momento. Para todos aquellos, sean Chohans o chelas, que se han ofrecido voluntariamente para trabajar con nosotros, la primera y última consideración es si podemos hacer un bien a nuestro prójimo, sin importar lo humilde que sea; y no nos permitimos ni siquiera pensar en el peligro de cualquier ofensa, injuria o injusticia que se nos inflija. Estamos dispuestos a que se nos "escupa y se nos crucifique" diariamente —no una sola vez— si de ello puede resultar un verdadero bien para otro. Pero el caso es totalmente distinto con usted; usted tiene un camino más "práctico" a seguir en el mundo y su posición en él no debe ser puesta en peligro.
Por otra parte, además de usted, los que aportan su contribución al capital deben ser tratados con equidad. Entre ellos hay ricos Zemindars, pero también hay patriotas pobres, que han hecho grandes esfuerzos para hacer sus pequeñas aportaciones por pura devoción hacia nosotros y por amor a la madre patria. Por lo menos cincuenta de ellos están esperando el giro que tomarán los acontecimientos, y están reservando sus recursos hasta el último momento, antes de proceder a su envío a Calcuta. Teósofos de corazón, en diversas partes de la India, han estado solicitando activamente suscripciones, con la teoría de un posible beneficio sobre el capital expuesta en la circular del señor Morgan; el proyecto ha sido calurosamente recomendado por Olcott, el Coronel Cordón, Norendro y otros conocidos y no conocidos de usted. Un desastre financiero del Phoenix, de la naturaleza que usted anticipa, comprometería la influencia personal de todos. Además, con esas perspectivas su anterior ayudante el señor Daré, dejaría de interesarse en ayudarle, aunque el señor Alien se lo permitiera. Y finalmente, a menos que su fe personal en mí le cegara hasta el punto de reprimir su instinto de prudencia, no arriesgaría usted su propio capital, trabajosamente conseguido, en una empresa destinada al fracaso, de modo que, en conciencia, usted no podría permitir que nadie lo hiciera. Excepto —excepto que se le permitiera a usted "descargar la responsabilidad moral sobre mí"; en una palabra, obligarme, por medio de un milagro, a asegurar —si eso fuera posible— el éxito. Si esto hubiera estado permitido, el periódico ya estaría fundado y su voz se habría hecho escuchar entre el ruidoso clamor de los asuntos contemporáneos de la India.
Yo hubiera formulado mi comunicación de hoy todavía con más énfasis si no fuera porque, al decirle que abandone la empresa, asumiría además la responsabilidad de interceptar su libre decisión. Es mejor que usted proporcione al grupo de Bengala la oportunidad de exponer sus condiciones claramente, y en conclusión, y sobre eso contestar "sí" o "no". Para ahorrarle a usted tiempo y dinero le pedí a Olcott que haga que Babu Norendro le envíe a él las propuestas de los terratenientes, para que él pueda en seguida —conociendo su índole y sus puntos de vista— decir si vale la pena de que se las expongan a usted o no. Y si no, que él se comunicara inmediatamente con sus agentes en Calcuta, tal como usted solicitó.
Esta es la situación actual de las cosas y es muy mala para la India. Todavía es prematuro decirle a usted más sobre las influencias secretas que la han originado, pero más adelante podrá saber algo de esto. Tampoco puedo predecir el futuro, si no es para llamar su atención, más que nunca, sobre los negros nubarrones que se ciernen sobre el cielo político. Usted sabe que le dije hace tiempo que esperara muchos y grandes disturbios de todas clases, ya que cuando un ciclo termina el otro empieza sus fatales actividades. Usted mismo ya ve en los últimos fenómenos sismológicos algunas de las pruebas y pronto verá muchas más. Y si tenemos que lamentar que nuestro proyecto humanitario quede arruinado, al menos debería servir de lenitivo, para mitigar la gravedad de su desilusión, pensar que en una época mala como ésta hay que luchar contra influencias visibles e invisibles de la naturaleza más hostil.
Y ahora, una palabra más grata antes de terminar. Su decisión de seguir mi iniciativa en lo que atañe al Phoenix, aún con la certeza de un deterioro de sus relaciones sociales y de una pérdida económica, ya ha tenido su recompensa Kármica. En todo caso, eso es lo que deduzco a juzgar por los resultados. Si bien no existió la intención de ponerle a usted a prueba — (cosa que usted odia tanto)— sin embargo, prácticamente, fue probado y no se acobardó. El mandato condicionando la continuidad de nuestras relaciones ha sido parcialmente revocado.
La prohibición con relación a otros europeos es tan estricta como siempre, pero en su caso ha sido suprimida. Y este consentimiento, yo sé que tiene una relación directa con su consentimiento —el gran sacrificio de sus sentimientos personales en la actual situación. Ha quedado claro que "Este Peling" ¡tiene "realmente cualidades redentoras! Pero manténgase alerta, amigo mío, porque ésta no es la última de sus pruebas. No soy yo quien las crea, sino usted mismo —en su lucha por la luz y la verdad contra las influencias tenebrosas del mundo.
Sea más prudente en lo que diga sobre materias prohibidas. El misterio de la "octava esfera" es un tema muy confidencial y usted está muy lejos de comprender ni siquiera el aspecto general. Se le puso reiteradamente en guardia y no debería haberlo mencionado. Sin quererlo, ha cubierto usted de ridículo una cuestión solemne. No tengo nada que ver con las Respuestas al señor Myers, pero tal vez pueda usted reconocer en ellas la brusca influencia de M.
K.H.
Se me aconseja pedirle que en el futuro las comunicaciones que sean para mí se envíen sea por medio de Damodar, sea por medio de Henry Olcott. La discreción de Madame B. no mejora en proporción a su debilidad fisiológica.



LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 82

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 82
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA AVENTURA DEL "PHOENIX" Y LA CONDICIÓN DE LA INDIA.

CARTA Nº 82
Estrictamente confidencial
El "quart d'heure de Rabelais" ha llegado. De su contestación afirmativa o negativa — depende la resurrección del Phoenix— postrado en un Samadhi parecido a la muerte, si no en la muerte verdadera. Si usted cree en mi palabra y, dejando a los Ryots (Campesinos.) a nuestro cuidado, está preparado para un trabajo en cierto modo incorrecto —desde el punto de vista europeo, naturalmente— y consiente en oponerse manifiestamente a nuestro trabajo, sirviendo en realidad a nuestros fines y salvando así a nuestros respectivos países de un gran mal que se cierne sobre ambos —entonces consienta en la proposición que se le hará desde la India.
En realidad, puede usted trabajar para oponerse al proyecto de Ley de Arrendamientos de Bengala, pues, hagan lo que hagan, usted u otros, nunca podrán obstaculizar nuestro trabajo en la dirección opuesta. Por lo tanto —un poco menos de escrúpulos y un poco más de confianza no autorizada. Un acertijo, en verdad.
Y ahora, buen amigo, debo explicarme. Sólo que usted debe preparar a sus cultas ideas europeas del bien y del mal para recibir un choque. Un plan de acción de carácter puramente asiático se pone al descubierto ante usted; y puesto que yo no puedo mover ni un solo dedo — ni lo haría en este caso aunque pudiera— para guiar su comprensión o sus sentimientos, puede que lo encuentre usted demasiado jesuítico para su gusto. Qué lástima para todos que esté usted tan poco versado en el conocimiento de los antídotos ocultos, hasta el punto de no ser capaz de percibir la diferencia entre el dicho jesuítico "tout chemin est bon qui méne á Rome" (Todo camino que lleva a Roma es bueno".) añadido al astuto y solapado —"el fin justifica los medios"— y la necesidad de la aplicación práctica de aquellas sublimes palabras de nuestro Señor y Maestro: —"¡Oh, vosotros, Bhikkhus y Arhats— sed buenos con la raza de los hombres— nuestros hermanos! Sabed, todos vosotros, que aquel que no sacrifica su propia vida para salvar la vida de sus semejantes; y aquel que vacila en dar, más que su vida, su buen nombre y su honor para salvar el buen nombre y el honor de los muchos, no es merecedor del purificador, del inmortal, del trascendental Nirvana". Bien; no se puede hacer nada.
Permítame que le explique la situación. Es muy complicada, pero para alguien que, sin ninguna preparación previa, fue capaz de asimilar tan bien algunas de nuestras doctrinas, y de escribir El Buddhismo Esotérico —los resortes internos que hemos de usar deberían ser comprensibles.
(1) Los Jefes Behar proponen un lakh y medio para el Phoenix; otro tanto cuando le vean a usted de regreso en la India, si el nuevo periódico se opone al proyecto de Ley de Arrendamientos de Bengala y si usted promete prestarles su apoyo. A menos que usted acepte la propuesta ya podemos prepararnos para la desaparición final de nuestro Phoenix —y para siempre. Dejando de lado esta cantidad —150.000 Rs.— no podemos contar más que con 45.000 Rs. en acciones —como máximo hasta el momento. Pero deje que los Raises (Hacendados.—Eds.) contribuyan con su dinero y todos seguirán.
(2) Si usted se niega, con seguridad que ellos buscarán otro editor; si existiera algún peligro para los campesinos y para el Proyecto, ellos —los Raises o los Zemindars no perderían nada con eso, excepto en el grado de habilidad de su editor; pero ellos confían y son totalmente inconscientes de que, a la larga, están predestinados al fracaso. El único y verdadero perdedor, en caso de rechazo, será la India y —con el tiempo— vuestro propio país. Esto es una profecía.
(3) La oposición y las intrigas impulsadas por los Hacendados contra el Proyecto son odiosas por naturaleza —aunque muy naturales. Los que examinan las cosas a fondo, se dan cuenta de que el verdadero culpable es Lord Cornwailis y la larga línea de sus sucesores. Aunque esto pueda resultar odioso, como digo, es así y no se puede evitar porque es propio de la naturaleza humana y desde el punto de vista legal no hay mayor deshonor en apoyar las reclamaciones por parte de un Editor que les conoce y que sabe que están destinados al fracaso, que el que pueda haber en un abogado al defender a su cliente —un gran criminal condenado a la horca.
Ahora estoy tratando de razonar desde su punto de vista europeo, por temor a que usted no sea capaz de ver las cosas desde nuestro punto de vista asiático; o mejor dicho, de la manera que las ve —aquel que es capaz de discernir los acontecimientos futuros.
(4) Un editor conservador, cuyo campo de acción se descubrirá que es paralelo al de un Virrey conservador, se encontrará que no ha perdido nada en realidad, por una trivial oposición que, después de todo, no puede perdurar. Hay grandes fallos en el Proyecto actual si se examina desde el aspecto legal de una ley que, sin estar abolida, no está en vigencia.
(5) Debido al "Proyecto Ilbert y al caso de desacato todavía más necio de "Saligram- Surendro", la agitación está llevando a la población de la India al borde de su autodestrucción.
No crea usted que estoy exagerando si digo, además, que los ingleses, y especialmente los anglo-indios, están siguiendo el mismo camino desde direcciones opuestas.
Es usted libre de rechazar mi advertencia: pero demostrará ser prudente si no lo hace. Pero, volvamos a nuestro objetivo inmediato.
(6) Hay varios ingleses con gran capacidad intelectual y habilidad que están dispuestos a defender —(e incluso a aliarse— con) los Zemindars —y a oponerse al Proyecto, en contra de sus propios principios y sentimientos —simplemente porque los Raises odian y están en contra del hombre a quien, por el momento, el resto de los hindúes idolatran y a quien exaltan con todo el ardor de las mentes sencillas y de corta visión de la gente sin civilizar. Así es que los campesinos no pueden escapar a su destino más que unos cuantos meses más, tanto si usted acepta como no el ofrecimiento. En este último caso, naturalmente, el proyecto del periódico llega a su fin.
(7) Al mismo tiempo, es mejor que usted esté preparado para conocer los inevitables resultados; hay noventa y nueve probabilidades contra una de que —si el ofrecimiento de los zemindars es rechazado— el Phoenix no verá nunca la luz; no, en todo caso, mientras subsista la presente agitación. Y cuando el proyecto fracase finalmente, tal como está previsto, a menos que nosotros no nos hagamos dueños de la situación, entonces tendremos que apartarnos. Para conseguir permiso del Chohan para defender a los prolíficos millones de pobres y oprimidos de la India, poniendo en juego todo nuestro conocimiento y nuestros poderes —tuve que comprometerme, en el caso de que el Phoenix fracasara, que no intervendría más en esos asuntos del mundo— y que diría adiós para siempre al elemento europeo. M. y Djual Khool tendrían que ocupar mi lugar. Por otro lado, si usted consintiera en aceptar el ofrecimiento, su oposición a la Ley de Rentas no tendría más efecto en nuestro trabajo —para los Ryots— que una paja para evitar que un barco se hunda; mientras que, si se eligiera otro editor, no tendríamos pretexto para ejercer nuestra influencia en favor de ellos.
Esa es la situación. Es un curioso embrollo sin ninguna otra raison d'etre según su opinión.
Apenas si cabría esperar que usted lo viera con claridad en el presente, ni tampoco es muy probable que lo juzgue imparcialmente, debido a esta ofuscación egipcia de propósitos contrarios; ni tampoco hay una necesidad especial de que lo haga, si el ofrecimiento ha de caer en saco roto. Pero, si su respuesta es favorable tal vez yo pueda añadir algunos detalles.
Sepa, pues, que a pesar de la oposición, y precisamente a causa de ella, hará usted estallar el gran hervidero nacional hasta el máximo, más pronto de lo que de otro modo podría esperarse.
Así pues, al llevar a la práctica con todo rigor su programa y la promesa hecha a los Raises, estará usted ayudando a los acontecimientos que tienen que producirse para salvar a la desgraciada población que ha estado sometida desde 1793 —el año del gran error político de Lord Cornwailis. Al mismo tiempo, puede estar haciendo usted un bien inmenso en todos los sentidos. Recuerde el pasado y eso le ayudará a comprender con más claridad nuestras intenciones. Cuando ustedes arrebataron Bengala a sus gobernantes nativos, hubo una serie de personas que ejercían el oficio de recaudadores de impuestos para su gobierno. Esos hombres, como usted muy bien sabe, recibían un porcentaje de lo que recaudaban. El espíritu de la letra, del diezmo y el tributo bajo la dominación musulmana, jamás fue comprendido por la Compañía de las Indias Orientales y mucho menos los derechos de los campesinos a oponerse a la arbitraria sustitución de la Ley de Vfuzeefa y Mukassímah Ahora bien, cuando los zemindars se dieron cuenta de que los británicos no comprendían exactamente su posición, se aprovecharon de ello, como los ingleses se habían aprovechado de su fuerza, y reclamaron el título de Propietarios. Bastante a desgana, ustedes dieron por válida y aceptaron esta reclamación, a pesar de las advertencias de los musulmanes que comprendían la verdadera situación y no fueron sobornados como lo fue la mayor parte de la gente de la Compañía —y ustedes hicieron el juego a unos cuantos contra los muchos, lo que dio como resultado las actas del "Convenio Perpetuo". Esto es lo que condujo a todos los males subsiguientes en Bengala. Teniendo en cuenta cómo son considerados los desgraciados campesinos por parte de vuestra orgullosa nación en pleno progreso del siglo diecinueve, al representar ellos para ustedes menos valor que un caballo o una vaca, no es difícil imaginarse cómo eran considerados por sus propios compatriotas de aquella época —cien años atrás— cuando todo inglés era un piadoso cristiano de corazón y la Biblia le ordenaba hacer una amplia distinción entre los descendientes de Ham y ellos mismos —los herederos del pueblo escogido. El acuerdo establecido entre Lord Cornwailis y los Raises que estipulaba que el "ganado negro humano" debería ser tratado por los Zemindars de un modo justo y bondadoso, y que no deberían elevar los alquileres de los Ryots, etc. fue una farsa legal. El Chohan estaba entonces en la India, y fue testigo presencial del comienzo de los horrores. Apenas hubieron conseguido el Acuerdo de Convenio Perpetuo, los Raises empezaron a hacer caso omiso de sus compromisos. Y el dejar de cumplirlos tuvo como consecuencia que, de año en año, llegara la ruina y el hambre a los miserables campesinos. Exigieron tributos, les hicieron vender sus pertenencias por vía judicial y forjaron falsas acusaciones contra ellos, bajo el nombre de Abwab. Esas "puertas" y "aberturas" les permitió hacer lo que quisieron, e impusieron y recaudaron durante más de cincuenta años los más extraordinarios impuestos.
Todo esto y mucho más han hecho los Zemindars, y con seguridad que se les pedirá cuentas.
Cosas demasiado horribles para mencionarlas sucedieron ante los ojos y a menudo con el consentimiento de los empleados de la Compañía, cuando la Insurrección (Se refiere al motín de los cipayos en 1857.) se presentó como un obstáculo que contribuyó a aportar como resultado otra forma de gobierno.
Para reparar la gran injusticia cometida, para remediar lo ya irremediable, es por lo que Lord Ripon se empeñó en presentar el nuevo Proyecto. Por parte de sus consejeros (no aquellos que usted conoce) no se creyó oportuno romper con el sistema de los Zemindars sin asegurarse, al mismo tiempo, la popularidad de la mayoría en otro sentido: este es el motivo del "Proyecto Ilbert" y otras bagatelas. Digamos que, al parecer, el objeto del actual Proyecto de Ley de Arrendamientos de Bengala, es reparar los errores del pasado. Amigo mío, usted es un editor extraordinariamente inteligente y un político astuto y observador; y tal vez nadie, en toda la India, profundiza tanto como usted en la constitución interna de los coups d'état anglo-indios.
Sin embargo, no lo hace lo suficiente y los primitivos estratos originales en el terreno político, como génesis de algunos actos de milord Ripon, fueron y son térra incógnita para usted y para muchos otros políticos tal vez más avezados que usted. Ni Lord Ripon ni sus Consejeros (aquellos que se ocultan) esperan ningún resultado importante mientras dure su mandato en la India. Ellos son más ocultistas de lo que usted pueda imaginar. Sus reformas liberales no están destinadas a la India, cuya prosperidad o adversidad les tiene sin cuidado; ellos van más allá y tienen la mirada puesta en los resultados futuros muy lejanos y en la actuación de la prensa, en los Proyectos Ilbert, en el de los Arrendamientos de Bengala y el resto —está dirigido a la Inglaterra protestante, la cual muy pronto demasiado pronto, si Alguien o Algo no lo remedia, se encontrará asfixiada en los invisibles anillos de la Apofis (Según la mitología egipcia, Apofis es la gran serpiente que dirige los ataques furiosos de los demonios contra el sol, por el cual son vencidos todos los días, lo que simboliza la lucha de las tinieblas contra la luz.) católico romana.
Amigo y Hermano, el único de su raza al que yo miro con cálido y sincero afecto, ¡tenga cuidado! No rechace demasiado a la ligera mi advertencia, porque es una advertencia solemne, y la única insinuación que se me permite hacer. El escepticismo político, igual que cualquier otro, desdeña y ridiculiza las observaciones de aquellos que no pertenecen a su partido. Luego se dan cuenta de sus equivocaciones cuando ya están en la fosa. ¡Tenga cuidado, pues no es en absoluto una simple fosa, sino un abismo lo que se está preparando para ustedes!
Pero veamos con qué razones un inglés honesto puede oponerse al Proyecto de Rentas. Por más grande que sea incluso actualmente la miseria de los campesinos, por más justas que sean las represalias que se están acumulando contra los Zemindars, en resumen, por más humano y generoso que en apariencia sea el Proyecto de Rentas, sin embargo, ningún gobierno honrado, hablando con exactitud, tiene el derecho de romper, por su propia voluntad y a su placer, sus propias promesas y compromisos. El hecho de que se haya descubierto que los Raises no han cumplido su parte en el compromiso no da ningún derecho a la otra parte para repudiar su firma y hacer pedazos el Acuerdo de Convenio Perpetuo. Los pecados de unos pocos no pueden recaer sobre los muchos. Hay grandes imperfecciones en el actual Proyecto de rentas, como las había en el antiguo sistema, y no hay ninguna cláusula en el antiguo documento que estipule que el Convenio será anulado a voluntad de los británicos. No entraré a analizar los defectos del significado de la ley que, sin estar abolida, no está en vigencia ni en el uno ni en el otro, sino que me limitaré a decirle que existen esas imperfecciones y que, a menos que sean modificadas, tiene usted perfecto derecho a oponerse a ellas. No se espera que sea usted la causa de que se retire el Proyecto, sino simplemente, que ayude a los Zemindars a analizar sus defectos. Y esto, usted puede prometerlo libremente. Sin embargo, no debe parecer que yo esté tratando de influirle en uno u otro sentido. Algunas de las pretensiones de los Raises son infamantes y no se puede pretender que ningún hombre honrado las apoye, mientras que otras no dejan de tener una sólida base legal en su favor. El gobierno en el poder, por ejemplo,  jamás fue hasta ahora y en ningún caso, el propietario de la tierra Khirajee —ni siquiera bajo las leyes y el dominio de los musulmanes. Cuenta usted, pues, con el Espíritu de Khíraj y de Oos ir para imponerse y que se cumpla la promesa que ustedes hicieron a los terratenientes y distraerles durante unos meses, hasta el día del "imparable aplastamiento" que les está reservado. Todo lo que se le pide que haga en beneficio de su país, lo mismo que del mío, es soslayar la fea fachada del edificio, tomando en consideración solamente la verdadera naturaleza de la situación y los futuros resultados positivos, en el caso de que usted logre superar sus muy naturales escrúpulos. Dentro de unos días es posible que reciba usted una oferta formal. Medite sobre ella. No se deje influir por ninguna consideración relacionada con mis deseos. Si usted considera, honradamente, que el ofrecimiento es incompatible con el criterio de sus ideas europeas sobre la verdad y el honor, rechácela sin vacilar y permita que me despida de usted amistosamente, aunque con tristeza y con un eterno agradecimiento. No puedo esperar que usted vea las cosas desde mi propio punto de vista. Usted mira hacia afuera, yo veo en lo interno. Este no es momento para sentimentalismos. Todo el futuro de la "joya más brillante" (!)—¡oh, cuan sombría sátira en ese nombre!— de la Corona de Inglaterra, está en juego y yo estoy obligado a dedicar todas mis fuerzas, mientras el Chohan lo permita, a ayudar a mi país en esta hora nona de su desdicha. Yo no puedo trabajar más que con aquellos que quieran trabajar con nosotros. No me acuse, amigo mío, porque usted no sabe, no puede saber la extensión de las limitaciones a las que estoy sujeto. No crea que estoy tratando de poner un cebo —un aliciente para que usted acepte aquello que rechazaría en otras circunstancias, porque no es así. Al haber dado mi solemne palabra de honor a Aquel a quien debo todo lo que soy y todo lo que sé, me encuentro sencillamente impotente en el caso de que usted reúse, y —tendremos que separarnos. Si el Proyecto de Rentas no hubiera ido acompañado del alboroto y de la discordia por el Proyecto Ilbert y por el "caso de desacato", yo hubiera sido el primero en aconsejarle que rehusara. Sin embargo, tal como está ahora la situación, y habiéndoseme prohibido utilizar otra cosa fuera de los poderes corrientes —soy incapaz de hacer las dos cosas a la vez y me veo obligado a escoger entre ayudar a mi desventurada madre patria y nuestra relación futura. Usted es el que debe decidir. Y si esta carta está destinada a ser la última, le ruego que recuerde —por su bien, no por el mío— el mensaje que les envié a usted y al señor Hume, a Simla, por mediación de H.P.B. "Lord Ripon no es un agente libre; el verdadero Virrey y gobernador de la India no está en Simla, sino en Roma; y el arma efectiva del que este último se sirve es —el confesor del Virrey".
Le ruego que transmita mis mejores saludos a su señora y al "Morsel" (Fragmento, pedazo pequeño. Con seguridad que se refiere al hijo del matrimonio Sinnett.). Tenga la seguridad de que, a pesar de algunas omisiones y equivocaciones que pasan inadvertidas, su "Buddhismo Esotérico" es la única exposición correcta —si bien incompleta— de nuestras doctrinas Ocultas. Usted no ha incurrido en errores básicos fundamentales; y sea lo que fuere lo que se le dé a usted de ahora en adelante, no estará en contra ni de una sola de las frases de su libro, sino que, al contrario, aclarará cualquier aparente contradicción. Hasta qué punto era equivocada la teoría del señor Hume, se pone de manifiesto por el "Chela" en el Theosophist.
Con todo, puede usted estar seguro de que ni M. ni yo nos hemos contradicho mutuamente en nuestras respectivas exposiciones. El habla de la Ronda interna; y yo de la externa. Hay muchas cosas que usted no ha estudiado todavía, pero puede aprender algún día; ni tampoco podrá comprender jamás el proceso de las oscuraciones, hasta que haya dominado el progreso matemático de las Rondas internas y externas, y haya aprendido más acerca de la diferencia específica entre las siete.
Y así, según la conclusión filosófica del señor Massey, ¿no tenemos un Dios? El tiene razón —puesto que aplica el nombre a una anomalía extracósmica y nosotros —no conociendo nada de esta última— descubrimos que —cada hombres es su Dios— dentro de sí mismo, en su propio personal y al mismo tiempo impersonal
Avalokiteswara. Y ahora, adiós. Y si está decretado que dejemos de escribirnos, recuérdeme con el mismo sentimiento afectuoso con el que usted será siempre recordado por mi.
K.H.



viernes, 19 de febrero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 81

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 81
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA AVENTURA DEL "PHOENIX" Y LA CONDICIÓN DE LA INDIA.

CARTA Nº 81
Recibida en Londres, hacia julio de 1883.
Privada, pero no muy confidencial.
Fíjese que he dejado para una carta privada aparte, y para el final, cualquier referencia al nuevo periódico en proyecto, sobre cuyas perspectivas le ha escrito el Coronel Cordón de una manera tan alentadora —por si usted quisiera leer la otra a sus "Hermanos y Hermanas" británicos. Hasta que comencé a vigilar el desarrollo de este esfuerzo para erigir un baluarte en pro de los intereses indios, apenas si sabía cuan profundamente hundido estaba mi pobre pueblo. De la misma manera que uno vigila los signos vitales junto al lecho de un moribundo, y cuenta las débiles respiraciones para saber si todavía puede haber lugar para la esperanza, así nosotros, arios en el exilio de nuestro nevado retiro, hemos estado atentos a este resultado.
Privados de utilizar ningún poder anormal que pudiera interferir en el Karma de la nación, pero tratando, por todos los medios legales y normales, de estimular el celo de aquellos que tienen en estima nuestra consideración, hemos visto cómo las semanas se convertían en meses sin que se hubiera alcanzado el objetivo. El éxito está más cerca que nunca, pero todavía es dudoso. La carta de Govindan Lal, que pediré a Upasika que se la envíe a usted, demuestra que hay un progreso. Dentro de unos días tendrá lugar en Madrás una reunión de capitalistas indígenas a la que asistirá el señor Olcott y de la cual pueden salir frutos. El verá al Geikwar en Baroda, y a Holkar en Indore, y hará lo mejor que pueda —como ya lo ha hecho en Behar y en Bengala. Nunca la ayuda de un hombre como usted fue tan necesaria a la India. Nosotros lo habíamos previsto, como usted sabe, y por patriotismo hemos tratado de facilitarle el camino para un rápido regreso. Pero, ¡ay!; hay que confesar que —la palabra patriotismo no tiene ahora casi ningún poder electrizante en el corazón del indio. La "Tierra, Cuna de las Artes y de los Credos" bulle repleta de seres desgraciados, precariamente atendidos y vejados por demagogos que tienen todas las de ganar con argucias y descaro. Conocíamos todo esto en conjunto, pero ninguno de nosotros, arios, habíamos sondeado lo profundo de la cuestión india tal como lo hemos hecho ahora. Si fuera permisible representar las cosas subjetivas por medio de fenómenos objetivos, yo diría que, desde el punto de vista psíquico, la India parece estar cubierta por una asfixiante niebla gris —un meteorito moral(Véase la referencia al polvo de meteorito en el apartado (8) de la carta nº 23B. p.231—Eds.)—las emanaciones ódicas de su vicioso estado social. Aquí y allá centellea un punto luminoso que indica una naturaleza todavía en cierto sentido espiritual, una persona que aspira al conocimiento superior y que se esfuerza por conseguirlo.
Si la antorcha del ocultismo ario tiene que encenderse de nuevo alguna vez, esas chispas esparcidas deben cohesionarse para formar su llama. Y esta es la labor de la S.T., ésta es la parte agradable de su trabajo, al cual nosotros ayudaríamos gustosos si no nos lo impidieran y no nos rechazaran los mismos aspirantes a chelas.
Me salí de nuestros límites habituales para ayudar en su proyecto particular, por estar convencido de su necesidad y de su utilidad potencial: habiendo comenzado, continuaré hasta que se conozca el resultado. Pero en esta desagradable experiencia de mezclarme en asuntos de negocio, me he arriesgado hasta meterme dentro de las mismas exhalaciones de la caldera del mundo. He sufrido al ver tan de cerca el estado moral y espiritual de mi pueblo y me he sentido tan conmovido ante esta visión tan próxima de la mezquindad egoísta de la naturaleza humana (que son siempre las circunstancias que acompañan al tránsito de la humanidad a través de nuestra etapa del circuito evolutivo); he constatado tan claramente la certeza de que no se puede evitar —que, de ahora en adelante, me abstendré de cualquier repetición del insoportable experimento. Si su periódico será un éxito o no —y si esto último acontece será debido exclusivamente a usted ante la desafortunada inspiración del día 17, publicada en The Times— yo no tendré nada más que hacer por lo que respecta a la parte financiera de esos asuntos mundanos, sino que me limitaré a nuestro deber primordial de obtener conocimientos y expandir a través de todos los canales disponibles aquella parte de los mismos que la humanidad en general está preparada para asimilar. Desde luego que me interesaré por su carrera periodística aquí —si es que puedo vencer y apaciguar los amargos sentimientos que usted acaba de despertar en aquellos que más confiaban en usted, —gracias a esa desafortunada e INOPORTUNA confesión, por muy respetables que puedan haber sido sus motivos— y usted siempre puede contar con mi virtual simpatía —pero el talento del señor Daré debe presidir su oficina de contabilidad, así como el de usted la oficina editorial. El gran dolor que usted me ha infligido demuestra claramente que, o bien yo no entiendo nada de las conveniencias y obligaciones políticas, y por lo tanto difícilmente cabría esperar que fuera un sabio "dirigente" político y hombre de negocios, o bien que el hombre al que yo considero un verdadero amigo, por más honrado y voluntarioso que sea, no se sacudirá nunca los prejuicios ingleses y la culpable aversión hacia nuestra raza y nuestro color. "Madame" le dirá a usted algo más.
Aunque usted no me "pide que intervenga de nuevo en el asunto", sin embargo, añadiré dos palabras sobre las dificultades del señor Massey en relación con la carta de nuestro Hermano H——por entonces en Escocia y enviada a él por medios indirectos, utilizando a "Ski". Sea justo y tolerante, al menos con un europeo. Si el señor Massey hubiera "declarado a los espiritistas ingleses que él estaba en comunicación con los HERMANOS por medios ocultos", sólo habría dicho la pura verdad. Porque no sólo una, sino dos veces, ha tenido esa relación oculta —una vez con el guante de su padre que M. le envió por medio de "Ski" y otra vez con la nota mencionada, para la entrega de la cual se empleó el mismo medio práctico, aunque sin el mismo consumo de energía. Como usted ve, el de él es un ejemplo más de la facilidad con que, incluso un intelecto superior puede ser engañado en cuestiones ocultas por el Maya de su propia creación. Y en cuanto al otro caso, ¿no podría considerarse —y yo no soy una autoridad en estos menesteres y por lo tanto es sólo una opinión—, como circunstancia atenuante para el acusado que el señor Massey, aún hoy, todavía no está seguro de que el doctor Billing no interceptara la carta de Simpson a su esposa, guardándosela para utilizarla contra ella en el momento oportuno, y en realidad para utilizarla así en este caso? ¿O incluso, admitiendo que la carta haya sido entregada a la destinataria, saber cuál sería la contestación —si se escribía alguna?
¿No se le ha ocurrido la idea, a su observador amigo, de que en aquel preciso momento se trataba del despecho de una mujer —peor aún— del despecho de una médium, mucho más grave todavía que el odium theologicum entre los Simpson y los Hollis- Billing, relacionado con sus respectivas pretensiones a los favores demostrados por Ski?
¿No le sorprendió que la señora Billing llamara al Ski de su "amiga" la señora Simpson, "fantasma espurio"; que el doctor Billing se quejara amargamente a Olcott y a H.P.B. del fraude perpetrado por los Simpson, que trataron de encajarle como genuino un falso Ski —como si fuera el más antiguo y el más fiel "control" de su esposa? La querella llegó hasta los periódicos. ¡Qué extraño, que cuando ella era desacreditada públicamente por la señora B., con la pretensión de estar controlada por su Ski, la señora S. le haya pedido un favor tan delicado y peligroso! Lo repito —y se trata sólo de mi opinión— nunca he considerado la acusación seriamente, y la conozco por haber captado un vislumbre de la situación en la cabeza de Olcott cuando estaba leyendo la carta del señor C.C.M. Pero tal vez la indicación puede ser de alguna utilidad. Pero esto lo sé y lo digo —el meollo de la cuestión es que su amigo se ha lanzado a sospechar y a condenar injustamente a una inocente y se ha perjudicado espiritualmente a sí mismo. En realidad, él no tiene derecho a acusar a H.P.B. de engaño deliberado. Yo protesto con la mayor energía de que esta mujer sea tratada con tanta intolerancia. Ella no tuvo ninguna intención de engañar —a menos que el no dar a conocer un hecho sea un engaño directo y una mentira— basándose en la teoría de suppresio veri, suggestio falsí —una máxima jurídica que ella desconoce. Pero, según esta teoría, todos nosotros (Hermanos y Chelas) deberíamos ser considerados unos embusteros. A ella se le ordenó que se ocupara de que la carta fuera entregada; ella no tenía otros medios de hacerlo así en esa ocasión más que a través de "Ski". Ella no tenía poder para enviarla directamente, como ocurrió con el guante; M. no quiso ayudarla por ciertas razones particulares y además de mucho peso —como he descubierto posteriormente; ella sabía que el señor C.C.M. desconfiaba de Ski y fue lo bastante confiada para creer que el señor Massey separaba el médium del "espíritu", como lo demuestra su carta; ella estaba ansiosa por pura y abnegada devoción hacia él, de que el señor C.C.M. viera que, al fin, era tenido en cuenta por un verdadero Hermano. De ahí que ella tratara de ocultar el hecho de que Ski tuviera nada que ver en ello. Además, una hora después de haber enviado ella su carta a la señora B., para ser entregada por Ski, carta leída en ese momento y encontrada no accidentalmente como se pretendía— ella se olvidó de ello, como se olvida de todo. Ninguna idea, ningún pensamiento del menor engaño por su parte, cruzó jamás su mente. Si el señor Massey le hubiera pedido que le dijera sinceramente la verdad después que le mostraron la carta, probablemente lo hubiera enviado a paseo y no le habría dicho nada, ni le hubiera confesado, honradamente, la verdad. Ella simplemente pensó que lo mejor sería que el buen efecto que se buscaba con el mensaje del Hermano no quedara invalidado al crearse en la mente del señor C.C.M. una disposición hostil, fruto de esa injustificada sospecha. Nosotros, mis queridos señores, siempre juzgamos a los hombres por sus motivos y por los efectos morales de sus acciones; por las falsas normas y los prejuicios del mundo, no sentimos ningún respeto.
K.H.



LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 80

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 80
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA AVENTURA DEL "PHOENIX" Y LA CONDICIÓN DE LA INDIA.

CARTA N° 80
El efecto de las gafas convexas del "hijo" de M. (Se refiere al Coronel Olcott.) al no estar empero graduadas para una superficie perfecta, le llevó a crear una situación equivocada. M. no quiso que dijera que existía algo como una posibilidad de fracaso, sino tan sólo la posibilidad normal de demora en toda transacción comercial que se deja sólo en manos de nuestros compatriotas; aparte de la malévola (o, si usted lo prefiere, excéntrica) intromisión del Swedenborg de Rothney y otros maestros en calamidades. Por todo lo que sé de la situación —y pretendo vigilarla tan de cerca como me está permitido— hay posibilidades de que el dinero se consiga a finales de marzo; pero, al ser la suerte un jamelgo bizco, según los informes el momento de la recaudación no ha sido aún escrito en el libro de memorándums del Destino. Depende mucho de las contingencias, pero todavía depende más de que el yogui de Simla nos deje en paz por algún tiempo. Tres lakhs de rupias pueden darse por perdidos debido a una carta que él escribió a un editor de Calcuta con una descripción de nuestro verdadero carácter (jesuitas, hechiceros, grupo de impostores, egoístas, etc.) y que fue mostrada por ese editor a un rajáh, hasta entonces bien dispuesto y presto para acceder a la invitación de los "Hermanos Mahatmas" — de patriotismo, en esta transacción habrá muy poco, si lo hay. Dentro de uno o dos días le comunicaré unos hechos que le mostrarán a usted las personas a su verdadera luz.
Mientras tanto, si yo le aconsejo que actúe enteramente de acuerdo con su propio criterio en cuanto a su partida, es debido a la falsa luz en la cual son vistos casi todos nuestros actos por parte de los europeos que, sin embargo, están indirectamente relacionados con nosotros. Yo no deseo que usted me juzgue mal, ni siquiera por un momento. Pero, por extraña y complicada que a primera vista pueda parecer nuestra manera de proceder, tengo la esperanza de que usted nunca permitirá que su mente europea sea influida por su amigo de Rothney.
Bien; más próximamente.
Siempre suyo fielmente,
K.H.



LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 79

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 79
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA AVENTURA DEL "PHOENIX" Y LA CONDICIÓN DE LA INDIA.

CARTA N° 79
Puesto que usted no "trató exhaustivamente del tema" en su nota previa, yo también me limité, pues no soy un hombre de negocios. Alguien acostumbrado a asuntos mercantiles habría deducido, indudablemente, todo el plan a través incluso de fragmentos más pequeños que los que usted posee. Pero ahora que usted ha reanudado el tema, puedo decirle, (sin confiar demasiado, al mismo tiempo, en mi opinión de amateur) que su plan parece ser bastante razonable y justo. El señor Daré, no menos que usted mismo, debería ser substancialmente recompensado por sus fieles y valiosos servicios. La propuesta de usted de que los 4 doceavos de las acciones transferibles no participen en los beneficios hasta que los respectivos poseedores hayan conseguido que los restantes 8 doceavos produzcan una razonable remuneración al capital —es justa para ambas partes.
Finalmente, tanto que usted publique como no un periódico doble o cuádruple, yo todavía pienso que, si es factible, debería tratar de conseguirse una ampliación de capital para que esté usted totalmente equipado ante cualquier eventualidad, y pueda adoptar con calma el plan que, con un moderado juicio y calculando todas las posibilidades, pueda indicarse como el mejor.
Y ahora, antes de abandonar mi nuevo papel de consejero de negocios, debo repetir que, si bien nosotros ayudaremos a la empresa desde el principio al fin tanto como sea posible dentro de nuestras reglas, la iniciativa debe partir de sus amigos, y debería ser orientada y considerada con simpatía por usted, y ahora le diré por qué. Aunque del lanzamiento de ese periódico debería salir el mayor bien, la estricta ley de justicia nos prohíbe hacer nada que disminuya en lo más mínimo el mérito al que tiene derecho aquel que haga que el sueño se convierta en realidad. Son pocos los que conocen su futuro o lo que es mejor para ellos. No hay duda de que la vida en el Continente europeo y en Inglaterra tiene encantos de los que carece la pobre y deprimida India. Pero, por otro lado, puede ofrecer privilegios y atracciones no soñados por el místico común. No me atrevo a decir más; pero está usted equivocado, amigo, muy equivocado al aceptar quedarse aquí SOLO por consideración hacia mí. Yo, al menos, no me siento lo suficientemente egoísta para aceptar el sacrificio, si no supiera lo que sé.
Por su complaciente condescendencia para con nuestros deseos de que asistiera a la celebración del aniversario, acepte nuestro mayor agradecimiento. Los efectos de su presencia y su alocución serán más importantes y mejores de lo que usted ahora pueda imaginar. Y como toda buena acción, ello redundará en abundante recompensa para usted —ahora y en lo venidero. Que sea un consuelo para usted saber que ha ayudado positivamente a neutralizar las malas influencias que los enemigos de la Verdad habían concentrado sobre la Sociedad. El punto muerto del ciclo giratorio ha pasado: un nuevo ciclo empieza para la Sociedad Teosófica —el 17 de diciembre. Esté atento.
Siempre su amigo,
K.H.



LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 78

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 78
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA AVENTURA DEL "PHOENIX" Y LA CONDICIÓN DE LA INDIA.

CARTA Nº 78
Mi querido amigo, no me acuse —después de haber empezado a acusarme yo mismo— de indiferencia o de olvido de nuestra pequeña especulación. No se trata de consultar al Chohan cada día sobre esos menesteres "mundanos", y ésa es mi excusa por el inevitable retraso.
Y ahora, mi venerado Jefe me permite que le transmita a usted un memorándum de Sus opiniones e ideas acerca de la suerte y el destino de cierto periódico acerca del cual le fueron solicitadas sus previsiones por su humilde amigo y servidor.
Poniéndolas en forma práctica he anotado sus puntos de vista como sigue:
I. Establecer un nuevo periódico de la clase descrita es deseable y muy factible —si se realiza el esfuerzo adecuado.

II. Ese esfuerzo debe ser realizado por sus amigos en el mundo y por todo teósofo indio que desee de corazón el bien de su país, y no tema gastar sus energías y su tiempo. Debe ser hecho por los de fuera —es decir, por aquellos que no pertenecen irrevocablemente a nuestra Orden; en cuanto a nosotros—

III. Podemos dirigir y guiar sus esfuerzos y el movimiento en general. Aunque separados de su mundo de acción, no estamos todavía por completo separados de él mientras exista la Sociedad Teosófica. De ahí que, aunque no podamos inaugurarlo públicamente y con el conocimiento de todos los teósofos y de aquellos a quienes les concierne, nosotros podemos y (fuéremos ayudar a la empresa tanto como sea posible. De hecho, ya hemos empezado a hacerlo así. Además, se nos permite recompensar a aquellos que hayan ayudado de la forma más efectiva a realizar esta gran idea (que promete, al final, cambiar los destinos de toda una nación, si el asunto está dirigido por una persona como usted).

IV. Al proponer a los capitalistas, especialmente a los nativos, arriesgar (tal como es probable que piensen) una suma tan grande, deben ofrecérseles alicientes especiales. Por lo tanto, somos de la opinión de que usted no debe pedir más remuneración de la que actualmente recibe, hasta que sus esfuerzos hayan convertido el periódico en un éxito indiscutible —(algo que debe suceder y que sucederá)— si es que sirvo para algo. Durante algún tiempo, pues, es deseable que este asunto sea desbrozado de toda característica dudosa, a los ojos de los futuros accionistas. Actualmente puede invertirse capital de varias maneras, a fin de asegurar un interés moderado con poco o ningún riesgo. Pero para el especulador corriente, existe mucho riesgo al fundar un nuevo periódico de elevado costo, que es para favorecer la parte de los legítimos intereses de los nativos en aquellos casos, demasiado frecuentes, de injusticia (los cuales difícilmente pueden ser demostrados ante usted bajo circunstancias normales, pero que lo serán) —y que siempre ocurren cuando un país está ocupado por conquistadores extranjeros. Casos que, en lo que se refiere a la India, tienden a multiplicarse con la entrada gradual de funcionarios de origen social inferior, bajo el sistema de nombramientos por oposición; y con las incesantes fricciones debidas a un resentimiento egoísta por la admisión de nativos en el Servicio Civil. A sus capitalistas, por lo tanto, debe usted presentarles el incentivo de que usted trabajará desinteresadamente con el mismo sueldo que tiene ahora —para hacer esta aventura más provechosa de lo normal, y debe decirles que sólo reclamará una parte de los beneficios —tal como lo ha señalado usted, con un pequeño cambio— cuando se llegue a ese punto. Yo estoy dispuesto a ofrecerme como garantía de que eso llegará rápidamente.

V. Mi sugerencia, por lo tanto, está de acuerdo con la opinión del Chohan de que usted debe indicar que acepta la paga mensual consolidada que menciona (con los gastos personales   y necesarios para viajes cuando sea por asuntos del periódico) hasta que el capital esté ganando el 8 por ciento. De las ganancias entre el 8 y el 12 por ciento usted percibirá una cuarta parte. De todo lo que pase del 12 por ciento, la mitad.

VI. Ciertamente, usted deberá tener todo el control del periódico, con alguna cláusula que garantice que ese poder no será transferido a un sucesor sin el consentimiento de la mayoría del capital representado por sus dueños, y que debe cesar cuando se haga evidente que el periódico se ha estado utilizando en contra de los intereses para cuya promoción se fundó. Sin una salvedad de esta naturaleza, mi venerable Chohan y nosotros también, creemos que los prejuicios y sospechas hondamente arraigadas serían causa de que los capitalistas nativos — en especial los rajáhs— titubearan —no por temor al riesgo de esta empresa, sino por sus dudas sobre su éxito. Toda la comunidad anglo-europea sufre ahora, en opinión de los nativos, por los pecados comerciales de empresas deshonestas que anteriormente han hecho perder la fe de los capitalistas; y hay varios Rajáhs que ahora siguen con pensativa tristeza la ya lejana silueta de Sir Ashiey Edén, que se aleja con un bolsillo lleno de promesas nunca cumplidas, y el otro lleno de los recuerdos de varios lakhs de rupias (Lakh: cien mil. Rupia es la unidad monetaria de la India.) pedidos prestados y nunca devueltos a sus amigos —los rajáhs. Al mismo tiempo, esas cláusulas deben ser redactadas de tal manera que protejan también los intereses de usted. Por parte de usted tendrá que haber algún ofrecimiento espontáneo, naturalmente, invitando de vez en cuando a la inspección de libros y documentos a intervalos razonables para que se haga la comprobación de las cuentas presentadas, puesto que su integridad personal no puede servir de garantía para todos sus ayudantes. Pero esto no ha de disminuir su autoridad por lo que respecta a la dirección del periódico en todas las secciones.

VII. Es mejor que todo el capital sea aportado antes de que se edite el periódico, pues siempre es desagradable y molesto pedir contribuciones después de las pérdidas iniciales. Pero deberá estipularse que todo lo que no sea de inmediata necesidad se coloque a interés, y que se cree un Fondo de Amortización de los ingresos del periódico para atender cualquier exigencia imprevista. El capital excedente, así como las ganancias, deben ser distribuidos de tiempo en tiempo.

VIII. Los contratos y los documentos de co-participación deben ser legalizados desde el comienzo, pero depositados de mutuo acuerdo en manos de confianza, y su naturaleza debe ser mantenida en secreto hasta que surja alguna eventualidad específica. Esto demostrará buena fe por ambas partes e inspirará confianza.

IX. No parece necesaria ninguna otra observación sobre las demás partes de su programa. Por lo tanto —pasemos a otra cosa.
Hace dos o tres noches escuché la siguiente conversación, o mejor dicho, la siguiente profesión de opinión independiente que aprobé como razonamiento mundano. Olcott estaba conversando con varios teósofos influyentes, relacionados e interesados en nuestras futurasoperaciones periodísticas.

Su colega y hermano, el bueno y sincero Babu Norendro, del Mirror, dijo unas sabias palabras a este respecto:
"De los varios príncipes que los amigos del señor Sinnett tienen en mente en la India, probablemente ni uno solo se sentiría inducido a suscribir el capital por motivos patrióticos.
El Nizam quiere los Berars y espera que Inglaterra sea tan generosa con él como lo es con Cetewayo. Holkar quiere el cien por cien o acercarse tanto a eso como sea posible. Kashmir teme a la C. y M. Gazette (Civil and Military Gazette (Gaceta Civil y Militar).) y a la codicia largo tiempo ansiada de anexionarse su rica provincia (mi conservador y patriótico amigo, A.P.S. es seguro que tendrá algo que objetar); Benarés es ortodoxo y estaría dispuesto a gastar con liberalidad para abolir la matanza de vacas (no de bueyes). Baroda es un niño, con las inquietudes de un mozalbete y sin ninguna idea clara todavía sobre la vida. Con agentes apropiados y negociaciones discretas, los 5 lakhs pueden ser reunidos, pero no puede decirse con cuanta rapidez; (he ahí uno especialmente, que tiene poca fe, si es que tiene alguna, en nuestra ayuda).
Después de esto, H.P.B. me remitió la carta de usted. En caso de que se pidiera mi opinión, yo aconsejaría —(1) mantener a la expectativa a sus Propietarios en cuanto a las verdaderas posibilidades de usted para que tenga la oportunidad de hacer aquello que pueda redundar en el mayor beneficio. Por mi parte, le confieso ahora que tengo dos recursos a mi disposición.
Cuando se reúna el nuevo capital —incluso en el caso de que sea muy pronto— no representará una gran diferencia si su periódico se pone en marcha en la próxima estación del frío o en la siguiente, siempre que usted esté al frente del Pioneer. Usted estará al mando hasta noviembre y mientras tanto sus amigos tendrán tiempo para gestionar sus difíciles y delicadas negociaciones, y podrían tomarse disposiciones para que usted reciba una parte equitativa del salario, mientras toma sus medidas cómodamente, para comenzar durante la estación fría de 1884. Por otro lado, si el capital pudiera conseguirse pronto, podría usted colocarlo a interés y no retiraría ningún emolumento hasta que dejara usted el Pioneer. Naturalmente, sin forzar los acontecimientos —salvo que el Chohan lo autorizara, ni violando leyes—todo esto es problemático y, en cierto modo, un dilema. Pero yo puedo ayudar a sus amigos y ellos lo descubrirán muy pronto, tan pronto como empiecen. No; si yo fuera usted no prometería no lanzar otro periódico; pues, en primer lugar, usted no sabe lo que puede suceder y, además, siempre es útil tener una espada de Damocles suspendida sobre testas como las de Rattígan y Waiker. Ellos están muertos de miedo, —se lo aseguro. Podrían hacer incluso que para usted resultara agradable y provechoso continuar en la dirección del Pioneer con mayores facultades editoriales y más sueldo, porque esto podría convenirles más que no tenerle a usted de competidor con 5 lakhs respaldándole. En cuanto a la conveniencia de eso —el tiempo lo dirá.
Tal como es aconsejable actualmente, yo todavía me atengo al programa original. Tiene usted que ser el único dueño absoluto de un periódico dedicado a los intereses de mis compatriotas sumidos en la ignorancia. La nación "indo-británica" he aquí el pulso que me guía. Volveré sobre esto —otra vez.
Incluyo una carta que me ha prestado amablemente el Coronel —aunque sin conocimiento de él. Nuestro amigo echa espumarajos de rabia de la manera menos yóguica imaginable; y Subba Row tiene razón en su opinión sobre él. Cartas parecidas y todavía peores, las recibirán C.C.M. y S.M. y otros. ¡Y éste es el hombre que hace sólo unos días había dado su palabra de honor de que nunca perjudicaría a la Sociedad, sea la que sea su opinión personal sobre nosotros! El final del ciclo, buen amigo —los últimos esfuerzos. . . . ¿Quién vencerá? Los Dugpas, bajo cuya influencia se ha colocado él por completo, a los que atrae por todos los medios y maneras, o —. ¡Pero ya basta!
Suyo sinceramente,
K.H.