martes, 16 de febrero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 64

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 64
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 64
Recibida en Londres, en el verano de 1884.
Estrictamente reservada, excepto para Mohini y F.A.
Buen amigo— Esta no es una respuesta a su última carta. La que me dirigió a través de Mohini no fue nunca escrita por usted. En realidad fue escrita por alguien que en ese momento estaba por completo bajo la influencia de una criatura de Attavada
"El pecado del yo, que en el Universo ve reflejado como en un espejo su querido rostro".
—y sólo el de ella; en cada una de cuyas palabras él confiaba entonces implícitamente; posiblemente (esto es, hasta cierto punto, una justificación) porque desde nuestro lugar no llegó ninguna intervención, a medias esperada, ninguna palabra de aviso. De ahí que no haya ninguna respuesta para ello, pues más bien preferimos pasar la página.
¡Ah, por cuánto tiempo aún los misterios del estado de chela han de abrumar y desviar del sendero de la verdad, tanto al sabio y al perspicaz como al tonto y al crédulo! Cuan pocos de los muchos peregrinos que tienen que empezar sin carta ni compás de navegación en ese ilimitado Océano del Ocultismo alcanzan la tierra deseada. Créame, fiel amigo, que nada que no sea una completa confianza en nosotros, en nuestros buenos motivos, si no en nuestra sabiduría, en nuestra prudencia, si no en nuestra omnisciencia —la cual no se va a encontrar en esta tierra— puede ayudarle a uno a cruzar desde su propia tierra de sueños y ficciones hasta nuestra tierra de la Verdad, la región de la firme realidad de los hechos. De otro modo, el océano demostrará que, en verdad, no tiene orillas; sus olas ya no le mecerán a uno sobre las aguas de la esperanza, sino que cada rizo de sus olas se convertirá en dudas y sospechas y ellas demostrarán que son más amargas para aquel que sale a ese funesto y agitado océano de lo Desconocido con la mente llena de prejuicios.
Sin embargo, no se sienta demasiado perplejo. La hora de la prueba casi ha pasado; trate más bien de comprender los "por qué" y los "para qué" de la situación, de estudiar más seriamente las leyes que gobiernan nuestro "Mundo Oculto". Le concedo que, muy a menudo, esas leyes parecen injustas, e incluso a veces crueles. Pero se debe al hecho de que ellas no estaban destinadas ni a la inmediata reparación de las injusticias ni a ayudar directamente a aquellos que ofrecen, sin reflexionar, su fidelidad a los legisladores. Sin embargo, los males aparentemente reales, los males evanescentes y pasajeros que ellas aportan, son tan necesarios para el crecimiento, progreso y afianzamiento definitivo de su pequeña Sociedad Teosófica, como lo son para la humanidad aquellos cataclismos de la naturaleza que a menudo diezman poblaciones enteras. Porque todo el mundo sabe que un terremoto puede ser una bendición y un maremoto puede resultar la salvación de los muchos a expensas de los pocos. Se ha visto que los "más aptos" sobreviven a la destrucción de cada vieja raza, y se hace que se sumerjan en la nueva y queden asimilados, pues la naturaleza es más vieja que Darwin. Entonces, dígase más bien a sí mismo: "sea lo que sea lo que ocurra, no puede ser motivo de lamentación", pues no se trata tanto de nuevos hechos que deberían ser revelados al "grupo interno", como de antiguos enigmas y misterios que deberían haber sido explicados y aclarados a los pocos miembros totalmente fieles. Incluso un inocente signo de comillas salido de mi lápiz y que usted desaprobó, hubiera tenido un mundo de significado para alguien que no hubiera estado tan obcecado como usted lo estaba cuando escribió su última carta —basada por completo en las ladinas insinuaciones de su supuesta sibila. Fue absolutamente necesario que el Karma desarrollara su trabajo secreto en la experiencia personal de esos pocos miembros fieles (incluido usted); que el profundo significado del mismo fuera ilustrado prácticamente (como también sus efectos) —sobre esos obstinados voluntarios y candidatos a chelas que se precipitarán bajo la misteriosa sombra de sus ruedas.
Contra lo indicado, algunos dirán —¿qué hay, pues, de la gran clarividencia de ella, de su calidad de chela, de su selección entre muchos, por parte de los Maestros?
La clarividencia de ella es una realidad, que fuera elegida y que sea un chela, otra. Pero por muy bien preparado que esté, psíquica y fisiológicamente, para responder a esa selección, a menos que posea un altruismo tanto espiritual como físico, un chela, seleccionado o no, a la larga debe sucumbir como chela. El personalismo, la vanidad y el engreimiento albergados en los principios superiores, son infinitamente más peligrosos que los mismos defectos inherentes sólo a la naturaleza física inferior del hombre.
Esas son las rompientes contra las cuales la causa del chela —en su etapa de probación, se hará pedazos con seguridad, a menos que el aspirante a discípulo lleve consigo el blanco escudo de la perfecta fe y confianza en aquellos que él escogerá para que le guíen sin peligro a través de montes y valles hacia la Luz del Conocimiento.
El mundo se mueve y vive bajo la sombra del mortífero árbol upas del Mal; pero su exudación es peligrosa y puede alcanzar sólo a aquellos cuyas naturalezas, superior y media, son tan susceptibles a la infección como su naturaleza inferior. Sus semillas venenosas solamente pueden germinar en un suelo apto y bien preparado. Tenga presentes los casos de Fern, Moorad Alí y Bishen Lal, buen amigo, y recuerde lo que ha aprendido. El conjunto de pecados y flaquezas humanas se distribuye a lo largo de la vida del hombre que se contenta con ser un mortal común. Se acumula y se concentra, por así decirlo, durante un solo período de la vida de un chela —el período de probación. Aquello que se acumula generalmente para encontrar legítima salida sólo en el próximo renacimiento de un hombre corriente, se acelera y se aviva en la existencia del chela —especialmente en el candidato presuntuoso y egoísta que se lanza al camino del discipulado sin haber calculado sus fuerzas.
"La que cavó tantas y tan profundas trampas para sus amigos y hermanos se precipitó en ellas" —dijo M. a H.P.B. en la noche de las revelaciones mutuas. Yo traté de salvarla pero no pude hacerlo. Ella había entrado, o mejor yo diría —se había metido a la fuerza en el peligroso sendero, con un doble propósito en mente:
(1) Trastornar toda la estructura en la que ella no tenía parte alguna y obstruir así el sendero para todos los demás, si no encontraba el sistema y la Sociedad al nivel de sus expectativas; y
(2) Permanecer fiel y trabajar en pro de su condición de chela y de sus dotes naturales que, en verdad son considerables, sólo si aquellas expectativas encontraran todas sus respuestas.
Fue la intensidad de esa resolución lo que atrajo, al principio, mi atención. Conducida gradualmente y con suavidad hacia la verdadera dirección, la adquisición de una individualidad así hubiera sido muy valiosa. Pero hay personas que, sin mostrar signos externos de egoísmo, son intensamente egoístas en sus internas aspiraciones espirituales. Esos seres seguirán el sendero, una vez escogido por ellos, con sus ojos cerrados a los intereses de todos menos a los de ellos mismos, y no verán nada fuera del estrecho camino que han llenado con su propia personalidad. Están tan intensamente absortos en la contemplación de su propia supuesta "rectitud" que nunca les parecerá bien nada que esté fuera del foco de su propia visión, distorsionada por la auto-complacencia de ellos mismos y de su juicio sobre lo que está bien y lo que está mal. ¡Ay!, una persona así es nuestra nueva mutua amiga L.C.H. (Laura Carter Holloway) "Lo recto en ti es de baja ley, lo equivocado es una maldición", dijo nuestro Señor el Buddha refiriéndose a seres como ella; porque el bien y el mal "engañan a los que se aman a sí mismos", y a los demás los aman sólo en proporción a los beneficios que les reportan —aunque esos beneficios sean puramente espirituales. Despertada hace unos 18 meses a una espasmódica e histérica curiosidad por la atenta lectura de su obra El Mundo Oculto, y a una fanática envidia posteriormente, por El Buddhismo Esotérico, ella decidió "descubrir la verdad", tal como dijo.
En primer lugar y ante todo —o ella se convertiría en un chela para escribir libros, eclipsando así a su "laico" competidor, o bien pondría de manifiesto la completa impostura en la cual ella no tenía nada que ver. Decidió ir a Europa y buscarle a usted. Su fantasía sobreexcitada, al colocar una máscara a cada fantasma errabundo, creó el "Estudiante", y lo utilizó para sus propósitos y deseos. Ella creía en él sinceramente. En esa ocasión, y viendo de antemano el nuevo peligro, intervine yo. Se envió a Dharb Nath (Dharbagiri Nath, discípulo de K.H.-(N.T).) y se hizo que la impresionara tres veces, en mi nombre. Durante algún tiempo, sus pensamientos fueron guiados y se hizo que su clarividencia sirviera a un propósito. Si sus sinceras aspiraciones hubieran vencido la intensa personalidad de su yo inferior, yo hubiera proporcionado a la S.T. una excelente ayuda y una colaboradora. La pobre mujer es buena y moral por naturaleza, pero esa misma pureza es de una clase tan estrecha, de un carácter tan presbiteriano, si se me permite utilizar esta palabra, que la incapacita para verla reflejada en cualquiera otra cosa que no sea su propio Yo.
Sólo ella es buena y pura. Todos los demás deben ser y serán sospechosos. Se le ofreció un gran don —su díscolo espíritu no le permitiría aceptar a nadie que no se adaptara a su propio modelo.
Y ahora ella recibirá una carta mía que contendrá mi ultimátum y mis condiciones. Ella no las aceptará, pero se quejará amargamente a algunos de ustedes, sugiriendo nuevas indirectas e insinuaciones contra alguien a quien ella manifiesta adorar. Prepárese. A ella se le ofrece una tabla de salvación, pero hay muy poca esperanza de que la acepte. Sin embargo, lo intentaré una vez más, pero no tengo derecho a influir en ella en ningún sentido. Si usted quiere aceptar mi consejo, absténgase de cualquier correspondencia con ella, hasta que se presente algún acontecimiento nuevo. Trate de salvar a "Man" vigilándolo con Mohini, y borrando de él las pretendidas inspiraciones y dictados del "Estudiante". Habiendo tenido, además, "un objetivo y un propósito" en mente, tuve que dejarla con su propia ilusión de que este nuevo libro estaba escrito con la intención de "corregir los errores" de El Buddhismo Esotérico (—de destruirlo— era el verdadero pensamiento) —y fue sólo en la víspera de su partida cuando se le ordenó a Upasika que cuidara de que Mohini expurgara de él cuidadosamente todos los pasajes inconvenientes. Durante su estancia en Inglaterra, la señora H. no le hubiera permitido a usted nunca que viera su libro antes de la publicación definitiva. Pero yo quisiera salvar la labor de cinco meses de Mohini, y no permitiré que quede sin publicar. A pesar de lo mucho que queda sin explicar, lo poco que usted puede haber sacado de esta carta servirá a su propósito. Hará que sus pensamientos tomen otra dirección y habrá levantado el velo do otra esquina en el dominio de la Isis psicológica.
Si usted quiere aprender y adquirir Conocimiento Oculto, debe recordar, amigo mío, que esa enseñanza abre en la corriente del estado de chela muchos cauces imprevistos, a cuya corriente incluso un chela "laico" debe entregarse por fuerza, o de lo contrario quedará varado en los bajíos; y sabiendo esto, debe abstenerse siempre de juzgar por la simple apariencia. El
hielo está roto, una vez más.
Aprovéchese de ello, si puede.
K.H.




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