LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 51
Carta del Mahatma K.H.
a A. P. Sinnett.
CARTA Nº 51
Recibida el 22 de
agosto de 1882.
Privada.
Mi buen amigo:
Recuerde
que en el fenómeno destinado al coronel Chesney no hubo, no hay ni habrá más
que una cosa fenoménica auténtica, o más bien —un acto de ocultismo— la imagen
de su humilde servidor, la mejor de las dos producciones de D. Kool, siento
decirlo —para usted. El resto de la operación es, a pesar de su carácter
misterioso, algo demasiado natural y que no apruebo en absoluto. Pero no tengo
derecho a ir en contra del sistema tradicional, a pesar de lo mucho que me
gustaría evitar su aplicación práctica.
Guarde
esto estrictamente reservado dentro de su amistoso corazón hasta que llegue el
día en que se permita saber a algunas personas que usted fue advertido de ello. No me atrevo a
decir más. Las pruebas son duras en todos los conceptos, y es seguro que no
corresponden a sus ideas europeas de veracidad y sinceridad. Pero, aunque soy reacio a utilizar esos
medios o incluso a permitir que se empleen en relación con mis chelas, debo
decir sin embargo que el engaño, la falta de buena fe y las trampas (!!)
preparadas para engañar a los Hermanos, se han multiplicado de tal manera últimamente,
y es tan poco el tiempo que queda hasta el día en que se decidirá la selección
de los chelas, que no puedo por menos que pensar que, después de todo, nuestros
jefes y especialmente M., es posible que tengan razón. Con
el enemigo se tienen que emplear iguales o mejores armas. Pero no se deje
engañar por las apariencias.
Ojalá pudiera ser
yo tan franco con el señor Hume, a quien tan sinceramente respeto por algunas
de sus genuinas y excelentes cualidades, aunque no puedo evitar censurarle por
otras.
¡Cuándo sabrán y comprenderán,
algunos de ustedes, lo que somos realmente, en vez de complacerse en un mundo
de ficción!
En el caso de que
el coronel Chesney le hable de ciertas cosas, dígale que no se fíe de las apariencias.
El es un caballero y no debería dejársele que fuera víctima de un engaño que nunca
se pensó para él, sino sólo como prueba para aquellos que querrían imponerse
sobre nosotros con un corazón impuro.
Se avecina la
crisis. ¿Quién ganará la batalla?
K.H.
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