sábado, 20 de febrero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 82

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 82
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

LA AVENTURA DEL "PHOENIX" Y LA CONDICIÓN DE LA INDIA.

CARTA Nº 82
Estrictamente confidencial
El "quart d'heure de Rabelais" ha llegado. De su contestación afirmativa o negativa — depende la resurrección del Phoenix— postrado en un Samadhi parecido a la muerte, si no en la muerte verdadera. Si usted cree en mi palabra y, dejando a los Ryots (Campesinos.) a nuestro cuidado, está preparado para un trabajo en cierto modo incorrecto —desde el punto de vista europeo, naturalmente— y consiente en oponerse manifiestamente a nuestro trabajo, sirviendo en realidad a nuestros fines y salvando así a nuestros respectivos países de un gran mal que se cierne sobre ambos —entonces consienta en la proposición que se le hará desde la India.
En realidad, puede usted trabajar para oponerse al proyecto de Ley de Arrendamientos de Bengala, pues, hagan lo que hagan, usted u otros, nunca podrán obstaculizar nuestro trabajo en la dirección opuesta. Por lo tanto —un poco menos de escrúpulos y un poco más de confianza no autorizada. Un acertijo, en verdad.
Y ahora, buen amigo, debo explicarme. Sólo que usted debe preparar a sus cultas ideas europeas del bien y del mal para recibir un choque. Un plan de acción de carácter puramente asiático se pone al descubierto ante usted; y puesto que yo no puedo mover ni un solo dedo — ni lo haría en este caso aunque pudiera— para guiar su comprensión o sus sentimientos, puede que lo encuentre usted demasiado jesuítico para su gusto. Qué lástima para todos que esté usted tan poco versado en el conocimiento de los antídotos ocultos, hasta el punto de no ser capaz de percibir la diferencia entre el dicho jesuítico "tout chemin est bon qui méne á Rome" (Todo camino que lleva a Roma es bueno".) añadido al astuto y solapado —"el fin justifica los medios"— y la necesidad de la aplicación práctica de aquellas sublimes palabras de nuestro Señor y Maestro: —"¡Oh, vosotros, Bhikkhus y Arhats— sed buenos con la raza de los hombres— nuestros hermanos! Sabed, todos vosotros, que aquel que no sacrifica su propia vida para salvar la vida de sus semejantes; y aquel que vacila en dar, más que su vida, su buen nombre y su honor para salvar el buen nombre y el honor de los muchos, no es merecedor del purificador, del inmortal, del trascendental Nirvana". Bien; no se puede hacer nada.
Permítame que le explique la situación. Es muy complicada, pero para alguien que, sin ninguna preparación previa, fue capaz de asimilar tan bien algunas de nuestras doctrinas, y de escribir El Buddhismo Esotérico —los resortes internos que hemos de usar deberían ser comprensibles.
(1) Los Jefes Behar proponen un lakh y medio para el Phoenix; otro tanto cuando le vean a usted de regreso en la India, si el nuevo periódico se opone al proyecto de Ley de Arrendamientos de Bengala y si usted promete prestarles su apoyo. A menos que usted acepte la propuesta ya podemos prepararnos para la desaparición final de nuestro Phoenix —y para siempre. Dejando de lado esta cantidad —150.000 Rs.— no podemos contar más que con 45.000 Rs. en acciones —como máximo hasta el momento. Pero deje que los Raises (Hacendados.—Eds.) contribuyan con su dinero y todos seguirán.
(2) Si usted se niega, con seguridad que ellos buscarán otro editor; si existiera algún peligro para los campesinos y para el Proyecto, ellos —los Raises o los Zemindars no perderían nada con eso, excepto en el grado de habilidad de su editor; pero ellos confían y son totalmente inconscientes de que, a la larga, están predestinados al fracaso. El único y verdadero perdedor, en caso de rechazo, será la India y —con el tiempo— vuestro propio país. Esto es una profecía.
(3) La oposición y las intrigas impulsadas por los Hacendados contra el Proyecto son odiosas por naturaleza —aunque muy naturales. Los que examinan las cosas a fondo, se dan cuenta de que el verdadero culpable es Lord Cornwailis y la larga línea de sus sucesores. Aunque esto pueda resultar odioso, como digo, es así y no se puede evitar porque es propio de la naturaleza humana y desde el punto de vista legal no hay mayor deshonor en apoyar las reclamaciones por parte de un Editor que les conoce y que sabe que están destinados al fracaso, que el que pueda haber en un abogado al defender a su cliente —un gran criminal condenado a la horca.
Ahora estoy tratando de razonar desde su punto de vista europeo, por temor a que usted no sea capaz de ver las cosas desde nuestro punto de vista asiático; o mejor dicho, de la manera que las ve —aquel que es capaz de discernir los acontecimientos futuros.
(4) Un editor conservador, cuyo campo de acción se descubrirá que es paralelo al de un Virrey conservador, se encontrará que no ha perdido nada en realidad, por una trivial oposición que, después de todo, no puede perdurar. Hay grandes fallos en el Proyecto actual si se examina desde el aspecto legal de una ley que, sin estar abolida, no está en vigencia.
(5) Debido al "Proyecto Ilbert y al caso de desacato todavía más necio de "Saligram- Surendro", la agitación está llevando a la población de la India al borde de su autodestrucción.
No crea usted que estoy exagerando si digo, además, que los ingleses, y especialmente los anglo-indios, están siguiendo el mismo camino desde direcciones opuestas.
Es usted libre de rechazar mi advertencia: pero demostrará ser prudente si no lo hace. Pero, volvamos a nuestro objetivo inmediato.
(6) Hay varios ingleses con gran capacidad intelectual y habilidad que están dispuestos a defender —(e incluso a aliarse— con) los Zemindars —y a oponerse al Proyecto, en contra de sus propios principios y sentimientos —simplemente porque los Raises odian y están en contra del hombre a quien, por el momento, el resto de los hindúes idolatran y a quien exaltan con todo el ardor de las mentes sencillas y de corta visión de la gente sin civilizar. Así es que los campesinos no pueden escapar a su destino más que unos cuantos meses más, tanto si usted acepta como no el ofrecimiento. En este último caso, naturalmente, el proyecto del periódico llega a su fin.
(7) Al mismo tiempo, es mejor que usted esté preparado para conocer los inevitables resultados; hay noventa y nueve probabilidades contra una de que —si el ofrecimiento de los zemindars es rechazado— el Phoenix no verá nunca la luz; no, en todo caso, mientras subsista la presente agitación. Y cuando el proyecto fracase finalmente, tal como está previsto, a menos que nosotros no nos hagamos dueños de la situación, entonces tendremos que apartarnos. Para conseguir permiso del Chohan para defender a los prolíficos millones de pobres y oprimidos de la India, poniendo en juego todo nuestro conocimiento y nuestros poderes —tuve que comprometerme, en el caso de que el Phoenix fracasara, que no intervendría más en esos asuntos del mundo— y que diría adiós para siempre al elemento europeo. M. y Djual Khool tendrían que ocupar mi lugar. Por otro lado, si usted consintiera en aceptar el ofrecimiento, su oposición a la Ley de Rentas no tendría más efecto en nuestro trabajo —para los Ryots— que una paja para evitar que un barco se hunda; mientras que, si se eligiera otro editor, no tendríamos pretexto para ejercer nuestra influencia en favor de ellos.
Esa es la situación. Es un curioso embrollo sin ninguna otra raison d'etre según su opinión.
Apenas si cabría esperar que usted lo viera con claridad en el presente, ni tampoco es muy probable que lo juzgue imparcialmente, debido a esta ofuscación egipcia de propósitos contrarios; ni tampoco hay una necesidad especial de que lo haga, si el ofrecimiento ha de caer en saco roto. Pero, si su respuesta es favorable tal vez yo pueda añadir algunos detalles.
Sepa, pues, que a pesar de la oposición, y precisamente a causa de ella, hará usted estallar el gran hervidero nacional hasta el máximo, más pronto de lo que de otro modo podría esperarse.
Así pues, al llevar a la práctica con todo rigor su programa y la promesa hecha a los Raises, estará usted ayudando a los acontecimientos que tienen que producirse para salvar a la desgraciada población que ha estado sometida desde 1793 —el año del gran error político de Lord Cornwailis. Al mismo tiempo, puede estar haciendo usted un bien inmenso en todos los sentidos. Recuerde el pasado y eso le ayudará a comprender con más claridad nuestras intenciones. Cuando ustedes arrebataron Bengala a sus gobernantes nativos, hubo una serie de personas que ejercían el oficio de recaudadores de impuestos para su gobierno. Esos hombres, como usted muy bien sabe, recibían un porcentaje de lo que recaudaban. El espíritu de la letra, del diezmo y el tributo bajo la dominación musulmana, jamás fue comprendido por la Compañía de las Indias Orientales y mucho menos los derechos de los campesinos a oponerse a la arbitraria sustitución de la Ley de Vfuzeefa y Mukassímah Ahora bien, cuando los zemindars se dieron cuenta de que los británicos no comprendían exactamente su posición, se aprovecharon de ello, como los ingleses se habían aprovechado de su fuerza, y reclamaron el título de Propietarios. Bastante a desgana, ustedes dieron por válida y aceptaron esta reclamación, a pesar de las advertencias de los musulmanes que comprendían la verdadera situación y no fueron sobornados como lo fue la mayor parte de la gente de la Compañía —y ustedes hicieron el juego a unos cuantos contra los muchos, lo que dio como resultado las actas del "Convenio Perpetuo". Esto es lo que condujo a todos los males subsiguientes en Bengala. Teniendo en cuenta cómo son considerados los desgraciados campesinos por parte de vuestra orgullosa nación en pleno progreso del siglo diecinueve, al representar ellos para ustedes menos valor que un caballo o una vaca, no es difícil imaginarse cómo eran considerados por sus propios compatriotas de aquella época —cien años atrás— cuando todo inglés era un piadoso cristiano de corazón y la Biblia le ordenaba hacer una amplia distinción entre los descendientes de Ham y ellos mismos —los herederos del pueblo escogido. El acuerdo establecido entre Lord Cornwailis y los Raises que estipulaba que el "ganado negro humano" debería ser tratado por los Zemindars de un modo justo y bondadoso, y que no deberían elevar los alquileres de los Ryots, etc. fue una farsa legal. El Chohan estaba entonces en la India, y fue testigo presencial del comienzo de los horrores. Apenas hubieron conseguido el Acuerdo de Convenio Perpetuo, los Raises empezaron a hacer caso omiso de sus compromisos. Y el dejar de cumplirlos tuvo como consecuencia que, de año en año, llegara la ruina y el hambre a los miserables campesinos. Exigieron tributos, les hicieron vender sus pertenencias por vía judicial y forjaron falsas acusaciones contra ellos, bajo el nombre de Abwab. Esas "puertas" y "aberturas" les permitió hacer lo que quisieron, e impusieron y recaudaron durante más de cincuenta años los más extraordinarios impuestos.
Todo esto y mucho más han hecho los Zemindars, y con seguridad que se les pedirá cuentas.
Cosas demasiado horribles para mencionarlas sucedieron ante los ojos y a menudo con el consentimiento de los empleados de la Compañía, cuando la Insurrección (Se refiere al motín de los cipayos en 1857.) se presentó como un obstáculo que contribuyó a aportar como resultado otra forma de gobierno.
Para reparar la gran injusticia cometida, para remediar lo ya irremediable, es por lo que Lord Ripon se empeñó en presentar el nuevo Proyecto. Por parte de sus consejeros (no aquellos que usted conoce) no se creyó oportuno romper con el sistema de los Zemindars sin asegurarse, al mismo tiempo, la popularidad de la mayoría en otro sentido: este es el motivo del "Proyecto Ilbert" y otras bagatelas. Digamos que, al parecer, el objeto del actual Proyecto de Ley de Arrendamientos de Bengala, es reparar los errores del pasado. Amigo mío, usted es un editor extraordinariamente inteligente y un político astuto y observador; y tal vez nadie, en toda la India, profundiza tanto como usted en la constitución interna de los coups d'état anglo-indios.
Sin embargo, no lo hace lo suficiente y los primitivos estratos originales en el terreno político, como génesis de algunos actos de milord Ripon, fueron y son térra incógnita para usted y para muchos otros políticos tal vez más avezados que usted. Ni Lord Ripon ni sus Consejeros (aquellos que se ocultan) esperan ningún resultado importante mientras dure su mandato en la India. Ellos son más ocultistas de lo que usted pueda imaginar. Sus reformas liberales no están destinadas a la India, cuya prosperidad o adversidad les tiene sin cuidado; ellos van más allá y tienen la mirada puesta en los resultados futuros muy lejanos y en la actuación de la prensa, en los Proyectos Ilbert, en el de los Arrendamientos de Bengala y el resto —está dirigido a la Inglaterra protestante, la cual muy pronto demasiado pronto, si Alguien o Algo no lo remedia, se encontrará asfixiada en los invisibles anillos de la Apofis (Según la mitología egipcia, Apofis es la gran serpiente que dirige los ataques furiosos de los demonios contra el sol, por el cual son vencidos todos los días, lo que simboliza la lucha de las tinieblas contra la luz.) católico romana.
Amigo y Hermano, el único de su raza al que yo miro con cálido y sincero afecto, ¡tenga cuidado! No rechace demasiado a la ligera mi advertencia, porque es una advertencia solemne, y la única insinuación que se me permite hacer. El escepticismo político, igual que cualquier otro, desdeña y ridiculiza las observaciones de aquellos que no pertenecen a su partido. Luego se dan cuenta de sus equivocaciones cuando ya están en la fosa. ¡Tenga cuidado, pues no es en absoluto una simple fosa, sino un abismo lo que se está preparando para ustedes!
Pero veamos con qué razones un inglés honesto puede oponerse al Proyecto de Rentas. Por más grande que sea incluso actualmente la miseria de los campesinos, por más justas que sean las represalias que se están acumulando contra los Zemindars, en resumen, por más humano y generoso que en apariencia sea el Proyecto de Rentas, sin embargo, ningún gobierno honrado, hablando con exactitud, tiene el derecho de romper, por su propia voluntad y a su placer, sus propias promesas y compromisos. El hecho de que se haya descubierto que los Raises no han cumplido su parte en el compromiso no da ningún derecho a la otra parte para repudiar su firma y hacer pedazos el Acuerdo de Convenio Perpetuo. Los pecados de unos pocos no pueden recaer sobre los muchos. Hay grandes imperfecciones en el actual Proyecto de rentas, como las había en el antiguo sistema, y no hay ninguna cláusula en el antiguo documento que estipule que el Convenio será anulado a voluntad de los británicos. No entraré a analizar los defectos del significado de la ley que, sin estar abolida, no está en vigencia ni en el uno ni en el otro, sino que me limitaré a decirle que existen esas imperfecciones y que, a menos que sean modificadas, tiene usted perfecto derecho a oponerse a ellas. No se espera que sea usted la causa de que se retire el Proyecto, sino simplemente, que ayude a los Zemindars a analizar sus defectos. Y esto, usted puede prometerlo libremente. Sin embargo, no debe parecer que yo esté tratando de influirle en uno u otro sentido. Algunas de las pretensiones de los Raises son infamantes y no se puede pretender que ningún hombre honrado las apoye, mientras que otras no dejan de tener una sólida base legal en su favor. El gobierno en el poder, por ejemplo,  jamás fue hasta ahora y en ningún caso, el propietario de la tierra Khirajee —ni siquiera bajo las leyes y el dominio de los musulmanes. Cuenta usted, pues, con el Espíritu de Khíraj y de Oos ir para imponerse y que se cumpla la promesa que ustedes hicieron a los terratenientes y distraerles durante unos meses, hasta el día del "imparable aplastamiento" que les está reservado. Todo lo que se le pide que haga en beneficio de su país, lo mismo que del mío, es soslayar la fea fachada del edificio, tomando en consideración solamente la verdadera naturaleza de la situación y los futuros resultados positivos, en el caso de que usted logre superar sus muy naturales escrúpulos. Dentro de unos días es posible que reciba usted una oferta formal. Medite sobre ella. No se deje influir por ninguna consideración relacionada con mis deseos. Si usted considera, honradamente, que el ofrecimiento es incompatible con el criterio de sus ideas europeas sobre la verdad y el honor, rechácela sin vacilar y permita que me despida de usted amistosamente, aunque con tristeza y con un eterno agradecimiento. No puedo esperar que usted vea las cosas desde mi propio punto de vista. Usted mira hacia afuera, yo veo en lo interno. Este no es momento para sentimentalismos. Todo el futuro de la "joya más brillante" (!)—¡oh, cuan sombría sátira en ese nombre!— de la Corona de Inglaterra, está en juego y yo estoy obligado a dedicar todas mis fuerzas, mientras el Chohan lo permita, a ayudar a mi país en esta hora nona de su desdicha. Yo no puedo trabajar más que con aquellos que quieran trabajar con nosotros. No me acuse, amigo mío, porque usted no sabe, no puede saber la extensión de las limitaciones a las que estoy sujeto. No crea que estoy tratando de poner un cebo —un aliciente para que usted acepte aquello que rechazaría en otras circunstancias, porque no es así. Al haber dado mi solemne palabra de honor a Aquel a quien debo todo lo que soy y todo lo que sé, me encuentro sencillamente impotente en el caso de que usted reúse, y —tendremos que separarnos. Si el Proyecto de Rentas no hubiera ido acompañado del alboroto y de la discordia por el Proyecto Ilbert y por el "caso de desacato", yo hubiera sido el primero en aconsejarle que rehusara. Sin embargo, tal como está ahora la situación, y habiéndoseme prohibido utilizar otra cosa fuera de los poderes corrientes —soy incapaz de hacer las dos cosas a la vez y me veo obligado a escoger entre ayudar a mi desventurada madre patria y nuestra relación futura. Usted es el que debe decidir. Y si esta carta está destinada a ser la última, le ruego que recuerde —por su bien, no por el mío— el mensaje que les envié a usted y al señor Hume, a Simla, por mediación de H.P.B. "Lord Ripon no es un agente libre; el verdadero Virrey y gobernador de la India no está en Simla, sino en Roma; y el arma efectiva del que este último se sirve es —el confesor del Virrey".
Le ruego que transmita mis mejores saludos a su señora y al "Morsel" (Fragmento, pedazo pequeño. Con seguridad que se refiere al hijo del matrimonio Sinnett.). Tenga la seguridad de que, a pesar de algunas omisiones y equivocaciones que pasan inadvertidas, su "Buddhismo Esotérico" es la única exposición correcta —si bien incompleta— de nuestras doctrinas Ocultas. Usted no ha incurrido en errores básicos fundamentales; y sea lo que fuere lo que se le dé a usted de ahora en adelante, no estará en contra ni de una sola de las frases de su libro, sino que, al contrario, aclarará cualquier aparente contradicción. Hasta qué punto era equivocada la teoría del señor Hume, se pone de manifiesto por el "Chela" en el Theosophist.
Con todo, puede usted estar seguro de que ni M. ni yo nos hemos contradicho mutuamente en nuestras respectivas exposiciones. El habla de la Ronda interna; y yo de la externa. Hay muchas cosas que usted no ha estudiado todavía, pero puede aprender algún día; ni tampoco podrá comprender jamás el proceso de las oscuraciones, hasta que haya dominado el progreso matemático de las Rondas internas y externas, y haya aprendido más acerca de la diferencia específica entre las siete.
Y así, según la conclusión filosófica del señor Massey, ¿no tenemos un Dios? El tiene razón —puesto que aplica el nombre a una anomalía extracósmica y nosotros —no conociendo nada de esta última— descubrimos que —cada hombres es su Dios— dentro de sí mismo, en su propio personal y al mismo tiempo impersonal
Avalokiteswara. Y ahora, adiós. Y si está decretado que dejemos de escribirnos, recuérdeme con el mismo sentimiento afectuoso con el que usted será siempre recordado por mi.
K.H.



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