LAS CARTAS DE LOS
MAHATMAS.
CARTA N°. 57
Carta del Mahatma
K.H. a A. P. Sinnett.
CARTA Nº 57
Recibida el 6 de
enero de 1883
Mi querido amigo:
Voy a tratar de un
tema que he soslayado deliberadamente durante varios meses, hasta no disponer
de pruebas concluyentes, incluso ante sus ojos. Como usted sabe, no siempre pensamos de la misma manera, ni
lo que para nosotros es un HECHO —posee para usted ningún valor en su opinión,
a menos que, de alguna manera, no viole los métodos occidentales de juzgarlo.
Pero ahora ha llegado para nosotros el momento de intentar que, al menos usted,
nos comprenda mejor de lo que hasta ahora hemos sido comprendidos, ni siquiera
por algunos de los mejores y más serios teósofos occidentales, como por ejemplo
C.C.
Massey. Y
aunque yo sería el último hombre en el mundo que pretendiera hacerle seguir a
usted mi estela como su "profeta" e "inspirador", sin
embargo me sentiría verdaderamente consternado si alguna vez llegara a
considerarme como una "paradoja moral", al tener que tolerarme como
culpable de una falsa usurpación de poderes que yo nunca tuve —o haciendo mal
uso de ellos para encubrir objetivos indignos así como personas indignas. La carta del señor
Massey le explica lo que quiero decir: que lo que a él le parece una prueba
concluyente y una evidencia irrecusable, no lo es para mí —que conozco toda la
verdad. En este último día de su año 1882, el nombre de él ocupa el tercer
lugar en la lista de los fracasos, algo (y me apresuro a decirlo por temor a
una nueva mala interpretación) que nada tiene que ver, en ningún caso, con el presente
arreglo referente a la proyectada nueva Rama en Londres, pero tiene mucho que
ver con su progreso personal. Lo lamento profundamente, pero no tengo derecho a
atarme con tanta firmeza a ninguna persona o personas por lazos de simpatía y
estimación personal que invalidarían mis movimientos, y yo quedaría entonces
incapacitado para encaminar a los demás hacia algo más grande y más noble que
sus actuales creencias. Por lo tanto, prefiero que él siga manteniendo su error
actual. El significado resumido de esto es el siguiente: el señor Massey actúa
bajo las más extrañas y falsas interpretaciones y, (literalmente) "sueña sueños",
aunque no es un médium como su amigo, el señor S. Moses. Con todo, es el más noble,
más puro y, en pocas palabras, uno de los mejores hombres que conozco, aunque algunas
veces demasiado confiado en trayectorias equivocadas. Pero carece por completo de una correcta intuición. Le llegará más
tarde, cuando ni H.P.B. ni Olcott estén allí. Hasta entonces —recuerde, y
dígaselo así a él: que no exigimos ni fidelidad ni reconocimiento (ni público
ni privado), ni tendremos nada que ver con la Rama británica, ni nada que
decirle — excepto a través de usted. Cuatro europeos fueron puestos a prueba hace doce
meses; de los cuatro, sólo uno —usted— fue encontrado digno de nuestra
confianza. Este año, las que habrán de ser probadas serán Sociedades en lugar
de personas. Los
resultados dependerán de su labor colectiva, y el señor Massey se equivoca
cuando espera que yo me prepare para unirme con la abigarrada multitud de los
"inspiradores" de la señora K. Déjelos que permanezcan bajo sus
máscaras de San Juan Bautista y como aristócratas bíblicos. Siempre que enseñen
nuestras doctrinas —aunque estén entremezcladas con extrañas brozas— se ganará una
importante posición.
C.C.M. quiere luz —está a su disposición a través de usted. Puesto que eso es
todo lo que él quiere, ¿qué importa si él considera al "portador de la
luz" que le entrega su antorcha a usted como a un hombre de manos limpias
o sucias, mientras la luz en sí no se vea afectada por ello? Sólo que,
permítame prevenirle. Una cuestión tan trivial que ahora puede parecer sólo la
inocente expresión de la vanidad femenina, puede tener muy malas consecuencias,
a menos que se rectifique en seguida. En una carta de la señora Kingsford al
señor Massey, en la que acepta de manera condicional la presidencia de la S.T. Británica,
ella expresa su creencia —aún más, lo señala como un hecho innegable— de que antes
de la aparición de "The Perfect Way", nadie "sabía realmente lo
que la escuela oriental sostenía sobre la Reencarnación"; y añade que,
" viendo todo cuanto se ha dicho en ese libro, los adeptos se están
apresurando a descubrir sus propios tesoros, distribuidos tan de mala gana hasta
ahora" (como dice H.X.). A lo cual, el señor Massey contesta adhiriéndose
plenamente a esta teoría y estallando en un hábil cumplido para la mujer que no
desmerecería del de un plenipotenciario. "Probablemente" —dice él—
(por parte de los Hermanos) "se cree que una comunidad en la cual se puede
producir y puede encontrar aceptación una obra tal como The Perfect Way ¡está a
punto para recibir la luz!". Deje
ahora que esta idea se popularice y tenderá a convertir en una secta la escuela
de la muy estimable autora, la cual, si bien es de la Quinta Ronda, no está
exenta de una considerable dosis de vanidad y despotismo, y por lo tanto, —de
fanatismo. De este modo, conceda una excesiva importancia al erróneo concepto
y perjudique, como consecuencia, la propia condición espiritual de ella,
alimentando el sentido latente de Mesianismo, y habrá usted obstaculizado la
causa de la investigación general, libre e independiente que tanto sus
"Iniciadores" como nosotros quisiéramos estimular. Escriba, pues, mi
buen amigo, la verdad al señor Massey. Dígale que usted estaba en posesión de
las teorías orientales sobre la Reencarnación varios meses antes de que la obra
en cuestión hubiera aparecido —puesto que fue en
julio (hace ahora 18 meses) que comenzó a ser instruido acerca de la diferencia
entre Reencarnación a lo Allan Kardec, o sea, renacimiento personal —y la
reencarnación de la Mónada Espiritual; una diferencia que se le indicó a usted por
primera vez el 5 de julio, en Bombay. Y para apaciguar otra inquietud de ella, dígale que no
se esperará ninguna fidelidad por su parte hacia los "Hermanos" (que
ni siquiera sería aceptada sí fuera ofrecida) puesto que nosotros no tenemos
por ahora ninguna intención de realizar ningún otro experimento con europeos, y
no utilizaremos otro cauce que no sea usted mismo para impartir nuestra filosofía Arhat. El experimento
intentado con el señor Hume en 1882 fracasó lamentablemente. Tenemos más
derecho que su Wren al lema, ¡festina lente!. Y ahora, le ruego que me siga a
aguas todavía más profundas. A un extremo de la línea, un candidato inconstante,
indeciso y suspicaz; en el otro extremo, un declarado enemigo sin principios
(lo digo y lo sostengo), un enemigo vengativo, y usted convendrá
conmigo que entre Londres y Simla no es muy probable que aparezcamos ni bajo un
aspecto muy atractivo ni como algo que se parezca a una luz verdadera. Personalmente,
semejante estado de cosas difícilmente nos privará del sueño; en lo que se refiere
al futuro progreso de la S.T. Británica y de unos cuantos teósofos más, la
corriente de enemistad que se establece entre los dos lugares es seguro que
afecta a todos los que se encuentren en su camino, y es posible que, a la larga
—incluso a usted. ¿Quién
de ustedes podría desconfiar de las explícitas exposiciones de dos "caballeros",
notables ambos por su alcurnia intelectual y uno de los cuales, al menos, es tan
incapaz de proferir una mentira como de desvanecerse en el aire? De manera que, a
pesar del fin del ciclo, existe un gran peligro personal tanto para la S.T.
Británica como para usted.
Ningún daño puede
llegarle ahora a la Sociedad; mucho daño hay acumulado para la proyectada Rama
y para los que la apoyan, a menos que a usted y al señor Massey se les faciliten
algunos datos y la clave de la verdadera situación. Ahora bien, si por algunas
y muy buenas razones tengo que dejar a C.C.M. que siga con su ilusión de
culpabilidad por lo que se refiere a H.P.B. y a mis propia inestabilidad moral,
ha llegado el momento de que se le muestre a usted al señor Hume a su verdadera
luz, librándonos así de un falso testimonio contra nosotros, lamentando, al
mismo tiempo, el hecho de que estoy obligado por las reglas de nuestra Orden y
por mi propio sentido del honor (por poco que esto pueda significar a los ojos
de un europeo) a no divulgar ahora ciertos hechos que demostrarían en el acto a
C.C.M. cuan profundamente equivocado está. Puede que no le diga nada nuevo si
le comunico que fue la actitud del señor Hume, cuando se formó la Ecléctica, lo
que motivó que nuestros jefes pusieran en contacto a Fern y a Hume. Este último
nos reprochó con vehemencia que nos negáramos a aceptarles como chelas —a él y
a aquel joven aspirante a la verdad, tan dulce, de buena presencia y tan
espiritual— Fern. Todos los días nos dictaba leyes y diariamente también nos
reprochaba ser incapaces de comprender nuestros propios intereses. Y no será una novedad para usted, aunque
ello pueda disgustarle y chocarle, saber que los dos fueron puestos en estrecha
relación para que se pusieran de manifiesto sus respectivas virtudes y defectos
—para que cada uno brillara bajo su verdadera luz. Esas son las leyes
de la Probación Oriental. Fern era un
psíquico de lo más extraordinario, muy inclinado por naturaleza hacia la
espiritualidad, pero corrompido por maestros jesuitas y con sus Principios sexto
y séptimo completamente dormidos y paralizados en su interior, sin
ninguna idea del bien y del mal; resumiendo —un irresponsable en todo, excepto
en las acciones directas y voluntarias del hombre animal. Yo no hubiera
cargado con la responsabilidad de una persona así sabiendo de antemano que era
seguro que fracasaría. M. aceptó porque los Jefes así lo habían querido; y él
juzgó útil y conveniente demostrarle a usted la fibra moral y el valor de aquel
a quien usted consideraba y llamaba amigo. Usted piensa que el señor H., aunque
faltado de los más delicados y mejores sentimientos de un caballero, lo es sin
embargo, tanto por sus instintos como por su nacimiento. No pretendo estar muy familiarizado con el código de honor de las naciones
occidentales. Sin embargo, dudo que un hombre que, durante la ausencia del
dueño de ciertas cartas privadas, se apropia de la llave que encuentra en el bolsillo
de un chaleco colgado en la galería durante las horas de trabajo, que abre con
ella el cajón de un escritorio, que lee las cartas privadas de esa persona, que
toma notas de ellas y luego utiliza esas notas como arma para satisfacer su
odio y su venganza contra quien las escribió —dudo, repito, que ese hombre
pueda ser considerado, ni siquiera en Occidente, como el ideal de un hombre
medianamente educado. Y yo sostengo que esto y mucho más fue lo que hizo el
señor Hume. Si yo se lo hubiera dicho a usted en agosto pasado nunca me hubiera
creído. Y ahora estoy dispuesto a probarlo con la propia firma de él. Habiendo
sido sorprendido dos veces por M. en la misma honorable ocupación, mi Hermano
escribió especialmente (o mejor dicho, hizo que Damodar escribiera
expresamente) cierta carta a Fern incluyendo una copia de una carta del señor
H. para mí. El conocimiento del contenido de las mismas tenía por objeto sacar
a la luz —cuando llegase el momento— los verdaderos instintos caballerosos y la
honradez de aquel que se sitúa a sí mismo tan por encima de la humanidad.
Ahora, él ha caído en su propia trampa. El odio y la sed irresistible de
ofender y calumniar en una carta a Olcott, el cual está inmensamente más
elevado que todos sus detractores, ha llevado al señor Hume a una imprudente
confesión. Al ser atrapado y acorralado —recurre a una rotunda y descarada
MENTIRA.
Y ahora, después de
esta entrée en matiére preliminar y de esta explicación necesaria, voy a ponerle
a usted en antecedentes de algunos extractos de cartas privadas que, aunque no
eran para que usted las viese, están sin embargo muy lejos de ser
"confidenciales", puesto que en casi cada una de ellas el señor H.
ruega al destinatario que la haga leer a otros teósofos.
Espero que esto no sea
motivo de que usted lo achaque a un indicio de mis "instintos impropios de
un caballero". Puesto que actualmente un hombre universalmente aceptado como
"caballero" no es, a menudo más que un ser despreciable, y como que
la apariencia externa de caballero esconde con frecuencia el alma de un villano
él al igual que cualquier otro hombre, puede, si gusta, juzgarme a la luz que
le plazca. Le doy estos extractos porque
se hace absolutamente necesario que usted esté debidamente informado de la
verdadera naturaleza de ese hombre que se pasa ahora el tiempo escribiendo
cartas a los teósofos de Londres y a los candidatos a miembros —con el
determinado propósito de alertar a todo místico de Occidente contra una
Fraternidad de "ateos, hipócritas y hechiceros". Estos extractos
le ayudarán a guiar sus actos en el caso de posibles contingencias y enredos causados
por su amigo, quien pretende desear nuestro bien y que, mientras denuncia a mi Hermano
"que es para mí mucho más que un amigo" como ladrón, cobarde,
embustero y la encarnación de la bajeza, me insulta con palabras de
conmiseración, palabras que él piensa que soy lo bastante traidor como para
aceptar y lo suficientemente estúpido para no medirlas en su justo valor.
Recuerde: hay que guardarse
de un amigo así, de la misma manera que uno toma precauciones contra un
duelista que lleva un peto debajo de la camisa. Sus buenas acciones
son muchas, sus vicios muchos más todavía;
las primeras han estado siempre ampliamente controladas y promovidas por su
desorbitado amor propio y por su agresividad; y si todavía no han sido
determinadas las acciones que controlarán finalmente los impulsos, cuyos
resultados originarán su propio nacimiento, podemos profetizar,
con cierta seguridad, que nunca se convertirá en adepto, ni en ésta ni en su
próxima vida. Sus aspiraciones Espirituales tuvieron plena oportunidad para
desarrollarse. Fue puesto a prueba, como todos tienen que serlo "como lo
fue la pobre polilla que se chamuscó en la bujía de Rothney- Castle (Lugar
de residencia en Simla del Sr. H. (N.T.)) y sus asociados —pero
el victorioso en la lucha por el adeptado siempre fue el yo y sólo el yo. Sus visiones
cerebrales ya han dibujado para él la imagen de un nuevo Salvador de la Humanidad,
en lugar de los "Hermanos", cuya ignorancia y cuyos manejos en la magia
negra él cree haber descubierto. Ese nuevo Avatar no vive en Almorah, sino en Jakko. Y
así, el demonio —la vanidad— que ha arruinado a Dayanand, está arruinando a
nuestro "amigo" de otro tiempo, y está preparándolo para lanzarse
sobre nosotros y la S.T. con un asalto todavía más brutal que el de Swami. Sin
embargo, el futuro podrá cuidarse a sí mismo; ahora sólo tendré que molestarle
a usted con los datos antes señalados. Tal vez usted se dará cuenta ahora de
por qué en octubre pasado se me hizo recoger las pruebas de su naturaleza falsa
y astuta. Amigo mío, nada realizamos sin
un propósito —ni siquiera las acciones aparentemente absurdas y criticables.
El primero de
diciembre, el señor Hume, escribiendo al coronel O. dijo de nosotros: "En cuanto
a los Hermanos, tengo un sincero afecto por K.H. y siempre lo tendré; por lo
que respecta a los demás, no dudo de que son hombres muy buenos y que actúan
según sus propias luces. Pero, por lo que se refiere a su sistema, por
supuesto, estoy totalmente en contra... pero no tiene nada que ver con los
objetivos prácticos exotéricos de la S.T. en la cual y en cuyo desarrollo yo
puedo cooperar tan cordial como agradablemente, con SMS buenos Hermanos cuando
etc. etc."
Ocho días antes (el
22 de noviembre) él había escrito a P. Sreenevas Row, Juez de la S.C.C. en Madras:
"Encuentro que la Fraternidad es un grupo de hombres perversos y egoístas,
los cuales —como agrupación— no se preocupan más que de su propio desarrollo
espiritual (entienda que a este respecto K.H. es una excepción, pero yo creo
que la única) y su sistema es el del engaño, y está en gran parte contaminado
de hechicería (!) puesto que ellos utilizan espectros, es decir, elementales
para llevar a cabo sus fenómenos. Por lo que respecta al engaño, una vez que un
hombre se ha convertido en chela y se ha comprometido por los juramentos que
ellos exigen, ya no se puede creer una sola palabra de lo que él dice; . . . mentirá
de una manera sistemática; en cuanto a hechicería, el hecho es que hasta la
época de Sonkapa,... ellos eran un grupo de duros y viles hechiceros.... Cada
chela es un esclavo —un esclavo de la más abyecta descripción— un esclavo en
pensamiento así como en palabra y obra . . .; nuestra Sociedad ... es un
edificio noble en su aspecto exterior—pero no está construida sobre la roca de
las edades, sino sobre las movedizas arenas del ateísmo, un sepulcro blanqueado
y reluciente . .. lleno por dentro de engaño y de los huesos calcinados de un
sistema jesuítico pernicioso. . Queda en libertad de hacer el uso que usted
guste de esta carta, dentro de la Sociedad", etc.
El 9 del mismo mes,
escribió al señor Olcott sobre el "manifiesto egoísmo de la Fraternidad, interesada
solamente en su propio desarrollo espiritual".
El 8 de septiembre,
en una carta a 12 chelas (los mismos chelas a los que se refiere en la carta del
22 de noviembre enviada al Juez Sreenevas Row tratándoles de embusteros y de
esclavos sometidos) —después de haber recibido de ellos una respuesta conjunta
exasperadamente sincera a la diplomática carta antes mencionada) él dijo, tal
como usted sabe, que "no habría esperado que ningún europeo leyera entre
líneas" esta maquinación en la carta publicada en el Theosophist y firmada
por H.X.; pero sí lo hubiera esperado de "un grupo de Brahmines ... que son
las mentes más sutiles del mundo . .. pero no de Brahmines corrientes, sino de hombres
con una preparación de lo más noble y elevado, etc." (!!) Ellos
—"pueden dormir tranquilos porque yo (él) nunca diré o haré nada que no
sea en beneficio de los Hermanos, de la Sociedad y de todos sus
objetivos." . . . (Así pues, parece que las acusaciones de hechicería y
deshonestidad son "beneficiosas" para los adeptos asiáticos). En esta
misma carta, si usted lo recuerda, él añade que esa es "el arma más eficaz
hasta ahora forjada para la conversión de los infieles en nuestro país", y
que él "esperaba, como es natural", (al escribir esta carta en
elTheosophist) "hacer comprender a nuestra querida Vieja Dama —que no
podía incluirla en la maquinación, etc. etc."
Con toda su astucia
y diplomacia parece que realmente sufre una pérdida de memoria. No sólo había incluido a la "Querida Vieja
Dama" en la maquinación, según una larga carta privada dirigida a ella
unas horas después de que la mencionada "arma eficaz" hubiera sido enviada
para su publicación (carta que ella le envió a usted y que usted perdió al
hacer sus maletas en Simla para regresar), sino que, en realidad, él se tomó la
molestia de escribir unas cuantas palabras de explicación en el reverso de
dicha "Carta". La conserva Damodar, al igual que toda otra
comunicación de los Maestros, y la nota dice lo siguiente . . . "Le ruego
que publique esto con cuidado y sin alterarlo. Ello contesta admirablemente a
la carta de Davison y a otras cartas de nuestro país."... (Extractos de
esas cartas estaban incluidos en su manuscrito).... "Me temo que no
podemos resistir por mucho tiempo —pero sugerencias como ésta ayudarán a
detener la caída", etc....
Habiendo forjado él
mismo esta arma tan eficaz para la conversión de los infieles en su país, por
lo que a nuestra existencia real se refiere, e incapaz en adelante de negarla,
¿qué mejor antídoto que añadir a las insinuaciones allí contenidas plenas y
bien definidas acusaciones de hechicería, etc.?
Cuando es acusado
por los 12 chelas en su respuesta conjunta a la carta que les envió, de una deliberada
falsificación de los hechos con relación a la "querida Vieja Dama", a
la cual, a pesar de todo lo que él pudiera decir en contra, "había
mezclado en la maquinación", en una carta a Subba Row le dice que él jamás
hizo esto; que su carta a "Madame" explicándole el por qué y la razón
de esa "Carta" suya firmada "H.X." —le fue escrita y
enviada a ella mucho después de que dicha carta de denuncia "ya hubiera
sido impresa". A esto, Subba Row —a quien Hume le había escrito una carta
injuriando y calumniando seriamente a M.— le respondió citándole las mismas
palabras que él había escrito en el reverso del manuscrito, demostrándole así
cuan inútil era inventar nuevas falsedades. ¡Y ahora, juzgue usted la estima en
que debe tener a Subba Row!
Y ahora viene el
bouquet. Escribiendo el 1° de diciembre al señor Olcott (la primera carta mencionada
antes), él alardea de poseer los poderes de un adepto cuando dice:
"Lamento no poder reunir-me con usted en Bombay en mi cuerpo físico,
—pero— sin embargo, si se me permite, puede que le ayude a usted allí. .
." No obstante, en el caso de Fern dice: "es un perfecto caos y nadie
puede decir qué es real y qué no lo es"; y varias otras cartas sobre el mismo
tema abundan en el reconocimiento de que él no tenía ningún poder para ver lo
que estuvo sucediendo "durante los últimos seis meses". Parecería que
era todo lo contrario, puesto que en una carta que me envió durante ese
período, se describe a sí mismo como no estando "espiritualmente al nivel
de él (Fern), Sinnett" y otros. No se atrevió a jactarse ante mí de su
clarividencia espiritual; pero ahora, al haber "roto para siempre con los
Hechiceros libélanos", sus poderes de adepto en potencia se han
desarrollado de repente en proporciones monstruosas. Deben haber sido
asombrosamente poderosos desde su nacimiento, puesto que informa a Olcott (en
la misma carta) de que —al principio— le fue "necesaria cierta cantidad de
Pranayam durante unos meses (seis semanas en total), para lograr la
concentración. . . . Ya he pasado esa etapa y —SOY UN YOGUI."
La acusación
presentada ahora contra él es de carácter tan grave que yo nunca le hubiera pedido
a usted que la creyera por mi simple afirmación. De ahí esta larga carta y la siguiente
evidencia que le ruego lea con el mayor cuidado; saque sus conclusiones
solamente de esa evidencia.
En la carta que él
me dirigió en julio nos atribuye la culpa de la serie de falsedades de Fern, de
sus pretendidas visiones y presumibles inspiraciones procedentes de nosotros; y
en la carta al señor Olcott (de 1° de diciembre) acusa a Morya, mi amado
hermano, de actuar "de la manera más deshonrosa", añadiendo que
"desde entonces nunca lo ha considerado como un caballero, por haber sido
el causante de que Damodar . . . enviara a Fern una copia de mi informe confidencial
sobre su persona.. . ." Esto, él lo considera como un "deshonroso
abuso de confianza", tan grande que "Morya tuvo miedo (!!) de que
incluso K.H. llegara a saber que él había robado y hecho un mal uso de la carta
que yo le envié a él. "Yo creo que K.H. es un caballero y no aceptaría un
acto tan bajo". Sin duda que hubiera reaccionado así si el hecho se hubiera
realizado sin mi conocimiento, y si —teniendo en cuenta los acontecimientos anteriormente
expuestos— no hubiera sido absolutamente necesario para hacer que el señor Hume
se delatara a sí mismo, y contrarrestar de este modo la influencia y la
autoridad de su naturaleza vengativa. La carta así transcrita no estaba
señalada como confidencial y las palabras "estoy dispuesto a decírselo así
a la cara a Fern en cualquier momento" —están escritas allí. No obstante,
el desmedido ultraje y su sincera, santa y caballerosa indignación ante la
traición de M. van seguidos de estas palabras de confesión (Fern estuvo en
Bombay y tuvo miedo de la justificada negación de un "bribón",
incluso.) muy
sorprendentes, tal como usted verá: "... Fern no sabe —permítaseme que sea
justo con él— hasta ahora, que yo tenía conocimiento de esto", es decir,
de la carta sustraída por M. y enviada a Fern a través de Damodar. En resumen,
pues, el señor Hume encontró la manera de leer el contenido de una carta
privada certificada dirigida a Fern, llegada a sus manos (las del señor Hume) y
guardada en el cajón de una mesa perteneciente a la casa. La prueba es
completa, puesto que es él mismo quien la facilita. ¿Cómo ocurrió? Por
supuesto, ya sea leyendo su substancia física con sus ojos naturales, o su
esencia astral por medio de un poder trascendental. Si es esto último,
entonces, ¿por medio de qué breve y acelerado sistema el poder psíquico de este
"yogui" — que en julio pasado "no se encontraba al nivel
espiritual" de usted, ni siquiera al de Fern— estalló de repente con total
florecimiento y fructificación, cuando
nosotros —"hechiceros" entrenados— necesitamos diez o quince años
para adquirirlo? Además,
si ésta y otras cartas dirigidas a Fern le fueron presentadas en la "luz
astral" (como él sostiene en su carta en contestación a la pregunta del
Coronel O. incluida aquí), ¿cómo
es que el benévolo genio Almorah (mediante cuya ayuda él adquirió repentinamente
esos tremendos poderes) pudo hacerle tomar nota de sus contenidos, leer palabra
-por palabra y hacerle recordar esas cartas SOLO cuando fueron guardadas por
Fern en su escritorio, en casa del señor Hume — siguiendo las órdenes
terminantes de M.? Mientras
tanto, NOSOTROS LE DESAFIAMOS a que repita una sola palabra de otras cartas
mucho más importantes (para él) enviadas por mi Hermano al "Chela en
probación", en las cuales se le prohibía a éste que las guardara en Rothney-Castle,
pero ¿las habría puesto él a buen recaudo en un escritorio cerrado con llave en
su propia casa? Al surgir estos interrogantes inducidos por M. en la mente de
Olcott, éste expuso directamente la cuestión al señor Hume. Como chela de M. a
quien, como es natural reverencia como a un Padre y Maestro, Olcott planteó
debidamente a este Censor Elegantíarum
la pregunta directa de si él mismo no había sido el culpable del muy "deshonroso"
quebrantamiento de la conducta caballerosa que él reprochaba en el caso de Morya.
(Y de
una manera muy injusta, tal como usted ve ahora; porque lo que él hizo contaba con
mi aprobación, puesto que ello formaba parte de un plan preconcebido para poner
de manifiesto —además de la verdadera naturaleza del señor Hume— una vergonzosa
situación que se había ido desarrollando por los viles apetitos, las locuras y
el Karma de una miscelánea de hombres débiles —un bien, en definitiva, tal como
usted descubrirá).
No tenemos
caballeros en el Tibet, aunque sí muchos hombres honrados y sinceros; —de todos
modos, en estas circunstancias y a todos los efectos, eso nos pondría a la
altura del modelo de Simla.
La pregunta
planteada por el señor Olcott mereció una respuesta tan vaga y necia, con una
pura y deliberada falsedad y un intento tan pobre para prescindir de la única teoría
posible (la de que él había leído su correspondencia privada sin el
conocimiento del destinatario), que yo le he pedido a Morya que me la facilite
para que usted la lea. Después de hacerlo así, tendrá usted la amabilidad de
devolvérmela por mediación de Dharbagiri Nath, que esta semana estará en Madrás.
He llevado a cabo
una tarea desagradable y molesta, pero se habrá logrado algo importante si ello
le ayuda a conocernos mejor —tanto si sus normas europeas de lo que está bien y
de lo que está mal inclinan el platillo de la balanza de su opinión hacia un
lado como hacia el otro. Puede que usted se encuentre en la posición de C.C.M.:
deplorando sentirse obligado a aceptar o a rechazar para siempre una
"paradoja moral tan embarazosa" como yo mismo.
Nadie lo sentirá
más profundamente que yo; pero nuestras Reglas han demostrado ser sabias y benéficas
para el mundo a lo largo del tiempo; y el mundo en general, y sus unidades individuales
en particular, son tan terriblemente perversas que uno tiene que combatir a
cada una de ellas con sus propias armas.
Tal como se
mantiene la situación por el momento y aunque nosotros no quisiéramos dejar que
se alargara demasiado, parece deseable que usted vuelva a su casa durante
algunos meses —digamos hasta junio. Pero, a menos que usted vaya a Londres y
que con la ayuda de C.C.M. explique la verdadera situación y establezca la
Sociedad usted mismo, las cartas del señor Hume habrán causado demasiado daño
para poder neutralizar el mal. De este modo, su ausencia temporal conseguirá un
doble buen propósito: la fundación de una verdadera Sociedad Teosófica oculta y
la salvación de algunos prometedores individuos para futuros trabajos que ahora
están en peligro. Además, su ausencia de la India no será totalmente negativa,
ya que los amigos del país le echarán de menos y tal vez estarán más dispuestos
a reclamarlo, especialmente si el Pioneer cambia su tónica. Podría resultar
agradable para usted aprovechar una parte de sus vacaciones escribiendo de una
forma u otra algo sobre Teosofía.
Usted posee ahora
una gran existencia de material, y si se las ingenia para conseguir copias de los
artículos didácticos entregados al señor Hume, sería una medida oportuna. El es
un escritor de cartas muy prolífico y ahora que se ha desembarazado a sí mismo
de toda restricción habrá que vigilarlo de cerca. Recuerde la profecía del
Chohan.
Siempre
sinceramente suyo,
K.H.
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