lunes, 15 de febrero de 2016

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS. CARTA N°. 57

LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS.
CARTA N°. 57
Carta del Mahatma K.H. a A. P. Sinnett.

CARTA Nº 57
Recibida el 6 de enero de 1883
Mi querido amigo:
Voy a tratar de un tema que he soslayado deliberadamente durante varios meses, hasta no disponer de pruebas concluyentes, incluso ante sus ojos. Como usted sabe, no siempre pensamos de la misma manera, ni lo que para nosotros es un HECHO —posee para usted ningún valor en su opinión, a menos que, de alguna manera, no viole los métodos occidentales de juzgarlo. Pero ahora ha llegado para nosotros el momento de intentar que, al menos usted, nos comprenda mejor de lo que hasta ahora hemos sido comprendidos, ni siquiera por algunos de los mejores y más serios teósofos occidentales, como por ejemplo C.C. Massey. Y aunque yo sería el último hombre en el mundo que pretendiera hacerle seguir a usted mi estela como su "profeta" e "inspirador", sin embargo me sentiría verdaderamente consternado si alguna vez llegara a considerarme como una "paradoja moral", al tener que tolerarme como culpable de una falsa usurpación de poderes que yo nunca tuve —o haciendo mal uso de ellos para encubrir objetivos indignos así como personas indignas. La carta del señor Massey le explica lo que quiero decir: que lo que a él le parece una prueba concluyente y una evidencia irrecusable, no lo es para mí —que conozco toda la verdad. En este último día de su año 1882, el nombre de él ocupa el tercer lugar en la lista de los fracasos, algo (y me apresuro a decirlo por temor a una nueva mala interpretación) que nada tiene que ver, en ningún caso, con el presente arreglo referente a la proyectada nueva Rama en Londres, pero tiene mucho que ver con su progreso personal. Lo lamento profundamente, pero no tengo derecho a atarme con tanta firmeza a ninguna persona o personas por lazos de simpatía y estimación personal que invalidarían mis movimientos, y yo quedaría entonces incapacitado para encaminar a los demás hacia algo más grande y más noble que sus actuales creencias. Por lo tanto, prefiero que él siga manteniendo su error actual. El significado resumido de esto es el siguiente: el señor Massey actúa bajo las más extrañas y falsas interpretaciones y, (literalmente) "sueña sueños", aunque no es un médium como su amigo, el señor S. Moses. Con todo, es el más noble, más puro y, en pocas palabras, uno de los mejores hombres que conozco, aunque algunas veces demasiado confiado en trayectorias equivocadas. Pero carece por completo de una correcta intuición. Le llegará más tarde, cuando ni H.P.B. ni Olcott estén allí. Hasta entonces —recuerde, y dígaselo así a él: que no exigimos ni fidelidad ni reconocimiento (ni público ni privado), ni tendremos nada que ver con la Rama británica, ni nada que decirle — excepto a través de usted. Cuatro europeos fueron puestos a prueba hace doce meses; de los cuatro, sólo uno —usted— fue encontrado digno de nuestra confianza. Este año, las que habrán de ser probadas serán Sociedades en lugar de personas. Los resultados dependerán de su labor colectiva, y el señor Massey se equivoca cuando espera que yo me prepare para unirme con la abigarrada multitud de los "inspiradores" de la señora K. Déjelos que permanezcan bajo sus máscaras de San Juan Bautista y como aristócratas bíblicos. Siempre que enseñen nuestras doctrinas —aunque estén entremezcladas con extrañas brozas— se ganará una importante posición. C.C.M. quiere luz —está a su disposición a través de usted. Puesto que eso es todo lo que él quiere, ¿qué importa si él considera al "portador de la luz" que le entrega su antorcha a usted como a un hombre de manos limpias o sucias, mientras la luz en sí no se vea afectada por ello? Sólo que, permítame prevenirle. Una cuestión tan trivial que ahora puede parecer sólo la inocente expresión de la vanidad femenina, puede tener muy malas consecuencias, a menos que se rectifique en seguida. En una carta de la señora Kingsford al señor Massey, en la que acepta de manera condicional la presidencia de la S.T. Británica, ella expresa su creencia —aún más, lo señala como un hecho innegable— de que antes de la aparición de "The Perfect Way", nadie "sabía realmente lo que la escuela oriental sostenía sobre la Reencarnación"; y añade que, " viendo todo cuanto se ha dicho en ese libro, los adeptos se están apresurando a descubrir sus propios tesoros, distribuidos tan de mala gana hasta ahora" (como dice H.X.). A lo cual, el señor Massey contesta adhiriéndose plenamente a esta teoría y estallando en un hábil cumplido para la mujer que no desmerecería del de un plenipotenciario. "Probablemente" —dice él— (por parte de los Hermanos) "se cree que una comunidad en la cual se puede producir y puede encontrar aceptación una obra tal como The Perfect Way ¡está a punto para recibir la luz!". Deje ahora que esta idea se popularice y tenderá a convertir en una secta la escuela de la muy estimable autora, la cual, si bien es de la Quinta Ronda, no está exenta de una considerable dosis de vanidad y despotismo, y por lo tanto, —de fanatismo. De este modo, conceda una excesiva importancia al erróneo concepto y perjudique, como consecuencia, la propia condición espiritual de ella, alimentando el sentido latente de Mesianismo, y habrá usted obstaculizado la causa de la investigación general, libre e independiente que tanto sus "Iniciadores" como nosotros quisiéramos estimular. Escriba, pues, mi buen amigo, la verdad al señor Massey. Dígale que usted estaba en posesión de las teorías orientales sobre la Reencarnación varios meses antes de que la obra en cuestión hubiera aparecido —puesto que fue en julio (hace ahora 18 meses) que comenzó a ser instruido acerca de la diferencia entre Reencarnación a lo Allan Kardec, o sea, renacimiento personal —y la reencarnación de la Mónada Espiritual; una diferencia que se le indicó a usted por primera vez el 5 de julio, en Bombay. Y para apaciguar otra inquietud de ella, dígale que no se esperará ninguna fidelidad por su parte hacia los "Hermanos" (que ni siquiera sería aceptada sí fuera ofrecida) puesto que nosotros no tenemos por ahora ninguna intención de realizar ningún otro experimento con europeos, y no utilizaremos otro cauce que no sea usted mismo para impartir nuestra filosofía Arhat. El experimento intentado con el señor Hume en 1882 fracasó lamentablemente. Tenemos más derecho que su Wren al lema, ¡festina lente!. Y ahora, le ruego que me siga a aguas todavía más profundas. A un extremo de la línea, un candidato inconstante, indeciso y suspicaz; en el otro extremo, un declarado enemigo sin principios (lo digo y lo sostengo), un enemigo vengativo, y usted convendrá conmigo que entre Londres y Simla no es muy probable que aparezcamos ni bajo un aspecto muy atractivo ni como algo que se parezca a una luz verdadera. Personalmente, semejante estado de cosas difícilmente nos privará del sueño; en lo que se refiere al futuro progreso de la S.T. Británica y de unos cuantos teósofos más, la corriente de enemistad que se establece entre los dos lugares es seguro que afecta a todos los que se encuentren en su camino, y es posible que, a la larga —incluso a usted. ¿Quién de ustedes podría desconfiar de las explícitas exposiciones de dos "caballeros", notables ambos por su alcurnia intelectual y uno de los cuales, al menos, es tan incapaz de proferir una mentira como de desvanecerse en el aire? De manera que, a pesar del fin del ciclo, existe un gran peligro personal tanto para la S.T. Británica como para usted.
Ningún daño puede llegarle ahora a la Sociedad; mucho daño hay acumulado para la proyectada Rama y para los que la apoyan, a menos que a usted y al señor Massey se les faciliten algunos datos y la clave de la verdadera situación. Ahora bien, si por algunas y muy buenas razones tengo que dejar a C.C.M. que siga con su ilusión de culpabilidad por lo que se refiere a H.P.B. y a mis propia inestabilidad moral, ha llegado el momento de que se le muestre a usted al señor Hume a su verdadera luz, librándonos así de un falso testimonio contra nosotros, lamentando, al mismo tiempo, el hecho de que estoy obligado por las reglas de nuestra Orden y por mi propio sentido del honor (por poco que esto pueda significar a los ojos de un europeo) a no divulgar ahora ciertos hechos que demostrarían en el acto a C.C.M. cuan profundamente equivocado está. Puede que no le diga nada nuevo si le comunico que fue la actitud del señor Hume, cuando se formó la Ecléctica, lo que motivó que nuestros jefes pusieran en contacto a Fern y a Hume. Este último nos reprochó con vehemencia que nos negáramos a aceptarles como chelas —a él y a aquel joven aspirante a la verdad, tan dulce, de buena presencia y tan espiritual— Fern. Todos los días nos dictaba leyes y diariamente también nos reprochaba ser incapaces de comprender nuestros propios intereses. Y no será una novedad para usted, aunque ello pueda disgustarle y chocarle, saber que los dos fueron puestos en estrecha relación para que se pusieran de manifiesto sus respectivas virtudes y defectos —para que cada uno brillara bajo su verdadera luz. Esas son las leyes de la Probación Oriental. Fern era un psíquico de lo más extraordinario, muy inclinado por naturaleza hacia la espiritualidad, pero corrompido por maestros jesuitas y con sus Principios sexto y séptimo completamente dormidos y paralizados en su interior, sin ninguna idea del bien y del mal; resumiendo —un irresponsable en todo, excepto en las acciones directas y voluntarias del hombre animal. Yo no hubiera cargado con la responsabilidad de una persona así sabiendo de antemano que era seguro que fracasaría. M. aceptó porque los Jefes así lo habían querido; y él juzgó útil y conveniente demostrarle a usted la fibra moral y el valor de aquel a quien usted consideraba y llamaba amigo. Usted piensa que el señor H., aunque faltado de los más delicados y mejores sentimientos de un caballero, lo es sin embargo, tanto por sus instintos como por su nacimiento. No pretendo estar muy familiarizado con el código de honor de las naciones occidentales. Sin embargo, dudo que un hombre que, durante la ausencia del dueño de ciertas cartas privadas, se apropia de la llave que encuentra en el bolsillo de un chaleco colgado en la galería durante las horas de trabajo, que abre con ella el cajón de un escritorio, que lee las cartas privadas de esa persona, que toma notas de ellas y luego utiliza esas notas como arma para satisfacer su odio y su venganza contra quien las escribió —dudo, repito, que ese hombre pueda ser considerado, ni siquiera en Occidente, como el ideal de un hombre medianamente educado. Y yo sostengo que esto y mucho más fue lo que hizo el señor Hume. Si yo se lo hubiera dicho a usted en agosto pasado nunca me hubiera creído. Y ahora estoy dispuesto a probarlo con la propia firma de él. Habiendo sido sorprendido dos veces por M. en la misma honorable ocupación, mi Hermano escribió especialmente (o mejor dicho, hizo que Damodar escribiera expresamente) cierta carta a Fern incluyendo una copia de una carta del señor H. para mí. El conocimiento del contenido de las mismas tenía por objeto sacar a la luz —cuando llegase el momento— los verdaderos instintos caballerosos y la honradez de aquel que se sitúa a sí mismo tan por encima de la humanidad. Ahora, él ha caído en su propia trampa. El odio y la sed irresistible de ofender y calumniar en una carta a Olcott, el cual está inmensamente más elevado que todos sus detractores, ha llevado al señor Hume a una imprudente confesión. Al ser atrapado y acorralado —recurre a una rotunda y descarada MENTIRA.
Y ahora, después de esta entrée en matiére preliminar y de esta explicación necesaria, voy a ponerle a usted en antecedentes de algunos extractos de cartas privadas que, aunque no eran para que usted las viese, están sin embargo muy lejos de ser "confidenciales", puesto que en casi cada una de ellas el señor H. ruega al destinatario que la haga leer a otros teósofos.
Espero que esto no sea motivo de que usted lo achaque a un indicio de mis "instintos impropios de un caballero". Puesto que actualmente un hombre universalmente aceptado como "caballero" no es, a menudo más que un ser despreciable, y como que la apariencia externa de caballero esconde con frecuencia el alma de un villano él al igual que cualquier otro hombre, puede, si gusta, juzgarme a la luz que le plazca. Le doy estos extractos porque se hace absolutamente necesario que usted esté debidamente informado de la verdadera naturaleza de ese hombre que se pasa ahora el tiempo escribiendo cartas a los teósofos de Londres y a los candidatos a miembros —con el determinado propósito de alertar a todo místico de Occidente contra una Fraternidad de "ateos, hipócritas y hechiceros". Estos extractos le ayudarán a guiar sus actos en el caso de posibles contingencias y enredos causados por su amigo, quien pretende desear nuestro bien y que, mientras denuncia a mi Hermano "que es para mí mucho más que un amigo" como ladrón, cobarde, embustero y la encarnación de la bajeza, me insulta con palabras de conmiseración, palabras que él piensa que soy lo bastante traidor como para aceptar y lo suficientemente estúpido para no medirlas en su justo valor. Recuerde: hay que guardarse de un amigo así, de la misma manera que uno toma precauciones contra un duelista que lleva un peto debajo de la camisa. Sus buenas acciones son muchas, sus vicios muchos más  todavía; las primeras han estado siempre ampliamente controladas y promovidas por su desorbitado amor propio y por su agresividad; y si todavía no han sido determinadas las acciones que controlarán finalmente los impulsos, cuyos resultados originarán su propio nacimiento, podemos profetizar, con cierta seguridad, que nunca se convertirá en adepto, ni en ésta ni en su próxima vida. Sus aspiraciones Espirituales tuvieron plena oportunidad para desarrollarse. Fue puesto a prueba, como todos tienen que serlo "como lo fue la pobre polilla que se chamuscó en la bujía de Rothney- Castle (Lugar de residencia en Simla del Sr. H. (N.T.)) y sus asociados —pero el victorioso en la lucha por el adeptado siempre fue el yo y sólo el yo. Sus visiones cerebrales ya han dibujado para él la imagen de un nuevo Salvador de la Humanidad, en lugar de los "Hermanos", cuya ignorancia y cuyos manejos en la magia negra él cree haber descubierto. Ese nuevo Avatar no vive en Almorah, sino en Jakko. Y así, el demonio —la vanidad— que ha arruinado a Dayanand, está arruinando a nuestro "amigo" de otro tiempo, y está preparándolo para lanzarse sobre nosotros y la S.T. con un asalto todavía más brutal que el de Swami. Sin embargo, el futuro podrá cuidarse a sí mismo; ahora sólo tendré que molestarle a usted con los datos antes señalados. Tal vez usted se dará cuenta ahora de por qué en octubre pasado se me hizo recoger las pruebas de su naturaleza falsa y astuta. Amigo mío, nada realizamos sin un propósito —ni siquiera las acciones aparentemente absurdas y criticables.
El primero de diciembre, el señor Hume, escribiendo al coronel O. dijo de nosotros: "En cuanto a los Hermanos, tengo un sincero afecto por K.H. y siempre lo tendré; por lo que respecta a los demás, no dudo de que son hombres muy buenos y que actúan según sus propias luces. Pero, por lo que se refiere a su sistema, por supuesto, estoy totalmente en contra... pero no tiene nada que ver con los objetivos prácticos exotéricos de la S.T. en la cual y en cuyo desarrollo yo puedo cooperar tan cordial como agradablemente, con SMS buenos Hermanos cuando etc. etc."
Ocho días antes (el 22 de noviembre) él había escrito a P. Sreenevas Row, Juez de la S.C.C. en Madras: "Encuentro que la Fraternidad es un grupo de hombres perversos y egoístas, los cuales —como agrupación— no se preocupan más que de su propio desarrollo espiritual (entienda que a este respecto K.H. es una excepción, pero yo creo que la única) y su sistema es el del engaño, y está en gran parte contaminado de hechicería (!) puesto que ellos utilizan espectros, es decir, elementales para llevar a cabo sus fenómenos. Por lo que respecta al engaño, una vez que un hombre se ha convertido en chela y se ha comprometido por los juramentos que ellos exigen, ya no se puede creer una sola palabra de lo que él dice; . . . mentirá de una manera sistemática; en cuanto a hechicería, el hecho es que hasta la época de Sonkapa,... ellos eran un grupo de duros y viles hechiceros.... Cada chela es un esclavo —un esclavo de la más abyecta descripción— un esclavo en pensamiento así como en palabra y obra . . .; nuestra Sociedad ... es un edificio noble en su aspecto exterior—pero no está construida sobre la roca de las edades, sino sobre las movedizas arenas del ateísmo, un sepulcro blanqueado y reluciente . .. lleno por dentro de engaño y de los huesos calcinados de un sistema jesuítico pernicioso. . Queda en libertad de hacer el uso que usted guste de esta carta, dentro de la Sociedad", etc.
El 9 del mismo mes, escribió al señor Olcott sobre el "manifiesto egoísmo de la Fraternidad, interesada solamente en su propio desarrollo espiritual".
El 8 de septiembre, en una carta a 12 chelas (los mismos chelas a los que se refiere en la carta del 22 de noviembre enviada al Juez Sreenevas Row tratándoles de embusteros y de esclavos sometidos) —después de haber recibido de ellos una respuesta conjunta exasperadamente sincera a la diplomática carta antes mencionada) él dijo, tal como usted sabe, que "no habría esperado que ningún europeo leyera entre líneas" esta maquinación en la carta publicada en el Theosophist y firmada por H.X.; pero sí lo hubiera esperado de "un grupo de Brahmines ... que son las mentes más sutiles del mundo . .. pero no de Brahmines corrientes, sino de hombres con una preparación de lo más noble y elevado, etc." (!!) Ellos —"pueden dormir tranquilos porque yo (él) nunca diré o haré nada que no sea en beneficio de los Hermanos, de la Sociedad y de todos sus objetivos." . . . (Así pues, parece que las acusaciones de hechicería y deshonestidad son "beneficiosas" para los adeptos asiáticos). En esta misma carta, si usted lo recuerda, él añade que esa es "el arma más eficaz hasta ahora forjada para la conversión de los infieles en nuestro país", y que él "esperaba, como es natural", (al escribir esta carta en elTheosophist) "hacer comprender a nuestra querida Vieja Dama —que no podía incluirla en la maquinación, etc. etc."
Con toda su astucia y diplomacia parece que realmente sufre una pérdida de memoria. No sólo  había incluido a la "Querida Vieja Dama" en la maquinación, según una larga carta privada dirigida a ella unas horas después de que la mencionada "arma eficaz" hubiera sido enviada para su publicación (carta que ella le envió a usted y que usted perdió al hacer sus maletas en Simla para regresar), sino que, en realidad, él se tomó la molestia de escribir unas cuantas palabras de explicación en el reverso de dicha "Carta". La conserva Damodar, al igual que toda otra comunicación de los Maestros, y la nota dice lo siguiente . . . "Le ruego que publique esto con cuidado y sin alterarlo. Ello contesta admirablemente a la carta de Davison y a otras cartas de nuestro país."... (Extractos de esas cartas estaban incluidos en su manuscrito).... "Me temo que no podemos resistir por mucho tiempo —pero sugerencias como ésta ayudarán a detener la caída", etc....
Habiendo forjado él mismo esta arma tan eficaz para la conversión de los infieles en su país, por lo que a nuestra existencia real se refiere, e incapaz en adelante de negarla, ¿qué mejor antídoto que añadir a las insinuaciones allí contenidas plenas y bien definidas acusaciones de hechicería, etc.?
Cuando es acusado por los 12 chelas en su respuesta conjunta a la carta que les envió, de una deliberada falsificación de los hechos con relación a la "querida Vieja Dama", a la cual, a pesar de todo lo que él pudiera decir en contra, "había mezclado en la maquinación", en una carta a Subba Row le dice que él jamás hizo esto; que su carta a "Madame" explicándole el por qué y la razón de esa "Carta" suya firmada "H.X." —le fue escrita y enviada a ella mucho después de que dicha carta de denuncia "ya hubiera sido impresa". A esto, Subba Row —a quien Hume le había escrito una carta injuriando y calumniando seriamente a M.— le respondió citándole las mismas palabras que él había escrito en el reverso del manuscrito, demostrándole así cuan inútil era inventar nuevas falsedades. ¡Y ahora, juzgue usted la estima en que debe tener a Subba Row!
Y ahora viene el bouquet. Escribiendo el 1° de diciembre al señor Olcott (la primera carta mencionada antes), él alardea de poseer los poderes de un adepto cuando dice: "Lamento no poder reunir-me con usted en Bombay en mi cuerpo físico, —pero— sin embargo, si se me permite, puede que le ayude a usted allí. . ." No obstante, en el caso de Fern dice: "es un perfecto caos y nadie puede decir qué es real y qué no lo es"; y varias otras cartas sobre el mismo tema abundan en el reconocimiento de que él no tenía ningún poder para ver lo que estuvo sucediendo "durante los últimos seis meses". Parecería que era todo lo contrario, puesto que en una carta que me envió durante ese período, se describe a sí mismo como no estando "espiritualmente al nivel de él (Fern), Sinnett" y otros. No se atrevió a jactarse ante mí de su clarividencia espiritual; pero ahora, al haber "roto para siempre con los Hechiceros libélanos", sus poderes de adepto en potencia se han desarrollado de repente en proporciones monstruosas. Deben haber sido asombrosamente poderosos desde su nacimiento, puesto que informa a Olcott (en la misma carta) de que —al principio— le fue "necesaria cierta cantidad de Pranayam durante unos meses (seis semanas en total), para lograr la concentración. . . . Ya he pasado esa etapa y —SOY UN YOGUI."
La acusación presentada ahora contra él es de carácter tan grave que yo nunca le hubiera pedido a usted que la creyera por mi simple afirmación. De ahí esta larga carta y la siguiente evidencia que le ruego lea con el mayor cuidado; saque sus conclusiones solamente de esa evidencia.
En la carta que él me dirigió en julio nos atribuye la culpa de la serie de falsedades de Fern, de sus pretendidas visiones y presumibles inspiraciones procedentes de nosotros; y en la carta al señor Olcott (de 1° de diciembre) acusa a Morya, mi amado hermano, de actuar "de la manera más deshonrosa", añadiendo que "desde entonces nunca lo ha considerado como un caballero, por haber sido el causante de que Damodar . . . enviara a Fern una copia de mi informe confidencial sobre su persona.. . ." Esto, él lo considera como un "deshonroso abuso de confianza", tan grande que "Morya tuvo miedo (!!) de que incluso K.H. llegara a saber que él había robado y hecho un mal uso de la carta que yo le envié a él. "Yo creo que K.H. es un caballero y no aceptaría un acto tan bajo". Sin duda que hubiera reaccionado así si el hecho se hubiera realizado sin mi conocimiento, y si —teniendo en cuenta los acontecimientos anteriormente expuestos— no hubiera sido absolutamente necesario para hacer que el señor Hume se delatara a sí mismo, y contrarrestar de este modo la influencia y la autoridad de su naturaleza vengativa. La carta así transcrita no estaba señalada como confidencial y las palabras "estoy dispuesto a decírselo así a la cara a Fern en cualquier momento" —están escritas allí. No obstante, el desmedido ultraje y su sincera, santa y caballerosa indignación ante la traición de M. van seguidos de estas palabras de confesión (Fern estuvo en Bombay y tuvo miedo de la justificada negación de un "bribón", incluso.) muy sorprendentes, tal como usted verá: "... Fern no sabe —permítaseme que sea justo con él— hasta ahora, que yo tenía conocimiento de esto", es decir, de la carta sustraída por M. y enviada a Fern a través de Damodar. En resumen, pues, el señor Hume encontró la manera de leer el contenido de una carta privada certificada dirigida a Fern, llegada a sus manos (las del señor Hume) y guardada en el cajón de una mesa perteneciente a la casa. La prueba es completa, puesto que es él mismo quien la facilita. ¿Cómo ocurrió? Por supuesto, ya sea leyendo su substancia física con sus ojos naturales, o su esencia astral por medio de un poder trascendental. Si es esto último, entonces, ¿por medio de qué breve y acelerado sistema el poder psíquico de este "yogui" — que en julio pasado "no se encontraba al nivel espiritual" de usted, ni siquiera al de Fern— estalló de repente con total florecimiento y fructificación, cuando nosotros —"hechiceros" entrenados— necesitamos diez o quince años para adquirirlo? Además, si ésta y otras cartas dirigidas a Fern le fueron presentadas en la "luz astral" (como él sostiene en su carta en contestación a la pregunta del Coronel O. incluida aquí), ¿cómo es que el benévolo genio Almorah (mediante cuya ayuda él adquirió repentinamente esos tremendos poderes) pudo hacerle tomar nota de sus contenidos, leer palabra -por palabra y hacerle recordar esas cartas SOLO cuando fueron guardadas por Fern en su escritorio, en casa del señor Hume — siguiendo las órdenes terminantes de M.? Mientras tanto, NOSOTROS LE DESAFIAMOS a que repita una sola palabra de otras cartas mucho más importantes (para él) enviadas por mi Hermano al "Chela en probación", en las cuales se le prohibía a éste que las guardara en Rothney-Castle, pero ¿las habría puesto él a buen recaudo en un escritorio cerrado con llave en su propia casa? Al surgir estos interrogantes inducidos por M. en la mente de Olcott, éste expuso directamente la cuestión al señor Hume. Como chela de M. a quien, como es natural reverencia como a un Padre y Maestro, Olcott planteó debidamente a este Censor  Elegantíarum la pregunta directa de si él mismo no había sido el culpable del muy "deshonroso" quebrantamiento de la conducta caballerosa que él reprochaba en el caso de Morya. (Y de una manera muy injusta, tal como usted ve ahora; porque lo que él hizo contaba con mi aprobación, puesto que ello formaba parte de un plan preconcebido para poner de manifiesto —además de la verdadera naturaleza del señor Hume— una vergonzosa situación que se había ido desarrollando por los viles apetitos, las locuras y el Karma de una miscelánea de hombres débiles —un bien, en definitiva, tal como usted descubrirá).
No tenemos caballeros en el Tibet, aunque sí muchos hombres honrados y sinceros; —de todos modos, en estas circunstancias y a todos los efectos, eso nos pondría a la altura del modelo de Simla.
La pregunta planteada por el señor Olcott mereció una respuesta tan vaga y necia, con una pura y deliberada falsedad y un intento tan pobre para prescindir de la única teoría posible (la de que él había leído su correspondencia privada sin el conocimiento del destinatario), que yo le he pedido a Morya que me la facilite para que usted la lea. Después de hacerlo así, tendrá usted la amabilidad de devolvérmela por mediación de Dharbagiri Nath, que esta semana estará en Madrás.
He llevado a cabo una tarea desagradable y molesta, pero se habrá logrado algo importante si ello le ayuda a conocernos mejor —tanto si sus normas europeas de lo que está bien y de lo que está mal inclinan el platillo de la balanza de su opinión hacia un lado como hacia el otro. Puede que usted se encuentre en la posición de C.C.M.: deplorando sentirse obligado a aceptar o a rechazar para siempre una "paradoja moral tan embarazosa" como yo mismo.
Nadie lo sentirá más profundamente que yo; pero nuestras Reglas han demostrado ser sabias y benéficas para el mundo a lo largo del tiempo; y el mundo en general, y sus unidades individuales en particular, son tan terriblemente perversas que uno tiene que combatir a cada una de ellas con sus propias armas.
Tal como se mantiene la situación por el momento y aunque nosotros no quisiéramos dejar que se alargara demasiado, parece deseable que usted vuelva a su casa durante algunos meses —digamos hasta junio. Pero, a menos que usted vaya a Londres y que con la ayuda de C.C.M. explique la verdadera situación y establezca la Sociedad usted mismo, las cartas del señor Hume habrán causado demasiado daño para poder neutralizar el mal. De este modo, su ausencia temporal conseguirá un doble buen propósito: la fundación de una verdadera Sociedad Teosófica oculta y la salvación de algunos prometedores individuos para futuros trabajos que ahora están en peligro. Además, su ausencia de la India no será totalmente negativa, ya que los amigos del país le echarán de menos y tal vez estarán más dispuestos a reclamarlo, especialmente si el Pioneer cambia su tónica. Podría resultar agradable para usted aprovechar una parte de sus vacaciones escribiendo de una forma u otra algo sobre Teosofía.
Usted posee ahora una gran existencia de material, y si se las ingenia para conseguir copias de los artículos didácticos entregados al señor Hume, sería una medida oportuna. El es un escritor de cartas muy prolífico y ahora que se ha desembarazado a sí mismo de toda restricción habrá que vigilarlo de cerca. Recuerde la profecía del Chohan.
Siempre sinceramente suyo,

K.H.

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