domingo, 30 de noviembre de 2014

DE LA INDIVIDUALIDAD Y PERSONALIDAD

LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA

EXPOSICIÓN CLARA EN FORMA DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE LA ÉTICA, CIENCIA Y FILOSOFÍA
PARA CUYO ESTUDIO HA SIDO FUNDADA LA SOCIEDAD TEOSÓFICA

Dedicada por H. P. B.
a todos sus discípulos
para que aprendan y puedan enseñar a su vez.

(Parte 32)

DE LA INDIVIDUALIDAD Y PERSONALIDAD*
* En su Catecismo Budista, el mismo Coronel Olcott, obligado por la lógica de la filosofía esotérica, tuvo necesidad de corregir los errores de Orientalistas anteriores que no hicieran esa diferencia, y dar al lector sus razones para ello. Dice: “las apariciones sucesivas sobre la Tierra o descenso en la generación de las partes tanhaicamente coherentes (skandhas) de un ser determinado son una sucesión de personalidades. La PERSONALIDAD difiere en cada nacimiento de un nacimiento anterior o sucesivo. Karma, el DEUS EX MACHINA, se oculta (¿diremos más bien que se refleja? ) a sí mismo ora en la personalidad de un sabio, ya bajo la forma de un artesano, y así sucesivamente, a través de toda serie de existencias. Pero, aunque las personalidades siempre cambian, la línea única de vida que las ensarta como las cuentas de un rosario,permanece unida, es siempre esa línea particular, jamás otra alguna. Es, por lo tanto, una ondulación individual y vital que empezó en Nirvana, o lado subjetivo de la Naturaleza, como la ondulación de la luz o del calor, propagada a través del éter, nació en un origen dinámico; recorre el lado objetivo de la Naturaleza bajo el impulso de Karma, y la dirección creadora de Tanhâ (deseo de vivir no satisfecho); y conduce, a través de muchos cambios cíclicos, de nuevo al Nirvana. Mr. Rhys–Davis llama a aquello que pasa de personalidad a personalidad por la cadena individual, “carácter” o “acción”. Puesto que el “carácter” no es una simple abstracción metafísica, sino la suma de nuestras propias cualidades mentales y propensiones morales, ¿no contribuiría a rechazar o a desvanecer lo que Mr. Rhys–Davis llama “ el desesperado expediente de un misterio” (Budismo, pág. 101) el considerar la ondulación de la vida como la individualidad, y a cada una de sus series de manifestaciones natales como una personalidad separada? El individuo perfecto, buddhísticamente hablando, es un Buda; pero Buda no es más que la flor rara de la humanidad, sin la menor mezcla sobrenatural. Y como son necesarias un sinnúmero de generaciones –“cuatro asankheyyas y cien mil ciclos”, según Fansböll y Rhys–Davis (Buddhist Birth Stories, pág.13)– para convertir a un hombre en Buddha, y la voluntad de hierro para convertirse en tal permanece a través de todos los nacimientos futuros, ¿Cómo llamaremos a aquello que de este modo quiere y persevera? ¿El carácter? ¿Nuestra individualidad; una individualidad manifestada sólo en parte en cualquier nacimiento nuestro, pero constituida por fragmentos de todos los nacimientos?
Pero ¿cuál es la diferencia entre las dos? Confieso que aún me hallo a oscuras respecto a este punto.

Me esfuerzo en explicarlo; pero, por desgracia, más difícil es con algunos conseguirlo que el infundirles un sentimiento de respeto hacia imposibilidades infantiles, únicamente porque son ortodoxas y porque la ortodoxia es respetable. Para comprender bien la idea, tenéis que estudiar primeramente las dos series de “principios”: los espirituales o aquellos que pertenecen al Ego imperecedero, y los materiales o los principios que constituyen los cuerpos, constantemente variables, o series de personalidades de aquel Ego. Démosles nombres permanentes y digamos que:
I. Âtma, el Yo Supremo, no es ni vuestro espíritu ni el mío, sino que, como el sol, resplandece sobre todos. Es el principio divino universalmente difundido, inseparable de su meta–espíritu uno y absoluto, del mismo modo que el rayo solar es inseparable de la luz del sol.

II. Buddhi (el alma espiritual) es tan sólo su vehículo. Ni Âtma ni Buddhi por sí, ni los dos colectivamente, son más útiles al cuerpo del hombre que lo pueden ser, a una masa de granito sepultada en la tierra, la luz del sol y sus rayos; a menos “que la dualidad divina sea asimilada por alguna conciencia, y reflejada en ella.” Ni es el más elevado aspecto de Karma, su propio agente activo, en su sentido; y el segundo es inconsciente en este plano.

Aquella conciencia o mente es:
III. Manas (MAHAT o la MENTE UNIVERSAL es el origen de manas. Este último es el mahat, es decir, la mente en el hombre. También se llama a Manas Kshetrajña, espíritu encarnado, porque, según nuestra filosofía, los Mânasa–putras o “ Hijos de la Mente Universal” son los que crearon o mejor dicho produjeron al hombre pensador, manu, encarnado en la tercera raza de la humanidad en nuestra Ronda. Es Manas por consiguiente, el verdadero y permanente Ego Espiritual que se encarna, la INDIVIDUALIDAD, y nuestras innumerables y diferentes personalidades no son sino sus aspectos externos.), el derivado o producto, en una forma reflejada, de Ahamkâra, “el concepto del yo o egoidad”. Es, por consiguiente, llamado el EGO ESPIRITUAL, cuando está inseparablemente unido a los dos primeros; así como Taijasa (el radiante). Ésta es la verdadera Individualidad real, o el hombre divino. Este Ego es el que, habiéndose encarnado originariamente en la forma humana sin entendimiento, animada par la presencia en sí misma de la Mónada dual, pero inconsciente de ella (puesto que no tenía conciencia), hizo de esa forma, humana en apariencia, un verdadero hombre. Este Ego es aquel “Cuerpo–Causal” que cobija a cada personalidad en que Karma lo obliga a encarnarse. Este EGO es el responsable de todos los pecados cometidos por cada nuevo cuerpo o personalidad (apariencias pasajeras que ocultan al verdadero Individuo a través de las largas series de renacimientos).
¿Pero es justo esto? ¿Por qué ha de ser castigado ese Ego como resultado de hechos que ha olvidado?

No los ha olvidado; sabe y recuerda sus malas acciones tan bien como vos os acordáis de lo que hicisteis ayer. ¿Acaso porque la memoria de ese conjunto de compuestos físicos llamado “cuerpo” no recuerde lo que su predecesor (la personalidad anterior) hizo, imagináis que el Ego real lo ha olvidado? Tanto valdría decir que es injusto que sea castigada por una cosa de la que nada sabe la chaqueta nueva que usa un muchacho a quien vapulean por haber robado manzanas.  
Pero ¿no existen medios de comunicación entre la conciencia o memoria espiritual y la humana?

Seguramente los hay; pero jamás fueron reconocidos por vuestros psicólogos científicos modernos. ¿A qué atribuís la intuición, la “voz de la conciencia”, las reminiscencias en forma de aviso, vagas e indefinidas, etc., sino a tales comunicaciones? ¡Ojalá la mayoría de los hombres, los cultos al menos, estuviesen dotados de las delicadas percepciones espirituales de Coleridge, quien demuestra hasta qué punto llega su intuición en algunos de sus comentarios! Ved lo que dice respecto a la probabilidad de que “todos los pensamientos sean en sí mismos imperecederos”. “Si fuese más comprensiva la facultad inteligente [despertar súbito de la memoria], sólo se necesitaría para traer ante cada alma humana la experiencia colectiva de toda su existencia pasada existencias más bien, una organización diferente y apropiada, el cuerpo celeste en vez del terrestre”. Este cuerpo celeste es nuestro Ego Manásico.


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