miércoles, 19 de noviembre de 2014

DISTINCIÓN ENTRE EL ALMA Y EL ESPÍRITU

LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA

EXPOSICIÓN CLARA EN FORMA DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE LA ÉTICA, CIENCIA Y FILOSOFÍA
PARA CUYO ESTUDIO HA SIDO FUNDADA LA SOCIEDAD TEOSÓFICA

Dedicada por H. P. B.
a todos sus discípulos
para que aprendan y puedan enseñar a su vez.

(Parte 25)

DISTINCIÓN ENTRE EL ALMA Y EL ESPÍRITU
¿Enseñáis realmente, según la acusación formulada contra vosotros por algunos espiritualistas y espiritistas franceses, la aniquilación de toda personalidad?

No lo hacemos. Pero como esa cuestión de la dualidad –la individualidad del Ego divino y la personalidad del animal humano– envuelve la de la posibilidad de la aparición del Ego real inmortal en las sesiones espiritistas como “espíritu materializado”, (lo que negamos, según ya expliqué anteriormente), nuestros adversarios han lanzado esa acusación desatinada.
Acabáis de hablar del completo aniquilamiento del “psuche” cuando éste se adhiere a anoia. ¿Que entendía Platón y qué entendéis vosotros por esto?

El aniquilamiento completo de la conciencia personal, como caso raro y excepcional, según creo. La regla general y casi invariable es la fusión de la personalidad en la conciencia individual o inmortal del Ego (una transformación o transfiguración divina), y el aniquilamiento completo, tan sólo del cuaternario inferior. ¿Pensaríais acaso en la posibilidad de que el hombre carnal, o la personalidad temporal, su sombra, lo “astral”, sus instintos animales y hasta su vida física, sobreviviesen juntos con el “Ego espiritual” y fuesen eternos? Todo esto naturalmente deja de existir, sea en el momento de la muerte corporal, sea después. Disgregase por completo a su tiempo, y desaparece de la vista, quedando aniquilado en conjunto.
¿Entonces también rechazaréis la “resurrección de la carne”?
¡Absolutamente! ¿Por qué habríamos (nosotros que creemos en la Filosofía arcaica esotérica de los antiguos) de aceptar las especulaciones antifilosóficas de la Teología Cristiana posterior, sacada de los sistemas exotéricos griegos y egipcios de los Gnósticos?
Los egipcios honraban a los espíritus de la Naturaleza, y deificaban hasta las cebollas; los indos son hasta ahora idólatras; los zoroastrianos adoraban y aún adoran al Sol; y los mejores filósofos griegos eran soñadores o materialistas, como Platón y Demócrito, respectivamente. ¿Cómo os atrevéis a comparar?

Puede ser que conste así en el catecismo cristiano y hasta en el científico  moderno, pero no es exacto para los espíritus libres de prejuicios. Los egipcios rendían culto al “Uno–Único–Uno” bajo el nombre de Nout, y fue de esta palabra donde Anaxágoras sacó su denominación Nous, “la Mente o Espíritu Potente por sí mismo”; (aquí Blavatsky usa un término griego, puede verlo en el libro original), “el motor principal” o primun mobile de todo. Para él, el Nous era Dios, y el logos el hombre, su emanación. El Nous es el espíritu (ya sea en el Cosmos o el hombre); y el logos, bien sea él Universo o el cuerpo astral, la emanación del primero, siendo el cuerpo físico solamente lo animal. Nuestros poderes externos perciben los fenómenos, pero únicamente nuestro Nous es capaz de conocer sus nóumenos. Sólo el logos o el nóumeno es el que sobrevive, porque en su misma naturaleza y esencia es inmortal, y el logos es en el hombre el Ego eterno, que se reencarna y vive eternamente. Pero ¿cómo puede la sombra externa que se desvanece, el ropaje temporal de esa emanación divina, que vuelve a la fuente de donde surgiera, ser “lo formado en la incorruptibilidad”?
Difícilmente, sin embargo, podéis libraros de la acusación de haber inventado una nueva división de las partes que constituyen al hombre espiritual y psíquico, porque ningún filósofo habla de ellas, si bien creéis que Platón las menciona.

Y lo sostengo. Además de Platón, ahí está Pitágoras, que también pensaba lo mismo (“Platón y Pitágoras –dice Plutarco– dividen el alma en dos partes: la racional (nôetica) y la irracional (agnoia); aquella parte del hombre que es racional, es eterna; porque aunque no sea Dios, es, sin embargo, el producto de una deidad eterna; pero aquella parte del alma que está privada de razón (agnoia), muere. “ El  término moderno agnóstico viene de agnosis, una palabra similar. Nos extraña que Mr. Huxley, el autor de la palabra, haya relacionado su gran inteligencia con “el alma privada de razón que muere.” ¿Es esto humildad exagerada del materialismo moderno?). Describió el Alma como una unidad (Mónada) que se mueve por sí misma, compuesta de tres elementos: el Nous (Espíritu), el phren (la mente) y el thumos (la vida, el aliento, o el nephesh de los kabalistas); cuyos tres elementos corresponden a nuestro “Atma–Buddhi” (Espíritu–alma más elevado), a manas (el Ego) y a Kâma–Rûpa en conjunción con el reflejo inferior de manas. Lo que los antiguos filósofos griegos llamaban alma en general, lo llamamos espíritu, o alma espiritual, Buddhi, como vehículo, de Âtma (el Agathono, Deidad Suprema de Platón). El hecho de que Pitágoras y otros consideren que phren y thumos forman parte del hombre y de los animales prueba que en este caso se refieren al reflejo manásico inferior (instinto), y a kama–rupa (pasiones animales activas). Y como Sócrates y Platón admitieron esto y lo hicieron suyo, si a esos cinco principios, que son:
Agathon (Deidad o Âtmâ),
psuche (el alma en su sentido colectivo),
Nous (el Espíritu o mente),
phren (la mente física) y
thumos (Kâma–Rûpa o las pasiones), agregamos el
eidolon de los misterios (la forma o doble humano) y el cuerpo físico, fácil será demostrar que tanto las ideas de Pitágoras como las de Platón eran idénticas a las nuestras. Enseñaban que, a su partida, el alma (Ego) tenía que pasar a través de sus siete cámaras o principios: los que dejaba tras de sí y los que con ella se llevaba. La única diferencia que hay, teniendo siempre en cuenta el castigo que traía consigo el revelar las doctrinas de los Misterios (lo cual se pagaba con la vida), consiste en que sólo bosquejaban las enseñanzas en sus grandes rasgos, mientras que nosotros les damos forma y las explicamos en sus detalles. Pero aunque enseñamos al mundo tanto como nos es permitido hacerlo, sin embargo, hasta en nuestra doctrina misma, se reserva más de un punto importante que sólo están autorizados conocer los que estudian la filosofía esotérica y han prometido silencio.


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